Partida Rol por web

- Parriwimple tampoco ver- interviene el gigantón ante las palabras de Helene, tras unos minutos inusualmente callado. Luego parece recordar algo- Gertruda no estar Hada Bosque. Hada Bosque también ser mala. Mucha gente mala. Y gente buena se cansa, y se marcha, y no hace nada. Entonces gente mala ser más mala, y gente buena menos buena. Parriwimple triste por eso. Pero alegre Stara viva. ¿No haber visto Stara a amiga de Parriwimple Gertruda?

El niño cantó lo mejor que pudo, aunque bajito pues no quería atraer la atención de aquellas criaturas que les iban a perseguir, por fortuna no les dieron alcance y pudieron llegar al pueblo, o al menos a sus cercanías pues se habían terminado encontrando con Stara. Ivalic dejó de cantar al sentirse nuevamente seguro.

-Hola Stara. Guissepe dijo que Viktor se ocuparía de la carpintería, al menos mientras sigáis aquí...

La pareja también tenía intención de marcharse y si no lo había hecho ya era por el estado avanzado del embarazo y el mal tiempo de aquella época. Como decía su amigo Parriwimple, las personas buenas del pueblo cada vez eran menos y las malvadas creían en número y nada podían hacer por evitarlo y ahora con aquella ceguera que tenían deberían quedarse en el pueblo hasta que pasara el efecto del hechizo, si es que se pasaba alguna vez, los de Ivalic duraban poco tiempo, pero no sabía cuanto podía durar un hechizo de un Hada.

-No vemos nada, el hada nos hizo algo y nos dejó ciegos, no quiero ni imaginarme cuando se entere mi madre, menudo disgusto se va a llevar... ¿Donde está el Señor Varikov? ¿No viene detrás?

Asintió a las palabras de Ivalic. Ante lo que decía Parriwimple, no podía sino estar de acuerdo.

-Por todo eso, Stara, debes seguir siendo la mujer que eras, optimista, positiva, dulce. Un ejemplo para todos los lugareños. Tu hijo nacerá pronto y debe saber que hay algo más, mucho más que oscuridad. Hay luz. Tú eres luz -sonrió a la mujer al tiempo que apretaba afectuosa uno de los brazos de Parriwimple dándole así consuelo-. Ivalic, Varikov se quedó atrás, llevando adelante su propia y particular lucha. Debemos aceptar que ve el mundo de otra forma y que, queramos o no, no siente el mismo afecto hacia nosotros que el que nosotros sentimos por él. A veces creo que nos ve más como un lastre que como verdaderos compañeros de fatigas. Aun así, la verdadera amistad es aquella que nos lleva a aceptar a los otros tal y como son y no como nos gustaría que fueran.

Dio un par de palmas suaves.

-Se acabó la tristeza y la pena. Ahora adentro y a descansar. Quiero buscar algunas cosas y después iré donde el cura para ver si puede ayudarnos. Y no hay protesta que valga ni desobediencia civil.

Me siento angustiado por la ausencia de Varikov, aunque más aún por la de mi mentor, maese Hurnn, mi cuervo-guía.

- "Es posible que la ceguera que nos aflige sea permanente, y me temo que poco podremos hacer mientras estemos ciegos. Me pregunto si el Padre Danovich sería capaz de ayudarnos. Lo cierto es que me gustaría poder ayudarle a encontrar los restos de su hijo asesinado por bandidos, para que al menos pueda enterrarlos y quedar en paz. Lo que me recuerda la infestación de necrarios bajo el cementerio... Y la posibilidad de que esta misma noche con la luna llena haya problemas.

Tal vez Ludovico podría ayudarnos, pero no sé si nos da tiempo de ir a buscarle y volver antes de que caiga la noche...

Parriwimple tiene razón, hemos buscado a Gertruda en el bosque, pero no parecía que hubiera estado recientemente con el Hada. Tal vez se encuentre en otra parte. Tampoco pudimos hacer nada por el cadáver de la mujer ahorcada que vimos, aunque si alguien lo entierra podría convertirse en otra nueva amenaza." -

Ivalic meditó ante las palabras de la Señora Helene sobre Varikov.

