Partida Rol por web

Lo había intentado con verdaderas ganas pero tan solo uno de los paneles corrió a un lado bajo su mano mostrando su interior. No era una mala diana, pues contenía multitud de pergaminos. Quizás demasiados y cuando Helene ya se prometía horas dedicadas a desentrañar su contenido, lo que parecía una luciérnaga traviesa se materializó ante sus ojos como un diminuto ser de mirada desafiante y voz aguda.

-Gracias, señorita July. Le agradezco la ayuda y aunque entre nosotros está segura, entiendo sus prevenciones -dijo al tiempo que empezaba a clasificar los pergaminos en base a las instrucciones dadas-. Y una pregunta. Ludovico, ¿está bien? Vimos los cuerpos, los vistani muertos. Bueno, quizá sean dos preguntas. ¿Qué ocurrió?

Mientras esperaba las respuestas, Helene procedió con su economía de gestos habitual a curar a sus amigos gracias a tres pergaminos.

Escuchó a la Señora Helene buscar en el carro de Ludovico y de repente algo extraño que llamó su atención. Al principio pensó que era Vjelkus que estaba gastando una broma o que le había salido algún gallo en la voz, pero después se dio cuenta que se trataba de otra persona. ¡Era una amiga de Ludovico, ella seguramente sabría donde estaba el vistani!

-Hola July, yo soy Ivalic. -Ivalic saludó con la mano en la dirección que le parecía escuchar la voz.- No podemos verte porque un hada azul nos dejó ciegos, por eso estábamos buscando a Ludovico para ver si podía ayudarnos. ¿Sabes donde está? ¿Está bien?

Ludovico es más precavido que un zorro. Siempre deja un caballo junto al meandro para que relinche si se acerca alguien. De este modo, nunca le cogen desprevenido. Lo malo de eso, es que luego tienes que salir a defender el caballo para que no lo maten o lo roben...

Nos atacaron un grupo de humanos. Avanzaban agazapados y ocultos, pero llegué a contar media docena. Ludovico y yo luchamos contra ellos. Uno de ellos disparó una flecha que pasó cerca de mí. El rebufo me arrastró por el aire y choqué contra el suelo golpeándome la cabeza. Quedé inconsciente. Cuando me desperté... Vosotros y yo nos encontramos el mismo panorama: los tres cadáveres y la pierna. Al tullido se lo pudieron llevar con el caballo que robaron del meandro...

El carromato de Ludovico estaba tirado por dos caballos. Uno de ellos sigue allí, en el campamento tras el risco.

No sé quiénes eran esas personas, ni si Ludovico sigue vivo, ni a dónde se llevaron su cuerpo. Me temo lo peor... Un nigromante. O un sacrificio ritual. ¿Los cadáveres que dejaron atrás llevan ropas de sectarios? Toda la ropa que vestís los humanos me parece igual de esperpéntica, no sabría diferenciar un cazador de un mago.

Es ropa normal y corriente, cómoda, con algunas cintas de colores vistosos en las más llamativas, y colores sobrios la mayoría de las veces. Típica vestimenta de los gitanos.

Helene leyó correctamente los tres pergaminos, y Parriwimple, Ivalic y Herr Urik recuperaron la visión.

-¿Media docena? -un gesto preocupado se dibujó en el rostro de Helene-. Y aquí solo habían tres y un cuarto -dijo cáustica-. Eran vistani, gitanos, aunque bien pertrechados. Camisolas de malla, cimitarras, broqueles... Y de buena calidad. No eran unos cualquiera. Y si eran tantos, hablamos de un pequeño ejército que venían claramente a por él. No sé si habrá escapado o como dices, quizás haya sido apresado. No puedo hablar por mis compañeros, pero haré cuanto pueda por dar con él. Y tu ayuda sería bienvenida, July. Chicos, creo que ya es pasada la medianoche. Sabemos lo que eso significa y si no ha ocurrido ya, pronto veremos en el cielo una señal ya conocida. Y aunque no sea así, dudo que pudiéramos llegar a tiempo de evitarlo. Pero podemos dar con Ludovico y salvarlo llegado el caso. ¿Qué decís? Ahora podéis ver y eso es gracias a él, aunque no esté presente.

Los ojos de Ivalic comenzaron a recibir las escasas luces de la noche, gracias a eso el proceso de adaptación de su vista no fue muy largo. Enseguida consiguió enfocar correctamente todo lo que tenía alrededor y para su sorpresa vio que la Señora Helene estaba hablando con una especie de duende o hada diminuta.

-¡Ala! ¡Es un hada pequeña! ¿Lo habéis visto?

Ivalic se acercó un poco más para observarla con detenimiento y volvió a saludar con la mano.

