Partida Rol por web

Finales y principios

Viviendo el fin de todo (Ambientación)

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29/09/2016, 20:25
Narradora

¿Qué sucedió? ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Podrías preguntar a cada uno de los habitantes de Nueva York y recibirías una respuesta diferente por cada uno de ellos. Lo único que está claro es que nadie sabe con certeza en qué punto se torcieron las cosas y que estamos inmersos en un proceso irreversible.

Fin del mundo, lo llaman los más agoreros. Fin del ciclo, los más esperanzadores. De una forma u otra, lo que está claro es que esos seres que caminan entre nosotros, solares y lunares, están involucrados. Puede que al principio trataran de pasar desapercibidos, de disfrazar su influencia como decisiones de los humanos, pero hace mucho que la mascarada terminó y no temen mostrarse ante nosotros, intimidarnos con su majestuosidad.

Algunos dicen que los solares y lunares son la causa. Otros, que la consecuencia. En cualquier caso, está claro que tienen un papel que jugar en el fin del mundo…, al igual que muchos de los hombres que sobreviven en este tiempo de maleficios.

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29/09/2016, 20:33
Narradora

Aunque resulta difícil recomponer las piezas de un puzzle cuya imagen ni siquiera conoces, no son pocos los que han intentado comprender cómo hemos llegado a una situación como esta. El testimonio de eruditos que han sido lo bastante hábiles para sobrevivir, buscadores que han buceado durante incontables horas en la red y personas tenaces con ansias de encontrar una explicación a lo que sucede en el mundo ha servido para recomponer los hechos que a continuación se relatan, si bien la veracidad de todos ellos está en entredicho. Como suele ocurrir con los hechos históricos, cuánto más nos remontamos más difícil es diferenciar el mito de la realidad, y según parece, la situación que ahora vivimos se inició hace mucho, mucho tiempo.

 

De acuerdo con la traducción de antiguas tablas sumerias, en la antigua Mesopotamia, cuna de la humanidad, los solares y lunares ya se encontraban presentes, dejando patente su influencia a lo largo de toda nuestra historia. Allí eran venerados como dioses, criaturas que debían ser reverenciadas… y temidas. En esta cuna de las civilizaciones, en la Edad Antigua, los primeros escritos cuneiformes ya hacen menciones sutiles a los alados. Por supuesto, los autores de estos escritos describían la representación física de los alados adaptándola a la estética de la cultura mesopotámica. Aunque los seres sobrenaturales que se describen son hombres de tres metros de altura, con la piel pálida y largas barbas rizadas, es fácil intuir que se trata de solares. Estos celestiales ya influían en el gobierno de las primeras civilizaciones. Por lo que sabemos,
ellos mismos pudieron ser los promotores de la civilización; quizá la escritura no fue más que otro de sus regalos. Desde luego, los métodos para perpetuar la cultura y las normas sociales fueron una herramienta útil para perpetuar la era de Piscis. Sea como fuere, los solares dejaron su presencia mediante la imposición del inmovilismo y el orden celestial. Mientras tanto, los caídos lunares dejaban sus propias improntas en la lucha por romper ese orden establecido que encorseta a la humanidad.

Su influencia se hizo más evidente en el Antiguo Egipto, en torno al 1300 antes de Cristo, cuando el faraón Ankhen-Atón cae y le sucede el misterioso Semenejkara. Aquellos teóricos de la conspiración que creen que toda nuestra historia ha estado marcada por solares y lunares cuentan que Semenejkara era realmente Nefertiti, esposa de Ankh-en-Atón, que, aconsejada por un lunar, toma el mando y, adoptando un rol masculino, introduce la idea de la femineidad en las figuras de poder, algo que perduraría en las culturas alejadas de las religiones monoteístas.

La influencia de estos seres se hace de nuevo sutil tras la caída del Antiguo Egipto, aunque perdura en forma de leyendas, habitualmente protagonizadas por artefactos místicos. Al igual que los lunares y solares poseen capacidades más allá del potencial humano, lo mismo ocurre con sus herramientas. Los objetos celestiales tienen usos inimaginables, e incluso cuando su función es la misma que su contrapartida mundana, su efectividad es mucho mayor. En la iconografía cristiana aparece el Grial, un objeto santo con propiedades curativas y nutricias. El caldero de Gundestrup, fechado en el siglo II, hace referencia a dioses celtas y es a su vez una representación del Caldero de Sangre, al que se atribuyen cualidades de abundancia, inspiración y regeneración. Probablemente no sea coincidencia y tanto el Grial como el Caldero sean símbolos de una herramienta usada por lunares o solares a lo largo de los siglos. La lanza de Longinos sería otro ejemplo: aunque de nuevo la mitología cristiana la convierte en un objeto sagrado, muchas otras leyendas atribuyen a esta arma energías místicas más allá de toda comprensión. En algunas versiones la lanza posee vida propia o está imbuida por un espíritu maligno, en otras es sinónimo de muerte, y en algunas es portadora de ira divina. Como sea, lo más probable es que esa lanza (o lanzas, ya que podría tratarse de más de una) fuera olvidada en algún conflicto pretérito entre anunnakis y sombras.

Durante el Medievo los monjes mantuvieron vivo el recuerdo de solares y lunares caracterizándolos como ángeles y demonios de una forma que ha perdurado hasta nuestros días. Sin embargo, de aquellos tiempos solo se conservan mitos y versiones exageradas de las historias, quizá en parte porque la Orden del Temple, que parecía mantener alguna clase de alianza con los lunares, fue exterminada en Francia en el siglo XIV. En ese momento solares y lunares prácticamente desaparecen de la historia, aunque hay quienes quieren ver su influencia en el Renacimiento y en la Revolución industrial, dos momentos clave que hicieron a la humanidad tal y como era antes de la caída: tecnofílica, complaciente y pagada de sí misma.

Como una manzana lista para caer del árbol.

 

Sin duda alguna, el año 2019 marcó un punto de inflexión. La mayor parte de nosotros no reparamos en la importancia de la llamada «peste neonatal» hasta que fue demasiado tarde. Empezó en Rusia, afectando a madres que sufrían abortos sin pista alguna de lo que podía causarlos. Cuando esta enfermedad comenzó a extenderse a países aledaños como Lituania, Georgia y Polonia, EE. UU. cerró sus fronteras. Cuando el Gobierno ruso salió en todas las televisiones asegurando que estaban trabajando en una cura, la red hirvió con una verdad más siniestra: estaban practicándose abortos «preventivos». Los teóricos de la conspiración dicen que esta deleznable actuación había sido propuesta por los solares, que todavía se ocultaban entre los hombres, pero si existe alguna prueba de ello, está oculta en lo más profundo de algún edificio en ruinas.

Ese punto de inflexión vino acompañado de crecientes disturbios en las grandes ciudades. Millones de personas, hartas del capitalismo salvaje que nos había vendido la globalización como una oportunidad, se enfrentaron a los intentos de manipulación cada vez más claros por parte de los gobiernos, y esto propició el fin de todo. Pero la gota que colmó el vaso fue la aparición de lunares y solares. El 26 de julio de 2020 todos lo vimos por la televisión: un hombre alado cayendo del cielo, envuelto en llamas, enzarzado en una lucha con una criatura demoníaca. Ambos peleaban a muerte mientras se precipitaban a toda velocidad sobre Washington. El ser alado acabó empalando a su adversario en el ápex metálico del obelisco monumento a Washington y ascendió a los cielos. Cualquier ser humano con una televisión, móvil u ordenador con conexión a Internet presenció que, como siempre habíamos sospechado, no estábamos solos en el universo.

