Partida Rol por web

Al mandato de Arkaeron, dos trolls que habían caído se levantan y empuñan de nuevo sus enormes mazas. Es evidente que no se trata de un prodigio de la capacidad curativa de estos seres sino de la magia del nigromante, porque los gigantes se levantan sin más que huesos y jirones de piel. Aún así, conservan toda su fuerza y fiereza, y los verdaderos trolls supervivientes de las flechas y los conjuros se detienen dudando si enfrentarse a este nuevo enemigo o atacar las murallas.

A la vez, los servidores de Erythnull completan su carga, y un terrible estruendo de batalla llega a todas partes. El choque es horrible, los guerreros enemigos cargan enloquecidos y con magia oscura reforzándoles, pero la primera fila de caballeros resiste heróicamente el ataque. Bohemond y Kurgan son los principales responsables de que la fila aguante, pues soportan más ataques que ninguno de los caballeros, y sus letales cadenas acaban con la vida de los primeros que se les ponen al alcance.

Se escuchan horribles gritos de dolor cuando los adeptos de Erythnull descargan sus malditos golpes, que inflinjen el dolor de la peor de las torturas. Por un lado y otro hay explosiones de fuego que envuelven a los defensores. Hay al menos dos muertos entre los caballeros, pero el comandante y sus dos diablos, junto con el semielfo y la araña creada por Arkaeron, protegen a la mayoría de los guerreros amigos.

Hay rezos oscuros entonados a su dios de la matanza. Kurgan comienza a sufrir graves heridas, e incluso Bohemond será sobrepasado pronto por la abrumadora superioridad numérica del enemigo. Aguantar la primera carga parece fácil, en comparación con resistir el cuerpo a cuerpo cuando los adeptos de Erythnull comiencen a rodear al núcleo de defensores.

Y, además, hay todo un regimiento de esos oscuros guerreros, y una enorme columna de gnols, acercándose al flanco de los caballeros.

El elfo vio enseguida que sus compañeros estaban en serios apuros y no podía dejar que eso sucediera, así que con rápidos movimientos disparó tres flechas que silvaron velozmente llegando a sus objetivos, pues se clavaron que certeza en los miembros de los adeptos... Viendo la iniciativa del elfo la baida de arqueros hicieron lo propio, y una lluvia de flechas atravesó el cielo para mermar las filas de los enemigos en la medida de lo posible...

Derek ve preocupado el cierre del cerco que rodea a los caballeros. En pocos segundos estarán en un combate cuerpo a cuerpo que no pueden ganar, rodeados por tres lados. A pesar de los trolls que han muerto, esos gigantes de piel verde siguen siendo el peor peligro inmediato, y el caballero fija su atención en ellos.

Grita unas palabras en idioma orco.

¡Revélate contra los tuyos, criatura!

El guantelete señala al troll más cercano, y el monstruo no duda en darse la vuelta y atacar a sus compañeros de raza. Pronto, el gigante dominado por el hechizo de Derek será reducido por sus congéneres, pero entre ese rebelde y los esqueletos enormes a su espalda, los monstruos regeneradores parecen ocupados por el momento. Al menos, el cuerpo a cuerpo contra esas bestias se retrasará un poco más.

La batalla había comenzado. Lo que hasta ahora había sido prácticamente un calentamiento había terminado, y el semielfo, debido a la carga de los saqueadores del Múltiple, sufría mas heridas de las que le gustaría reconocer. Había llegado el momento de emplearse a fondo, las tropas enemigas rodeaban todos los flancos, y en algunos, como en el que estaba el mercenario, la batalla era brutal.

Tras la mortífera carga de los adeptos de Erythnul, la única respuesta valida para el Filo del Ocaso era la mas rápida y devastadora posible. Invocó de nuevo a la plaga de insectos que ya había usado antes, pero esta vez la conjuró tan rápido que consiguió que fuera el doble de dañina.

¡¡¡¡¿Es una matanza lo que venís buscando?!!!!.... ¡¡¡¡Pues la tendréis!!!!

Si bien los trolls quizá tarden un poco en unirse al combate, lo cierto es que los refuerzos gnols y el segundo regimiento de servidores de Erythnull ya han cerrado la presa. El pequeño pelotón de caballeros es atacado ya por los primeros gnols en el flanco Oeste, mientras que el segundo - e intacto - grupo de adeptos del dios de la matanza ocupa posiciones lentamente, sin lanzarse a cargas precipitadas. Cierran el cerco con la precisión de un baile bien ensayado.