-No se... creo que él se retrasó para protegernos y que seguramente nos alcance más tarde, espero que no le haya pasado nada malo. Yo... quería agradeceros todo lo que estáis haciendo por el pueblo, a pesar de que otros son los asuntos que os trajeron hasta aquí. También a ti Stara, era un placer veros a Viktor y a ti siempre tan alegres y positivos, eso es lo que el pueblo necesita, pero comprendo que os queráis marchar, todos lo hacen.

Tan rodeados de enemigos y problemas al final solo unos pocos lugareños acababan aguantando allí, resignados a cualquier cosa que pudiera sucederles. Y encima las palabras de Herr Urik le recordaron todo lo que tenían aún por hacer y que seguramente en su actual condición ya no podían.

-Pero Herr Urik... ¿Como vamos a hacerlo? Usted no puede luchar ciego, ni Parriwimple, yo no soy muy útil en la lucha, pero para guiarles y portar su antorcha tengo que ver, si no no les sirvo de nada. Si el padre Danovich puede ayudarnos deberíamos ir a verlo.

Me... me siento fatal. Lo siento. Y dije esa cosa tan horrible de andar cogidos de la mano... ¡No sabía que vosotros...! Cielos, soy un monstruo. Voy a ser una madre pésima. ¡Pasad! ¡Pasad dentro!

Apoyó la escoba en la pared, con tal torpeza que el mango se escurrió hasta terminar en el suelo. Stara cogió de la mano a Ivalic, mientras Vjelkus tiraba de Parriwimple y del Caballero del Cuervo.

Helene bajó inmediatamente al sótano. Los tres ciegos escucharon ruido de trastos cambiando de sitio, como en una mudanza. Mientras, Stara les auxilió, haciendo que tomaran asiento y sirviéndoles un vaso de agua. En pleno estado de desconcierto, les rodeó los hombros con una manta, como si eso sirviese de algo.

No he visto a Gertruda. No... Dejé de buscar. Puede que haya vuelto con su madre, no lo sé. Puedo ir a preguntar. ¿Queréis que haga algo? ¿Voy a avisar al párroco o...? ¿O a la madre de Ivalic?

Los primeros diez minutos buscando en el sótano no dieron ningún fruto. Solo que Helene ahora estaba más cansada y sudorosa. Había tallas en madera abandonadas antes de ser terminadas, y algunos muebles con taras, taburetes que cojeaban de una pata y similar, una caja de cartón con ropa vieja (tanto de adulto como de niño), y algunas herramientas llenas de polvo más oxidadas que las del taller.

- "Frau Stara, ¿qué hora es ahora?" - Me preocupa que la caída de la noche esté cercana y no tengamos tiempo de recuperarnos de la ceguera para ayudar a Arik con el problema de Layla.

Alcanzaba a oír el rumor de las conversaciones arriba, pero no su contenido. Algo que en principio no la preocupa en exceso dedicada como estaba a buscar entre lso enseres del sótano. Los primeros intentos habían resultado infructuosos. No entendía que un sótano solo sirviera para recoger basura en vez de servir para almacenar aquello que no era imprescindible de cara a su uso habitual o para guardar lo que no debía quedar a simple vista o molestaba en el quehacer diario.

Empecinada, se dedicó a seguir bvuscando cualquier cosa que pudiera servirles en el futuro. Abrió cajones, cajas, movió enseres apilados... todo con el propósito claro de dar con algo que pudiera servirles en un futuro inmediato.

- Stara buena, no mala. Parriwimple a veces triste también por cosas pasar. Pero contento Stara querer ayudar. ¿Poder acercarse a preguntar si alguien sabe algo Gertruda? Parriwimple preocupado. Pero no salir pueblo, y volver. Parriwimple cansado gente desaparecer también.

-No te preocupes Stara, no vas a ser una madre pésima, tan solo quieres lo mejor para tu bebé y protegerlo y no podías saber que el hada nos había dejado ciegos así que no pasa nada.

