Partida Rol por web

Snowy saca la cabeza al sentirse observado y mira fijamente al Sr. Bigotes. Sale del hueco que ha hecho Tabby para acercarse al gato de Oliver para investigarlo. Tabby mira a Mark de refilón, como evitando mirarle de frente. Las ranas de chocolate parecen estar bien... pero esas grageas...

-Esas grageas tienen pita de peligrosas...

Le sabe mal que la inviten así que quiere contribuir un poco en la compra de dulces dándoles uno de los galeones, aunque seguramente eso no sirva para comprar mucho.

La chica sin nombre parecía saber muy poco de nuestro mundo, no debía de ser hija de magos.

- No te preocupes, lo peor que te puede pasar es que te toque una con sabor a vómito - dije, medio riendo. Si bien no era una perspectiva agradable, era graciosa - Aunque a mí nunca me ha tocado. Bien... ¿a qué esperamos? ¡Llamemos a la señora del carrito! 

Me levanté para asomarme al pasillo del vagón. 

- ¿Oiga? ¡Queremos golosinas!

¡Íbamos mejorando! De no responder a una pregunta directa, había conseguido una palabra de dos sílabas, y de ahí una frase hecha y derecha. Dentro de poco ... (¿cuál sería su nombre?) nos hablaría con normalidad. O al menos con normalidad para ser una chica.

- ¡Sí! - digo de manera alegre cuando mi compañero llama a la chica del carrito. - A ver, entonces queremos una bola de ranas de chocolate, una caja de grageas, que diga lo que diga al menos una gragea vamos a probar todos, y una bolsa de varitas mágicas para mí y quien quiera compartirla. ¿Os apetece algo más?

Espero a que los demás pidan si quieren algo más y lo pagamos todo a medias entre Oliver, Morgan y yo*, invitando a la chica sin nombre. Miro con avidez nuestro nuevo botín, aunque no me atrevo a ser el primero en asaltarlo.

-Que asco... de vómito...

Su voz es bajita así que parece que esté hablando con ella misma, pero en realidad habla con los demás... cosa rara ya que no le gusta hablar mucho.

-Espero que no me toque...

Al llegar la señora del carrito llamada por Oliver, me ruborizo un poco de manera inconsciente, realmente había comido hace poco, y no sentía una gran cantidad de hambre.

-Esto… – Comienzo a hablar tímidamente – Yo solo quiero una rana de chocolate…

Nunca antes había comido una, pero me llamaba la atención lo del cromo.

Dos frases a la vez. Había acertado con la idea de las chuches. Viendo que aun así no se decidían a ser las primeras en comer, abro la bolsa que habíamos comprado de ranas de chocolate y les ofrezco una a cada una.

- Cuidado al abrirlas. - le digo al dárselo a la chica que no tiene pinta de haber comido nada de esto. - Tienden a saltar. Sobretodo si notan que la caja tiembla. No te preocupes no son ranas de verdad, son sólo chocolate. Al primer mordisco deberían dejar de moverse.

Entre las grageas y lo de las ranas debía estarse planteando de nuevo el mundo mágico. Recuerdo la primera vez que me comí una rana. No me atrevía a morderla al verla tan viva. La tuve de mascota un par de horas hasta que el hechizo de movimiento se terminó.

- Yo creo que voy a empezar por una de las grageas a ver si hay suerte. - abro la caja y como una. Pongo una cara rara al principio, pero luego me encojo de hombros y sigo chupando el caramelo. - Me ha tocado con sabor a papel. Un poco áspero pero no está especialmente malo. Podría haber sido peor.

Las chicas hablaban cada vez más, lo que era una buena señal. Aunque si todas así al llegar a Hogwarts casi tendríamos que amenazar con nuestras varitas a cada chica que nos encontrásemos para que hablara con nosotros. 

- ¡Vamos a probar! - alargué una mano para coger una gragea de la caja que Mark había abierto y me metí la golosina en la boca. Estuve degustándola unos segundos, poniendo cara interesante - Creo que es bacon... 

Zachary normalmente no probaba las grageas porque no le gustaba eso de que te pudiera salir cualquier sabor, pero a mí la emoción de no saber que te tocará me llamaba muchísimo. 

- Mark tiene razón. A mí una vez una rana de chocolate se me escapó en medio de una comida familiar y fue a caer de lleno en la crema de calabacín. Deberíais haberlo visto, bañé a la tía Dorothy de crema y se puso a gritar histérica. Desde entonces tengo que comérmelas a escondidas.

Mira con un poco de miedo la bolsa de las ranas de chocolate. Coge una de las cajitas y se prepara para abrirla con cuidado y atrapar a la rana si se escapa. Aunque aun le sigue dando cosa comerse una rana de chocolate que parece que está viva. Abre la caga poco a poco para coger la rana, la atrapa antes de que comience a saltar o a moverse, pero no se la puede comer por eso mismo... le da reparo.

