Partida Rol por web

- Que bueno, jeje, ¡ay qué cosas!- Perry llegó a la sala común riendo entre dientes por lo que había visto en el despacho de la profesora Bastet. Dejó sus cosas en el dormitorio y se sentó en uno de los cómodos sillones a la espera de que llegara su hermano para ir al picnic.

Mientars esperaba sentado se acordó que el domingo era el día que llegaba el correo y que tendrían que coger algo del comedor para el picnic. Se levantó y se dirigió al comedor no sin antes dejar una nota para su hermano.

Querido Edward:

Si no nos encontramos aquí te veo en el picnic. Voy a coger algo para comer.

Tu adorado hermano, Perry.

No quería dejar las viandas para la comida en manos de vete tú a saber qué carnívoro desconsiderado. Si quería comer equilibrado tendría que ocuparse él mismo.

Christopher entró en la sala común sin hacer mucho caso de los que allí se podían encontrar. Se fue directo al dormitorio, estaba muy cansado.

Bajo por las escaleras cabizbajo casi arrastrando los pies hasta llegar a uno de los sofás de la sala común y me siento en él con lentitud. Llevo los libros ya encima y voy vestido con la habitual túnica escolar, y tengo unas interesantes ojeras delatoras de que no he dormido demasiado bien.

Me quedo mirando el crepitar del fuego de la chimenea durante unos segundos, suspiro y me recuesto más en el sofá.

Bajo detrás de Perry, que sale como una exhalación en dirección al Gran Comedor. Me paro delante del sofá en el que está recostado Ed y le sonrío.

—Hey, ¿cómo es que te has quedado aquí? —pregunto—. Pensé que te habrías adelantado... ¿Vamos?

Alzo la mirada hacia William, quedándome con la mirada clavada en él durante unos segundos, ni siquiera me he percatado de que Perry se hubiese adelantado.

— V... vale— digo no muy seguro mientras me levanto, después empiezo a andar hacia el comedor—. La... la verdad es que no sé qué hacer con lo de la comida... mis padres me han dicho directamente que tome de todo, incluida carne, pero Perry me ha preparado una dieta personalizada, y le hace ilusión que sea vegetariano...

El argumento de que le hace ilusión a Perry que sea vegetariano hace que me dé un calambre por la espalda.

¿Pero qué clase de estupidez es esa? ¿Porque le haga ilusión que tenga una dieta insana tiene que morirse y recuperarse mucho más lentamente de lo que debería? Eso es ser un abusón... y peor es Ed por dejarse abusar.

—Ed. Tienes que comer de todo. Da igual lo que diga tu hermano. La carne tiene proteínas para cicatrizar las heridas. Las verduras tienen muchísimas menos. Además, tu hermano es un vegetariano de boquilla nada más. Lo he visto comer atún, mayonesa, huevos y leche sin inmutarse. Y todo eso es de animales... así que déjate de tonterías. ¿Y quién manda en tu casa? ¿Tu hermano o tus padres? Tus padres, no me contestes. Y aquí en Hogwarts manda... esto... —lo que me viene a la cabeza es decirle que Perry, pero evidentemente eso no se lo pienso decir—. ¡Mando yo! ¡Y te digo que comas carne con la bendición de tus padres! Así que tira y desayuna unos huevos con salchichas y bacon, que te los tienes merecidos. Tienes mucha carne y colesterol que recuperar.

Christopher pasó por la sala común saludando a gente de otros cursos que, al ver la simpática sonrisa del niño, le devolvían el gesto con simpatía y una sonrisa. Hoy le apetecía sentirse animado.

Tras quedarse un rato pensativa al ver que por allí no aparecía nadie decidió que era mejor volverse al Gran Comedor y llenar el estómago. Quizás con comida dentro le viniese algo de inspiración.

Christopher, vestido de Dementor, salió corriendo del dormitorio, sujetándose la túnica para no tropezar, y salió de la sala común para ir al gran comedor.

Por el camino hacia la Sala Común de Ravenclaw intento tener un ojo sobre todos mis compañeros. No sé si Byron se ha adelantado, o qué ha pasado con Helios; pero estoy bastante preocupado. ¿Estarán bien Pyros y Greeny? Los gatos, por lo que dijo la Profesora Green, deberían estar bien, pero las otras mascotas… ¿Habrán muerto también?

