Partida Rol por web

al ver que llegaban refuerzas y estaba en la zona que había ordenado el sargento por lo que voy hacía el sargento Reutter, necesitaba una orden clara, ya estaba cerca de la posición y había refuerzos, no sabía si tenía que esperar a que llegaran los xenos para dispararles o cargar con lo refuerzos, este desembarco estaba siendo un caos y no tenía claro que hacer, "Sargento, han llegado refuerzos, ¿hay algún cambio de ordenes?"

Más refuerzos llegaron, aunque lo sorprendente fue que lo hicieran para los dos bandos. Por el bosque avanzaban las Fuerzas de Defensa de la Colmena que habían ido a rescatar, y no más enemigos. La situación había pasado de una lucha hasta el último hombre, a tener posibilidades de victoria, viendo la rapidez con la que caían los xenos, incluidos los más grandes.

Por supuesto, la llegada del Leman Russ y de un aparente sinfín de enemigos más significaba que aquello estaba lejos de acabar. La serafín siguió sobrevolando el campo de batalla, aunque había dejado de disparar ya que por el momento todas las unidades de la Orden proseguían su retirada sin percances.

De modo que se dedicó a buscar nuevas amenazas entre los enemigos, dado que con sus armas sería inútil atacar al blindado desde aquella distancia. Entre la marea de criaturas más pequeñas, distinguió a más de aquella especie de líderes, solo que estos no llevaban las mismas garras que los otros. Lo desconocía prácticamente todo sobre la biología de esos xenos, pero sabía reconocer un cañón cuando lo veía — Aquí Aurestia, puedo ver enemigos, de los grandes, con lo que parece ser armas a distancia. Ese tanque es el mayor peligro pero no tenemos potencia de fuego para dañarlo a tanta distancia. Creo que puedo neutralizarlo de otra forma, pero necesitaré que aquellos xenos que puedan dispararme sean borrados del mapa — no sabía si alguien le haría caso, de modo que por su propia cuenta se puso a disparar contra el primero que vio de aquellos nuevos enemigos.

Bjarnni podía sentir cómo cada célula de su cuerpo todavía se resistía a obedecer. Cada paso que daba suponía un gran esfuerzo y más de una vez tenía que contener alguna arcada, aunque cada vez eran menos preocupantes. Sin duda una estampa muy vergonzosa para cualquiera que se molestase en echar un vistazo a los dos Skygge que se habían quedado en medio de la nada. Por eso mismo debían reagruparse con Nilsa y ocupar sus posiciones. 

Viggo también parecía haber vuelto en sí y no pudo ser en mejor momento. Bjarnni a penas podía moverse por si mismo como para tener que cargar con alguien más. -No tengo ni idea.- Respondió a la pregunta de su compañero. -Pero sea lo que sea tenemos que reagruparnos para responder al ataque.- Le dijo intentando ocultar en la medida de lo posible el miedo que todavía atenazaba su cuerpo. El impacto había sido tal que por mucho que su mente se hubiese repuesto, su cuerpo todavía se resistía a actuar de manera consciente. -Adelántate tú. Yo te alcanzaré enseguida.- No podía dejar que su propia debilidad lastrase a su unidad. Avanzaría a su ritmo sin comprometer a nadie y si tenía que morir, lo haría luchando. 

A los mandos del Carvalho Araújo, el bravantiano se moestró algro preocupado. Había recibido órdenes de flanquear, pero su nao ya estaba suficientemente oreada, e iniciar movimiento requeriría desatender no sólo las armas sino además correría el riesgo de impactar a algunas de las Hermanas, sacrilegio contranatura. Dada su posición, no estaba muy seguro de qué órdenes seguir.

*Suspiro aliviado*

La intervención de O Probo fue como un bálsamo de agua fría y reconfortante. Con la confirmación de la cobertura de fuego contra el enemigo, empezó a girar forzosamente la manivela de rotación de la canhonera principal mientras iba derivando los datos a su asistencia via conexión sináptica: las palabras eran necesarias, y hasta inútiles, cuando los dos eran en aquel momento parte de un todo perfecto.

