Partida Rol por web

Turno 317

No había mucho que comentar con quienes habían estado explorando el terreno, pero compartieron las noticias igualmente. Leofred no pudo ocultar su curiosidad sobre Freagulf cuando este mencionó que había combatido en el frente norte contra los  orientales, pero al ver su expresión sombría se contuvo de hacer ninguna pregunta. Tal vez más adelante.

Una vez en la posada, fiel a su promesa con Edan, Leofred pagó aquella ronda de cervezas como "compensación" por su victoria en la partida de naipes. El bardo estaba ocupado trasladando las jarras llenas desde la barra a sus compañeros tras él, y dando al tabernero las monedas que le correspondían, cuando captó aquél extraño interrogante cuando Larrid le preguntó por el mensaje. ¿Era un código? A todas luces parecía que Larrid no traía la respuesta preparada. Le recordó a los juegos de enigmas con los que los ancianos entretenían a los críos, y cuando lo meditó por un momento no pudo contener la respuesta a la que acababa de llegar, aún si estaba interrumpiendo una conversación ajena. - Interesante juego. Pero los caballos no tienen patas, tienen pezuñas*. -

Turno 317

Con una jarra de cerveza delante, el enano ya era otra persona...mucho más fécliz, por supuesto. Su cabeza comenzó a olvidar el momento vivido con el guardés al final de la comida la jornada anterior. No había nada como una buena jarra de cerveza para enfriar y olvidar los pesares.

-Gracias muchacho -le dijo a Leofred mirando solo la jarra, cuando le posó la cerveza delante de él.

la contestación del posadero cuando Larrid le preguntó si le habían dejado un mensaje para él, hizo que el guerrero se centrara en él. Si había tanto secretismo y parafernalias es que o era importante o eran muy cuidadosos. Así que Gwalin esperó a ver qué decía Larrid y qué contestaba el posadero.

Turno 317

Edan se acercó con Leofred a la barra, y respondió el gesto de su conpañero con otro de agradecimiento. Apuró su cerveza con gran ligereza. Todo parecía en calma, asi que no había razón para no dejarse llevar por la distensión de la taberna.

Larrid llamó la atención del posadero. Si su contacto habia dejado algún mensaje para nosotros, él sabria de que se trataba.

Turno 317

Estaban todos dentro de la taberna buscando iunformación que pudiera haber recibido Larrid de uno de sus hombres que había mandado antes que ellos adelantándose y siguiendo la pista de los orientales. Ellos no sabían nada de sus enemigos lo que les hacía ver o que les habían adelantado o que les seguían el paso a unas jornadas de distancia. Sea como fuere estaban allí en busca de noticias del informante de Larrid.

Pero la cosa mejoró cuando Leofred se oferció a invitarles a unas jarras de cerveza. Acercándose junto a éste y a Edan a la barra para ayudarles a llevar las mismas a los compañeros, le agradeció este gesto.

Gracias Leofred. Aunque creo que estas las paga Edan. Supongo que la partida de anoche se alergó más de la cuenta, tanto como para poder invitar a una ronda. De todas formas os lo agradezco y espero poder jugar con vosotros la próxima partida.

Turno 317

La contestación de Leofred hizo sonreír, tanto a Larrid, como al posadero. No pretendían burlarse, pero aquello de que los caballos no tenían patas si no pezuñas, les hizo gracia.

- Podría ser, pero si conozco algo a mi amigo, creo saber cual es la respuesta... - dijo recordando, quizás gracias a Leofred, la respuesta.

- Un caballo tiene el doble de patas que de ojos - dijo como recitando algún tipo de dicho. La respuesta era cierta, pero algo absurda.

RESOLUCION TURNO 317
 

La cerveza estaba bien escanciada, tenía la justa cantidad de espuma, y de alguna manera estaba fresca. No era normal, pues esta solía almacenarse a temperatura ambiente, servirse de igual modo. Para placer de Gwalin, además de refrescante, estaba deliciosa.

Larrid no dio rodeos, y pregunto directamente al posadero sobre el mensaje que venía a buscar. Había convenido que, si pasaban por allí de largo, su hombre dejaría una nota en esa posada. Lo que no contaba, es que no bastaría con presentarse y reclamarla. Una especie de acertijo sobre las patas de un caballo, tenía que ser respondido. Leofred dio una respuesta, todo lo rebuscada que podía esperarse de una pregunta sencilla que la buscaba. No acertó, pero a Larrid y al posadero les hizo gracia. Lo cierto es que las palabras del bardo hicieron al etheod recordar ciertos pasajes que sirvieron para dar la respuesta correcta.

