Partida Rol por web

El pelirrojo encontró una hebra de esperanza de la que colgarse al ver cómo su prima arrugaba el entrecejo. Por un lado le daba vergüenza haber sido descubierto en sus morros internos pero por otro deseaba que ella le conociera la suficiente para entender que no estaba bien, que hacía tiempo que no lo estaba y que la necesitaba más que ese bebé.

Pero la duda de Skyler quedó en nada y de algún modo, Robin encontró alivio en ello como si no estuviera preparado para admitir, a través de su prima, lo perdido que estaba.

Perdido. Tal vez aquel era el sentimiento que llevaba toda la mañana haciéndole obsesionarse con los caminos y los regresos. Sí, debía ser aquello.

Cuando las puntas de sus pies ya podían ver las escaleras, sus pupilas encontraron algo mejor: a su padrino, y convencieron a las primeras para girarse hacia él.

— ¿Dónde va? —pensó sin curiosidad por el "dónde" sino por el "por qué" — ¿Y lo de descansar? —le turbo que ni desayunara ni durmiera, e incluso se mosqueó preocupado.

Su confusión quedó dicha con su postura, medio arrugada, a camino de un encogimiento de hombros y la muestra de sus palmas recogiendo miríadas preguntas ¿qué haces? ¿no duermes? ¿dónde vas? ¿por qué fuera? ¿intentabas escurrirte? ¿comerás?

— ¿Va todo bien?

Nick intentó sonreír con confianza. Era un truco que había aprendido durante el camino de vuelta a Nueva York, cuando Jack estaba de mal humor. Era un truco que había aprendido de Donna. Se le daba mucho mejor que a ella, pero intentó resultar convincente.

- Sobrino - saludó como si tal cosa.

Bajó el último escalón y se colocó frente a Robin.

- Me alegro de verte. Voy a salir; no es un secuestro, creo. Si lo es y piden un rescate no les deis más que comida, a Skyler, a Clem pero no al perro y tal vez a uno de los críos de Morgana. Te redactaría una lista, pero no tengo papel aquí.

Era su forma de ser. Las bromas eran un buen fuego de artificio para distraer la atención.

- En fin, que volveré pronto, ¿vale? Seguramente me encuentre con los demás de camino.

Ante el primer comentario de Kane Trish se encogió de hombros. Llegados al punto en el que estaban, en que los supervivientes habían conseguido algo que podían llamar rutina, ese era un pensamiento casi optimista. Sin embargo eran muchos los que no habían sido importantes y habían recibido esa inesperada y desagradable visita. En cualquier caso, la chica no se sintió más tranquila al escuchar al pistolero, pero únicamente porque para eso habría tenido que estar inquieta. Había crecido conociendo el miedo continuo, y no sólo a los alados. Cuando todo era una amenaza, al final acababas por asumir que morirías, y eso era precisamente lo que le permitía vivir. Además estar en el Morris tenía sus riesgos, pero era mucho más tranquilo que el mundo de fuera.

Con su pregunta una sonrisa que sólo tenía una pizca de orgullo y adornó su rostro.

—Veinticinco gramos de cardamomo —enunció, siendo esto mucho menos de lo que le habían pedido originalmente. Su expresión se suavizó entonces, volviéndose un poco más pícara—. Y un porro a medias.

Finalmente, ante la oferta del hombre, dio un paso atrás, ya separándose de la mesa para marchar junto a su hermana.

—Pues gracias —le dijo—. Si quieres ayuda con lo que sea, avisa.

No esperó la respuesta de Kane. En lugar de eso echó ya a caminar.

—Vamos a ver al bebé —concedió, sin ocultar que eso no le desagradaba en absoluto.

Trish no aguardó a estar a solas para seguir hablando: no era ese tipo de persona, y menos con alguien con quien convivía. Más bien lo que pasó fue que no se calló mientras se marchaban, y lo siguiente lo dijo ya saliendo del lugar donde acababa de desayunar.