-Hola, soy Ivalic. No sabía que eras un hada, nunca había visto ninguna antes. Y no te preocupes, puedes venir con nosotros a buscar a Ludovico, no dejaremos que le pase nada.

El problema estaba en que ninguno de ellos era un buen rastreador y el niño no sabía como harían para encontrarlo, pero al menos debían intentarlo. Como decía la Señora Helene era más de media noche y ya era tarde para evitar alguno de los otros objetivos que tenían, si habían sucedido o no quizás pronto lo averiguarían.

-Buscaremos a Ludovico, Señora Helene. ¿Verdad Herr Urik? ¿Parriwimple? ¿Pero por donde lo buscamos?

Oh, perdón... Me volví visible sin querer.

July se volvió invisible otra vez. Una lástima, parecía mucho más amigable que el último hada que vió Ivalic antes de quedarse ciego. De todas formas, nadie habría seguido prestando atención a July aunque siguiese dejándose ver... Como si hubiese sido conjurado por Helene, la señal en el cielo se hizo sobre la colina Lysaga.

Cinco o diez segundos después, las luces coloridas se extinguían, y el cielo volvía a su color negro azulado que la luna llena aclaraba con su brillo. El demonio Chernovog había sido invocado en la tierra. Las consecuencias serán fatales, pero no tienen tiempo para preocuparse por ello: un medio gitano medio payo necesita ayuda.

¡EOOOO! ¡¿Hola?! Estábamos hablando de Ludovico, ¿os acordáis? En fin...

Si estáis seguros de que eran vistani, hay un campamento suyo pasada la Encrucijada, a orillas del lago Tser. Según me contó Ludovico, el campamento vistana quedó desierto a raíz de un combate entre las fuerzas de Strahd y los clanes de Madame Eva. Puede que hayan vuelto allí.

En cuanto al carromato de Ludovico, habéis traído dos caballos. Podemos remolcarlo para esconderlo entre aquellos árboles de allí, o podemos llevárnoslo y viajar en él.

July no sabía que los aventureros se habían traído su propio carro. En determinado punto del bosque, a igual distancia del camino que del lugar en el que se encontraban, una gran roca y unos árboles muy pegados unos a otros hacían imposible proseguir en un vehículo tan grande. Fue ese el motivo por el que tuvieron que dejar el carro de los Litmunova atrás, y venir con los caballos de los futuros papás. Haciendo planes de vistas a futuro, había un cuarto caballo, el del difunto señor Pip, en los establos junto a la posada, lo que unido al caballo de Ludovico tras el risco sería suficiente para tirar de ambas carretas.

Parriwimple se quedó mirando con la boca abierta al hada traspuesto tanto por haber recuperado la visión, como por la presencia del diminuta hada. Luego unas arrugas de preocupación deformaron el rostro del gigantón que se acercó con torpe cuidado al hada.

- Parriwimple nunca ver nada tan pequeño y bonito como tú. ¿Tú conocer amiga Gertruda? Amiga Gertruda desaparecer y Parriwimple preocuparse. Parriwimple estar ciego hace poco, no ser listo, no poder ayudar con Ludovico.-  pareciera que iba a decir algo más pero en ese momento las luces raras empezaron a aparecer en el cielo y el gigantón abrió enormemente la boca quedándose sin hablar largos segundos hasta que la duende volvió a hablar.

Pero sinceramente dijo muchas cosas y no pudo entenderlo todo. Así que miró nuevamente al hada (que ya no estaba lo que confundía mucho al gigantón hasta el punto de frotarse los ojos para cercionarse que no estaba ciego otra vez). Y esperó a que alguien explicara lo que estaba pasando.

Parpadeo algo confuso al recuperar la visión y me fijo en la señal luminosa en el cielo que indica la llegada del demonio Chernobog a este mundo. Ahora será mucho más difícil derrotar a este culto, pero nada podíamos haber hecho para evitarlo.

- "Deberíamos de reunir los caballos para poder llevar ambos carros y acercanos al campamento vistani como viajeros. Tal vez decidan asaltarnos y si repelemos su ataque puede que logremos averiguar más." -

Ivalic contemplaba a la pequeña hada con asombro, no solo por su pequeño tamaño o sus diminutas alas, si no que también podía volverse visible o invisible a su antojo.

-¿Como lo haces? Lo de volverte invisible. ¿Podrías enseñarme a hacerlo a mi? Eso sería muy chuli.

De repente el hada perdió interés cuando unas luces de colores brillantes aparecieron sobre la colina Lysaga. Ivalic torció el gesto insatisfecho, sabía que aquello no era nada bueno para la región y que ahora otro gran peligro se añadía a la lista de cosas que podían matar a los habitantes de su pueblo, pero no dijo nada pues tampoco habían sido capaces de impedirlo de ninguna manera, parecía que las circunstancias siempre les eran desfavorables y que remaban contra corriente. Fue la pequeña hada la que con sus pequeños gritos volvió a captar su atención.

