Partida Rol por web

Artuhr miró la tienda cuan espaciosa se veía desde su entrada, que era decir muy poca cosa teniendo en cuenta la cantidad de espacio que quitaba toda aquella mercancía. El pequeño pensó que el dueño debería administrar algo mejor aquello tras tantos años como se suponía que llevaba el negocio.

El corpulento tío del muchacho lo instó a entrar apoyando su enorme palma en su hombro y avanzando con grandes pasos.

-¡A las buenas! -exclamó a la tienda vacía con su acostumbrado buen humor.

Al fondo, donde quizás hubiese una trastienda, se escuchó el sonido seco de las cajas de cartón al moverse e, instantes después, un anciano mago con ojos acuosos y cabello cano crespo apareció tras los innumerables pilares de cajitas.

-Buenos días -saludó con voz rasgada y una amable sonrisa- un nuevo alumno de Hogwarts, me atrevería a suponer.

-Efectivamente, caballero -convino sonriente Damian Vargadeen.

-Sí, sí... esta mañana no paro de recibir clientes.

El viejo Ollivander se situó tras el mostrador y gesticuló con su huesuda mano al niño para que se aproximase.

-Acércate, muchacho. Déjame que te vea...

Su tío asintió apremiante y se aproximó obediente, pero con una mirada desafiante en el rostro. Y quizá un tanto desconfiada. Dada su pequeña estatura el anciano tenía que encorvarse sobre la larga mesa de madera aneja para poder mirarle a la cara, bajo aquel peculiar sombrero de ala ancha de estilo colonial.

-Dime, chico, ¿cómo te llamas?

-Arthur, señor. Arthur Damoquiles Zachariensen.

-¡Oh!, un nombre imponente, desde luego.

El anciano miró fijamente y durante un buen rato al chico, quien, pese a la incomodidad de la situación, le mantuvo la mirada, con los ojos ligeramente entornados, dándole a su infantil rostro un deje de enfado.

-Veamos... sí, creo que...

Sin dar explicaciones, con aire abstraído, el anciano Ollivander se dio media vuelta y recorrió con sus largos y delgados dedos la serie de cajas amontonadas contra la pared, y dentro de las estanterías a su espalda. Arthur miró a su tío, inquisitivo. Éste se la devolvió con un guiño. No tenía ni idea de cómo planeaba el viejo elegir la varita que le correspondería. Se preguntaba qué aspecto tendría. Elegante, esperaba.

- Ahh, buenos días jovencita, ¿emocionada por recibir su primera varita?- dijo mientras le mostraba las cajas que tenía delante de su anterior cliente, no le había dado tiempo a guardarlas.

- Agitala al aire, si asi, muy bien- dijo mientras te iba mostrando una a una las varitas y tú las ibas usando. De pronto una comenzó a echar chispas, estaba claro que esa erala adecuada:

"Madera de Acacia, pelo de unicornio, 30,75 cm, extremadamente flexible"

¡Muy interesante!

Una madera para varitas bastante inusual. He descubierto que produce varitas que a menudo se niegan a producir magia excepto para su dueño y también se guardan sus mejores efectos solo para aquellos con el don más fuerte. Esta sensibilidad hace que sea muy difícil encontrarles un dueño y solo mantengo unas pequeñas existencias para aquellos magos o brujas con suficiente ingenio, puesto que no les van bien a lo que se conoce comúnmente como magia de “ruidos y olores”. Cuando a una varita de acacia se le encuentra el dueño correcto, puede competir con cualquiera en términos de poderes, pero a menudo esta madera no es apreciada lo suficiente por la peculiaridad de su temperamento.

El pelo de unicornio produce generalmente la magia más consistente y está sujeto a un menor nivel de fluctuaciones y bloqueos. Las varitas con centros de unicornio son las más difíciles de utilizar para las Artes Oscuras. Son las más fieles de todas las varitas, y normalmente permanecen unidas a su primer dueño con una relación difícil de romper, independientemente de si es una bruja o un mago consumado.

Las desventajas del pelo de unicornio son que no produce las varitas más poderosas, aunque se puede compensar con la madera de la varita, y que tienden a la melancolía si no son usadas correctamente y el pelo puede “morir” y necesita ser reemplazado.