—A lo mejor tendríamos que hacer turnos de quedarnos con él, o algo —valoró en voz alta, hablando mientras se le ocurrían las cosas. Era prácticamente como si pensara en voz alta—. Igual que tenemos los de guardia. O bueno, si no molesta mucho supongo que puede estar por ahí mientras hacemos cosas, o lo que sea.

La muchacha era consciente de que habían quedado cosas por responder por parte de su hermana, pero ni se le pasó por la cabeza insistir, al menos por el momento: antes habían sido interrumpidas, y ahora estaban de camino a ver a un crío que probablemente no estuviera solo. Lo que sí hizo fue dedicar a Cass una sonrisa.

—Debemos dar una imagen de seguridad total si alguien nos deja a su crío —comentó, medio en broma, como si estuviera a punto de añadir un «como se nota que no nos conocen». Pero era innegable que contar con el Morris era casi un seguro de vida—. Tengo curiosidad por si es de alguien que conozcamos. No parece que sea un caballo de Troya, como si tuviera una granada o algo así dentro, sino más bien al revés.

La joven se levantó siguiendo la estela de su hermana, un ligero cabeceo en dirección al hombre como gracias y un suave golpe de cadera para arrimar la silla a la mesa fue su despedida de la sala común, las manos de Cass continuaban en los bolsillos aunque ese hecho no dificultaba su avance. La voz de Trish llegaba hasta sus oídos pero su mente estaba inquieta, sus ojos perdidos al frente, como si lo que les esperaba fuese una encrucijada vital en vez de un mocoso llorón y cagón. -Espero que esté dormido- fue su pensamiento mientras asentía a la muchacha.

-Eso si es suyo, -comentó en referencia a quien se hubiese colado, o más bien a quien lo hubiese planeado -hay mas de una persona en esto. El agujero de la valla... no pasa alguien más grande que tú. Pero yo tampoco creo que tenga nada peligroso dentro, quizás es él quien corre peligro por sus padres, o vete saber qué.

Calló acabando la frase de cualquier forma, empezaba a desvariar con sus conspiraciones y no quería trastornar a su 'peque' con sus idas de olla, porque ella era consciente cuando eso sucedía. Por eso no hablaba muchas veces, prefería guardarse esas ideas para sí misma, al menos hasta que tuviese algo sólido que las apoyase.

Al entrar en la cocina con intención de fregar la vajilla Kane descubrió que alguien se le había adelantado. Tan sólo el plato que había usado Trish estaba sucio pues los que habían usado el resto para desayunar ya estaban limpios y colocados para que se secasen al aire. A juzgar por la humedad que pudo ver aún presente dedujo con rapidez que no hacía demasiado rato desde que alguien los había lavado, seguramente mientras él estaba en su habitación. 

No tardó apenas en dejar el plato tan limpio como los otros, sumergiéndolo en el barreño que solían usar para fregar, y cuando volvió a salir de camino al huerto alcanzó a escuchar algunas voces en lo alto de la escalera que llevaba al primer piso, como si Cass y Trish se hubiesen encontrado a más gente al subir. 

Los pasos de Cass y Trish en busca del bebé condujeron a las dos chicas hacia las escaleras que subían al primer piso, desde donde se escuchaban en ese momento un par de voces.

Así, las dos hermanas se encontraron en su camino con el escritor, vestido para salir de regreso al exterior, y con Robin, que se había despojado de su ropa de abrigo y estaba hablando con él. 

Las últimas palabras de Cass habían dejado a Trish pensativa, al menos durante unos segundos. Sin embargo en cuanto vio en su camino a Robin y a Nick aplazó de nuevo la conversación en la que estaban y dejó que su rostro se iluminara.

—Buenas —los saludó mientras acababa de subir las escaleras y, ya en el piso de arriba, hizo un gesto hacia el más joven de los presentes—. Gracias por el desayuno —dijo antes de mirar al escritor alzando un poco una ceja—. ¿Tú no te ibas a dormir?

