Partida Rol por web

EL REFUGIO DE SOÑADORES:

INVIERNO, AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

PASADO EL MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

SECADERO.

Se había apartado dejando espacio a Velkan para que hiciera honor a su apodo, para que devolviera a aquel monstruo algo del dolor que había causado y que confesaba que seguiría causando sin ningún descaro. El daño que había hecho a Enterrador, la crueldad con la que lo había acuchillado. Y ahora no quedaba nada de él. Había desaparecido sin dejar rastro mientras aun se desangraba. No habían podido ayudarlo y ya no podrían hacerlo si es que de algún modo conseguían sobrevivir a aquello.

Buscador se tomo un instante para ordenar en su cabeza todo lo que ocurría, para hacerse una idea de la situación en la que los hombres desaparecían para que otros ocuparan en su lugar, todo ello en mitad de un combate, entre tajos y golpes.

- ¡Dejadme espacio!- exclamó pidiendo un lugar desde el que poder continuar contribuyendo al combate.

Poco después decidió no haberlo hecho, porque no supo muy bien cómo la daga mágica que le había sido prestada salió volando por los aires, y una vez más se vio impotente y desarmado, porque la daga en su izquierda de bien poco servía realmente en un combate. No tenían que haber atraído a la criatura hasta la puerta, no cuando todo el plan se basaba en el sigilo de demasiados... Y ya no podía flanquearla.

Ugh...

Vandel se llevó la mano a la herida y tiñó sus dedos de sangre. Alzó la mirada en dirección a la puerta. No había sitio para luchar. ¡Bien! El Doctor no se prestaría a ser diseccionado por la Doctora. Era mejor dejar estos temas a Velkan, que por el modo en el que su cuerpo se balanceaba, parecía manejar la situación con tanta suficiencia que se permitía estar danzando el baile de la victoria.

No había sitio allí para él, pero podía ayudar de otras formas. Por ejemplo, había un hombre amordazado allí mismo, que podría azuzar contra la Doctora Oathsday si los demás llegaban a necesitar refuerzos. El Doctor se interpuso entre el prisionero y la visión de la puerta, para que se centrara solo en las palabras de Querio Vandel.

No nos conocemos...-dijo con voz monocorde-Ambos estamos en una situación límite, ante un peligro inminente. En situaciones como ésta, la Naturaleza nos muestra la sabiduría de la manada: nuestras opciones de sobrevivir pasan por luchar unidos. Es lo más sensato. Dejarse llevar por el pánico no ayudará. ¡Debemos luchar todos juntos! Asiente si estás dispuesto a luchar por tu propia vida y por la vida de todos los miembros de la manada...

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SECADERO.

Tormento golpeó al monstruo siendo muy consciente de que la situación del grupo, con un número cada vez mayor de heridos, era cada vez peor. Inspiró profundamente, buscando la calma, el equilibrio interior necesario para que aquella pelea dejara de ser algo visceral para pasar a ser un acto inteligente y coordinado. Era consciente de que el marco de la puerta se había convertido en una ventaja para el doppleganger en vez de lo previsto inicialmente. Era preciso conseguir que el engendro saliera de allí. 

-Tras el ataque, retroceded un paso -dijo antes de lanzar una devastadora patada contra el ser. Acto seguido, dio un paso atrás. Si todos hacían lo propio, aquella criatura los seguiría en su afán de destruirlos, perdiendo con ello su ventajosa posición y ofreciéndoles mayores flancos de ataque. 

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SECADERO.

Nigromante era plenamente consciente de la dificultad en la que el grupo se encontraba. Desgraciadamente su conjuro no había logrado que la doppleganger escapara, lo que le obligaba, habida cuenta de la situación de sus compañeros, en centrarse en pequeños trucos. Decidido a hacer lo posible, y tras escuchar a Tormento, lanzó nuevamente su truco de combate, lanzando un nuevo rayo de frío que, sorprendentemente, volvió a acertar. No es que hiciera mucho daño pero...

Algo era algo. Tras lanzar el truco dió un paso atrás, para facilitar el movimiento de sus compañeros. Y siguió mirando hacia la entrada que bloqueaba la doppleganger, como si calculara.

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SECADERO.

La pelea con el último enemigo había resultado agónica. Tormento había acusado el cansancio y las heridas y sus golpes no habían tenido la eficacia necesaria, perdiéndose en la nada mientras el doblegarte manejaba su daga con la precisión de un bisturí. Unido a sus tácticas de engaño y distracción, sus efectos habían sido devastadores. Enterrador ya no estaba con ellos, el recién llegado Velkan se tambaleaba sangrando profusamente y Buscador de la Verdad estaba tendido en el suelo con el pecho abierto como una flor.