Aquello lo transformó todo: científicos y telepredicadores divulgaban sus teorías por los medios a todas horas, la gente hablaba, los gobiernos callaban… Los teóricos de las conspiraciones creyeron. Se rumoreó incluso que la célebre Área 51 alojaba una nave de estos seres «celestiales» (o alienígenas, según a quién preguntaras). Por supuesto, nada de eso se pudo demostrar con hechos y, a pesar de que en aquellos tiempos todo el mundo tenía una cámara de fotos y una grabadora integrada en sus teléfonos, nadie podía mostrar imágenes más claras que las del incidente del 26 de julio.

Ese mismo año, las estructuras sociales comenzaron a derrumbarse, primero poco a poco y después a toda velocidad, como una bola de nieve. Mientras la presencia de los solares era cada vez más evidente, los humanos nos empeñamos en volvernos unos contra otros. Tras los gobiernos cayeron los ricos, y tras ellos, todo aquel que tuviera algo que otra persona pudiera ambicionar. Las personas buscaron compañía en otros semejantes a ellos, uniéndose a bandas, sectas o autoproclamados nuevos gobiernos. Durante los meses siguientes la televisión dejó de emitir y la radio lo hizo poco después. Su frecuencia quedó relegada a los pocos radioaficionados que todavía deseaban comunicarse con los demás, fuera para predicar o para combatir su soledad. Los periódicos aguantaron un poco más, pero al final solo quedó la red, repleta de conocimiento, pero sin que nadie tuviera interés por incrementarla y documentar el presente. Después de todo, ¿quién piensa en dejar algo para las generaciones venideras cuando no tiene un mendrugo de pan que llevarse a la boca?

En cuestión de trece años destruimos toda nuestra civilización, para lo bueno y para lo malo.

 

Dice un viejo dicho que «de aquellos barros, estos lodos». Conocieras o no el viejo mundo, somos herederos de él. El mundo entero está aislado, compuesto de grupúsculos que luchan por sobrevivir. Sin ir más lejos, aquí, en Nueva York, quienes tienen más influencia son las bandas, y dentro de ellas, las minorías étnicas como los chinos y los italianos, que fueron lo bastante listos como para cerrarse en sí mismos y protegerse unos a otros cuando comenzaron los saqueos. Países enteros han hecho lo mismo, como Japón, del que nada se sabe desde hace tiempo, como si prefirieran lidiar con sus propios demonios, tal vez incluso en un sentido literal. La red parece ser el único medio de saber lo que ocurre en el mundo, pero la mayor parte de la gente no tiene acceso a Internet ni conocimientos para utilizarlo.

Un día corriente para cualquiera de nosotros, habitantes de una nueva era, encierra cierto parecido con los tiempos pretéritos: ganarte el pan de alguna forma (desempeñando tu papel dentro de un colectivo, rebuscando entre los restos o extorsionando y robando) para después dedicar el escaso tiempo libre del que dispones a tratar de buscar un divertimento para olvidar lo mal que está tu vida, autocompadecerte o, si eres ambicioso, tratar de mejorar tu situación. Algunos todavía tienen una fuerte conciencia social y tratan de ayudar a los demás, «hacer un mundo mejor», como suelen decir. Desconfía de ellos. La mayoría solo busca su propio beneficio, y los pocos que sí tienen buen corazón suelen acabar mal. No son tiempos para héroes.

Respecto a los solares y lunares, ya no se ocultan. No les hace falta ninguna. En algunos lugares, como aquí, dejan que nos las apañemos como podamos, mientras que en otro sitio nos gobiernan abiertamente como reyes o tiranos. Ellos parecen sumidos en su guerra y nosotros, en la nuestra, que no es sino la pura lucha por la supervivencia. Y sin embargo, si me preguntas te diré que creo que lo peor está todavía por venir, que todavía tenemos un papel que jugar en este tablero cósmico, que el tiempo de los maleficios todavía no ha llegado. Como me dijo un hombre sabio llamado Adán: «Cuando llegue el Plenilunio lo peor y lo mejor se tornarán la misma cosa». Puede que ese momento esté cerca, pero todavía no ha llegado.

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29/09/2016, 20:37
Narradora

Un hombre especialmente poético que conocí una vez definía así a Nueva York, la Gran Manzana, la Ciudad que Nunca Duerme, la Ciudad Tan Agradable que Fue Nombrada Dos Veces…, la Nueva Sodoma. Muchos nombres para un mismo sitio.

En el viejo mundo, la ciudad de Nueva York era el espejo en el que se miraba el resto de ciudades del mundo. No era la más poblada, ni la más limpia, ni la más noble, pero sí la más brillante. Un crisol de culturas en el que coexistían múltiples formas de vida, desde los yuppies enganchados al sistema capitalista hasta los bohemios que malvivían a cambio de mantener sus ideales románticos intactos. Por su variedad y relevancia, permíteme que ejemplifique todo lo que voy a explicarte para sobrevivir en la ciudad de Nueva York. En cierto modo, es como un ecosistema en sí mismo, y lo que voy a contarte de ella no difiere en gran medida de lo que sucede en la mayor parte del mundo, así que te será útil vayas donde vayas.

Desde 2019 hasta ahora Nueva York ha ido pudriéndose. Una ciudad tan grande requiere de muchas manos para mantenerla a flote. Ya no hablo de una policía que mantenga el orden, sino de servicios de limpieza y de mantenimiento. Si aún no has tenido que bajar a las alcantarillas… has tenido suerte. No sé cómo hay gente capaz de vivir allí. Los edificios también se han deteriorado, y las protestas que se sucedieron en la década de los veinte no ayudaron a mantenerlos en pie. Muchos están parcialmente derrumbados, y existen pocos intentos por restaurarlos. Solo aquellos que están en el territorio de algún grupo son preservados, porque los que se encuentran en tierra de nadie podrían dar pistas a otros supervivientes de que tienes recursos y merece la pena que vayan a robártelos. La discreción es una competencia valiosa en estos tiempos.

Al igual que antes de que todo se torciera, Nueva York tiene cinco distritos: Manhattan, Bronx, Brooklyn, Queens y Staten Island. Si quieres saber cómo eran antes, busca una guía turística. Hay muchas por ahí, ya que, como comprenderás, el turismo no está muy en boga últimamente… Yo voy a hablarte de cómo están las cosas ahora, porque es lo que necesitas saber para sobrevivir en esta ciudad.

 

Manhattan

Manhattan aglutina la isla homónima y algunas otras, como Roosevelt. Mucha gente vive todavía aquí, con una fuerte presencia de hispanos, la mayor parte integrados en lo que ellos mismos llaman la «Comunidad ». Son ellos quienes han mantenido el ferry que conduce a Staten Island y comercian con los hispanos y afroamericanos de allí. Todos los edificios emblemáticos se mantienen, aunque más bien como ruinas de lo que fueron. La Biblioteca Pública de Nueva York, sorprendentemente, se ha mantenido en un buen estado de conservación, pero el centro financiero alrededor de Wall Street no ha tenido tanta suerte. Los dos teatros de la avenida de Broadway y en general el Teathre District han sido reclamados por una banda conocida como los Silhouettes. Pero posiblemente la zona más fuerte del condado sea Chinatown, una auténtica fortaleza difícilmente accesible. Dentro de Chinatown también hay guetos, como Pequeño Tokio, un lugar donde todo el mundo se conoce y es necesario que alguien responda por ti para asegurarte de salir con vida. Central Park se ha convertido en un sitio poco recomendado para visitar, incluso de día. Hay una cosa más que debes saber de Manhattan antes de que pasemos a otra cosa: nunca vayas al SoHo. No necesitas saber por qué.