El Galeón Russ asaltado por el enemigo era enorme y monstruoso, y posiblemente una carreada de su batería podría destruir la nao hidalga de una sola andanada bien dada. Dionís y Cristobao intercambiaron miradas por unos segundos.

La suerte estaba echada, igual que la munición de la nao canhoneira contra el enemigo, cuyos impactos se estrellaron contra el lomo, con muy buena pericia... pero aquel leviatán necesitaría mucho más que pericia para caer, incluso cuando pericia era lo que estaban demostrando alférez y artillería.

La situación había variado al llegar refuerzos de ambos bandos pero los imperiales seguían estando contra las cuerdas y la aparición de aquel enorme Leman Russ no auguraba nada bueno. En un momento, la superioridad que les daban los chimeras quedo seriamente disminuida pues, a pesar de la gran habilidad que habían demostrado su potencia de fuego lo tendría complicado contra el blindaje de aquella bestia mecánica. 

No tenía muy clara cual iba a ser la intención del mando, por un lado estaba combatir en aquella planicie que les permitía una visión clara de la situación y les beneficiaba facilitándoles sobremanera el poder localizar y apuntar con facilidad a sus objetivos pero por otro les hacía un blanco fácil del fuego enemigo. Sin darle más vueltas, Robert se llevó la carabina de nuevo al hombro buscando nuevos objetivos cuando Krane le interrumpió. - ¿Heridos? Dudo mucho que esa marabunta de bichos haya dejado vivir a cualquiera de los que ha caído bajo sus garras. Lo único que podemos hacer por ahora es seguir disparando y confiar en que a alguien se le ocurra una manera de acabar con ese engendro mecánico antes de que convierta nuestros vehículos en un amasijo de hierros. - dijo el doctor. - Y más vale que sea rápido, porque para la que se me ha ocurrido a mi voy a necesitarte de abrelatas y no te va a gustar. - añadió antes de darse la vuelta, llevarse la carabina al hombro y disparar una nueva ráfaga contra la horda de gantes que estaban enfrentándose a los penales. Eran penales, carne de cañón pero no dejaban de ser hombre y mujeres al servicio del imperio y había que ayudarles.

Caelestia se detuvo tras un buen trecho a la carrera, se giró y encaró al enemigo, estrechando la mirada hacia este. La iniciada Vitelia llegó junto a ella corriendo con menos agilidad que la celestial, poco acostumbrada a los trotes.

-¡ABATID AL XENO! ¡PURGAREMOS ESTE PLANETA DE LA INVASIÓN XENO, ADELANTE Y QUE NO PARE EL FUEGO, CADA XENO MUERTO NOS ACERCA A SU ANIQUILACIÓN TOTAL!.-Se tomó el tiempo para ajustarse el casco tras haber gritado a pleno pulmón, ahora escucharían sus voces de aliento a través del comunicador exclusivamente. Tanto ella como Vitelia alzaron sus armas, y dispararon contra un objetivo que sobresalia sobre la masa, uno que portaba una extraña arma, esta vez un único proyectil en el caso de Caelestia, que esperaba impactase sobre el odiado enemigo.

Con la llegada de los refuerzos todo parecía estabilizarse un momento; pero lo que la devolvió a la batalla fue el sonido del cañón del tanque que tenía al lado. Tenía que dar gracias por los sistemas de la servoarmadura que amortiguaron el sonido, pero aun así tuvo un acto reflejo de llevarse las manos a los oídos. Flanqueó un poco al tanque y tomó posición para disparar a una de esas criaturas enormes con el bolter. La ráfaga se desvió un poco, pero con un poco de suerte alguno de los impactos daría en su objetivo.

Resoplando por la carrera, Vaniria se giró hacia el enemigo. Su unidad había tomado cierta distancia pero el resto de las Sororitas se resistían a abandonar el combate. Aisladas y sin el apoyo del resto de la expedición, no tardarían en verse superadas y destruidas.

