Partida Rol por web

Me sigo concentrado y le susurro a Ivalic la respuesta:

- "Si los dos son verdaderos seguirán perteneciendo a mi Orden y nunca tendremos que venderlos. De todos modos, si quieres ayudar a tu madre y a tu hermana, te daré una alejandrita, Ivalic, aunque no parece que haya por aquí ningún lugar en el que invertir ese tesoro o cambiarlo por una casa y alimento." -

El medallón de la cadena de oro es el Símbolo Sagrado de nuestra orden. El que ha traído el niño es un objeto mágico relativamente común, no una reliquia. Parece ser un talismán de corazón de dragón rojo. Una vez al día, durante siete minutos, confiere al portador inmunidad al fuego y lo vuelve débil a la magia de hielo*.

Es completamente cierto lo que dijo Ivalic. Salvo lo de que no vi a Katta cuando se escondió. Sí que la vi, pero no quise abusar y hacer que la llevase otra vez porque soy un caballero y a las niñas hay que tratarlas bien.

Helene inspeccionó los dos medallones. El que estaba en poder de Herr Urik tenía su rubí engarzado en un disco de oro con la forma de un sol. Era una forma habitual para los símbolos sagrados de muchas religiones buenas.

El de la cadena de plata no estaba enmarcado en ningún disco, sino que colgaba de la cadena. Parecía una baratija, ya que el granate estaba perforado para poder ensartarlo en la cadena de plata, y además era una gema irregular, casi un pedrusco tosco, como una patata color burdeos. También encontró una inscripción. Cada uno de sus eslabones tenía inscrita una letra: T A L I S M Á N ♦ D E L ♦ C O R A Z Ó N ♦ D E L ♦ D R A G Ó N ♦ R O J O. Desde luego, el granate del talismán era lo suficientemente grande como para comprar con la gema una casa nueva.

- "Ivalic, el medallón que has encontrado no es de mi Orden, es un talismán mágico que te protegerá contra el fuego, pero te hará débil frente al hielo. Si quieres puedes dárselo a tu familia. Si fuera posible contratar artesanos en algún lugar sería posible usarlo para reconstruir vuestra casa." -

Le sonrío y le revuelvo el pelo mientras me levanto.

Agradezco a Hack sus palabras telepáticas y me vuelvo hacia mis compañeros y amigos.

- "Como dice Herr Parriwimple, lo primero es ver dónde puede refugiarse la población esta noche. Las cuevas bajo el cementerio podrían ser una solución temporal de nuevo, en caso de que no encontremos algo mejor.

Podríamos organizar a los supervivientes para que recojan a los muertos y podamos enterrarlos esta mañana. Posiblemente el cuerpo de Layla debiéramos quemarlo con la cabeza separada de su cuerpo, en piras separadas. Cerca del lugar donde incineramos a Herr Arik.

Después, debemos buscar la pista de los hombres lobo. ¿Queda algún rastreador o cazador en el pueblo capaz de seguir rastros? Deberíamos de buscarles y neutralizar la amenaza que suponen. Tal vez estén cansados tras lo de esta noche.

Herr Parriwimple, tal vez debierais dirigíos vos a las gentes del pueblo para que nos ayuden con los funerales y demás." -

Ivalic sonrió ante la declaración de Vjelkus. En otras circunstancias habría respondido gritando una cacioncilla para chincharlo: ¡A Vjelkus le gusta Katta! ¡A Vjelkus le gusta Katta! ¡A Vjelkus le gusta Katta!
Pero por un lado era su hermana y por otro estaba demasiado concentrado en lo que pasaría finalmente con el medallón.
Entre la Señora Helene y Herr Urik llegaron a la conclusión de que aquel medallón no pertenecía a la órden del cuervo, pero eso no quería decir que no fuera valioso o especial.

-¡Vaya! ¡Protege contra el fuego! -Exclamó Ivalic admirado mientras observaba su medallón, aunque luego su gesto cambió hacia la tristeza.- Que pena... La señora Gulpika no debía saberlo, si no se lo habría puesto y no se habría quemado...

