Partida Rol por web

Helene se acercó a Parriwimple, tal y como él le había pedido. Cuando vio a Urik arrodillándose, parpadeó perpleja, y cuando este la miró haciendo gestos con la cabeza para que hiciera lo propio, parpadeó una vez más.

-No soy de estas tierras ni de este pueblo, Urik. No soy yo quien quien pueda legitimar a Parriwimple y, además, procuraría ser discretos a estos niveles y mantener oculta la identidad política de Parriwimple, salvo que quieras poner en riesgo su vida. Hay una vampiro que se ha arrogado su título y dudo que quiera prescindir de él -dijo serenamente-. Parriwimple, has dicho que querías hablar con Urik y conmigo -dijo dirigiéndose a él.

Parriwimple abrió los ojos desmesuradamente cuando Urik se arrodilló y le tomó de los hombros negando con la cabeza.

- Parriwimple ser solo Parriwimple. No ser nadie para que nadie arrodillarse. Sólo Parriwimple- insiste en lo que parece es auténtica estupefacción para luego asentir a las palabras de Helene- Parriwimple ser tonto. Y saberlo, lo que le hace aun más tonto. Gente pueblo necesita gente lista le dirija. Pueblo destruido. Parriwimple no querer que nadie muera. Helene y Urik ser buenos, luchas por gente que no ser su gente, y tratar hacer cosas bien. Pero siempre pelear y discutir. Parriwimple no entender. Pero normal, Parriwiple tonto- el gigantón hace un verdadero esfuerzo por explicarse, aunque, en honor a la verdad, se lía bastante, volviendo a las mismas ideas una y otra vez- Parriwimple querer... ambos ayudar Parriwimple. Seguro Parriwimple si dos personas listas y buenas de acuerdo, será buena idea. Parriwimple querer- niega con la cabeza- Parriwimple suplicar ambos ayuda para gente pueblo. Para amigos Parriwimple. Parriwimple no saber qué hacer. ¿Cómo poder hacer gente a salvo? Tener que buscar Gertruda, y marido Helene, pero también tener que buscar lugar donde todos seguros. ¿Qué pensar ambos?

- "Mi opinión es que, en efecto, no lograremos nada separados y enfrentados, aunque así es como hemos estado durante el principio. He tratado de liderar y de guiar, pero primero Herr Irina ni aceptaba guía alguna ni la ofrecía en su lugar, después maese Varikov, el adalid del Caos, no buscaba otra cosa que la ruina de todos nosotros.

Nuevamente ahora me encuentro un escollo que no soy capaz de superar. Frau Helene ni acepta guía ni la ofrece. Así no es posible ni trazar ni seguir un plan que pueda prosperar.

Parriwimple no es tonto. Es honesto y es el alma de Barovia, sabe lo que conviene al pueblo. Deberíamos de ayudarle, pero que sea él quien adopte la decisión final en cada caso. Quien tenga la última palabra cuando yo diga blanco y Frau Helene diga negro." -

Urik lanzó una mirada al cuervo blanco de su hombro. Había planteado sus dudas, había pedido consejo, y el cuervo no había respondido. Que Hack fuese capaz de transmitir sus palabras directamente a la mente de Urik no significaba que también pudiese leer su mente. Tal vez la próxima vez podría intentar hablarle en voz alta.

Bueno... yo no pinto nada aquí, mejor me voy. Burgomaestre, haré lo que pueda. La forja es de metal y habrá sobrevivido al incendio. Me llevaré a un par de hombres para que me ayuden a desescombrar y pueda empezar a trabajar cuanto antes. Haré la espada... lo de la puerta puede que no me llegue el tiempo. El agujero del suelo de madera de la iglesia sí que ya no tiene arreglo, a no ser que el nuevo carpintero se encargue-y señaló con el pulgar por encima de su hombro a Viktor Litmunova.

Paolo habló con dos vecinos que ya habían dado sus nombres a Ivalic. Después habló con el propio Ivalic.

Anótame a mí también, muchacho. Paolo. Sin apellido. O Paolo Smith, si lo prefieres.

Smith era el nombre que se ponía en las lápidas de los cadáveres sin identificar, pero también era el apellido de los huérfanos. Paolo, al igual que Giussepe, era extranjero en aquellas tierras. Paolo indicó a los dos hombres que cargaran con la puerta de la iglesia y pusieron rumbo a la forja.

