Partida Rol por web

Gwendolin vio como se alejaba Perry en dirección a la biblioteca, estando Cassius con ella cualquier cosa externa le parecía superfua y falta de interés, así que cuando el chico de Slytering habló, la pelirroja le sonrió y aceptó su brazo divertida.

- Cosas que hacer...- comentó mientras salía de la clase del brazo de Cassius- viniendo de tí seguro que son cosas interesante... ¿me darás alguna pista, querido? o ¿Tendré que hacer uso de mi talento y averiguarlo?- le dedicó una de sus sonrisas

- Espero que hagas uso de todos tus talentos para averiguarlo - Contestó, con una media sonrisa, mientras señalaba el pasillo con la mano libre, mientras caminaba hacia el Gran Comedor con Gwen del brazo. - Espero que podamos dar una... vuelta de más por el castillo antes de ir al Gran Comedor, creo que no he tenido suficiente con verte solo en todas las clases del día - La halagó, mientras caminaban por los pasillos.

- Adivina quien vino preguntandome por tí el otro día... -

Gwen no podía evitar sonreir a Cassius, le gustaba su compañía y sus atenciones.

- Preguntando por mí... parece que desafortunadamente me estoy volviendo escesivamente popular... pero lo cierto es que no se me ocurre nadie... -se lo quedó mirando, a la espera de que le diese la información

- Kendra - Contestó, mirandola de reojo con una media sonrisa.  - Por lo que he podido... enterarme... le gusta un chico. De otra casa. - Añadió lo último con cierta gracia. Lo cierto es que cuando le preguntó, si que le hizo gracia, a pesar de que no dijera nada.

- Creo que te tocó ir con ella en el tren. Bajita, palida, con el pelo rizado. - Resumió a grandes rasgos para que sepa a quien se refería.

Cómo habían cambiado las cosas en solo unos minutos. Cuando llegó a clase, Maxwell tenía la tripa llena, pero los pulmones vacíos. Hiciera lo que hiciese, era imposible lograr un equilibrio. Por suerte, fue el primero en entrar al aula, y pudo reponerse del agotamiento tumbado en el suelo, en una esquina, mientras los demás iban llegando, por cuentagotas, al aula.

En esta ocasión, en efecto, se trataba de un aula, a pesar de ser el mismo emplazamiento que las clases anteriores. No iban a separarse e intercambiar conjuros, sino que iban a practicar contra objetivos inertes. Por un lado, era una lástima que la clase más divertida de todas perdiera su esencia, pero por otro, le parecía justo que, ya que no les estaba permitido utilizar los conjuros que desearan, agredieran a quien no podía defenderse.

Cuando el profesor terminó de explicar el ejercicio, Maxwell se adelantó, dispuesto a resarcirse del fracaso en la última clase. Ten confianza, pero sin pasarte, gilipollas.

—¡Flamine Fulminis! —exclamó, apuntando con la varita a una de las chimeneas.

Un rayo anaranjado, similar al del profesor, nació en el extremo de la varita, y prendió las ramas de la chimenea al tocarlas.

—¡Flamine Fulminis! ¡Flamine Fulminis! —exclamó de nuevo, apuntando a las otras dos chimeneas, en sucesión.

Las dos ardieron, como la primera. Maxwell se sorprendió pensando en lo ridículo que le hubiera resultado exclamar palabras como aquellas mientras sujetaba un pedazo de madera, delante de sus compañeros de clase. Los más tímidos se hubieran reído por lo bajo. Los más lanzados le hubieran esperado en la puerta para darle buena paliza. Y aunque alguno se habría ido a casa llorando, se la hubieran dado, porque uno no podía contra varios.

Había realizado el ejercicio correctamente, ganándose el derecho de quemar a uno de los niños de Gryffindor. Era un asunto un poco retorcido. "Si se te da bien eso de quemar, prueba con alguien vivo".

Casi todos los alumnos de Gryffindor eran chicas. Prefería no disparar a las niñas, aunque a esa edad fueran tan altas o más que casi todos los niños. Y entre los niños, el pelirrojo, Arnold, estaba tan delgado que, si no conseguía detener el rayo, Maxwell temía que estallara en llamas como las ramas de la chimenea.

