Partida Rol por web

Al terminar de hablar, note que Pia estaba algo rara. Me sonroje por sus acciones y palabras. Sus agradecimientos era algo que nunca había recibido, no al menos que yo recordará. Sacudí un poco mi cabeza para quitar la idea de la palabra "abandonar" mencionada, pues me hacía problema que el hecho de no estar en una ciudad provoque la destrucción de la misma. 

- Entiendo, cuando me retiré hacía la ciudad de los magos pensaba que la guardiana se ocuparía de defender la ciudad. Se veía muy hábil - Le sonreí un poco porque me pareció que se sentía muy apenada. Decir dos veces lo siento no era buena señal, parecía que de repente podría derrumbarse, habrá pensado por momentos sobre tener que viajar sola porque no es de confianza, un destino horrible y donde tiene más posibilidad de morir.

- Braka, tengo intención de visitar a Pispantorín porque puede que tenga acceso al cofre, además de decirnos como renació  y otras muchas cosas en su aventura en el otro mundo. Sin embargo no se sí tendrás su ubicación... a todo caso deberíamos reabastecernos en esta ciudad con todo lo necesario antes de partir - Era obvio al menos para mí que no debíamos quedarnos de brazos cruzados en un lugar mucho tiempo, sobretodo luego de saber que casi destruyen una ciudad por faltar yo en ella.

Los tenderos sonrieron ante la propuesta de Braka, como si supieran muy bien que es lo que llevaba en la mano. Muchos negaron con la cabeza y otros, directamente dijeron que no aceptaban nada a cambio por sus cosas.

- ¿Bueno, qué? ¿Vais a querer algo del mercado? - Dijo Zik con una sonrisa. - Con respecto a esos guantes son unos guantes normales, que cubren hasta la mitad del antebrazo. Está claro que no es de lo mejor que han hecho los artesanos enanos, pero me temo que hasta mañana no tendremos nuevas remesas de armaduras como la que llevo yo. -

Aunque Zik escuchó con detenimiento todo lo que allí se hablaba.

- ¿Habláis del Mal Supremo? ¿Es verdad lo que dicen los rumores que están nuevamente queriendo levantarle? Supongo que si lo logran sucederá lo mismo que sucedió hace muchos años, el Mal Supremo caerá. Siempre y cuando los Elegidos actuen con corrección, claro está. -

-Como ya dije, si eres inocente no tienes más que cooperar y no habrá problema. No hagas movimientos bruscos. -dijo Braka hacia Pia. El orco no hizo más que repetirse, porque ya había dicho todo lo que quería decir. Y de nuevo habló refiriéndose a Maxra: -Evert no, Adaeric. Y parte en cuanto gustes, pero yo no lo haré hasta haber cumplido mi objetivo aquí: lograr la ayuda de los señores enanos contra el Mal Supremo o recibir su rechazo. -y luego añadió hacia ambas: -Al parecer lo obvio no es tan obvio...Uno de los motivos que he dicho antes para no matarla aquí y ahora es que yo personalmente no tengo pruebas feacientes de la servidumbre de Pia al Mal Supremo, para mí todos sois posibles enemigos y a la vez posibles aliados. No soy un niño que confía a ciegas. Y diré algo más: no solo mi muerte probaría mis palabras, sino cualquier muerte inexplicable a nuestro alrededor. Dicho lo obvio, centrémonos de nuevo en el presente. -finalizó el orco girándose de nuevo hacia los mercaderes enanos y Zik.

-Zik...las ciudades caen ante el paso de los siervos del Mal, y éste se alza. Y si eso pasa vosotros también perderéis antes o después. El hecho es que no se sabe quiénes son esos elegidos, y creo que ni ellos lo saben. ¿Qué puedes decirnos sobre eso? ¿Y podríamos pedirle su cooperación a vuestro líder contra este Mal?

¡Que vergüenza! Alguien como yo había caído en una trampa tan tonta que aun estaba cabreado y avergonzado por partes iguales, de echo me sentía incomodo por tener que ser salvado por unos seres poco mas altos que yo. ¿Como es que ellos tenían ese poder y nosotros no?

Curiosamente se me había ofrecido una piedra preciosa y ni la había mirado siquiera, entre el dolor de huesos y la vergüenza recordando las risas de los enanos mientras estaba en aquel remolino ocupaban todo mi interés. Por suerte la hermosa y rara visión de aquella ciudad estaba sacándome de mi cabreo para volver a entrar a mi estado habitual, la sorpresa. El dolor seguía lacerando mis músculos pero por ahora tenia otra prioridad.

-¿Pispantorín?-Le pregunte al orco antes de que sacara las consecuencias de hablar con los muertos. Poco a poco se empezó un enfrentamiento verbal, curiosamente nadie llego a las manos y al final quedaron como amigos. ¿Pero como estar seguro de verdad que no era de ellos? Bueno si actuaba lo sabrían al momento así que en principio todos estaban a salvo, fuera o no una de ellos.

Así que zanjado en parte el tema del esbirro del mal me centre en lo importante.
-Braka, eso de la piedra... ¿Que se supone que hace? No había entendido sus palabras, era cierto.

A todo esto tenia una pregunta para los enanos.
-¿Si el mal esta tan cerca de vuestras tierras y parece que tenéis tanto poder, porque no ayudáis a las otras ciudades?-Una pregunta sin malicia que esperaba que así la recibieran.

Saque lo que me quedaba de comida y comí despacio, mientras le pedía al mercader su ración de comida, dispuesta a pagar. Después de guardar la nueva ración de comida, sin dejar de masticar mis reservas le dije a Zik - Confío en que todo mal caera, ¿le gustaría mostrarme la fragua? - me quede a espera de que me guiarán. Estaba segura que mis compañeros decidirán sí comprar y sí acompañarme o buscar por otro lado algo de su interés. No podía arrastrarlos a mi gusto. 

-Mano Larga la Perla te hace más hábil, más afortunado, en toda tarea que realices de aquí a un par de días o tres. Después de eso es mejor quitársela de encima y dársela a otro para que aproveche sus habilidades y no te estorbe...Se la daré a ella al entrar en un combate como se ha dicho, pero obviamente preferiría no hacer más hábil a un posible siervo del enemigo. Si la quieres cógela. -dijo Braka ofreciéndosela de nuevo.

De repente, unos enanos ataviados con armaduras trajeron una elfa ante Zik.

-Andaba husmeando por ahí - dijo uno de ellos con voz ronca - Pero ha pasado la prueba así que supongo que no deberíamos desconfiar de ella, aunque huele a elfa.

-Es que es una elfa, idiota - dijo otro de los enanos.

-A mi no me llames idiota.

-Te llamaré como quiera, cretino.

Y allí se enzarzaron en una absurda pelea, que nadie detuvo. No parecía algo raro por allí.

Hola... - se limitó a saludar la elfa - No quería causar problemas, la verdad. Tan solo vine aquí en busca de consejo...

Nada más Braka se gira y no puede verme, le guiño un ojo a Maxra y sacudo mis manos y mis piernas bruscamente en forma de burla encubierta. Sonrío, creo que por primera vez de modo sincero y continúo hablando:

- Creo que yo también tomaré algo para comer, gracias. - Digo situándome al lado de Maxra y comenzando a masticar mientras dejo claro que ahora mi prioridad de defensa es ella. Es lo mínimo que le debo.- Parece ser que sí, Zik, el mal supremo anda pululando por la tierra, así que todos deberíamos unirnos bajo una misma bandera...

Dicho esto, los enanos traen a una nueva invitada, aparentemente elfa. - Esto quería decir con todos unidos... - murmuro en voz baja y con una sonrisa.
 

Zik miró a la elfa recién llegada y continuó escuchando a los que allí estaban.

- Bueno, si el Mal Supremo anda pululando por la Tierra, nosotros aquí estamos bien seguros. La verdad es que la última vez no tuvimos nada que temer, no sé por que ahora tendríamos que ponernos en alerta por una cosa que pasa más allá de portal. Es así de simple. - Dijo el enano. - Además, seguro que los Elegidos harán su trabajo. -

El enano sonrió.

- Aunque si queréis saber más, tendríamos que ir a La Forja Enana para hablar con Maese Tuk. Digamos que él es el anciano de todos. El viejuno que conoce más historias y nuestro líder espiritual... además de un excelente forjador, claro está. Aunque ha dejado de forjar hace tiempo ya... -

-¿Una piedra que te hacer ser mas ágil? ¿Eso es posible?-Mis ojos se encendieron al igual que cuando encontraba un tesoro. ¿Por que iba a desconfiar de él? -Si dámela, voy a probarla aunque... no se como.-Me lleve instintivamente la mano a la cabeza, cunado el alboroto de los enanos me llamaron la atención.

-¡Hola!-Alce mi mano para saludar a la recién llegada. ç

Gire la cabeza con rapidez cuando escuche el nombre de Tuk, no es que lo conociera, simplemente me gustaba ese nombre TUK.
-SI, si. vamos con él. Que nos cuente las historias.

Me cubro los labios para esconder una risita cohibida ante las bromas de Pia. Y ante su comentario respondo también en susurro - Unidos en una batalla que sí tenga algún sentido - refiriéndome a los dos peleándose.  