 

El Bronx

El Bronx es la única parte de Nueva York que no se encuentra en una isla. Sin duda como consecuencia de su origen como barrio intercultural, las mafias son frecuentes en este distrito, especialmente la italiana y la irlandesa. Es, por tanto, un lugar peligroso para vivir. El metro permite acceder allí de forma más o menos segura, ya que los siete puentes que todavía se conservan, están controlados por diferentes grupos mafiosos. Algunos cruzan el Harlem en barca por la noche, pero las mafias lo saben y tienen vigías dispuestos a saquear a todo el que llega a tierra firme.

 

Brooklyn

Como el anterior, Brooklyn siempre fue un distrito caracterizado por la inmigración, aunque en este caso los afroamericanos eran mayoría. Así es ahora, si bien no conforman un grupo unido, sino una heterogenia de bandas y sectas de carácter religioso. Esto, unido a otros grupos más pequeños, hace que moverse por Brooklyn sea complicado por los conflictos a pequeña escala que pueden surgir en cada momento.

 

Queens

Queens es el distrito más grande de Nueva York, y en él se encuentra el aeropuerto, bajo el control de una banda de origen militar conocida como las Tres Cruces. El Jardín Botánico también ha sido tomado por un grupo, en este caso por los Buscadores del Nuevo Edén, que mantienen las plantas del lugar y comercian con ellas. Queens está dividido entre grupos de europeos, hispanos y asiáticos, que han alcanzado cierto grado de organización mediante asambleas y pactos. No obstante, resulta difícil saber quién mantiene buenas relaciones con quién en cada momento.

 

Staten Island

Allá donde el resto de distritos se ha deslavazado, con su población disgregada en múltiples grupos, Staten Island ha conseguido mantenerse cohesionada en torno a tres grandes grupos que han negociado la paz: los Mártires del Paraíso, los Jacobistas, y la Hermandad Blanca Osiríaca. Con todo, yo no me fiaría, cualquier incidente «diplomático» podría acabar con ese espejismo de democracia.

 

 

Si vas a pasar un tiempo en esta ciudad, más vale que conozcas los lugares de interés, sitios que tarde o temprano acabarás visitando o de los que alguien te hablará esperando que los conozcas. Yo creo que, como mínimo, son los siguientes:

 

Catedral de Saint Patrick

En el corazón de Manhattan se encuentra este templo cristiano. Su apariencia es impresionante, hay que reconocerlo. Desde hace diez años es un lugar donde comer caliente, solo si eres uno de sus corderitos y haces lo que te dicen. No es un mal trato, pero algunos preferimos tener nuestro propio albedrío. La persona que recibe a los recién llegados es una tal Dorcy, pero el que de verdad manda es el padre Putnam. ¿Que cómo sé todo eso? Bueno, todos hemos pasado hambre alguna vez, y comer caliente en medio de un invierno frío es una gran recompensa por un precio muy pequeño.

 

Biblioteca Pública de Nueva York

Seguro que conociste la biblioteca en tiempos pasados. La verdad es que se parece mucho a lo que era, pero ya no podrás sacar libros de allí. Ahora la habita una pareja bastante amable, un tal Hermes y su esposa Judith, y te dejarán consultar lo que quieras si eres cordial. De hecho, es posible que te ayuden con las búsquedas. Parece existir un pacto tácito en la ciudad para respetar la biblioteca, aunque no sé si alguien vendría a ayudar a estos dos filántropos si fuera asaltada.

 

Liberty Island

¡Oh! ¡Cuántos inmigrantes contemplaron con esperanza la Estatua de la Libertad a lo largo de los años! Ahora es un sitio un tanto tétrico, alumbrado por velas, según me han dicho, y habitado por alguna clase de culto cuyo nombre desconozco. He oído que mantienen comercio con varios grupos y que parecen gente afable, pero que hay algo en ellos que hace que no terminen de parecer trigo limpio. Yo haría caso a los rumores.

 

Rikers Island

La antigua prisión de Rikers Island no deja de ser una isla con unas buenas infraestructuras para su defensa. Muchos de los presos murieron o la abandonaron hace tiempo, pero otras personas llegaron allí pensando justo lo que estoy diciéndote. Por lo que he oído, han establecido un sistema autárquico que funciona, aunque basado en el poder de la fuerza bruta. No he conocido a nadie que viviera allí, así que no sé decirte si es un buen sitio para ir a parar o no.

 

Little Italy

En esta ciudad siempre han existido guetos, y este es uno de los más antiguos. La mafia siciliana ya era fuerte cuando la sociedad se desmoronó, y asumir el poder del barrio fue algo natural para ellos. Ahora es un buen lugar para vivir. No aceptan a nadie que no sea de los suyos, pero más allá de las barricadas hay negocios, restaurantes… Todo, autogestionado. Existe una apariencia de normalidad difícil de encontrar en otros puntos de la ciudad.

 

SoHo

Está bien, es posible que mi consejo de antes no fuera suficiente y necesites saber por qué no hay que ir al SoHo. Verás, está aislado por nuestro propio bien, para que nada salga. Lo habitan… monstruos, a falta de una definición mejor. En algún tiempo quizá fueron hombres, pero ahora apenas son sombras hambrientas. De hecho, los llamamos «hambrientos». Yo nunca he estado allí, pero he oído cómo gruñen a unas calles de distancia y no necesito verlos para saber que son peligrosos.

 

Los túneles y el mercado del Hall Central

El metro de Nueva York sigue muy, muy vivo, al menos en Manhattan. Algunas mafias y bandas han conseguido rehabilitar parte de las líneas y las ofrecen a cambio de un pago. Otras partes son accesibles a pie, y algunas han quedado cegadas indefinidamente por algún conflicto entre grupos. Por cierto, nunca, nunca vayas al SoHo en metro. Su estación es accesible, pero como ya te he dicho, el barrio está cerrado. La estación de metro más importante es la Grand Central Terminal, en cuyo hall está el mayor mercado que conozco. Puedes ir cuando quieras, porque siempre encontrarás puestos abiertos. Si algo que quieres se puede comprar o vender, se puede conseguir en el mercado del Hall Central. Muchos túneles del metro tienen «grupos de seguridad». A menudo son simplemente civiles que se agrupan en gran número para imponerse y mantener el orden, pero a veces hay zonas vigiladas por algunas de las bandas que intentan hacerse fuertes en la ciudad, mejor armadas y equipadas.

 

Empire State

También debo recomendarte que te mantengas alejado de este edificio, pero por razones bien distintas a las del SoHo. Todos hemos visto alados, solares, en el edificio. Creo que tienen allí su propia sede en la ciudad. A veces es posible ver a alguno de ellos en lo alto, montando guardia. Es, en definitiva, un lugar a evitar si valoras tu propia vida.

 

La Capilla de Pequeño Tokio

No creo que nadie vaya a hablarte de este lugar, pero cuando yo lo vi me causó una impresión tan profunda que deseo hablarte de él. Verás, yo había trabado amistad con un japonés y me dijo que conocía a unas mujeres que estarían interesadas en algo que yo había encontrado, una joya que parecía bastante valiosa. Me condujo a Pequeño Tokio, un pequeño gueto japonés dentro del barrio chino. Allí me llevó a una capilla subterránea que parecía muy antigua. Según me dijo, tenía más de doscientos años, porque había sido construida por los primeros chinos que llegaron a trabajar en Nueva York. La verdad, me lo creo. Era un lugar de plena serenidad y nunca he vuelto a sentirme tan tranquilo como cuando estuve allí. Si alguna vez tienes la ocasión de ir, no la desaproveches.

 

Metropolitan Museum

El Metropolitan es un lugar con mala fama, mucha gente lo evita porque dice que está encantado. Yo no lo sé, pero hago como si fuera cierto. Hazme caso, aléjate de allí. Vivirás más.