El tabernero asintió, y rápidamente fue a buscar el mensaje. Desapareció por una puerta y volvió al poco rato, con un objeto en la mano. Era una especie de cilindro de madera, con adornos y un cierre de cuero lacrado. El posadero se lo entregó a Larrid que, agradecido, guardó bajo su capa.

Leofred pagó la ronda de cerveza, tenía el dinero ganado a Edan. Apuraron las cervezas y, en cuanto terminaron las bebidas, salieron fuera. Recogieron las monturas, a buen recaudo bajo la vigilancia de Freagulf, y se apartaron a un lugar de la plaza algo apartada. Allí, ya sin oídos indiscretos cerca, Larrid abrió el mensaje, y lo leyó en voz alta…

“El tiempo apremia, amigo mío, nuestros conocidos no se acercaron a Caras Gwildor como pensábamos. Van al sur, han conseguido caballos. No saben que los sigo, ni creo que sepa de nuestra empresa.

No vayás al sur, pues no cogerán el gran camino, saben que Góndor avanza hacia el norte por allí. Me temo que entraran en las tierras yermas del oscuro, dirígete hacia la Puerta Negra, entra en el País de la Sombra, y sigue mis señales”

Era cuanto rezaba el mensaje. Larrid lo guardo de nuevo, y sencillamente ordeno ponerse de inmediato en marcha.

Turno 318

La respuesta que dio Larrid al posadero para conseguir el mensaje hizo sacar una mueca de sonrisa en la cara del guerrero. Había escuchado muchos dichos y refranes sobre caballos, pero no uno tan sencillo a la par de extraño. Y si el caballo se queda cojo, ¿le tendrán que quitar medio ojo?, o al revés, si queda tuerto, ¿le cortarán dos patas? La cabeza del guerrero comenzó a funcionar, pero paró rápidamente, pues sus pensamientos solo crecían en insana curiosidad.

Gwalin apuró su cerveza cuando el posadero les llevó el mensaje del hombre de Larrid que seguía a los orientales. Salieron fuera para abrirlo y allí, en un apartado Larrid les recitó lo que ponía. 

Al escucharlo el rostro de Gwalin cambió, ensombreciéndose de preocupación, apareciendo su sempiterno gruñido.

-Ggrrrrrmmmmmmm -Si era cierto lo que ponía la carta quizás esta cerveza fuera la última que se pudieran tomar en mucho tiempo. Pero lo peor es que la zona a la que iban era muy peligrosa. La aventura empezaba a ponerse seria.

Turno 318

Edan degustó la cerveza con cara de satisfacción. Estaba realmente buena y no le hubiera importado pagarse una nueva ronda, pero tras echar un vistazo a sus bolsillos desistió. No tenía mucho dinero, y después de la partida con Leofred menos aún, así que en vez de eso desvío su atención a Larrid y su conversación con el posadero.

Finalmente el veterano supo dar con la respuesta. El rohir se preguntaba si no les estaban concediendo demasiada importancia a aquellos salvajes. Codificar un mensaje de aquella manera, suponía no solo la posibilidad de que hubiese más grupos de salvajes coordinados con aquellos a quienes perseguían, sino la existencia de espias entre ellos...o peor, entre las gentes de Caras Gwildor...
Aquel pensamiento inquietó a Sven sobremanera, pero no dijo nada como era costumbre y salió con el resto para escuchar el mensaje que Larrid leería para ellos.

La puerta negra... susurró asombrado cuando Larrid pronunció aquellas palabras.

Eran malas noticias, desde luego. Los orientales habían conseguido cabalgaduras, tal y como temían y ahora podrían encontrarse ya muy lejos. Si lograban esquivar las patrullas aliadas a través de las tierras yermas, pronto encontrarían la seguridad de las montañas de la ceniza...si era cierto que un gran ejercito oriental avanzaba desde el Este, su misión se complicaba por momentos.