—Willow, ¿estás bien? —le pregunto por el camino—. No te has manchado mucho de la sangre de las lechuzas, ¿verdad? Ed tiene razón, podrían estar infectadas de un montón de cosas. Una vez leí sobre una enfermedad que suena como «pistacho» que contagian los pájaros. Supongo que tiene que ver con que le des frutos secos o no al animal, pero en todo caso, no sabemos lo que pueden tener estos… A todo esto, ¿ha sobrevivido alguna? No me ha dado tiempo a fijarme, y como los prefectos… —me paro enseguida, no quiero que se ofendan ni que piensen que me parece mal que hagan su labor—, bueno… nos metieron tanta prisa en subir, y estaba tan nervioso…

Se me nota que estoy sinceramente preocupado, y trastabillo un poco con las palabras. Preocupado también porque las prisas puedan estar pasándole factura a Edward, me giro hacia él.

—Ed, ¿vas bien? ¿Te cansas mucho? ¿Quieres que me quede rezagado contigo o prefieres que vayamos rápido? Estoy preocupado por vuestras mascotas aunque… ¿habéis oído lo que ha dicho Green? Parece que solo los gatos se han salvado… Espero que Pyros y Greeny estén bien, de verdad, y por supuesto los gatos y el resto de mascotas... —añado, para que no haya malentendidos; lo cierto es que las mascotas con las que más trato he tenido han sido esas dos y el gato de los Ward, y por las palabras de la antipática profesora de Encantamientos, el peligro fundamental lo tienen las dos primeras.

Cuando alcanzamos la entrada, el guardián comienza un acertijo.

—Un oso camina 10 Km. hacia el sur, 10 hacia…

No tengo paciencia ninguna y me sé ese acertijo de memoria, así que grito la respuesta antes incluso de que el prefecto pueda abrir la boca.

—¡Blanco! ¿No ves que hay prisa? —exijo, y cuando se abre el acceso me siento algo avergonzado de mi nerviosismo—. P- perdón… e- es que… estoy preocupado. Perdón.

Entro a la sala común y busco enseguida a las mascotas con la mirada… No veo los gatos, pero la mezcla de cenizas, sangre y plumas hacen evidente que la mascota de Helios ha caído…

—¿Y Greeny? ¿Y los gatos? —pregunto, insistentemente.

- No creo que haya un problema con eso... -Miró las manchas de sangre que llenaban sus brazos y parte de su vestido y luego a William, luego negué con la cabeza lentamente.- No se salvó ni una. -Su voz tembló, y su barbilla hizo una arruga rara. Parecía estar a punto de llorar.

Cuando William mencionó a Greeny, nada más entraron a la Sala Común, subió tan rápido como pudo a su dormitorio. Ni se le había pasado por la cabeza que le hubiese podido ocurrir algo.

Al poco de que la pequeña subiese al dormitorio, se escuchó un grito, y unos minutos después, pasos. Volvía a bajar a la Sala Común.

Llevaba a Greeny contra su pecho, y al igual que los brazos de ella, parecía estar completamente cubierto de sangre. Los ojos de la pequeña estaban inundados en lágrimas que no paraban de caer, y respiraba de forma muy agitada.

- To...todos... -Su voz se quebró y comenzó a llorar con fuerza, abrazando nuevamente a Greeny contra ella.

Espero a que Willow suba y tengo algo de esperanza en que Greeny esté bien. Sin embargo, el grito que rompe el aire desde el dormitorio de las chicas delata que no es así. Miro a mis compañeros con gesto de gravedad mientras lucho con el nudo que se me hace en la garganta con los nervios y la pena que me da todo lo que ha pasado.

¿Pero por qué pasa esto? ¿No se supone que esto es un colegio? 

—No... —digo, evidentemente entristecido. Oigo entonces los pasos lentos de Will mientras va bajando la escalera, y en cuanto aparece con Greeny ensangrentado en los brazos. Enseguida me viene el recuerdo del extraño animalillo apoyado en la cabeza de Willow, sacando la lengua y comiendo las golosinas que le daba de vez en cuando.

—W- Will... —digo, al verla, y cuando empieza a llorar así siento que algo se me rompe por dentro y doy un par de pasos hacia ella para abrazarla con cuidado—. Lo siento mucho. De verdad... Lo siento mucho... Vamos a averiguar entre todos quién ha sido y vamos a cogerlo y va a pagar, te lo prometo, ¿vale?

Subo las largas escalinatas tan rápido como soy capaz —y esto no es precísamente «rápido»—, por fortuna William me presta ayuda para subir, y entre eso y que la adrenalina aún potencia mis músculos, consigo llegar al final a la puerta.