- Ahh, buenos días jovencito, ¿emocionado por recibir su primera varita?- dijo mientras le mostraba las cajas que tenía delante de su anterior cliente, no le había dado tiempo a guardarlas.

- Agitala al aire, si asi, muy bien- dijo mientras te iba mostrando una a una las varitas y tú las ibas usando. De pronto una comenzó a echar chispas, estaba claro que esa erala adecuada

"Madera de arce, 27,5 cm, Pluma de fénix, flexible"

¡Muy interesante!

A menudo he visto que aquellos elegidos por las varitas de arce son por naturaleza viajeros y exploradores. No son varitas que puedan quedarse en casa felizmente, y prefieren que su bruja o mago sea ambicioso, si no su magia se vuelve pesada y mediocre. Nuevos desafíos y cambios de aires regulares hacen que esta varita brille, literalmente, haciéndose más brillante según va incrementando sus habilidades y su estatus con su dueño. Es una madera bella y deseada, y la madera de arce de suficiente calidad para fabricar varitas ha sido la más cara a través de los siglos. El poseer una varita de arce ha sido una marca de estatus a través de los siglos, por su reputación de varita para magos y brujas de éxito

Este es el tipo de centro más raro. Las plumas de fénix pueden producir una amplia gama de efectos mágicos, aunque pueden tomarse más tiempo que las varitas de unicornio o de dragón para mostrarlo. Son las que tienen una mayor iniciativa, a veces actúan independientemente, una cualidad que a muchos magos y brujas no les gusta nada.

Las varitas de pluma de fénix son siempre las más quisquillosas a la hora de escoger un dueño, puesto que la criatura de la que han salido es una de las más independientes y distantes del mundo. Estas varitas son las más difíciles de dominar y personalizar, y su fidelidad es difícil de conseguir.

- Ahh, buenos días jovencita, ¿emocionada por recibir su primera varita?- dijo mientras le mostraba las cajas que tenía delante de su anterior cliente, no le había dado tiempo a guardarlas.

- Agitala al aire, si asi, muy bien- dijo mientras te iba mostrando una a una las varitas y tú las ibas usando. De pronto una comenzó a echar chispas, estaba claro que esa erala adecuada:

"Madera de Roble Rojo, pelo de unicornio, 31 cm, rígida"

¡Muy interesante!

A menudo se puede oír a ignorantes diciendo que el roble rojo es un signo del ardiente temperamento de su dueño. De hecho, la combinación ideal para una varita de roble rojo es alguien de reflejos rápidos, convirtiéndola en una varita perfecta para duelos. No tan común como el roble inglés, creo que su amo ideal tiene un toque ligero, es de mente rápida y es adaptable, a menudo crea hechizos únicos y distintivos, y es un buen hombre o una buena mujer para luchar a tu lado en una batalla. Las varitas de roble rojo están, en mi opinión, entre las más atractivas.

El pelo de unicornio produce generalmente la magia más consistente y está sujeto a un menor nivel de fluctuaciones y bloqueos. Las varitas con centros de unicornio son las más difíciles de utilizar para las Artes Oscuras. Son las más fieles de todas las varitas, y normalmente permanecen unidas a su primer dueño con una relación difícil de romper, independientemente de si es una bruja o un mago consumado.

Las desventajas del pelo de unicornio son que no produce las varitas más poderosas, aunque se puede compensar con la madera de la varita, y que tienden a la melancolía si no son usadas correctamente y el pelo puede “morir” y necesita ser reemplazado.

- Agitala al aire, si asi, muy bien- dijo mientras te iba mostrando una a una las varitas y tú las ibas usando. De pronto una comenzó a echar chispas, estaba claro que esa era la adecuada

"Madera de álamo, 33,5 cm, Pelo de unicornio, muy dura"

¡Muy interesante!

