Partida Rol por web

LOS MUERTOS NO SUEÑAN:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

TERCER DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 6 DE ABADIO.

MEDIA MAÑANA.

- ¿Un libro sobre hipnosis? ¿Para?

Elucubraciones mías, probablemente sin sentido, pero ¿y si en vez de traer al Hombre Andrajoso a este plano, para derrotarlo tuviéramos que ir al suyo? La hipnosis puede inducir al sueño y llegado el momento tal vez debamos dormir todos juntos, de un modo controlado. Por supuesto espero que no sea necesario, la sola idea me produce pavor. Pero si estamos abocados a vernos arrojados a la ciudad de pesadilla cada cierto tiempo, de uno en uno, enfrentándonos a los peligros que alberga en solitario, será mejor tener la capacidad de transportarnos voluntariamente cuando nosotros decidamos, y llegar todos juntos, cuando estemos preparados y seamos fuertes.

Anciano Sabio calló y se rascó la oreja que notaba taponada. A su edad, hay cierta tendencia a acumular cerumen y el viejo sacerdote no oía absolutamente nada detrás de la puerta. Por si fuera poco, le pitaban los oídos.

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Réquiem escuchaba todo lo que decían sus compañeros, se centró en las palabras que decía Anciano Sabio y meditó una respuesta mientras acariciaba su perilla. Alexei había logrado mantener el control de su propia mente, sin dejarse llevar por el miedo y la desesperación que impregnaba aquel maldito asilo.

<< Ciertas son las hipótesis que dice el anciano, si debemos de luchar contra el hombre andrajoso en el mundo onírico la mejor forma es estar todos juntos y combatir en equipo >>

La mirada del dramaturgo se fijó en un punto inexacto mientras seguía pensando en las palabras que había ofrecido el hombre de más edad.

- Son ciertas tus ideas Anciano Sabio, si debemos combatir al hombre andrajoso en ese plano lo mejor es que fuéramos todos a la vez y así unir fuerzas. Pero… ¿Realmente sería una lucha igualada? Y… ¿Si el hombre andrajoso tiene ventaja en el mundo onírico? Deberíamos informarnos mejor antes de iniciar tal heroica hazaña o cruzar los dedos en encontrar a la persona que debamos de acabar con su vida para que el monstruo tome presencia en el mundo real… -

El pequeño de la familia Mykephoros puso la duda, no era algo nuevo ya que su mente estaba nublada de dudas y temores, pero quería poner aquella idea sobre el tablero para tenerla en cuenta y no cometer ninguna imprudencia como la que había cometido él mismo al ir hacia la neblina y caer dormido. 

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Y de pronto Anciano Sabio sacó el tema. Escuchó lo que decía, en silencio, y finalmente negó con la cabeza, a pesar de que estaba satisfecho de que iniciara ese problema a debatir.

Volvió a negar con la cabeza a Requiem en algunos de sus postulados que apoyaban la tesis de Anciano Sabio, a pesar de que ambos tenían un punto que, en cierto sentido, podía ser cierto. Una vez ambos se hubieron explicado, el enterrador tomó la palabra.

- Recordad lo que el rátido nos dijo: para poder derrotarlo debemos primero acabar con un hombre al que está atado. Un soñador de mente fuerte. Probablemente Zandalus. Si lo hacemos, el Hombre Andrajoso se verá arrojado a nuestro mundo, en forma física temporalmente. Entonces será vulnerable - rememoró apoyando tajantemente el último supuesto de Requiem y guardando unos momentos de silencio antes de retomar el habla.

- Ir al mundo de los sueños, donde mora de continuo, creo que es una simple locura. Allí, es un dios. Aquí, un mortal. Es evidente que tenemos que traerlo aquí - insistió el vigilante -. Allá es omnipotente. Tiene el poder de enloquecer y transformar a todos los que sueñen y entren en su mundo. A todo el que mora en su reino los caza como lobo a corderos - aseveró recordando con un escalofrío el sueño donde la silueta del ser demacrado, con fuerza sobrenatural, desgarraba a sus víctimas como si fueran de papel.

- No - negó con la cabeza -. Hay que atraerlo aquí, a nuestro terreno y combatir contra él según nuestras condiciones - afirmó tajantemente. Tras otro breve silencio añadió algo más.

- Tal vez en ese lugar, algunos hayan logrado adaptarse, aprendiendo a evitar y esconderse del Andrajoso, pero creo que es lo más a lo que se puede aspirar en ese mundo de pesadilla - opinó.