La mujer los ayudó a acomodarse, incluso tapó a Ivalic con una manta. El niño no tenía frío pero tampoco quería hacerle un feo a la mujer en el estado en el que se encontraba y decidió conservar la manta encima. Mientras tanto escuchó como en algún rincón de la casa alguien movía una gran cantidad de trastos, seguramente la Señora Helene buscando las cosas que necesitaba.

-¡Oh no por favor! No le digas nada a mi madre, no quiero que se preocupe, antes iremos a ver al padre Danovich a ver si puede hacer algo por nosotros. Ya has sido muy amable con nosotros y nos has atendido muy bien, muchas gracias Stara, pero creo que ahora mismo no puedes ayudarnos, lo único mantén la atención por si aparece Gertruda.

Varikov sentía como su cabeza empezaba a sentir los efectos de estar al revés, dentro su poco su cara se pondría tan roja como su gorro. El enano no estaba muy contento, no era la primera vez que se encontraba en esa situación. Por suerte aun tenía la ropa puesta, o eso parecía, y no colgaba dentro de un pozo. Hizo una pequeña comparación y sus conclusiones no le gustaron. Probablemente ahora estaba peor. No tenía ningún problema con contarle a esa hada todo lo que sabía de sus "compañeros", no fueron más que un estorbo para él, pero podría habérselo preguntado de buenas maneras.

- Mira, moza, impórtame bien pocu esa panda d'inútiles y como toi equí solo, ye evidente qu'ellos tampoco me tienen mocho cariñu. Solo diba con ellos porque quiero vengar de Strahd, pero los humanos complicar tou, ¿sabes? Empezar por faer una cosa y acabamos... en realidá ¡empezar por faer munches coses y nun acabamos nenguna! Van corriendo como pollos sin cabeza d'un llau a otru ¡qué tortura! Tendría que estimate habeme atáu, así descanso un pocu d'ellos...

Deben de ser ya las...-miró por la ventana la posición del sol-Las siete de la tarde, señor Urik. Y piense que en invierno el sol se pone antes. Dentro de poco ya no vais a ver ni un pimiento. Uy, perdón. Voy a ir a la casa de la madre de Gertruda-la que charló amistosamente con Helene e Ivalic cuchillo en mano-, que seguro que me atiende en un periquete y me dice si su hija volvió. Estaré de vuelta antes de que podáis decir "malvaviscos glaseados". Quedas al mando de todo, Vjelkus. Por lo menos hasta que tu madre acabe con eso que está haciendo en el sótano. Abur.

La embarazada se echó las manos a las lumbares, y maniobró con su barrigota para salir de la carpintería. No debería llevarle más de diez minutos, ida y vuelta, hablar con la Loca Mary. Mientras, Helene estaba lidiando con un cajón atascado. Pasó sus buenos minutos peleándose con el pomo, tratando de abrirlo con fuerza bruta. Estaba claro que ahí debía haber algo importante. Haciendo palanca, pateando el cajón y haciendo alguna filigrana con mantequilla para engrasar los bordes, accedió al fin al tesoro de su interior: un cabo de cuerda de ocho pulgadas. Su función se ha perdido con el paso del tiempo, tanto porque ya nadie lo recuerda, como porque no tiene utilidad alguna en la situación actual.

- "Estamos los tres ciegos. No sé si el Padre Danovich podrá ayudarnos, pero creo que es el único lo bastante cercano como para que tenga sentido intentarlo. De lo contrario, si Layla es una mujer-loba, es probable que ataque esta noche a Arik y no podamos hacer nada por evitarlo..." -

Si eran las siete de la tarde estaría a punto de anochecer y eso les dejaba con poco tiempo pues en cuanto saliera la luna llena Layla podría convertirse si es que era una chica lobo. Aunque por otro lado ya no importaba la oscuridad puesto que nada podían ver en ese estado y no podrían ayudar a nadie.

