Partida Rol por web

Naldar con los nervios propios a la inminente batalla, ve como las hordas enemigas avanzan, para luego algunos de ellos enfrentarse a los suyos, el conjuro ha salido a la perfección y ahora los objetivos detenidos son algo más fáciles para los arqueros milicianos... No obstante Naldar sabe que la amenaza mas inminente son aquellos grandes Trolls que podrían hacer estragos, así que antes de que dieran la orden de disparar los proyectiles, Naldar con todo su potencial de voz, intentó ordenar a los milicianos disparar a los Trolls...

 - Escuchadme bien... Disparad a los trolls... El objetivo del elfo era obvio, que en esos momentos antes de disparar echaba de menos a su compañero animal, su queridísimo Halcón, pues ahora le sería de gran utilidad para ver cuan extenso es el ejercito que tenían delante... Pero había caído enfermo y estaba recuperándose, o al menos era lo que Naldar esperaba...

Rápidamente el elfo empezó a  poner flechas en su arco para disparar con rapidez y empezar a neutralizar a los Trolls, sino bien ya estaba apuntando con precisión a uno de ellos, el cual recibió los tres proyectiles casi simultáneamente...

- Rápido que alguien empiece a prender algunas flechas....!!!!

La primera flecha de Naldar se clava en el cuello del troll más cercano. Se escucha un gruñido ahogado, incluso desde esta distancia, y las dos siguientes flechas perforan las dos clavículas del monstruo. Vencido, el troll no aguanta más y cae al suelo aparatosamente. Los disparos del elfo han sido tan precisos como mortales.

A las órdenes de Naldar, los arqueros de la milicia también descargan sus flechas, eligiendo como objetivos a los trolls restantes. En su caso, los monstruos resisten docenas de saetas clavadas, con menos fuerza y mucha menos puntería que las del elfo, pero sobrepasado por las numerosas heridas, otro de los humanoides gigantes cae al suelo. Solo queda uno de los enormes trolls, y parece temer demasiado las flechas como para acercarse más.

El conjuro de Bohemond ha desequilibrado el terreno de juego y ahora, mientras los ofensores se matan entre ellos, los defensores practican el tiro al blanco con los confundidos salvajes. Seguramente el regimiento doblegado por la orden de Bohemond no tardará mucho en ser aplastado por los demás, pero el tiempo conseguido es valiosísimo. Desde el punto de vista de un Caballero de la Redención, esos gnols luchando por el bien en contra de su voluntad se han ganado el derecho a una muerte rápida.

Kurgan quedó impresionado con el conjuro lanzado por Bohemond primero, y con la efectividad de las saetas lanzadas por Naldar después. Los compañeros de batalla estaban demostrando ser capaces de enfrentarse a cualquier amenaza y salir airosos. Por lo que el semielfo intentó contribuir también tratando de estar a la altura.

El Filo del Ocaso avanzó unos pocos pasos en la muralla para situarse mas cerca de las lineas enemigas. Allí comenzó a murmurar unas palabras y hacer una serie de gestos rápidos hasta que lanzó tres rayos de fuego simultáneamente. Dos de ellos iban dirigidos al troll que permanecía en pie, y el restante al que había caído mas al sur.

¿Por que quieres prender flechas, Naldar....teniéndome a mi aquí?.

Amnyin ha entendido la idea del elfo, y hace lo propio. Los arqueros de su lado son los primeros en prender fuego a las flechas y, con los conjuros de fuego de Kurgan o sin ellos, pensaban darle utilidad.

¡Al de la derecha, todos!

El semiinfernal señala a los reclutas a cuál disparar, el único troll que no fue destino de los rayos del semielfo, y las flechas ígneas no tardan en llover. El propio Amnyin encaja dos flechas ardientes en el moribundo cuerpo del gigante de piel verde.

El troll que quedaba vivo cae al suelo, reducido a un ovillo chamuscado por el conjuro de Kurgan. El otro rayo que salió de sus manos remata a uno de los gigantes que ya había caído al suelo. El fuego mágico abrasa la piel, imposibilitando la regeneración que hace temibles a los trolls, y acaba con su vida.

