Partida Rol por web

El tren es una locomotora de color escarlata. No hay servicio de restaurante, pero si hay una bruja que lleva un carro donde los estudiantes pueden comprar varios tipos de golosinas y zumo de calabaza. Hay uno o dos vagones al principio del tren para los prefectos de Hogwarts. No suele haber tampoco adultos a bordo del Expreso Hogwarts, excepto la bruja que lleva el carro y el conductor.

El tren estaba casi al completo y la mayoría de los compartimentos y vagones iban saturados de maletas, jaulas de animales y sobre todo gritos y conversaciones. Pocos minutos después de que estuvieseis instalados el tren hizo un sonoro ruido y éste arrancó.

La mayoría de familias mágicas estaban allí despidiéndose de sus hijos, para algunos sería el primer año en Hogwarts, para otros sería ya el último. Los alumnos estaban pegados a los cristales de sus compartimentos, otros estaban sacando un pañuelo por la ventana, pero todos sabían que el expreso arrancaba y que en unas horas llegarían a la Escuela.

El viaje sería largo y llegarían para la cena, hasta entonces lo mejor sería ponerse cómodo y esperar a que terminase. Debían llegar frescos y relajados, pues nada más llegar comenzaría la ceremonia de Selección y ese era un acontecimiento único e irrepetible que serviría para asignas a los alumnos de primero en una casa que le marcaría para toda su vida.

Buscando un sitio donde sentarse, Mircea había pasado por muchos de los compartimentos que estaban a rebosar de chavales, la mayoría mayores que él. Aunque en el último año había pegado un estirón, seguía teniendo tan solo 12 años; hasta el mes que viene no cumpliría los 13.

Encontró uno de los compartimentos vacíos y se metió sin querer buscar más. Aún no le apetecía encontrarse con sus amigos.

Se sentó al lado de la ventana y sacó uno de los libros del nuevo curso de su sombrero.

Dejando atrás a su hermanito, Perry subió al vagón y empezó a buscar un sitio donde sentarse. Abrir y cerrar puertas de vagones arrastrando todas sus cosas no era algo que le apeteciera demasiado hacer. Caminó hasta los últimos vagones esperando que por allí el ambiente estuviera más tranquilo. Efectivamente así era. Abrió la puerta del número 9 y sólo había una persona leyendo. Le costó reconocer a Mircea pero cuando lo hizo la sonrisa le salió sola.

- ¡Ey Mircea! Vaya estirón has dado.- Perry no había crecido mucho pero unas gafas adornaban su rostro de rosada piel. Las empujó a su sitio con uno de los dedos.- ¿Qué tal todo?- Se sentó a su lado, aunque dejando el suficiente espacio para que el chico no se sintiera incomodado.

Sam había pasado por varios vagones buscando su baúl. A Negro le llevaba ella en la jaula y no dejaba de bufar a cualquiera que se acercara a mirarle. Habían tenido una buena relación en verano y ahora se llevaban bastante bien.

Al final, encontró su nombre en un baúl y abrió el vagón donde lo había visto sin mirar quién estaba dentro.

Ah fue lo único que dijo al encontrarse con dos de sus compañeros de primero. Qué asco le hubiera gustado rematar.

Todo era culpa del estúpido mayordomo, seguro que le había puesto las cosas en ese vagón adrede. Se encargaría después de que recibiera su merecido.

Se sentó en uno de los asientos vacíos, procurando que ninguno de los dos niños le rozara.

La voz de un chico le sacó del ensimismamiento en el que se encontraba; se había pasado casi 5 minutos en la misma página. Tuvo que esforzarse en reconocer a Perry tras aquellas gafas. Vaya, hola Perry, le saludó mientras cerraba el libro y lo posaba sobre una rodilla.

Ya, bueno. Mis hermanas me andan llamando de todo porque ahora las saco casi una cabeza, dijo antes de volver la cabeza y mirar a través de la ventana.

Cuando volvió a centrar su atención en su amigo, el chico ya estaba sentado a su lado. Tirando, contestó encogiendo los hombros.

Cuando escuchó la puerta del compartimento abrirse, se quedó mirando a la chica que entraba. Volvió a costarle identificar a la chica. No habían sido demasiados meses los que había pasado alejado de Hogwarts, pero parecía que todo el mundo había cambiado tanto...

Sonrió de forma triste como saludo, sin decidirse a decir nada. Recordaba que durante todo el primer curso aquella chica solo había buscado la compañía de sus compañeros viperilnor y nunca habló con los de otras casas.

¿Conseguiste encontrar el libro del que te hablé en Junio?, le preguntó a Perry, haciendo referencia al tratado rumano que abolía las leyes de segregación mágica entre los magos de sangre pura y los romaníes.

