Partida Rol por web

Harry Potter y la Nueva Generación

Andén 9 y 3/4

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18/10/2013, 11:13
Out(R) - Helios Mcgonagall

En un aparte antes de coger el traslator que mi padre había preparado, se acerca a mi con una sonrisa.

-Hijo, procura hacerlo bien en Hogwarts.-Dice sin dejar de sonreir.-Se que no tendrás problema en estudiar, pero esta época de tu vida es donde conocerás a tus mejores amigos para el futuro... y donde tu hermana conocerá a los suyos. Cuidaos el uno al otro, aunque vuestras casas sean diferentes, ¿De acuerdo? Y cuida de este ser tan maravilloso y caro que me has hecho comprar.

Tras decir esto, me frota la cabeza y me lleva al Traslator.

Llego al andén 9 y 3/4 con tiempo de sobra, por lo que comienzo a leer mi libro sobre invisibilidad con concentración y avidéz sentado en mi carro de equipajes junto a Pyros, quien va convenientemente cubierto con una manta. Mi padre y mi hermana esperan a que se pueda entrar y entran con los dos carros sin esperar a que me baje. Saben que una vez centrado en mi lectura no hay quien me separe de ella.

Una vez dentro, empiezan a buscar un vagón donde quepamos.

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18/10/2013, 13:07
1ºR - Edward Ward

La familia Ward llegó a la estación de King’s Cross en el coche familiar de Samuel, el padre. Si bien habían cogido algo de atasco, el hecho de haber salido con bastante tiempo de antelación les había permitido llegar aún con cierto margen para las despedidas.

Después de aparcar y alquilar unos carritos, los dos hermanos empujan sus baúles ahora sobre ruedas, mientras que la madre va al frente para dirigirlos, y el padre detrás aún sorprendido por todo lo relacionado con el mundo mágico.

Camino con mi familia, manteniéndome a la sombra de Perry, siempre he intentado ser como él, y más ahora, que me parece tan decidido y seguro de si mismo… Así que simplemente lo sigo, imaginándome al llegar a Hogwarts, esa escuela donde… Sí, ¿por qué no? Donde quizás por primera vez encuentre mi lugar junto a compañeros y amigos.

Al llegar entre el andén 9 y el 10, miro a ambos andenes confundido, no entiendo dónde está el 9 y 3/4, suponía que sería alguna broma de la estación, pero ahora empiezo a pensar en que quizás se deba a un error… y entonces tan solo medio segundo después, recuerdo lo que me contó mi hermano de su historia el año pasado, y recuerdo dónde está el andén.

Sigo tremendamente nervioso cuando nos paramos frente a la columna, y en mi semblante puede verse que apenas he dormido la noche anterior fruto del nerviosismo, pese a ser plenamente consciente de que era una tontería, los pensamientos de lo que ocurriría si hubiese ocurrido un error y no hubiese recibido la invitación a Hogwarts, o si yo no conseguía subir al tren… no puedo soportar la idea de estar un año sin mi hermano… El hecho de que quizás vuelva a no congeniar con mis compañeros… sí, me preocupa, pero no tanto como perder a Perry.

La mano de mi padre en mi hombro me saca de mis pensamientos justo a tiempo de ver a mi hermano cruzar la “pared” que separa el andén 9 y 3/4 y el resto de la estación.

– Venga, Ed, te toca – Me dice mi madre, animándome a cruzar. Como buena madre es plenamente consciente de mi estado emocional, y sabe decir las palabras correctas – Tu hermano está ya al otro lado.

Una sonrisa se dibuja en mi cara y empujo el carro a la carrera para atravesar el muro, por puro instinto siento temor de chocar pese a acabar de ver a Perry haciéndolo y cuando voy a impactar, cierro los ojos y aprieto los dientes, aunque por fortuna la atravieso sin ningún incidente.

Nada más alcanzar el verdadero andén, me quedo boquiabierto, es casi como el callejón, está lleno de gente que deben ser magos, pero lo que más me llama la atención es la gran cantidad de chicos y chicas… estos deben ser los que pueden ser mis compañeros… hay gran cantidad de gente de mi edad, chicos, chicas, altos, bajos, morenos, rubios…

Suspiro y me fijo en mi hermano que, a juzgar por sus gestos, deben haberse encontrado ya con algún compañero del año pasado, o quizás solo los ha visto de lejos, no lo sé.

– Perry… – Digo en un tono reducido mientras me acerco un poco más a él, buscando encontrarme más seguro, estar cerca de un elemento conocido para aportar algo férreo sobre lo que agarrarme en todo este mar de posibles desastres.

Después de un rato, me voy sintiendo algo más relajado.

– Bueno, chicos, deberíais ir subiendo al tren – Nos dice nuestra madre, y me giro hacia Perry esperando que él sea el primero en echar a andar para seguirlo.

– Voy tras de ti, Perry. – Le digo a mi hermano mientras dedico unas miradas de tristeza y nostalgia hacia mi padre y madre

Me mantengo algo compungido mientras mis padres se despiden de Perry, y cuando llega mi turno, rompo a llorar entre abrazos.

– Os voy a echar mucho de menos… a los dos… os quiero. – Les digo al tiempo que los beso y abrazo repetidas veces.

– Venga, Ed, no vayas a perder el tren. – Me responde mi madre después de responder a mis gestos afectivos con lo propio, al igual que mi padre.

Finalmente me separo de ellos aún con lágrimas en los ojos y echo a andar tras mi hermano para subir al tren.

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19/10/2013, 01:09
1ºS - Ludmila Giles-Freire

Una señora mayor cargada de arrugas pero con un aspecto aristocrático caminaba al lado de una niña. Esta, tenía el porte serio y caminaba con el mentón erguido. Una capa de viaje cubría sus hombros. Detrás de ellos, un hombre alto de traje con pajarita empujaba un carro cargado con un cobertor que impedía ver lo que transportaba. Tenía una renguera algo pronunciada.

Se detuvieron en el muro, y sin mediar palabra, la niña y la anciana cruzaron el muro sin ninguna vacilación, seguido por el chofer-mayordomo.

Ludmila bufó al observar todo el gentío. La gente gritaba y lloraba, y se despedían con gran efusividad. Algunos niños de su misma edad que suponía sus próximos compañeros. La niña se da media vuelta y se dirige hacia el chofer, quien emite un chasquido y se transforma en un elfo viejo con la cara retorcida y una gran cicatriz. - Vamos Herald, apresúrate que no quiero llegar tarde.  La manta que cubría el carro de las insoportables miradas de los muggles desaparece en el aire como absorbida por algo, despejando las maletas y la jaula de Kevlar, la lechuza negra de la familia.

Continúan caminando por el andén con el elfo detrás transportando la carga. Tenía guardada su varita en el bolsillo de su pollera y casi instintivamente nota el calor de la madera en sus dedos. Y llegan a la entrada del tren...-Ven querida, acompáñame  dice su tía abuela y se la lleva a un lateral alejada de los oídos de los transeúntes.

Despúes de un tiempo, vuelven al centro del andén. Había llegado el momento de la despedida y no soportaba eso. Las acciones son lo que definen a una persona, no sus palabras...no creían en la demostración de sentimientos, cada una conocía a la otra. Sabía que Madame Ruperta la echaría mucho de menos, y ella a su agría tia abuela. Sabía que sólo se tenían mutuamnete ya que la dinastía de la familia se hallaba mermada. Que le diría? Que se cuide? Que no olvide sus encantamientos nocturnos? No...tan metódica y perfeccionista, sabía que no debía preocuparse, aunque en el fondo no podía evitarlo. -Adiós abuela...y ante la expresión casi atónita de esta última se acerca y ve como la niña deja un fugaz beso en su mejilla arrugada. 

Y entra en el tren con destino a Howarts sin mirar para atrás...