Robin se quedó completamente helado por las palabras de su tío. ¿Es que se había levantado en el infierno? Ese día todo el mundo estaba raro, salvo Shamira y Cass, y a lo mejor, el perro, eso no lo tenía muy claro.

Ese hielo, sin embargo, fue picado por la preocupación que hizo jugar a sus pies a perseguir los de Nick.

— ¿Crees? —espetó como disparo de salida antes de toparse con las hermanas.

Al escuchar algo del desayuno, sus ojos atendieron casi como si hubiese escuchado su nombre pero no le dio más importancia que un resaludo original.

— Se va a algo que con suerte no es un secuestro —respondió por él con protesta—. ¿Me dejas el abrigo?

Regresando al huerto, echó oído para saber de quien se trataba, imaginaba que era Skyler y Robin con el crío, pero prefería satisfacer su curiosidad antes de proseguir su camino hasta el huerto y atender a sus labores diarias.

Al poner el oído Kane pudo reconocer las voces de Trish y Robin, justo al terminar las escaleras, pero de asomarse lo suficiente como para poder echar un vistazo vería que allí también estaban Cass y Nick, al final de las escaleras que subían al primer piso.

Viendo de quien se trataba, Kane decidió proseguir hasta el huerto donde empezó su rutina habitual. Recortar los brotes que sobresalían, remover la tierra, regar con cuidadoso escrúpulo las distintas parcelas. Mientras hacía eso no pensaba, prefería no hacerlo dado el alud de emociones y hechos que se habían acumulado por la mañana. Haberse refugiado en su habitación no había ayudado, necesitaba ejercitarse para no pensar.

Al menos en ese lugar podía hacer algo de provecho, algo positivo, se repetía, combatir los fugaces ramalazos de culpabilidad que, en ocasiones, llamaban a la puerta con el fin de convencerle de que seguía siendo el asesino que fue, que terminó disfrutando de ello, tantas saetas envenenadas.. pero que con el tiempo fueron volviéndose menos nocivas y más extrañas. El huerto era terapéutico.

La aparición de los dos familiares en su campo de visión hizo volver a Cass al presente, un levantamiento de cejas hacia el pelirrojo fue el escueto saludo que le dedicó, al fin y al cabo hacía nada que se habían despedido. Estaba por decir algo distendido al hombre cuando las palabras de Robin hicieron que frunciese el ceño.

-¿Solo? -chasqueó la lengua, ella no era la más indicada para criticar esa acción pero tampoco podía "darle sus bendiciones" ante la preocupación del muchacho -Kane está en el huerto, podría cubrirte...

Ella y el escritor habían comenzado muy mal, cuando lo conoció Cassandra estaba segura que él era el culpable de lo que le había pasado a su hermana y le tenía reservado un futuro agrio, al menos en su mente. Pero eso había sido con la sangre caliente y el cerebro enturbiado por la rabia. Al conocerlo, y conocer los detalles de su alianza con Trish, no pudo menos que agradecer que se hubiesen encontrado. No le gustaría que le pasase algo malo, era parte de la familia.

- Era una broma, Robin - aclaró Nick.

Luego miró al coro que se estaba formando a su alrededor. Era imposible salir del hospital sin un interrogatorio completo y sin dos o tres lapas pegadas al abrigo. Por Dios. Y luego Skyler decía que a lo mejor era él el padre del niño, ¿cómo? ¡Si se sentía observado por un enjambre de chavales las veinticuatro horas!

Alzó una mano para explicarlo todo despacio. 

- Me iba a dormir. No puedo dormir. Voy a salir a dar un garbeo. Voy a salir a dar un garbeo yo solo - añadió -. Vendré antes de que lleguen los demás, o me los encontraré en la calle o algo. 

Estuvo a punto de añadir "no se aceptan preguntas", como solía decir su agente cuando era famoso, en aquellas infernales ruedas de prensa. Se contuvo; aunque fueran un coñazo era bonito que se preocuparan por él.