Aquello implicaba que tendrían que partir de inmediato y comenzar una persecución sin descanso a caballo. Al menos aquella parte sería divertida pensó. Aunque al momento se sorprendió de pensar en aquellos terminos, ante la empresa que tenian por delante.

Las tierras del oscuro...¿ Nos adentraremos allí si no les damos caza antes?... preguntó a Larrid casi incrédulo.
Tiempo ha, de la caida de Mordor... notó las miradas de todos al pronunciar aquel nombre ...pero todavía existen allí peligros que no deberiamos molestar dijo convencido. Gondor es fuerte y se ha recuperado rápido bajo la sabia dirección de Piedra de elfo, pero todavía pasaran decadas antes de que las tierras mas alla de las ephel duath esten saneadas por completo...

Edan no pretendía bajar el animo del grupo, pero en ocasiones no podía evitar expresar aquel pesimismo existencial que emanaba cada poro de su piel.

Turno 318

Grimbeorn aguantó sin obtener respuesta alguna mientras Larrid hablaba con el posadero. Al norteño no le pasó desapercibida la sensación de incomodidad del hombre que les atendía; él también se hubiera sentido un poco raro de tener que entregar un mensaje como aquel.

Por su parte, Larrid se tomó su tiempo en dar una respuesta a una pregunta aparente sencilla. Una respuesta que el animista encontró desconcertante hasta que oyó la explicación. El método parecía ingenioso; el contacto de Larrid se aseguraba de que sólo alguien de suficiente confianza recibiera la información.

Una información que hizo palidecer al hombre de los bosques cuando, de los labios de Larrid, escuchó las palabras "Puerta Negra". Incluso en el norte se habían oído historias de la impresionante defensa que el Señor Oscuro había erigido en el principal acceso a sus dominios. El mensaje no terminaba de la forma más tranquilizadora posible.

- ¿Internarnos en... Mordor? - Pronunció aquella palabra con prudencia reverencial, en competición con el recelo que Edan había mostrado al usarla, como si temiera invocar terrores del pasado que era mejor dejar donde estaban. En el pasado. - No parece lo más sensato. - Si los cuentos sobre una extensión yerma y cubierta por vapores venenosos eran ciertos, aquella travesía iba a ser difícil y llena de penurias. Si la posibilidad de dar con Geleswinta no estuviera en juego, el norteño posiblemente se hubiera dado la vuelta en ese mismo momento.

TURNO 318

HALLFRID siguió al resto en dirección a la posada, y de manera inconsciente, poco a poco comenzó a relajarse con el ambiente de serena normalidad que reinaba en el lugar. A cada momento que pasaba, parecía más lejana la amenaza de aquellos orientales, y el muchacho incluso comenzó a albergar la firme esperanza de que efectivamente se hubieran adelantado al paso de sus enemigos.

Quizás por ello, se permitió echarse un buen trago de la cerveza que le ofrecía LEOFRED y disfrutar de lo que parecía un muy merecido momento de descanso luego de tantas prisas. Para alguien que había pasado la mayor parte de su vida acostumbrando su paladar a los amargos brebajes que destilaba el viejo Burken, siempre había una buena excusa para probar algo nuevo...

Sin embargo, pronto el semblante del joven campesino se ensombreció ante las inesperadas novedades. Como el de casi todos los presentes, la verdad. Y luego de un tenso silencio, HALLFRID no pudo hacer otra cosa que apurar su bebida, más por necesitar alguna ayuda para pasar el mal trago que por verdadero deleite.

El nombre de Mordor aún infundía temor en aquellos que lo escuchaban. Incluso aunque hubieran pasado ya muchos años del final de la guerra, y de la derrota definitiva del Enemigo. El reino de Gondor se había fortalecido durante ese tiempo. Y hasta había recuperado parte de su orgullo perdido. Pero nadie creía que la sombra hubiera sido erradicada del todo... y cada tanto corrían rumores de oscuros movimientos en aquellas olvidadas regiones.

El humilde y sencillo pastor de Anórien no había imaginado jamás, ni en sus más alocadas ensoñaciones, que el destino podría llevarlo a aquellas tierras malditas. Y ahora que la posibilidad se volvía más concreta a cada instante, una extraña sensación lo embargaba, aunque el joven no terminaba de definirla.

Intentando abrirse paso entre el pavor más absoluto, una excitante ansiedad comenzaba a inflamar su pecho...