Así que apuntó al que quedaba: Ithan. Al chico le gustaba el deporte, así que probablemente le habían dado, cuanto menos, una patada antes. y seguramente más. Raro el partido que no terminaba con un par de gilipollas liándose a hostias por cualquier gilipollez, y los demás haciendo corro alrededor. El fútbol eera divertido, pero ver cómodos se hacían daño era mucho más interesante para los críos.

—¡Flamine Fulminis Ithan! —exclamó esa vez.

Las gemelas entraron en clase, por una vez en todo el mes sin su efusividad característica. Si no se las conociera, parecerían unas chicas normales, totalmente carentes de hiperactividad. Iban dando pasos largos y con la barbilla levantada. Con gesto altivo, como correspondería a auténticas esgrimidoras. Además, no iban con el típico traje de escuela, sino que iban con sus ropajes de batalla, sus trajes de duelo.

Los pantalones de un color marrón muy clarito, de talle alto y perneras de pitillo, eran muy ajustados, siguiendo la estética de los pantalones de montar a caballo; levantaban y resaltaban sus menudos traseros de forma respingona. Calzaban unos botines marrón oscuros que les llegaba hasta media altura del gemelo. La camisa de un color blanco roto, de manga larga con puños de tira bordada acampanada que cubren sus manos, y cuello cerrado , iba remetida por la cintura. Y por último lo que diferenciaba a las dos crías era el chaleco de cuero que llevaban, ajustado y que se abrochaba con botones; naranja óxido el de Erzsébet y de color berenjena mate el de Orsolya. Llevaban un bolsillo en el frontal perfecto para sujetar la varita y tenerla a mano para duelo. El cabello en vez de en la típica trenza en espiga, lo llevaban en una cola de caballo alta, con lazos a juego con sus chalecos.

No llevaban mochila. Para duelo sabían que ellas mismas se bastaban, bueno, ellas y sus varitas.

Esperaron sentadas a que la clase se llenase y terminasen de llegar el resto de alumnos. Se sorprendieron cuando vieron entrar a Elisabeth. Después de un mes, se conocían a casi todos los alumnos de Hogwarts, incluso a los más apocados, entre los que estaba la gryffindor de segundo. No acababan de decidir la razón por la que la chica debía estar allí: si por ser tan mala en duelo que debía repetir curso o si estaba allí para ayudar al profesor. Ya lo descubrirían...

Aquella clase estaba planteada en forma de concurso. Se miraron entre ellas, decidiendo quien de las dos sería la primera.

Muy bien, Max, felicitaron ambas a su amigo cuando el chico demostró ser capaz de estar a la altura. Entonces fue Erzsébet la que se levantó y se colocó en el punto de tiro. Sacó la varita y tras respirar profundamente, fue apuntando a cada una de las chimeneas que habían sido apagadas tras el ejercicio de Maxwell.

Flamine Fulminis, Flamine Fulminis, Flamine Fulminis, recitó una detrás de otra. Las chimeneas se encendieron, con la del medio mostrando un fogonazo algo más brillante. Siguiendo la estela de movimiento, decidió hacer igual que Max y atacar a uno de la casa contraria. Enya había asistido a la fiesta, y con Gabriela y Selena se llevaba bastante bien desde que se bañaron en el lago negro. La única con la que no había cruzado palabra era con Kelly, ¿qué mejor forma de presentarse? ¡Flamine Fulminis Kelly!, gritó la pequeña.

Contenta por su actuación, se sentó, dejando el espacio anteriormente ocupado para que su hermana se posicionase.

Orsolya se colocó algo nerviosa. Su hermana lo había hecho genial, pero ella no se sentía tan cómoda en los combates mágicos. Duelo se le daba pisi pisá...

Alzó la varita y recitó: Flamine Fulminis La punta rojiza de su varita se apagó sin que saliera nada. Arrugando el entrecejo y poniendo morros de pato, sacudió la varita antes de volver a soltar: Flamine Fulminis, Flamine Fulminis

Gabi llegó a la clase donde ya estaban las gemelas y Maxwell, el chico silencioso de Hufflepuff.

-¡Hola chicos!- Les saludó animadamente antes de dejar sus cosas cerca de una de las paredes del aula.

Sacó su varita y, tras admirar el atuendo de las gemelas, esperó a que los demás llegaran para que el profesor diera las instrucciones.