Ivalic continuó con su cometido. Sesenta y cinco personas llevaba ya. Sesenta y siete con el matrimonio Litmunova. Solo faltaba una última persona por anotar. Una que todavía no tenía nombre.

Jijiji... Viktor y yo ya lo hemos hablado. Anótalo ahí, Ivalic: Helene Litmunova.

Miro a Hack al ver que no me respondo, y le digo en voz baja, que tan sólo pueda escucharme él, lo mismo que he tratado de decirle mentalmente:

- "Veo que no puedes leer mis pensamientos. Te diré en voz baja lo que intentaba decirte mentalmente hace un momento: Anteriormente nos acompañaba un cuervo llamado Hurnn, que tenía el poder de hablar y hacerse entender por todos. El espíritu de Frau Irina Kolyana nos advirtió de que se trataba de un traidor al servicio de Stradh, el Conde vampiro. Sin embargo, en ocasiones si yo me esforzaba era capaz de sentir su presencia y de llegar hasta él aunque nos hubiésemos separado. ¿Cómo es eso posible, Hack?" -

El niño miraba a los adultos, que parecían incapaces de ponerse de acuerdo entre ellos y veía como su amigo les pedía ayuda desesperadamente. En su corta vida nunca había vivido una situación tan mala, la vida allí siempre había sido dura, pero ahora ni siquiera tenían un pueblo al que defender o en el que refugiarse, por no decir que los elfos lobos seguían sueltos y podrían volver la noche siguiente.

-Por favor, debemos permanecer juntos, todos tenemos un enemigo común: El Conde. -Ivalic dejó por un momento la cola que iban formando sus vecinos y se acercó corriendo a sus amigos a los que hizo un gesto con la mano indicando que todos se agacharan para eschuchar lo que iba a decir.- Y en cuanto se entere que su amada está dentro del bebé de Stara creo que intentará coger a la niña, debemos impedirlo.

Su momento de intimidad no fue muy largo pero esperaba que suficiente para que todos remaran en la misma dirección. La verdad era que el niño no sabía muy bien lo que debían hacer, pero esperaba que los adultos si consiguieran ponerse de acuerdo.
Mientras tanto fue anotando los nombres de los vecinos.

-Paolo Smith, me gusta, así le anotaré Señor Paolo. Veamos Viktor Litmunova y Stara Litmunova junto a... ¡Señora Helene! ¡¿Ha oído?! ¡La niña de Viktor y Stara se llamará como usted! Entonces Helente Litmunova.

Pensaba. En las palabras de Parriwimple. En su pretendida estupidez, poseía una inteligencia natural que trataba de velar por los demás, y ese carácter era el que atraía a Helene a su causa. Pero Urik también hablaba, lamentándose, quejándose. No había autocrítica en relación a su proceder, a su carácter, a su naturaleza implacable donde todo cuanto desconocía se convertía en enemigo y por lo tanto objeto de su espada. Su desprecio por la vida y por todo aquello que no fuera como él creía que debía de ser eran evidentes incluso cuando en aquel intento de Parriwimple de llegar a una entente cordial simplemente acusaba a los demás como "escollos" de su liderazgo natural.

Y entonces, Ivalic la sorprendió con la decisión de los Litmunova. Helene. La pequeña se llamaría Helene. Sus ojos se humedecieron y tan solo fue capaz de musitar un mudo gracias, desbordada por aquel regalo llegado en un momento de especial intensidad y crisis personal.

-Parriwimple, os ayudaré -dijo reponiéndose a la emoción del momento y tras carraspear para recuperar la voz-. Pero tengo dos condiciones. La primera, por favor, no vuelvas a decir que eres tonto, porque no es cierto y puedo demostrártelo. La segunda, quiero que los tres hablemos, pero en privado. Ahora o más tarde. Pero no mucho más tarde. Es algo que hoy mismo deberá ser solucionado. Quizá sea prioritario organizar qué cosas deben hacerse en el pueblo y ver qué ha quedado en pie. Deben haber casas de piedra que hayan sobrevivido al incendio y que pudieran acondicionarse para que, provisionalmente, la gente pueda asentarse en ellas de forma comunitaria. Y deberíamos revisar los almacenes y tiendas, así como la posada de Arik. Es posible que encontremos comida y enseres. Debemos evitar el pillaje que es algo demasiado común cuando ocurren cosas como un incendio.

