Partida Rol por web

- "Gracias, señor Giuseppe. Pienso que vos podríais tal vez ocupar el puesto de Burgomaestre, al menos de forma interina hasta que el pueblo elija otro por aclamación popular." -

Miro a Parriwimple con curiosidad, parece obvio que su obsesión con Giuseppe no deja de aumentar.

- "No tenemos ni idea de dónde está el colgante, me temo. Ni el auténtico ni el falso." -

Ivalic escuchaba las palabras de unos y otros intentando discernir cual sería la mejor solución para todo aquello, pero era un asunto bastante complicado. Lo que no entendía era la obsesion de Parriwimple por llamar a Giussepe, no es que el carpintero le pareciera un hombre tonto, pero tampoco iba a poder aportar más que cualquier otro, o al menos eso pensaba Ivalic.
Ni el cuervo Hurrn ni Giussepe auguraban un buen futuro a la sirvienta, con las limitaciones del pueblo su único destino si era condenada sería la horca. Ivalic se estremeció de solo pensarlo, no es que le gustara lo que Elenya había hecho, pero no podía evitar sentir lástima por ella.
Se acercó a Herr Urik y tiró de su capa chula y guay para llamar su atención y cuando el paladín se agachó le habló muy bajito tapando la boca con sus manos.

-¿Y si Elenya nos acompaña? Nosotros podríamos vigilarla para que no se escape y si muere durante la misión al menos lo haría haciendo algo honroso, ayudarnos a matar a Strad. Si logramos nuestro objetivo que el pueblo decida después que hacer con ella. Suponía que al paladín le agradaría la idea pues sabía que ellos eran seguidores de la justicia y siempre daban segundas oportunidades. Puede decírselo al resto a ver que opinan si le parece buena idea.

Ivalic volvió al lado de Parriwimple esperando que los adultos tomaran una buena decisión, en cualquier caso no sería fácil, quizás esa era una de las ventajas de ser un niño.

-Oye Parriwimple, ¿Se puede saber que te pasa con Giussepe? Últimamente no paras de nombrarlo...

- Vi sus manos. Cuando zombies atacar. Llenas de cosas, como muchas... tubos. Muchas cosas. Ser muy complicadas. Seguro que el resto no tener algo tan complicado. Manos de Guiseppe ser como, como...- el gigantón, que probablemente ha visto gratamente el poder dejar de pensar en Elenya habla en voz alta, de modo que todos lo están escuchando... incluyendo el propio Guiseppe- ... como eso que decía en la iglesia el padre antes de hacerse un poco malo, o raro, o casi malo. Bueno, lo que sea. Eso que decir de cosas complejas ser de Dios. Guiseppe ser dios. Es evidente.- dice con total y absurda convicción.

La escuchó barbotar su historia de envidias, engaños y muerte. Y escuchó a Urik. Y asintió.

-Mira niña, en mi pueblo tienen un nombre para las que son como tú. Eres un soberano zorrón y una cabrona con pintas en el lomo -dijo con total soltura y acercándose a aquella arpía-. Buscas la piedad y la compasión además del perdón, pero en lugar de aceptar abiertamente que cuanto hiciste y ocurrió fue consecuencia directa de tu maldad innata, alegas engaño y confusión. Robaste a aquellos para los que trabajabas. No se te ocurrió irte abiertamente pues nadie te mantenía en un régimen de esclavitud, ni pedir la ayuda de tus señores confiando en su buena voluntad y en su deseo de quizá abrirte las puertas de un destino mejor. No, decidiste por ti misma morder la mano que te alimentaba y no conforme con ello, aceptaste de buen grado cometer una infamia mucho mayor, en lugar de acudir a tu señor e informarle de cuanto había ocurrido confiando en su perdón, ese que nos reclamas ahora cuando ves la soga demasiado prieta alrededor de tu cuello. No seré yo quien decida tu destino, pero algo sí te daré. Irina, va por ti -Helene cruzó la cara de la mujer, un bofetón digno de las mejores abuelas del mundo, mujeres despechadas y vengativas jugadoras de frontón-. Y ahora, arpía, larga con soltura por esa boquita. ¿Viste algo extraño en la habitación cuando volviste para robar el medallón? ¿Y el frasquito con el somnífero? ¿Lo conservas?

Guardo silencio escuchando muy concentrado a unos y a otros.

La propuesta de Ivalic me deja claramente en fuera de fuego. Es cierto que como paladín creo en la justifica, la redención y las segundas oportunidades. Pero algo dentro de mí me dice que Elenya ya ha tenido suficientes oportunidades, de hecho ahora mismo el bueno de Ivalic podría estar herido por su culpa. Creo que si tiene ocasión nos volverá a vender o a traicionar.

