Partida Rol por web

Aprieto los dientes ante el contacto del ungüento curativo, está frío y escuece un poco en la herida, aunque poco a poco mi piel va absorbiendo el cataplasma y sanando las heridas que me causaron en clase.

— Gracias — digo casi de forma automática a la enfermera, y después me vuelvo hacia mi amigo William para asentir de nuevo con la cabeza —, y gracias a ti también por acompañarme — le sonrío también en señal de gratitud.

Frunzo el ceño ante la contestación de la enfermera, sospechando que solo quiera entretenernos, pero por no generar más problemas me callo y acepto el hecho de que no me ha echado. No quiero dejar a Ed solo ni fastidiarlo, así que simplemente me cruzo de brazos y me pongo a su lado en silencio.

—Lo siento, Ed... —digo en voz baja—. Pero no quiero que te quedes otra vez solo aquí encerrado... Y no tienes por qué darme las gracias por ello.

Voy siguiendo a la enfermera con la mirada. A pesar de todo, quiero aprender lo que pueda de lo que está haciendo.

—¿Cómo que lo sientes? — digo anonadado aún tumbado en la camilla mientras enarco las cejas en señal de confusión mirando a mi amigo — Pero si has venido a acompañarme y encima... — miro para asegurarme de que la enfermera no está escuchando — y encima has contestado así a la enfermera para quedarte, ¿cómo me pides disculpas por eso?

—Que me da que... —comienzo, pero me cohibo porque probablemente me vaya a oír y cause más problemas—. Luego te lo digo... —digo—. Pero bueno, espero que al menos así te entretengas.

Miro al otro chico, el de Hufflepuff cuyo nombre no recuerdo.

—¡Hola! Soy William, y este es Ed, no me acuerdo de tu nombre... perdona... ¿estás bien? Quiero decir, espero que estés aquí por algo... poco grave...

Alzo la mano saludando también al otro chico.

— Ed, de Edward Ward, encantado — explico al otro chico, me suena haberlo visto en Hufflepuff, pero no estoy seguro.

Dicho eso empiezo a echar un ojo a los botes que hay por la sala y dirijo mi mirada a mi amigo.

— ¿Crees que aquí podríamos investigar para la redacción?

—No lo sé... ¿tú crees? —me cuestiono si debería preguntárselo a la enfermera, pero va a ser que no, así que empiezo a ojear los botes en busca de algo que tenga que ver con el ciempiés.

Cuando la enfermera se acercó con el potingue Árpád se levantó la camiseta con un suspiro, enseñando la quemadura que Ithan le había hecho. Luego, ya pringado, se quedó únicamente esperando a que su piel la absorbiera y pudiera irse. Mientras tanto siguió escuchando la conversación de los Ravenclaw, disimulando de vez en cuando para no parecer un mirón, hasta que uno de ellos se dirigió a él.

- Yo soy Árpád, coincidimos en la clase del profesor Longbottom. - Les recordó con una pequeña sonrisa. Entonces se bajó de la camilla acercándose a ellos. - Tú eres el nieto de Harry Potter, - Dijo a Ed. - y tú su amigo. - Explicó antes de bajar la mirada para comprobar su herida y colocarse bien la ropa. - Sólo fue un Flamine bien lanzado. - Dijo, quitándole importancia. - Lo que más me fastidia es que he ido sólo a dos clases de duelo, y en las dos he terminado aquí. - Añadió al final, con una pequeña sonrisa de impotencia. - Se ve que no es lo mío.

— Por aquí debería estar el antídoto del veneno, y seguro que no muchos obtienen esa información — contesto a mi amigo.

Escucho entonces las palabras del chico de Hufflepuff y aprieto los labios mientras dirijo mi mirada al suelo como respuesta a sus palabras.

— No, él es William Pollock, y yo soy Edward Ward — aclaro, sí somos amigos, y sí, lo otro también, pero eso no es lo que nos define a ninguno de los dos, ambos tenemos nombres para referirse a nosotros por lo que nosotros hemos hecho, no por logros de otros.

Detengo mi mirada en William y suspiro, sabía que esto pasaría, y no ha tardado en hacerlo.

- Encantado. - Respondió Árpád tendiendo la mano al chico. Al ver su expresión se sintió como si le hubiera ofendido, o algo parecido, pero no terminaba de entender por qué.

- ¿Vosotros también tenéis que hacer la redacción de los ciempiés monstruosos? - Preguntó entonces mientras se dirigía a echar un ojo también a la estantería. Jamás se le habría ocurrido esta línea de investigación. - ¿Cómo la lleváis?

—Encantado, Árpád —saludo—. Pueeees, de momento la empezamos en la clase pero no hemos tenido mucho tiempo de profundizar. Las clases de Duelo y eso...

— A mi también me han mandado dos veces seguidas aquí, y tampoco eso ayuda demasiado a que de tiempo a hacer ninguna redacción, la verdad — digo encogiéndome de hombros, cada vez que pienso en mi fallo de la última clase...

Chris entró acompañado de Byron en la enfermería. Se tocó el costado y rápidamente apartó los dedos de allí, dejando escapar un leve "Ay"

Se acercó hasta la enfermera y habló con ella.