Turno 318

El alto muchacho rubio no dudó en dar un trago a su brebaje y cederlo posteriormente a Maese Gwalin. - Seguro que él aprecia más aquel "refresco". Freagulf se achacaba a si mismo no haber encontrado más señales que puderan darles información, pero, al tener conocimiento de la nota, quedó bastante helado. No sabía que se podrían encontrar allí, pero las historias no eran nada agradables. Miles de orcos, trolls, bichos oscuros, alguno de ellos innombrables.

No quería andarse con rodeos. Aquellas palabras podrían significar muchas cosas … e incluso se una clave que entendía ellos solos. - El destinatario entendería, si es que tenía que entender. Era un soldado, y le habían reñido por tener iniciativa, cosas que sus jefes siempre le había exigido, y tras demostrarlo, había precisamente obtenido las misiones y encomiendas que le habían otorgado. Era como un paso atrás, pero era lo que había, y se tendría que adaptar a ello. Esperó a sus instrucciones, y si no las había … ya se acercaría él a darle sus apreciaciones. Su misión con Edan no había dado frutos, pero los "vacíos" de información eran pistas donde buscar otra información.

- ¿Ordenes? Preguntó entre susurros, curioso y muy interesado.

Turno 318

Leofred se rió gustoso junto con Larrid y el tabernero, incluso ignorando si lo habían considerado acertado o una broma le sentaba bien saber que era recibido con buen humor. Más sombrío se volvió su semblante cuando les confió el contenido de la carta, una noticia en su opinión más tenebrosa que cualquier otra cosa que pudieran haber imaginado que harían los orientales con aquella ciudad. Incluso Leofred que nunca había estado demasiado cerca de aquél lugar conocía los oscuros rumores.

- ¿Quien querría dirigirse allí? Aquellas tierras no son clementes con ninguna criatura. Si ese es el destino final de los orientales parece el acto de un demente. - el bardo había perdido todo gesto de alegría en su rostro, de pronto solo podía pensar en historias y cosas tenebrosas, y sin embargo no podían dejar campar a sus anchas a aquellos orientales.

- ¿Cuanto hace que entregaron el mensaje? - preguntó finalmente. Aquella vez no contarían con atajos, tenían que saber la distancia que les separaba de quienes perseguían.

Turno 318

Las tierras de Mordor eran como una leenda antigua de Tierra Media. Allí había tenido su residencia Sauron el maia caído,  el enemigo de los elfos y los hombres y de todo pueblo libre. Pero para Ional todoaquello eran leyendas, historia pasada, algo que pertenecía a varas generaciones anteriores a él. Por eso al montaraz le gusstaba la idea de ir allí y ver algo distinto, algo de leyenda,aalgo que solo los libros antiguos hablaban de eso.

Mordor, una tierra maldita, impía, donde nada crece y toyo es yermo y árido. El lugar donde anidaba el maligno Sauron. De ahí salian sus ejércitos para azotar a los pueblos libres. Menos mal que esos días ya han pasado. Aun así, seguro que es una tierra dura y difícil de surcar. Deberemos llevar provisiones y agua de más,  por si acaso. Pero he de decir que la idea de adentrarme en ese lugar me pone tan nervioso como me motiva.

Turno 318

- No es lo más sensato, lo sé - dijo apesadumbrado - Es peligroso, nadie en su sano juicio se adentraría en esa tierra -  continuó diciendo - Pero si nuestro objetivo, nuestro enemigo, y mi amigo, se dirigen hacia alli… ¿Qué otra opción tenemos? - preguntó, su voz denotaba una cierta desesperación, quizás temor. -  Sera un acto desesperado, empujado por la necesidad. No pueden atravesar Gondor, pero necesitan llegar al sur. Seguramente la partida del ejercito hacia el norte los ha hecho más osados - Quedó pensativo.

- No puede haber entregado el mensaje hace más de un dia - dijo contestando a la pregunta de Leofred - Pero no estaría de más que volvieses y nos aseguremos - sugirió al bardo.

- Repasemos los víveres, llevaremos agua de más y nos prepararemos para lo peor - dijo mirando a Ional - Hagámoslo rápido, hay que salir cuanto antes - animó a todos a ponerse en marcha - Por cierto, quizás debamos dejar tu mula aquí, solo nos retrasaría - le dijo a Leofred antes de que se fuera.

