Partida Rol por web

La idea es buena, pero esta vez están todos alerta. El que más, Zane. No tarda ni un segundo en contrarestrar el conjuro de Donnie, por muy poderoso que fuera, y sólo consigue unas pequeñas muescas.

- ¿De verdad crees que caería, cómo un Gryffindor, en tu truco? ¿De verdad crees que sois tan importantes para mí, para nadie? Deja de soñar, Aldryn.

El resto no se anda con rodeos tampoco, y 4 desmaius vuelan en vuestra dirección. 

Al parecer Severus no consiguió entrar en mi mente, pero al menos me dijó que lo estaba haciendo bien. 

Antes de volverme a concentrar, abrí mis ojos para ver a Snape guiando a London. Les sonreí. Me sentí alagada cuando me dijo que podría darle algunos consejos a London.

— Pues no sé... Yo lo único que hago es... Intentar dejar mi mente en blanco. No pienses en nada London... — Dije tímidamente y con una ligera risita. 

Vi que London parecía haber mejorado y volví a sonreír.

Volví a cerrar mis ojos y, cuando Snape me preguntó si estaba preparada, afiemé con la cabeza.

Otra vez me innundé en la nada. Intentaba no pensar, como decía Snape. Me sentí orgullosa porque según Severus parecia que no lo hacia tan mal. Luego me acordé:

"No, Zoe. No pienses ni siquiera en eso."

De nuevo, mi mente se tornó blanca. Como un bacío infinito donde ningún pensamiento se conseguía alcanzar.

Traté de centrarme de nuevo, siguiendo el consejo que me acababa de dar Zoe. Realmente quería conseguirlo, aunque una parte de mí, muy pequeñita y muy en el fondo, deseaba que Severus se metiera en mi mente para que viera lo genial que podía llegar a ser, lo buena estudiante que era, y todas las maravillas que me rodeaban, porque, por supuesto, quería gustarle.

Dominé aquel sentimiento infantil y meloso al instante siguiente, y me di cuenta de que me sentía fuerte, y que nada había pasado. Nada raro. Nada extraño en mi interior.

—Pero, ¿qué…?

Y fue cuando Severus lo dijo. Lo había conseguido. ¡Lo había conseguido! No me lo podía creer.

—¡Uaaaa, qué bien!— exclamé maravillada, sonriente—. ¡No me lo creo!

Estaba realmente feliz, y miré a Severus, reconociéndole que era un buen maestro.

Fue entonces el turno de Zoe, y la miré mientras trataba de concentrarse. Deseaba que lo consiguiera, pues sería un gran avance para los tres.

Miré la expresión de su cara mientras Severus trataba de destrozar sus defensas.

—Vamos, Zoe, vamos— murmuraba, apretando las uñas contra las palmas de las manos—. Tú puedes. 

Mierda Donnie...¿Por qué no has logrado...? En fin, no es culpa suya que Zane sea tan bueno.

El desánimo me puede. No vamos a salir de ahí. Nos quieren atrapar y eso es hasta peor que matarnos. A saber que pretenden. ¡Joder! no quiero ser usado como rehén o como intercambio. O más divertido aún, como parte de un ritual raro y oscuro.

Me encuentro demasiado sumido en esos pensamientos para reaccionar a tiempo cuando soy atacado de nuevo. Apenas si alzo la varita.

Mierda...

Alcé mis cejas mientras ella iba hablando, más y más. Me parecía algo increíble que a Deborah le diera igual una opresión o sufrimiento ajeno si con ello iba a conseguir más conocimiento. Pero, ¿realmente tanto se distanciaba eso de mi forma de pensar? Me había comprometido ciegamente a una causa por mis deseos, y había dejado de lado a todos los amigos que había ido haciendo a lo largo de esos años por tres personas que habían demostrado que podían no estar conmigo si no me necesitaban. No obstante, Deborah tenía razón por una parte. Mis necesidades no eran tan diferentes a las suyas. Mis objetivos no eran distintos a los de ella. —Está bien, Debbie. Pero quiero cambiarme y quiero mi varita. No vaya a ser que la necesite, en vista que Zane está tardando... Y tengo frío —sentencié, mirándome los dedos. Se iban a quedar helados. Que nosotros tuviéramos magia y los muggles no nos hacía superiores en cuanto a recursos de los que disponíamos, eso era evidente, pero causar la opresión de un colectivo tan grande sólo porque unos pocos éramos privilegiados... Realmente, la causa del Señor Tenebroso no era tampoco la mía, pero sin embargo y como bien ella decía podía ser que me beneficiara más que la causa contraria. De hecho, no había causa que me beneficiara, pero estaba claro que los recursos de la escuela no me habían ayudado a encontrar a la persona escurridiza que acabó con la vida de mis padres, y Charlotte, alguien que parecía destinada a servir a la causa del Señor Tenebroso quisiera o no me había proporcionado más alternativas (infructuosas, eso sí) que todas las otras personas con las que había hablado.

Sonrío a la profesora Elina ante su halago. La verdad que me daba un poco de vergüenza pero por suerte no solo yo lo consigo con éxito. 

La repetición es mucho más difícil ya que no puedo mirar el lugar, pero lo consigo también sin problemas. La sensación de mareo no me gustaba nada, pero me aguanto. Tenía que ayudar como fuera a mis compañeros. Miro a Remus, esperando que él consiga también aparecerse bien. No soportaría que le pasara eso que llaman "despartición". Por unos segundos me acuerdo de Inuix y me da un vuelco en el corazón. Esperaba que estuviera en buen recaudo. 

Joder, joder, no me lo creo ni yo. Estamos vivos, ¡¡estamos vivos, joder!! 

Comienzo a respirar más tranquila, aunque aún siento el corazón alborotado, dando saltos fuertes y rápidos. Poco a poco se va relajando, conforme más tiempo pasamos fuera del barco y más nos alejamos. 

Freno el ritmo, veo una isla, donde el barco parece que va a parar. Por suerte, para nosotros y mi escoba, los lugares donde descender y aterrizar son mucho mayores y variados. Además, en parte hasta me viene bien, ahí podré encontrar algo de información... aunque no creo que haya mucha ayuda. 

Joni comienza a balancearse con peligro y lo sujeto con fuerza.

- Aguanta un poco, vamos a aterrizar, ¿vale?-sobrevuelo la isla y busco una zona donde pueda hacer un aterrizaje sencillo y poco brusco, pero algo alejado de ese edificio y del barco, tal vez un punto alto donde poder ver el embarcadero.

Una vez detectado, bajo y dejo la escoba en el suelo mientras ayudo a Joni a sentarse. Mis conocimientos médicos eran más bien nulos, al menos de forma muggle... Sí, me había partido algún que otro hueso alguna vez, sobre todo mis primeros años en Hogwarts (creo que en tercero llegué a hacerme dos fisuras en los brazos y varios esguinces), pero mi creciente experiencia ha ido haciendo que mis visitas a la enfermería fuesen cada vez menores, aún así. Repaso mentalmente los hechizos y pociones relacionadas con la medimagia que hemos practicado.

- Vamos a ver...-suspiro mirándolo-. Estás hecho una mierda-le digo con sinceridad-, haré lo que pueda, ¿vale?-lo apunto con la varita y conjuro-Episkey-las hemorragias se cierran junto con los rasguños superficiales. Busco la fractura en las costillas y toco con la varita-. Esto es algo más complicado... puede que te duela-carraspeo y vuelvo a conjurar, esta vez:-. Moveo Ossis-no es un hechizo que haya practicado en especial, pero creo que funciona bien con fracturas... al menos eso nos han enseñado y es lo que me hacía Pomfrey. Suspiro-. ¿Qué coño era lo del barco? ¿Qué es este sitio? ¿Qué cojones está pasando, Joni?-pregunto de forma atropellada, ha llegado el momento de las preguntas. 

Vi a Brad caer y supe enseguida que mi intento sería estúpido, pero no podía dejarlo pasar. Caí mientras una cortina negra entornaba mis ojos a cámara lenta. La cara borrosa de Zane fue lo último que ví. Espero que le jodiera muchísimo que Mia y Joni hubieran escapado...

Debbie te regala una sonrisa cómplice ante tu respuesta. Parece entender que tú, igual que ella, has optado por ser pragmática y sacar el beneficio propio de una situación que ninguna de las dos podía evitar.

- Claro, no hay problema. – se levanta primero hacia el armario y saca una sencilla túnica negra parecida a la suya (probablemente es suya) y te la tiende. Se da la vuelta dándote intimidad para que te cambies mientras vigila la puerta, no vaya a ser que entre alguien. – Me alegra verte Aelia. Y también me alegra poder volver a hablar con alguien con un nivel intelectual mayor al de un gnomo de jardín, o que no esté obsesionado por ser monotemático… - dice con un poco de resentimiento en su tono, o eso te parece por unos segundos. – Mientras mantengas un perfil bajo no está tan mal, ¿sabes? Nadie se preocupa de qué haces o de a dónde vas. Yo he pasado la mayor parte de mi tiempo leyendo y aprendiendo. Zane es otro tema… - te comenta para seguir con la conversación mientras te vistes. Pero entonces escucháis otra explosión y unos segundos después un grito de ira absoluta que ambas sabéis de dónde ha salido. Es la voz de Zane. Debbie se da la vuelta y ves que te mira con el ceño fruncido. Algo no iba bien. Aún así, no sale del camarote. ¿Es su manera de no ensuciarse las manos? En lugar de eso, cierra la puerta y lanza un hechizo de protección en el camarote. Sólo después de eso (y habiéndote tú cambiado de ropa) se acerca a la mesita de noche y saca de ella tu varita, aquella varita que ha sido tu compañera inseparable durante años. – Confío en que Zane puede con esas ratas, pero nunca ha matado a nadie ser precavido.

Los minutos pasan. Escucháis voces, escucháis pasos, escucháis el sonido de la madera moverse y crujir. Al cabo de un tiempo indefinidio, pues en el silencio de la habitación podría tanto haber sido tres minutos como treinta, alguien intenta abrir el picaporte.

- ¿Deb? – es la voz de Zane. – Todo bajo control, puedes abrir.

Debbie parece dudar unos instantes, pero finalmente deshace los conjuros y Zane entra. Se nota que está frustrado, así que no todo está bajo control. Tras cerrar la puerta se sienta de golpe en una cama vacía y golpea la pared con el puño.

- Maldita sangre sucia pelirroja. No sé cómo ha entrado en el barco y se ha llevado a Joni. También el imbécil de Aldryn estaba en el barco y habían conseguido varitas, todos. Pero los hemos neutralizado. Llegaremos en unos minutos al embarcadero y los meteremos en la mazmorra. Pero esa asquerosa sangre sucia… - dice entre dientes con los puños apretados. – Voy a matarla. No. Voy a torturarla. Voy a humillarla. Voy a matar a los que le importan y luego la mataré a ella. 

Debbie no parece del todo cómoda con la promesa que está haciendo Zane, pero aún así pone ambas manos sobre sus hombros para intentar calmarlo.

- No te preocupes, cada uno obtiene su merecido. – dice acariciándole el pelo. Zane levanta la cabeza y mira a Debbie. La atrae ligeramente hacia sí y le da un beso en los labios. Después se separan y Zane te mira.

- Mantente con nosotros, nadie te dirá nada.

***

Tal cómo habían dicho, al cabo de no demasiado rato llegáis al embarcadero.

Puedes ver al salir del camarote que aún hay estudiantes trabajando en reparar los desperfectos del baño. Sin duda Mia se ha debido escapar por todo lo alto.

No tienes mucho más remedio que hacer lo que Zane te ha pedido, así que te mantienes al lado de Debbie en todo momento. Ella incluso te aprieta ligeramente la mano cuándo te nota nerviosa para tranquilizarte.

Al salir del barco puedes ver que habéis desembarcado en un embarcadero en una pequeña playa rodeaba por acantilados rocosos a ambos lados. Al final de la playa hay un camino empedrado de escaleras que se introduce entre los árboles de un pequeño bosque, y coronando una pequeña montaña entre la espesa vegetación, ves un edificio de piedra gris con algunas torres. Algun tipo de mansión o castillo por lo que puedes distinguir.

- Bienvenida al cuartel. – te susurra Debbie.

Empezáis a caminar en grupo. Hay decenas de personas, más de los que visteis cuándo os subieron a la cubierta. Y ves que algunos llevan levitando a tus compañeros, inconscientes y amordazados de nuevo. Anne, Ryan, Dean, Donnie y Brad. También ves a Pettigrew entre los alumnos, aparentemente no cabe en sí de emoción, y no demasiados parecen querer acercarse a él.

Apenas 10 minutos andando y estáis a las puertas del edificio. Sin duda es algun tipo de Mansión construida hace un par de siglos, pero remodelada. Las puertas se abren y entráis. Al entrar, todos comienzan a dividirse en grupos y Debbie te coge de la mano y te hace un gesto con la cabeza para que la sigas. A tus compañeros se los llevan por una puerta que parece conducir a una planta inferior, y Zane junto con los adultos del barco y algún que otro estudiante más mayor, se dirigen a las puertas dobles de caoba de lo que asumes será el salón de aquél edificio.

Aterrizáis en un claro oculto del embarcadero y de la mansión y que no parece ser accesible a pie. Te aseguras de poneros bajo los árboles por si hubiese algun tipo de vigilancia, pero no puedes hacer mucho en el estado que está Joni.

Se desploma como un peso muerto en cuánto lo dejas en el suelo y está teniendo dificultades para mantener la conciencia. Está pálido, sangrante, magullado… también empiezas a notar ahora toda la sangre que ha dejado en ti. Estáis los dos pegajosos y hasta dirías que puedes oler el hierro, pero eso tienen que ser imaginaciones tuyas.

Tus episkey* cierras las heridas superficiales y deja de sangrar, al menos a la vista. Aún así, sigue muy pálido y apenas es consciente de lo que estás haciendo. Eso hasta que decides mover su costilla fracturada. En ese momento suelta un grito de dolor y se enarca todo lo que le permite el cuerpo y no le detienes tú. Es un grito seco y afónico, por lo que no provoca eco.

Cuando empiezas a hacerle preguntas mientras aún recobra el aliento, te mira con aún la cara pálida y expresión de sufrimiento.

Parece que dice algo, pero muy flojito, por lo que no le oyes. Mueve ligeramente la mano derecha pidiéndote que te acerques.

Lily sigue teniendo problemas al parecer, sigue extremadamente nerviosa y no consigue relajarse. El hermano de Mia no consigue atinar, pero Sirius y James en el segundo intento han conseguido aparecer en el lugar adecuado, aunque James por algun motivo a medio metro por encima, lo que le hace caer a la nieve en un golpe sordo.

- El aterrizaje no es siempre lo más importante… - comenta mientras Sirius se ríe de él.

Mientra tanto Ellen ha conseguido mejorar su dirección, pero aún así no acaba de controlar el lugar dónde aparece. Diane, por su parte, se ha quedado cerca de la línea. La mediana de las Pierce consigue desaparecerse pero no llegar al destino que quería.

- Venga, venga. Intentadlo otra vez. Respirad hondo, tranquilizáos y recordad las tres D. – dice Elina a los chicos. Ve entonces que Irina vuelve a ser la primera en conseguir el segundo ejercicio y sonríe satisfecha. - ¡Así, cómo Irina! ¡Muy bien chica!

Remus, tras Irina, se desaparece también cómo la profesora ha pedido, y Yolanda Pierce es la tercera en completar el segundo ejercicio.

- ¡Bien, bien! Ahora tú, Flavia. – le dice a la italiana antes de girarse hacia James y Sirius para explicarles ese segundo ejercicio también a ellos.

La oscuridad se apodera de los dos y no llegáis a escucahr el golpe seco de vuestros cuerpos contra la madera. Del mismo modo, tampoco escucháis ni vivís nada de lo que ocurre después. Ni cómo os amordazan, os quitan las varitas y os arrastran a la cubierta. Ni cómo Anne, Ryan y Dean están ahí también inconscientes y amordazados, además de desarmados. 

Para asegurarse de que esta vez no daréis guerra, os dan un par de gotas de una poción calmante, un extra sin duda a os desmaius.

Tampoco veis al baco llegar a puerto, ni cómo os bajan de él y os llevan a otro lugar. 

Para cuándo por fin abrís los ojos, no sabéis dónde estáis. Tenéis los sentidos embotados, la boca seca y un constante "runrun" en vuestra cabeza, como una persistente pero no espcialemnte dolorosa migraña. Cuándo queréis moveros veis que esta vez estáis atados con grilletes de metal a una pared. Parecéis estar en algun tipo de mazmorra o sótano. Es oscuro, húmedo, de piedra oscura y vieja. Vuestros trajes térmicos no hace mucho ahora que vuestros conjuros han desaparecido, así que podéis notar como os ha calado el frío hasta los huesos. 

La mazmorra tiene varias celdas de tal vez tres metros cuadrados con dos catres dónde estáis tumbados y una especie de agujero suponéis es el inodoro. Tres de las paredes están excarvadas en la roca y la tercera son barras de metal que incluyen la puerta. Donnie y Brad están en una, Ryan y Dean podéis verlos frente a vosotros, pero no veís nada más, pues entre celda y celda parece haber al menos un metro de roca. Dean y Ryan parecen estar también despertando de su inconsciencia.

Los grilletes os permiten levantaros , estiraros e ir al inodoro, pero poco más.

Lo primero que pienso al despertar, no lo puedo evitar, es en mandar a la mierda a Donnie. Tenía una sola tarea, muy sencilla. Pero falló y aquí estamos. Tengo que contenerme, porque sé que bien podríamos haber terminado igual de todas maneras. Y que no ha sido tanto que no hiciese bien el conjuro sino que lo bloquearon.

-Mierda... salir de aquí va a ser complicado, por decirlo suave. ¿Estás bien?

Compruebo la solidez de la cadena, sabiendo ya que no fallará.

-¿Alguna idea?

La magia sin varita dificilmente será una opción. Es más, quizá ni siquiera podamos hacer magia aquí. Joder... al menos Mia habrá escapado.

La primera parte había sido relativamente fácil o al menos, no le había costado tanto como creía que le costaría. Pero ahora, la prueba subía de nivel. Volver al lugar del que había partido sin mirar... Ya no podía concentrarse mirando el lugar en el que quería aparecerse, no. Ahora tocaba imaginar ese lugar. Concentrarse pensándolo muy fuerte en su cabeza. Cerró los ojos intentando así poder concentrarse aún más.

Mis ojos se abrieron lentamente a la vez que recuperaba la consciencia. Pude ver que Brad despertaba a la vez y, echando un vistazo al otro lado, estaban Dean y Ryan.

-Sí... Estoy bien. Como si llevara media vida sin beber agua y a base de sartenazos en la cabeza.

Miré alrededor, dí un par de golpes a la pared y comprobé que era gruesa, muy gruesa.

-Esto es un zulo. Seguramente se hayan asegurado de no dejar ningún cabo suelto.

Me acerqué a las rejas y apoyé mi cabeza en ellas mientras las agarraba y me dirigí a nuestros dos compañeros de prisión

-¿Qué tal chicos? ¿Alguna idea que se derrame por vuestra cabeza?

Poco a poco estaba recordando exactamente todo lo que había pasado. Lo que había pasado es que yo no había sido lo suficientemente bueno contra Zane. Por Merlín. Soy lamentable.

Me sonrojo de nuevo cuando me pone de ejemplo. Y eso que, de vez en cuando, me gustaba ser el centro de atención. Pero... Extrañamente me notaba más tímida de lo normal. Además, ¿alguien notaría que Remus y yo habíamos pasado una noche genial? ¿eso se podía notar? 

Le tocaba a Flavia ahora, así que apoyo mi cabeza sobre los hombros de Remus y observo. Ciertamente, sentía tantísima adrenalina dentro que me costaba quedarme quieta. Además, no paraba de pasarme por la cabeza Inuix una y otra vez. Me tenía que fiar de la vigilancia de Aberforth pero... ¿y si de repente quería venir a la guerra? Y, además, ¿cómo estarían Donnie, Dean, Mia...? 

Tenía ganas de que todo pasara y de que todos estuviéramos sanos y salvos. Todos menos los enemigos, obviamente.

Tomé la capa de manos de Debbie. Había cosas que no me cuadraban, pero no era capaz de entender por qué había que unirse a una causa o a otra. Para mí, no era blanco o negro, sino una escala de grises. Si la causa del “señor tenebroso” no era la mía pero no interfería en su voluntad, no había nada que me parase, mientras no representara una verdadera amenaza para sus intereses. Asentí ante su explicación, con los labios apretados. No tenía ni la menor idea de dónde me estaba metiendo, una parte de mí quería desaparecer del lugar. Cuando recuperé la varita, ya vestida con aquella túnica negra, me miré. No supe si me gustaba verme con tales ropas, pero en el apuro en el que me encontraba eran maravillosas, pues me permitía salir del mismo.

La vuelta de Zane hizo que bajara la cabeza, intentando reaccionar con neutralidad ante sus amenazas. Pude advertir que a Debbie no le hacía gracia, y me pensé el pedirle a Zane que no era necesario llegar a eso, de manera que no dañara su autoestima con algo como “¿de verdad piensas perder el tiempo en alguien tan insignificante?” cosa que probablemente satisfaría su ego por lo que no había riesgo de que reaccionara de forma negativa hacia mí (aún tenía la varita si todo fallaba aunque Zane no parecía estar apercibido de ese hecho) pero permanecí callada, a la espera de lo que sucediera a continuación.

Desde luego, yo no quería que Mia muriera, pero la estima (o desestima, en este caso) que le profesaba el maníaco de Zane me hizo recular. Sabía que en un duelo justo, la lucha estaría, posiblemente, equilibrada, pero el escenario que nos rodeaba en el barco y al desembarcar distaban mucho de ser algo cercano a la palabra “justo”. Respiré hondo, tratando de calmarme, e instantáneamente noté la mano de Debbie tranquilizándome, como si me hubiese bebido un tónico para los nervios y como si lo hubiese estado esperando esperando al momento idóneo para hacerlo. —Vaya, esto es bonito —susurré ante su bienvenida, centrándome en admirar las vistas como estrategia para calmar la ansiedad que no dejaba de crecer en mi interior—. Supongo que no van faltos de dinero, ¿no? —ironicé en un susurro, frunciendo los labios en una sonrisa, esperando que lo oyera Deborah y nadie más, aunque no era un comentario hiriente. Seguí a Debbie, en un absoluto silencio, hasta que nos separamos del resto de personas. En un silencio incómodo para mí, opté por no decir nada un pequeño rato, también en parte por si alguien todavía podía oírnos, y porque no sabía cómo iba a reaccionar Debbie. Al fin y al cabo, había llamado "ratas" a nuestros excompañeros—. Debbie, ¿estás bien? —dije en un murmullo, tratando de que entendiera que la pregunta podía tener, bajo ese contexto, más de un significado. Por si acaso, mi mano asió mi varita con delicadeza, sintiendo un gran alivio al notar el contacto de mis dedos con la madera.

Puedes notar en la expresión de zoe que esta vez ha fallado. Frunce el ceño y se aparta, abriendo los ojos y levántandose. 

- Es suficiente para mí por hoy... - murmura apartando la mirada. - Voy a echarme un rato si no os importa.

Mira hacia la habitación de tu hermano, pero se da cuenta de que tal vez no era la mejor de las opciones invadir de aquél modo ese espacio privado. Se queda un segundo pensando en qué hacer, pero es Severus el que encuentra una solución.

- London y yo saldremos a la terraza. El aire fresco le vendrá bien para calmarse. - dice levántándose meintras coge su capa y la tuya y te la alcanza.