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Tormento miró a Anciano Sabio a aquel por el cual daría su vida, aun ignorando el porqué de ello. Pero por su boca últimamente brotaban palabras que hablaban de senilidad y chochez. Antes, había sido su pasión por envolver en llamas el despacho de la administradora con ella como elemento central de la pira. Ahora, viajes oníricos provocados para enfrentarse al hombre andrajoso.

-Lo que pides y aventuras es una insensatez, Anciano Sabio. ¿Viajar a su plano? ¿Mediante la hipnosis? Veo algunos puntos negros en tu planteamiento. ¿Cómo trasladarás a ese otro plano las armas y equipo con los que nuestros compañeros pelean? ¿Serás tú quien nos hipnotice? ¿Y quién te hipnotizará a ti para conducirte a ese horrible mundo? Además, como dice Enterrador, nuestras opciones están en este mundo, donde nuestro enemigo tendrá una mayor debilidad. Todos hemos visto cómo actúa, su poder, su ferocidad, su crueldad. No, no seré yo quien acceda a ser hipnotizado para luchar en desventaja y exponiéndote a ti a riesgos innecesarios.

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- En nuestro plano tenemos ventaja, igual que él debe tenerla en el suyo. Creo, además, que ese pestilente medio rata tenía razón y no nos mentía en lo que dijo, aunque más por el deseo que unos acabemos con otros, me temo, que porque hubiera bondad en su corazón- afirmó también Nigromante antes de entrar, asintiendo a las palabras ya pronunciadas por el resto del grupo- Pienso que es mejor enfrentarnos a nuestro enemigo aquí, matando el cuerpo que le sirve de ancla, y aprovechando ese momento de debilidad para destruirlo. Recordad nuestro viaje en pesadillas al otro plano lo... indefensos que nos sentimos. No digo yo que no llegue el momento en que debamos ir a otro plano a luchar contra nuestros enemigos, pero con toda sinceridad, no creo que ese momento haya llegado. Sin que eso suponga que no debamos encontrar ese libro, u otros medios para viajar entre planos, no para ahora, sino para un posible futuro.

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Las llaves seguían danzando con su sonoro baile en las manos del detective, que de vez en cuando seleccionaba una para introducirla en la cerradura para ver si giraba. Durante esa tarea, que dado el número finito de llaves no requería de una infinita paciencia, escuchó la respuesta dada por Anciano Sabio a la pregunta que había realizado instantes antes, así como las réplicas, en su opinión acertadas, que llegaron después.

- No puedo más que coincidir completamente con ellos- respondió a Anciano Sabio haciendo referencia a los últimos que habían intervenido.- Y además de por lo ya dicho, porque lo último de lo que tengo ganas es de que alguien juegue con mi cabeza. Llámalo hipnosis, llámalo como quieras. Bastante lío tenemos ya con recuerdos, identidades, nombres, traslocaciones... Con todo eso- soltó con un suspiro.- Como para además preocuparnos de que alguien sin más experiencia en hipnosis que lo leído los últimos cinco minutos en un libro, juegue con nuestra mente y estado de consciencia. La intención es buena, sin duda, pero creo que mal encauzada. Luchemos nosotros, aquí, con nuestras condiciones, y no en un sitio en el que las condiciones las pone otro y en el que las consecuencias de la derrota son peores que la muerte.

No se podía olvidar lo que se había dicho tantas veces y hacía tan poco tiempo. El mismo Tormento acababa de contar que en el sueño provocado por la niebla púrpura algo había intentado transformarlo en un ghoul. Y esa solo era una de las poco deseables opciones.

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Cuando Anciano Sabio sugirió la posibilidad de la hipnosis, todo el mundo se apresuró a mostrar su rechazo ante la idea. Por supuesto que era una opción desesperada y que Anciano Sabio prefería creer lo que les había dicho el rátido: que era posible traer a este plano al Hombre Andrajoso y derrotarlo donde ellos eran más fuertes. Pero el viejo sacerdote conocía la fuerza con la que la gente se aferra a las falsas promesas de esperanza. No le extrañaba en absoluto que los demás se aferrasen a las palabras del rátido a pesar de que lo traicioneros y taimados que habían demostrado ser los de su especie.

No quería generar polémica y esperaba no tener que volver al tema de la hipnosis, pero dadas las circunstancias, no podía descartar ninguna opción. Se encogió de hombros y se dirigió a Buscador de la Verdad.

-Tu has preguntado para qué quería un libro de hipnosis y yo he contestado. Como digo, es tan solo una elucubración. Siempre viene bien tener alternativas, tan solo por si acaso.

Se encogió de hombros. Podía entender que el resto pudiese estar nervioso. La serenidad y la paz de espíritu llegaban con la meditación y con la experiencia de una larga vida.