- Hablando de hermanos. Este año empieza el mio. Espero que le toque en Ravenclaw. Se llama Ed, Edward.- El pobre lo había pasado muy mal antes de llegar la carta de Howarts. Había estado hospitalizado y agobiado por tener que estar otro año separado de Perry. La puerta del vagón se abrió de nuevo y los ojos de Perry se llenaron de esperanza ante la idea de que apareciera alguno de sus amigos. Sin embargo entró Sam, aquella chica distante de Slitheryn, así que su expresión  tornó a decepcionada, resvalándole las gafas por el puente de la nariz. Las recolocó enseguida y siguió hablando con Mircea, tras saludar levantando las cejas.

- El libro me ha parecido muy interesante aunque algo espeso. No es de los que te lees de un tirón. Tendré que releérmelo un par de veces para sacarle todo el jugo.¿Cuántos hermanos tienes?- No quería incomodar a Mircea con sus preguntas.- Si te apetece seguir leyendo por mi no te cortes. No sé si conoces a Gladius, mi gato.- Al igual que Mircea reposaba su libro en las rodillas, en las de Perry se acomodaba un precioso ejemplar de gato de raza burmese. Su color parecía cambiar entre tonos grises y azulados acompañando a la cadencia del relajante ronroneo.

A Sam le hubiera encantado saltar sobre Perry y atravesar con sus dedos los cristales de sus feas gafas. Que se clavara esos cristales y oirle gritar sería mucho más agradable que escuchar una conversación estúpida y absurda sobre libros y hermanos.

Esfumó esos pensamientos de su cabeza cuando escuchó a Negro desde su trasportín bufar. Le miró y estaba observando con ojos rabiosos al gato del gafotas. Seguramente le apetecía salir y convertir a ese... Gladius en su comida, pero no era el momento.

Vaya, ¿el hermano de Perry también entraba en primero? Si se parecía un mínimo a él, las gemelas se lo comerían con patatas...

Yo no lo consideraría un libro interesante, pero es necesario conocerlo para saber en qué punto se encuentra Rumania en el panorama mágico y el trato que el Ministerio de Magia le dispensa. Hasta entonces con la única persona que podía tratar esos temas había sido su madre. Era agradable encontrar a un chico de su edad que no dependía de juegos inventados, comida o bromas pesadas para pasar el rato.

Tengo 3, las gemelas empiezan este año también. No me extrañaría que las colocasen de Ravenclaw, dijo abstraído. Por un lado quería que las niñas coincidiesen con el en Hufflepuff, para tenerlas controladas. Pero también asumía que eso mismo podía hacer que ellas le controlasen a él. Además, a veces resultaban insoportables... Adorables, sí, pero completamente insoportables. Quizás sería bueno que les tocase en otra casa.

No importa, tampoco me quedaba mucho para acabarlo. Lo empecé esta mañana, comentó a la vez que metía el libro dentro del sombrero de mago del colegio. No, no había visto a Gladius. Mi lechuza debe andar por ahí fuera siguiendo el Expreso. La jaula vacía se encontraba en el portaequipajes.

Su mirada pasó durante un momento por Sam. Con una sonrisilla muy parecida a las que su hermanas ponían cuando andaban planeando algún maléfico plan, la chica podía estar pensando cualquier cosa. Desde cosas de chica como de qué color pintarse las uñas hasta cosas de estudiosas como en qué asignatura destacar por encima de los demás.

Miró un rato por la ventana. La ciudad de Londres ya había quedado atrás.

- ¿Gemelas?, entonces no me costará reconocerlas. Sería genial que las pusieran en Ravenclaw. -A poco que fueran la mitad de interesantes que Mircea sería divertido tenerlas como compañeras de casa. Un chico de suedad que no se avergonzaba de haber empezado un libro ese mismo día y estar a punto de acabarlo era, sin duda, una buena compañía.- Este año, tenéis que darlo todo para subir en la clasificación. Me encantaría competir con vosotros directamente. Una sana competencia, claro.- Lanzó una mirada furtiva hacia la serpiente, por encima de las gafas. Volvió sobre su gato.- Para mi Gladius es como de la familia, no me hizo mucha gracia que el profesor centauro le lanzara aquel hechizo para dejarlo relajado.- Le había parecido una violación de sus derechos fundamentales como ser vivo, y encima pro alguien que era medio animal. ¿Acaso a él le hubiera gustado que lo montaran?. Como buen inglés, Perry era un fervoroso defensor de los derechos de los animales. Era curioso, algo contradictorio quizás, la aversión que sentía por las razas de semihumanos.

¿Me miras por algo? preguntó Sam cuando observó que Perry la miraba de reojo. Hasta ese momento estaba mirando por la ventana distraída, imaginando lo que podía hacer Negro contra el gatucho ese asqueroso. Pero era una provocación clara, ese chico quería discutir con ella.