Miro a la chica coger la rana de chocolate. No se atrevía a comérsela. Era normal. La primera vez que ves una no puedes evitar empatizar un poco. Es el problema de la magia y de dar "vida" a los objetos, que hasta que no te acostumbras...

- Le puedes poner nombre si quieres. Yo a mi primera rana la llamé Wonka. - digo mientras sonrío. Si pensaba que era a la única que sentía eso le entraría la vergüenza de nuevo y se cerraría en banda otra vez. - Pero dentro de poco dejará de moverse, por lo que no empatizaría mucho con ella. No te preocupes por que se mueva, es sólo chocolate. No siente dolor, no siente cariño, sólo salta y abre la boca haciendo que croa.

Después me giro hacia el chico que había cogido una gragea. Hubiera sido mejor introducirlas en el mundo mágico de los caramelos con una gragea. O no, porque si cogían justo una con un mal sabor quizás no quisieran saber de nada de esto nunca más.

- ¡Qué suerte! ¿Bacon? Nunca me ha tocado nunca ninguna con ese sabor. Me tocan muchas de menta, pero porque suelo ir a por las verdes. Te arriesgas a que sepan a espinacas o alcachofas, pero suelen ser cosas comestibles. - Digo antes de coger otra y probar de nuevo. Probaría alguna más, pero dejaría de comer pronto. Por ahora me había ido bien, pero tarde o temprano me tocaría alguna con un sabor extraño. Me animo a coger una de color rojo oscuro, buscando otra de bacon. - Eh, ¡una de fresa! Qué suerte. Al ver que somos de primero nos han debido dar una con todos los buenos sabores.

-Wonka? Con Charlie y la fabrica de chocolate?

Mira a la rana y no se le ocurre ningún nombre gracioso para ese ser de chocolate... quizá umpa lumpa? Nah, demasiado largo para un ser de tan corta existencia. Se decide y le da un mordisco al pobre "animal".

-El chocolate mágico sabe como el normal... pero esta bueno igual.

Después de escuchar aquello sobre las ranas, me da pena comérmela aunque sea un animal de corta duración. Por lo que guardo la caja con la rana en mi bolsillo y siento que hice un “buena acción”, los animales hasta el momento habían sido gran parte de mi familia, por lo que tenía un cierto recelo en comerlos, incluso aunque fuesen sintéticos, por lo que tomo una gragea de un color blanco enfermizo y me la como.

-Puaj – Digo suavemente – Esto sabe a cenizas…

Me paso la mano por la lengua para sacarme el sabor.

Aquello de los dulces había conseguido que las chicas hablaran más con nosotros. Ahora la chica sin nombre le había dado un mordisco a la rana de chocolate, que había dejado de moverse. A Morgan le había tocado una gragea con uno de los sabores malos. 

- Eso es lo malo de las grageas, ¡nunca sabes lo que te va a tocar! - como me gustaba tentar a la suerte cogí otra gragea, sin fijarme en el color, y me la metí en la boca - Mmm... ¡Limón! 

Se veía que los chicos teníamos suerte con esto. 

- Bueno y... - comencé mientras la gragea iba de un lado a otro de mi boca, como un caramelo - ¡Está noche quizá ya no coincidimos en la misma mesa! Pero podemos ser buenos amigos, ¿no?

Me encojo de hombros cuando la chica se guarda de nuevo la rana en el bolsillo. Si iba a esperar que se acabara el conjuro siempre antes de comerse una rana de chocolate nunca las comería cuando le apetecieran. Pero ese no era mi problema. Me termino de comer mi gragea y saco mi mochila. Rebusco un poco en su interior y saco con orgullo una botella de agua de la misma. Mi madre me había metido además varios bocadillos para el viaje (que ya comería si eso después de las chuches).

-Toma, anda. Esto te ayudará a quitarte el sabor de la boca. - le digo a Morgan mientras le tiendo la botella. - Si no os gustan los caramelos mágicos os regalo encantado un bocadillo de jamón y queso. Profundamente aburrido y muggle. Y para nada tan rico como una varita de regaliz.

Tras decir esto abro la última de las bolsas que habíamos comprado y me llevo una de las varitas mágicas de regaliz a la boca. ¿Habría alguna manera de comprar caramelos dentro del castillo?

Se acaba su rana de chocolate y busca en su mochila también ahora que Mark le ha recordado que su tía Margaret le preparó ayer por la noche unos dulces para el viaje. De la mochila saca un tupper y lo abre mostrando unas cuantas galletas de colores y algunas magdalenas con trocitos de chocolate.

-Queréis?

Deja el tupper a su lado en el asiento y coge una galleta con forma de estrella y cobertura blanca.

Acepto con gusto la botella que me ofrecen, doy unos largos sorbos y se la paso de vuelta. Me cruzo de brazos y no como nada mas, de igual menera ya había comido hace poco y solo estaría de golosa. Miro a mis compañeros comer y me detengo en Oliver. 