-Gracias por ir a preguntar por nosotros Stara, hemos estado buscando a Gertruda por todo el pueblo y por las afueras y no fuimos capaces de encontrarla y tenemos que verla pronto, podría estar en peligro. -Ivalic no entró en más detalles, esperó unos segundos, el tiempo suficiente para que Stara hubiera emprendido camino hacia la casa de Gertruda.- Malvadiscos glaseados. ¿Ha vuelto ya? ¿Lo dije demasiado rápido?

Allí sentado y sin ver nada no tenía que hacer y el aburrimiento pronto llegó en forma de comprobaciones y experimentos sobre su nuevo estado. Había leído que los ciegos agudizaban el resto de sus sentidos, así que comenzó a tocar las cosas que tenía alrededor, no notaba nada extraño ni fuera de lo habitual, al parecer su sentido del tacto estaba intacto. Después puso atención a su alrededor, quizás su oído se había agudizado y podía escuchar conversaciones muy lejanas. Lo único que escuchó fueron los ruidos que la Señora Helene hacía por la casa.

Quizás tarda en hacer efecto y tiene que pasar más tiempo...

Ivalic se acercó la mano a la cara a ver si podía atisbar aunque fuera una sombra, pero nada. Probó a abrir y a cerrar los ojos muy rápido, tampoco, a dejarlos abiertos sin parpadear lo máximo posible, no funcionó. Finalmente se rindió ante su situación y escuchó las palabras del paladín.

-Entonces deberíamos ir a verlo cuanto antes. Pero sigo pensando que Layla es tan solo una muchacha normal y aunque fuera una chica loba seguro que no atacaría a Arik. Creo que tuvo miedo cuando la rebelión de los juguetes y se fue del pueblo, quizás no la volvamos a ver nunca...

Polvorienta y sudorosa tras su pelea con el cajón, con alguna telaraña adornando su cabeza, Helene refunfuñaba. No parecía que en aquel agujero fuera a haber nada importante. O al menos nada tan importante como para demorar lo que debía hacerse. Subió a la planta principal y allí se encontró con sus tres muchachos ciegos y su ternero.

-Bueno -dijo palmeando su ropa y atusándose el cabello para quitarse el polvo-, he acabado por el momento. Quería ver si podría encontrar algo que nos sirviera en nuestras futuras peleas, pero no parece que haya nada o al menos, no he llegado a descubrir nada y hay cosas importantes que hacer. Chicos, arriba. Nos vamos donde el padre Danovich. Veamos si él es capaz de hacer algo para mejorar vuestro actual estado. Después ya seguiré con lo que estaba haciendo. Vjelkus, quédate aquí por si regresara Varikov al pueblo o el cuervo. Y aprovecha para echar un vistazo por el taller. Quizá tengas más suerte que yo. Ivalic, Urik, Parriwimple, en pie -dijo al tiempo que tomaba la mano del muchacho y la enlazaba con la del gigantón. Luego tomó a Urik de una mano y a Ivalic de la que le quedaba libre-. Y ahora nos iremos en un tranquilo paseo y sin prisas hasta la iglesia. Con calma y sin soltarse, ¿entendido?

Me levanto obedientemente y sujeto la mano de Frau Helene.

- "Entendido, Frau Helene. Vos sois nuestros ojos." -

Uno de los licántropos se le acercó en forma híbrida, y la garra lupina agarró la barba de Varikov. Con fuerza tiró de ella, haciendo que el cuerpo colgante del Trampero se inclinase hacia un lado, y que un dolor intenso punzase en el mentón. La barba, sin embargo, resistió en su sitio. Era barba enana de la buena, no se podía arrancar así como así.

Suéltalo...-dijo, sin mucho convencimiento, como si le fuese indiferente-Te está bien empleado por nombrar a Strahd. A todos los licántropos de la zona le saca de sus casillas hasta que se le mencione... Sin embargo, estás en una guerra que no es la nuestra. No odiamos lo suficiente a ese vampiro como para arriesgarnos a ir a por él. Sería estúpido.