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19/10/2013, 01:42
1ºS - Ludmila Giles-Freire
Sólo para el director

-No olvides de tomar todas las noches las pócimas supresoras...una dosis por noche querida. Su tía abuela le había preparado las pociones en un compartimento oculto de una de sus maletas. -No quiero accidentes, y no quiero que eso te distraiga de tu educación.

-Ya sabes que espero lo mejor de tí. Y si alguien te molesta enséñale de qué está hehca una Giles Freire...dice arrugando el seño con una mirada maliciosa.

Ludmila asintió ampulosamente. Quedate tranquila abuela que sé muy bien lo que debo hacer. Y cualquie cosa nos comunicaremos con Kevlar.

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19/10/2013, 11:23
Out(R) - Colin Aldridge

Por fin habían terminado las vacaciones y volvíamos a emprender la rutina. Mi familia me acompañó hasta el anden 9 y 3/4, previamente habíamos pasado por la pared. Allí, me fui enontrando a nuevos alumnos de primero y a los del año pasado. Les fui saludando a todos poco a poco, con sonrisas y abrazos. Tras estar varios minutos por allí, me volví hacia mi familia para hacer la despedida. - Adiós mama. - Entonces mi madre se me lanzó y me abrazó.- Que vaya bien. - Me dijo. También se lo hizo a mi hermana aunque ella soltó un: ¡Ay mamá! No me hagas esto por favor. En fin, mi familia. Mi padre tan solo me dio un abrazo y otro a mi hermana. Al separarnos les mostramos una sonrisa a nuestros padres y nos adentramos con toda la gente. 

Notas de juego

No estoy muy inspirado, lo siento >.<

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19/10/2013, 12:59
1ºG - Ithan Trace Rosier

¿Lo tenéis todo, chicos? Kayla, una de las hermanas mayores de Mathew, Ian e Ithan permanecía en el vestíbulo, cruzada de brazos, mientras los demás hermanos seguían bajándose baúles hasta la enrome entrada de la casa de los Trace. La mujer no pudo evitar resoplar, negando ligeramente, ante las idas y venidas de los tres hermanos, que, como de costumbre, iban tarde.

Por suerte, una vez más, como todos los años, Ian Sénior, el padre, había adelantado todos los relojes para que, en previsión de que iban a dormirse, no llegaran tarde. Secreto que Kayla compartía... y secreto que no revelaría a los presentes hasta que abandonaran el colegio. Finalmente, Ithan fue el primero en acabar. Un baúl grande, uno pequeño, una mochila y la jaula de Iorek, el hurón.

Ya lo tengo todo. Dijo Ithan, sentándose sobre el baúl mas grande, quedando con los pies colgando. Para su primer día, había cogido del armario una camiseta roja, junto unos pantalones de color oscuro de tela, amplios y cómodos, con algunas correas colgando y muchos bolsillos. Iorek no se encontraba en la jaula, si no en el hombro de Ithan, mirando a su alrededor frenético y nervioso, cuando el dueño le acaricia la cabeza con dos dedos.

Oye... ¿Has cogido la varita? Y... ¿Es verdad? ¿Me dejas verla? La pregunta de Kayla estaba cargada de cierta superstición implícita, como si desconfiara en ese momento de lo que le hubieran dicho es verdad. Ithan se llevo la mano al bolsillo sacando la varita, y tendiéndosela a Kayla. Esta la miró, con cierta desconfianza. Lo sé, lo sé. Mama y papa ya me lo han dicho, soy el primero en no tener Dragón como centro. Se queja, mirando a su hermana mayor, momento que le devuelve la varita. Eso no es necesariamente malo, Ithan... Entonces el chaval la miró, sonriendo, y negó con la cabeza y contesto. Joder ¿Quien ha dicho que sea malo? Mola un montón.

¡¡ESA BOCA!! Se escucha desde lo alto de las escaleras, con un Ian pasando de una habitación a otra. ¡¡KAYLA DILE ALGO!! Pero la hermana mayor se limito a reír, negando con la cabeza. Y vuelve a escucharse de nuevo a Ian Gritar. ¿!¿Alguien sabe donde esta mi varita!?! Ithan y Kayla no pudieron evitarlo. Se miraron mutuamente, dibujando una fina sonrisa. No era ningún secreto, Ian Jr. tendía a perder su varita en los lugares más extraños e inverosímiles.

¿Le decimos que se la ha dejado en la cocina? Le pregunta la hermana mayor a Ithan, y este la mira, ampliando su sonrisa. Nah... Déjalo que busque un poco más. A ver si así se cansa y deja de dar el peñazo con las palabrotas. Finalmente, Mathew baja las escaleras, con dos baúles enormes, que deja junto a los de Ithan. Mat mira a sus dos hermanos, y señala con el pulgar hacia la cocina, detrás de él. ¿Le habéis dicho que tiene la varita en la cocina?

Déjalo que busque un rato... Que se joda un poco... Dice Ithan, en respuesta a su hermano, y es Kayla quien ríe, mirándolo Que Cabrón... Responde la hermana, e Ithan se encoje de hombros. Por cierto... ¿Cómo llevas los estudios, Kayla? La chica saca la lengua, en un gesto divertido y gracioso. Creo que este año podre hacer la prueba para entrar al departamento de criaturas mágicas. Si lo consigo, os prometo que os traeré algún bichito gracioso para navidad. La chica, rubia, y de unos marcados ojos azules, como la madre, acaba por levantar el pulgar, en un gesto algo infantil, y se dispone a añadir algo mas, cuando puede verse a Ian salir de la cocina, varita en mano.

La encontré Dice Ian. Estaba en la cocina... Bueno... ¿Cómo vamos a King's Cross? Ithan mira a sus tres hermanos, con un gesto interrogante, cuando Kayla, sin avisar, pone un pie sobre el Baúl donde esta Ithan, y agarra a sus dos hermanos, uno con cada mano. Y el mas avispado parece Ithan, cuando la mira con los ojos como platos. ¡Kayla, n...! Pero el silencio se hace en el vestíbulo, ahora sin baúles, jaulas... ni nadie.

¡....o! Es el final de una frase iniciada en otro sitio, cuando aparecen en uno de los pequeños cuartitos de mantenimiento de la estación. Es Kayla, con su eterna falta de pasión por las normas quien saca la varita y ábrela cerradura, guardándola antes de salir. Ian y Mathew parecen estar bien, pero para Ithan, es la primera vez que le hacen aparecer, y está sentado sobre el baúl, mareado. Dame... un segundo ¿Quieres? Pide el chiquillo, intentando centrarse y que todo deje de darle vueltas. Siente incluso la necesidad de vomitar en dos ocasiones. Joooooder.... la próxima vez avisa, o yo que se... Joder, aun me da todo vueltas... Esta vez Ian no le echa la bronca. Asiente con la cabeza, parece que está de acuerdo con el pequeño.

No es hasta que pasan unos segundos, que Ithan se pone de pie, y Mat vuelve con tres carritos, comenzando a cargar las cosas en estos, y los cuatro, comienzan a andar por la estación. Ithan ya estado allí muchas veces, despidiendo a sus hermanos desde muy pequeño.

Pero aquella vez era distinto. Esta vez, era él quien llevaba la varita, el carro con sus cosas, y buscaba el andén 93/4 con otro tipo de ilusión. Esta vez era él quien se iba a subir al tren, quien iba a aprender a ser un mago de verdad. Los nervios, la emoción y la alegría dejaron rápidamente en segundo plano, el mareo y la sensación de angustia. Se le notaba nervioso, sonriente, como muchos otros chavales que estaban por allí, que podía ver en sus caras lo mismo que él estaba pensando.