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La serenidad en el tono de Anciano Sabio no aplacó la inquietud de Tormento ante sus anteriores palabras. Parecía buscar la muerte y el riesgo y en cualquier caso, no había respondido a sus preguntas como si tratara de evitarlas. Parecía casi más un mensajero del Hombre Andrajoso, deseoso de hacerlos caer en su red onírica y convertirlos en víctimas de su sádica crueldad, que un devoto servidor de Pharasma. No obstante, era imposible y desterró aquellos aciagos pensamientos de su mente. 

El clic del cerrojo que impedía su acceso a la nueva zona a investigar terminó de desviar su atención de aquello que era inmediato y necesario. La nueva puerta a franquear parecía abrirse a un pasillo dominado por la oscuridad. Extrajo una de las lámparas rapiñadas la víspera en su avance y la encendió para iluminar el lóbrego espacio. 

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Tormento seguía tenso. No había motivo para aquello. Anciano Sabio no había dicho en ningún momento que pretendiese hipnotizar a nadie en aquel instante ni en aquel lugar. Eso sería una insensatez ya que, por supuesto, no tenían ni idea de como transportar armas al plano onírico. Anciano Sabio tan solo había preguntado por un libro de hipnosis con idea de estudiarlo en el refugio, del mismo modo que pensaba estudiar los libros de salud mental que había encontrado Buscador de la Verdad y que ahora custodiaba el sacerdote.

-¿En qué momento he dicho yo que pensase hipnotizar a nadie en este momento y lugar y mucho menos hacerlo tras ojear cinco minutos un libro?- Dijo con un susurro para sí mismo mientras avanzaba tras el resto. ¿Acaso había hecho semejante propuesta temeraria y luego lo había olvidado? A su edad, la memoria le fallaba y todo era posible. Aunque Anciano Sabio estaba casi seguro de no haber hecho tal proposición.

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Alexei escuchó la conversación que había iniciado Anciano Sabio sobre el asunto del Hombre Andrajoso. El dramaturgo atendía a todas las opiniones que decían sus compañeros y finalmente se llegó a la conclusión de que la única posibilidad era traer a aquel monstruo a la dimensión en que se encontraban, a la aterradora realidad que vivían en aquel asilo.

Miró como Gabriel Alarico buscaba la forma de abrir aquella puerta, finalmente logró abrirla buscando la llave correcta y accionó el pomo para su apertura. Se inclinó un poco para apreciar lo que había, logró divisar un pasillo oscuro sin ningún tipo de luz natural ni artificial, pero gracias a un reflejo logró ver unos pedazos de cristal que había en el suelo del estrecho corredor.

- Tened cuidado, hay cristales en el suelo. Vigilad al chafar, os podéis hacer daño – advirtió el poeta en voz baja, mientras hacía gestos para posicionarse en la retaguardia del grupo junto a Anciano Sabio.

<< El viaje continua, esperemos encontrar respuestas pronto y procurar no caer dormidos fuera del santo refugio. No sé si tendré la misma suerte si vuelvo a dormirme, aquella sensación fue muy extraña y dudo que pueda volver a combatirla, hay que evitar caer desmayado o dormido, hay que evitarlo a toda costa. >>

Apretó fuertemente la empuñadura de su espada y esperó a que el grupo iniciara la marcha por aquel estrecho pasillo. 

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- ¡Ah! ¡Por fin!

El cerrojo cedió ante el empuje de la última llave que Buscador introdujo, convirtiendo la oposición inicial que le hizo creer que debería seguir buscando, en un chasquido de éxito cuando finalmente quedó liberada de la pared la hoja de la puerta. No obstante dejó la puerta en su sitio, sin abrirla aun, no solo para prepararse él mismo para lo que pudiera esperarles al otro lado (lo que únicamente significaba cambiar la herramienta que abría puertas por aquellas que abrían heridas en la carne), sino esperando la confirmación de que sus compañeros también estaban listos. Finalmente abrió tras un cabeceo de asentimiento, derramando la luz de donde estaban en la reinante oscuridad del pasillo recién descubierto.

Se hizo a un lado, dejando que Enterrador y su linterna, así como Tormento, tomaran la iniciativa, pero solo hasta que Réquiem avisó de los cristales que había en el suelo y que el detective no había visto. Siendo muy consciente de que el monje estaba descalzo, y aun a pesar de que quizá encontrara consuelo en el dolor de pisarlos, Buscador apoyó la mano sobre su hombro para que frenara su avance, ofreciéndole sin pronunciar palabra alguna, solo con el gesto, ocupar su posición en vanguardia para apartar los cristales.