Buenas noches... Es que hemos estado practicando unos conjuros... Y bueno, tengo una pequeña quemadura en el costado, y él dijo señalando a Byron la oreja un poco fría

- Me duele como cuando...- Se paró en seco. Le dolía como cuando una vez en el colegio los de un curso mayor le tiraron al suelo y  no pararon de lanzarle bolas de nieve duras como piedras.- Me duele sólo un poco. Atiéndale a él primero.

Cuando veo a nuestros compañeros los saludo con un gesto de la mano.

—Hola, chicos... también habéis estado practicando, por lo que veo...

Sentada en su silla, con las mollas desparramándose por debajo de los reposabrazos, la señorita F. se dedicaba a dar buena cuenta de su cena. ¿Ir hasta el comedor pudiendo enviarle los elfos la comida hasta allí? Estaba claro que no. Además, no era como Poppy. La mujer estaba tan mayor y gagá que incluso pedía a los elfos que trajera comida con los platos favoritos de los alumnos que no tenían tiempo para ir a cenar. Enfermeras de la vieja escuela... ¿Qué se le iba a hacer? La pobre ya tenía un pie en el ataúd.

Eructó con placer tras la opípara cena y cuando vio a dos niñatos más entrar en la enfermería, su ánimo se enardeció.

Vosotros, ahí y ahí, indicó a cada uno de los nuevos enfermitos una camilla al lado de las de Edward y Árpád.

Iba a preguntarles conjuro y lugar, como siempre hacía, cuando fueron los propios criajos quienes la informaron.

Llegando hasta ellos con un menjunje marrón de bastante mal olor en un tarro sin etiqueta, hizo dos movimientos de varita, dirigiendo un churretón a cada una de las heridas. Ésta se extendió más allá de las quemaduras. El que aterrizó en la oreja de Byron incluso manchó sus gafas.

Maldita mi estampa, murmuró Wainscott al caer en la cuenta que tendría que hacer vigilancia aquella noche. Ésta noche dormiréis aquí, informó a Christopher y Byron. Aquella decisión no admitía replica alguna, por muy poco que le gustase la decisión a la enfermera.

Sacó un par de almohadas, de aspecto bastante rígido y una sábana para las camillas. Dejó un juego para cada crio y con un gruñido se despidió, volviendo al fondo para disfrutar del dolor de la cría de quinto.

— Hola, chicos — saludo a nuestros dos compañeros de Ravenclaw mientras bajo la túnica ocultando mi huesudo y enfermizo cuerpo.

Me sorprendo un poco por el hecho de que hayan estado combatiendo entre si, me parece totalmente absurdo y contraproducente, pero también me parecen suficientemente reponsables de sus propias actuaciones como para poder decidir lo que hacer.

Una vez la enfermera se marchó al fondo y parecía distraída, me inclino sobre la camilla y me pongo en pie acercándome a la estantería de botes más cercanos para echarle un ojo.

— Will, ¿me echas una mano? — le digo a mi amigo mientras ojeo los frascos buscando antídotos. Saco mi libreta y voy tomando notas. Con la ayuda de mi amigo voy fijándome en todos los frascos, sin tocarlos, leyendo algunas indicaciones que hay en cada bote hasta que encuentro los antídotos, ahí voy fijándome poco a poco hasta que localizo el antídoto y, fijándome en que no está la enfermera, doy la vuelta al frasco para apuntar con rapidez sus componentes y meditar sobre lo que sé sobre ellos.

Byron usó su camiseta para limpiar sus gafas de aquel mejunje. Se armó de valor para hacer un pequeño inciso.

- No, no he-hemos ce-cenado aún. ¿Vamos a coger algo del comedor?

Me lamento porque Christopher y Byron tengan que quedarse toda la noche en la enfermería, no se lo cambiaría por nada del mundo y musito un insonoro «Lo siento» en cuanto nuestras miradas se encuentran. La propuesta de Ed me anima y se me nota en la sonrisa que me sale automáticamente. Aprovechar el tiempo que tenemos que estar aquí mientras empieza a hacer efecto el ungüento y comienza a curarse la quemadura de Ed para aprender sobre las criaturas mágicas, y encima sobre antídotos es precisamente lo que más me ayudaría a convertir este contratiempo en algo útil y divertido.

—Claro, voy a mirar yo también un poco... —digo, y comienzo tímidamente (por no alarmar a Madame Wainscott) a mirar las cosas y a decirle a Ed lo que veo que puede servirnos.

Desde el otro lado del ala hospitalaria, la enfermera contestó gritando a la pregunta de Byron: Si te marchas de la enfermería, olvídate de volver a entrar.

Byron se quedó inmóvil como petrificado al escuchar el grito de la mole enfermera. ¿Castigado sin cenar? Miró a los demás sin saber bien qué demonios hacer. Empezaba a tener hambre y más viendo como la enfermera no se privaba de nada.

- ¿Nnno-no pueden traernos la cena aquí?- Dijo casi con lágrimas en los ojos.