Partida Rol por web

Ela escuchó las palabras de la gnoma y su reproche por el ataque de su reflejo. Estaba desconcertada pero tenía problemas más graves ahora mismo -¿Qué es eso de que tienes una cuenta pendiente conmigo? Habla con mi reflejo, que por si no te has dado cuenta no tiene nada que ver conmigo conmigo.

Pero lo primero era lo primero. Cogí el arco y las flechas y disparé al aire, igual que me reflejo...

Malditos humanos, creyéndose siempre los amos del mundo...Y esa gnoma pareciera que tiene sangre humana con esa desmedida prepotencia también. Está claro que para ellos los orcos solo somos criaturas de segunda categoría, sin derecho ni capacidad para liderar a nadie. Si mi clan no hubiese sido arrasado...les hubiera enseñado yo, Braka Bagim, caudillo del clan orco de la Mano Roja, porqué deberían recordar mi nombre. El gran orco se guardó su rencor y su ira hacia sí mientras sonreía a su reflejo de la misma forma desafiante en que éste lo miraba a él. Ignoró cualquier orden dada por otro y se enfrentó a sí mismo con notable disfrute. -Esto va a ser muy interesante... -fue como mirar en un espejo cuando ambos se abalanzaron de la misma forma el uno sobre el otro, sedientos de la sangre ajena.

El reflejo de Braka le propina un golpe con su arma tan terrible, que el hombretón tiene que retroceder. La sangre le cae por el corte que tiene en el hombro derecho, manchándole todo el brazo de sangre, la cual cae en forma de gotitas por sus dedos. Pero el verdadero Braka no se amedrenta, sino que sonríe y sin pensarselo, golpea a su reflejo con todas sus fuerzas, haciéndole retroceder con una herida que le cruza el pecho de arriba abajo.

El reflejo de Braka sonríe.

- No eres hábil esquivando, pero eres fuerte como un toro. El golpe que te he dado puede matar a un elefante y a toda su descendencía, y tu, lo has soportado estóico. Has superado la prueba. Puedes pasar. -

Por otra parte, Ela y Adaeric estaban inmersos en una lucha con sus reflejos. Ela había cargado su arco con una flecha, arrojado una piedra al aire y al disparar... ¡la flecha sale hacía atrás! Como si un niño hubiera disparado un arco de juguete. El reflejo de Ela negó un par de veces con la cabeza...

Al mismo tiempo, Adaeric lograba esquivar el ataque de su reflejo, sin embargo, cuando quiso contraatacar, su arma salió disparada de sus manos y se fue a clavar en un tronco nevado que estaba tumbado a un lado del camino. El Reflejo de Adaeric se puso serio y guardó su arma.

- Lo siento, pequeña, pero no has pasado la prueba. - Dijo el Reflejo de Ela.

- Y tu, me temo que tampoco. - Dijo el Reflejo de Adaeric.

Tres remolinos surgieron de la nada, cogiendo a los tres aventureros restantes.

El remolino que había cogido a Braka, lo transportó sano y salvo detrás de la pantalla de cristal, junto con Maxra, Pia y Mano Larga, por otra parte...

Los remolinos que levantaron del suelo a Adaeric y a Ela se elevaron por los aires varios cientos de metros, y después... desaparecieron...

Una voz se dirigió a los demás: - Podéis proseguir si lo deseáis. -

Adaeric y Ela abandonan la zona en remolinos.

Mire a Mano Larga por el comentario sobre la ganzua y sonreí más aún - Sí, parece que deberé cuidarme las espaldas, pareces un ladrón de cuidado - le bromeo.

Luego sigo observando atenta la batalla, no me sorprendía nada que Braka hubiera pasado, pero me preocupaban sus heridas y no teníamos a la sanadora entre nosotros. En cuanto a Ela  y Evert... me dio algo de tristeza por ellos, pero de Evert me lo esperaba, puesto que no había podido con unos gigantes la ultima vez. Era Ela quien me dejaba sorprendida.

Con pesar en mis ojos les hablo a mis compañeros - Es una lastima que no todos hallamos podido pasar, pero deseo que donde quiera que esten los que fracasaron en la prueba, esten bien -me aclare la garganta, pues costaba hablar- y ahora, es hora de seguir nuestro camino sí gustan seguirme -

Me quede observando a Braka - De momento no tengo ningún medicamento o cura en mis manos, pero apenas me haga de algo que pueda sanar o recuperar tus heridas, yo misma te curaré sí puedo - vive para la batalla, pero no me gustaría verlo caer, no me imagino verlo fallar.