El hecho de que fueran a practicar prendiendo fuego a la madera le parecía perfecto, al fin no tendría que preocuparse por hacer daño a alguno de sus compañeros. Pero cuando el profesor habló de que los alumnos que lograran pasar el reto tendrían como premio atacar a sus compañeros, volvió a sentirse incómoda en la clase.

Respiró profundo viendo como los Hufflepuff comenzaban a lanzar sus hechizos y memorizó los resultados que obtuvieron al atacar a sus compañeros de casa. Entonces llegó su turno y se posicionó frente a las chimeneas, practicando 2 veces el movimiento de varita antes de lanzar el hechizo de verdad.

-¡Fulmine Fulminis!- Dijo algo nerviosa, equivocándose en el nombre del hechizo. Negó con la cabeza y lo volvió a intentar, recordando bien esta vez el hechizo.

-¡Flamine Fulminis!- Volvió a decir. Pero le sucedió igual que a Orsy, su varita se apagó antes de lanzarlo, por lo que la miró con extrañeza y se encogió de hombros, volviendo a decir las palabras sin mucho entusiasmo:

-Flamine Fulminis.- Esta vez su varita titiló un par de veces antes de apagarse por completo. Miró al profesor haciendo pucheros y se retiró para que otro tomara su lugar.

Desanimada, esperó a que la clase terminara en el fondo del aula, atenta por si acaso algún otro Hufflepuff la elegía para esquivar su hechizo.

Cuando entró Ithan en la clase, allí ya estaban Max, Gabi, Erzy y Orsy. Llegó desde los jardines, donde había ido a comer al mediodía tras pasar parte de la mañana en la biblioteca. No pasó por la sala común, y aun llevaba la mochila al hombro. al entrar, camino unos pasos junto la pared, dejando la mochila allí, quitandose también la palestina y dejandola sobre la mochila. Libre de la mochila, y camino hacia el grupo de chicos allí reunidos.

Ithan se paró junto los demás, ampliando la sonrisa con su habitual buen humor, levantando la mano para saludar a los allí presentes. - Ey Max - Le saludó, y desvió entonces la atención hacia Erzy y Orsy. - Buenas tardes, Erzy. - Saludó a Erzy. Las diferenciaba por el único rasgo que vio más evidente: El color de ojos. Azules y oscuros, Erzy. - Buenas tardes, Orsy. - Saludo a la chica de ojos verdes, del mismo color que los del Rubio. En último lugar, saludo a Gabi, cabeceando en su dirección, con una media sonrisa. - Buenas Gabi. -

Ithan no se sorprendió al ver a las gemelas sin el uniforme. La semana anterior ya las vio en la clase de duelo, con Slytherin. Lo que si le dio la idea de asistir a la próxima clase de duelo con algún atuendo mucho más cómodo.

Tras saludar, el profesor comenzó a hablar. Ithan se giró hacia él, aun sin sacar la varita, atendiendo a la explicación. Siguió los gestos de la varita del profesor, y la pronunciación que uso el profesor. Vio salir aquel rayo rojizo de la varita del profesor y prender la chimenea. El Rubio amplió su sonrisa, encontrando aquello mucho más útil que la clase anterior de CCM.

Cuando tuvieron permiso para comenzar a practicar, el chaval hizo un suave giro de muñeca, y la varita pareció caer desde la manga de la túnica hasta su mano. Agarró la varita, estirando el dedo indice a lo largo de la varita, y se hizo a un lado mirando si alguno de sus compañeros había llegado ya, cuando escuchó el conjuro de labios de Max... y su nombre. Ithan se giró hacia él, con un rápido pero elegante gesto, y apuntó a la varia de Max. - Fulminis Finite - Pronunció, sin apenas alzar la voz, con la vista centrada en la varita de Max.

Cuando el rayo rojizo salió de la punta de la varita del Hufflepuff, desapareció al instante. Mantuvo la mirada durante unos segundos en Max, asintiendo con la cabeza, dandole el visto bueno y miró hacia la chimenea, viendo como Gabi no conseguía lanzar los hechizos. ¿Que le ha pasado? Se preguntó, mirandola.