Casi instantaneamente, Amnyin y sus arqueros hacen realidad la idea de Naldar, y el fuego de las flechas remata al último que quedaba en pie. El frente de la horda se ha desarmado y, por ahora, solo hay un ejército devorándose a sí mismo ante la ciudad.

Las flechas llueven, y Kandalian, Orphen y Vanth también contribuyen a la andanada. Sin embargo, los mejores arqueros fueron enviados al frente Oeste, y la oscuridad juega en contra de los ataques a distancia. Hay dos muertos más por las ballestas enemigas, y algunas heridas en uno y otro bando, pero si la tropa de asaltantes sufre alguna baja no lo demuestra, porque el avance es implacable, y las bestias se mueven como si no les importaran las pobres defensas de la ciudad.

Se oyen órdenes del lado de los disciplinados caballeros.

¡Atacadles con todo! ¡Contened su avance!

A simple vista resulta más fácil de decir que de hacer pero, además del esfuerzo extra de los arqueros, algunos de los caballeros comienzan a rezar y entonar salmos. Los guerreros de Berfôska están a punto de demostrar al enemigo que también tienen magia que hacer llover.

... Y aquí viene la magia... piensa Kandalian mientras carga otro proyectil, lo lanza, y vuelve a parapetarse para no ser alcanzado por las flechas enemigas.

Folcard es solo uno más de los caballeros que he entonado un rezo en voz alta. Su voz, y la de los demás, parece inspiradora, y durante un rato incluso los compañeros olvidan que los dioses no están de su lado.

¡Aguantad! grita.

No pisarán Berfôska. Antes de que las puertas cedan, cargaremos contra ellos.

Da algunas señales para que un buen número de hombres suyos monten a caballo. Sin embargo, para los más capaces de hacer daño a distancia parece que su sitio sigue estando sobre la muralla.

Por su parte, Parthalan empuña su bastón con el símbolo dorado del sol y concluye un salmo de gran poder.

Una luz tan potente como la del sol sale de su figura, iluminando un radio de unos 60 pies y cegando a los gnols más avanzados. La luz, que tan poco gusta a los gnols, hace dudar a las criaturas, que tratan de evitar sus rayos como si fueran la mirada de un dios enemigo.

A la vez, las negras nubes de tormenta comienzan a disiparse, y la débil lluvia de sangre se detiene del todo. Los hombres reciben cada acción de su lider como una inyección de moral, y gritan desafiantes desde sus puestos hacia el enemigo.

Orphen mira por encima de su escudo, baja la cabeza y mira su honda, repite varias veces rapidamente la acción.

Así nos va a llevar toda la noche matar uno solo. Vamos a jugar en serio.

Orphen estira el brazo por encima del escudo y apunta en direccion a los enemigos, mientras dice unas palabras. Un rayo de color azul sale rapidamente hacia los enemigos iluminando a su paso con una luz azulada.

Vanth volvió a tensar su arco. Nuevamente envalentonado, y más tranquilo tras la idea de tomar su caballo y empuñar su espada en combate abierto.

Vamos...

Las flechas causan bajas por doquier, pero los asaltantes están mucho más expuestos que los defensores y, a pesar de los pocos arqueros disponibles, los gnols caen continuamente.

El enemigo casi ha llegado a las murallas a pesar de que está entorpecido por el terreno y por sus propios caídos. Los caballeros, quietos en sus puestos, parecen esperar orgullosamente a que llegue el cuerpo a cuerpo, dejando a los arqueros el trabajo por ahora. A juzgar por la alta moral, ahora que la lluvia de sangre ha parado, los escasos gnols que cargan contra la muralla no tienen ninguna posibilidad. Unos cuantos centenares de bestias, quizá, pero insuficientes para plantar cara al ejército de Berfôska y, aún menos, para derribar sus muros. Este grupo no debe ser más que una táctica para dividir las fuerzas del enemigo, y eso supone que los de la puerta Oeste deben estar recibiendo la peor parte. Cuanto antes se termine aquí, antes podrán recibir refuerzos.

En ese momento la voz de Parthalan atrona y los compañeros ven algo que no esperaban poder ver de cerca. Un enorme relámpago ígneo cae desde el cielo hacia las tropas de enemigos. La columna de fuego estalla en una bola de llamas que consume a todos los gnols cercanos a su punto de impacto. Entre las tropas de humanos se oye un rugido de aprobación y entre las tropas de humanoides salvajes, un aullido de pavor.