Habían, pese a todo, actuado coordinadamente aunque la estrategia no había sido la mejor. Era consciente de que ciertas lecciones se aprendían lamentablemente a costa de un alto precio. Pero ahora, el engendro se hallaba en el suelo, el cuerpo casi destrozado por los sucesivos golpes recibidos, con manchas de escarcha en diferentes partes, y el rostro hundido fruto de la última patada de Tormento, quien había puesto fin a aquel agónico combate. 

Se volvió hacia el resto y habló con una voz áspera, la garganta seca como arena. 

-Debemos actuar con rapidez. Hemos acabado con los tres enemigos que se nos pidió. Y entre los nuestros hay varios que necesitan atención inmediata. Y nosotros no podemos ofrecérsela. Anciano Sabio, ¿hay algo que puedas hacer para mantenerlos con vida? ¿O tú? - Dijo refiriéndose al recién llegado, mientras se agachaba sobre el cadáver del monstruo y recogía la daga con la que había malherido a Buscador, registrando de paso el resto de sus prendas-. Esta será tuya, Buscador -dijo acercándose brevemente a él-. Vive. Debes vivir -miró en derredor, localizando la otra arma perdida en combate por este y la recogió también, guardando ambas entre sus prendas-. Llevemos a los heridos hasta las cercanías del patio donde nos aguardan y arrastremos los cadáveres exigidos para nuestra libertad. Nada de aventurarnos en nuevas salas. Luego necesitaré que alguien me ayude para subir el tercer cuerpo de la sala de calderas.

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SECADERO.

El cambiaformas era más duro de lo que se podía pensar en un primer momento y él estaba muy cansado, sus brazos estaban doloridos y sus golpes eran más torpes, menos certeros y poderosos que normalmente. Sus compañeros caían a su lado y él fue dañado por un poderoso corte que le dejó malherido, casi moribundo. Por mucho que golpeaban, no parecía que su enemigo sintiera el daño, no hacía más que reír y continuar golpeando. Pero su hacha encontró el camino y dañó de forma letal a su enemigo, el ser cayó al suelo y fue pisoteado hasta la muerte. Velkan sintió en ese momento todo el peso de su cuerpo y lo difícil que era para él mantenerse en pie. Sus rodillas flaquearon y sus piernas temblaron haciéndole caer con pesadez sobre sus rótulas. Sus ojos se clavaron en el suelo mientras la sangre surcaba su frente y se agolpaba sobre sus cejas, era un buen corte, no había duda.

Su voz brotó pesada, cansada y dolorida pero igual de agresiva que cuando combatía, su destinatario era obvio. Quería respuestas y el único que parecía poder responderlas era el doctor.

—¡Querio! ¿Qué coño hago aquí? ¿Cómo vuelvo con Sascha y Gruñido?

Su sangre goteaba en el suelo y se mezclaba con su pelo rubio, debía tener un aspecto terrible y no era extraño, estaba más cerca de la muerte que de la vida, sin embargo quería esas respuestas. No se movió en aquel momento, estaba recuperando energías, pero era consciente de que no podía quedarse allí para siempre y que tendría que levantarse para salir de aquel lugar y buscar algún tratamiento médico o al menos unos remiendos.

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SECADERO.

Buscador se debate y se agita mientras las puñaladas junto al corazón y bajo el párpado no cesan de sangrar profusamente.

Repentinamente, unas extrañas nieblas le envuelven y se lo llevan, dejando en su lugar a un confuso caballero.

Lamentablemente-contestó a Tormento de Tinieblas-, no soy del tipo de doctores que practica la medicina.

Con pesar, dió la espalda al moribundo Buscador de la Verdad, consciente de que no podía ayudarle. No necesitaba ver en esa dirección para saber que las brumas amarillas actuarían sobre el Buscador de la Verdad, como lo había hecho con Alexei. Acunclillado junto al prisionero, urgó en la cerradura de los grilletes.

Tal vez, si me permites el consejo, Velkan, en lugar de tratar volver con Sascha y Gruñido, deberías esperar a que ellos viniesen a ti.