Se acercó a ella, poniendole una mano en el hombro. ¿Estas bien? ¿Qué ha pasado? - Le preguntó, preocupado por ella, y vio que era su turno. - Ahora hablamos - Y le dio un pequeño apretón en el hombro, para darle apoyo moral, y se dirigió hacia las chimeneas.

Apuntó con la varita hacia la primera chimenea. - ¡Flamine Fulminis! - Y lanzó el conjuro, prendiendo una pequeña llama.

Apuntó entonces a la segunda chimenea. Esta vez, un poco más fuerte. - ¡Flamine Fulminis! - Y volvió a lanzar el conjuro, prendiendo con más fuerza la segunda chimenea.

Aun puedo darle más fuerza... Pensó, y frunció ligeramente el ceño, concentrandose. - ¡Flamine Fulminis! - El último hechizo salió con más fuerza, prendiendo la chimenea con singular fuerza.

Y miró de reojo a los Hufflepuff. De los presentes, con quien más había hablado y con quien mejor se llevaba, era Árpád. Además, de que tenían pendiente el practicar un conjuro de duelo, así que prefirió comenzar a entrenar con él. - Árpád, cuidado. ¿Estas preparado? - Le preguntó, girandose hacia él y esperando confirmación para lanzar el conjuro.

En cuanto lo obtuvo, apuntó con la varita a chaval y se puso en guardia. - Flamine Fulminis Árpád! - Pronunció, lanzando un rayo rojizo contra el chaval.

Kelly entro en clase de duelo y dejo su mochila en el rincón, le sorprendió ver que no había cajas  y que estas habían sido sustituidas por chimeneas. Al principio se alegro de escuchar que hoy no lucharían contra otros compañeros, ese era el motivo por que las clases de duelo no le gustaban demasiado. Pero después le decepcionó saber que si lograban prender las chimeneas sí que podrían lanzarse el conjuro entre ellos,  así que esta clase seria más o menos como el resto de clases de Duelo, para ella.

-¡Hola! - Saludó a los compañeros que ya estaban presentes. Hoy le tocaba hacer la clase con los compañeros de Huffelpuff. Een general los compañeros de otras casas le caían bien, pero aunque no había cruzado muchas palabras con ellos, los chicos de la casa Huffelpuff es con los que sentía, quizás, más afinidad.

Tras terminar de escuchar las explicaciones del profesor sacó su varita y apuntó a la primera chimenea. -Flamine Fulminis- después volvió a repetir la misma operación -Flamine Fulminis, Flamine Fulminis-, con el resto.

Algunos de sus compañeros habían tenido éxito al encender las tres chimeneas. Kelly se sorprendió un poco cuando una de las gemelas de Hufflepuff, dirigió un conjuro contra ella, quizás para romper el hielo, ya que los cierto es que nunca habían hablado. -Fulminis Finite –dijo para intentar rechazarlo.

Habia llegado su turno, pensó en lanzar el hechizo también a alguien de la casa contraria, pero decidio finalmente hacerlo con alguien de su propia casa.

-Espero que estes preparado Ithan- dijo a su compañero de clase -Flamine Fulminis Ithan -dijo dirigiendo su varita hacia el.

Ithan apenas había lanzado su hechizo contra Árpád, cuando escuchó la voz de Kelly tras él. No, no esperaba que su compañera de casa le atacara, así que se giró hacia ella, dispuesto a preguntar para que debía prepararse, cuando la vio apuntarlo con la varita, y pronunció el conjuro.

Como acto reflejo y con más intuición que razón, el Rubio alzó la varita, estirando el brazo hacia Kelly, exactamente señalando la varita de esta como hiciera antes con Max. - ¡Fulminis Finite! - alzó la voz, e hizo que aquel rayo ojizo que salía de la varita de Kelly desapareciera escasos segundos después de ser conjurado.

¿Pero que? Ahora si reaccionó, sin comprender por que le había atacado a él cuando el profesor había dejado claro que debían atacar a los miembros de la otra casa.

Ahora comenzaba lo bueno. Duelo, las clases que le gustaban. Además, como casualidad, el conjuro se basaba en crear fuego. Él que se había tirada buena parte de la mañana fantaseando con Dragones ahora tendría la ocasión de imitarlos. Bueno, vez de con su aliento lo haría con la varita, pero lo demás era igual. Debía probar a encender las chimeneas antes de atacar a otros.