No reconocía a nadie. Nadie me sonaba. Un chaval de gafas con un perro haciendo cola para atravesar el muro. Parece de mi edad Pensó Ithan, observando cómo atravesaba el muro. Otro chaval, después, que parecía pensárselo un par de veces, y al final acabo lanzándose. Después la chica del gritito paso. ¿Por qué grita? Después de ella, negó con la cabeza, y decidido a que había llegado su turno, cogió aire para atravesar el muro.

Pero Ian salto como un resorte ¡Erin! Bueno chicos, os dejo, voy a ver como esta. Y ni corto ni perezoso, Ian marchó hacia una familia de pelirrojos recién llegados. Mathew alzo ambas cejas, al igual que Kayla. Y fue esta ultima quien mira a Mathew, señalando con un gesto de la cabeza hacia la familia de Erin ¿En serio? ¿La hermana pequeña de Molly O'Hare? Ya es casualidad... Ithan no acaba de entender de qué iba todo aquello, pero sabía que Molly estaba casada con Andrew, su hermano mayor. Así que alguna relación debía tener todo aquello.

Oye Kayla... ¿Y los Muggles nunca se pispan de que hay gente atravesando un muro? Pregunta, mirándola de reojo, esperando una explicación a su curiosidad. Bueno... Papa me dijo una vez cuando le pregunte, que en realidad, hay un inefable escondido que se dedica a desmemorizar a los Muggles que ven algo raro. Pero nadie sabe quién es. Esto hizo que Ithan mirara a su alrededor, buscando al susodicho hombre o mujer, con curiosidad. Evidentemente, si fuera tan fácil de ver, no haría su trabajo como es debido, así que al cabo de unos segundos, Ithan desistió.

El momento de la verdad. Miro a su alrededor, y cuando le pareció que no había nadie, agarro el carro y echo a correr contra la pared, y, esta vez, de forma inevitable, cerró los ojos... Atravesando el muro, y abriendo los ojos una vez ha pasado, frenando en seco para no llevarse por delante una familia que estaba despidiéndose demasiado cerca de la puerta.

Tras él, pasa Kayla y Mathew, este último le da un beso a su hermana, y va a despeinar a Ithan cuando este le señala con el dedo, cual advertencia. Ni se te ocurra. Luego nos vemos en el colegio. Le dice Ithan, a lo que Mathew responde con una carcajada, marchándose con su carrito. Hasta luego.

Bueno... ¿Quieres que haga de mama? Pregunta Kayla a su hermano pequeño, el cual la mira, enarcando una ceja. Hasta el hurón en su hombro mira a Kayla con cierto gesto de sorpresa, como si la hubiera entendido. ¿Te estás quedando conmigo? Kayla sonrió, riendo, y negando con la cabeza. Pórtate bien, anda. Ambos se fundieron en un corto abrazo, sincero, y cariñoso, antes de que el pequeño retrocediera un paso, guiñándole el ojo a su hermana. Ya veremos.

Es cuando Ithan se dispone a marcharse, cuando Kayla recuerda algo, y salta como un resorte, acercándose a Ithan. Toma, papa y mama me dijeron que te diera esto. Y que te recordara que cuides de tu prima ¿sí? Ithan la miro con gesto interrogativo, y miro a su alrededor sin entenderla. Kayla... Diana es mas mayor que yo ¿Lo sabes, no? La chica pareció sorprenderse, riendo. ¿En serio? Pensaba que erais de la misma edad... Bueno, cuidaos mutuamente, y todos contentos ¿sí? Anda, tira, enano. Le dice, señalando el tren con un gesto de la cabeza. Enana tu madre. Responde Ithan, murmurando por lo bajo, mientras se acerca al tren, subiendo sus cosas al tren, y montándose él, acto seguido.

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19/10/2013, 13:00
1ºS - Kendra Lestrange

Kendra llegó a King´s Cross de la mano de su padre, como habitualmente.  Parecía que aquel hombre tétrico, de aspecto sobrecogedor y nariz aguileña no era precisamente descuidado con todo aquello que a su hija se refería, sino más bien todo lo contrario.

Sin embargo, esta vez no estaban solos.  Les acompañaba una mujer alta y delgada, de ademanes elegantes y señoriales. La señora Lestrange. Una mujer rubia, de piel pálida y sedosa que contrastaba con la oscuridad de sus ropajes. 

Lo cierto es que aquel curioso trío había llamado la atención de más de una persona a su paso por la estación. Y más de un muggle se había vuelto a mirar a aquella estrambótica familia con tintes góticos y victorianos que caminaba con aquel carrito sobre el que había un enorme baúl y una jaula con un hurón blanco dentro.

En cuanto a Kendra, hoy llevaba una falda corta, negra, y una camisa blanca, con chaleco negro de lana sobre ella, como una especie de jersey sin mangas. Impoluta, elegante y sobria, como siempre que llegaba a un sitio por primera vez. Había dejado sus vaqueros y sudaderas y su ropa de colores en la maleta. El abuelo siempre decía que la primera impresión es la que cuenta y que tenía que dejar bien claro quién era y cuál era su sitio con tan sólo mirarla.

Es por eso por lo que, al llegar ante aquel muro que iba a atravesar por primera vez, tan sólo se limitó a apretar ligeramente la mano de su padre, en el único gesto que delataba su nerviosismo.

-Vamos, Kendra. El Expreso de Hogwarts nos espera al otro lado…  -la voz de su madre sonó tranquilizadora y cariñosa, igual que el apretón que le dio su padre en respuesta al suyo. Era tan curioso que gente con un aspecto tan fiero y gélido como ellos dos fueran, en cambio, capaces de profesar todo aquel amor por la niña que iba con ellos.

Kendra cogió aire y asintió, con una sonrisilla nerviosa.  Y, acto seguido, se soltó de la mano de su padre para agarrar su carrito y correr en dirección a aquel muro que la separaba del mundo mágico.  Tenía un nervio en el estómago y no pudo evitar cerrar los ojos en cuanto notó cómo se acercaba peligrosamente a aquellos ladrillos. Sin embargo, atravesó sin problemas el muro y allí se vio, al otro lado, en el andén 9 y ¾ , rodeada de magos y brujas de su edad, que se despedían de sus familias , siendo devorados por los besos de sus madres.

En aquel lado del muro todo era diferente. Era… mágico. Incluso los colores parecían distintos. Todo parecía más luminoso, mucho menos grisáceo que el Londres muggle.

-Muy bien, Sócrates, lo hemos conseguido. – le dijo al hurón que emitió un breve sonidillo, no se sabe si de nerviosismo, aprobación o descontento con todo aquel estrés.

Sus padres no tardaron en seguirla y enseguida notó la mano de ambos sobre sus hombros, arropándola en aquel momento.  No se giró inmediatamente. Primero miró a su alrededor, a todo aquel gentío. Centenares de caras nuevas que se esforzaba por intentar almacenar, preguntándose si alguno de aquellos críos acabaría por convertirse en compañero o amigo suyo.  Había una sonrisa ilusionada en sus labios, que contrastaba con lo oscuro de sus ropajes y de su familia. Por fin iba a pisar Hogwarts. Por fin iba a poder convertirse en esa gran bruja en la que aspiraba a convertirse.

Entonces, de repente, vio algo que la sorprendió.  Una cara conocida. Y fue esa visión la que hizo que sus ojos se abrieran ligeramente. Era el chico del día del callejón Diagon, el que le sonrió, mientras sus hermanos lo arrastraban calle abajo. Ahora estaba allí, en ese mismo andén, abrazando a una chica que era demasiado joven para ser su madre, pero que se parecía a él lo suficiente como para ser su hermana, o su prima o cualquier otro familiar. Y se sintió reconfortada al ver al menos un rostro conocido.

