Partida Rol por web

Luego de pagar los pocos dolares de la cuenta, Barry, Ted y Roger abandonan el lugar, saliendo de nuevo a aquellas calles frías y desoladas, ahora bajo la noche.

Como habían visto desde dentro, algunos copos de nieve mas grandes caen lentamente desde el cielo cubierto. El frío les golpea en los rostros apenas salen, y se pega en sus cuerpos mientras todavía viajan dentro del auto de Roger hacia casa. Les da la sensación de que el invierno se hiciera mas cruda a cada minuto que pasa.

Luego de dar unas vueltas, de pasar y dejar atrás calles casi vacías, transitada por automóviles y algún vagabundo ocasional, agazapado con las manos al fuego de un barril de queroseno, finalmente llegan a casa.

El barrio pareciera mantenerse igual, y lo mismo sucede con la casa. Al verla no pueden evitar sentir algo dentro. Han pasado muchos años desde que los cuatro habían estado juntos dentro de aquellos muros... y de un día para otro, luego de años de ausencia, la posibilidad de que aquello volviera a suceder se esfuma para siempre.

Los copos de nieve caen con algo mas de fuerza, agolpándose en el cabello de los tres hermanos al bajar del coche y pisar aquella acera que les trae tanta nostalgia, al mirar aquel camino que lleva hacia el pórtico de la casa en la cual habían pasado toda su niñez. Ya son casi las nueve, hace frío, y parece que esa noche caerá una fuerte ventisca en la ciudad.

Barry se adelanta para abrir la puerta y dar las luces en la casa.
Al entrar deja la puerta abierta y sus hermanos van pasando a interior.

Directametne se va hacia la zona de la cocina, que esta en la primera planta a la izquierda de la puerta de entrada. Alli se dirige a un cuadro de botones y enciende la calefaccion.

La casa esta fria, y como ahora solo vive el, las paredes estan mucho mas frias, lo que intensifica el frio de la calle.

Sin embargo, hace mucho mejor clima dentro de la casa. Asi que se quita el abrigo y lo deja en una de las sillas de la mesa de la cocina, y se quita el pasamontañas y los sacude para quitar la nieve, a pesar del frio se nota que la cabeza le ha sudado un poco. Puede que de darle vueltas a las cosas que han pasado en los ultimos dias.

Se acerca a la cafetera, y se pone a preparar otro cafe. El cafe le ayudara a mantenerse despierto, a estar atento, y a entretenerse con algo, y no pensar mas en donde se estaban metiendo, y la rabia que le producia el ajuste de cuentas que habian cometido contra su hermano.

Estaba incomodo, como si todo fuera parte de un mal sueño. Pero era una gran verdad, una verdad irremediable que hacia que sintiera el estomago vacio y el pecho dolorido. Supuso para si mismo, que asi era como debian de sentirse las personas cuando perdian un familiar. Pero no recordaba que la huella fuera tan amarga y profunda cuando murieron sus padres. Quizas era porque intuia de alguna manera, que habian disfrutado de una vida, mas plena al menos que la que Terry estaba empezando a vivir.

Con aquellos extraños pensamientos recorriendo su mente, empezo a oler el cafe recien hecho. Ya estaba listo.

¿Alguno quiere un cafe ahora?

- Por favor. - asiente quitandose la chaqueta y dejandola en el perchero que, esta donde siempre estuvo.

Camina por el salón observando las paredes, las fotos que cuelgan de ellas, el jarrón que rompieron de pequeños y que, pegaron con sumo cuidado, volviendo a dejar donde estaba y que allí seguía. Se sentó en el sofa y puso el televisor, para ver que decian las noticias locales.

Los tres se relajan en la sala de estar de aquella vieja casa, tan cargada de nostalgia, y mucho menos cálida que como la recordaban, al menos en ese día.

El aroma del café inunda la sala, ayudando a expulsar el frío que se alza en el exterior, mostrando el invierno en todo su esplendor. A través de la ventanas pueden ver como lo que eran unos pocos copos de nieve ahora es una nevada moderada. Los copos de nieve caen de manera suave, pero en mayor cantidad que antes.