La madera de álamo de suficiente calidad para hacer varitas es blanca y de grano fino, y muy apreciada por todos los fabricantes de varitas por su elegante estilo parecido al marfil y su excelente trabajo con los encantos. El verdadero dueño de una varita de álamo es a menudo un duelista consagrado o lo será, puesto que la varita de álamo funciona particularmente bien con la magia marcial. Un infame club de duelistas secreto del siglo XVIII llamado Las Lanzas de Plata, era conocido por admitir solo a aquellos que poseían varitas de álamo. Según mi experiencia los poseedores de varitas de álamo son decididos y determinados, y seguramente les atraen las nuevas aventuras y los nuevos órdenes, es una varita para los revolucionarios.

El pelo de unicornio produce generalmente la magia más consistente y está sujeto a un menor nivel de fluctuaciones y bloqueos. Las varitas con centros de unicornio son las más difíciles de utilizar para las Artes Oscuras. Son las más fieles de todas las varitas, y normalmente permanecen unidas a su primer dueño con una relación difícil de romper, independientemente de si es una bruja o un mago consumado.

Las desventajas del pelo de unicornio son que no produce las varitas más poderosas, aunque se puede compensar con la madera de la varita, y que tienden a la melancolía si no son usadas correctamente y el pelo puede “morir” y necesita ser reemplazado.

-Buenos días... - dice casi en un susurro tímido - tiene muchas varitas...

Tras eso comienza a probar varitas hasta que parece que una se adapta a ella. Se queda maravillada al ver que la varita hace chispas cuando la toca y eso parece que es bueno

-Que guay, verdad?

Sonríe y se la entrega al señor Ollivanders para que la guarde en su caja... no quiere que se estropee nada más salir de allí.

-Es una buena varita? Yo no entiendo mucho de varitas... - sigue con su tono de voz bajo y tímido... pero emocionado.

Si es una buena varita solo lo sabrás tú, con el tiempo. ¡Pero ya verás como sí! Espero que te ayude y te acompañe el resto de tu vida. Mis varitas tienen esa fama. Ten mucho cuidado y cuídala bien.

Arthur sostuvo entre sus dos manos la varita, de longitud considerable en comparación con su cuerpecillo infantil, examinándola atentamente mientras escuchaba las indicaciones y pormenores del señor Ollivander.
Bufó con una ceja enarcada al saber sobre el contenido de pelo de unicornio. Siempre se había imaginado (por lo poco que habían sabido explicarle sus tíos sobre varitas y su origen) utilizando una con un centro de dragón. Por otro lado la madera de álamo sí le daba un aspecto distinguido y elegante, a sus ojos era una varita bastante decente. Solo esperaba que la esencia de unicornio no supusiera una traba.

Elisabeth iba atacada hacia la tienda de Ollivanders, sólo el tacto de la mano de su madre la relajaba un poco, pero al llegar su padre con la escoba "barredora" ya la dejo completamente como un flan.
Plantada delante de la puerta, Elisabeth no era capaz de entrar, que te dieran la varita, era confirmar que eras bruja si o si, y estaba realmente asustada, lo de antes era ilusión, pero la varita era confirmar un cambio de vida.
Hasta que sus padres le dicen:
Hija de verdad, que entendemos que estes así, no te hemos contada nada y es normal que estes asustada, pero piensa que todos los magos pasan por esto, que es un momento mágico, porque cada varita es única, cada mago o bruja tiene la suya, es algo que jamás olvidaras
Fueron estas palabras las que dieron la fuerza suficiente a Elisabeth para entrar, nada más entrar se quedó fascinada con todo lo que había y al ver al señor Ollivander solo acert a decir timidamente:
Hola señor Ollivander, vengo vengo a por...
El señor Ollivander la interrumpió con una amplia sonrisa:
Que tenemos aquí una dulce brujita nueva en Hogwarts, hola tim hola Sara dijo mirando a sus padres...
A Elisabeth se le saliá el corazón por la boca, mientras esperaba la siguiente frase del señor Ollivanders

Dado a que no podía hacer magia y, por lo tanto, no necesitaba de ninguna varita, jamás había visto Ollivander's por dentro. Nada se le había perdido allí hasta ahora. 

Debe admitir que el olor de la tienda le gusta. Es parecido al de los libros antiguos, los que llevan años durmiendo en una estantería, aguardando a captar el interés de algún ávido lector. Por lo tanto, le resulta muy familiar y se siente a gusto allí.

