Partida Rol por web

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DE LAS ESTRELLAS, 8 DE ABADIO.

POR LA MAÑANA.

PLANTA BAJA DE LA PRISIÓN DE PIEDRA ALZADA:

POCAS MILLAS AL SUR DE RAVENGRO.

Konrad se puso en guardia en cuanto vio la horripilante aparición. Sin embargo ésta desapareció tan pronto como llegó. El ligero tartamudeo de Janos le indicó al noble que aquella cosa le había dado un susto de muerte.

- Ve tú si quieres.- Le dijo para tranquilizarlo. Mantuvo la guardia en caso de que la manifestación pretendiera atacarlo.

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POCAS MILLAS AL SUR DE RAVENGRO.

La respuesta de Konrad no es la que esperaba pues hubiese deseado que el noble alzara la voz para avisar al resto del grupo de esta presencia maligna para combatirla en grupo, pero supongo que solo estamos los dos. Respondo a sus palabras intentando endurecer la voz lo más que puedo:

 - "N-no huiré de aquí."

Avanzo hacia donde vi a aquella horrenda criatura mientras levanto mi espada, clamando al poder de Sarenrae para que bendiga mi arma con su luz y su guía. Que su vista toque mi filo y el enemigo no escape de ella. Lanzo un corte con mi cimitarra pero no golpeo nada más que el aire.

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PLANTA ALTA DE LA PRISIÓN DE PIEDRA ALZADA

POCAS MILLAS AL SUR DE RAVENGRO.

Tras las conclusiones sobre un posible intento de apertura poco ortodoxa de la caja fuerte, y de pensar en otras soluciones tanto para la caja como para la puerta, decidí volver al taller. Aquel espíritu, si realmente era quien decía ser, por muy confusa que estuviera, debía tener alguna información sobre dónde su marido guardaba las llaves de la caja, y también debería saber qué pasaba con aquella puerta.

Y de todos modos, me parecía más sensato hablar con aquella dama azulada que volver a explorar a ciegas otra planta de aquel horrible edificio.

Tan sólo esperaba que los demás no corrieran demasiado peligro sin mí.

Abrí la puerta del lugar y Vesorianna no tardó en dejarse ver. Otra vez, por un momento, me quedé sin saber cómo dirigirme a ella. Era muy difícil saber cómo debía comportarme ante la presencia de un ente así. Los dioses malvados me parecían más fáciles de tratar. Era sencillo: pides algo, y te pedirán algo a cambio. Por lo general, algo horrible. Tú decidías si aceptabas el trato o no.

- Vesorianna... es así tu nombre, ¿verdad? Siento volver a molestarte, pero creo que tengo que pedirte más ayuda de la que ya nos has prestado. Necesito saber algo concreto. Muy concreto. - Pensaba que así la mujer podría enfocar mejor la información, y el resultado sería menos confuso. - Necesito saber dónde está la llave que abre la caja fuerte que hay en el despacho del Alcaide. Tu marido. También, dónde está la llave que abre el gran portón metálico. ¿Sabrías decírmelo? Será de ayuda para nosotros a la hora de enfrentarnos a lo que hay ahí abajo.

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Mi movimiento anterior no es capaz de golpear nada y no sé si el anima se movió o sigue en ese sitio, pero no me queda nada más que seguir intentando. El no muerto hace que varias cosas de los alrededores se agiten para luego volar por los aires y golpear violentamente todo lo que encuentran a su paso. Consigo cubrirme con mi escudo mientras mi pesada armadura hace su trabajo.

Sin preocuparme de si estoy o no haciendo lo correcto, más que nada porque el miedo tampoco me permite pensar demasiado. Levanto mi espada a las alturas para que mi diosa bendiga mi próximo golpe. Lanzo un corte sin mucho ánimo para ver si consigo dañarlo, pero no hay nada que se interponga en el camino de mi filo.

Esto no parece ir muy bien pero mientras mi armadura y escudo sigan protegiéndome, este combate no terminará por mi parte.

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Konrad se hubiera sacrificado para que Janos saliera a pedir ayuda, pero el escudero de Gheorghe era tan cabezota como su hermanastro y, aunque le temblaba el pulso, se obcecaba en blandir su luminosa cimitarra contra algo que no estaba ahí. Al menos Konrad no lo veía. ¿Cómo luchar contra algo que no veía? Los objetos volaban por todas partes y salían despedidos contra los dos hombres, que se defendían cómo buenamente podían. El noble se pegó a la pared como una lagartija, para tener la espalda cubierta, y se escabulló hasta la esquina de la habitación donde había un par de puertas. Una estaba seguro de que daría al pasillo. Al ver la virulencia que estaba tomando el torbellino espiritual se metió dentro para evitar los posibles golpes. Cuando se calmara la cosa un poco pediría ayuda.