La opción de llevarla con nosotros parece demasiado arriesgada. Bastante peligrosa es ya nuestra vida actualmente, como para encima tener que estar constantemente vigilando que no nos claven un cuchillo por la espalda...

¡¿ZORR...?!

La bofetada de la recién llegada resonó en la mejilla de Elenya, interrumpiendo su frase. Cuando la mano se retiró, la sirvienta tenía el tocado algo movido, y le sangraba el labio. Otro efecto que tuvo fue que la pequeña Olga se encogió detrás de la hoja de la puerta entreabierta.

 Hohohohoho... Zorrón no, lo siguiente. En mi miodestia opinió, todas son unas putes.

Los ojos de Elenya se encendieron de rabia. No era la primera vez en la que un extranjero se creía con derecho sobre los lugareños. Aventureros más oscos que Helene, de esos que llegan avasallando a los débiles y con bravuconas promesas de librar las tierras del poder del Conde, también se proclamaban con derecho moral superior, y poder sobre la plebe. En todos estos años, Helene había sido humillada, golpeada y violada por supuestos héroes que al final obtenían su merecido al visitar el Castillo, o simplemente al merodear por los caminos o los bosques. Para un plebeyo, tan maldición es soportar el reinado de terror de Strahd como los matones violentos que se le enfrentan.

Contuvo las ganas de devolverle el guantazo a Helene, y una vez más agachó la cabeza ante un extranjero. Solo eso la ha mantenido con vida todos estos años.

Vamos, vamos... No hay porqué ponerse así. Ya estaba colaborando antes de golpearla. Mantengamos la calma...

Tampoco es que Giussepe tuviese las dotes de mando como para evitar que esas dos se peleasen. Y eso también ocurría con el tema referente a dirigir todo un pueblo.

Herr Urik, que yo sea Burgomaestre no lo verán sus ojos. A mí me ocurre como a Arik: por muchos años que llevemos viviendo aquí, ambos somos extranjeros en esta tierra. Aunque de países distintos, yo soy de Odiare. La gente prefiere no tener Burgomaestre con tal de que el cargo no lo ocupe alguien venido de fuera.

Además, aún no sabemos si el puesto está vacante... muchos aldeanos aún tienen la esperanza de volver a ver a Ismark Indirovich. No sería la primera vez que alguien es atormentado en el castillo y vuelve demacrado y con el corazón lleno de terror. A Bildrath ya le ocurrió de joven, y tardó años en volver a ser el mismo. Aunque ese tipo de experiencias te marcan para toda la vida.

De todas formas, agradezco vuestra propuesta, joven. Perdón, no quería interrumpir. Te habían preguntado por el veneno, Elenya. Olvida el golpe, y contesta, por el bien de todos.

El... el frasquito era muy pequeño. Solo contenía una dosis. Me deshice de él enterrándolo en el jardín de la mansión, para que no lo encontrasen en mi posesión.

En cuanto al resto de la noche, no hay mucho que comentar. Mi cuarto, y los tres dormitorios-del Burgomaestre, de su hijo Ismark y de su hija Irina-ocupan la totalidad del piso superior de la mansión. Strahd me dió una poción para mí, una poción de disfraz. Me la bebí en mi cuarto para parecerme a Irina si por un casual el Burgomaestre despertaba mientras me colaba en su dormitorio. Tras eso salí de mi habitación con el frasco escondido entre... entre mis ropas.

 Todas putes. ¿Entre tus ropas a la altura de las tetes?

No contestó. Se limitó a seguir con su relato ignorando al enano.

Las puertas de todos los dormitorios estaban cerradas. Crucé el pasillo y entré en la habitación del Burgomaestre. Conozco la distribución de los muebles de memoria, pero no sabía en qué posición estaría Kolyan Indirovich en su cama, así que crucé a tientas hasta la ventana y corrí un par de pulgadas la cortina para dejar entrar la luz de las estrellas. Mojé un pañuelo con el veneno y lo pasé suavemente por los labios del Burgomaestre. Escuché un ruido en la ventana, y me asusté, así que no abrí la ventana en aquel momento y volví a mi cuarto a esperar a que el... lo que yo creía que era un somnífero hiciese efecto.