Se giró entonces hacia sus padres, con intención de despedirse de ellos, aún con la sonrisilla en los labios. Sin embargo, esa sonrisa se borró casi por completo, cuando se dio cuenta de lo que aquello suponía. Tendría que decirles adiós y no los vería hasta navidades.

Tanto su padre como su madre se agacharon y los tres se fundieron en un cálido abrazo.

-Os echaré de menos…Decidle al abuelo que no se preocupe, que estará orgulloso de mí - susurró Kendra quien, a pesar de todo, no hizo en ningún momento el amago siquiera de llorar. Sabía controlar sus emociones. Y sabía que hay cosas que no se hacen en público, y llorar es una de ellas.

El abrazo acabó por deshacerse, después de que sus padres le dijeran que se cuidara, que la querían y que también la echarían de menos, y todas aquellas frases reconfortantes que dice cualquier padre cuando está a punto de dejar volar a su hijo.

Y, acto seguido, cogió su baúl y a Sócrates, a quien sacó de la jaula, para dejar que se subiera a su hombro, y se dirigió con paso firme y seguro hacia el tren, subiéndose en él, dispuesta a saber qué le depararía aquel año en Hogwarts.

 

 

 

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19/10/2013, 14:03
Out(G) - Diana Salcedo García

Diana fue al anden acompañada por sus padres, hermanas y su querida Angeles. Llevaban el carrito más cargado de lo normal con Vicky en su jaula tan excitada como su dueña y el resto de su familia. 

Todos estaban impregnados con la alegría y la energía de la chica, que en apenas un año había crecido mucho. Llevaba casi todas las túnicas nuevas, la escoba, los libros de segundo, algún caldero nuevo y su varita limpia e impecable en el bolsillo de su pantalón, aún no llevaba el uniforme del colegio para que ningún muggle se diera cuenta, pero en cuanto entrara en su vagón se lo pondría, estaba deseando volver a lucir los colores de su casa y encontrarse con sus amigos y su primo Ithan, que también había sido llamado para ingresar en el colegio. 

Hacía tiempo que no lo veía, pero estaba segura que en cuanto coincidieran se reconocerían.

- Estoy casi más nerviosa que el año pasado- comentó a su familia mientras miraba a todos lados por si veía a alguno de sus amigos del año pasado- Me encantaría poder presentaros a mis compañeros Eli, es un encanto, Joey es muy divertido, Noah... es Noah... y los alumnos de las otras casas también son guays... Bueno creo que voy a entrar ya, no quiero que se marche el tren sin mí...

- Cariño, espera que te abrace un poquito más... ¡Ahiii mi hija!- le dijo su madre estrechando a su hija con fuerza- que no se te olvide mandarnos a Vicky de vez en cuando, no te metas en muchos lios, estudia y no lo dejas todo para última hora...

- Vamos, mujer no te preocupes tanto- le reprendió el señor Salcedo- Diana es responsable, además ha sacado muy buenas notas y hasta ha sido la primera de su casa... sólo una cosa- le dijo a su hija guiñándole un ojo- este año dile a tus compañeros que tenéis que ganar la copa...

- Esteban...- lo recriminó su mujer alzando una ceja.

- Venga Di- le dijeron sus tres hermanas a la vez.

- Ups... es verdad, cuidaros mucho vosotros también- abrazó nuevamente a su padres, su tía y sus hermanas mientras le daba una chocolatina a la menor para que no llorara y se subió al tren con su luminosa sonrisa y sus enormes ganas de seguir aprendiendo magia.

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19/10/2013, 14:07
Out(R) - Gwendoline Dacey

Gwen caminaba con tranquilidad y elegancia esquivando con altivez a la gente que se aglomeraba entorno al anden, venía acompañada de su familia, que se mostraban mucho más emocionados que la propia chica, a quien todo aquello parecía darle igual o incluso parecía fastidiarla, tras hartarse de mascar el chicle de menta que llevaba en la boca, se lo sacó hizo una pelotita y lo pegó con disimulo y sin ser descubierta en el primer carro del un chico de primero que pasó a su lado, todo emocionado y feliz... novatos... se dijo a sí misma mientras conversaba con calma con sus padres y su hermano Ewan que sentía una gran admiración por su hermana y no paraba de mirarla con orgullo.

- Cuando cumpla los 11 yo también quiero entrar en Ravenclaf- le dijo el niño tratando de complacer a su hermana.

- Ewan... todas las casas son iguales sólo cambian los colores- ¿Ella había dicho eso? tenía que remediarlo- lo que quiero decirte que todas las casas y todo el colegio entero son un rollo, no te emociones demasiado.

- Pero Ravenclaf ha ganado este año la copa- argumentó su hermano confundido

- Porque tenemos a la empollona de Selena que encima es un enchufada... vaya, creo que debería subir ya al tren cuidate enano.

Besó a su hermano en la mejilla y se despidió de sus padres haciendo lo propio.

- Mándanos una lechuza de vez en cuando cariño- le dijo su madre mientras Gwen asentía y subía al tren

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19/10/2013, 14:27
Out(G) - Arnold Weasley

El pequeño Weasley corría con su carro, su gato encima de las maletas y su reluciente varita en los bolsillos de sus pantalones, corría tanto que sus padres tenía que correr detrás de él para que no se chocara con todo lo que se le ponía por delante.

- Pasooooo... que voooy- decía sonriendo.

- Niño cuidado- le decía su padre redirigiendo como podía el carro.

- ¡Arnold!- chillaba su madre tratando de coger a su hijo por el cuello de la camisa.

Cuando llegaron al tren y tras la colleja de su madre, el joven Weasley fue estrujado por sus madre que lo llenó de besos mientras el señor Weasley le revolvía el pelo.

- Si te pide el Sombrero en que casa quieres entrar ni se te ocurra decirle Slytering... que el abuelo te deshereda. ¿lo has entendido?

- Que sí- "jope que pesado... le diré la casa que me de la gana" pensó- Venga, me voy ya al tren que no quiero que se vaya sin mi, mandadme chocolates de vez en cuando. Adios- les dijo mientras se subía al tren.

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19/10/2013, 20:07
1ºH - Erzsébet y Orsolya Padurearu

Erzsébet y Orsolya entraron en la cocina aún con el pelo mojado y con el camisón, el cual habían vuelto a embutirse tras ducharse, algo húmedo. Un variado desayuno preparado por su tío Petru las esperaba en la mesa. Ilona no había sido capaz de volver de su último viaje como Auror a tiempo para estar con sus hijas ese día, pero era algo que no preocupaba en demasía a las niñas. Los últimos años habían ido a internados y aunque el primer año fue duro despegarse de su madre y de Mircea, incluso del pequeño Gábor, al final habían acabado acostumbrándose. Querían a su madre, sí, pero ya hacía demasiado que habían sido destetadas; podrían apañáreselas por sí solas.

¿Hoy no trabajas?, preguntó Erzsébet a su tío, que andaba delante de los fogones.

Sí, pero abriré la tienda más tarde, cuando os deje en la estación, dijo intentando no perder la concentración. Había traído de la tienda una de esas antiguas cocinas de leña y carbón. Si quería vender cosas muggles, primero tenía que saber como funcionaban. Cuando se giró un momento para mirar de reojo a las niñas, vio como éstas salían corriendo de la cocina.

Las pequeñas se apresuraron hasta su habitación, pasando por delante de Mircea que esperaba sentado en un sillón leyendo uno de sus libros. Ésta vez sí se fijaron en el baúl y la jaula con la lechuza que se encontraba a sus pies. ¿¡Por qué no nos has avisado!?, gritó histérica Orsolya.

¡Aún no hemos preparado nada!, se oyó gritar a Erzsébet antes de que la puerta de la habitación de las gemelas se cerrara de un portazo.

La ropa voló sin ser doblada hasta entrar en los baúles. Ni se dieron cuenta que en el fondo del baúl de cada una había un paquete abultado, envuelto con papel maché, que iba desapareciendo según la ropa lo cubría de forma caótica.