Ni siquiera escucho el acertijo que el guardián inicia, tan solo la respuesta apresurada de mi amigo y agradezco que haya acertado para poder entrar y tomar asiento. El prefecto de nuestra casa comprueba que todos los que vamos entrando estemos bien, y que no faltamos ninguno, cosa que por fortuna ocurre.

En cuanto que estamos en nuestra ya hogareña casa común decorada con motivos de Halloween, me sujeto contra un sillón para mantenerme en pie recuperando el aliento.

Al ver bajar a Willow con la simpática Greeny se me encoge el corazón y realmente me dan ganas de ir a abrazarla, pero por fortuna William se me adelante, estoy seguro de que agradece más el contacto del chico de Essex que el mío.

— Lo siento...— digo casi en un murmullo de voz... ojalá fuese la mitad de fuerte que toda mi familia, ojalá pudiese hacer como ellos, dar con el malo y derrotarlo, pero sinceramente no cuento con ello, a fin de cuentas solo soy un chico enclenque que no consigue tener éxito en sus conjuros.

Veo bajar a Gladius por las escaleras que conducen a nuestro dormitorio y, aunque me pareca una señal de duelo incorrecta hacia mis compañeros, dejo escapar un suspiro.

— Lo siento, Willow... de... de verdad...— el gesto de la mascota entre sus brazos mientras que William la abraza me hace comenzar a llorar, quizás también por el nerviosismo de toda la situación anterior.

Mi primer instinto es intentar camuflar mis lágrimas, pero al darme cuenta de que otros muchos alumnos están llorando por ver a sus mascotas destrozadas, me permito mostarme débil delante de todos.

Chris entró tras sus compañeros, mientras su cabeza seguía funcionando, intentando determinar qué criatura podía haber sido. No notó cuando Willow desapareció y volvió abrazando a su mascota. Los ojos del muchacho de color se abrieron de par en par, recordando a su gato. Pero, antes de salir corriendo, vio el rabo de Isidoro entre los sillones de la sala común.

Se acercó a sus compañeros y puso la mano en la espalda de la muchacha. ¿Qué se podía decir en estos momentos? La imagen de su madre apareció en su cabeza, negando, como siempre que Christopher no debía abrir la boca.

Byron llegó a la sala común incluso después de la gente del baile, a saber de dónde venía, tenía su disfraz de jugador del Chelsea algo sucio por la parte trasera y parecía estar algo decaído, de hecho, no parecía haberse dado cuenta de la situación. Cuando vio a los presentes, simplemente se despidió con un:

-Buenas noches...

Hizo ademán de subir a los dormitorios cuando se dió cuenta del lloro de Willow y pareció reaccionar. Observó la situación hasta que se dió cuenta de lo sucedido.

-Cómo ha pasado esto? - dijo totalmente sorprendido.

Miro a Byron sin poder borrar el gesto de tristeza de mi cara.

—Aún no lo sabemos... ¿No estabas en el baile con lo de las lechuzas? Vaya... pues te has librado de un espectáculo desagradable. Parece que han matado a todos los animales del castillo excepto a los gatos —le digo—. Un acto despreciable, horroroso... Dice la Profesora Green que ha debido de ser la Profesora Bastet, pero yo no creo que se pueda acusar a alguien tan alegremente.

Byron se queda completamente atónito.

-Cómo que han matado a todos los animales? todos? - Evidentemente su cara se puso blanca. Puppy era un perro, también lo habrían matado?- y Puppy?

Sin más, Byron salió corriendo hacia el dormitorio. Al cabo de pocos segundos, además del lloro de Willow, también se escuchó el lloro de Byron.

Willow enterró su cabeza en el hombro de William y siguió llorando mientras recibía el consuelo del resto de sus compañeros. Estaba muy agradecida con ellos por tratar de reconfortarla, pero las palabras no le salían para expresarlo.

Levantó la cabeza al rato, tras escuchar cómo Byron subía a su dormitorio y luego este se unía a sus lloros.

- Hay que hacer algo... -murmuró entre sollozos- no es justo... -Bajó la cabeza para mirar a Greeny y su barbilla comenzó a temblar, volviendo a retomar el llanto justo después.

Greeny no llevaba mucho tiempo junto a ella, pero aún así fue suficiente para quererlo como a cualquier otro miembro de su familia. Es cierto que se encariña rápidamente con cualquier criatura, pero con Greeny era distinto. Willow sentía que tenían una conexión, un algo.