 

Cloacas

El viejo conducto del alcantarillado es un modo de trasladarse con cierta libertad por debajo de parte de Nueva York… si sabes lo que haces. Si no, probablemente mueras ahí dentro, ahogado en basura inmunda, por una mala caída en la oscuridad o simplemente de hambre cuando te pierdas. Yo no he estado porque no me dejaron, pero me han contado que hay escalerillas herrumbrosas que te dejan bajar por pozos estrechos. No hay nada de luz y el hedor es insoportable. Hay moho, suciedad, agua estancada y todo está podrido. No pinta bien, ¿verdad? Aparte de todas las ratas que te puedas imaginar, el lugar es un laberinto del que ya no quedan mapas globales. Nadie sabe qué hay realmente ahí abajo. Pero si tienes suerte y sobrevives puedes salir por las tapas de alcantarilla a alguna otra parte de la ciudad.

 

 

 

 

Es posible que estés preguntándote qué ha ocurrido fuera de la ciudad. Después de todo, el estado es grande y hay muchos sitios bonitos. Hace no muchos años me cansé de toda esta decadencia, agarré mi petate e hice una excursión al campo. No fue una buena idea. Las comunidades ahí fuera son mucho más endogámicas y valoran mucho su privacidad. ¿Ves esta cicatriz? Una bala de un granjero que valoraba mucho su privacidad. Lección aprendida.

Podría pasarme horas hablándote de sitios y sitios, pero seguro que solo conseguiría que te quedaras con los nombres de dos o tres y acabaría consiguiendo que te matasen por no recordar los sitios a evitar (SoHo, Empire State, ¿vale? Esos como mínimo). Creo que con estos datos podrás moverte por Nueva York con ciertas garantías.

 

 

 

Para aquellos más informados sobre el conflicto entre lunares y solares es bien sabido que en el Empire State está la corte de los solares, presidida por el regente Nathael. Este solar llegó a Nueva York durante los disturbios de los años veinte junto con un grupo que no ha hecho más que crecer. En aquellos tiempos tenía fama de sanador y mentor, pero con los tiempos se ha vuelto más reservado y ahora es un dictador más que otra cosa. Es como si fuera un comandante que ha dejado de recibir órdenes del alto mando y ya no supiera qué hacer sino proteger sus dominios con ferocidad.

A diferencia de los regentes de otras ciudades del mundo, Nathael es un gobernante en la sombra, que prefiere ejercer su influencia mediante la fuerza cuando es preciso y sin dar explicaciones a nadie. Permite que los hombres se dejen por llevar por sus instintos en esta «Nueva Sodoma», como en ocasiones la llama. De esta forma, la mayor parte de los neoyorquinos no tiene la sensación de ser gobernada por nadie, aunque su día a día sea observado como si se tratase de un terrario de insectos.

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29/09/2016, 20:39
Narradora

Aunque muchos se esfuercen por negar la evidencia, la sociedad en la que vivíamos se ha terminado para siempre. Ahora, si acaso, coexisten una serie de sociedades diversas, algunas más civilizadas que otras, que comparten un único denominador común: la supervivencia. Todos nosotros, de una forma u otra, hemos aprendido a adaptarnos a un mundo en el que ya no hay fábricas que producen sin pausa todo lo que demandamos, que no hay nadie que dicte las normas y, sobretodo, que ya no hay nadie que vele por nuestra seguridad.

 

COMER

Ocupando el primer lugar en nuestra lista de necesidades tenemos el alimento. En los viejos tiempos producíamos mucho alimento que podía preservarse durante bastante tiempo, pero todo eso terminó. Claro que quedan latas de conservas, leche en polvo y otros productos similares, y de hecho es un buen bien para comerciar, pero acabarán por terminarse. Así que valóralo, disfrútalo, pero no te acostumbres a él.

Una solución es cultivar frutas y verduras. De hecho, ya había quien lo hacía en los tejados de la ciudad en los viejos tiempos. Es una buena estrategia, pero necesita dos cosas: un terreno estable y tiempo. Lo primero es fácil de conseguir si formas parte de un grupo, y de lo otro todos tenemos una buena cantidad, pero en esta ciudad pasar demasiado tiempo en un sitio dejando al aire una fuente de recursos como un huerto te convierte en blanco fácil. De nuevo, formar parte de alguna banda o colectivo y que entre todos protejáis vuestro alimento parece una buena idea, sobre todo si no eres de los que viajan.

También tenemos animales, claro. Aunque todo se haya hundido, los animales siguen reproduciéndose y viviendo sus vidas, seguramente mejor que cuando estábamos para molestarlos. Tener un asentamiento de animales supone los mismos problemas que tener un huerto, con el añadido de que los animales hacen ruido (lo que atrae a más supervivientes ávidos de alimento) y que ellos también necesitan comer. Algunos se acostumbran a viajar con uno o dos animales que acaban comiendo y sustituyendo por otros, pero hay que tener sangre fría para eso.

Una última opción, claro está, es la caza y recolección. No solo me refiero a buscar animales o recoger frutos de los árboles, sino a ir adonde otras personas tienen sus animales y sus frutos y quitárselos. Muchos supervivientes utilizan ese sistema como modo de vida, al menos hasta que acaban encontrándose con alguien más preparado de lo que esperaban y acaban colgados, decapitados o de la imaginativa forma que invente el grupo para mandar el mensaje «aquí no hay comida, cuatreros». También rogar por comida, como hacen los pedigüeños que rondan Saint Patrick, puede considerarse una forma de recolección, pero déjame que te diga una cosa: si no eres capaz de ver ni controlar el grifo del que sale la comida, nadie te asegura que al día siguiente vayas a tener agua para beber.

Eso es todo. Piensa cómo quieres conseguir el pan que te llevas a la boca y hazlo lo mejor que puedas.

 

DORMIR

Nos guste o no, necesitamos descansar. Después de todo un día luchando por llevarte algo a la boca, querrás dormir en un sitio lo más cómodo posible. Nueva York, incluso en ruinas, ofrece muchos sitios donde cobijarse. Un edificio abandonado es una buena opción, aunque seguramente todo lo que pueda servir como cama ya habrá sido saqueado por otros supervivientes. Si no te importa dormir en el suelo junto a algunos restos (cristales, comida podrida, a veces cadáveres…, hay mucha variedad en este sentido) dormir será tarea fácil. Lo difícil, como en el caso de la comida, es hacerlo de manera continuada.

Debes entender que en estos tiempos el concepto «vivienda» es más amplio que nunca: ya no solo edificios de viviendas, sino edificios públicos como hospitales y colegios son buena opción para refugiarse. También el metro, aunque no todas las estaciones son recomendables y la mayor parte de ellas estará ocupada por alguna banda. Estadios y polideportivos están bien, pero no son tan buena opción como parecen y te dará la sensación de estar en uno de esos campamentos de verano. Los supermercados…, sí, yo también vi esa película. Y el resto del mundo. Puedes darlos todos por saqueados hace tiempo, y llenos de cadáveres putrefactos, restos de las luchas que se produjeron en su interior.

En definitiva, lo que hacen muchos supervivientes es agruparse en un sitio y trabajar juntos para hacerlo habitable.

Esto funciona siempre que las personas que formáis el grupo seáis uña y carne. En cuanto empiecen los roces, todo se irá a la mierda. Alguien llegará a un acuerdo con otros tipos y os traicionará para quedarse con el sitio, o se enfadará tanto que romperá la barrera que os separaba de otros supervivientes desesperados por saquearos. La repetición constante de estas situaciones ha llevado a muchos a convertirse en solitarios. Te hablaré de ellos después.