No obstante, no parece el lugar idóneo para que un niño de nueve años se entretenga, por lo que su madre quiere darse prisa, antes de que Ewan comience a hacer de las suyas. Gwendoline nota como tira suavemente de la manga de su chaqueta, apremiándola, para que se acerque al mostrador.

Se siente bastante nerviosa, aunque no sabe decir exactamente porqué.

Adquirir una varita no es ni de lejos parecido a comprar una túnica en Madame Malkin. La varita me elegirá a mí, y será única y exclusivamente mía. Lo más seguro es que me acompañe durante el resto de mi vida...

Le parece un tanto absurda —estúpida incluso— la perspectiva de sentirse juzgada por un simple objeto. Pero lo cierto es que así es cómo lo siente.

Logro hacer que mis padres me dejen entrar solo para comprar mi varita.
Siempre quise tener la mia, sia tras dia había visto usarla a mis padres, pero ellos nunca me dejaron ni acercarme a una. -ya tendras la tuya cuando entres al colegio- siempre decían.

en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba ahí, en la puerta de Ollivanders. Tras un profundo suspiro, entro en el local, una gran cantidad de pequeñas cajitas acomodadas en grandes cantidades sobre pequeños estantes.

comienzo a observar muy emocionado, dejándome llevar con un olor que se asemeja al pergamino antiguo.

Mire mi nueva varita, por la descripcion que me dijo el vendedor estaba tratando de relacionarlo todo y me di una imagen de mi futuro junto con ella pero observe mi anterior varita y sentí una nostalgia saber que iba a tener que cambiar de objeto, era triste pero no estábamos destinados así que me acerque lo mas que pude al mostrador para hablar de cerca con el anciano.
Ofreciéndole mi varita le dije:

-Siento mucho tener que dejar mi vieja varita pero ¿puedo pedirle un favor? Quiero que se quede con mi vieja varita y se la de al mago o bruja adecuada a ella, se que esta un poco maltratada y que usted la puede mejorar pero dígale al su futuro dueño que nunca me fallo...

Con la mejor inocensia de un niño fue mi explicacion, no conocia muy bien las reglas con respecto a los magos y la varitas pero de seguro el vendedor sabria que hacer con ella, despues de todo dijo que era de buena calidad.

Selena entró seguido de sus padres en la antigua tienda. Estaba nerviosa, pero intentaba disimularlo como podía.

-Buenos días, señor Ollivanders. Saludo afablemente la pequeña y su familia.

Mientras la niña observaba con detalle la cantidad de varitas allí guardadas, un pensamiento se le pasó por la cabeza. "Si todas y cada una de estas varitas elige a un mago, hay magos para rato!"

-Venimos a por la varita de nuestra hija. Añadió su madre a la vez que la miraba a ella con una sonrisa. Selena asintió, indicando que estaba preparada para aquel momento.

-Hasta otra, señor Ollivanders- me despedí al igual que mi madre y salí de la tienda, ya era hora de volver a casa y ordenar todas mis compras para cuando tuviera que irme... aunque puede que dejara un par de libros fuera e intentara algún encantamiento pequeño

Entré en la tienda como un huracán. Una vez dentro casi no pude detenerme, y tropecé, cayendo al suelo de morros.

- ¡Oliver! ¡Te he dicho que no corras por aquí! ¿No ves que hay mucha gente en el callejón y podrías hacer daño a alguien? – me reñía mientras entraba en la tienda.

La escena que mamá se encontró fue ciertamente cómica. Estaba yo tirado en el suelo, y Ollivander a varios metros mirándome, sorprendido.

- Lo… ¡Lo lamento! – se disculpó mi madre al ver el estruendo que había montado en la tienda mientras se agachaba donde estaba yo - ¿Estás bien, hijo? ¿No te he dicho que no corrieras tanto? Si íbamos a llegar aquí igualmente, ¿no lo ves?

Mamá era una de esas madres que te reñía porque te quería de verdad y se preocupaba por ti. Eso me gustaba, aunque a veces era muy severa, y eso me daba algo de miedo. Me ayudó a levantarme y tras quejarme un poco por la caída me acerqué al señor Ollivander.