Había sido una verdadera lástima que aquella mujer desconociera los poderes del talismán que guardaba, ahora podrían seguir teniéndola de aliada y sus consejos le resultarían muy útiles, pero nada podían hacer ya. Como era habitual parecía que el destino se reía de ellos bucando las maneras más crueles de hacerlo. Lo mejor sería aprovecharlo para hacer el bien, Ivalic estaba seguro que a la Señora Gulpika le gustaría saber eso.

-¿Y no podemos quemarla sin más? -Preguntó con desagrado al escuchar lo de cortarle la cabeza a Layla, otra de las burlas que el destino les había lanzado.- Y me parece bien hacerlo cerca de Arik, al menos estarán juntos ahora... Y en cuanto a los elfos lobo... Deben vivir cerca de donde volvimos a encontrar a la mujer azul, solo tenemos que buscar por allí. -Aunque era cierto que Ivalic no recordaba bien donde era pues el camino de regreso hacia el pueblo lo había hecho ciego, tal vez la Señora Helene si pudiera llegar.- Pero... ¿No seguimos siendo muy pocos para vencer a los elfos lobo? Deberíamos buscar al Señor Varikov, seguro que él sabe donde viven y es un gran luchador.

Claro que hacía mucho que no sabían nada del enano, quizás se había cansado de ellos y había regresado a su bosque preparando una venganza contra el Conde por su cuenta.

-Voy a enseñarle a mi madre el medallón que encontré, ahora vuelvo. -Ivalic salió corriendo en busca de su madre, emocionado por enseñarle el medallón que podría sacarlos de aquel problema.- ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mira lo que encontré! Con este medallón podrás hacerte una casa nueva. Lo encontré en la casa de la Señora Gulpika, pero ella ya no lo necesita. Dice Herr Urik que protege del fuego y que es muy valioso.

Helene guardó silencio, relegada a un segundo plano. Era muy consciente del esfuerzo de Parriwimple en saber su opinión e igualmente consciente del vacío que Urik le hacía, no dirigiéndole la palabra. A todas luces no solo la consideraba un escollo sino alguien innecesaria para el grupo, una voz disidente que no estaba dispuesto a aceptar. Se sintió levemente triste por la situación, perjudicial para con el grupo, pero había dado su palabra a Parriwimple y cumpliría.

-Es cierto que quizá se reconstruya y vuelva a ser destruido, Parrwimple, pero cuando nos caemos nos levantamos. Y si volvemos a caer, volvemos a levantarnos en vez de decidir arrastrarnos por el suelo como gusanos para evitar caer una vez más. Además, es importante que tu pueblo tenga un proyecto, algo en lo que canalizar sus energías, su dolor y su frustración. Erigir nuevas casas, aprovechar lo viejo para hacer algo nuevo puede ser positivo y mantendrá a la gente ocupada y unida. Al menos es lo que creo -dijo serenamente-. Respecto a Layla, creo que bastaría con incinerarla sin necesidad de decapitarla, pero ignoro los rituales en relación a la licantropía, así que aceptaré lo que se decida como más oportuno. En cuanto a qué hacer respecto a los licántropos, realmente no lo sé. No sé si volverán o no, aunque tras esta destrucción, intuyo que su deseo de venganza se ha colmado. En todo caso, coincido con Ivalic. Dudo que nuestras fuerzas basten para acabar con ellos. Al menos en un enfrentamiento frontal. Quizá, eliminados de uno en uno... 

Su rostro expresaba la duda. Su corazón, por otro lado, reclamaba un momento de reflexión y soledad. Lamentaba la muerte de la anciana Gulpika que había tenido a bien enseñarle el ritual para los afectados por el mordisco de licántropo.

-Si me disculpáis, me gustaría ir a la casa de Gulpika y recoger sus restos así como inspeccionar su casa. Poseía amplios conocimientos y quizá haya algo de utilidad entre las ruinas de su casa. Vjelkus, acompáñame por favor -pidió a su hijo. 

- "Es posible que no sea necesaria la decapitación y baste con la cremación, a fin de cuenta mis conocimientos se basan en buena parte en supersticiones populares y habladurías." -

Mientras Helene y Vjelkus se marchaban, Natalija felicitaba a su hijo con algo de pesadumbre.