Siguió trabajando concienzudamente en su tarea. Ya no era tan joven como antaño, crisis de los cuarenta anticipados, y sus dedos titubeaban y no respondían con suficiente maña. En la práctica, el grueso de la labor se llevaba a cabo como un ejercicio mental: la experiencia sobre la destreza manual. Miró por encima del hombro para ver llegar a Gheorghe.

Ahora que estamos todos, ¿podríais ponerme al tanto de lo que ha pasado aquí? Vuestro amigo Réquiem está sano y salvo. ¿Cuánto tiempo hace desde que le visteis desde última vez?-buscando saber si el tiempo transcurría de modo distinto en las dos realidades-¿Qué novedades os han pasado desde entonces?

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Nigromante se acerca hasta donde estaba la daga perdida (su daga perdida que había entregado a Buscador para ayudarle), y la recoge. Y para el caso que ya la haya cogido Tormento, se la pide, y la guarda. Luego mira a los recién llegados, negando con la cabeza sin decir palabra por unos segundos. Finalmente suspira y asiente.

- Son buenas preguntas. Veamos... la mente de todos los que empezamos en este lugar está fragmentada en el mejor de los casos, y con enormes partes vacías. Yo, por ejemplo, sigo sin recordar mi nombre. Me hago llamar Nigromante, pero si alguno conoce mi nombre real, le estaría agradecido. En cuanto al momento en que desapareció nuestro compañero, no hace todavía un día. Apenas unos minutos, una hora como mucho.- tras las palabras mira a Tormento- Quizás vas demasiado rápido. Piensa en lo que pensarán los guardias. Piensa en quienes fuimos y quienes volvemos, y en con qué nos estamos enfrentando. ¿Tan seguro estás que nos dejarán pasar? Descansemos, de una vez, en esta sala. Recuperemos los poderes que nos ayudan, y pensemos y hablemos con los recién llegados. Y luego tomaremos una decisión. 

En mi mundo transcurrieron más de doce horas desde la llegada de Réquiem hasta mi marcha. Que el tiempo transcurra de distinta forma es la prueba de que estamos en dimensiones distintas.

Querio guardó las ganzúas. Ayudándose del bastón, volvió a incorporarse desde su posición en cunclillas. Habría ofrecido su daga al prisionero liberado, pero por algún motivo no era ese el destino que querían para aquel hombre, y el Doctor Vandel no se sentía con derecho para decidir sobre el tema. Aprobaba siempre la manera cautelosa de proceder, por denotar astucia, y si los desmemoriados querían tratar al prisionero con esa cautela, lo respetaría.

Si a alguien más le envuelve la bruma amarilla, es probable que aparezca en mi mundo, así que os pondré en sobreaviso de los hechos recientes...

Abriréis los ojos en el pueblo de Ravengro, en el Condado de Canterwall, Ustalav. Todos en el pueblo hablan vuestro idioma, pero son gente supersticiosa: si ven una transposición de cuerpos se asustarán. Podéis confiar en Konrad, Sascha, Janos y un semiorco llamado Gruñido. Tened cuidado, porque hay otro semiorco encarcelado en la oficina del sheriff, y varios orcos han causado problemas en varias granjas de los alrededores: no preguntéis si se llama Gruñido, esperad a que os diga su nombre, para evitar que se hagan pasar por él y se aprovechen de vosotros. Y si aparecéis solos, buscad refugio en la casa de Kendra Lorrimor... Perdón, ¿estoy hablando demasiado deprisa?

La casa de Kendra Lorrimor está en el sudeste del pueblo. Más adelante os daré más detalles, pero yo también siento que no tengo información suficiente para moverme por este sitio... ¿Este edificio sigue siendo el mismo en el que os despertasteis? ¿Cómo son esos guardianes que os mandaron matar tres criaturas y dónde están?

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Las piernas le flaqueaban pero ya había descansado todo lo que debía descansar y con esfuerzo se puso en pie y se giró hacia sus compañeros. Se limpió la sangre que le caía por la frente con el dorso de la mano, ya era demasiada sangre y le molestaba a la visión. Mientras hacía eso, escuchó las palabras del Doctor Querio Vandel y gruñó molesto, no era la respuesta que esperaba encontrar.

—Algo aparece para llevarnos cuando alguien de aquí está herido. Es la tercera vez que ha pasado, así que si el resto de los que estaban aquí al principio son heridos de muerte otro de los nuestros vendrá ¿no?

Mientras reparaba en aquellos pensamientos que estaba haciendo en alto, miró a las personas allí presentes, hasta que reparó en Gheorge al que saludó con un movimiento de cabeza. Con toda la espiral de violencia a la que había estado sometido, no había tenido tiempo de reparar en el paladín y su llegada. 