Sigo queriendo escuchar cosas de tus amigos, pero... aaaah, qué lata... tú no me cuentas nada de ellos. Empecemos por la mujer... ¿Helene? Esa bruja me hirió... en mi bonita cabecita...-susurró, acariciándose el lugar de un chichón ya completamente curado, no como su orgullo.

Cogidos de la mano, caminaron por las calles. Como una mamá pato seguida de sus patitos. Al pasar por la plaza encontraron la posada tapiada con tablones, en puertas y ventanas. Una polea instalada en el segundo piso asomaba por la ventana de una de las habitaciones, pero no había cuerda para subir trepando.

Siguieron durante minutos. Realmente, caminar con un ciego implica moverse despacio. Parecía que cada exhalación sacrificaba un tiempo muy valioso... para detener la invocación de la Colina de Lysaga... para detener la matanza de una licántropa. Habían mandado todo el destino de Barovia a la mierda, solo por una decisión equivocada.

Fue un alivio ver el contorno del edificio... para Helene. Y un alivio colectivo escuchar los nudillos de la mujer golpear en la puerta de la iglesia. Nada ocurrió. La mujer volvió a llamar. Tras un largo impás, el párroco al fin abría la puerta.

¿Sí? Espera. Debí imaginarlo. Los mismos de siempre. ¿Es que no voy a tener ni un solo día de descanso en el que no vengáis a molestar? Os voy a hacer una pregunta... ¿Os imagináis que todos los santos días un par de sacerdotes, testigos de la obra divina, se plantasen en vuestra puerta con unos textos sagrados a extender la palabra de los dioses? ¿No pensaríais que son unos pesados? Pues así me siento yo hoy. Todos los días.

¡¿Qué queréis esta vez, desgraciados?!-gritó, sin darse cuenta de la ceguera de la mayoría de ellos.

Con un gesto cansado señaló a sus acompañantes varones.

-Ciegos tras enfrentarse a un hada. ¿Podría ayudarnos, Danovich? Se lo pido, por favor.

No tenía sentido lanzarse a grandes explicaciones que no interesarían en nada a aquel hombre. Ni intentar provocar su conmiseración. Por lo poco que le conocia, los hechos eran los que contaban. Y la decisión siempre sería de él.

Cuando la Señora Helene terminó lo que estaba haciendo los puso rápidamente a todos en marcha, no había tiempo que perder si querían intentar solucionar alguno de los problemas que tenían y estaba claro que con la ceguera les sería difícil así que lo primero que harían sería visitar al Padre Danovich.

-¿No deberíamos dejarle una nota a Stara para que no se preocupe? -No hizo falta, Vjelkus se quedaría por si aparecía Varikov.- Mejor, entonces Vjelkus la avisará a ella también.

La mujer aún no había llegado e Ivalic esperaba que nada malo hubiera sucedido con ella. En cualquier caso siguió las instrucciones de la Señora Helene y se dispuso a avanzar por el pueblo cogido de la mano de sus compañeros. Mientras recorrían la distancia que los separaba de la iglesia Ivalic iba pensando en si sus amigos lo verían, ya era mayor para ir de la mano y le daría vergüenza que lo vieran así, tampoco quería que su madre lo viera para no preocuparla y le sería imposible ocultarse si se cruzaban con ella. Suspiró aliviado cuando finalmente llegaron a su destino sin inconvenientes, aunque el trayecto se le había hecho más largo de lo habitual.

-¿Padre Danovich? ¿Padre Danovich? Soy yo, soy Ivalic. -El niño se había soltado y palpando el aire con las manos se dirigió hacia donde le parecía haber escuchado la voz del párroco. Desde que no veía a la gente le parecía que si no decía quien era otros no serían capaces de distinguirlo.- Estábamos buscando a Gertruda porque está en peligro y nos encontramos con un hada, era casi como una mujer pero de color azul. Por algún motivo se enfadó con nosotros y nos dejó ciegos, pero gracias al cuervo Hurn y al Señor Varikov pudimos escapar y también a la Señora Helene que encontró el camino del pueblo. ¿Usted puede devolvernos la vista?