Un largo pasillo separaba a Querio de aquella puerta. No le habría dado mayor importancia, si no fuese por los ruidos que se escuchaban en el interior de la habitación. Le recordaban a los trastos que se lanzaban las parejas en las discusiones maritales salvo porque no había gritos. Casi visualizaba una lluvia de objetos estámpándose contra las paredes.

¿Pero qué...?

Vandel avanzó despacio, paso a paso. Recorrer ese pasillo en completa oscuridad era una sensación muy diferente a la compañía y calor que le dió su linterna en la exploración de unas horas antes. Debió haber encendido una luz, pero la puerta ofrecía un aspecto hipnótico, que le distraía de otras tareas.

Tragó saliva... Puso la oreja contra la puerta y respiró aceleradamente mientras trataba de escuchar. Esas precauciones no le dieron más información de la que ya tenía. Solo le quedaba una opción: abrir la puerta y verlo con sus propios ojos. La tensión le atenazaba...

Glups... En los relatos de terror, la puerta se abriría de pronto desde el otro lado...

Pero qué memeces piensas, Querio... ¿Quién va a abrir esta puerta de golpe? Vas a tener que abrirla tú mismo...

Su mano se acercó lentamente al pomo con intención de girarlo, pero entonces...

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Vesorianna volvió a aparecer en cuanto Sascha cruzó el umbral de la puerta de la habitación. Su rostro inexpresivo la miraba mientras hablaba y hubo unos momentos de silencio antes de que la salvaje obtuviera una respuesta.

-Así es, Vesorianna es mi nombre, ¿Cuál es el tuyo? -Dejó que Sascha se presentara si quería y después continuó con la respuesta.- Lamento no poder ayudarte mucho, no se donde se encuentran los objetos que buscas pero aventuro que podrían estar en posesión de mi marido en el momento de su muerte. -Su ropas ondularon como si hubiera viento, quizás no le gustaba la idea de que alguien tocara el cuerpo de su marido, pero en aquel caso era necesario si querían derrotar al mal de Piedra Alzada, al menos eso había asegurado la mujer.- Encontradlo y probablemente hayaréis las llaves que buscáis. ¿Necesitas algo más?

Podía notar el espíritu fuerte de la mujer, sin duda alguien capaz de enfrentarse a lo que les esperaba, eso la complació.

Sus pasos eran similares a los de un muerto revivido, el estar allí encerrado en esas confusas circunstancias le hacía perderse. Todas las habitaciones de aquel lugar le resultaban similares y tenía que hacer verdaderos esfuerzos por ubicarse y recordar que zonas había pisado con anterioridad. Decidió avanzar y cuando se quiso dar cuenta estaba él solo y sin luz. No siguió por esa senda y decidió desandar parte del camino recorrido hasta llegar a una de las zonas del principio. 

Cuando llegó allí escuchó unos ruidos extraños y un grito que únicamente podía indicar problemas. Sus ojos brillaron con intensidad en ese preciso instante. Problemas indicaban muy seguramente combates, combates indicaba que podría usar su hacha y eso significaba que volvía a ser útil en aquel lugar inhóspito. Con vigor renovado se movilizó hacia los problemas con intención de resolverlos de la mejor manera que sabía a golpes.

¡La puerta se abrió de golpe! Iluminado a contraluz, el contorno de Konrad se transformaba en una figura imponente. El grosor que los guanteletes daban a sus puños y antebrazos hacía pensar que estaba ante alguien muy fuerte, y la caída de la capa le daba una anchura digna del monstruo verde en el que en ocasiones Konrad se transformaba. El rostro... el rostro permanecía en sombras, pero saber que se trataba de Konrad no era algo tranquilizador desde que el buen hacer de Vandel como detective le permitió averiguar las metamorfosis del noble.

¡AAAAAAGH!-exclamó del susto, llevándose el brazo izquierdo al pecho mientras el derecho lo dejaba caído, como haría cualquier hipocondriaco que no supiese fingir un ataque al corazón.

Llovieron esquirlas de cristales agujereando la capa falsamente voluminosa de Konrad, como si la sombra monstruosa estuviese escupiéndole trozos de su propio cuerpo. Aquel efecto óptico, aquel simulacro, tenía la misma consistencia que una hoja de papel. Los trozos afilados se clavaron en la cara de Vandel, haciéndole aullar de dolor.

Yaiiiiyayayaiiii...