Es estupendo cariño... En serio... Pero en estos momentos ese talismán no nos sirve de nada. No puedo pagar a varios albañiles, porque con un medallón solo puedes pagar a uno, y con la tienda quemada y Bildrath en el castillo, no tengo a quién venderlo para conseguir efectivo. Es mejor que lo ahorres para el día de mañana. Guárdalo bien, hijo mío.

Un poco más cerca, en el hombro de Herr Urik, su cuervo blanco empezó a aletear nervioso, como si quisiese alertar de algún peligro.

¡Esconde el Símbolo Sagrado de Ravenkind, Caballero del Cuervo! ¡Rápido!

Un murciélago se aproximaba revoloteando sobre la calle que iba de la plaza mayor a la iglesia. Antes de llegar hasta los héroes, y los vecinos que ayudaban en el desescombro, el murciélago hizo un "puf" y se convirtió en mujer. Levitando, cayendo como una pluma, Sasha Ivliskova posó sus pies sobre el empedrado. Los pueblerinos se santiguaron y retrocedieron despacio. Quizás se estaban volviendo más valientes desde la última espantada delante del templo, cuando Urik la acusó de ser una vampiresa... O quizás lo que ocurría es que esta vez el incendio había hecho que ya no tuviesen un hogar al que correr a esconderse.

No vengo a causar problemas, solo a entregar un mensaje...

En consonancia a ese mensaje de paz, Sasha había aterrizado a una distancia prudencial, alejada para que el necio rebaño se sintiese seguro al necesitar más de seis segundos para cubrir el espacio que la separaba de los humanos. Este hecho tuvo otro efecto, que la vampiresa no viese lo suficientemente cerca el pecho de Urik y no reparase en el medallón del Símbolo Sagrado del Ravenkind.

Vjelkus y Helene se alejaron por las calles vacías entre los edificios derruídos.

Mamá... ¿estás bien?-preguntó al verla tan meditabunda.

Su madre estaba pensando en el talismán encontrado en casa de Gulpika. Más allá de que la gema tuviese el parecido truculento de un pequeño corazón, no tenía nada de particular. Los conocimientos en conjuros de Helene le permitían saber que, con un hechizo de polimorfar, cualquier mago especializado en la artesanía y el comercio podría fabricar un objeto mágico como ese talismán. Aunque eso no significaba que Gulpika lo hubiese fabricado... Es más, lo más probable es que hubiese cientos de talismanes del corazón del dragón rojo esparcidos a lo largo y ancho del mundo, pasando de unas manos a otras por compra/venta, saqueo y expolio. Lo que le escamaba a Helene era otra cosa...

¡Es esta casa! ¡Por aquí, mamá!

Menos mal que se trajo a Vjelkus. Sin él, no habría distinguido esa escombrera de cualquier otro solar quemado por el incendio. Caminaron sobre los cascotes hasta lo que fue el patio trasero en el que Gulpika plantaba sus hierbas medicinales, todas reducidas por el fuego. El cadáver permanecía tumbado, carbonizado e irreconocible en el centro del antiguo jardín.

Cuando Helene se aproximó para examinarlo, enseguida se dió cuenta de que el cráneo era demasiado pequeño. Fijándose un poco más, no le costó averiguar por la fisionomía del cadáver que se trataba del cuerpo de un elfo varón.

Parriwimple estaba aún confuso por las palabras de Urik. Había algo que no le gustaba. Algo sobre como actuar con el cadáver de Layla. Pero antes que pudiera verbalizar sus pensamientos, o responder a Helene, una nueva amenaza apareció.

La vampiresa.

Parriwimple no tenía mucho miedo. Un poco sí, pero no mucho. Si él era el nuevo barto... burrogr... berhom.... bueno, lo que fuera, tenía que encargarse de esas cosas. Dio varios pasos hasta ella.

- Parriwimple recibirá mensaje.

Me coloco bien la capa, de modo que oculta el Símbolo Sagrado de Ravenkind. Con un rápido movimiento mi mano derecha mete el medallón por el cuello, quedando oculto por dentro del pectoral de la coraza de mi armadura completa.

Al cabo de unos segundos, con gestos lentos y deliberados saco de las correas de sujección a mi espalda la alabarda de plata de Herr Arik y la sostengo en la mano izquierda con la contera apoyada en el suelo del adoquinado de la calle. Con la mano derecha extraigo de mi bolsa de cintura el aceite de arma mágica y lo muestro despacio.