Las conclusiones que había sacado gracias a sus palabras le llevaron a la tentación. Dudó durante unos instantes en atacar al resto de los que allí estaban para traer a Sascha y a Gruñido a su lado, pero su brazo fue detenido por su conciencia. No sabía nada de aquel lugar y no era un sitio agradable, tampoco sabía como podía salir de allí y no quería arrastrar a sus hermanos a un lugar como ese sin tener garantías de poder sacarlos. Suspiró cansado y cerró los ojos, había pensado mucho y muy seguido y no estaba acostumbrado a hacerlo, menos después de un combate así.

—Salgamos de aquí y entreguemos las cabezas de los cambiantes. No creo que haya mucho más que averiguar aquí...—Sus palabras fueron interrumpidas cuando Querio volvió a hablar ¿doce horas?¿Realidades distintas? Los ojos de Matacambiantes se abrieron de par en par pues aquellos conceptos superaban en mucho su compresión de la realidad.

—¿Están bien Sascha y Gruñido?

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-No simplemente herido, sino cuando parece estar a punto de morir. He visto caer a mis compañeros con heridas tan graves que podría afirmar estaban a un paso de la muerte. Es como si una entidad superior, consciente de tal hecho, decidiera arrancarlos de nuestro lado y sustituirlos por otros, por vosotros, como si hubiera un objetivo, algo que llevar a cabo y que necesita sí o sí de un número determinado de personas con habilidades diversas -dijo a los recién llegados-. Nosotros despertamos en el subsuelo de este edificio, con nuestra memoria dañada tal y como ha dicho Nigromante. De hecho, él parece conocernos mejor que nosotros mismos -dijo señalando a Velkan y acercándose a Nigromante para devolverle la daga-. Nos enfrentamos a uno de ellos y conseguimos ascender a esta planta. En nuestro intento por salir al exterior hallamos un grupo de soldados, ballesta en mano que nos lo impidieron por dudar de nuestra naturaleza, conscientes de las habilidades de los cambiaformas. Nos exigieron tres cuerpos de estos engendros para demostrar que éramos humanos. En el proceso, hemos perdido a tres de los nuestros. Ahora estáis vosotros aquí.

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SECADERO.

El paladín apareció, aunque por suerte lo hizo mejor equipado que muchos otros de los presentes, por lo que se podía deducir dando un rápido vistazo. Estaba confuso por aquel viaje, aunque no era la única emoción. Decir que no estaba contento habría sido un eufemismo, pues realmente estaba enfadado por haberse visto arrancado de aquel modo. Había hecho una promesa, más aún, un juramento, que con aquella circunstancia quedaba roto. Y no era un hombre que rompiera su palabra. 

Saludó con un quedo asentimiento a Velkan, en respuesta al gesto del salvaje, y escuchó a unos y otros con el ceño fruncido. Cuando el Matacambiantes preguntó por sus hermanos, dado que era el último en tener noticias, abrió la boca para responder.

-Están bien, seguíamos todos en casa de Kendra cuando fui arrebatado.

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Anciano Sabio se separa del combate. Se siente confuso por sus últimas acciones y necesita aire. Demasiado cansado y demasiado viejo para esto... Piensa mientras observa como la doctora es doblegada y finalmente derrotada. Pero los viejos ojos del anciano se centran en Buscador, que yace herido de muerte en el suelo, mientras escucha a sus compañeros hablar y negué con la cabeza ante la pregunta de Tormento sobre poder ayudar a Buscador. Justo cuando va a dar un paso hacia él, aquella extraña y conocida niebla, envuelve a Buscador y se lo lleva, dejando en su lugar a otro desconocido para Anciano. No le sorprendió que Velkan y el mago le conociesen.

Mis ojos se separaron entonces del recién llegado y miré a Tormento, a Nigromante y a Velkan. - ¿Cómo están vuestras heridas, hijos míos? - preguntó con tono preocupado. - Debímos descansar antes de semejante locura. - se arrepintió negando con la cabeza. - No debí permitirlo.

El anciano se apoyó cansado donde pudo y comenzó a acariciarse la barba mientras escuchaba las palabras de unos y de otros. Trataba de encontrar una explicación a todo aquello, pero sin saber ni quien era, difícilmente daría con una respuesta válida para aquello que les ocurría.