En la TV nadie habla de otra cosa mas que del tiempo. Nevadas para esa noche, y para la siguiente... y posiblemente para el resto de la semana, nadie dice otra cosa. Nieve, nieve y mas nieve, eso es lo único que parece haber fuera de la casa y lo único que parece importarle al resto.

El tiempo pasa mientras beben el caé en silencio y siguen pasando por los diferentes canales viendo como los noticiarios se nutren de las ultimas nevadas, como si nada mas pasara en la ciudad. La hora de la verdad, en la que se encontraran con los asesinos de su hermano se acerca mas y mas hasta que finalmente llega, mientras intentan aliviar la tensión fumando, mirando TV, o recordando cada momento reflejado en las tantas fotografías de la sala, no sin cierta nostalgia y dolor por dentro.

Bueno, nos vamos.

Barry se pone en pie. Tan grande como es. Sabe que no hace falta decir muchas mas cosas de camino a esa pequeña aventura que están llevando a cabo. Aunque intente ser la cabeza fría del grupo, y pensar en el futuro de sus hermanos, no puede evitar, cada par de minutos, tener ganas de acabar con la vida de los dos payasos esos que acabaron con Terry.

Pero prefiere no decirlo en voz alta, quizás por miedo a darse cuenta de que quiere sangre, pero sobre todo, porque no quiere animar ni a Roger ni a Ted, por lo que pueda pasar.

Solo os digo una cosa, si las cosas no salen como están planeadas. Mejor dejarlo, echar a correr. Ahora que sabemos quienes son, podemos tenerlos trincados cuando sea. 

Se calla un segundo mientras se cala el gorro de lana, y coge el abrigo de la silla de la cocina.

Es solo, que no quiero que vallamos pensando que nos la jugamos todo a una carta.

Se queda en silencio al lado de la puerta, no la abre, hasta que sus hermanos van hacia el exterior. Es el ultimo en salir y cierra con llave. Porque aquellas calles ya no son seguras, ya no es como cuando eran más jóvenes.

Mientras Barry se dedica a preparar más café Ted se dirige directamente al desván de la casa, en busca del puño americano de Roger. Sube pesada y lentamente los escalones de madera de la pequeña escalera retráctil, que crujian a cada paso. Arriba, se amontonaban multitud de cajas y cachivaches, todo cubierto de una gruesa capa de polvo, recuerdos que parecían que quedaban muy lejanos en el tiempo. En una de las cajas podía verse sobresalir un monigote con el que gustaba de jugar él, Robozord. Debería tener unos 5 años por aquel entonces, pues era la época en que todavía incluso su madre vivía. Recordaba que, después de perder a su madre, dejó enseguida de interesarle el juguete, debería estar, cuánto ¿unos 18 años olvidado en el desván? En algún momento habían perdido parte de su infancia, y de su inocencia, desde luego no lo habían tenido fácil. Todas esos recuerdos, le traían a la mente tiempos en que la familia estaba realmente unida. Y ahora tenían que seguir unidos, por Terry. Suelta un suspiro entre las partículas en suspensión que flotaban en el aire y que los pocos rayos de sol que se colaban por entre el ventanal, cubierto de nieve, ponían a la vista. De pie, parado frente a las cajas de cartón, reflexiona sobre todo eso, con una expresión de tristeza en su rostro, antes de agacharse decidido a rebuscar entre las cajas. No le cuesta mucho esfuerzo, pues el puño de acero que buscaba se encontraba descansando en lo alto de una de ellas. Tras soplarle un poco, se lo guarda en el bolsillo y baja de nuevo rápidamente hacia donde estaban sus hermanos; el café estaba listo, y su aroma llenaba la casa.