Volviendo al tema de descansar, puedes ser un nómada y viajar de un sitio a otro durmiendo cada día en un lugar. Pero eso tiene sus pegas: debes ser capaz de viajar siempre con lo puesto, lo cual suele suponer algo más de peso extra cada día, y siempre te encontrarás con otra gente, no toda con buenas intenciones. El descanso nunca será cómodo, pero oye, al menos verás mundo.

 

SERVICIOS PÚBLICOS

Hasta donde yo sé, cuando todo se puso patas arriba cada cual se preocupó de lo suyo y de nadie más, saqueando lo que pudiera y reuniéndose con su familia y amigos. Sin embargo, el agua sigue llegando a muchos grifos y las luces siguen funcionando, al menos si tienes bombillas. Posiblemente algún grupo se haya hecho con esos recursos y esté manteniéndolos, no porque tengan buen corazón, sino porque los precisan para sí y no saben cómo restringírselos a los demás. De hecho hay calles de la ciudad que tienen servicios cortados porque alguien sí lo sabe. Con este tipo de servicios públicos creo que todos evitamos la gran pregunta: ¿hasta cuándo vamos a tenerlos? Mientras tanto, nos dedicamos a utilizarlos con la seguridad de que nadie va a enviarnos una factura.

 

TRABAJAR

Seguramente hayas pensado que con el fin del mundo y todo eso se acabó lo de trabajar. Nada más lejos de la realidad. Ahora hay que trabajar más que nunca: si vives solo o en pequeño grupo tu trabajo será buscar comida y mantener vuestro refugio en buen estado y a salvo de ataques, y si formas parte de un grupo grande, algo así como una comunidad, tendrás un puesto de algún tipo. En algunas comunidades, como los kibutz, todo el mundo sabe hacer de todo y rotan en sus puestos, mientras que en otras existen puestos de trabajo e incluso algún tipo de sistema económico que les permite acceder a los bienes y servicios de los demás. En cualquier caso, trabajar es el día a día para todos nosotros, aunque muchos hayamos dejado atrás esas etiquetas como «soy médico», «soy pediatra» o «soy administrativo». Ahora se valora mucho más tu nombre y lo que sabes hacer más que nombres de puestos de trabajo que se quedaron vacíos hace tiempo.

 

COMERCIAR

La mayor parte de nosotros tenemos que comerciar. Las comunidades lo necesitan, porque puede que tú hayas encontrado un bloque de edificios genial para los tuyos pero que el agua potable no llegue y necesites obtenerla del grupo que hay al otro lado de la calle. El trueque es la forma de adquirir bienes y servicios ahora, lo que convierte la economía en algo inestable y que experimenta enormes variaciones según la parte de la ciudad en la que te encuentres. A grandes rasgos, conseguir una mala comida es fácil, conseguir munición o baterías es muy difícil y el resto de cosas está en la franja intermedia. Un caso especial son los vehículos, puesto que nadie suele desprenderse de ellos si no es por la fuerza. En su lugar, muchas bandas y grupos ofrecen servicios de transporte colectivo a precios económicos.

Y ahora voy a hacerte rico, o al menos todo lo rico que puede ser uno tal y como están las cosas. Memoriza esto: todo lo que llevas contigo y lo que sabes hacer es valioso para alguien, el caso es encontrar quién lo quiere. Puede que tú fueras carpintero en otros tiempos. Bien, encuentra a alguien que necesite reforzar su puerta para que no vuelvan a robarle. Puede que tus botas estén remendadas y no aguanten demasiado, pero si tienes hambre podrás cambiarlas por algo de comida para sobrevivir unos días más. Aprende a valorar lo que tienes y conseguirás lo que necesitas.

 

DEFENDERSE

Vivimos tiempos difíciles y toda persona debe ser capaz de defenderse. Entiéndeme, quedan personas buenas ahí fuera, pero en circunstancias desesperadas cualquiera de nosotros podría hacer una locura. Ayúdate a ti mismo y aprende a defenderte y, si es posible, procúrate un arma. Las armas blancas son mejores: fáciles de obtener, no dependen de un recurso valioso y escaso como la munición y hasta pueden servirte para otras cosas, como un buen cuchillo.

A la hora de defenderte, debes tener en cuenta varias cosas: la primera es que el número te hace fuerte, por eso es recomendable tener amigos. La segunda es que uno puede aprender a defenderse: un grupo equivale a protección, un grupo entrenado equivale a mejor protección.

Si en lugar de viajar de un sitio a otro has decidido establecerte, aplica esas dos ideas a tu lugar de residencia: será más fácil defenderlo si formas parte de un grupo y deberíais entrenaros para saber cómo defenderlo, porque cuando os ataquen tendréis una única oportunidad de salir bien parados.

 

DIVERTIRSE

Cuando viajes posiblemente no encuentres forma de divertirte, salvo que tu afición sea evitar emboscadas y rebuscar entre la basura. Las cosas no van demasiado bien en el mundo, pero aun así la gente necesita divertirse. Después de todo, el ocio no es sino una forma de escapar de la rutina. Los que mejor se lo pasan son los miembros de las comunidades: en algunos sitios todavía proyectan viejas películas, en otros practican deportes, y en todos hay algo parecido a bares y se practica el sexo. Sí, el sexo es una forma de diversión muy popular en estos días: es barata, muy relajante y te ayuda a conocer gente. Claro que también puede acarrear enfermedades o ser una trampa para robarte tus pertenencias, pero si algo así ocurre será que no has elegido bien a tus compañeros.

La diversión también puede ser una profesión con futuro: los artistas vuelven a proliferar, entendiendo estos en sentido amplio (¿te he dicho ya que el sexo está a la orden del día?), como cómicos, bailarines, lectores con habilidad para declamar… Si sabes hacer algo que haga reír o emocionarse a los demás, es posible que puedas comer caliente.

 

VIAJAR

Durante toda esta perorata he mencionado varias veces el viajar, y la verdad es que hemos hablado poco de ello. Tus piernas te capacitan para viajar, pero hay formas de hacerlo más rápido. En Nueva York algunas líneas de metro funcionan, y las bandas controlan otros medios de transporte de masas como autobuses o ferris. Como no son estúpidos, se sirven de ellos, bien para transportar a los suyos o bien para transportar a terceros a cambio de un pago. Incluso a veces se oye a un avión despegar o a un barco abandonar el puerto en dirección a alta mar. Es decir, viajar es posible, pero como siempre, cuanto más lejos quieras viajar más caro te saldrá, y no todas las compañías de viaje ofrecen las mismas prestaciones ni seguridad. Asegúrate de a quién confías tu vida al subirte a un vehículo.

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29/09/2016, 20:39
Narradora

Está claro que tenemos un espíritu de supervivencia. Tú mismo lo habrás notado: da igual lo mal que esté todo, sigues buscando algo que llevarte a la boca. Como los seres humanos somos criaturas de costumbres, la mayor parte de nosotros recurre a formar alguna clase de grupos: bandas, comunas, gremios, sectas… Otros, en cambio, son lo bastante fuertes como para sobrevivir por sí mismos o con el mínimo trato con los demás, a los que podríamos llamar solitarios. Un caso bastante particular de estos últimos son los buscadores, que todavía son capaces de sacar partido a la red.

 

La mayor parte de las personas elige formar parte de un grupo. Es cómodo, te ayuda a dormir un poco más seguro por las noches y, si eres afortunado, tienes alguien con quien compartir tus desgracias o desfogarte, si sabes lo que quiero decir.