A ver si ahora me entretengo.

-Por lo mismo que me miras tú , supongo.- Contestó bruscamente Perry ante la interrupción de la chica. Se hacía la interesante como si estuviera por encima de todo cuando ella tampoco había dejado de mirarlo.- Compartimentos pequeños, es difícil no cruzar las miradas. - Ahora sus ojos se fijaron en el transportín de Sam, desde  el cual habían salido algún que otro bufido. Siguió acariciando a Gladius, que reposaba tranquilo, en su regazo, ronroneando y moviendo las patas de esa forma tan graciosa que tienen los gatos de hacerlo, como amasando pan. Siguió hablando con Mircea.

- Amansssus era el hechizo que usó. Bueno lo usó no sólo con Gladius sino con todas las mascotas que había en clase. 

Ya las conocerás. Como las caigas bien no podrás despegartelas. Por el tono de voz, estaba claro que aquello era algo muy malo.

Por mi parte trataré de dar lo mejor, comentó cuando Perry mencionó lo de la clasificación. Y de ayudar a mis amigos, que algunos de ellos necesitaban algo más de constancia para no quedarse atrás. Esperaba que este año subieran las notas de todos: no ver ningún suspenso en los Huffies de segundo y ver muchos Excelentes. ¿Sabes? Estaba pensando en quizás apuntarme al programa de ayuda a los de primero. He oído que te da ciertas ventajas... Algo muy raro en Mircea, pues para él la soledad era prioritaria, aunque el tiempo que pasaba con sus amigos significaba a veces disfrutar de veras. Pero cualquier sacrificio para subir sus notas sería bienvenido.

Aquel pequeño encuentro entre Sam y Perry resultó ser curioso. No sabía que Perry tuviese un pronto así. Mircea arqueó una ceja, extrañado por aquel nuevo descubrimiento. Sin pensar siquiera lo que estaba diciendo, se metió: Sería difícil no quedarse mirándote, Sam. Sin querer la "S" de Sam salió con un poco de seseo, por culpa del acento que a veces no conseguía controlar. Además, resultaba ser un nombre difícil de pronunciar, más aún cuando era la primera vez que lo decía.

Sam levantó una ceja.

¿En serio piensas que te he estado mirando? ¿En serio? Lo que te falta de estatura te sobra de estupidez dijo negando con la cabeza.

Sam, se dice Sam, sin sesear. ¿Te llamo yo MirSea o algo por el estilo? Aprende a hablar

Sam expulsó su veneno poquito a poco. Ni estaba nerviosa ni alterada. Estaba disfrutando. Resopló y miró hacia la ventana otra vez.
 

Mircea sonrió al escuchar a la chica. Hacía bastante que no se metían con él por su forma de hablar y menos de forma tan directa. Sam, volvió a repetir el chico, ésta vez de forma correcta. Lo siento, dijo tratando de mantener su mirada. Pero la chica ya se había desentendido de él.

Volviéndose hacia Perry, siguió la conversación en el punto en el que la había dejado. No te molestes por el Amanssus. Es como cuando nosotros nos tomamos valeriana, nos calma cuando estamos nerviosos. Ojala tuviéramos un hechizo tan eficaz que pudiéramos usar sobre nosotros.

-No suelo decir las cosas si no lo pienso. Si necesitas que te lo repita...- Obvió las burdas insinuaciones de Sam, si pensaba que Perry tenía algún complejo físico o falta de autoestima iba lista. Continuó hablando con Mircea como si nada.- Jajajaja, sí ojalá, sería de gran utilidad en determinadas situaciones. - Perry aprovechó para limpiar las gafas con su propia camiseta.- Supongo que son diferencias culturales, acostumbrado como estoy a los muggles.- Se sorprendió que Mircea se disculpara ante aquella maleducada, pero quiso pensar que era una especie de doble juego del inteligente chico.

- Casi no se te nota nada el acento Mircea, ya nos gustaría a los ingleses hablar una segunda lengua como hablas tú el inglés.- Con cualquier otro se hubiera cortado pero con Mircea se quedó a gusto dándole explicaciones sobre el nombre que le costaba pronunciar, por si le interesaban.- Sam es la contracción de Samantha, que es el nombre completo. En Rumanía no será muy común pero aquí en Inglaterra las hay a patadas. Su origen viene del nombre masculino Samuel al que se le añade el sufijo anthos, del griego, que significa flor. - Una sonrisa picarona se formó en el rostro de Perry.  Quería ver lo integrado que estaba Mircea en la cultura anglosajona.- Por cierto, ¿sabes lo que es un/una wannabe?

Sam volvió a mirar a Perry con su particular sonrisa en la boca.