Lentamente, sonrío a la vampiresa, mostrando unos deslumbrantes dientes blancos y perfectos. Mi capa elige ese momento para revolotear majestuosamente, mientras un cuervo de plumaje blanco y níveo como la nieve más pura mira a la vampira con sus diminutos ojillos negros desde lo alto de la hombrera izquierda de acero encantado de mi brillante armadura acorazada de paladín.

-Estoy bien, hijo -dijo a Vjelkus-, solo que las cosas no son como me hubiera gustado que fueran. Tanta muerte y destrucción resultan dolorosas y van contra el natural equilibrio de las cosas. Además, entre Urik y yo hay discrepancias. Quizá yo sea demasiado testaruda y a Urik no le gusta que le lleven la contraria. Y pasan los días y no sé nada acerca del destino de tu padre. Pero en medio de todo esto, hay algo bueno -dijo para arrodillarse ante su hijo y sonreirle directamente-. Tú. Eres una alegría para mí y aunque quizá no debiera decirlo, em alegra que escaparas y te escondieras en el carro de los Litmunova. Temo por ti, por tu seguridad en medio de tanto horror, pero me das fuerza. Te quiero, Vjelkus. Te quiero mucho -afirmó contundente, abrazando a su hijo y besándole en un regordete carrillo-. No lo olvides nunca.

Tras aquel round de amor maternal, siguió a su hijo a la casa de Gulpika y segundos después, examinaba aquel cadáver.

-Mira, Vjelkus -iba siendo hora de educar a su hijo en ciertas artes-. Observa este cuerpo, sus dimensiones, el tamaño de su cráneo. Olvida o despeja de tu mente el olor y su aspecto y fíjate en lo importante. No es un humano. Es un elfo, posiblemente uno de los licántropos. De modo que Gulpika está viva o, por lo menos, su cuerpo no es este. Quizá se refugiara antes del incendio. Posiblemente en el sótano de la casa, si lo tenía. Ayúdame a buscarla. Quizá esté herida y necesite atención. ¡Gulpikaaaaa! -gritó en voz alta-. ¡Gulpikaaaaaa! ¡Soy Heleneeeee!

Ivalic medio sonrió a su madre resignado por no poder ayudarla esta vez, el pueblo estaba demasiado destrozado y volver a empezar se hacía cada vez más difícil.

-No te preocupes mamá, yo lo guardaré hasta que venga el Señor Bildrath y puedas venderlo para comprarte una nueva casa. Mamá un beso, tengo que volver con Herr Urik.

Le dio un beso y un abrazo a su madre, así como a su hermana y regresó junto al grupo de aventureros justo cuando el murciélago apareció volando y se transformó finalmente en Sasha Ivliskova.
El niño, con su mini capa mini chula y mini guay se acercó a su amigo Parriwimple y a Herr Urik y como esta vez tenían ventaja numérica y además poseía un amuleto que lo protegería contra el fuego y quizás contra más cosas se envalentonó.

-Parriwimple es nuestro Burgomaestre ahora, él no salió corriendo como tu y dejó al pueblo abandonado, se quedó y los defendió como debe hacer un Burgomaestre. Es con él con el que tienes que hablar.

Eso ya lo había dicho su amigo, pero Ivalic quería mostrar su enfado por el abandono que habían sufrido por parte de la auto nombrada Burgomaestre y su Señor Conde, gracias a ellos los elfos lobo habían destruído el pueblo entero. Tras hablar el niño cruzó a modo de enfado sus brazos y miró a la vampira con el ceño fruncido, con todos sus amigos allí se sentía seguro.

¿Burgom...? Jajajajaja... ahjajajaja... ay, jajajajaja... Burgomaestre... jajajajaja. ¿Él? ¿Burgomaestre? Jajajaja...

Los vampiros no lloran, pero Sasha hizo un gesto para limpiarse los ojos, como reflejo a una vida pasada en la que la alegría de reír conllevaba cosas como hasta llorar de alegría. Se serenó. Por un momento, al empezar a hablar, parecía que iba a mirar al nuevo "Burgomaestre", pero enseguida se centró en Urik. La postura atravesada de la alabarda no levanta suspicacias, y no es hostil, incluso el significado del frasco se le escapa como amenaza. La provocación de Urik no es tomada como tal.