La ceja derecha de Trish se alzó hasta formar un arco cuando Robin dio aquella explicación. Sus ojos se desviaron a Nick con una sonrisa, a medias como si le evaluara, como si de verdad fuera su madre o algo así y pudiera negarle el derecho a salir si sus explicaciones no le convencían.

Por supuesto, aquello era sólo una broma. Y con la pregunta del pelirrojo la muchacha se quitó la prenda y se la tendió sin preguntar ni por qué, ni para qué. Ya se lo devolvería. Luego, ante la intervención de su hermana, ella no dijo nada, aunque sí le gustó que ella pensase en la seguridad de Nick.

Finalmente llegaron las explicaciones del escritor... O algo así. En realidad no decía gran cosa, pero Trish sabía que su compañero sabía salir de casi cualquier apuro que pudiera encontrar. Así había sido durante años. Y si se creyera en peligro, se lo hubiera dicho. De modo que la chica se encogió de hombros y se hizo a un lado para dejar pasar al hombre. Además, daba por hecho que lo que iba a hacer tenía que ver con Jimmy. Quizá fuese a realizar su encargo, o a pedir más referencias de él. En cualquier caso, confiaba en Nick, en sus capacidades y en su criterio.

—Venga, anda —dijo la muchacha acto seguido—. No tardes demasiado.

Cass lo miró con cara de quien no se acababa de creer lo que decía, la ceja izquierda alzada, la comisura del labio de ese mismo lado fruncida y los ojos ligeramente entornados. 

-Claro, -dijo en voz baja -disfruta.

No aclaró de qué esperaba que disfrutase el escritor, aunque quien conociese algo su humor ácido podría pensar que se estaba refiriendo tanto al aire gélido del exterior como al calor despedido por otro cuerpo.

-¿Vamos?

Su mirada dirigida hacia su hermana no duró mucho, sin esperar contestación comenzó a alejarse. Ya de espaldas sacó una mano del bolsillo y la sacudió una sola vez a modo de despedida.

Robin giró su cabeza hacia Cass con velocidad e igual de acelerado asintió repetidamente tres, cuatro, siete veces antes de que Nick confirmara que iba a ir solo.

Sus manos mostraron más calma al escuchar que no se trataba más que de un paseo para airearse. A lo mejor necesitaba sudar los nervios por la visita de esa tan molona Karina.

Tomó el abrigo de Trish, agradeciéndoselo con una sonrisa — Te debo una —con un gesto de cabeza se corrigió un matiz—. Otra más. Gracias, si lo necesitas antes de que vuelva coge el mío, está en mi habitación, en el armario, pero no hagas ruido que está Mattata dormido con Skyler.

Explicó mientras se abrigaba para dar un paseo, él solo, de casualidad cerca de su padrino pero no con él, claro. Ambos solos. — Esto sigue siendo un país libre —había dicho Morgana y a Robin le valía como excusa para meter mano a su ansiedad y atarla en alguna esquina.

Antes de irse atendió a una linea prácticamente inescuchada de pensamiento y volvió a mirar a Cass —¿en el huerto? — ¿Y está bien? Kane, digo. —fue bajando la voz a medida que hablaba al ver que la mancha negra ya se alejaba.

Nick consiguió no parecer extrañado. ¿Habían respetado su decisión? ¿Qué tramaban? ¿Por qué no insistían en seguirle? Quizá era porque ya no era un secuestro. Nick solía llevarse a Trish a muchos de sus encuentros con mafiosos porque la chica siempre encontraba la forma de ser útil. Pero a un paseo habiendo vuelto ya de uno... no le interesaba. Tomó nota por si podía usarlo en el futuro.

- Bueno, pues... pues eso. Que vengo en seguida.

Y con semejante frase épica, digna del Premio Hugo, cogió la puerta.

Con esa despedida Nick comenzó a bajar las escaleras que le llevarían al piso inferior y, de allí, a la calle. Robin, al ver que el escritor se marchaba ya, no esperó respuesta a la pregunta que había lanzado y salió tras él. Cerca, pero no juntos.