Era todo complicado. Pero parecía que tanto Helene como Urik iban a ayudar. Ivalic, por su parte, ya había hecho toda la lista y...

- Pero, Helene, tio Bildrath decir siempre, y también mucha gente, Parriwimple es...- a tiempo recuerda las palabras de Helene y carraspea. Realmente no entiende por qué le dice que no es tonto, si es evidente que lo es: no sabe leer ni escribir, y no entiende casi nada de lo que la gente dice o hace. Sólo sabe que es bueno ser bueno, y que es mejor ayudar que hacer daño. No es demasiado, pero son cosas básicas que a él le sirven. Por supuesto, su primitiva (aunque probablemente acertada) mente no es capaz de expresar coherentemente todas esas cosas, y se limita a sonreir para luego mirar a Paolo- Gracias Paolo. Ivalic, gracias trabajar tanto. Parriwimple no poder hacer letras tan bonitas, ni saber leerlas, pero son muy bonitas. ¿Alguien saber algo marido Helene o amiga Gertruda?- pregunta olvidando que Gertruda ya sabían que estaba sirviendo en el castillo... o quizás su mente, al no haberla visto por sí mismo, pone en duda lo que no ve. Es de alguna manera razonable: hace pocos días Parriwimple estaba convencido que su tio era su tio, que él no era nadie importante, y que los muertos sólo dormían. ¿Qué tiene de extraño que el pobre no tenga muy claro lo que es verdad y mentira? Estaba olvidando algo pero... Recordando se da un golpe en la cabeza- Helene, Urik y Parriwimple hablar privado. Parriwimple querer Viktor empezar a arreglar agujeros madera iglesia. Resto amigos deben coger todas sus cosas e ir iglesia. Allí pensar todos lo que hacer ahora.

Ivalic suspiró cuando Helene dijo que les seguiría ayudando, era un alivio poder contar con aquella mujer que estaba llena de sorpresas, aunque de vez en cuando era demasiado mandona y dejaba a los niños sin merendar.
Le enseñó a Parriwimple su cuaderno y asintió satisfecho con el cumplido.

-Gracias Parriwimple, practico muchas veces en casa después de la escuela, si quiero escribir un libro tengo que hacer letras bonitas o la gente no querrá leerlo. Si quieres te puedo enseñar, no es tan difícil, solo se necesita un poco de práctica. Y no me des las gracias, me gusta ayudar a la gente del pueblo, ya lo sabes, es lo mínimo que puedo hacer dado todo lo que está pasando.

Parecía que la Señora Helene, Parriwimple y Herr Urik iban a reunirse para hablar de cosas importantes, pero nadie había invitado a Ivalic, lo que era normal porque tan solo era un niño. Ahora que Parriwimple se había convertido en el Burgomaestre su amigo tendría que hacer muchas cosas, aquello era un rollo.

-Vjelkus ¿Te apetece hacer algo mientras los mayores hablan? ¡Podemos buscar cosas por el pueblo! ¡Mantas, comida, agua...! ¡Se necesitan muchas cosas.

- "Maese Viktor Limutnova, por favor, ¿podéis empezar con los arreglos necesarios en la Iglesia? Gracias." -

Asiento sonriendo ante las palabras de Parriwimple. Recojo todas mis cosas y les espero para ir juntos a la iglesia.

Oh, no puedo arreglar la iglesia. Porque si me voy a arreglar la iglesia...

¿Quién le va a comer estos pies tan lindos a mi niña? Acucucú... agogogó... ¿Quién te va a comer los piecitos? Gugugugú. ¿Quién te los va a comer? ¡ÑAM!

Buuuuaaaah... buaaaaaah...

En cuanto Helene empezó a berrear, dejó de ser gracioso comerle los pies. Viktor dió un paso lateral para alejarse prudencialmente y que se ocupara Stara de acunarle en el colo.

Estooo... En serio, no creo que pueda arreglar la iglesia. Falta madera. Casi toda la madera del pueblo ardió anoche, y ningún lugareño tendrá valor de acercarse a la linde del bosque para talar árboles con los licántropos enfadados. De todas formas... ¡Ya sé! Mi carro. Lo desguazaré y usaré sus tablones.