Hoy vamos a Hogwarts, hoy vamos a Hogwarts, cantaron ambas niñas ilusionadas, mientras seguían vaciando sus cajones casi directamente en los baúles.

No tardaron mucho tiempo en tener que sacar otro segundo baúl por cabeza para acabar igual que el primero, lleno hasta arriba. En total cuatro baúles que esperaban en el pasillo, mientras las crías hacían un último recorrido con la mirada de la habitación. Sí, así está bien, dijo satisfecha Orsolya. Nunca se sabe lo que hace falta, explicó Erzsébet a las dos gatas que en aquel momento estaban extendidas en la cama.

...........................

Ya en King's Cross, las niñas impusieron el ritmo, escoltadas por Brândusha y Viorica, que recibieron miradas extrañadas por parte de los muggles. Detrás, Mircea y Petru empujaban dos carritos con todo el equipaje. Habían tenido bastantes problemas en el autobús ante la negativa del conductor de dejarles subir con tantos baúles. Al final el conocer las costumbres muggles sirvió para que Petru supiera como convencer al autobusero: con un billete de 20 libras.

Para su primera aparición en la sociedad mágica, las pequeñas se habían decidido por un vestido verde primaveral. Es cierto que estaba a punto de empezar el otoño, pero sus continuos intentos por imponer moda era un rasgo casi inherente desde que empezaron a ser reconocidas y admiradas en el internado para niñas donde habían cursado los tres últimos años. Los vestiditos llegaban a la altura de la pantorrilla y dejaban a la vista casi un palmo de calcetín amarillo chillón que desaparecían dentro de unos zapatitos verde charol. Por arriba, el vestido tenía pespuntes anaranjados marcando el talle sin formar de las dos crías. Debajo de los tirantes del vestido, llevaban una camiseta ajustada de un rojo intenso que claramente no combinaba en absoluto con el verde que lo tapaba. De hecho nada combinaba.

Ambas llevaban el cabello trenzado en espiga, con un lazo decorativo en el nacimiento de la trenza. El de Erzsébet de color azul y el de Orsolya de color morado.

Las niñas cogieron carrerilla y cogiéndose de la mano antes de estamparse contra el muro, atravesaron la barrera que separaba la estación muggle del anden mágico. Las gatas las siguieron con parsimonia, haciendo que Mircea y Petru tuvieran que esperar antes de lanzarse con los carros.

Ya al otro lado, las pequeñas se pusieron a discutir cuales de aquellos que veían podrían tener su edad. ...y ese pequeñajo pelirrojo tiene pinta de tener 7 años, seguro que es más pequeño que Gálbor, zanjó al fin Orsolya.

Vaya, ¿ya habéis subido todo?, preguntó sorpendida Erzy al ver que los carritos se encontraban vacíos. ¡Qué bien!

Tras dar un beso cada una a su tío, se subieron al vagón siguiendo a Brândusha y Viorica, que parecían haber elegido vagón.

Vamos Mircea, tienes que presentarnos a..., fue lo último que se escuchó antes de que las crías desaparecieran.

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20/10/2013, 10:37
Out(S) - Cassius Johnson

La....mentable... La forma de alargar ciertas vocales en la boca del Señor Johnson siempre conseguía llamar la atención de alguien. O de conseguir que sintiera un escalofrió. Apoyando el bastón en el suelo, con cada paso que da, observando con gesto de infinita superioridad moral, intelectual e incluso racial a cuantos muggles le rodeaban en la estación de tren. Y con Muggles, bajo la mirada y juicio del señor Johnson, estaban incluidos los Sangre Sucia.

Cerro el puño entorno al bastón, mirando a su alrededor. La abuela de Cassius permanecía junto al abuelo, en silencio y la mirada agachada, sin abrir la boca en ningún momento. Al igual que el pequeño de doce años, que se limitaba a mirar al suelo, en silencio, sin abrir la boca, agarrando el carro, y caminando en silencio. En el carro llevaba un enorme baúl, una jaula y otro más pequeño. Posiblemente, el más pequeño únicamente para un exclusivo y magnifico juego de corbatas, por supuesto. En la Jaula, una rata no quería salir de su refugio por temor al exterior.

Alzó la mirada, girándose, con intención de buscar la de su abuela, pero solo encontró la de su abuelo, que lo miro, como era costumbre, con gesto desaprobador. Y no se limito a eso, llevo el bastón al hombro del chaval, mirándolo seriamente. Ponte bien... el cuello de la... camisa. Obsesionado con el buen vestir y los trajes, era evidente de donde había salido el carácter perfeccionista de Cassius, al menos, con los asuntos de ropa y modales. Como bien había dicho su abuelo, no tardo en, primero, apretar el nudo de la corbata, después, arreglar el cuello de la camisa, y por último, estirar las mangas de la camisa para que sobresalieran ligeramente de la chaqueta americana. Perfecto.

El gesto fue algo mecánico. Practicado durante años. Y solo entonces, el mayor de los Johnson bajo el bastón hasta el suelo, una vez más. El silencio era reinante, y la tensión entre el nieto y el abuelo era más que palpable. Y aun así, el nieto seguía con el mentón alzado, orgulloso, sin dejarse pisar. El Señor Johnson acabo por sonreír. Era lo que esperaba de sangre de su sangre. Espero que este año... Mejores. Y que... cuides con quien te... relacionas. Toda palabra que salía de la boca del abuelo de Cassius siempre parecían escupidas con veneno. Como si fueran disparados con cartuchos de sal, para que doliera. Cassius sabia el por qué de aquellas afirmaciones, pero tenía sus objetivos claros. Lo haré, Señor. Respondió de forma mecánica y altiva. No cumpliría los deseos de su abuelo, si no los suyos propios.

Fue entonces cuando Elizabeth, la abuela de Cassius, puso la mano en el hombro del chaval, y asintió con la cabeza, tan confortable, amable y cariñosa como siempre lo había sido conmigo. Era la otra cara de la moneda de su marido. Esperamos lo mejor de ti. No olvides que eres un Johnson. Cassius afirmo, en silencio. Para cualquier alumno de su curso que lo conociera, podía darse cuenta que aquel no era el de siempre. Coartado por su abuelo, como si de un  militar de alto rango se tratara.

Marchemos. No aguanto más este... sitio lleno de Sangres sucias, Muggles, y demás escoria. Sentencio el anciano, dando un golpe en el suelo con el bastón, malhumorado, irritado y hasta cierto punto, nervioso por estar allí. Elizabeth, sabrá subirse al.. tren. Aun no es... tan inútil. Cassius apretó la mandíbula al escuchar la última frase. y tras un ligero apretón en el hombro por parte de su abuela, los dos ancianos se marcharon en silencio.

El chaval se dio la vuelta, solo, y comenzó a caminar hacia el andén 93/4. Elegante, con cierto punto altivo, orgulloso y sobretodo, ahora que había desaparecido su abuelo del campo visual, seguro de sí mismo. Atravesó el muro sin dudarlo, llegando al andén, observando el expreso. Se preguntaba como habría sido su vida si sus padres aun estuvieran allí. No podía evitarlo, mientras observaba a los demás despidiéndose de sus familias. Busco con la mirada alguno de sus compañeros. Gwen, Oliver, Diana, Amon, Morpho... incluso a Mircea o Perry. El verano sin ellos, encerrado en la mansión de los Johnson había sido harto aburrido.

Pero no encontró ninguno con la mirada, así que se encogió de hombros, mirándola jaula. Vamos Noah. Cuando estemos en el tren te dejaré salir un rato. Y tras hablarle a su propia rata, se acerca al tren, con intención de subir y encontrar un buen sitio.