Naldar y los arqueros han cambiado de objetivo, viendo que lo peor del combate está al Sur.Las flechas del propio elfo acaban con dos de los siniestros humanos, mientras que los proyectiles de la batida de arqueros hacen caer a alguno más. El último conjuro de Bohemond ha provocado serias heridas entre las filas de los Saqueadores, y eso los hace más vulnerables a los ataques a distancia de los milicianos de Berfôska. En todo caso, el peor golpe que reciben los adoradores del dios maligno es el inflinjido por Kurgan. El conjuro del semielfo envuelve todo el regimiento, los escarabajos mágicos se ceban con los humanos malignos, pero éstos no muestran miedo y sí una increible resistencia, producto en parte de su locura. Un puñado de los poderosos combatientes enemigos cae muerto por el hechizo, pero la mayoría continúan combatiendo con la misma rabia y fuerza. Aunque entre la primera descarga de flechas y el sortilegio de Kurgan han muerto más de una docena de guerreros en poco tiempo, lo cierto es su número sigue siendo apabullante, y el tiempo juega en contra de los defensores.

Mientras en el sur las cosas están cada vez peor, mi zona parece mejorar por momentos, a mis trolls reanimados se une otro de los vivos para acabar con los pocos que quedan en pie, pero cuanto antes acabemos aqui, antes podre ayudar a mis aliados, asi que lo mejor sera terminar de una vez por todas.

Selecciono a dos de los trolls que están mas adelantados, musito unas palabras arcanas y al instante 3 rayos de fuego salen en su dirección, dos hacia uno y el restante al otro.
El primer troll recibe un impacto ligero, se oye el crepitar de la carne, pero lo peor le esta por llegar, unos segundos despues, otro rayo tres veces mas grande le impacta de lleno engullendolo por completo y reduciéndolo a una masa de carne chamuscada. Su compañero tiene mejor suerte pues al parecer el gran rayo a debilitado la resto, pero aun asi recibe un impacto severo.

Al ver como mis trolls esqueletos se alza, les ordeno rapidamente que ataque al enemigo por la espalda, les aplastaremos entre el yunque y el martillo.

Mientras tanto, en el frente, mi araña continua atacando a los enemigos con fiereza al lado de Khurgan.

Bohemond suelta un grito en idioma infernal, dando unas órdenes a sus criaturas convocadas. En medio de este combate desesperado, los diablos deberán dar todo su potencial.

Sin alterar su gesto ni que le tiemble la voz un ápice, el comandante se lanza al cuerpo a cuerpo dando golpes a un lado a otro y soportando los filos que atraviesan su armadura negra constantemente.

Nuevos servidores del dios de la matanza ocupan los puestos de los que caen. Aún hay casi un centenar de esos peligrosos enemigos, y los gnols no parecen ser reducidos por mucho que sus filas son diezmadas. Los conjuros o las cadenas de Bohemond y Kurgan son letales, pero sus armaduras no bastan para protegerles de los innumerables contrincantes. A su alrededor, los caballeros amigos caen muertos, y la formación pronto será deshecha.

En respuesta a las órdenes de su amo, el enorme diablo gélido conjura otra nube helada, esta vez dirigida hacia las filas más avanzadas de gnols y hacia el regimiento de adeptos de Erythnull que aún no se había incorporado al combate. El cono de frio acaba con decenas de gnols y atraviesa la formación de humanos malignos casi por completo, pero las bajas entre estos últimos son muy pocas. En torno a media docena, si alguien tuviera la perspectiva y la calma como para contar los caídos. La peor parte del sortilegio conjurado por el infernal gélido es que no discrimina entre amigos y enemigos, y tanto un caballero como uno de los dos diablos con alabarda sucumben por el frio mágico.

Amnyin aparece de la nada en el momento justo para acuchillar por la espalda al guerrero que combate con Kurgan. El mismo que había recibido un golpe por parte del semielfo al acercarse y que ahora se disponía a devolver el ataque. El humano malvado cae al suelo, muerto antes de tocar el suelo, y Amnyin retira la espada corta ensangrentada. A pesar de lo oportuno de su ataque, el semiinfernal se ha colocado en una posición difícil al revelar su posición en medio de las filas enemigas.

Los fanáticos de la matanza golpean sin descanso los escudos y armaduras de los defensores, atravesando sus defensas a base de fuerza bruta y provocando heridas malditas que tal vez nunca cicatricen del todo. La araña del nigromante es reducida a una pulpa viscosa a golpes de mayal, pero no sin que antes haya herido levemente a dos de los atacantes, y envenenado a uno de ellos. Kurgan recibe un mazazo que le hace tambalearse durante un segundo, y poco después viene lo peor. Los humanos y semihumanos que forman la élite del ejército del Clérigo no son solo descerebrados guerreros letales; también son más inteligentes que los gnols y trolls, y entre ellos hay magos astutos y clérigos perversos. Habiendo localizado a los defensores más peligrosos, la magia malvada se centra en Bohemond y Kurgan, sabiendo que el resto de la defensa será más fácil de desmontar cuando esos dos poderosos guerreros hayan caído. Bohemond recibe una salva de proyectiles mágicos formada por los conjuros de varios de los hechiceros. Kurgan recibe algunos de esos orbes de fuerza, y uno de los perversos clérigos le señala con su maza de cabeza de piedra mientras entona un salmo a su deidad. Igualmente, la fuerza mágica del segundo regimiento de fanáticos de Erythnull se vuelva sobre el gelugón. El diablo gigantesco recibe una increible de proyectiles de fuerza que, aunque la mayoría no llegan a dañarle en lo más mínimo, bastan para romper su débil lealtad. Herido y liberado del mandato de Bohemond al verter su sangre por Berfôska, el diablo gélido desaparece, volviendo a su plano.

Un conjuro de fuego envuelve a Amnyin en un cono de llamas mágicas, pero el tiefling, rápido de reflejos, tiene la fortuna de esquivarlo. Sin embargo, pronto se encuentra rodeado por tres grandes guerreros cuyas armas no le serán tan fáciles de evitar.

En el lado Norte del campo de batalla los trolls se han repartido entre las amenazas actuales. Dos de ellos encaran a los dos esqueletos, mientras que otros dos se lanzan contra su hermano dominado por Derek. Tras las muertes provocadas por los conjuros de Arkaeron, tan solo queda uno de los gigantes libre para cargar contra los caballeros, y entra en un bestial cuerpo a cuerpo con Derek y dos defensores más.

En el momento más desesperado es cuando el sonido de los cuernos aliados se impone, al fin, sobre los gritos y rugidos de enemigos. Por el Norte aparecen los esperados refuerzos, liderados por tres de los comandantes de Berfôska - Hagen, Folcard y Parthalan - y acompañados por los héroes de Asbrav que combatían en la muralla Noreste: Orphen, Vanth, Kandalian y Diana.

En las puertas del Este la escena es terrible. Un número inacabable de gnols, divididos en dos columnas como si fueran un rio con dos afluentes. En el lado más cercano a los refuerzos hay un grupo de trolls que guerrean caóticamente entre ellos o con los caballeros del compacto y reducido grupo de defensores que queda frente a la puerta. Dos de los gigantes monstruosos parecen poco más que esqueletos reanimados por la nigromancia de Arkaeron, sin duda. Entre los trolls vivos también hay algún rebelde, dominado por alguna magia aliada, que ataca a sus hermanos. A juzgar por los cadáveres de los enormes gigantes pielesverdes que hay por el suelo, el combate ya ha sido duro. Los trolls debían ser un regimiento entero.

Sin embargo, lo peor está al Sur, y la ligera colina que recorren los jinetes, sin detener el galope, les permite tener una visión privilegiada del escenario. En el extremo opuesto del campo de batalla está Sir Bohemond combatiendo codo con codo con Kurgan, ambos junto a unos pocos caballeros, rodeados por dos enormes regimientos de servidores de Erythnull, los mismos guerreros malvados que causaron tanto daño en la batalla de Asbrav.

Innumerables gnols se dirigen hacia el flanco de los defensores, mientras aún hay un centenar de fanáticos de Erythnull rodeándolos poco a poco en una presa letal. Los trolls amenazan con reorganizarse para destrozar a Derek y sus hombres que resisten a duras penas en el lado Norte. El combate es desesperado, pero la sola visión de los refuerzos cabalgando con Hagen a la cabeza ya inspira terror entre los enemigos y valor entre los amigos.

Cabalgando, y aumentando la velocidad poco a poco, Hagen carga en el frente, empuñando su brillante espada y señalando al poderoso enemigo como si fuera un obstáculo que ser pisoteado.

Acabad con los trolls. Olvidad a los gnols, el verdadero enemigo está al Sur.

Sus palabras están claras para todos. Los trolls cierran el camino, pero los gnols a duras penas pueden detener la carga de la poderosa caballería. Solo hay que arrasarlos hasta poder llegar a los adeptos de Erythnull. Cuando los jefes caigan, las alimañas huirán desorganizadas.

Kandalian observa el despliegue de guerra ante sus ojos sin sentir miedo. Cuando se está dentro de la batalla, uno no es consciente de los peligros que ha corrido...

El gnomo no va a decirle a Orphen hacia donde dirigirse, pero parece evidente que Derek y los suyos son los más necesitados de la ayuda aliada.

Con la vista, el gnomo intenta localizar al bueno de Amnyin entre los "amigos".

Naldar ve con buenos ojos los refuerzos y eso hace que los ánimos se renueven en medida, la batalla no pintaba nada bien, pero ese aire fresco les vendría como anillo al dedo, así que animó a sus arqueros para realizar otra batida contra los seguidores y así ayudar a los compañeros allí batallando. Él fue el primero en lanzar sus tres flechas casi seguidas atravesando a más de uno, seguidamente los arqueros hicieron lo propio y una batida de flechas caía del cielo para alcanzar a muchos de ellos...

 - Hay que seguir, no perdáis la concentración...

La situación en aquel lado de la muralla parecía ser algo desesperada, y las fuerzas aliadas estaban por caer en cualquier momento. La furia de Vanth comenzó a inundar su mente por la abrumadora proporción de enemigos por cada aliado en pie.

El bárbaro se encogió sobre el lomo de su caballo para cargar contra los trolls y se lanzó de frente contra el primero de ellos aullando un grito desgarrado.

Amnyin había aparecido de repente, y le había evitado a Kurgan el duro golpe de unos de los acólitos de Erythnul atacándole a este por la espalda. Por culpa de la ayuda prestada, ahora el tiefling se encontraba en una posición comprometida, rodeado por varios enemigos a la vez. Para el semielfo, lo primero era devolver el favor al medioinfernal, y comenzó a golpear a los saqueadores mas cercanos a él y a Amnyin.

No temas, Amnyin, no dejaré que esos bastardos te hagan daño, pero la próxima vez mantente entre nuestras lineas.

El semielfo inició una serie de golpes devastadores, los ejecutaba con una velocidad y una coordinación magistrales, pues prácticamente antes de que uno de los extremos de la cadena acabase de golpear a un luchador, el otro ya se dirigía hacia el siguiente objetivo. Los enemigos caían de un solo golpe brutal, algunos atravesados por la afilada punta de la cadena y otros al ser golpeados por su poderosa inercia.

Entre la sucesión de golpes, Kurgan pudo oír, aunque sin volverse a mirar, los cuernos de la caballería de Berfôska, así como sentir el rumor tembloroso en el suelo de los cascos de los pesados caballos de guerra al galope. Una sonrisa se dibujó en su rostro, mientras se dirigía a los enemigos que tenia frente a él y a los que continuaba atacando.

¿Oís esos cuernos?, ese sonido significa vuestra muerte, os enfrentáis a la aniquilación.

Vecna, cuenta los muertos...

Folcard carga a la cabeza de la unidad de caballería que no dirige el propio Hagen. Su objetivo son los trolls que están combatiendo con los esqueletos de Arkaeron.

Grita algunas órdenes y señala con su espada. Está claro que la carga de caballería no va a detenerse por respetar la existencia de unos muertos vivientes, aunque sean eventualmente aliados. De hecho, el comandante Folcard parece con tantas ganas de aplastar a esas aberraciones no-muertas como a los trolls, aunque por ahora dirige sus ataques a los enemigos más inmediatos. Su cimitarra acaba con la vida de uno de los gigantes.

Orphen cabalga junto al comandante Hagen, cargando con el estandarte de su orden, el Círculo Medio. No presta mucha atención a Kandalian, que comparte caballo con él, solo piensa en que al fin ha llegado el auténtico combate.

Decide dejar a los trolls que combaten con los esqueletos, y sigue a Hagen, aunque en lugar de cargar directamente contra los monstruos conjura un relámpago que atraviesa fila a fila hasta el lado opuesto del campo de batalla. Tres trolls, y algunos de los seguidores de Erythnull, quedan al alcance de su conjuro.