-Flamine Fulminis Chimeas- dijo cada vez que apuntaba su varita a las ramitas para prenderles fuego. 

Sin dificultad, aunque puede que con no demasiada intensidad, se encendieron. Era el momento de lanzarle el hechizo a alguien. Oteó con su mirada a todos los alumnos. Se sorprendió en ver a algunos repetidores entre ellos, y fue a uno de ellos a quien decidió atacar. Y quien sabe si fue porque conocer al alumno ligón de Gryffindor se le había pegado algo o fue porque le llamó la atención, pero atacó a la que le pareció más guapa, aunque no la conocía de nada.

-¿Como te llamas?- le dijo por lo bajo a Elisabeth, cuando ésta le dijo su nombre, le apuntó con la varita- no te ofendas, pero voy a probar contigo. Flamine Fulminis.

Quizá se puso nervioso o no quería herir a aquella chica, pero su conjuro no fue muy fuerte. Seguro que lo esquivaba sin demasiada dificultad. Aunque era repetidora, igual era más torpe de lo que aparentaba.

Aquí estaba de nuevo. Al principio le dio vergüenza, pero al ver que no era la única que repetía asignatura suspiró de alivio. Como se decía, mal de mucho, consuelo de tontos, pero por ahora bastaba.

Estudió atenta los movimientos del profesor. Ya tenía dificultades con las asignaturas de segundo como para seguir teniendo pendientes las de primero. No, debía concentrarse, y viendo como casi todos los alumnos tenían éxito en todos sus intentos, el conjuro hasta parecía fácil.

-Flamine Fulminis- dijo apuntando a una chimenea tras otra cada vez que se encendían.

Iba a saltar de alegría para elegir un candidato cuando un chaval joven lo intentó con ella. Tuvo que defenderse.

-Fulminis Finite- dijo, haciendo que no sintiera nada al acercarse el conjuro de Matt. Sonrió, se estaba convirtiendo en una maga más poderosa, o eso pensaba su crédula mente. Como hizo el chico antes, le preguntó su nombre y le señaló con la varita- ahora te toca a ti. Y no me voy a reprimir aunque seas más joven- no era de naturaleza bravucona, pero si su mente se creía fuerte, lo tenía que demostrar con su lengua, aunque sonreía casi de oreja a oreja... haciendo ver que no iba en serio.- Flamine Fulminis.

Al ver que una ráfaga cálida se escapó de su varita en dirección al chico, se permitió un pequeño "Ja" mientras miraba si impactaba o no contra el chaval desafiante.

La chica jugaba duro. había aceptado el desafío y de momento lo había conseguido. ¿Podría Matt detener el conjuro de retorno?

-Fulminis Finite.

Como supuso, a pesar de ser mayor la chica no era tan poderosa como quería hacer creer. Aún así, disfrutó con el intercambio de hechizos. Se notaba que la clase de Duelo era de sus favoritas.

-Gracias, Eli, me lo he pasado bien- dijo sinceramente.

Selena llegó a clase e hizo caso al profesor. Dejó la mochila con los libros, sacó su varita y se colocó junto al resto. Su cara atendió mucho al profesor, su cabeza necesitaba esta clase después de haber gastado tantas neuronas en la biblioteca. Su lugar estaba junto a su varita y eso lo quería dejar claro ahora mismo. Cuando el profesor les dio la orden Selena siguió al resto y comenzó a lanzar hechizos contra las distintas chimeneas.

- Flamine Fulminis! - Fue repitiendo mientras los palos de las chimeneas se encendían cuando los rayos rojos de fuego las alcanzaban. Iba feliz como si todo fuera algo natural. Tan feliz fue que al terminar la tercera chimenea se giró y buscó al primer Huffel que encontrara. Vio a las dos gemelas y con una sonrisa se giró hacia ellas. - Eh! Erzsébet! - La varita giró y apuntó - Intenta pararlo! - Lo decía en serio pero su cara enseñaba una sonrisa feliz que dejaba bien claro que estaba disfrutando aquella clase como hacía mucho que no lo hacía con ninguna otra.