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20/10/2013, 10:38
Out(H) - Oliver Blackwood

Oliver llegó al andén 9 y 3/4 como de costumbre: nervioso, sonriente y sin poder dejar de moverse. En cuanto que cruzaron el muro de la estación, se pudo escuchar claramente a la señor Blackwood gritar, haciendo aspavientos detrás del chico que, todo sea dicho, había pegado un buen estirón desde el año anterior, y estaba más alto, más espigado. Eso sí, al parecer seguía siendo el mismo terremoto que el año anterior... o incluso peor.

-¡Oliver! ¡Te tengo dicho que no corras de esa forma! ¡Un año de estos te tropezarás y la liarás, ya verás! - gritó la mujer, al ver como Oliver entraba derrapando en el andén, casi llevándose por delante a más de uno.

Lo cierto es que estaba deseando llegar allí, ver a sus amigos a quienes tanto había echado de menos durante todo el verano. Y eso que, tal y como prometió, ha estado mandándose lechuzas con muchos de ellos: con Cassius, con Ardeen, con Mircea, con Daphne y Sara... incluso había mandado alguna que otra lechuza a algunos chicos de las otras casas.

Estaba nervioso y ansioso por volver a verlos, y por empezar aquel segundo año en Hogwarts y este año ya no estaba asustado, sino más bien todo lo contrario.

-Bah, mamá, no te pongas así... Si tampoco he hecho nada... ¡No querrás que te recuerde todo el año echándome la bronca, no?! - usó con su madre la baza del chantaje emocional, lo que acabó por arrancar a la mujer una carcajada, que terminó en un abrazo, en el que Oliver se vio inmerso porque sí. Sin embargo, tampoco pareció molestarle demasiado, ya que se abrazó a la mujer, compartiendo con ella el mismo cariño y el mismo afecto que ella con él- Anda, ven aquí, que menudo morro tienes... - dijo la mujer, negando lentamente- No te echaré más la bronca, pero recuerda... portate bien, no te pases todo el día comiendo, que luego te duele la barriga y...

-¡Claro que sí, mamá, vale! - la cortó Oliver, dándole un sonoro beso en la mejilla, y cogiendo sus cosas, con intención de subir al tren cuanto antes- ¡Te quiero, mami! ¡Luego te mando una lechuza! ¡Vamos, Zack!- exclamó, dirigiéndose entonces a su hermanos que, mucho más calmado que él, acababa de atravesar el muro de piedra. Y terminar por echar a correr en dirección al tren, sin esperarlo siquiera,  a pesar de lo que su madre acababa de decirle sobre las carreras en el andén.

Subió las cosas rápidamente en el tren y luego fue él mismo quien, de un ágil movimiento, subió a aquel vagón. -¡¡Adiós mama!! - gritó ya subido en el tren, agitando su mano- ¡¡ Corre Zack, que vas a perder el tren!! - exageró, riendo, mientras su hermano aún se despedía de su madre.

El nuevo curso ya había llegado y la verdad es que solo tenía ganas de una cosa ahora mismo: de que todo empezara,  de volver a ver a sus amigos.

 

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20/10/2013, 19:01
Out(S) - James Jakson

Llegué al andén 9 y 3/4 acompañado de mis padres. No había sido un buen verano, el mal final de curso llevado a cabo había traído como consecuencia suspender dos asignaturas, una merecida pero la otra no, al no poder entregar el trabajo el día de la recuperación, pero su padre siempre le había dicho que debía mantenerse orgulloso.

Durante el verano, James tuvo que trabajar duro y prometer que no volvería a ocurrir lo que sucedió y que llevaría a lo más alto el nombre de la familia. Prometido esto, el verano siguió siendo convulso ya que su hermana Katherine entraba a Hogwarts por primer año.

James le explicó a Kathy como la solía llamar, como era Hogwarts y que para cualquier cosa podía contar con él, independientemente de la casa en la que se contraria. James prefería que fuera Slytherin para tenerla más cerca pero sabía que se desenvolvería en cualquiera de ellas y es más, destacaría.

Al llegar, James se despidió de sus padres y se alejó un poco para que pudieran despedirse de su hermana. Al terminar James se subió al tren buscando a alguno de sus compañeros de casa.

Vamos Kathy, en algún momento tiene que comenzar tu viaje.

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20/10/2013, 20:18
Out(G)- Gabriela Sánchez

Gabrielita llegó sola corriendo al andén... O almenos eso parecía hasta que su padre la alcanzó jadeando.

-¡Gabi! ¡No corras así! Nos tienes que esperar.- La reprendió un tanto irritado. El hecho de que su única hija se apartara de ellos por tanto tiempo le causaba tristeza y ella en lo único que pensaba era en la emoción de irse...

2 minutos después apareció su madre riéndose y llevando el baúl en el carrito. -Ya, déjala Antonio. Ella está emocionada porque es su primer día. Pero aún así nos tienes que esperar Gabriela, ni siquiera sabes cómo llegar.- Añadió para dar por zanjado el asunto.

Gabi sonrió traviesa cuando su padre la reprimió. En el fondo sabía que no podía estar molesto con ella por mucho tiempo. Era la niña de sus ojos.

-Está bieeen.- Fue lo único que dijo por respuesta antes de agarrarse de ambas manos de sus padres y literalmente llevarlos en dirección al frente. -¿No me dijiste que había que atravesar un pared?- Le preguntó a su madre al tiempo que su padre tragaba grueso. Aún no estaba acostumbrado a atravesar paredes sin más, y el hecho de hacerlo en plena estación, en medio de un montón de gente muggle como él, lo ponía nervioso.

-Sí, mira es esa.- Dijo su madre señalando por la cabeza y siendo ella quien esta vez tirara de su esposo y su hija para seguir adelante. En ese momento vieron como otro niño, muy elegante, la travesaba y cómo otro, rubio casi los tropezaba para desaparecer por el mismo sitio. La niña sonrió divertida y miró a su madre con alegría. -Ya estamos aquí.- Pensó, llena de expectativas sobre que traería este nuevo colegio.

-Es mejor si cierras los ojos.- Le dijo su madre antes de soltarla y sonreírle brindándole la confianza necesaria para que atravesara la pared sola, como los otros niños.

Gabi sonrió y asintió, miró la pared con determinación y pensó -Aquí vamos...- Sin darse cuenta había echado a correr con los ojos cerrados hasta que, de repente sintió un ligero cambio en el aire y abrió los ojos. Ya estaba en el andén 93/4 .

Lo miró todo con los ojos muy abiertos, maravillada, como queriendo asimilar cada detalle. En eso llegaron sus padres.

-¿Viste que no le pasó nada?- Explicó Amelia a su esposo mientras éste veía sorprendido que Gabi no tenía ni un rasguño. -Bueno, vamos.- Dijo a ambos caminando rumbo a uno de los vagones.

Gabi tomó la mano de su padre, comprendiendo que llegaba el momento de despedirse y, cuando se detuvieron le dio un abrazo muy fuerte para después decirle. -Te voy a extrañar papi.- Las lágrimas asomaron a sus ojos segundos antes de que ella las contuviera pestañeando y le brindara un dulce sonrisa a su progenitor. Antonio se dio cuenta en seguida de que harían un espectáculo si él se ponía sentimental, por lo que decidió ignorar el nudo de su gargante y le dijo:

-Te portas bien Gabriela y quiero saques buenas notas. Nada de vaguear ni tener novio ¿Entendido?- Su hija hizo una mueca de ofenderse cuando su padre mencionó la parte del novio e ignoró a propósito la aquello de las buenas notas.

-Si papi, yo me porto bien.- Le dijo sonriendo pícaramente. Entonces fue su madre quien la abrazó en un arrebato con lágrimas en los ojos.