En fin... Al mediodía, en el puente del ahorcado-dijo por el puente que lleva desde el pueblo al cadalso de la Encrucijada-, nos reuniremos los representantes de los vampiros y los licántropos para alcanzar un acuerdo de paz. Estáis invitados a asistir... como meros observadores. Aunque vuestra ausencia no supondrá mucha diferencia. Ese es el mensaje que debía traeros.

Algo empezó a afectar la mente de Urik. A controlarle. Al igual que con Ashlyn cuando amenazó con matar a Irina en la Viña de Sangre, el Caballero del Cuervo notaba cómo perdía el control de su mano, de la mano que sostenía el aceite. Si no lograba mantenerse sereno, el aceite se derramaría en el suelo y su poder mágico se perdería para siempre. De pronto, sintió un calor en el pecho. El poder del Símbolo Sagrado combatiendo contra el control mental que Sasha quería imponer. Y el Símbolo Sagrado del Ravenkind se impuso.

Qué extraño... ¿pero qué ha sido lo que acabo de notar? No lo entiendo...

Yo también te quiero, mamá. Espero que pronto volvamos a estar con mis hermanos.

Vjelkus ayudó a Helene a mover escombros, tratando de encontrar un acceso a un sótano que no encontraron. Tampoco encontraron el cuerpo de Gulpika. Casi se podía descartar que la anciana estuviese en la casa durante el incendio, o si estuvo, por lo menos logró escapar.

¡Gulpiiiiikaaa!-coreó con su madre.

Tampoco nadie acudió a la llamada de Helene y Vjelkus. Aún así, seguía habiendo un cadáver en medio del solar abandonado, aunque fuese el de un elfo.

Ivalic entrecerró en ceño mucho más cuando Sasha Ivliskova comenzó a reírse de su amigo Parriwimple, cruzó aún más sus brazos y giró el tronco ligeramente a un lado y otro mostrando su enfado.

-¡Allí estaremos! El nuevo Burgomaestre Parriwimple debe estar en esa reunión y yo tomaré notas como su secretario. -Dijo enfadado y aprovechando la ocasión para medrar en la administración local.- ¿Como está el tío de Parriwimple y el resto del pueblo? Espero que no les hayáis hecho nada. Ni tampoco a Gertruda. Sabemos que están en el castillo.

Al menos la vampiresa podría confirmarles si todos estaban bien, de ser así quizás se ahorraran un viaje hasta el castillo para comprobarlo. Ante las últimas palabras de la vampiresa el niño miró a su alrededor y también a sus amigos.

-Yo no noto nada. ¿Vosotros notáis algo?

Seguramente serían cosas de vampiros sin importancia. Al menos la perspectiva de que lobos y vampiros firmaran una tregua podría darle al pueblo un respiro, quizás el suficiente para recontruir alguna de las casa.
Aprovechando la ocasión el niño se acercó a su amigo en gigantón y le susurró en voz baja, se le había ocurrido algo y por intentarlo no perdían nada.

-Parriwimple, dile a la vampira que le diga al Conde que nos ayude a reconstruir el pueblo o la gente se marchará y no tendrá a nadie a quien mandar. -Quizás Parriwimple no entendiera lo que pretendía hacer, así que era mejor explicarle.- Es una mentira, no nos vamos a marchar, pero si el Conde piensa que si, quizás nos mande dinero o alguna ayuda para reconstruir el pueblo, al fin y al cabo es su tierra ¿No?

No tenía claro si su amigo entendería la jugada, o si saldría bien, pero tampoco perdían nada si el gigantón pedía ayuda, el pueblo estaba desesperado y en una situación crítica.

-Si Gulpika estuvo aquí, ya no está. Lo más probable es que huyera y se refugiara en otro lugar al comenzar el incendio. En fin, poco más hay que hacer por aquí, en medio de esta destrucción. Echemos un último vistazo para ver si encontramos algo de utilidad y nos llevaremos el cadáver del elfo para darle sepultura. Todos somos hijos de los dioses y sea cual sea nuestra forma de vida, merecemos un buen descanso. Dudo que la vida de esta pobre criatura fuera sencilla. Vamos, Vjelkus, ayúdame.