Los momentos pasan lentamente, parecía que el tiempo corriera incluso más lento en la espera, hasta que llega la hora de volver a salir. Tenían una cita.
-Va salir bien, va a salir bien -dice serio, afirmando leve y lentamente con la cabeza, al escuchar decir a Barry sobre la posibilidad de que algo fuera mal y dejarlo para otro momento. No era momento de dudar, podían hacerlo. Se dirige hacia la entrada, donde estaba Barry, con las manos en los bolsillos de la chaqueta y el frío acero del puño americano rozándole la mano.

Tras ponerse la chaqueta y sonreir a su hermano de color; apoya su mano en el hombro de este y niega con la cabeza, apenas unos segundos, para después, salir caminado hacia el coche. Su paso, pese al resbaladizo hielo que cubre las calles, es firme y decidido. Casi con seguridad, si pisase más fuerte oirian el hielo romperse bajo él.

Tras entrar al vehiculo, embraga un par de veces antes de girar la llave de contacto, para que así al viejo motor de explosión no le resulte tan dificil arrancar. De todas maneras, el coche no arranca hasta el cuarto intento, cuando lo hace, la marcha atras renquea un poco por el frio y el hielo que seguramente se haya formado en la transmisión. Pero no es un problema y al cabo de unos pocos segundos en los que las ruedas bailan sobre la carretera, Roger toma el control del coche y comienza su viaje hacia el pub a poca velocidad. Sin prisa, pero sin pausa.

- Ted, - dice a su hermano pequeño - a la derecha, debajo del asiento debe haber una palanca; - explica mirando por el retrovisor a este - cuando vayaís al callejón, dásela a Barry. - termina diciendo antes de encenderse un cigarrillo.

Con todos dendro del coche y la casa familiar alejandose de ellos como un extraño espejismo, Barry se coloca en el sillon de atras, e intenta relajarse.

Pero las palabras de su hermano, golpean con la fuerza de la realidad. Sabe que dentro de poco va a vivir un episodio violento. Le guste o no, asi es la vida.

El auto de Roger anda por las calles desoladas de aquella zona de la ciudad, mientras una leve nevada cae sobre ella esa noche, igual que la anterior, cerca de las 22:00hs.

Son pocas las personas que se aventuran a salir a la calle con ese frío. Algún que otro policía andando en una esquina, un taxi de vez en cuando, un vagabundo cargando un carro de supermercado con algunos cartones y latas... el paisaje es bastante desolador mientras el Cadillac de Roger se acerca cada vez mas a su destino, sin preocuparse demasiado por los semáforos, puesto que no parece haber nadie mas andando por aquellas calles, nada mas que nieve a los costados y por sobre los pocos autos estacionados.

Lentamente se acercan a una zona mas céntrica, con edificios mas altos y algo mas cuidados, con menos basura en las calles, y mas licorerías, hasta finalmente llegar al “Green Room”.

Se trata de un bar, de bastante mas clase comprado con los que hay en el barrio, pero nada que realmente lujoso. Siquiera tienen seguridad en la puerta.

Hay un letrero con luces de Neon verde sobre la puerta. A la derecha del edificio hay otro negocio, al parecer una casa de ropa, mientras que a la izquierda hay un callejón que lo separa de otro edificio. El callejón esta a oscuros, tan solo hay unan luz perdida a la mitad, la cual no ilumina nada realmente, aunque deja ver que aquel callejón parece comunicar con la parte trasera del “Green Room”.

Fuera hay algunos autos estacionados, un par de camionetas y algunas motos. El lugar parece concurrido, al menos para el día que hace ahí fuera.

Antes de salir del coche, Ted no se olvida de recoger la palanca que le ha mencionado su hermano para Barry, guardándosela por entre la chaqueta. Fuera parecía que hacía incluso más frío por momentos, y le daba la impresión de que sus dedos se encontrasen totalmente congelados. Tenían un tono ligeramente morado. Tras incorporarse, observa el aspecto del bar y los alrededores. El callejón se encontraba en penumbra, no sería muy difícil ocultarse en él...

Después de observar el sitio, se dirige pausadamente a Roger, poniéndole finalmente una mano en el hombro mientras le mira de frente, con el semblante serio.

-Hermanito... suerte... -dice antes de esnifar una gota que le caía de la nariz -Acuérdate, Zed es el blanco tatuado en el cuello, Jerome un mastodonte negro y pelado.

Tras mencionar esto, pone una mano en el cuello de Roger, y se aproxima a él en una especie de abrazo, volviéndose al terminar para formar un corro con sus dos hermanos.

Barry había calculado que era mejor permanecer a cubierto en el coche hasta que Roger entrara en el local, no era cuestión de pasar frío fuera y entumecerse.

El vio el gesto de cariño de su hermano pequeño, y le gusto lo que veía. Pero ahora no había tiempo para esas cosas. O al menos el no era capaz de hacerlo.

En cuanto entres nos pondremos en el callejón. Esperaremos que salgas por la puerta del local, ¿vale?
Estaremos en la penumbra, en cuando estén fuera, cargamos contra ellos y les damos jarabe de palo. ¡Ahora largo del coche!

Luego se callo y se quedo mirando la puerta del local. No le gustaba nada aquel sitio. Le daba la impresión de que había mucha gente allí y quizás los tipos que buscaban tenían compañía.

Se sacudió las ideas de la cabeza con un moviendo de cabeza rápido.

Tras dedicar una media sonrisa a su hermano menor, sale del coche asintiendo a Barry; corre hacia el pub con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta. Abre la puerta con desdén, volviendo a resguardar su mano tras utilizarla para ello y bajando la cremallera de la cazadora, observa desde la entrada a la gente del lugar y su disposición en la barra y las mesas.

La puerta principal da a un pasillo, el cual lleva a un ambiente cálido luego de unos metros. Tras pasar una cortina Roger puede ver el interior del bar en su totalidad.

Esta bastante concurrido, al menos para el día y el clima, aunque es de esperar que aun vaya mas gente mas tarde, como suele suceder en aquellos lugares.

Hay personas ocupando las mesas y unos sillones bastante modernos, que van de acuerdo a la estética del lugar, el cual se ve mucho mejor dentro que fuera. Unas luces tenues, verdes, azules y blancas, iluminan el lugar, dando cierto clima y a la vez permitiendo una buena visibilidad. Cuadros , muebles, alfombras y demás cosas a la moda decoran el lugar. Sin duda aquel sitio no es ningún antro, al menos para lo que suele acostumbrar a frecuentar Roger.

El ambiente es cálido y suena música en todo el lugar, aunque no lo suficientemente alta como para cubrir el murmullo de las personas que ahí se encuentran, conversando, riendo y tomando un trago.

En la barra hay varias personas, algunas bebiendo, otras conversando o pidiendo algo para tomar al barman que va de un lado a otro. Entre esas personas de la barra Roger puede divisar a los dos tipos que concuerdan con la descripción que les dio el sujeto del apartamento. Ahí esta Zed, el “blanquito”, tomando una cerveza mientras habla con el otro sujeto, Jerome, un negro calvo tan grande como Roger, si no mas. Ambos son bastante corpulentos, sin duda matones, algo que les habían olvidado de informar... no parecen tipejos cualquieras, si no que parecen ser de ese tipo de sujetos que se gana la vida golpeando a otros, como mínimo. El tatuaje que asoma por el cuello de Zed delata a ambos, incluso con esa ropa a la moda y costosa, muy alejada del atuendo clásico del barrio... posiblemente para pasar de inadvertido, y haciendo gala de un buen sueldo.

No parecen notar la presencia de Roger, tan solo continúan hablando entre ellos de manera animada, sin prestar mucha atención a lo que sucede alrededor, mientras beben y ríen...

Ambos, desde el auto, pueden ver como Roger se aleja rápidamente, cruzando la calle, y se mete a aquel edificio, perdiéndose de vista. Una luz tenue se ve desde el interior de bar mientras entra, para desaparecer luego, junto a Roger, una vez cierra la puerta detrás del él, dejando de nuevo aquel lugar vacío, sin nadie a la vista, salvo por Ted y Barry, quienes observan desde el interior del coche.

Camina hacia la barra con paso firme y decicido, el ceño fruncido como ya es costumbre en él y la chaqueta abierta, no hace ningún gesto extraño, aunque si está preparado para defenderse de cualquier agresión, una vez en la punta contraria de la barra, espera que llegue el camarero.

- Una budweiser. - solicita apoyando ambos antebrazos sobre la barra y esperando que el camarero vuelva con la cerveza - Estoy buscando a un tal Zed. - susurra cuando este vuelve deslizando 50$ por la barra, ocultos en su casi totalidad por su mano - Me dijeron que podía encontrarme con él en este lugar. - explica con una dura mirada - Dile que quiero reunirme con él. - termina señalando una mesa apartada, donde puedan tener algo de intimidad.

Da la espalda al camarero y camina con el mismo paso firme hasta la mesa, sentandose en una silla que le permita verles acercarse, dando un primer trago al botellín y preparando su arma disimuladamente, por si ha de defenderse.

Barry deja de mirar el local cuando se hermano entra en el local. La suerte esta echada.
Se remueve en su asiento mirando al exterior, y cambia la cara cuando el callejón le devuelve la mirada.

Sabe que en cuanto salga el frío se le echara encima, y que solo podrá pensar en entrar en cualquier lugar que este mas caliente.

Se acabo el tiempo libre.

Después de hablar con su hermano se bajo del coche, calándose al máximo el gorro y subiendo el cuello del abrigo, para que así el frío pudiera morder la menor cantidad de piel.

Se interna en el callejón con las manos metidas en los bolsillos. Su corazón empieza a palpitar más fuerte. Recuerda una y otra vez el video de la muerte de su hermano. Y la idea de verlo muerto se clava con fuerza en su mente y en su pecho.

Tiene ganas de partir un par de caras, y empieza a olvidar si aquello esta bien o mal, solo necesita descargar toda la frustración que supone pasar por un momento tan íntimo y duro, como era el que estaba viviendo.

Roger se acerca lentamente y sin llamar atención hasta la barra, esquivando a algunas personas que se levantan y van de un lado a otro.

Zed y su amigo, Jerome, no parecen notar la presencia de Roger en ningún momento, aun incluso cuando este llega y se apoya en la barra, a unos pocos metros de ellos.

El barman, un tipo mas grande, al menos en cuanto a estatura y edad, y vestido bastante a la moda, incluso con el sombrero, lo cual le hace ir a tono con el lugar, atiende el pedido y vuelve rápidamente con una cerveza de la misma marca que Roger había pedido, la cual deja sobre un posavasos en la mesa, frente a Roger, cuando este le hace su petición.

- Hablaré con ellos – dice en voz baja, con la música de fondo y mirando fijamente a Roger mientras toma el dinero lentamente y lo arrastra por sobre la barra, bajo la palma de su mano, hasta su posición.

Inmediatamente Roger se da vuelta y se dirige hacia la mesa que había señalado. Desde ahí no puede ver la barra completamente, solo parte de ella, pero si tiene a la vista gran parte del bar, inclusive las entradas, la principal y una puerta trasera, ocultar tras bajo una escalera. Desde su lugar puede ver como el barman mira detenidamente el billete que le había dejado Roger momentos atrás, miran hacia donde esta Roger, he inmediatamente se gira y va hacia la dirección en donde están Zed y Jerome, hacia aquella sección de la barra a la cual Roger no puede ver desde su posición, aunque lo que debe de estar sucediendo es demás evidente. De todas formas, si decidieran huir, ambas entradas están a la vista de Roger, por lo que tendrían que pasar frente a él de todas formas.

Mientras espera en su mesa, bebiendo aquella cerveza fría, la gente en el lugar se sigue moviendo. Algunos van al baño, otros de la barra a sus mesas y de sus mesas a la barra... todo parece seguir con normalidad...

Bebia con tranquilidad del botellin, que dejaba sobre el posavasos de la mesita, estaba acostumbrado a tratar con gente de esa calaña, los bajos fondos eran su territorio preferido. Y desde esa mesa, observaba todo lo que quería observar.