-Ay mi niña... mi bebé...- A lo que Gabi miró a su padre con ojos suplicantes. -Yo también te quiero mami. Le sonrió torpemente mientras su padre separaba a Amelia de su hija agarrandola por la cintura.

-Escríbeme hija, quiero saber quiénes son tus profesores y tus compañeros y, sobre todo, en cuál casa te toca. Sería muy lindo si quedaras en mi casa "Hufflepuff". Pero no importa en cuál quedes, lo importante es que estudies mucho y disfrutes.... Ah y cuidado con comer mucho en la cena, que después no puedes dormir.- Le dijo recordando ella misma su primera noche en Hogwarts y la glotonería de su hija cuando se siente ansiosa.

-Si mami.- Le respondió ella con dulzura y una pizca de cansancio. -Los voy a extrañar mucho y los quiero muchísimo. Les voy a escribir mañana y tooodas las semanas para que siempre sepan qué hago ¿Si?- Dijo tratando de consolarlos.

-Bueno hija, es hora de montarse. Nosotros estaremos aquí hasta que el tren se pierda de vista.- Dijo Amelia usando un pañuelo para limpiar sus lágrimas.

Su padre le dio otro abrazo y Gabi se montó en el tren, donde ya estaban por arte de magia su baúl y la jaula con Lorenzo, su Hámster. Quien dormitaba ignorando el bullicio que lo rodeaba.

-Chao.- Dijo a sus padres antes de desaparecer por los pasillos del tren en busca de un buen sitio donde acomodarse para el viaje. Sonrió para sí misma, haciendo desaparecer así la ansiedad que de pronto la embargó y pensando en los buenos momentos que estaban por venir.

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20/10/2013, 20:46
Out(G) - Joseph (Joey) Stone

Bart y Joey atravesaron el muro que llevaba al andén 9 y 3/4. Primero pasó Joey y quedó observando el lugar, recordando la despedida del año anterior. Bart cogió carrera y atravesó el muro llevándose por delante a Joey:

-¿Eres tonto, Bart? Casi me matas.

-¿Para que te quedas delante? Hay que ser idiota sabiendo que detrás viene más gente.

-Si no fueses ciego te habrías dado cuenta, estúpido.

-El único estúpido aquí eres tú.

William Stone hizo aparición en ese momento y con cara de resignación cogió a los gemelos por las orejas:

-¿No acabamos de llegar y ya estáis discutiendo?

-Ahhh...papá...haces daño... protestó Bart.

-Y más que debería haceros como no os portéis como debéis. ¿Se acabó la discusión? El señor Stone estaba ya harto del viaje que ambos chavales le habían dado.

-Si...si...pero suelta ya... refunfuñó Joey.

El señor Stone soltó a sus hijos y los dos salieron corriendo empujando sus carritos con sus pertenencias como locos, como si nada hubiese pasado:

-Mira, Bart, ya han llegado casi todos. Joey señalaba de un lado a otro emocionado recordando a sus compañeros y el año pasado. Joey buscaba nervioso a sus compañeros de casa. Ambos chicos iban empujándose por el camino para poder ver con claridad.

-Chicos!!! esperad!! id con cuidado!! William llamó a sus hijos. La hiperactividad de ambos chicos era demasiada. Joey y Bart pararon en seco para esperar a su padre, el cual llegó a su altura rápidamente. Revolvió el cabello de sus hijos con cariño.

-Veo que tenéis muchas ganas de volver a estudiar. Eso es bueno. 

Los tres avanzaron hasta llegar a la altura del tren. Al localizar el vagón en que tendrían que ir ir, los chicos se giraron y abrazaron a su padre:

-Dale recuerdos a mamá. Dile que la echaremos mucho de menos. Joey abrazó con fuerza a su padre esperando que se lo pudiese transmitir a su madre.

-Y a ti también, papá. Bart aclaró antes de que su padre se sintiese mal.

William sonrió a sus hijos y les devolvió el abrazo.

-Lo haré, chicos. No os preocupéis por ello. Estudiad y sed buenos. Escribidnos más que el año pasado que sólo supimos de vosotros en tres o cuatro ocasiones. A vuestra madre le hace mucha ilusión recibir vuestras cartas. Pasadlo muy bien y disfrutadlo. Este año ya no sois novatos. Tendréis que cuidar de los nuevos que son más pequeños que vosotros.

-Pero...papá... protestó Joey.

-Acordaos del año pasado, chicos. Los nuevos lo pasarán tan mal como vosotros al principio.

-Pues yo me lo pasé muy bien. Bart quiso hacerse el mayor.

-Y yo...y yo. Contestó Joey que no quería quedar en peor situación.

-Me alegro mucho, muchachos. De verdad. Mamá y yo os queremos mucho chicos. Recordadlo. Ahora, venga...subid al vagón. William abrazó a sus hijos por última vez antes de que subiesen al tren y salieran directos hacia Howarts. En tres meses no los vería.

 

 

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20/10/2013, 21:19
Out(S) - Amon Engel

Amon llegó con su madre y su hermana de nuevo a la estación de Kingcross, delante de las taquillas, dispuesto para empezar su segundo curso. Había conseguido el segundo puesto de todos los estudiantes de su curso y este año quería ser el mejor, sin lugar a dudas. Cuando le llegó la carta de Hogwarts con el listado de optativas y vio que podía quitarse las que más le costaban y menos le gustaban estuvo a punto de ponerse a dar saltos de alegría por todos lados.

Ese verano había sido como otro cualquiera, había quedado con su amiga Daphne para hacer las compras en el Callejón Diagón y también pasó un par de días en su casa.

Alzó el cuello como pudo para intentar ver a su amiga entre tanto gentío, pero no lo conseguía.

-Tranquilo, Amon, seguro que no tardan en llegar -le dijo su madre mientras le sonreía para tranquilizarle. 

Tras unos minutos, aparecieron Daphne y su abuela, la señora Relish. Una mujer peculiar, con muchísimo carácter, pero que en su estancia parecía haber apreciado bastante al pequeño mago, sobretodo cuando mencionó que él era de Slytherin. Eso era algo curioso, si eras de las "serpientes" podían ser o muy amables contigo, como si fueras parte de una mafia, o te miraban con suspicacia, como si fueras a empezar a lanzar maldiciones a diestro y siniestro.

Al verlas acercarse, Amon alzó la mano y la agitó para que les vieran.

-Hola Señora Relish -dijo Amon haciendo una ligera reverencia- y hola Daph -dijo a su amiga dedicándola otra reverencia- ¿Qué tal el viaje hasta aquí? Espero que sin problemas.

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20/10/2013, 21:22
2ºH - Daphne Relish

 La abuela de Daphne iba sentada con esa majestuosidad que le otorgaba la edad, la posición social (Que en el mundo muggle ya era cosa del pasado) y el saberse mejor que esa cantidad cochambrosa de muggles que les rodeaban. Había sido cosa de Daphne el mezclarse con los descastados sin don, pero aunque jamás lo reconocería, su nieta era su debilidad particular y ahí fue la buena señora, junto a la pequeña de cabello tediosamente enmarañado que sujetaba sobre el regazo una pequeña jaula donde dormitaba Nimu, su lechuza enana color crema.

Al bajar, Daphne colocó a Nimu sobre el carrito donde tenía el baúl y salieron cruzando la estación de King's Cross.

-Creo que está ahí- dijo Daphne encaramándose al carrito mientras un brazo se agitaba junto a la taquilla que les llevaría al andén 9 y 3/4, el brazo que se agitaba pertenecía a Amon Engel. 

-Un encanto de jovencito- concordó su abuela asintiendo levemente, sin molestarse en hacer desaparecer el rictus severo que convertía sus labios en una línea recta y fina.

Junto a Amon se encontraba su madre, a la que Daphne solo conocía de haber cruzado con ella tímidas palabras en el andén de la estación cuando acabó el curso y su hermana pequeña.