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El vigilante no prestó especial atención al debate sobre hipnotismo que abrió Anciano Sabio. No sabía si era algo útil, inútil, provechoso o peligroso. Por el momento solo era una especulación y decidió centrarse en un hecho: había que abrir la puerta menor del despacho de Losandro para seguir avanzando. Y eso hizo.

Enterrador abrió el paso, iluminando el ya muy iluminado corredor, gracias a diversos conjuros iluminadores y linternas luminosas. Pisó con cuidado el suelo lleno de cristales, tal y como avisó Requiem, a pesar de llevar unas buenas botas de cuello alto que le protegían contra cortes.

Advirtió las cinco puertas que había en el pasillo: dos a cada lado y una al fondo, que a diferencia de las demás parecía tener un cerrojo de seguridad.

Sigamos por orden, pensó mentalmente el enterrador. Mientras se decidía si colocarse frente a la primera puerta a la izquierda o a la primera de la derecha, Buscador ya pareció interesarse por una.

A la derecha, pues. Tan buena como cualquier otra, se dijo el hombre colocándose frente a la puerta que el investigador Alarico parecía indicar. Y trató de escuchar.

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Tormento se había quedado rezagado en su vano intento de encender la lámpara que portaba y ante la inutilidad de tal acción una vez que Enterrador se había convertido en el faro del grupo. Y mientras guardaba el objeto, concentrado en percibir cualquier detalle de cuanto los rodeaba, sintió repentinamente una extraña conexión mental con el viejo Clérigo de Pharasma, percibiendo lo mismo que él percibía.

Se adelantó hasta la posición de vanguardia, y susurró a sus amigos.

-Anciano Sabio... veo lo que él ve. Oigo lo que oye. Un quedo estornudo humano seguido de un susurro de una segunda persona, procedente de las puertas de la izquierda un poco más adelante. Dos humanos, probablemente -dijo señalando la puerta-. Alguien moviendo papeles en la primera puerta a la derecha. Escombros tras la medio destrozada segunda puerta de la derecha, posiblemente un acceso impracticable. Gotas diminutas de sangre en las maderas de la puerta del fondo. 

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Réquiem avanzó con mucha cautela por el oscuro pasillo, iluminado ahora por la luz que emitían sus compañeros. El dramaturgo daba cada paso con cuidado para evitar hacer ruido o hacerse daño con los cristales que había en el suelo.

<< Tal vez por el terremoto estos cristales hayan caído de las lámparas o sea una medida de prevención para desvelar la presencia de alguien por los pasillos… en ese caso no estaríamos solos >>

Réquiem afirmó a los avisos de Enterrador sobre la respectivas habitaciones que había en aquel estrecho corredor.

El pensamiento de Alexei fue corroborado por los avisos de Anciano Sabio, hizo unos gestos y todo quedó en silencio. Por el momento Réquiem no logró escuchar nada, pero Anciano Sabio y Enterrador advirtieron de la presencia enemiga en ambas habitaciones, en una de ellas parecía ser que había varias personas que intentaban hacer el mínimo de ruido posible y en la otra como si estuvieran buscando una documentación en un archivador.

Afirmó a los avisos de sus compañeros y aguardó a continuar avanzando desde la retaguardia sin hacer ningún tipo de ruido, acercándose a Enterrador.

<< Con cabeza Alexei, con cabeza… >>

Recordó el consejo que le había dado el bárbaro llamado Velkan y pensaba cumplirlo para salir vivo de aquel infierno. Escuchó las palabras de Tormento de Tinieblas e intentó centrarse para escuchar aquellos sonidos que describía. 

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Anciano Sabio entró en el corredor detrás de sus compañeros y pronto se dió cuenta de que había gente tras al menos dos de las puertas. Algunos de los que allí había trataban de pasar desapercibidos, bien para emboscarles o bien porque tenían miedo, ya que seguramente se hubían percatado de su presencia y es que el grupo no se había molestado especialmente en guardar silencio. Pero había alguien más pasando despreocupadamente las hojas de un manuscrito. ¿Qué clase de personas podía haber en aquel lugar? Si es que eran personas, claro y ¿qué intenciones tenían?¿Por qué no estaban en el refugio?

Por otro lado, la puerta del fondo era profundamente siniestra, con gotas de sangre entre la madera. Mientras sus compañeros, más preparados para combatir, decidían cómo proceder, Anciano Sabio se concentró en la puerta del fondo y trató de percibir algo más.

