Partida Rol por web

Finales y principios

[Capítulo 2.3] Habitación de Trish

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13/10/2018, 22:14
Narradora

Nueva York, 13 de noviembre de 2037, 14.00.

El cuarto en el que se había instalado Trish había sido en sus tiempos una consulta del centro de salud. Estaba en la primera planta, estratégicamente situado entre el cuarto de Cass, que se unía al suyo a través de una puerta y el de Robin. La otra puerta daba al pasillo. Las dos chicas solían acomodarse para pasar las noches juntas, pero tenían sus espacios de intimidad. 

No había mucho mobiliario, la mayoría del que había pertenecido al lugar tiempo atrás había sido saqueado hacía mucho, o se había estropeado en la inundación que había dejado el sótano anegado, pero en los años pasados allí, habían conseguido algunos colchones y mantas, e incluso Trish tenía en su habitación un armario de metal algo estrecho, que había sobrevivido al agua y los saqueos, además de una mesa con un par de cajones. 

Aquel día, sin embargo, todo le recordaba a Nick. No necesitaba cerrar los ojos para recordarlo sacando los escombros y la basura de aquella misma sala, o para escuchar los chistes que hacía, amenazando con pintar las paredes de rosa y dibujar unicornios en ellas. Había sido él quien había conseguido la mesa, trayéndola de quién sabía dónde. Y él también la había ayudado a meter el colchón por la puerta. Todo el Morris llevaba impregnado en sus paredes la presencia del escritor que la había acompañado durante tantos años.

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15/10/2018, 00:49
Trish

Los pasos de Trish hacia su habitación fueron cada vez más lentos. Mientras recorría el pasillo del Morris, las escaleras y todo el camino hacia su cuarto todo se iba volviendo más pesado y se hacía más difícil caminar. Su cabeza ya sabía la verdad: la había escuchado de la mente de Robin y ella misma la había transmitido con su voz. Pero una cosa era saber lo que había pasado y otra asumirlo y seguir adelante. Hacía menos de una hora estaba caminando de vuelta al centro de salud, satisfecha tras conocer a la madre del pequeño. Ahora el mundo parecía un lugar distinto.

Lo más difícil de todo no era la ausencia: todavía no había tenido tiempo de sufrirla, ni de que esta rascase en su piel y en su psique hasta hacerle un buen agujero. Lo difícil era no tener a quién culpar. Robin sería un candidato ideal de no ser... De no ser Robin. Nick ni siquiera tenía que estar en el refugio de los Titanes ese día, de hecho ni el pelirrojo tendría que haber ido allí. Pero Trish sabía de sobra que el escritor sabía a lo que se exponía aún más que el chico, que el mundo era peligroso y que los accidentes y los ataques llegaban sin avisar.

Cuando por fin llegó a su habitación y abrió la puerta Trish se quedó en el umbral durante varios segundos. Parecía pensativa, pero en realidad su mente estaba demasiado sumergida en sí misma como para llamar a aquello pensar. Recordaba. Las imágenes se superponían unas con otras, como si el tic-tac de su cabeza se estuviera desfasando una y otra vez. Hacía sólo unos años que se habían asentado allí, y sin embargo aquello parecía de repente otra vida.

Finalmente la muchacha dio un paso entrando en su habitación. Una parte de ella aún se negaba a hacerlo, como si seguir allí sin Nick fuese algún tipo de traición. Menos de veinticuatro horas atrás habían hablado de marcharse de allí... Y no lo habían dicho en serio, pero la realidad era que él no iba a volver. Y esa realidad era áspera, salada y dura.

Trish cerró la puerta tras de sí sin mirar y se dirigió directamente a la cama. De camino sintió el impulso de ponerse el abrigo de Nick, de hacerlo así presente aunque fuera sólo un rato... Pero no fue capaz. Sin quitarse los zapatos se dejó caer de rodillas en el colchón y luego se desplomó. Su visión estaba desenfocada a pesar de tener la mirada en un punto de la pared. Se tapó con el abrigo, eso sí, sin pensar que aquello no era lo mismo que ponérselo. Y aunque una parte de la inventora quería distraerse, pensar en cómo ese día había hecho lo imposible no una, sino tres veces, e incluso había traído gente desde la otra punta de la ciudad... Todo el mundo era aún demasiado pesado. La realidad lastraba los pensamientos de la chica como un rato antes había lastrado sus pasos, e incluso una proeza como aquella palidecía al llegar la sensación de que había alguien a quien ya no se lo podría contar.

Nunca había querido pensar en él como un padre, pero en ese supo que le echaría de menos tanto como había extrañado a su familia. Sintió la impotencia, la frustración y se convenció de que nadie entendería cómo se sentía. Y sintió el miedo. Entonces sí, comenzó a sollozar, ahogando los sonidos de su respiración y de su llanto contra la almohada para no llamar la atención de nadie.

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15/10/2018, 12:17
Narradora

Desde su habitación a Trish le llegaron algunos gritos lejanos que, por la voz, parecían provenir de Skyler. Luego escuchó el sonido de pasos corriendo por las escaleras y después, de nuevo el silencio.

Notas de juego

Poco más que decir por ahora. Puedes seguir posteando a solas hasta que quieras salir o alguien suba.

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18/10/2018, 20:25
Trish

Apretando la boca contra la almohada, respirando de vez en cuando como si a veces se olvidara de ello, Trish escuchó aquellos gritos y aquellos pasos al correr... Y quizá esa fue la vez que mejor entendió a Skyler desde que la conocía. Aquel era un día duro para el Morris, sí, pero la muchacha no había sufrido sólo la pérdida de un líder, sino también la de un padre. Como Robin, sólo que él al menos estaba allí y no se había enterado por otros.

En ese momento una parte de Trish pensó que tenía suerte. En su estado de tristeza valoró que quizá sus propios padres también estuvieran muertos. Pero ella al menos había tenido la oportunidad de dejar que murieran un poquito cada día, de acostumbrarse al frágil equilibrio entre la realidad y la esperanza. El padre de Skyler en cambio se había muerto de golpe, igual que Nick, igual que Nate e igual que tanta otra gente.

Los sollozos de Trish se calmaron poco a poco mientras su cabeza volvía a funcionar. Le quemaban el pecho y la garganta de aguantar el llanto, pero no se fijó en el dolor. Se arrebujó en la cama, agarrando con cierta determinación el abrigo de Nick y se secó los ojos. Probablemente en algún momento le pedirían ciertas explicaciones sobre lo que había hecho, pero no sentía muchas ganas de darlas. Por un momento miró la puerta, valorando usarla para marcharse a algún sitio que estuviera mucho más lejos del pasillo. A uno en que no fueran a interrogarla ni tuviera recuerdos de Nick en cada esquina. Sin embargo ni llegó a levantarse. Pensándolo bien, Robin o Skyler tenían más derecho a estar hechos polvo... Aunque eso no mejoraba el ánimo de la inventora. ¿Debía hablar con ellos? ¿Y en ese caso, qué podía decirles?

Incapaz de tomar esa decisión y abrumada por la presión que la habitación parecía mantener sobre ella, Trish se dio la vuelta en la cama, quedando de espaldas a la puerta. No sabía qué iba a hacer... Ni siquiera si quería quedarse en el Morris para siempre después de aquello. Pero lo que sí tenía claro era que no quería hablar con nadie por el momento.