Estaba nervioso y emocionado al mismo tiempo. Aquel era un momento crucial en mi vida como mago, y necesitaba salir airoso de aquella situación.

- S-señor Ollivander… ¡Me gustaría encontrar mi varita!

Zachary me había explicado su experiencia con el señor Ollivander. Me había dicho que el mago no escoge la varita sino que la varita escoge al mago. Aquello era como una emocionante lotería en que una varita alucinante me escogería como su compañero para el resto de nuestras vidas. ¡Y qué ganas tenía de tener mi propia varita!

Mamá sonrió, complacida al ver que me encontraba tan emocionado. Ella nos miraba intermitentemente a Ollivander y a mí, esperando ver cómo se desarrollaba aquello sin tener que intervenir.

Me terminé el helado de chocolate que me trajo mi hermana y entré en Ollivanders sin pensármelo dos veces en busca del objeto que más deseaba, una varita. En cuanto entré me pareció que la tienda esa llevaba muchos años vendiendo, por su aspecto antiguo, lleno de polvo y se parecía a una biblioteca, pero en vez de libros con cosas más especiales: cajas de varitas amontonadas cuidadosamente una por una clasificada por tipos y materiales. El caso es que me parecía muy confortable esa pequeña habitación y de repente apareció un anciano con una voz amable, pelo blanco, ojos grandes, pálidos y plateados y largos dedos. Se me acercó y me preguntó:

-¿Qué haces aquí jovencito?-Preguntándome con su tonalidad de voz amable ­­-¿Vienes a por tu varita?

En cuanto me preguntó eso yo no sabía que decir. Su voz me daba confianza por hablar con él.

-Así es señor,  estoy dispuesto a coger mi varita. –Respondí con entusiasmo.

Me quedé mirando la varita que había en un escaparate, parecía muy poderosa. Me la quedé mirando y luego le miré a él.

-Lo siento jovencito pero tu no debes escoger la varita, la varita escoge el mago que quiere.

Vio que mi cara cambio drásticamente con desilusión y se dio media vuelta y se fue hacia la despensa. Cuando volvió a aparecer traía mi varita, en una caja negra con los bordes dorados.

-Aquí tienes tu varita, espero que la cuides mucho.

Abrí la caja y quedé sorprendido. Era una varita muy bonita. Negra con pinceladas doradas imitando a la caja que la llevaba.

En cuanto vi la varita, Ollivanders empezó a detallarme la varita.

Asiento a las palabras de Ollivander con una sonrisa de oreja a oreja, me va dando alguna varita, segun decia sus propiedades algunas la mayoría las conocía por lo que decían los libros y otras no.

Agito alegre mi nueva varita mientras la agito se oye un zumbido por lo flexible de la madera mientras suelta alguna chispita.

¿Acacia? supongo que es tan rara como yo... Digo con una risita incapaz de mantenerme callada.

Nikolay entro con timidez seguido de su  padre, mirando a un lado y a otro como si de alguna de las estanterías algo pudiera salir y hacerle daño, agarrado a la gabardina de su padre se acercaron al viejo Ollivander, que saludo a su padre con una sonrisa, había escuchado que el anciano solía recordar a quien entregaba qué varitas y era algo que le fascinaba. En lo que hablaban miraba las cajas y cajas de varitas... en alguna de esas estaba la suya y no podía hacer mas que fantasear con cual de ellas se quedaría.

Después de unos minutos de titubeo, Nikolay se armo de valor y se acerco al anciano, en parte rojo tanto por la vergüenza como por el esfuerzo

- Ho... hola señor Ollivander, me llamo Nikolay Ravno y vengo a que me entregue mi... mi varita... es mi primer año ¿sabe?- Dijo con voz tímida y aunque su tono fuera normal, con los hombre no le pasaba como con las mujeres que casi hablaba en susurros quedados. Permaneció esperando a que él anciano hiciera lo que debiese, la varita eligue a su dueño, no lo contrario, se repetía mientras pensaba que clase de varita sería.