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Nigromante no se ve perturbado por las palabras de Anciano Sabio. El que haya enemigos cerca, con todo lo que saben de este lugar, era de esperar. E incluso, se podría decir, es un dato bienvenido. Con el recuerdo, aún, de la muerte terrible de la administradora, el pensamiento incluso de la existencia de enemigos que, objetivamente, buscaran la destrucción del propio mago y de sus compañeros, casi daba cierta... normalidad a una experiencia que tenía poco de normal y mucho de aberrante. 

De alguna manera, Nigromante razonaba que era preciso encontrar a los verdaderos culpables de la situación en la que se encontraban y que, por ahora, sólo se habían enfrentado, con la posible excepción de los doppleganger, a los resultados de esa maldad. Pero no a sus causantes.

Al comprobar la existencia de cristales, y tras el exceso de lanzar aquel truco de luz, innecesario por lo demás, y que daba cuenta de cierta precipitación y despiste que en ocasiones sufría, a pesar de su mente preclara por lo demás, Nigromante se acercó a la puerta que sus compañeros fueran a abrir y aprovechó para invocar la protección de la armadura de mago sobre Tormento de Tinieblas, conviertiendo su piel, o el aire a su alrededor, en una especie de armadura que combinaba perfectamente con la habilidad que usaba el monje para moverse.

- Esto puede serte útil-  le dice en un susurro mientras espera acontecimientos, preparado para actuar.

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Sintió la piel ponérsele de gallina y el vello erizársele como si una tormenta estuviera a punto de desencadenarse sobre su cabeza. Incluso creyó oír crepitar la lana de su sucio hábito, recorrida por la estática. Y ante el susurro de Nigromante a su espalda, entendió que este había debido invocar algún hechizo sobre su persona.

-Gracias, amigo -dijo al mago, con un profundo reconocimiento en su voz. Sin duda, no eran las palabras las que hablaban, sino los hechos y era una evidencia que cada vez más, aquel grupo de desconocidos se mostraba como un uno, cohesionado aunque diverso.

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Los gestos y murmullos de sus compañeros, indicando qué había en cada habitación. Los susurros conjurando hechizos para reforzar a los exploradores. El posicionamiento para obtener ventajas en caso de combate. Todo mostraba que el grupo se coordinaba muy bien... con la excepción de que nadie parecía querer tomar las decisiones finales, en este caso qué puerta abrir y qué peligro acometer. Una vez Enterrador lo hubo preguntado por señas y mostrado su preferencia... nadie más dio su parecer.

El hombre suspiró, se encogió de hombros y de nuevo eligió él, apuntando con su maza la primera puerta de la izquierda. También señaló con su maza a Tormento e indicó la puerta de la derecha, la de los ruidos de papeles.

- Voy a entrar aquí. Si hay jaleo y algo sale de esa otra puerta recíbelo tú. Si no, ven después - le explicó en voz baja, apuntando a la puerta opuesta -. Buscador, conmigo - susurró. Se sorprendió al darse cuenta que estaba dando órdenes y pautas. No le importó pues le pareció una estupidez supina ponerse a preguntar en ese instante quien debería coordinar. Él había tomado la iniciativa en ese momento. Otro lo haría en otro momento.

Espero a que Buscador se pusiera junto a él, frente a la puerta izquierda. Luego miró al monje confirmando que se apostaba, preparado para recibir a lo que se asomara por la puerta derecha. Una vez estuvieran todos preparados, asintió con la cabeza y abrió su puerta, iluminando el interior.

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Buscador avanzó por el pasillo apartando los cristales por el camino. Su atención, fija en la puerta apenas visible al fondo, hizo que no prestara atención a los sonidos que otros de sus compañeros fueron capaces de percibir. Por ello dio gracias a que no estaba solo, a que aquello que él no podía hacer, se podía suplir con la habilidad de los otros.

Cabeceó afirmativamente a las palabras de Enterrador y se situó junto a él con ambas dagas dispuestas para ser usadas en caso de ser necesarias, algo que dados los precedentes era más que probable que resultaría así. Durante el tiempo que habían pasado allí, el conflicto, más pronto que tarde, se había hecho irremediablemente necesario. Y cómo no iba a ser así cuando todo en aquel lugar les era hostil. Aunque quizá era al contrario, quizá ellos eran los elementos ajenos a aquel lugar de locura y horror. Quizá eran la nota discordante y hostil en la sinfonía demencial que se tocaba en un manicomio aislado del mundo exterior, de la realidad que todo el mundo convenía en llamar "normal".

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- "Espera... Ese conjuro ya lo habías lanzado. ¿O no? Ah, pues no. Hubiera jurado que sí..." -