El carro de los Litmunova había quedado en el cementerio cuando los lobos mataron a sus caballos. Era una pérdida económica importante para la economía de un carpintero, pero Viktor se ofrecía entusiasmado, seguramente venido arriba por el nacimiento de su hija.

¡Vamos, Ivalic! ¡Tú la llevas!

Vjelkus le soltó un manotazo en el brazo a su amigo y echó a correr. No era muy dificil de alcanzar, pues tampoco era muy rápido, pero Urik detuvo a Ivalic para pedirle el aceite de arma mágica. El paladín prefería guardarlo él.

¡Mamá! ¿Puedo ir con ellos a jugar a buscar cosas?

Claro, cariño... pero no corras, podrías caerte. Y no te acerques a las casas de la periferia, los lobos podrían estar rondando. Mantente en las calles más anchas y céntricas.

Katta asintió y salió corriendo tras Vjelkus.

¡Y NO TE SEPARES DE TU HERMANO! ¡Y CUIDADO CON LAS FACHADAS, QUE SE PUEDE DESPRENDER ALGÚN TROZO Y CAERTE ENCIMA!

Ay, por dios... Ivalic, échale un ojo a tu hermana.

¿Cuervos que hablan? Eso suena a las mascotas de los magos. Y detrás de una mascota de mago siempre hay un mago. Creo que has sido víctima de un engaño, Urik de Teudeldorf. En realidad no presentías en qué dirección estaba ese tal Hurrn, lo que pasaba era que estabas siendo vigilado, y te transmitían con un conjuro, cual lengua viperina, a dónde querían que fueses.

Tenía sentido. Por ejemplo, durante el breve reinado de Maligno, Hurrn estuvo perseguido por ese muñeco diabólico, y si era un espía tendrían que guiarte hasta él para que salvaras a su infiltrado de morir.

Una cosa más... no entiendo lo que dicen estas personas. Con ellas no tengo el "vínculo". Si en algún momento quieres conocer mi opinión sobre algún tema que tratéis, deberás decírmelo. En cuanto a la Espada Solar... ¿vamos ahora?

Miro al cuervo blanco y le sonrío:

- "Nuestra situación es bastante desesperada, Hack. Hemos perdido el pueblo, hemos fracasado en nuestro propósito de salvar a la joven Layla de la maldición de la licantropía. Parte de la población se ha refugiado en el Castillo Maldito de Ravenloft, la otra parte se ha quedado sin casa. Esta noche quizá ataquen de nuevo los licántropos élficos y no está claro que podamos defenderlos. Incluso la iglesia está gravemente dañada.

No sé si ahora mismo estamos en posición de buscar la Espada Solar, ni tenemos claro que nos sirviera de gran cosa, excepto tal vez para tratar de vencer a la falsa Burgomaestre..." -

Mientras atendía a las explicaciones de Viktor sobre lo que iba a hacer con su carro para conseguir madera para reparar la iglesia se vio sorprendido por el manotazo de Vjelkus que lo desequilibró levemente, eso y lo inesperado de la acción fue suficiente para que su rechoncho amigo cogiera una pequeña ventaja.

-¡Eh! ¡No vale! ¡Eso es trampa! -Se quejó Ivalic a la par que comenzaba a correr tras el ternerillo, sabía que lo atraparía pues Vjelkus ni era veloz ni tenía demasiado aguante. Se paró en seco al escuchar los gritos de su madre y se giró haciendo un gesto a su hermana y tendiendole la mano.- ¡Si mamá, no te preocupes! ¡Ven Katta, vamos a coger a Vjelkus! -Esperó a su hermana y cuando la tuvo cogida de la mano volvió a girarse para comenzar a correr tras su amigo, la pequeña lo retrasaría, pero confiaba en que aún así serían más rápidos que Vjelkus.- ¡No corras! ¡Es inútil! ¡Te atraparemos!

Y así el niño, junto con su hermana pequeña, se alejó de los adultos siguiendo a su amigo.

- "Herr Parriwimple, tenemos noticias de que Gertruda está trabajando como sirvienta en el Castillo de Ravenloft, aunque la verdad es que no hemos tenido ocasión de corroborar esa información para comprobar si es cierta o no." -