-Si, ¿Has visto a nuestra amiga Gertruda? Creemos que está perdida en el bosque, intentamos encontrar a su amiga hada, una mujer toda de azul, pero se enfadó y nos dejó ciegos y luego nos quiso atacar y mandó a sus elfos-lobo a por nosotros pero el Señor Varikov fue a detenerlos. No lo hemos vuelto a ver... ¿Vives desde hace tiempo en el bosque? Mi padre también se perdió por aquí, quizás lo hayas visto también. -Estaría genial que la pequeña hada hubiera visto a alguno de los tres.- Creo que deberíamos esconder el carro de Ludovico antes de irnos en nuestro carro, cuando podamos iremos al pueblo a por otros caballos para llevarlo a otro sitio más seguro, ahora debemos seguir buscando a Ludovico, puede que esté por aquí cerca herido.

- "Me parece bien lo que dices, Ivalic. Ayudadme a cubrir el carro de Ludovico con ramas." - Comienzo a recoger ramas tiradas por el suelo y para intentar ocultar el carro.

Helene suspiró. Su mirada era de preocupación ante las luces nocturnas dibujadas en el cielo. Un problema más al que enfrentarse llegado el momento.

-Es medianoche, queridos. ¿Pretendéis viajar de noche y a oscuras? Mi voto es partir al alba, con las primeras luces. Y mejor que esconder el carro de Ludovico con ramas está lo que ha dicho nuestra nueva amiga. Ocultarlo entre los árboles. Basta con coger uno de nuestros caballos y junto con el de Ludovico, llevarlo a una zona bien guarecida. Después, recogemos nuestra montura y a nuestro carro una vez más. Ir al pueblo a por otro caballo nos demoraría innecesariamente y, además, el carro de nuestro aliado medio vistani es demasiado llamativo y conocido. Más de uno me temo se vería irremediablemente atraído por él. Tenemos un potencial destino y ni siquiera es seguro que Ludovico esté allí. Mejor no arrastrar peso innecesario ni ofrecer un blanco tentador -dijo Helene-. ¿No os parece?

No he visto a ninguna Gertruda, ni a ningún padre, o por lo menos no sin una descripción con la que comparar. De todas formas, mis alas son pequeñas, y este bosque inmenso. Normalmente vigilo el campamento de Ludovico cuando él no está, así que no me alejo a más de una milla de distancia. No suelo ver a muchos gigantes como vosotros en este rincón apartado.

Lo que no entiendo es porqué Ivalic necesita aprender a hacerse invisible. Pensaba que todos los humanos tenían ese poder, por lo menos Ludovico puede volverse invisible. Es igual... Mi objetivo es recuperar a Ludovico, y no podré hacerlo sola. Tanto si queréis ir ya, en plena noche, como si por precaución queréis hacerlo durante el día, me tengo que aguantar. Aunque yo, claro está, prefiero ir ya. De todas formas, podéis meditarlo mientras ocultamos el carromato...

Quince minutos después, el vehículo de Ludovico estaba oculto entre la maleza, el caballo de Ludovico seguía tras el risco, y los dos caballos de Viktor y Stara estaban desenganchados del carromato y listos para partir.

¿Y bien? ¿Al final qué hacemos? ¿Dormir o ir a por Ludovico ahora?

Otra decepción más, la pequeña July no había visto tampoco a su padre ni a Gertruda y es que como ella había dicho, el bosque era demasiado grande, demasiados sitios donde buscar y además ahora no tenían al Señor Varikov junto a ellos que parecía conocer tan bien aquel terreno.

-Bueno... no pasa nada July. Los seguiremos buscando, deben estar en alguna parte y también buscaremos a Ludovico, no te preocupes. ¿Ludovico puede hacerse invisible? ¡Entonces le diré que me enseñe a mi también! ¡Un momento! ¿Y si está por aquí invisible? Quizás tenga miedo de que seamos unos asaltantes o quiera gastarnos una broma. Una vez me dejó colgado boca a bajo en una de sus trampas, es todo un bromista. ¡Ludovico! ¡¿Estás por ahí?! ¡Somos nosotros! ¡Puedes hacerte visible!

Nadie parecía responder a su llamado, quizás no estuviera cerca en cualquier caso así que había que planificar el siguiente movimiento. Ivalic pasó la mirada entre la Señora Helene y Herr Urik para ver que decidían finalmente si quedarse allí a pasar la noche y esconder el carro de Ludovico o por el contrario partir de inmediato en su búsqueda.

- "Hemos recuperado la visión y no hay tiempo que perder. Ludovico podría estar en grave peligro, o incluso podría estar siendo torturado en estos momentos por sus enemigos.