-Es un placer verte de nuevo, querido- dijo la señora Relish con un brillo aprobador en la mirada ante la reverencia del niño, cabeceó educada y extendió una mano enguantada en encaje negro hacia la viuda Engel y dedicó una breve sonrisa a la pequeña que tendría que esperar un año más para ir con su hermano al colegio. Se acercó a la madre de Amon y ambas conversaron sobre la beneficiosa influencia de Amon en el hogar Relish, un niño sin impurezas en la sangre y educado como un caballero... el sueño de los antiguos doctores de San Mungo.

-Hola Amon- sonrió Daphne haciendo que las pecas que adornaban el puente de la nariz se juntaran. Quizá se ruborizó un poco porque seguía sin acostumbrarse a que nadie (y menos un chico) hiciera una reverencia para ella pero lo disimuló ajustando la jaula de Nimu.- hemos tenido un traje tranquilo, me apetecía conocer el transporte muggle- enarcó las cejas mientras su abuela bufaba un poco por lo bajo y comentaba a su madre lo absurdamente aburrido que resultaban los muggles pero guardándose mucho de hacer ningún comentario peyorativo.

Empujó un poco a Amon, emocionada por la perspectiva de comenzar un nuevo curso y atravesó ella primero la taquilla del andén 9 y 3/4, trastabillando un poco al golpear con la punta del zapato la rueda del carrito. El andén estaba lleno de bulliciosas familias que parloteaban despidiendo a sus hijos.

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20/10/2013, 22:26
1ºG - Kelly Doherty

Kelly llego a la estación de King´s Cross junto a sus padres y su gata que se encontraba dentro del trasportin mágico que había adquirido en el callejón Diagón.

Había estado nada más que un par de veces en la estación, cuando habían salido de vacaciones a conocer Inglaterra y conocía los andenes muggles, pero nunca había ido al andén nueve y tres cuartos, por lo que se encontraba algo nerviosa de no poder encontrarlo y perder el tren. No obstante el profesor de Hogwarts que les había acompañado a hacer sus comprar por el callejón Diagon les había dado indicaciones de como entrar en el.

En cualquier otro momento no se habría fijado, pero Kelly comenzó a ver personas con extraños atuendos, eran vestimentas muggle pero estaban combinadas de formas bastante extrañas, cualquier otra persona no mágica podrían pensar que eran estudiantes de moda creando tendencia.

Kelly y sus padres se situaron entre los andenes nueve y diez, ahora debería empujar su carrito y caminar segura. Casi sin mirar Kelly y sus padres entraron en el anden.

La enorme máquina de vapor roja la dejo sin habla en el anden había un montón de gente, muchos niños y Kelly se puso un poco más nerviosa y trago saliva. Empujo su carrito y se situó delante de uno de los coches donde parecía que había más alumnos de su edad que se despedían de sus padres.

Muchos llevaban animales en jaulas, al igual que ella e incluso le pareció ver una niña con un ave fénix. Kelly se despidió de sus padres también, ya era el momento de marcharse. Cogió su baúl con una mano y el trasportin con la otra y subió a uno de los vagones.

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20/10/2013, 22:30
Out(H) - Neil Barreiro

Llegaron al Andén con tiempo de sobra. Neil se había despertado muy temprano, y cuando sus padres bajaron a la cocina el ya había hecho el desayuno, desayunado, preparadas todas las cosas y estaba en un sillón leyendo "Historia de la Magia". Metió prisa a sus padres de la mejor manera que sabia: mirándoles en silencio apoyado en el marco de la puerta. 

Así que, después de muchas miradas silenciosas, a las 10.00 ya se encontraban entrando en la Estación de King's Cross. Su madre le llevaba el carrito y él la seguía muy de cerca, nervioso. No se perdía detalle de nada, estaba absorbiendo toda la información posible que entraba por sus ojos. Se acercaron a una pared de ladrillo, entre los andenes 9 y 10. Su madre el había explicado que para llegar al tren había que ir a través del mundo muggle. Pero lo que Neil no sabía es que era a través literalmente. 

Su madre lo cogió por la cintura y lo colocó sobre el baúl, en el carrito. Neil era muy delgado y su madre, bastante fuerte, nunca tenía problemas para cogerlo en volandas. Miró dos veces a cada lado del andén, y en un momento en la que los trenes muggles se ponían en marcha y en la estación había un poco de caos corrió hacía la pared de ladrillo marrón. Neil soltó un pequeño gritillo y puso las manos frente la cara, a modo de escudo para evitar el golpe... Pero el golpe no llegó, cuando notó que el carrito se paraba, abrió los ojos y cerró la boca. Se encontraban en un andén, muy parecido al que acaban de abandonar, pero con un gran tren rojo escarlata con un hermoso emblema que rezaba "Expreso de Hogwarts". 

Saltó de encima del baúl y miró a su alrededor, estaba casi vacío, aún no habían llegado muchos alumnos. Sonrió a su madre y llevó él ahora el carrito. 

Venga, vamos al de delante. le indicó su madre.

¡Pero mamá! protestó Neil- ¡Eso es de empollones!, no  quiero que piensen que soy un empollón... 

Su padre rió por lo bajo y lo cogió por los hombros. 

No te preocupes hijo, nadie pensará que eres un empollón hasta que empiecen a ver tus notas, pero bueno, donde quieres ir, ¿atrás? Pues vamos.

Fue Pedro quién cogió el carrito en eso momento y lo acercó con pasos firmes y grandes hasta la cola del tren. Subió el baúl, la escoba y la cesta de London al primer compartimento del último vagón y bajó. El gato levanto la cara cuando fue posado en el asiento y salió de la cesta para sentarse sobre el respaldo. Siempre había sido muy autónomo.

Bueno, dijo Neil mirando la hora, aún quedaba mucho para que saliese el tren. No es que quisiera deshacerse de sus padres, pero llevaba unas cuantas semanas sin separarse de ellos, ya estamos aquí.

¿Estás nervioso pequiñín?- le pregunto su madre revolviéndole el pelo Recuerdo perfectamente mi primer día de escuela... ¡Ay!-suspiro Que tiempos aquellos. 

Su padre, siempre más perspicaz que Susan se dio cuenta de que Neil estaba intentando desembarazarse de ellos y tomó la iniciativa. Cogió a su hijo en brazos y lo abrazó y besó con viveza.

Que tengas un buen curso, hijo mío. Te diría que te portaras bien, pero sé que no lo necesitas. Casi debería decirte que estaría bien que te metieras en algún lío...

¡Pedro! - le interrumpió Susan dándole un codazo. No le digas eso al niño, que va a pensar si es su padre el que le dice tales barbaridades. Ven aquí. Fue su madre ahora la que se agachó para darle un fuerte abrazo y besarle en la frente mientras su padre le guiñaba un ojo desde atrás. Se bueno, como siempre. Pórtate bien, haz muchos amigos, aprende mucho. Pero sobre todo, disfruta. Estate tranquilo, lo harás muy bien y encajarás perfectamente.

Gracias mamá, te quiero mucho. Le dijo Neil y la volvió a abrazar. Estaba tan entusiasmado que ni la emoción iba a conseguir que soltase una sola lágrima. 

Subió las primeras escaleras del vagón cuando en el andén estaban empezando a entrar muchas personas, se iba llenando poco a poco de gente y de cientos de voces que se entremezclaban y perdían el sentido. Se despidió de sus padres con la mano y prometió escribir semanalmente. Aprovechó que alguien necesitaba subir un baúl para irse corriendo a su compartimento y seguir desde allí despidiéndose de sus padres. Cogió a su gato en brazos y lo acarició con cariño. 

Bueno London, le dijo a su gato que levantó la vista para mirarle. Por fin, ¡Allá vamos!