Una vez en la clase de Duelo Árpád se alegró al ver que les tocaba con los Gryffindor. Después de dejar los libros contra la pared escuchó con atención la explicación del profesor, y decidió esperar pacientemente su turno para tratar de lanzar el conjuro contra las chimeneas. Quizá aquella fuera la oportunidad de recuperar puntos para su casa, lo cual no estaba nada mal.

Antes de que le tocase fue viendo cómo todos iban pasando, y se sorprendió un poco cuando Ithan les escogió como objetivo.

- ¡Fulminis Finite! - Gritó de inmediato, pero no lo suficientemente rápido. Al igual que el día anterior había sido herido en la clase. Y no le dolió tanto el conjuro de su compañero como el orgullo al pensar que quizá el profesor le quisiera llevar otra vez a la enfermería. Sin embargo trató de disimular con una pequeña sonrisa. - Bien hecho,tío. - Dijo, felicitando a Ithan y esperando que nadie notase nada raro en su voz.

Luego permaneció un poco callado, esperando su turno, y cuando llegó decidió desquitarse con las chimeneas.

- ¡Flamine Fulminis chimenea! - Gritó una vez, y una sonrisa más sincera se dibujó en sus labios al ver que el rayo rojizo salía de su varita. - ¡Flamine Fulminis chimenea! - Repitió, mientras su expresión se ampliaba. - ¡Flamine Fulminis chimenea! - Dijo una vez más, encantado, sólo para girarse entonces hacia quien un par de minutos antes le había atacado. - ¡Flamine Fulminis Ithan! - Gritó, esperando pillarle por sorpresa, pero consciente de que el chico era realmente bueno en Duelo. 

Tras ver que su conjuro superaba la defensa de Árpád, Ithan abrió ligeramente los ojos, avanzando hacia él inmediatamente para preocuparse por su estado. Se paró junto a él, con gesto preocupado. - ¿Estás bien? - Guardó silencio, esperando ver como estaba, hasta que lo vió sonreir y felicitarlo. Algo culpable, el Rubio asintió con la cabeza, forzando una sonrisa, y asintiendo con la cabeza.

- Gracias, tio. Espero que no sea nada... - Acabó por decirle, levantando el pulgar y desvió su atención cuando comenzó a lanzar los conjuros a la chimenea, centrando su vista en Eli. ¿¿Que hace aquí? ¿Esta... repitiendo las clases de duelo? Entonces, para él tuvo cierto sentido algo que le dijo a principio de curso. Y aun estaba pensando en esto, varita en mano, cuando escuchó el conjuro de ataque seguido de su nombre.

Se giró hacia el origen del hechizo, viendo a Árpád apuntandole, y una vez más, el instinto actuó por él. Estiró la curvada varita hacia Árpád. Más exactamente, hacia la varita de este, centrando su atención en esta. - Fulminis Finite... - Susurró, haciendo que el rojizo rayo que se dirigía hacia él, simplemente, desapareciera.

Y permaneció con el brazo estirado hacia Árpád unos segundos, mirandolo y acabando por bajar la varita. - Bien hecho. - Asintió con la cabeza, con una media sonrisa. Pero no guardó su varita, la clase aun no había acabado.

Tras ver como el ataque de Erzsébet era rechazado por Kelly, la pequeña se quedó de pie esperando que la chica Gryffindor respondiera a su invitación con una respuesta flamígera y concisa. Pero la respuesta no llegó, la niña rubia decidió atacar a uno de su propia casa. Levantando los hombros en señal desinteresada, Erzsébet se sentó junto a su hermana para fijarse bien en las actuaciones del resto de alumnos.

Ithan estaba demostrando tener una resistencia increíble, al ser capaz de rechazar cada uno de los conjuros. Erzsébet sintió algo de envidia al ver que él estaba siendo el principal sparring de clase de duelo. Aunque sabía que su hermana era mejor defendiéndose, ella estaba aburriéndose ahí sentada.

Finalmente cuando una de las Gryffindor gritó su nombre, Erzsébet se levantó como un resorte con la varita ya a punto. Pero el conjuro de Selena pareció hacer algo raro, como si no acabara de decidirse entre impactar contra ella u Orsolya, hasta que finalmente desapareció en el aire. Un ¡puff! que dejó con ganas a Erzsébet. Aish, con un suspiro la pequeña volvió a sentarse.