En efecto, partamos de inmediato con nuestro carro dejando aquí el de Ludovico. Con suerte podamos llegar al campamento vistani antes del alba y observar lo que sucede allí." -

Helene se sintió incómoda ante la pregunta de July. Dormir o ir a por Ludovico se planteaban como dos posibilidades contradictorias, excluyentes, la primera fruto de la molicie y la vagancia y la segunda, muestra de valor o entrega. Sin embargo, se calló. Ya sabía lo que era pelear hasta la extenuación y las consecuencias de ello. Pero nadie más parecía dispuesto a aprender. Siempre obraban bajo el peso de la precipitación y la falta de preparación. Solo se marcaban los objetivos y el resto quedaba a la improvisación. Y así les iba. Recordó un dicho de su abuela. "No basta con tener todos los ingredientes para hacer un buen plato".

Suspiró, miró a Vjelkus y acabó encogiéndose de hombros. Los hombres habían recuperado la vista y querían actuar. Y la diminuta hada parecía querer suplir su falta de tamaño con una entrega desmedida. ¿Quién era ella para decidir qué era lo mejor? Tan solo una madre y esposa que buscaba a su marido en tierras inhóspitas y que en todo aquel tiempo no había recibido una sola pista de su paradero.

-Haremos como decís. Partiremos de inmediato. Vjelkus, ayúdame a desenganchar el caballo de nuestro carro. Y que sea lo que los dioses quieran -apuntó.

Me arrodillo por un momento y rezo juntando las manos.

- "Poderes Benignos, por favor, guiadnos y protegednos a mis compañeros y mí. Permitidnos alacanzar la Luz." -

Sonrío al sentir en mi alma la calidez de la Luz y el Bien y me pongo en pie, dispuesto a reanudar nuestra misión.

Se internaron de nuevo en el bosque, hasta los maceteros de hierba olorosa. Rodearon el risco y ataron los caballos al carro de los Litmunova. Y con esas, volvieron al camino, iluminado por la luz de las estrellas y la luna llena. La velocidad de los caballos fue suficiente para pasar por la Encrucijada sin dar tiempo a que los fantasmas de su cementerio se enfadase. Y por último, encarrilaron el sendero en dirección al campamento gitano abandonado.

Cuesta abajo, Helene detuvo a los caballos. Al fondo, el campamento tenía luces de fogatas, y una música embriagadora rodeaba la escena, disminuída por la distancia.

¿Y ahora qué? El señor Urik no es muy bueno acercándose sin ser oído, y el señor Parriwimple es demasiado grande como para que no le vean venir.

Respondo en voz baja:

- "Primero observaremos desde aquí. Tal vez podamos intentar dar una vuelta despacio alrededor del campamento." -

Hago una pausa y miro a Ivalic.

- "Ivalic, ¿te sientes capaz de acercarte un poco más sin que te vean?" -

Ivalic estaba ansioso por ofrecerse voluntario, sobre todo ahora que había recuperado la vista y volvía a ser de alguna utilidad para el grupo. Herr Urik se le adelantó con su sugerencia que el niño aceptó de buen agrado.

-¡Sí! ¡Sí! ¡Yo puedo hacerlo! ¡Yo puedo hacerlo! Me acercaré tan silencioso que no notarán mi presencia y lo veré todo. Después volveré aquí y les diré quienes son los del campamento. Igual es Ludovico.

Por fortuna para el niño el paladín lo había preferido antes que la pequeña hada voladora e invisible, así demostraría que podía ser de mucha ayuda. Sería como jugar al escondite, pero con la ventaja de que nadie le estaba buscando.

-¿Y serás capaz de refrenar tu desbordante entusiasmo juvenil y guardar silencio durante tu merodeo? Porque Ivalic, tienes un corazón grande lleno de valor, pero tu boca lo iguala en tamaño -dijo sin ápice de humor en la voz. Además, que el niño fuera solo a una potencial guarida de facinerosos no le hacía gracia-. Y tenemos con nosotros a July. Su tamaño es una ventaja además de su poder de invisibilidad. Preferiría que fuera ella quien investigara, advirtiera a Ludovico de nuestra presencia, quien además podría darle algún dato de interés acerca de cómo vencerlos, y regresara a nosotros sin riesgo de ser descubierta. Creo que es lo más sensato e inteligente. Hay veces en los que pedir ayuda a otros es bueno. No podemos intentar hacerlo todo nosotros solos y July está tanto o más preocupada por Ludovico que nosotros. Confío en ella y sé que lo hará bien. Así que Ivalic, mientras July no se oponga o niegue a investigar en ese campamento, tú te quedarás aquí, calladito y preparado para cuanto haya que hacer. ¿July?

Los brazos en jarras de Helene no parecían dar a entender que estuviera dispuesta a una negociación.