RESOLUCION TURNO 318
 

La situación estaba clara, debían partir cuanto antes tras los orientales, aunque eso significase adentrarse en la Tierra Oscura. Antes de irse, debían prepararse, nadie contaba con algo como aquello. Acopiarían más agua, toda la que pudieran llevar, y quizás algo de comida. Si las historias eran ciertas, el lugar al que iban, carecía de vida. No habría plantas, ni caza para alimentarse, tampoco encontrarían muchos ríos de los que abastecerse.

Había que seguir a los orientales, y aunque Larrid esperaba poder alcanzarlos antes de llegar a Carach Angren, el retraso que llevaban lo hacía casi imposible. Decidido, comenzaron a prepararse. Leofred volvió a ver al posadero, que pudo decirle que el mensaje había sido entregado el día anterior con las primeras luces. Lo había hecho un tipo de media estatura, vestido con armadura de cuero y ropas desgastadas, y que respondía al nombre de Ibenar. Aunque Larrid aún no había mencionado su nombre, aquel era su amigo, que iba en vanguardia tras su objetivo.

Los demás, fueron a procurarse la comida y agua necesaria para el viaje. No fue difícil, solo tuvieron que comprar algunos odres para llenarlos en la fuente de la plaza, e ir a algunos de los puestos en busca de comida duradera. No le llevo más de una hora. Edan, por su parte, fue a buscar una nueva lanza para sustituir la que había perdido en el islote de los mewlips.

Solo quedaba un tema a tratar, y era el de si llevar o no la mula de Leofred. Por un lado, cargaría con una buena parte de la carga, pero, por otro lado, ralentizaría el avance. Aquellos animales no estaban preparados para la velocidad. Si finalmente decidían dejarla allí, tendrían que repartir bien los pesos entre todas las monturas.

Turno 319

La preparación era síntoma de victoria. El no estar listo para las eventualidades, significa un fracaso seguro y una posibilidad de permitirle a la muerte caer sobre nosotros. No tardaron en conseguirnos un buen puñado de odres para el agua, pero eso sólo era una parte, y el estar armados era otra. No había duda, había que meterse en la "boca del lobo y pasear entre sus dientes". Si así debía ser, así se haría, pero no permitiría que un hermano fuera sin un arma. No solo por defenderse, sino porque un fallo en la línea de combate, podría resultar en la muerte de todos. Habían peleado en la islita juntos, y por desgracia su lanza se había perdido en el agua. Aquellos seres eran repugnantes, pero sabía la próxima vez que pasease por allí, que tendría o que evitarlos o que enfrentarlos ... y lo haría con mucho gusto por el asco que le daba. - Así libraré esta tierra de unos pocos monstruos.

Inquieto buscó en su bolsita de monedas. La pobre no tintineaba gran cosa. Estaba pelado como una rata, pero su mano presentó dos monedas de bronce. Con el gesto, acompañado de una tenue llamada, las ofreció: - Hermano.

Turno 319

Atravesar la tierra de Mordor era inevitable. La ventaja que les sacaban los orientales obligaba a aquel curso de acción, aunque el norteño pudo apreciar que a Larrid tampoco parecía agradarle la idea. Era inútil discutir sobre ello, pues no tenían elección.

Sin más dilaciones, el animista partió con algunos miembros más a recorrer puestos donde comprar comida duradera mientras otros se procuraban odres adicionales donde llevar el agua necesaria para la travesía. Acuciados por la urgencia de su misión, apenas les llevó una hora reunir los viveres necesarios.

Ya se habían reunido de nuevo cuando surgió un nuevo problema: la mula de Leofred. El animal era robusto y podía llevar mucha carga, pero su paso era lento. - ¿No existe la posibilidad de que ralenticemos las demás monturas si repartimos la carga de la mula entre ellas? - Grimbeorn albergaba sus dudas acerca de la velocidad del animal de carga pero sin jinete comparada con la de las bestias de monta, con jinete y menos carga.

Turno 319

Leofred se debatía entre su promesa para con los esargothianos y su temor a la idea de atravesar las tierras de Mordor; aquella perspectiva era suficiente para hacer dudar a cualquiera. Finalmente se inclinó por mantenerse con Larrid. Su destino no parecía muy halagüeño, pero si alcanzaban a los orientales tal vez no tuvieran que poner el pie en aquél lugar, e incluso el indolente bardo tenía algún sentido de la responsabilidad.