-¿Amigos? - Digo para mi misma, nunca había tenido amigos, aunque sabía de que iba ese concepto - Por mi esta bíen - Digo con mi habitual voz baja, casi un susurro. 

¡Íbamos mejorando! Ahora la chica sin nombre nos ofrecía sus propios dulces. Sólo faltaba que nos dijera su nombre, si es que algún día nos lo decía... 

- ¡Bien, galletas! A mí me encantan - dije mientras me acercaba a coger una - muchas gracias. 

Volví a sentarme en mi sitio, con el Sr. Bigotes a mi lado. El gato seguía mirando fijamente a Snowy, vigilándolo desde dentro de su jaula. Cuando me acabé la galleta recordé mi pasión por las ranas de chocolate. Cogí una cajita de las que habíamos comprado y la abrí lentamente. La rana fue más rápida que yo y comenzó a saltar por el compartimento. Aquello desembocó en una cómica situación en la que yo me levantaba rápidamente para intentar atraparla. 

Cojo la botella de nuevo de la chica cuando me la tiende y bebo yo por mi parte también un poco. Luego la vuelvo a guardar en la mochila junto a los bocadillos, que cada veía menos que me los acabara comiendo.

- ¡Por supuesto que podemos ser amigos! Nadie te obliga a ser amigo sólo de la gente de tu casa. - digo convencido. - Además, creo que las clases se dan para dos casas a la vez, por lo que seguro que en alguna coincidimos.

No estaba seguro de esto, pero mi madre me había dicho algo así. Lo de las casas estaba muy bien, pero yo esperaba poder relacionarme con más gente que solo los de allí. Al fin y al cabo, aunque teóricamente compartieras aptitudes con los que compartías casa, eso no lo era todo. Y amigos había que tener de todas clases, no sólo gente igual que tú.

- ¿Galletas? No se le puede decir que no a eso. - Cojo yo también por mi parte una galleta con forma de persona, de color azul. Le muerdo la cabeza. Resultaría que la chica sin nombre no nos hablaba no por bordería, o eso o sólo había ofrecido galletas por educación. - Están geniales. Que suerte que te hagan galletas caseras para el viaje.

Le doy otro mordisco a mi galleta, y miro a Oliver correr hacia la rana. Un bote de la misma sobre la jaula despierta a Nim (algo que parecía imposible que pasara), que se mueve al ver al gato vigilándole. Intento yo también alcanzar la rana sin mucho éxito, y tirando la caja de grageas al aire en el movimiento. 

- ¡No! - digo cuando veo las grageas volando, mientras mi búho hacía ruido, la rana saltaba y Oliver seguía intentando atraparla.

Snowy hace acto de presencia. Salta enganchándose con las zarpas a la ropa de los chicos, haciendo saltos al más puro estilo gato ninja y atrapa a la rana que le hace gracia que se mueva. Por otro lado, Tabby se cubre la cabeza con las manos para que no le caigan ni las grajeas ni lo chicos encima... las grajeas le dan igual, pero si se cae uno de ellos encima le pueden hacer daño.

Snowy, la mar de contento con su trofeo, se va a lo alto de asiento para jugar con la rana a destriparla... aunque sea de chocolate.

El gato blanco había conseguido su premio, pero a mí no me importaba mucho. Volví a mi asiento.

- ¡Lo siento! - me disculpé y me puse a recoger las grageas que se le habían caído a Mark - Normalmente no se me escapan, supongo que me he distraído. 

La situación me daba algo de vergüenza, pero no era nada que no pudiera superar. Cuando terminé de ayudar a Mark con las grageas me senté en mi sitio, algo traspuesto.

- A ver si el resto del viaje se nos hace más tranquilo

Aunque había sido, en parte, bastante divertido.

Recojo junto a Oliver las más grageas posibles del suelo, y después cierro la caja, dejándola a mi lado. No creo que nadie más quisiese grageas (en caso contrario solo tendrían que coger la caja y abrirla), y lo mejor sería impedir otro desastre como el que acababa de pasar.

Utilizo mi último trozo de galleta para calmar al búho, que la empieza a picotear entretenido olvidando a los gatos. 

- No pidas perdón. Es lo divertido de las ranas de chocolate. - digo con una sonrisa. Lo único que me preocupaba es que ahora las chicas se volvieran a cerrar después del ridículo que habíamos hecho.

Me paso la mano por el pelo, donde encuentro una gragea de las que me habían caído encima. Parecía limpia y tenía un interesante color azul, por lo que me atrevo a comérmela.

- Agua salada. Está rico. - digo dándole un par de vueltas por mi boca antes de seguir con la conversación. - Seguro que el resto del viaje es mucho más tranquilo. Además, creo que ya no estamos muy lejos del castillo*.