Braka esbozó una notable sonrisa cuando su reflejo habló después de herirlo notablemente. Y cuando la gnoma le dedicó esas tiernas palabras no pudo evitar una sonora carcajada entre dientes. Sin contestar se frotó la zurda en la herida, manchándose la mano de su propia sangre, e hincó la rodilla derecha en el suelo para apoyar su manchada mano extendida en el suelo donde estaban. -Ahora podéis entender porqué mi clan se llamaba la Mano Roja... -se quedó un instante en silencio, semi-arrodillado, nostálgico, y cuando se alzó de nuevo añadió sin perder la sonrisa: -Aunque la idea es que sea sangre enemiga. -tras lo cual soltó una carcajada más sonora que la anterior, grave como era su voz, y esta vez separando los dientes. -Veamos quién hay en casa... -dijo comenzando a andar sin decir nada en absoluto de los que no consiguieron pasar. Solo pensó para sí mismo: Aquel que es débil debe caer por su propia debilidad. Pero entonces recordó su comunión con el reino de los muertos y decidió comentarlo. -Sabed que recientemente he descubierto una extraña clase de comunión con el Mas Allá...no tengo claro lo que es pero es donde parecen llegar los muertos...al menos los muertos recientemente. Seguro que guarda relación con lo sucedido con mi clan, pues vagamente puedo comunicarme con ellos también. Sabed que ni uno ni la otra están en ese reino aún, de hecho no ha llegado a ese reino nadie que yo haya conocido.

Saque la lengua ante el comentario de la gnoma, no sabia si exculparme o sonrojarme.

Me puse la mano a modo de visera para poder ver el momento final antes de que esos desaparecieran.
-¡PERO QUE RÁBANOS FRITOS!-El orco se estampo contra nosotros y salte de manera automática hacia atrás.

-¿Oye que les a pasado a esos?-Señale... bueno señale el cielo pero ya no estaban allí.-¿Como es posible que los de la orden de la luz no hayan pasado la prueba?-Me rasque detrás de la oreja como cuando estaba nervioso. No tenia muy claro que había pasado realmente.

Y fue entonces cuando el orco dijo algo increíble.
-¿Como? ¿Que hablas con los muertos?-En ese momento recordó la destrucción de la ciudad de fuego, la de los magos y de los otros forasteros que se fue cruzando los días anteriores.-Espera si es cierto... ¿Puedes decirme quien esta allí? Tal vez una chica que es curandera, un tipo con caperizo rojo?, ¿Una niña?-Intentaba recordar todas las caras con las que me cruce, pero con mi memoria no era fácil

A Braka no le sorprendió lo más mínimo empezar a recibir preguntas. Yo haría lo mismo. pensó. -Plandir el Rojo se encuentra allí, sí. Fue partido por la mitad por un enemigo, al parecer. Y si te refieres a Baesa, la supuestamente gran curandera, no está allí. Y no veo ninguna niña. Intento conseguir información útil...pero por ahora solo sé que si una espada de un caballero negro os toca puede controlar vuestras acciones, o eso han dicho. Llevad cuidado. -el orco respondía sin girarse siquiera, y sin dejar de andar. No quería que nada le ralentizase en su búsqueda.

Sonreí cuando me saco la lengua - El hecho de que los de la Orden de la Luz no hayan pasado la prueba demuestra una vez más que su poderío para contener el Mal no es suficiente - respondo de manera automática - Sí con lo de la niña te refieres a Talashia hija del Rey Cail, ella es inmortal, renace de sus cenizas una vez muerta - y entonces pensé en que era hora de darle más información a Mano Larga - Me gustaría compartir más información contigo, Mano Larga - me puse a pensar unos segundos que era más importante que supiera, entonces me decidí - Debes saber que hay forma de revivir a los muertos, no sabemos como, pero fueron las últimas palabras de Julius y nos dio un cofre que no llevamos con nosotros, alguien de la ciudad del fuego lo resguarda, igual muchos pensarían que debí habermelo llevado conmigo cuando decidí acompañar a Braka. Como sea, viajamos juntos para encontrar a los 4 familiares de los elegidos y por otras razones. Alguien de confianza nos dijo como fue derrotado el Mal Supremo en el pasado, según esa información tiene que ver con la unión de  fuerzas de los 4 elegidos quienes pueden controlar a voluntad un elemento especifico, yo solo conozco a un familiar, Talashia, quien controla el fuego - luego deje de hablar por un rato para que Mano Larga asimilara lo que había dicho.

Me preguntaba hacía donde llegaríamos con la caminata.

Tras ascender por el camino, los aventureros que quedaban llegaron a la entrada de la Ciudad escavada en la roca vida de la montaña que tenían justo delante. La entrada tenía columnas, y grabados enanos, y estaba hecha de marmol blanco y oscuro, con incrustaciones de oro.

Las puertas, estaban abiertas de par en par, y allí no había nadie que las custodie.

Y tampoco es que sea necesario, ya que nadie ha pasado por la barrera que no haya tenido que pasar.