Los arqueros se preparan. Aún habrá oportunidad de causar algunas bajas más antes de la carga.

Hagen, ya montado y listo para el combate cara a cara, ondea la bandera de los Caballeros Protectores del Gran Reino y grita:

Todos los hombres a caballo. ¡Preparados para la carga!

La orden de su lider afecta directamente a Diana y Kandalian, pero como Comandante de todas las fuerzas de Berfôska, las órdenes de Hagen van dirigidas a todos. Los caballos de Vanth y Orphen también esperan. La apertura de las puertas y la carga son inminentes.

La vida es una disyuntiva, piensa el gnomo aún asombrado tras ver la impresionante descarga de fuego que ha caído sobre el enemigo. ¿Orphen o Vanth?

Sin pensárselo dos veces, el gnomo salta sobre el caballo de Orphen. No hace buenas migas con él. Ambos lo saben. Pero, ¿qué mejor sitio para estrechar lazos que el campo de batalla, donde los lazos formados son de sangre?

Orphen desciende de la muralla y se dirige al corcel que esta justo al lado de Folcard, el caballo de Orphen lleva el estandarte, aunque se extraña la presencia del mediano.

Vaya, estas bien convencido de esto?

Acompañando a Orphen y a las demás tropas, Vanth se apresuró hasta donde su corcel aguardaba y montó con rapidez. El último vistazo que echó desde lo alto de la muralla auguraba un buen resultado en el combate cuerpo a cuerpo pero... ¿Quien sabe si habría sorpresas?

No debemos confiarnos, aplastémos a esas malas bestias cuanto antes. Dijo en voz alta tratando de infundir algo de valor en los demás así como en él mismo.

Observo como el enemigo se mata entre si y mis aliados rematan la faena.
Giro la cabeza hacia ellos y hablo con voz burlona y firme.

Venga chicos, dejad algo para los demás, sino no es divertido jajajajajaja

A continuación entono unas palabras mágicas y tras realizar los gestos apropiados mi piel se torna dura como la piedra, después miro a los que están a mi lado

Por si al enemigo se le escapa una flecha

Después me encojo de hombros y me pongo a reir

La horda aplasta los últimos gnols rebeldes y logra avanzar hacia la muralla a marchas forzadas. Antes de ver las puertas de Berfôska de cerca los atacantes ya han sufrido decenas de bajas, y ahora que los trolls han muerto y que los gnols se encuentran a distancia de los arcos, es cuando serán diezmados de verdad. En todo caso, la marea de enemigos parece demasiado grande como para que las bajas se noten. Con los millares de bestias que hay por delante no cabe duda de que las puertas, tarde o temprano caerán, y entonces llegará el cuerpo a cuerpo. Aunque los caballeros de Berfôska ya han demostrado su superioridad en el combate antes, la diferencia de números hace deseable que eso llegue cuando más tarde mejor. Los refuerzos de la puerta Noroeste, si es que llegan, serán indispensables para resistir un cara a cara.

El elfo vió con buenos ojos como los Trolls habían caído, ahora solo había que eliminar a los malditos gnols, así que rápidamente lanzó tres flechas que salieron disparadas hacia ellos, las tres atravesaron a los monstruos en lo que late un corazón...

 - Disparad sin parar... No hay descanso!!!

Apremió a los arqueros para que lanzasen una batida a todo correr...

Kurgan aprovechó esos momentos de desconcierto del enemigo para mirar al horizonte y observar las filas de criaturas que venían a destruir Berfôska. Su sangre hervía por el deseo de enfrentarse a sus rivales sin impedimentos. La muralla les daba cierta seguridad, si, pero le hacia sentir como a un animal enjaulado, desprovisto de su fuerza. "No hay un muro mas resistente que un hombre fuerte y valiente", Esa fue una de las pocas cosas que le enseño su padre antes de marcharse, y se le había quedado grabada en la memoria.

Lanzó uno de sus conjuros para mejorar su arma y luego expuso su necesidad a su superior, Lord Bohemond, con un tono decidido y algo suplicante.

Señor, mi lugar está frente a las puertas, no tras ellas.