Claro que formar parte de un grupo no es tan bonito como lo pintan desde fuera. Para empezar, los grupos tienen leyes, prohibiciones sobre lo que uno debe o no debe hacer, incluyendo a quién debe odiar e incluso cómo debe vestir. Si formas parte de un grupo asegúrate de que al menos sea de uno con el que te sientas cómodo. Además, un grupo suele tener líderes, gente que decide cómo hacer las cosas, pone las leyes y en general tiene un nivel de vida mejor que el tuyo porque cargan con el «martirio» del poder. En estos tiempos, además, los líderes suelen ser paranoicos y pensar que cualquier cambio en el statu quo es una amenaza para ellos. Si tú eres el líder de tu grupo, no te felicito: que los líderes sean paranoicos no quiere decir que no los persigan. Tendrás gente esperando verte caer para arrancar las migajas de tu cadáver.

Como si las leyes y los líderes no dieran bastantes problemas, los grupos tienen relaciones dentro y fuera del grupo. Las relaciones fuera del grupo son fáciles, pues las leyes y el líder te dicen a quién odiar y cuánto odiarlo, pero las relaciones internas…, amigo mío, esas son el verdadero fastidio. No todos se llevan bien dentro de un grupo, surgen los roces y estos provocan los conflictos, los cismas y, en definitiva, la disgregación. No son pocos los grupos que han acabado divididos en dos o destruyéndose a sí mismos.

Si a pesar de todo esto sigues queriendo ser parte de un grupo, ¡bienvenido! Cualquier grupo estará encantado de acoger a un nuevo miembro, al menos mientras tenga algo que el grupo necesite y pueda demostrar que no es un infiltrado de otro grupo (¿no te he hablado ya de la paranoia? Aprende a mantenerla a un nivel adecuado. Vivirás más).

En Nueva York coexisten multitud de grupos. Uno especialmente numeroso son las bandas, un conjunto de personas que adoptan algún tipo de vestimenta y modo de comportamiento para diferenciarse de los demás. No le andan a la zaga las comunas, agrupaciones de supervivientes que intentan construir comunidades autárquicas, con más o menos éxito. También son numerosas las sectas, colectivos unidos por algún tipo de creencia más o menos obsesiva que normalmente los conduce a ser destructivos con los demás o consigo mismos. Considerablemente menos numerosos son los gremios, que aglutinan a personas que comparten un mismo talento y que se ayudan a perfeccionar su arte.

Sean bandas, comunas, sectas, gremios o cualquier otro tipo de grupo, más vale que sepas de qué pie cojean antes de cruzar tus caminos con ellos. Aquí tienes algo de información valiosa. No hace falta que me lo agradezcas ahora: cuando sobrevivas a un encuentro con uno de estos grupos me traes algo de comida por el favor, ¿de acuerdo?

 

Mártires del Paraíso

Los Mártires del Paraíso son una organización cristiana ortodoxa compuesta en su mayor parte por personas originarias de Europa del Este. Afirman que este mundo es un reto que nos ha puesto Dios y que debemos intentar mantenernos sin pecado. Curiosamente, eso no les impide atacar a los que no comulgan con ellos, y su política de arrasar territorios de herejes es bien conocida. Los Mártires se han aliado ocasionalmente con la Iglesia del Nuevo Orden para expulsar a bandas de sus territorios. Cada comunidad de Mártires en la ciudad está regida por un cardenal y, según parece, se reúnen para tomar decisiones en grupo.

 

Silhouettes

Hay muchos grupos que utilizan su aspecto físico para mostrar su identidad, pero en eso los Silhouettes son únicos. Vestidos como mimos, son quienes mandan en la zona de Broadway, celebrando sus demenciales reuniones en los teatros. Según ellos mismos, no tienen un líder, sino que lo deciden todo de manera asamblearia. No lo sé. Hay algunos que son razonables, pero te prometo que otros están mal de la cabeza. Les gustan las armas de fuego y el fuego en sí mismo, así que tú verás si quieres hacer tratos con ellos.

 

Iglesia del Nuevo Orden

La Iglesia del Nuevo Orden es un ejemplo de cómo las personas, en situaciones extremas, abrazamos cualquier explicación que dé sentido a lo que nos sucede. La Iglesia del Nuevo Orden se formó por personas que abrazaron la religión con la llegada de los solares y lunares, construyendo una mezcla de creencias en la que se los considera ángeles y demonios respectivamente. Se dice que los solares han utilizado a la Iglesia del Nuevo Orden para sus propios fines, incluso como ejecutores de sus planes. La Iglesia está regida por la papisa Mary-Anne Borgstrom, una devota religiosa que reinterpreta todo lo que sucede de acuerdo con sus sagradas escrituras, una mezcla de la Biblia, el Corán e incluso escritos actuales de presuntos profetas.

 

La Banda de Big Dima

En los viejos tiempos el City Hall era el ayuntamiento de Nueva York, pero ahora es el lugar de una banda encabezada por Big Dima, un mafioso temido en toda la ciudad. Dima, como lo llaman sus amigos (aunque se cuenta que no tiene ninguno), también se conoce como el «Lobo Estepario», el «Oso Siberiano» y de otras mil maneras, aunque su verdadero nombre es Dimitri Sluzhenko. Puede que la banda de Dima no sea la más numerosa ni la mejor armada, pero su actitud y las estrategias de su líder la han convertido en la principal fuerza de poder en la ciudad. Se cuenta que nada ocurre en la ciudad sin que la banda esté implicada de algún modo, y que acceder a Dima es imposible. Para los que hemos visto algo de cine, Dima es un mafioso cinematográfico, de esos que amenazan sin decirlo, al menos hasta que sienten la necesidad de ponerte una pistola en la sien. Se cuenta que tiene todo tipo de negocios, pero no trafica con mujeres ni con niños.

 

Hermandad Blanca Osiríaca

Si te soy sincero, no sé si debería enumerar la Hermandad Blanca Osiríaca junto a todas estas otras bandas. Verás, son más bien un grupo de aficionados al ocultismo, especialmente sobre el Antiguo Egipto. No sé mucho más sobre ellos, aunque parece que usan la red para comunicarse y unos cuantos viven en Nueva York. Posiblemente no sean tanto unos fanáticos religiosos como un grupo que busca respuestas a las preguntas del presente en nuestro pasado remoto. Lo de considerarse una orden mística les gusta, no hay duda. De hecho, deben de vivir «ocultos» entre otras bandas, reuniéndose en sus «cónclaves» cuando las estrellas se alinean o alguna cosa de esas.

Una vez conocí a alguien que afirmaba ser parte de este grupo y parecía un tipo corriente y cabal siempre que no mencionaras a los alados. Si lo hacías, entonces se ponía a hablar de Taduhepa, la princesa mitania, y no sé qué más, relacionando todo tipo de mitos totalmente dispersos con los solares y lunares. La verdad es que sonaba tan rematadamente demencial que quizá hasta tuviera razón.

 

Tres Cruces

Las Tres Cruces es una organización creada por los militares que trataron de mantener Nueva York en orden antes de que todo se viniera abajo. En aquellos primeros momentos fueron lo bastante listos como para conseguir gran parte de los recursos de la ciudad, hacerse con el aeropuerto y otros terrenos cercanos e ir creciendo a partir de ahí. Su estructura es militar, rígida e inmovilista, y el general Barnes, líder de las Tres Cruces, opina que lo mejor que podían hacer los ciudadanos de Nueva York es reconocer su soberanía y ponerse bajo autoridad militar. Muchas bandas derrotadas siguen su propuesta y se convierten en ciudadanos de segunda dentro de los territorios de las Tres Cruces, sirviendo a los militares de diversas maneras (lavándoles la ropa, cocinando para ellos…).