Con un parpadeo, la celestial activó la runa del voxcomunicador de su casco. –Aquí Vaniria. Hermanas, es imperativo formar una nueva base de fuego con los refuerzos imperiales del bosque. Escuadra Aephestos, retrocedan junto a los ogretes sobre nuestra posición, les cubrimos. Escuadra Belarophon, hacia la linde del bosque. Escuadra Celeris, bordeen la elevación a su espalda y sigan en esa dirección aprovechando la cobertura de los chimeras^*.

Tomó aire una vez más antes de continuar -¡A todas las unidades, fuego de cobertura mientras nos retiramos en escalón! ¡Armas pesadas, prioridad de fuego sobre el Leman Russ capturado por el enemigo! El emplazamiento del cañón láser está dañado y puede ser vulnerable. Vaniria fuera.

Satisfecha, apuntó y disparó una ráfaga contra otro de los tiránidos. -¡Bien hecho, hermanas mías! ¡Imperium Victor! animó a las suyas mientras recitaba en su mente la Letanía de la Furia.

Tras la llegada de los refuerzos y con ánimos redoblados, los Imperiales empezaron a contraatacar, puede que por la llegada a los bosques de la amplía mayoría de escuadras, por la llegada de tropas amigas, o sencillamente una mezcla de ambas opciones. Fuera como fuera, Bjarnni, bastante tocado por el shock, avanzó al ritmo que fue capaz en dirección al bosque mientras Nilsa, que había sido capaz de llegar antes, se dispuso a disparar contra los objetivos de mayor tamaño de entre los tiranidos. El poderoso rifle antiblindado resonó por todo el lugar, un simple disparo efectuado contra uno de los guerreros que llegaban en la segunda oleada de xenos, el impacto fue brutal, y de un solo tiro dejó a aquel terrible xeno mal herido.

El pater y DR por fin habían alcanzado el bosque y tomaron posiciones ahí. La hermana Judith abrió fuego con su bolter contra uno de los guerreros mientras retrocedía, siempre combativa y demostrando que las hermanas no cedían terreno a cualquier precio. Lo hizo contra el mismo que Nilsa, por lo que aunque le hiciera poco daño, fue lo suficiente como para el guerrero tuviera un pie en la tumba. Krane, por desgracia, trató de desencasquillar su arma tras ponerse a cubierto contra los restos del aquila lander. 

Los hormagantes movieron y lo hicieron en masa mientras terminaban por acabar con los pocos penales que quedaban en el frente, protegiendo con sus insignificantes vidas a los soldados de pro.

Los skygge, al ver como avanzaban contra ellos, decidieron correr hacía atrás, al final y al cabo eran de las unidades más adelantadas de la zona. Viggo, desoyendo las palabras de su camarada, movió unos pocos metros para no dejar atrás a los suyos mientras activaba uno de sus implantes. 

Los montaraces de Yhemek tensaron sus arcos y soltaron sus extrañas flechas, al menos los que si estaban a distancia de ataque. No lograron demasiado, pero si que todos sus disparos hicieron blanco soltando descargas eléctricas. Los otros, que iban solitarios y con flechas especiales, avanzaron unos metros para conseguir mejores posiciones de tiro. Bender desde donde estaba y tras comprobar que a quien disparaba ya no estaba, buscó otro objetivo y le disparó. Fue un buen disparo pero no logró hacer mucho daño. 

Los soldados de los custos repitieron sus salvas controladas de disparos, logrando dar todos y cada uno de sus tiros, matando a bastantes gantes al centrar sus disparos en una única horda de xenos. Tras moverse unos metros e internarse en el bosque, Friedrich se giró alzando su bolter y disparando un único tiro en el torso de uno de los guerreros. El impacto fue brutal, y todos vieron con absoluta claridad como el enorme guerrero cayó derribado después de que estallaran varias placas de blindaje del lateral de su torso. Las hermanas corrieron hacía el bosque tratando de poner más distancia, aunque los xenos eran mucho más rápidos que ellas. 