En el espejo vi que los efectos de la poción de disfraz se desvanecían. Eso ocurrió diez minutos después de beberme ese brebaje. Asomé la cabeza al pasillo. Tenía que volver al dormitorio del Burgomaestre para abrir la ventana, pero vi que la puerta del dormitorio de Irina estaba abierta, y me paralicé por el miedo. Y del cuarto de Irina salió aquel chico encapuchado con el colgante del Ravenkind en la mano. Solo nos cruzamos la mirada un segundo, pero era el mismo semivistani-Ludovico, el medio gitano, medio payo, y posible nigromante que atrajo a los vistani zombis hasta el pueblo-al que di de cenar hace dos días, cuando lo trajisteis prisionero. Irina salió tras él, pero ambos giraron hacia el dormitorio del Burgomaestre, así que no reparó en que yo estaba asomada desde el umbral del cuarto del servicio.

Cerré la puerta, confusa. Irina daba la voz de alarma, y escuché otra puerta abrirse, así que también salí al pasillo. La puerta abierta era, por supuesto, la de Ismark Indirovich, el hermano de Irina, que salió al escuchar los gritos. Le seguí hasta el dormitorio del Burgomaestre, donde ya estaba Irina. El cuerpo del Burgomaestre estaba tendido en la cama en la misma posición que tenía cuando le apliqué el somníf... el veneno. La ventana estaba abierta, y el ladrón había huído por la ventana.

El resto, ya lo conoceréis por la boca de Irina: el medio gitano robó el collar antes que yo, y saltó por la ventana. Cayó desde quince pies de altura y siguió corriendo como si tal cosa. Desconozco porqué la ventana estaba abierta. Yo no la abrí, así que tuvo que ser cosa del ladrón, que la abrió desde fuera.

Ismark trató de despertar a su padre sin éxito, y dijo nosequé de la decoloración de los labios, que había sido un veneno. Me mandaron a avisar al Sacerdote Danovich, así que no pude deshacerme del frasco de la poción ni del vial de veneno hasta el amanecer, poco antes de que apareciese la vampiresa y me raptara. En ese lapso de tiempo, enterré el vial vacío de veneno en el jardín, al pie del arbusto de petunias. El frasco de la poción, como no tuvo nada tóxico, lo enjuagué y lo lavé. Ahora está en la despensa, como tarro para las habichuelas.

Escuchó su historia. Si el motivo de su locuacidad se debía al guantazo o a la diplomacia de Giussepe le daba igual. Ahora sabían cosas. Uno, dónde se hallaba el vial del potencial veneno. Dos, el nombre del ladrón.

-Parece que la información comienza a fluir y con ella, las posibilidades. Posibilidades de que pese a tu estupidez quizá no seas culpable de un homicidio. Necesitamos dar con ese frasco y determinar si verdaderamente contenía veneno o no, pues tampoco sería tan extraño pensar que quien robó en casa de Irina, también fuera un asesino. Por lo que has dicho, durante tu estancia en el dormitorio del burgomaestre, oíste un ruido en la ventana. Pudo ser un pájaro nocturno o el semivistani que mencionabas, quien te vio hacer lo que hacías, algo harto sospechoso pese a estar bajo los efectos de esa poción ilusionista. Huíste a tu dormitorio y él a su vez entró en el cuarto. Qué hizo o no, lo desconocemos. Recorrió el pasillo, entró en la habitación de Irina, robó su medallón... pero en todo esto surge repentinamente el nombre de Irina. Una Irina que salió tras el semivistani quien en su mano lucía el medallón desaparecido. ¿Hablamos de una historia de amor prohibido y de una muestra de cariño en forma de medallón? ¿O hablamos de una Irina que sorprende al ladrón en su dormitorio y emprende una carrera tras él? Un poco de precisión nos vendría de perlas, querida. Irina, ¿podrías aclararnos esto? -Helene pretendía evaluarlo todo. Pero algo tenía claro. La idea de visitar el campamento gitano o lo que quedara de él había sido una buena idea, aunque el motivo principal siguiera siendo la madre de Ivalic. Se giró un tanto a Giussepe-. Luego me gustaría hablar contigo, si no te importa. Y ver el estado de tus manos. Quizá pueda hacer algo por ellas.

Irina seguía oculta en las paredes, escuchándolo todo sumida en una tormenta de furia. Necesitaba de toda su voluntad para abstenerse de matar a Elenya alli mismo y ni se planteó responder a las preguntas de la extranjera.

Miro extrañado a Giuseppe.

- "¿Creéis que Herr Indirovich aún pudiera estar vivo? Su cuerpo ha aparecido en el jardín ante la mansión de los Indirovich, pero aún no lo hemos examinado. Al parecer alguien estuvo a punto de llevárselo, pero al final cambió de idea. Está pendiente su funeral definitivo.