 

Buscadores del Nuevo Edén

Los Buscadores del Nuevo Edén son un pequeño colectivo que administra el Jardín Botánico de Nueva York. De ideología neopagana, todos son veganos y la mayor parte, pacifista, aunque cuando trates con ellos te encontrarás con los no pacifistas, tenlo por seguro. Creen que la Tierra va a renacer, pero que necesita la fuerza de nuestras almas para hacerlo. Por ello, intentan vivir en comunión con la naturaleza en una ciudad como esta, como tratando de dar fuerza a la Madre Tierra desde una zona hostil. Dicen que están en comunicación con supervivientes de terrenos agrestes, y si es así pueden ser útiles si planificas alguna expedición fuera de la ciudad.

 

La Comunidad

Esta banda acoge a un colectivo latino multiétnico, en su mayor parte mexicanos y portorriqueños. En sus orígenes tenía cierto componente cristiano, pero ha ido perdiéndolo con el paso de los años. Durante mucho tiempo no fue más que una red informal de familias y pequeñas agrupaciones de supervivientes que se ayudaban entre sí, pero luego emergió la percepción de grupo y comenzaron a organizar grupos de defensa conjunta frente a otras bandas. Fue entonces cuando empezaron a denominarse la Comunidad y a extenderse por Manhattan. Su gestión corre a cargo de un gobernador elegido
democráticamente y asesorado por un consejo de ancianos. Actualmente el gobernador es Miguel Quintero, antiguo contratista que ha puesto su conocimiento a disposición de sus ciudadanos para mejorar sus casas y protegerlas en caso de ataque.

 

Los kibutz

La comunidad judía en Nueva York siempre fue extensa y bien organizada. Muchos ocupaban puestos relevantes en la sociedad antes de la caída, como médicos o abogados. Ahora, han tenido que reciclarse, pero ellos mismos admiten que han tenido que hacerlo en incontables ocasiones a lo largo de la historia. La mayor parte de judíos de la ciudad vive en kibutz, comunidades autárquicas regidas por los principios de propiedad colectiva, trabajo propio con pagos igualitarios, rotación de puestos y democracia. La verdad, ser judío en Nueva York en estos días puede granjearte un buen nivel de vida, siempre que estés dispuesto a no salir más allá del bloque de edificios en el que trabajarás durante toda la vida.

 

Verdadera Yihad

Esta banda es una pequeña parte de la comunidad islámica residente en Nueva York. Para muchos son unos valientes. Consideran a los solares y a los lunares enemigos de su pueblo y tratan de combatirlos. Organizan emboscadas y disponen trampas. También se enfrentan a los que parecen tener relaciones con los alados, como la Iglesia del Nuevo Orden. Son astutos, pero sus ataques suelen saldarse con muchas bajas en su bando. He oído que los organiza un antiguo profesor de la Universidad de Nueva York, pero desconozco si es cierto.

 

Las mafias

Sean la siciliana, la irlandesa o la rusa, en el fondo no difieren tanto unas de las otras: cogen un territorio con una fuerte presencia de miembros de su etnia y lo hacen suyo. Utilizan los recursos que poseen para ganarse la confianza del pueblo y, si es posible, se apropian de los recursos de sus rivales para revendérselos más caros o como forma de presión. Tienen un padrino o similar que suele ser el más inteligente, controlando a su gente mediante favores. Nueva York tiene muchos de estos grupos, aunque todos se achantan al oír el nombre de Big Dima. Con todo, intenta mantenerte alejado de ellos, ¿de acuerdo? Vivirás más.

 

Illuminati

En algunas partes de la ciudad han aparecido pintadas, marcas y otras señas dejadas por un grupo que se hace llamar los Illuminati. Fingen ser un grupo misterioso, pero no dejan de ser una organización de charlatanes. Dicen poseer reliquias de gran poder, pero no verás a ninguno enseñarte ninguna. Si las tienen, las guardan a buen recaudo. No han reclamado ninguna zona de la ciudad, aunque hay quien dice que han encontrado una forma segura de entrar y salir del SoHo. Honestamente, creo que es un rumor que ellos mismos han propagado para parecer más peligrosos de lo que son.

 

Los Dragones

La banda de los Dragones clava sus garras sobre Chinatown. Sus miembros se tatúan dragones por todo el cuerpo y protegen a la gente del barrio, convirtiéndolo en la fortaleza inexpugnable que es. La mayor parte de sus miembros son de origen chino y tailandés, aunque también aceptan japoneses como parte de su plan para conseguir que Pequeño Tokio se integre con el resto del barrio. La banda solo acepta jóvenes como nuevos miembros, pues el adoctrinamiento forma parte de su modus operandi. Su misterioso líder, al que solo los miembros veteranos conocen, se hace llamar Long Wang.

 

Yakuza Miyamoto

Si los Dragones son los señores de Chinatown, la yakuza Miyamoto lo es de Pequeño Tokio. La yakuza surgió de los mafiosos japoneses que residían en Nueva York, y su principal objetivo es mantener el statu quo del barrio. Tiene conexiones con Japón, lo cual los convierte en una fuente de referencia sobre lo que ocurre en el exterior. Onoda Kai es el nombre de su cabecilla, un hombre de mediana edad que exige que su círculo de confianza se guíe por los principios del bushido. Los demás miembros de la banda…, digamos que no desean saber los detalles de las actividades que realizan para cumplir sus órdenes.

 

Katanas

Los Katanas son una pequeña banda formada por jóvenes descontentos por la inmovilidad que impera en Chinatown y Pequeño Tokio. Son violentos, impulsivos y no tienen miedo a las consecuencias. Su número es escaso, pero su popularidad está creciendo con el tiempo. Los Dragones temen que si la popularidad de los Katanas crece la seguridad de Chinatown peligre, y la yakuza Miyamoto los considera algo pasajero. Su líder es un carismático hijo de inmigrantes llamado Qin Quire, que tiene una visión romántica de la cultura estadounidense de finales del siglo XX.

 

110 Katanas

Las 110 Katanas no guardan ninguna relación con los Katanas. De hecho, su existencia se remonta mucho más atrás que la de los jóvenes impulsivos de Chinatown. Se trata de una secta originaria de Japón, también conocida como la secta de las Trece Lunas. Está formada estrictamente por mujeres: cien soldados, otras ocho especialmente instruidas, una Bruja y una Maestra. Las 110 Katanas tienen su sede en Tokio, pero algunas de sus miembros se han infiltrado en Pequeño Tokio siguiendo las órdenes de la Maestra. Todas las soldados tienen una excepcional forma física, un gran coraje y una envidiable habilidad con la espada samurai. Según se cuenta, la secta está consagrada a la Luna y busca el equilibrio entre el orden y el caos. Para lograrlo, deben proteger a la decimotercera encarnación de la Luna, permitiendo así el cambio de ciclo y la entrada de la era de Acuario.

 

Jacobistas

Para muchos, los Jacobistas son una secta religiosa. Nada más lejos de la realidad. Los Jacobistas son un pequeño grupo asentado en Staten Island que comenzaron a denominarse a sí mismos de esta forma por su líder, Jacob Ostender. Jacob es un hombre de mediana edad experto en el uso del poder mediante la persuasión. No es extraño que la gente vea a los Jacobistas como un grupo religioso, porque para muchos Jacob es prácticamente divino, encerrado en su piso y permitiendo que solo lo vean los miembros de la comisión de gobierno que administra el lugar en su nombre. Yo hasta pongo en duda que Jacob siga vivo.

En el trato con los Jacobistas sé amable y ellos lo serán contigo. Sé razonable y ellos lo serán contigo. Insulta a su líder, amenázalos o haz un comentario inapropiado y sacarán las horcas y te colgarán en lo alto de su bloque de edificios como ejemplo.