Tres cosas que añadir:

- La primera dijo mientras levantaba el dedo No estoy sorda, si no sabes qué es una pregunta retórica no es mi problema.

- La segunda continuó levantando el segundo Sam es Sam, no viene de ningún otro. Si lo vuelves a mencionar en mi presencia, atente a las consecuencias.

- La tercera esta vez no levantó ningún dedo. Se metió la mano en la manga y sacó la varita. Se quedó mirándola unos segundos mientras meditaba. La alzó con lentitud y apuntó a la jaula de su gato.

Alohomora dijo. La jaula se abrió sin ningún problema. De su interior, un brillo de maldad iluminó los ojos del gato acompañado de un ronroneo bastante fuerte.

Vuelve a mencionar mi nombre o dirigirte a mí de alguna manera. Mi gato sabe muy bien qué hacer con otros animales.

Tras la amenaza a su gato, Sam volvió a sentarse con la varita en la mano. Se quedó otra vez mirando a la ventana.

Perry también sabía sonreir y lo hacía con aquella sonrisa que encandilaba a las abuelitas inglesas que adoraban tomar el té, pastas, y pellizcar sonrojados mofletes.

- No sé quien te crees que eres pero existen más "Sam" en el mundo que tú.- Por su actitud  y lo poco que conocía de ella del primer año supuso que venía de una familia de magos endogámica, casándose primos con primos con tal de no juntarse con "sangres sucias".- Para eso existen los apellidos, para diferenciar. No te des por aludida por cualquier cosa que diga o haga  y déjanos en paz. Si no quieres que te mire, o me dirija a ti, deja de meterte en conversaciones ajenas que ni te van ni te vienen. Yo haré lo mismo y así tendremos la fiesta en paz. - A la que deberían meter en una jaula es a ella, pensaba Perry. Ahora volvió a mirar a Mircea mientras sacaba su varita. Sólo la usaría en defensa propia, por supuesto, o en defensa de su adorable mascota. Le siguió informando sobre parte de la cultura inglesa, aunque era una muy cuestionable y más de la prensa amarilla que otra cosa.- Las wannabes son las "chonis" poligoneras que se cree unas princesas. Unas "quiero y no puedo", vamos. Por supuesto para los chicos es igual, pero ya sabes, siempre hay cierto tufillo machista en estas cosas.

Jajaja empezó a reir Sam con carcajadas.

A ver, señor importante, intenta hacer un ejercicio de memoria. Me vas a recordar el momento exacto en el que me metí en vuestra conversación para que me miraras. Se mantuvo callada un par de segundos, haciendo que pensaba. Oh, ya lo recuerdo. Nunca. Fuiste tú el que me miró cuando hablaste de la competición entre las casas. Fuiste tú el que me provoco. Así que, si no quieres que te conteste... Ya sabes.

Sam no había perdido la compostura en ningún momento, parecía como si estuviera tuviendo una charla con una persona cualquiera. En su trasportín, el gato empezó a arañarlo mientras se afilaba las uñas

Gracias, Perry. Pero la verdad que tengo que esforzarme en ocultar mi acento. No es que me importe que la gente sepa de donde soy, pero la mayoría de los hechizos necesitan una pronunciación correcta. Y ejemplo de ello habían sido los primeros meses en Hogwarts. Por culpa de no ser capaz de sacar los conjuros adelante había tenido que ir puliendo su forma de hablar a marchas forzadas. Eso sí, no quitaba que de vez en cuando se le escapara alguna palabra o incluso frases enteras en rumano.

Soltó una leve carcajada ante el significado del nombre Samantha. ¿Flor? preguntó sin poder creerselo. No sé si lo más parecido sería el nombre Viorica. Significa bluebell, campánula, jacinto silvestre. Una de nuestras gatas se llama Viorica.

¿Wannabe?, preguntó extrañado. La verdad que había escuchado aquella palabra unas cuantas veces cuando las gemelas hablaban entre sí, comentando cosas del internado muggle en el que habían estado los últimos tres años.

Vaya, pero si Sam es capaz de decir dos frases seguidas, volvió a sorprenderse Mircea. No solo eso, sino que Perry detrás de su fachada de intelectual escondía un genio que le resultó familiar. ¿Sería posible que esas gafas fueran otro complemento más de su disfraz?

Ésta vez prefirió no meterse en la discusión. No era ni el más sociable ni el más adecuado para intermediar en un altercado. Si las cosas se apaciguaban sin él meterse de por medio, mejor que mejor. Lo que sí hizo fue doblar el sombrero para impedir que ningún salto mal calculado de la bestia que parecía haber en el portaequipajes hiciera que ésta se colara por la apertura y acabara destruyendo todo lo que llevaba dentro.

¿Choni poligonera?, volvió a preguntar. Lo siento Perry, pero no se me da nada bien la jerga londinense.