Si vos no deseáis el puesto de Burgomaestre, otro tendrá que hacerse cargo de liderar el pueblo y organizar su defensa, especialmente cuando nosotros nos ausentemos.

Podemos ir ahora a la Mansión Indirovich a hacer comprobaciones, pero si el Burgomaestre está definitivamente muerto, quizá el puesto acabe recayendo en manos de Bildrath, el tío de Parriwimple. No sabía que él hubiera sido de joven víctima de las depredaciones del Conde. Quizá eso le dé una especial perspectiva." -

Ivalic miró extrañado a Parriwimple mientras le intentaba explicar el porqué de su obsesión con Guissepe, no sabía exactamente a que se refería su amigo pero estaba seguro que la mano del carpintero no se diferenciaba de cualquier otra.

-¿Las manos de Guissepe? ¿Por dentro? Pues seguro que son como las nuestras... ¿Por que iba a tenerlas distintas? Seguro que si pudieras mirar las tuyas por dentro también son así, pero mejor no lo intentes no me gustaría que te quedaran las manos como a él, eso debe doler un montón. Ivalic miró a Giussepe de reojo, parecía demasiado ocupado en la conversación con Elenya como para prestarles atención. Después le preguntaremos, pero Giussepe no es Dios, ¿Si fuera Dios no crees que los zombis no podrían haberle hecho daño? ¿O que nos habría librado de Strad hace tiempo? Estoy seguro que no. ¿Que te apuestas?

En cuanto los adultos terminaran su conversación irían a hablar con el carpintero y solucionarían el tema, no sabía que era lo que Parriwimple había visto pero seguro que nada fuera de lo normal, en cualquier caso si Giussepe era un dios resultaba una completa decepción.

- "Cierto, Parriwimple, escucha a Ivalic. Sus palabras son muy sensatas. Y además son verdad." -

Irina no puede aclarar nada, señora-corrigió Olga a Helene-. Lamentablemente murió ayer... como mi gatito... snif, snif... Va a ser mejor que vaya a desayunar algo. Si en algún momento quieren atajar por esta casa, solo llamen. Preferiblemente antes de las nueve, que es cuando... snif... se levanta mamá. Para no molestarla, me refiero. Disculpad.

Olga cerró la puerta, con lo que Irina ya volvía a ser libre para salir de la pared y dar rienda suelta a toda esa ira contenida por la presencia de la menor. Aunque claro, Ivalic también es menor, y va a tener que ver cosas espeluznantes en los próximos días. De todas formas, no se sabe si Olga realmente se va a desayunar, o a llorar desconsoladamente por la muerte de su gatito, o a llorar desconsoladamente por los daños psicológicos que le ha causado el ver a Helene proferir castigo físico sobre Elenya.

Herr Urik... Giussepe se refiere al Indirovich hijo. El cadáver del anterior Burgomaestre, Kolyan Indirovich, el que murió envenenado, es el que vi en una calle cercana a la mansión. La gente espera que regrese Ismark Indirovich, el actual Burgomaestre, aquel al que Strahd suplantó con un conjuro de disfraz. Según se jactó ese vampiro, el verdadero Ismark estaba prisionero en el castillo ayer por la mañana. Algunos aldeanos temen que con la muerte de Irina, Strahd haya decidido matar a Ismark en un ataque de ira. Otros prefieren pensar que sigue vivo, y que aún puede fugarse o ser rescatado.

Giussepe negó con la cabeza a Helene.

Tranquila, jovencita-es lo que tiene tener sesenta y pico, que los de cuarenta y largos ya te parecen jóvenes-. Mis manos se pondrán bien. Parece ser que algún desalmado ha roto la puerta de la iglesia-habla sin saber que fue Parriwimple el causante del estropicio-, así que el párroco se ha ofrecido a sanar mis manos con la magia de los dioses si a cambio le fabrico una puerta nueva.

Y es que Giussepe no sabe que Helene también tiene poderes divinos. Seguramente solo piensa que la mujer quiere cambiarle los vendajes o algo así. De todas formas, si ya le va a curar otro, Helene puede guardarse sus conjuros para curar a sus propios compañeros. Los mordiscos que han recibido Varikov y Parriwimple por parte de los gusanos gigantes no tienen demasiada buena pinta.

Y en cuanto a vosotros dos, jovencitos-dice mirando a Parriwimple más Ivalic-, se podría decir que mis manos eran milagrosas cuando tenía treinta años menos. Trabajaba la madera que daba gusto, pero ahora están desentrenadas y no son más que unas manos vulgares y corrientes.