Tras recuperar la poca información que quedaba, y que confirmaba que el mensaje provenía del mismo conocido de Larrid, Leofred recibió la noticia que llevaba tiempo temiéndose. Sabía que su mula era demasiado lenta, pero se había resistido a deshacerse de ella hasta el último momento, ahora no había más remedio.

- No os molestéis, Grimbeorn. Incluso cargado, un caballo ganaría fácilmente a una mula en rapidez, por no hablar de su terquedad. De todos modos, sabiendo a donde nos dirigimos, creo que me quedaré más tranquilo sabiendo que esta vieja tozuda no nos acompaña. -

El bardo no tenía necesidad de adquirir nada en la ciudad ni dinero con el que pagarse nada, de modo pasó el poco tiempo restante antes de su partida buscando un vendedor decente, no le importaba tanto el dinero que le ofrecieran por en animal como asegurarse de que cuidarían bien de él.

TURNO 319 

Hallfrid no se sentía demasiado cómodo manejando dinero. Y tampoco era un experto haciendo tratos. Más bien, todo lo contrario. Así que no tuvo inconvenientes en dejar que el resto de sus camaradas se encargaran de regatear con los tenderos para conseguir las provisiones. Mientras tanto, él se ocuparía de rellenar todos los odres y cantimploras que pudieran conseguir, llegándose para ello hasta la fuente que había en la plaza central del poblado.

Su ir y venir por las concurridas callejuelas de Caras Wildor no dejaba de ser toda una visión para los asombrados transeúntes ocasionales. Pues cargado como estaba, con todo tipo de tintineantes recipientes, el muchacho parecía algún tipo de artista transhumante, de esos que llevan siempre todas sus pertenencias a cuestas.

Pero, por supuesto, aquello poco importaba al pensativo muchacho, cuya mente estaba por aquellos instantes a cientos de millas de distancia, recorriendo los siniestros, y jamás vistos, páramos de las tierras malditas.

Hallfrid había crecido escuchando historias de aquél lóbrego paraje. E imaginando hazañas imposibles, de gloriosos guerreros que ya pocos recordaban. Aquellos recuerdos volvieron entonces a su mente, y de repente el amenazante peligro que representaban los orientales comenzó a difuminarse, dejando paso a terrores más siniestros e imprecisos.

Aún hoy, se escuchaban todo tipo de historias de aquel lugar maldito. Y cada vez eran menos los que se internaban en sus siniestros senderos. Sería un extraño privilegio volver a recorrer los caminos que otros heroes transitaron en el pasado... solo esperaba poder regresar para contarlo.

Turno 319

Sabía lo doloroso que podía ser separarse de un amigo, sobre todo si te ha sido fiel durante mucho tiempo. Lo sabía bien. Su alma aún "marcada" por la pérdida de Ulfer, empezaba a "calmarse", pero de cuando en cuando surgía detalles que le hacía rememorar ciertos momentos. - Ulfer y todos los demás.

No dudó en romper una lanza, a favor de la mula, pero no por donde sus sentimientos dictaban. Tenía que empezar a desentenderse de esas cosas. Tenía que seguir poniendo un pie tras otro y avanzar. - Pues yo pienso que siempre podría liberar al resto de monturas de un esfuerzo extra, ya que podrán ser más ligeros, en el paso, pero más fatigados en la carga, y en un momento de necesidad, siempre se puede dar un paso extra. Y en un momento dado, siempre puede ser comida. - Además el peso extra entre comida y agua terminará reventando a corceles, que por muy rápidos que sean, estarán al punto de estallar sus patas. Miró al "hermano". Él también entendía de estos bichos de cuatro patas, y esperaba compartiese su opinión. De todas maneras quedaban en manos de Larrid, y este tendría la última palabra. Incluso más que el propio dueño de la mula. Incluso … podrían sacarle partido a la resistencia natural de un animal, que por muy lento y tozudo que sea, siempre será más resistente ante las inclemencias y privaciones, que los delicados … y rápidos caballos. También buscó la aprobación o decisión final del líder del grupo. - Para algo es el jefe.