Pero las palabras de Tormento le hicieron ver algo que el resto parecía no querer ver. Anciano Sabio rompió a reir a carcajadas, como si de un loco se tratase. Sus risotadas duraron bastante, incluso parecía que no pararía nunca. Cuando recuperó la serenidad y el aliento, comenzó a hablar. - Perdonadme hijos míos.  Pero es que... ahora sí, creo fervientemente en que deberíamos descansar y recuperarnos. - miró uno a uno a todos ellos.

- Veo que aún no os disteis cuenta. Querían tres cambiaformas para asegurarse de que no mentíamos y se han dado caza a los tres... - explicó el viejo con calma. - Pero ahora decidme, ¿cómo explicamos que otros tres de los nuestros "han cambiado de forma"?

- Nos vieron a todos, hijos míos. A todos salvo a los tres que nos acompañan. - Miró al prisionero, que seguía en su mundo de alabanzas. - O cuatro, si contamos con ese pobre desgraciado. Mucho me temo hijos míos, que si se dan cuenta... y seguro que se la darán... solo debemos ver sus ropajes y equipo y lo que llevamos puesto nosotros, que veo que nos atravesarán con sus virotes y nos llamarán cambiaformas a todos.

- Antes de realizar un solo movimiento, debemos asegurarnos cual será.

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- Gracias, Tormento- dice tomando la daga que el monje le ofrece y guardándola, luego asiente a las palabras de éste- Todo es como él ha señalado. No obstante-  mira entonces al autodenominado doctor- creo que es apresurado considerar que son realidades distintas. Es evidente, eso sí, que hay un ser jugando con los que estamos en este lugar, y los que están en el otro. Pero no es descartable que sea una misma realidad, y un mismo plano físico, y que el cambio temporal sea un mero efecto colateral de esa... digamos peculiarísima teleportación. Pero por supuesto, plantea dudas. Y no pocas. ¿Por qué no nos mata?, ¿qué relación tienen ambas historias? El hecho que el grupo que empezamos en este lugar haya perdido la memoria no ayuda. Para poner en duda tu tesis, doctor, me baso en que, por lo que nos contó Velkan, sí nos conoce. Y de hecho vosotros y nosotros tuvimos, si no recuerdo mal, relaciones profesionales en el pasado. ¿No sería entonces más razonable pensar que estamos en el mismo plano y en la misma realidad? De todos modos, sólo tengo dudas, no certezas. Lo que me lleva al siguiente punto. Conozco a Velkan, ahora, pero me temo no conocer a ninguno de los dos recién llegados. Lo que sé de mí: soy un mago, especializado en la nigromancia, pero que rechaza usar ese poder para los usos más habituales. Conozco varios idiomas, y tengo diversas habilidades relacionadas con la magia, el saber y la anatomía. Y aquí, mi familiar, llamado Hombro Izquierdo, recuerda tan poco de todo esto como yo. Una cosa más- mira ahora a todos- Los guardias del pasillo pensaron que éramos cambiantes. Si aparecemos con tres personas cambiadas nos atacarán traigamos los cadáveres que caigamos. O al menos es probable que lo hagan. Y después de todo, sólo son pobres hombres asustados. Reitero: descansemos, aprendamos nuestras magias los que disponemos de ellas, y exploremos recuperados el resto de este lugar. Si fuera posible preferiría no buscar un encuentro del que facilmente puede salir que tengamos que dañar a gente inocente. En otras palabras, coincido con Anciano Sabio.

Pero vamos a ver... Lo del desfase temporal es la prueba definitiva de que estamos en distintos planos-protestó al nigromante Nigromante-. Réquiem pasó más tiempo con nosotros que tiempo en el que no estuvo con vosotros. Creo que te estás haciendo un lío con la situación contraria. En el caso de que fuese al revés, y Réquiem pasara menos tiempo con nosotros que tiempo en el que no estuvo con vosotros, entonces sí, entonces cabría la posibilidad de alegar que hay un lapso de tiempo en el que Réquiem podría haber estado en un limbo antes de llegar a mi mundo, y de ahí que haya desfase. ¿Pero cómo vamos a estar en el mismo mundo si hay dos Querio Vandel en la misma linea temporal? Por un lado estoy yo, que estoy aquí, de día, treinta minutos después de que Réquiem se intercambiase con Velkan, y luego está el yo que treinta minutos después de que se produjese la transposición estaba en Ravengro, de noche, en casa de Kendra, a punto de irme a dormir.

Madre del amor hermoso, ¡cómo le gustaba a Querio Vandel explicar sus teorías! ¡Cómo lo estaba disfrutando!