Tras la entrada, unas escaleras descienden a lo más profundo de la montaña.

Mire a mis compañeros por lo que tenía frente a mi - ¿Alguno sabe el idioma enano? es necesario leer aquello, pues sospecho que tiene magia - 

Luego me dirigí hacia la puerta, pero sin cruzar la linea me dí a conocer con la voz más profunda que pudiera entonar - Soy Maxra, la ingeniosa. Mi grupo e yo presentamos nuestro respeto a los enanos y deseamos que se nos reciba - Mire a mis compañeros nuevamente - Sí nadie responde pasaremos de todos modos, pero me parece mejor así, ¿no creen? -

El orco se detuvo de repente en su camino, y se quedó un instante mirando al suelo. Tras lo cual dijo con dureza en su voz algo apagada: -Baesa la curandera ha muerto, al parecer. Una pena. -y prosiguió su camino.

El orco sonrió ante la actuación de la gnoma y esperó cualquier clase de respuesta si la hubiera. Aunque no esperaría mucho antes de seguir caminando hacia el corazón de la tierra, donde nació, creció y tomó el mando del clan asesinando a su padre brutalmente en combate, a sangre fría. Para él la tierra resulta acogedora, protectora, segura.

Una voz retumbó en todo el lugar.

- Pues no sé a que demonios esperáis, Campeones. Aquí abajo estabamos bastante aburridos y nos habéis divertido mucho en vuestras pruebas. Lástima que no hayáis pasado todos, pero bueno, lo habéis hecho los mejores. - Dijo la voz con algo de reververación. - Así que, dejaros de tanta cháchara y bajad las escaleras. Hacedlo con cuidado ya que la caída es bastante complicada. Je, je, je. -

Unas ténues antorchas se encendieron a lo largo de la escalera y pudistéis ver de lo que se trataba. La escalera era ancha, de unos dos metros de ancho en cada escalón, sin embargo, a partir del décimo escalón desde la entrada, a cada lado no había nada, simplemente una larga caída hacía un vacío oscuro.

Tal vez la voz tenía razón al pediros que bajéis con cuidado.

A mi se me hizo un nudo en el estomago cuando oí lo de Baesa, le debía mucho por haberme sanado, aparte era una persona super cálida, de esas sencillas que te caen de amable enseguida, al menos esa era la noción que tenía de ella. Miré hacia otro lado mientras pasaba mi brazo sobre mis ojos para que no notarán lo que acababa de ocurrir. Luego simplemente entone otra vez mi voz - Vamos entonces adelante chicos, hemos pasado ya una de sus pruebas y podemos pasar la siguiente - 

Me adelante, y seguí bajo las escaleras hasta donde alumbraba la luz. Parecía un pozo sin fondo, pero yo tenía un plan para averiguarlo - Pia, querida, todavía tienes esa cuerda que te pedí - le dije con delicadeza. Me supuse que era obvio para todos lo que pretendía. Aunque con todo quizás Braka Bagim quisiera tirarse a lo desconocido, era de esos que no tenían miedo y que saludarían a la muerte de buen grado sí se les cruzase.

Que malas noticias si los que conocía empezaban a morir. Bueno solo eran conocidos de dos días... Pero igualmente eran conocidos para alguien quien apenas atesora recuerdos como yo. Iba a ver querido decir algo, pero la gnoma me interrumpió con información muy valiosa.

-A si si, la chica fenix. La vi resurgir en la ciudad del fuego creo. Fue algo increíble. ¿Que pasa que cada día muere? -Me extrañaba que aquella valiosa compañera supiese tanto, pero era bueno, aprendía de este mundo raro y sus gentes a pasos agigantados.

-Vaya... Caballeros que controlan las acciones, un cofre que devuelve la vida... Ahora entiendo el valor de encontrar su llave.-Entonces se me encendieron los ojos.-¿Creéis que con estas ganzúas podría abrir ese cofre?

Las historias no dejaban de salir de la boca de aquella pequeña y eso lo agradecía, ya era hora de que Mano Larga se enterara de que iba todo eso. Asentí a sus palabras y luego termine de escuchar que la curandera también había muerto.

-Vaya... Esperaba volverme a encontrar con ella.-Agache las orejas como en el pasado, volvía a quedarme solo, no es que la conociera mucho mas que a el Caperuzo rojo o el Julius pero...

-¿Como enano?-Eso era algo nuevo para mi.-No, no conozco su idioma.-Respondí de manera automática a pesar de que no tardaron mucho en hablar los propios enanos. ¿Como serian?

-Ya hemos sido invitados Maxra, solo hay que bajar con cuidado.-Si, al fin me aprendí su nombre.

Y sin esperar a esa cuerda o a ninguna otra empezar a bajar las escaleras. Con cuidado eso si. Con sugerían las voces.