Les guiñó un ojo. Más que poner fin al debate sobre su supuesta divinidad, echaba más leña al fuego. ¿Pero quién se puede creer que exista una religión tan estúpida que su mesías sea un simple carpintero?

Poco a poco, los flecos de la conversación se iban cerrando. Quedaba por decidir si desayunarían en la posada o llevarían la comida para el camino; qué hacían con Elenya; qué hacían con el cadáver abandonado en la calle de Kolyan Indirovich; si Helene se llevaría a su hijo Vjelkus consigo; si nombrarían a Bildrath burgomaestre en funciones; si fundarían la Iglesia Ortodoxa del Giusseperismo; etecé, etecé, etecé.

- "Ivalic, anota esto es importante: rescatar al hermano de Frau Irina, Ismark Indirovich, para que pueda ejercer su labor como Burgomaestre y organizar la defensa de este pueblo." -

Helene veía que todo se complicaba por momentos como en las obras de los artistas ambulantes, donde en el lío y lo estrámbotico residían las risas del público. Pero todo aquello era real, demasiado real. Dolorosamente real y veía que el grupo tendía a dispersarse sin terminar de centrarse, y la multiplicidad de frentes lo complicaba todo.

-Giussepe, como quieras. Si prefieres la sanación del sacerdote, me parece bien, así podré dedicarme a curar a alguno de estos muchachotes que parecen tener cierta querencia por acabar con sus propias vidas. Pero caballeros, tenemos que centrarnos. Dejemos las cosas del pueblo en manos de los del pueblo y decidamos cómo actuar y nuestras prioridades. Por si a alguien le interesa, buscaría primero ese vial y después al ladrón. Lo cual nos lleva al pueblo vistani donde podríamos obtener información varia. Uno para solventar el problema de la maldición de la madre del pequeño Ivalic y otro para saber del ladrón -dijo Helene dirigiéndose al grupo-. Respecto a ella, hay que decidir si la entregamos a las autoridades, la llevamos con nosotros o qué hacemos. Pero pensemos en lo que sea mejor para todos, en lo más práctico -comentó. Pensaba que noe ra momento para ponerse en plan justicieros ni vengadores. Todo podía tener un uso y un provecho-. Irina, por favor, dinos qué pasó, aunque no sea fácil para ti hablar de ello. Y Giussepe, quisiera preguntarte por un hombre que quizá pasó por aquí. Mi marido -le dijo al tiempo que le daba su nombre y una descripción física detallada-. ¿Lo has visto? Y ya de paso, ¿conoces a un tal Dhavit Uthurlan o a su familia? ¿Sabes de su paradero?

Ivalic se quedó callado cuando Olga mencionó la muerte de Irina, sería mejor no decir nada sobre el tema vista la reacción que algunos habían tenido.

Si supieras que está aún por aquí...

Miró alrededor buscando a Irina pero no la vio, seguramente se había ocultado para no asustar a Olga, así que prestó atención a ver si los adultos habían llegado a un acuerdo sobre que hacer con Elenya. Aunque el que les habló fue Giussepe.

-¿Milagrosas? ¿Tenías poderes y los perdiste? La respuesta del carpintero había dejado confuso a Ivalic y con mucha curiosidad. ¿Y que hacías con ellas? Mientras el anciano respondía el niño se volvió rapidamente hacia su amigo. ¿Pero ves como ahora ya no? Ahora son normales ¿Que te dije? Ivalic volvió a mirar a Giussepe, había algo que quería aclarar. La puerta de la iglesia la rompimos nosotros, no fue ningún desalmado, tuvimos que hacerlo para poder entrar a... rescatar al Padre Danovich.

Sería mejor no decir nada de lo que había ocurrido, al menos de momento. A ver si así los ánimos en el pueblo se iban calmando un poco y además podían aprovechar eso para ir cumpliendo con toda la lista de tareas pendientes, a las que ahora se unía otra más.

-Si Herr Urik, ahora mismo lo apunto. Ivalic sacó su cuaderno y apuntó la nueva tarea mientras los adultos decidían el siguiente paso a dar.

- "Frau Helene, creo que tenéis razón. No nos corresponde a nosotros juzgar a los aldeanos, sino a las autoridades locales.

Apoyo vuestro plan de acción: vayamos en busca de ese vial. En cuanto al ladrón, se trata de un semivistani llamado Ludovico, le tuvimos prisionero, pero logró escapar como por arte de magia.

El campamento vistani es seguramente un buen punto de partida para empezar a buscar. Tal vez maese Varikov pueda encontrar allí huellas o pistas." -