Vandel abrió una puerta a su derecha para parapetarse, buscando refugio en lo que no era más que un armario. Se arrancó uno de los cristales, y los dejó caer en un rincón, secándose la sangre de la herida en la manga de la chaqueta. ¿Es que no podían pasar ni veinticuatro horas sin que le pasara algo malo al bueno del Doctor?

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- Yo soy Sascha. -  Dije tras darme cuenta por la pregunta de la mujer que hasta ahora yo no me había presentado, pues en la anterior ocasión preferí estar callada. 

Escuché lo que la mujer tenía que decir, y pensé un rato antes de salir de allí si podía aprovechar para preguntar algo más, ya que no tenía intención de estar yendo y viniendo, molestando el descanso de la dama, cada vez que se me ocurriera una nueva idea.

- Ehmm... ¿Y sabrías decirme o darme una pista sobre lo que contiene la caja o a dónde específicamente va a dar la puerta?

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- Noto en ti un espíritu fuerte. - Su tono no daba pie a pensar si había sido un cumplido o simplemente un hecho. - Espero que tú y tus compañeros podáis ayudar a Ravengro, la situación es crítica.

En la última frase sí podía sentirse la angustia y desesperación de un espíritu atormentado. El fantasma se mantuvo unos momentos en silencio tras la pregunta de la salvaje.

- Seguramente la caja fuerte guarde documentos importantes de la prisión y quizás algún material para emergencias, mi marido era muy previsor, aunque desconozco qué puede ser. En cuanto a la puerta, si no recuerdo mal allí se almacenaban los enseres personales de los presos, quizás podáis encontrar algo de utilidad que os ayude a luchar contra sus fantasmas.

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Dentro del habitáculo y aferrado con fuerza al vial de agua bendita Konrad entreabrió la puerta del mismo y ojeó con precaución cómo iba sucediéndose todo. Finalmente, tras un par de espadazos que sólo cortaron el vacío, Janos se hizo con el inmaterial enemigo. Unos segundos prudenciales después, Konrad salía tan tranquilo de su escondite, con gran porte y la mano ya libre quitándose el polvo de los pantalones.

- Buen trabajo, Janos. No sé qué haríamos sin ti. - Lo que de verdad pensaba es en qué haría su hermanastro sin él. Aquel escudero valía su peso en oro, y con la armadura y todo. El crujir de los cristales rotos bajo sus botas le recordaron que múltiples objetos, algunos de ellos valiosos, habían volado por los aires. Removiendo algunos montones con los pies, y otros acuclillándose para ver más de cerca, Konrad acabó encontrando bastantes cosas interesantes.

- Esto para ti, Janos, y otro para Sascha, en vuestras manos serán mucho más útiles. - Dijo, rescatando un par de kits medicinales. Reconoció también tres viales de antitoxina, de cuando era adicto a las drogas, pero eso no lo dijo. Se limitó a guardarlos sin más. - Esto no lo identifico, aunque huele a medicina. - Le pasó a Janos dos dosis de una sustancia roja. - ¡Oh! - Exclamó al encontrar también unas sales de olor fuerte. - Aquí hay jarabe y... - También se lo pasaba a Janos. - ¡Bendita sea Iomedae! ¡Cuatro pociones curativas! - Esas se las quedó hasta ver cómo las repartían.

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De un momento a otro, me siento como un imbécil lanzando cortes con mi arma hacia el aire mientras cosas vuelan por los aires en un gran remolino de caos y destrucción. Entonces y de forma completamente inesperada, mi arma da contra algo, como si atravesase una columna de agua que cambia la consistencia de las zonas por las que mi filo pasa. Esa es la señal inequívoca de que le he dado al incorpóreo enemigo. Sonrío de satisfacción al saber que ahí está y que soy capaz de acabarlo.

"Gracias Sarenrae por tus bendiciones pues son gracias a ellas que esto es posible."

Más animado y con plena confianza de que estoy haciendo bien, invoco el poder de mi diosa para que me fortalezca:

 - "Sarenrae, dame el poder de acabar con el mal y purgar la corrupción con el arma de los justos"

Mi arma se potencia aun más con el poder del bien y la justicia, transformándose en el terror de las criaturas malignas y cualquiera que ose desafiar el camino de la rectitud. Lanzo un nuevo corte con renovada seguridad y consigo cortar al ente, disipándolo esta vez. Suspiro aliviado cuando veo que todas las cosas que volaban dejan de hacerlo y que esta pequeña pesadilla se ha acabado por el momento.