La maestra de duelo, desde el exterior del transporte y recuperada, abrió fuego contra los gantes que acosaban a las hermanas. Su salva fue bien dirigida y varios xenos cayeron presa de sus disparos. El sargento Mathis siguió impartiendo ordenes, pero el poderoso rugir de la batalla tapó su voz a pesar del vox; tras ello, avanzó. Dionis, en su chimera, abrió fuego tras identificar una amenaza de peor calado para los imperiales, su cañón automático tableteó con fuerza pero solo logró encajar dos tiros directos al frontal del blindado. El primero no hizo mella alguna al no superar el poderoso blindaje frontal, pero el segundo fue certero y logró dejar al tanque sin artilleros, sin duda eso había salvado muchas vidas. La sargento Novalee abatió a un par más de gantes desde donde estaba viéndolos venir. 

Los hombres de Novantis se prepararon, las escuadras desplegaron armas centinelas tarántula con bolters pesados, mientras que los equipos de armas pesadas, con ese mismo tipo de arma, afianzaron y dispararon a los objetivos que tenían a la vista. Los gantes murieron por docenas a lo largo del campo de batalla gracias a sus salvas disciplinadas y la potencia de fuego que trajeron consigo. 

El guerrero tiranido derribado se levantó con dificultad y junto a otros que seguían en cuerpo a cuerpo atacaron a los penales mientras que otros avanzaban espoleando sus látigos psíquicos contra sus gantes, conduciéndolos hasta donde querían. Uno de ellos, de los que iban armados con arma a distancia se fijó en la celestial que no dejaba de volar y le dedicó un disparo biológico, los vómitos de aquella extraña arma volaron al rededor de Aurestia sin llegar a impactarla.

El doctor de los custos abatió a varios xenos a la par que el Lord Comandante impartía más directrices - ¡MUY BIEN MUCHACHOS! ¡Ya han oído al Sargento Reutter! ¡Frían a esos cabrones mientras aprovechamos el terreno! ¡Que las unidades más adelantadas se retiren mientras les cubren los demás! ¡Transportes! ¡Centren sus disparos en el tanque pero replienguese! ¡Se nos echan encima! 

Dagmar y su camarada llegaron por fin al bosque, preparados para poder hacer algo más que retirarse. Los Hidalgos, iniciaron la maniobra indicada por el Lord Comandante, los chimeras del Sur obedecieron mientras sus orugas levantaban tierra al ir marcha atrás y dispararon sus cañones contra el blindado saqueado. Decir que el Emperador estaba con el ojo puesto en esa batalla era decir poco, pues la terrible y certera salva de los Hidalgos fue tan precisa y afortunada que impactaron todos y cada uno de sus disparos contra el frontal que se había reparado tras retirar la barquilla del cañón láser. Los proyectiles penetraron con facilidad en ese punto y medio segundo después, el leman russ detonó cuando los impactos dieron contra el silo de municiones. La torreta salió volando por los aires no quedando nada más que un amasijo de hierros ennegrecidos. Sus bolters pesados y de asalto siguieron castigando a los xenos mientras en el Norte, sin moverse aún aquella pareja de transportes, siguieron abriendo fuego y lograron acabar con otro guerrero, el que Nilsa había dejado realmente tocado con la ayuda de Judith.

Los penales siguieron combatiendo únicamente por ir drogados, de lo contrario habrían abandonado el frente tiempo atrás. Los recios, por fin con posiciones claras y lineas de tiro despejadas, se prepararon para disparar. Aquella tremebunda salva de disparos de rifles automáticos asoló el lugar con los poyectiles trazadores iluminando aún más aquel extraño día, ya que la estrella del sistema iluminaba a duras penas por el bloqueo de las naves xeno en órbita. Los gantes murieron a docenas bajo aquellas salvas de disparos.

Tania intentó disparó su arma, pero erró el tiro. