Partida Rol por web

Cuando Ruby se lanza a decirme cosas después de la sanación, respondo:

- No sé dónde se ha metido. Confía en él. -digo solamente, aunque se me nota tanto temor como el que ella misma tiene.

A poco que hubiesen hablado, sabría de sobra que somos amigos de la infancia, por lo que me asusta muchísimo pensar que le pasase algo, pero a la vez sé que es muy duro de pelar.

Más tarde, Renall se había lanzado en mi persecución mientras esquivaba a los Magitec, aprovechando la distracción y los huecos, con lo que cuando llega su ayuda es el mejor momento posible: su ataque lanza a uno de los Magitec por mitad del combate, haciendo retroceder desequilibrado al que está delante mía y distraerse al de la derecha. Dada la situación, realizo el movimiento más lógico: lanzo una de mis combinaciones de golpes contra el que se había distraído, generándole no una gran herida, como era típico de este arma, sino una docena de cortes menores, causando una malfunción a todas sus extremidades antes de hacerlo caer.

No obstante los giroscopios del otro reaccionaron más rápido de lo que querría, obligándome a defendeme una vez en mitad de la combinación de golpes y casi golpeándome después, hasta que una flecha le atraviesa alguna clase de sistema en el cráneo, haciéndolo fallar en el golpe al perder algo importante, y antes de que tenga oportunidad de recalibrar lo que sea, le corto el brazo armado antes de patearlo.

- ¡Tempi! Gracias, amigo. -le digo justo antes de ver la tremenda explosión.

El reflejo del fuego en mis ojos muestra a las claras el profundo temor que me invade.

- ¡Dariuuuuuus! -grito hacia las llamas, deseando salir corriendo a verificar que todo está bien, pero entonces la tormenta de hielo arrecia, arrebatándonos esa posibilidad.

Los cristales de hielo, afilados como cuchillas, surcan el aire. Dado que veo que ya no necesitamos preocuparnos de los Magitec, tomo a Tempi con un brazo, acercándolo a mi cuerpo, mientras el último escudo que he elaborado trabaja a toda potencia, incansable, reduciendo pero no evitando el daño de esa tormenta gélida.

Fénix, guárdanos en tu cálido regazo. No me importa si aquí he de morir, pero protégelos a todos. Rezo en silencio al ver la furia elemental desatada.

- ¡Renaaaaall!¡Aquí! -grito hacia la blanca pared de la neblina helada que se había levantado.

Acerco a Tempi a mi cuerpo, cubriéndolo de la peor parte de la tormenta de hielo, mientras comienzo a alejarme de su epicentro, cuando veo una figura de ojos luminosos salir de la densa ventisca, hablando en el mismo idioma arcano que empleo para mi magia, pero usando palabras desconocidas para mí, lo que indica que muy frecuente no debe de ser esa magia. Con la mano agarrotada agarro la espada mientras me giro para seguir cubriendo a Tempi parcialmente con mi cuerpo, pero entonces reconozco a Eladamri cuando se echa sobre nosotros recitando ese hechizo. El resultado son unas runas de luz en el suelo a nuestro alrededor y dejar de sentir la tormenta de repente.

- Eladamri, resiste. -le digo ahora, sosteniendo su mano en mi hombro para que no se desplome, sin gritar por estar parcialmente congelada y baja de energías. Lo toco con la mano, sintiéndolo frío, y finalmente llevada por la desesperación de saber que ya no tengo más energías ni más ether para reponerlas, aprieto la marca de mi pecho para infundirme serenidad y entereza. No termino de entender cómo, pero siento que mis deseos de proteger a todos, con sus imágenes pasando velozmente por mi cabeza, se vuelven casi tangibles, emitiendo después una onda de calor que rompe la escarcha de mi piel, emitiendo una ráfaga de viento cálido que envuelve a todos, de Darius a Kiel pasando por todos y cada uno de mis aliados, incluida Euphemia con su siniestra mueca, despejando el temor mientras las heridas se cierran, sintiéndose protegidos para lo que esté por llegar.

Con los ojos nublados, veo cómo Sasha hace "algo" frente a Euphemia, haciendo que la tormenta cese mientras suelto a Tempi.

Menos mal... pienso justo antes de caer yo también hacia adelante, con los ojos en blanco y Eladamri casi encima.

Aura me gritaba para que fuera con ella pero para mi no era mas que un ruido lejano distante, un eco perdido en la lejanía. La mire mientras gritaba, lo veía en cámara lenta, ella gritándome con su escudo levantado esperando que llegara a el para resguardarme de la explosión mágica que iba a provocar Euphemia. En otro momento tal vez hubiera actuado diferente pero en ese momento casi al borde del colapso solo me guiaba por mis instintos por lo que moví un pie lentamente, luego el otro un poco mas rápido, luego el siguiente un poco mas rápido y así hasta acabar corriendo hasta donde estaba Aura.

Llegue por los pelos al escudo para refugiarme pero nada mas hacerlo caí de bruces al suelo, totalmente agotado y sin energías para mover ni un solo músculo, mis brazos chorreaban sangre, mi cara tenía varios cortes leves que hacían deslizarse varios hilos de sangre por ella y mi ropa tenía cortes por todos lados, incluso había una marca de una estocada por la espalda que por suerte solo llego a rozarme, en definitiva estaba totalmente cubierto de heridas, aún así no me curaba ninguna de ellas ¿porque? eso es algo que solo yo sabía. Así que ahí estaba a los pies de Aura, Eladamri y Tempi con mi espada tirada al lado mía bocabajo y totalmente inmóvil aun consciente pero con unos ojos vacíos y que aunque ninguno de ellos lo podría apreciar lo único que me había mantenido en pie hasta ahora era la pura fuerza de voluntad por lo que en cualquier momento caería inconsciente cuando era voluntad fallara o el objetivo de esta fuera cumplido.

Cuando llegas donde Aura, logras ver que hay una especie de barrera alrededor de ella y Tempi la cual las está protegiendo de la helada

A duras penas consigues arrastrarte al interior de la barrera y te desplomas en el suelo.

- Por favor camaradas hagan caso a la teniente y mantengamos la posición! No se emocionen y salgan corriendo tras las fuerzas de Magitec! La teniente nos ha padido simplemente que mantengamos la posición ... los soldados de Lucius podrán ir tras ellos pero nosotros debemos mantenernos hasta que la teniente diga lo contrario para no caer en una trampa! Gritó Isabeau a los otros cadetes del equipo cuando algunos parecían separarse por su cuenta con suma facilidad antes de acercarse de nuevo hacia Mae para susurrarle con posición marcial:
- Seguimos manteniendo la posición teniente o vamos detrás de los Magitec como lo han hecho los soldados de Lucis? - Entonces la joven exploradora Semi-Aven espero con disciplina la respuesta mientras que apuntaba a un par de soldados rezagados de los Magitec con una mínima cobertura antes de disparar les

Por un momento se paró el tiempo para dar paso a una enorme explosión helada, los cristales de hielo vuelan en todas direcciones y aunque trato de cubrirme, no soy capaz de evitar unos cuantos cortes. Al menos hasta que Aura se expone más a la tormenta helada para agarrarme, cubrirme y protegernos a los dos con su magia.

Pero eso no era suficiente, en cualquier momento el escudo cedería y nos veríamos envueltos en medio de la mortal ventisca; cuando todo parecía perdido llegó Eladamri conjurando magia de la que solo había oído hablar a mis padres; pero sabía que el poder mágico que acompañaba a las pabaras del elfo era inmenso y que sería capaz de protegernos, igual que sabía que manejar todo ese poder no iba a ser gratis.

Y no solo eso, una ola cálida cubre toda la zona curando nuestras heridas, no tengo duda de que ha sido Aura, con su último hálito de energías; que también cae inconsciente. Observando perplejo todo, no puedo hacer más que mirar, soy un mero espectador que no puede actuar. - Eladamri, Aura, por favor despertad, tenemos que volver a casa.

En mitad de mi lamento aparece Renall, cubierto completamente de heridas que no se han curado por alguna razón, y visiblemente agotado cae también. A mí aún me queda algo de magia, y aunque esté casi seguro de que no va a servir para nada contravengo a mi propia razón y gasto todo el poder que me queda para recuperar las energías de mis tres compañeros que no se pueden ni mover. - _{Por favor, Por favor, Por favor.-} Susurro para mis adentros.

Pude notar la magia curativa que recorre mi cuerpo pero no es hasta que se para cuando puedo mover la cabeza para ver a Tempi, le sonrío un momento y trato de ponerme en pie lo cual al principio no sale bien. La curación de Tempi había sido leve ya que se había dividido entre los tres.

Con mi primer intento caí de rodillas y gracias a que puse las manos en el suelo no me di de cara, al segundo bastante mas lento y apoyándome en la espada pude ponerme en pie, lo primero que hice fue mirar hacía donde se supone que estaba el hielo, pero ahora ya no había nada avancé hacía donde estaba antes el epicentro de la explosión mágica mirando en todas direcciones y buscando cualquier mínimo rastro de donde podía estar Euphemia. Seguía sin entender muy bien el porque me había obsesionado tanto con ella, suponía que era amor pero nunca lo había sentido antes y ahora me atacaba con tanta fuerza que era imposible resistirlo, era tan fuerte que me ponía a mi mismo en peligro mortal sin siquiera pensarlo... era algo... que no sabia como describir pero me gustaba mucho.

Enfunde mi espada me puse una mano en el pecho y sane mis heridas del todo, no tenía sentido no hacerlo ya, ahora que no había rastro de la dhampira solo me retrasarían.

-Haced lo que queráis, continuar con la misión sería lo mas razonable, yo me voy a buscarla.

Si buscarla implicaba fallar la misión que así fuera no me importaba pero no podía continuar la misión tal y como habían pasado las cosas, simplemente no podía. Entonces busque con mas detalle cualquier rastro de por donde se podría haber ido. Tenía que haber algo.

El poder desatado de Euphemia me pilló totalmente de improviso, corriendo hacia aquella colina en la que esperaba encontrar a Darius.

Me encantaría decir que resistí, como una firme roca y que la tormenta no me afectó lo más mínimo, pero no fue así. Aquel golpe inicial me tiró al suelo con violencia, y fui notando cómo aquel frío parecía convertirse en cuchillas que prácticamente cortaban mi piel. ¿De dónde había salido aquello ahora? Fuera como fuera, si no se paraba aquello pronto, todos acabaríamos congelados.

En cuaquier caso, poco importaba ahora todo eso para mí. Tenía un objetivo claro, uno que ni siquiera iba a dejar que una tormenta de hielo me impidiera alcanzar.

Asi pues, con un gesto dolorido y haciendo de tripas corazón, me puso en pie, con un gran esfuerzo. Y, usando mi antebrazo como protección para mi cara, continue abriendome paso en dirección a aquella colina, decidida a no detenerme hasta que no diera con Darius, aunque cayera en el intento.

Sin embargo, la tormenta cesó, de la misma forma inesperada y violenta en la que había cesado llevándose, además, de paso, a todos aquellos molestos Magitec.

En medio de todo aquel caos, no sabía quién había sido el responsable, ni quién había detenido aquella devastación. Lo único que sabía es que, de nuevo, podía reanudar aquella búsqueda, y eso me provocó una enorme sensación de alivio.

Con un nuevo gesto de esfuerzo, pero imparable en aquella ocasión, continué corriendo, mientras veía como las tropas de Lucis parecían ahora venirse arriba, y tomar control de la situación. Por mi parte, sólo esperaba llegar a tiempo.

Estaba sintiendo como aquella fuerza se estaba desatando, conocía sus alcances y era la primera vez que se manifestaba sin que estuviera su abuelo cerca, sabía que sería un problema, pero estaba que lo fuese solo para el enemigo mientras sus aliados se mantuvieran alejados. Ya, lista para dejar se manifestara, sintió la voz de alguien, demasiado cerca para que estuviera a salvo. Renall estaba ahí, había llegado hasta donde ella y deseaba salvarla, la dhampiro soltó un suspiro de aflicción, ahora que lo veía ahí, preocupado por ella, no quiso que muriera, no quería que nada le pasase...

— ¡NO... idiota.. vete... ve...— sus ojos se clavaron en él, pero su frase se vio cortada, su cuerpo dejaba de pertenecerle — Re-Renall... ve... — extendió su mano hacia él, indicándole la dirección contraria o quizás si él la tomaba, evitaría lo que estaba por pasar, pero era demasiado tarde, y mientras sus ojos perdían todo brillo, una lágrima congelada calló por su mejilla, justo antes de que aquella sonrisa de profunda maldad asomara en su rostro... Se había liberado aquella bestia y Euphemia había desaparecido por completo...

Luego de la tormenta pierdes la conciencia, cuando despiertas, te encuentras en un claro con la tenniente observándote.

Vaya escenita allí atrás, si no te sello con ninjutsu podrías haber matado a alguno de los nuestros. ¿Podrías decirme qué sucedió en el campamento de Lucis? - dice la teniente con serenidad mientras se cruza de brazos.

Se sienta de golpe, llevándose la mano a la frente, la cabeza le duele y le da muchas vueltas, aun confundida por lo que había pasado, pero recordó en el acto que había sido lo último que había hecho y miró a todos lados, dándose cuenta que era un claro y que la teniente estaba delante de ella. La miró de mala forma y sus ojos violetas se fueron a otro lado, sin embargo había un rasgo que había cambiado en ella por completo. Su cabello se había vuelto negro. 

— pensé que le habían dicho — ni siquiera sabía si el dirección estaba enterado — les dije a todos que se mantuvieran alejados, pero no... debían acercarse, tontos — comenzó a ponerse de pie, estaba débil, pero era testaruda — el combate no ha acabado, debe ir, los demás... — se cayó en el acto, se estaba preocupando por el resto lo que era ridículo viniendo de ella, por lo menos eso pensaba.

La acometida de Lucis basta para terminar de hacer pedazos las fuerzas magitec. Sin embargo, el combate había cobrado su cuota, cinco soldados de Lucis habían muerto y otros diez estaban heridos.

Por parte suya tenían a cuatro heridos, dos inconscientes, Eladamri y Aura; y otros dos con heridas moderadas, Renall y Ruby, quienes no sólo estaban heridos sino hechos un manojo de nervios.

Tanto Ruby como Renall estaban bastante preocupados por Euphemia y Darius quienes habían desaparecido junto con la teniente Mey.

Por fortuna para Ruby, Darius no tardo en aparecer junto con un grupo de heridos de Lucis.

Descuida, después de lo que hiciste, a los magitec no les queda mucho que ofrecer a esa batalla, te aseguro que sólo será cuestión de un par de minutos para que los oficiales de Lucis ordenen el contraataque.

Ahora, por favor, explícame qué paso contigo. - insiste Mey en su pregunta.

Al final quedó sentada y miró a la mujer, se mordía el labio inferior con fuerza, casi hasta llegar a lastimarse, conteniendo las ganas de preguntarle por el resto.

— ¿me expulsaran? — preguntó con evidente temor en la entonación de aquella pregunta, pero ante la pregunta que volvió a formular, ella bajó la cabeza — es algo que está dentro mío... un demonio que sellaron, puedo controlarlo la mayor parte del tiempo... pero a veces... a veces se desata — sentía vergüenza al contar aquello — pero esta vez quise desatarlo, él lo pidió y yo accedí, por eso corrí hacia las lineas enemigas, por eso les pedí que no se acercaran... — tomó un mechón de su cabello, su poder mágico tardaría en recuperarse. 

Nadie va a expulsarte, pero no vuelvas a hacer algo tan estúpido como eso niña, el poder de los demonios no es cosa de juego, por ahora está sellado, pero si lo liberás voluntariamente, pues bien, sólo digamos que podrías no volver a ser tu. Nyah

Bien el ruido del combate va cesando, creo que es hora de volver. - dice la teniente ofreciéndote su mano para ayudarte a ponerte de pie.

casi hizo un puchero luego de la reprimenda que le estaban dando, haciendo un morrito con los labios, pero ya más aliviada de que no iban a expulsarla, si se iba, no podría saber nada sobre sus padres. Así que al final asintió y tomó la mano de la mujer para ponerse de pie, aún no sabía cuándo volvería su magia, sin embargo era casi tan peligrosa con ella que con su guadaña, la que tomó mientras se ponía de pie.

— eso quiere decir que... que si se vuelve a desatar por su cuenta... — preguntó casi en un susurro, nunca ha tenido claro quien realmente tenía el control — ¿podría volver a sellarlo?... digo... ¿cómo supo que hacer? — uno de los mayores miedos que tenía de ir al jardín era que su abuelo no estaría para controlarla (lo que también era un alivio), pero ahora se enteraba que había otra persona con la habilidad de mantenerla a raya — ¿podría liberarme? — al preguntar eso, la esperanza se asomó en su voz.

Después de aquella explosión, Darius aterrizó cerca de la acometida de Lucis. No había calculado el salto, ni había medido donde caería, simplemente se había limitado a salir lo más rápido de los alrededores de la artillería justo antes de que desaparecieran en medio de aquella bola de fuego. Sin tener mucho tiempo a reaccionar, se vió lanzado una tercera vez al combate, esta vez acompañado de las fuerzas de Lucis. Para cuando la última arma se alzara para dar fin al combate, Darius se encontraba desclavando la lanza del pecho de uno de los soldados magitec. Lejos ahora del punto inicial de la contienda, a su vuelta ayudó a algunos soldados a volver hasta el antiguo campamento.

El Ronso no presentaba su mejor versión, cubierto con una mezcla de aquella sangre negra de los magitec, con claras señales de sangre carmesí en su uniforme, el cual, había sufrido bastante. Dayka, también herida, permanecía agarrada al hombro del Ronso como si le fuera la vida en ello, tampoco había sido el mejor día para la dragona. Al acercarse al campamento, pudo ver a Ruby acercarse hacia él. Al verla, no pudo evitar mostrar aquella hilera de dientes y colmillos afilados en una amenazadora mueca que, en cambio, era su forma de mostrar una sonrisa. - ¡Ruby! ¡Estás bien! - cambió la dirección de sus pasos para ir al encuentro de ella.

Estaba tan preocupada por Darius, tan ofuscada por lo que pudiera haberle pasado, que ni siquiera reparé en que Aura y Elamdari estaban, a aquellas alturas, inconscientes.

De haber sido así, quizás me habría sentido culpable por dejarlos atrás, aunque lo único que apremiaba en aquel momento, en el que los nuestros parecían haber empezado a tomar el control, era encontrar a Darius con vida.

Al principio solo fue una gran mota en medio de una nube de polvo. Una que, poco a poco, fue tomando la gran forma del ronso, con un andar algo diferente al que yo tenía identificado como suyo, pero no por ello menos Darius.

Y, por si no quedaba claro, su sonrisa y su saludo hicieron el resto.

-¡Darius! - nunca, en mi vida, me habia sentido tan aliviada. Por un instante, fue casi como si estuvieran a punto de fallarme las piernas, después de aquella gran oleada de tranquilidad que me recorrió en milésimas de segundo.

No dije nada más. Sólo eche a correr hacia el, sin molestarme en frenar, como si aquello ahora no tuviera importancia. Tenía ganas de reir y de llorar al mismo tiempo, de puro alivio y de pura felicidad. Y, en cuanto choque contra el, ni siquiera pareció importarme que mi cuerpo se quejara, con una nueva dosis de dolor en la reciente herida de mi pecho, por la fuerza de abrazo. Sólo cerré los ojos, con una sonrisa en los labios y un par de lágrimas de alivio cayendo por mis sucias mejillas- Menos mal que estas vivo.... - fue lo unico que atiné a decir, más preocupada ahora por no soltarlo por si volvia a evaporarse.

No esperaba aquella carrera de Ruby, no al menos hasta chocar con él. Abrió los brazos cuando se le abrazó, sujetándola por la espalda con la mano izquierda durante unos segundos. Se alegraba de verla bien, de que estuviera viva. No quería reconocerlo, pero la habría echado de menos de no volver a verla. La estrechó con algo más de fuerza dejando que su propia preocupación y miedo se esfumaran a lo largo de aquel abrazo, y solo pasado unos segundos, acabó por separarse unos centimetros de ella y mirarla de arriba a abajo. - ¿Estás bien? ¿Estás herida? - fue lo primero que le preguntó, viendo la herida que tenía en el pecho. Torció el gesto de la boca, en una mueca de preocupación antes de usar el pelaje del antebrazo para secarle aquellas lágrimas. - Los humanos teneis un dicho que dice algo así como... ¿Perro malo nunca muere?  - le preguntó a Ruby, antes de darle un segundo abrazo, más corto y aun así, para él, necesario. - Vamos a buscar a alguien que pueda curarnos. Me he bebido todas las pociones que tenía. - Le invitó a agarrarse de él para caminar de vuelta. Él intentaba disimularlo, pero hacia uso de la lanza para apoyarse y andar con más soltura y rapidez.

- ¿Y los demás? ¿Están bien? - preguntó, pero al volver con los demás y ver la situación en la que estaban sus compañeros. Al primero que vió fue a Renall, junto a quien se paró para ver como estaba. - ¿Cómo estás? - Pero su vista acabó en los cuerpos de Eladamri y Aura, y durante unos segundos se quedó petrificado. - No. - murmuró más para él que para nadie más mientras mantenía el corazón en un puño. Miró entonces hacia el resto de los heridos, pero su prioridad se convirtió en Aura. - Mira como está, por favor. - le pidió a Ruby, señalando en dirección a Eladamri, quien tampoco estaba consciente, mientras el mismo se agachaba junto a Aura, dejando su arma a un lado.

Lo primero que hizo, fue comprobar que la elfa estaba viva. Y tras comprobarle el pulso, soltó un largo suspiro cargado de alivio. - Aura. - Le dio un par de golpecitos en la cara. - Aura. - le volvió a dar otro par de golpecitos. - AURA. - alzó algo más la voz, pero esta vez no le dio golpecitos. Miró a su alrededor. - ¿Alguien tiene una poción? - alzó la voz, para después volver a centrarse en reanimar a la elfa.