Y si no me crees...-señaló con su bastón a la claraboya que reinaba sobre sus cabezas-Cuando llegue la noche, podemos ver las estrellas, para saber si las constelaciones están dispuestas del mismo modo que como yo las recuerdo.

- Conforme, miraremos las estrellas. Eso sí podrá ser considerado una prueba-  una sonrisa aparece en los labios de Nigromante- Aunque al estar desprovisto de mis recuerdos, entiendo que quedaré en manos de tu sinceridad sobre el orden de los cuerpos celestes. Y gracias por presentarte, doctor Querio Vandel. ¿Tú nos recuerdas también, como Velkan? ¿puedes decir algo sobre la identidad de los presentes?

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-Nos vieron en mitad de la lluvia, a cierta distancia y estaban asustados. Más que nosotros incluso. Y el temor a que nos ataquen por salir otros que no sean lo que pudieran reconocer será idéntico tanto si descansamos como si no -dijo Tormento que se paseaba por la amplia estancia, buscando y recolectando cuanto podía como una urraca. En su poder ya estaban el vial, la daga y el oro del último enemigo caído-. Y en todo caso, siempre pueden cubrirse con las mantas que encontramos y mancharse la cara de sangre, disimulando sus facciones. Mi propuesta es hallar refugio fuera de estos muros y lamer allí nuestras heridas. 

En aquel punto y en su deambular vio la mochila así como el maletín, la extraña perla y la filactelia que recogió, regresando junto a los demás, no sin observar la presencia del malherido ghoul. 

-Hay un ghoul. Herido pero ignoro su capacidad de regeneración. Habría que decidir si lo abandonamos a su suerte, lo matamos, o abandonamos esta sala. Anciano Sabio, ¿qué es esto? -dijo mostrándole la filactelia. 

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No lograba entender lo que Nigromante y Querio Vandel decían, trató de poner atención a las argumentaciones de uno y otro, pero eran demasiado complejas, por lo que optó por adentrarse en la habitación que había custodiado el cambiaformas al que habían abatido no sin antes agradecer a Gheorge sus palabras. Sus ojos estudiaron con precaución y cuidado la sala entera, gruñó molesto mientras se tambaleaba y andaba por allí. Sus pasos iban más guiados por la voluntad que por la verdadera energía que había en su cuerpo. Mantenía su hacha y su escudo preparados pues aunque sus agudos sentidos de cazador no le habían advertido de ningún peligro más, no quería ser pillado por sorpresa. No cogió nada pero alzó la voz al ver instrumentos de cirujano.

—Si alguno sabe tratar heridas, quizás pueda hacer algunos apaños con esto.

Señaló los instrumentos y continuó inspeccionando la habitación hasta que llegó hacia el ghoul que allí se encontraba. No quería sorpresas y tampoco dudas, no iba a dejar nada a su espalda, por lo que acercó el hacha hacia el ser y volvió a hablar en voz alta.

—Para mi no hay duda, hay que matarlo. No quiero que se libere y nos ataque por la espalda.

Sostuvo con fuerza su hacha preparado para darle el golpe de gracia que desde esa posición sería muy sencillo, salvo que alguno de sus compañeros argumentara un motivo para no decapitarlo, Velkan haría el trabajo sin ningún problema.

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Buscador de la Verdad se hubiera apartado como Tormento quería, hubiera seguido atacando aun cuando ya no era necesario, pero no tuvo oportunidad de hacer nada de eso pues mucho antes ya estaba desangrándose en el suelo. Sintió con impotencia su carne abrirse y dolor que lo acompañaba. Sintió que el aire le faltaba cuando más lo necesitaba, cuando su respiración se aceleraba aferrándose a una vida que su cuerpo ya sabía que se acababa.

Intentó ponerse en pie. Intentó tapar la herida pero ya nada en él le obedecía. Ni sus ojos respondían pues entre las nieblas de la inconsciencia le ofrecía un rostro que no recordaba, que allí no estaba y que nada le decía. Le llamaba. Le ofrecía marcharse y su salvación de algún modo. Pero el detective había aprendido a desconfiar y dudaba. No quería marchar aun sabiendo que aquel lugar tan solo dolor le ofrecía; porque era real, porque vivía y al otro lado... al otro lado no sabía qué había.

De nada sirvieron sus intentos por quedarse allí porque llegó la niebla y entonces... Entonces nada. Buscador de la Verdad ya no era. Buscador de la Verdad no estaba.