Pero sé que no es el final definitivo para una criatura así, cosa que comunico al resto mientras recibo las cosas que Konrad me pasa:

 - "Eso tiene que haber sido un Poltergeist. Volverá en unos días hasta que no limpiemos todo este lugar. Debemos darnos prisa en eso si no queremos volver a encontrarnos con él."

Miro las cosas que me entregó Konrad y guardo el kit en mi mochila mientras observo con detenimiento los frascos que me entregó y cuyo contenido no reconozco a primera vista.

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Gheorghe llegó tarde para hacer nada más que contemplar la victoria de su escudero. Al menos, todo lo que podía ser contemplado, pero su adiestramiento le permitió atar cabos. Janos tenía razón, sin duda se trata de un Poltergeist. 

-Bien hecho, Janos. Sin duda ha sido una gran victoria, estoy orgulloso de ti. Y tienes razón, se trataba de una de esas inmundas apariciones espectrales. Espero que podamos exorcizarle junto con el resto del mal que camina por estos muros. 

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Todos contentos con los objetos encontrados, aunque fuera un fin temporal para el poltergeist, era el momento de volver a encauzar la situación.

- Bien. Con esta habitación creo que toda esta planta está vista.- Dijo mientras abría desconfiado las otras dos puertas de los cubículos contiguos al que había usado para protegerse de los objetos lanzados por el aire por las fuerzas telekinéticas.- Si os parece bien voy a buscar a Sascha y nos vemos en el hueco del montacargas para iniciar el descenso.

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Asentí con gesto de gravedad a la información de la mujer.

Podría ser de ayuda, sí, pero me temo que para encontrar esa llave tengamos que enfrentarnos a esos fantasmas contra los que necesitamos esa ayuda.

- Muchas gracias por la ayuda, señora. Prometo no volver a molestar tu descanso.

Tras despedirme del espíritu, salí del taller en busca de los demás.

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Ya se mencionaba el descenso, aunque Gheorghe creía que aún no habían hecho todo lo que estaba en su mano por conseguir los objetos que les ayudarían.

-Konrad, ahora deberíamos estar cerca de la habitación donde se encuentra Vesorianna. ¿Por qué no le preguntamos por la posible ubicación de los objetos, a ver si puede darnos alguna pista o ayudarnos? En el peor de los casos solo habremos perdido unos minutos, y en el mejor, contaremos con una ventaja para acabar con el mal de esta prisión. 

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Cuando ya iba a salir en busca de Sascha ésta regresaba a su lado.

- Toma. - Le relató los horrores que habían sufrido en aquella habitación para conseguir valiosos objetos y le entregó el kit médico.- A Janos le dí algunas medicinas, por si quieres echarles un ojo.- Su Ama de Llaves era experta en plantas y remedios medicinales. Quizá ella pudiera identificarlas si Janos no podía.

Su hermanastro intervino para mostrar su deseo de volver a hablar con Vesorianna.- Claro, Gheorghe,mientras podemos ir preparando las cuerdas para bajar.- El noble miraba inquieto a su hermano y su escudero, con esas pesadas armaduras que llevaban, y también al achacoso Vandel. Estaba claro que iban a necesitar ayuda para bajar.

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Por suerte no tardo en encontrar al resto. Les saludé con un movimiento de la cabeza.

- ¿Estáis todos bien?

Agradezco a Konrad el objeto que me tiende, comprobando que es un kit médico. Al menos ellos han encontrado algo útil.

- Yo acabo de hablar con ella. - Le digo a Gheorghe. - Si te refieres a la ubicación de la llave, cree que el Alcaide la llevaba encima en el momento de su muerte. También cree que es posible que en la caja haya objetos que podrían ayudarnos. Probablemente algo frágil, por eso no he vuelto para abrirla a hachazos.

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Después de tomarme unos momentos identificando el frasco, niego con la cabeza. La verdad es que no tengo idea de qué será. Me da la impresión de que es algo sanitario, probablemente alguna clase de medicamento mágico, pero no tengo la certeza y algo me dice que no la tendré pronto.

Entonces veo que llega Sascha y nos comenta de lo que estaba haciendo. Le entrego uno de los frascos de Jarabe de Alivio:

 - "Toma Sascha, es Jarabe de Alivio. Mejor traes uno tú y uno yo. También tengo esta cosa pero no sé lo que es."

Le digo mientras le tiendo el frasco con la sustancia desconocida. La naturaleza del líquido se ha escapado completamente de mi capacidad de identificación, pero confío en que la mujer será capaz de ver en ella lo que yo no. Guardo el resto de cosas en mi mochila pues no me parece que sean instrumentos de uso en momentos de tensión.