 

 

No todo el mundo vale para formar parte de un grupo. Algunos lo han intentado, sí, pero al final han descubierto que la cosa no va con ellos. Son los llamados «solitarios», personas que prefieren estar solas a mal acompañadas. Muchos de ellos son callados y recelan de los demás, de manera que con el paso del tiempo han olvidado cómo comportarse en sociedad y pueden parecerte algo hoscos y agresivos si te cruzas con ellos.

Otros han perdido la cabeza y hablan para sí o tienen conversaciones imposibles de seguir. Sin embargo, donde muestran su talento es a la hora de sobrevivir, buscar recursos y sacarles todo su partido. Los solitarios con más fortuna acaban haciendo equipo con alguien como ellos, pero en la mayor parte de casos es una solución temporal y acaban volviendo a su vida aislada. La vida de un solitario no es fácil, pero te hace más duro.

Nueva York tiene un buen número de solitarios, más vale que conozcas a algunos de ellos.

 

Hermes y Judith

En el mundo antes de la catástrofe, Hermes era catedrático de Historia y Arqueología de la Universidad de Columbia, especializado en los Orígenes del Mito. Su mujer, Judith, siempre lo apoyó en su carrera, consagrada a preservar y proteger el conocimiento. Ya antes de que todo se torciese Hermes y Judith colaboraban con la Biblioteca Pública de Nueva York para que se mantuviese viva, y ahora son sus únicos guardianes.

Si llegas a las puertas de la biblioteca con ansias de conocimiento y eres cordial, posiblemente salgas del lugar más sabio y algo menos hambriento. Si guardas hostilidad en tu corazón…, bueno, ni Hermes ni Judith son personas violentas, pero muchos en esta gran ciudad les tienen aprecio. Solo un insensato se plantearía hacer daño a unas personas que no hacen más que dar sin pedir nada a cambio.

 

El bobo de la flauta

Este personaje es un misterio dentro de las rarezas que habitan Nueva York. Es un hombre grande y corpulento, vestido con harapos, capa sobre capa. Tiene una pequeña flauta de madera que toca con frecuencia, con aire distraído y pinta de bobalicón. Sus melodías suelen tener ritmos repetitivos; hace sonar la flauta de forma que a veces recuerda a fiestas navideñas y a veces, tétricas canciones de cuna. En cualquier caso, todas sus melodías tienen un aire siniestro. Es difícil saber cómo consigue que nadie lo ataque, robe o algo peor. De acuerdo, es grande, pero su cara de bobo inofensivo debería ser un reclamo para todo tipo de maleantes. Además, siempre está tocando sus extrañas melodías, por lo que no parece que se dedique a nada productivo.

 

Colbert Adam

Pocas personas se fijarían en Colbert, justo porque él lo quiere así. Parece un superviviente cualquiera, vestido con ropas de vagabundo y hurgándose en los bolsillos buscando las cosas que ha ido recogiendo por ahí. Sin embargo, Colbert tiene una cualidad cada vez más escasa: humanidad. Cuando se encuentra con alguien perdido o en dificultades no tiene problema en intercambiar unos cuantos consejos o hacer trueque con alguna de las cosas que recoge y no necesita. Es hábil matando y desplumando ratas y palomas, y aunque no habla mucho de su vida pasada, es posible que siempre haya sido un mendigo. En definitiva, Colbert ha aprendido a ser un elemento más del paisaje de esta Nueva York devastada.

 

Ramírez

Este mexicano, delgado, fibroso y repleto de tatuajes parece a todas luces un motero típico. Es lógico, ya que Ramírez formó parte de una banda de moteros que acabó destruyéndose a sí misma tan pronto como la gasolina comenzó a escasear. Después encontró refugio en una comunidad religiosa, pero se disgregaron después de que los Mártires del Paraíso quemaran el local donde vivían. Ramírez intentó encontrar supervivientes, pero los que consiguieron escapar acabaron muriendo a manos de algunos otros de los desalmados que pueblan la ciudad. Eso hizo que el mexicano se encerrase en sí mismo y optara por viajar en solitario y ser todo lo autosuficiente que pudiera. Si te encuentras con él y te pide ayuda, es porque estáis muy, muy jodidos.

 

Kharla y Diane

Estas dos treintañeras tienen fama de ser unas hábiles carroñeras y es fácil encontrarlas en el mercado de Lincoln Center o en el del metro. Kharla es una mujer de hombros anchos y origen portorriqueño, mientras que Diane es una canadiense cuya forma de hablar denota un origen para nada humilde, aunque intente ocultarlo soltando improperios cada vez que abre la boca.

Muchos piensan que Kharla y Diane son amantes, y es posible que haya algo de cierto en ello, pero también es verdad que a menudo comparten latas de comida y lecho con jóvenes bien parecidos. Tanto Kharla como Diane tienen una excelente puntería con la ballesta, como demuestran cada vez que alguien intenta robar algo de sus abultadas mochilas.

 

 

Cuando el mundo tal y como lo conocíamos se vino abajo, la gente empezó a preocuparse por encontrar comida que llevarse a la boca más que por actualizar su estado en la red social de moda. Los fallos eléctricos y la falta de mantenimiento hizo que muchos servidores informáticos cayeran o quedaran aislados de la red y todo esto acabó llevando a un abandono de Internet, aunque algunos todavía siguen conectándose a ella en busca de información y como forma de obtener lo que necesitan. Son los llamados «buscadores».

Un buscador típico ha encontrado un lugar para vivir lo bastante tranquilo como para instalar su equipo informático y pasar horas sin pensar en el mundo real. Los que cuentan con más recursos o habilidad instalan medidas de seguridad, como cámaras y alarmas, y se crean una identidad en la red lo bastante anónima como para que nadie los encuentre. Cuando quieren conseguir algo, utilizan mercadillos virtuales y acuerdan un lugar de recogida. Así, los buscadores pueden resultar bastante ineptos para desenvolverse en el mundo real, pero sin duda alguna son un recurso valioso cuando quieres encontrar una información o bien muy específicos.

 

El Americano

Así es como se conoce a uno de los buscadores más activos en Nueva York. Su apodo lógicamente no proviene de EE. UU.: se lo pusieron sus contactos en Japón, país en el que Internet está casi tan activo como en los viejos tiempos. 

 

Jellybean

Jellybean es conocido en Nueva York por ser un hábil facilitador de componentes electrónicos. Lleva mucho, mucho tiempo moviendo piezas, chips y demás que llegan al mercado negro de Chinatown gracias a sus contactos. En la red se dice que Jellybean se ha ablandado pero sigue teniendo «buena mierda». Si buscas pasta térmica o un nuevo ratón para tu ordenador, Jellybean es una buena opción.

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30/06/2017, 01:54
Narradora

El antiguo centro de salud Major Morris estaba situado en Sugar Hill, Manhattan. Estuvo durante mucho tiempo abandonado, después de que una inundación lo dejase prácticamente en ruinas, hasta que un grupo de supervivientes decidió adecentarlo como refugio y, poco a poco, se fue formando una pequeña comunidad en su interior. 

El edificio consta de tres plantas, aunque el sótano todavía sigue inutilizado por el agua estancada. En la planta baja todavía funciona la luz eléctrica. Es allí donde se puede encontrar el huerto y algunas zonas comunes, como la antigua sala de espera, ahora acomodada como sala común y comedor, la cocina, la despensa, la botica, la sala de entrenamiento o el taller. 

 

El primer piso es la zona más tranquila durante el día. Allí, además de las antiguas consultas acondicionadas como dormitorios, se puede encontrar una capilla, una antigua sala de archivos donde aún quedan algunos documentos del centro de salud algo deteriorados por el agua y el tiempo y el acceso a la azotea, donde se encuentran un par de depósitos que recogen el agua de la lluvia.