Lo que nos faltaba, una mujer de orejas puntiagudas, ¿qué sigue? un mono con un rifle... 

Iba a contrariar la opinión de Zik sobre los héroes, pero en vez de eso - Estaré encantada de ir con su líder Tuk - digo con entusiasmo. 

Braka querrá venir a pedir ayuda de los enanos, pero yo tengo que averiguar sus dotes de herrero. 

Mano Larga cogió la piedra verde que le había dado Braka, mientras Zik asentía a lo que decía la pequeña pelirrosa. Comenzó a caminar hacia lo que parecía ser una casa normal y corriente, aunque cuando llegó a unos pocos metros de esta, la casa comenzó a elevarse dejando a la vista una escalera enorme que descendía.

El calor que salió de esa abertura no podía significar otra cosa que ibáis a descender hasta dónde los enanos forjaban sus objetos.

Y a dónde se encontraba el más anciano de todos.

Zik cogió la cabeza de la comitiva, y mientras comenzaba a descender las escaleras, unas luces de aceite se iban encendiendo a su paso. El calor iba en aumento a medida que descendiáis pero cada cierto tiempo, una brisa de aire fresco refrescaba el lugar.

Parecía lejos, por lo que teniáis tiempo para charlar con el enano.

Ya me preguntaba que hacíamos en camino a una casa tan pequeña, porque imagine que Tuk viviría en un lugar acomodado, pero luego llegue a la conclusión de que podía ser una persona austera. Claro que todo pensamiento se vio arruinado por la aparición de aquellas escaleras. Una fachada...

Mis ojos se iluminaron con el calor, ya conocía este calor; mi corazón palpitaba alegre y expectante. Bajamos por escaleras y a medida que lo hacíamos unas luces se prendían como un lugar encantado. Yo saque una botella de agua y tome un poco. Me limpie con el dorso de la mano enguantada por un guante común de vestir lo más discreta y elegante que pude, Pia venia a mi lado por lo que le ofrecí de mi botella de agua. - ¿Quieres? -

El viaje se tornaba largo y silencioso, por mi parte, no era de charlar cuando no tenía tema de interés y, no tenía mucha más curiosidad por Zik, siendo amable diría que nos acompañaba porque no nos quedaba de otra, aunque claro, no le deseaba ningún mal.

- Estáis más callados que un Zuburtumulo en las Fiestas de la Rattleskingour. - Dijo Zik mirando al frente mientras seguía avanzando. - Para ser los primeros en entrar aquí os comportáis como si hubieráis visto mundo y muchas cosas extrañas. Espero que cuando lleguemos a la Forja, por lo menos, os saque una mirada de asombro o un algo. -

Braka soltó una leve risilla de tono grave, como era su voz, al oír el comentario del enano. -Sin duda todo esto es sorprendente, Zik. Pero hay muchas cosas sorprendentes en este mundo, y más aún fuera de él. Si hubieras vivido lo que yo ando viviendo últimamente...me entenderías. Además no quiero hacerme ilusiones con vosotros, quizás seáis unos cobardes que prefieren esconderse antes que luchar. Respeto que no os mováis por los humanos ni por ningún otro que no sea de los vuestros, pero nunca entenderé que ignoréis el instinto de conquista. -el orco podría haber estado metiéndose en todo un berenjenal con ese comentario, pero nunca respetó la cobardía ni la debilidad, ya fuera de cuerpo o de espíritu.

La anexión de la elfa al grupo lo sorprendió, no miraba con buenos ojos a la recién llegada ni la saludó siquiera. Los extraños elfos nunca le inspiraron confianza.

El enano no dijo nada. Llegastéis a una puerta enorme de hierro, con dos hojas, las cuales se abrieron con un rechinar extraño cuando os acercastéis a ella. Cuando al final las puertas se abrieron, Zik sonrió.

- Bienvenidos a La Forja. Podéis pasar. - Dijo el enano señalando con su mano hacía delante.

Delante, lo que vistéis os dejó helados.

Un Yunque y un horno del cual sale humo.

Nada más.

Después, una docena de enanos apoyados contra la pared, unos de pie, otros sentados, todos bebiendo de jarras de cerveza.

Llegamos a una gran puerta, se abrió y delante teníamos una gran fiesta... no me esperaba esto. Me quede de veinte: con la boca abierta por unos segundos.

Con una ultima sonrisa a Pia me adelante a mi grupo - Vaya!, esto es sorprendente. Espero nos inviten un trago - dije alegremente mirando los enanos borrachos.

Mire a Zik - Vas a presentarme a Tuk, ¿verdad? - le interrogué de manera amable.

No fue lo único que hice, observe por sí tenían armaduras y armas en alguna parte, también, sí trabajaban en la forja.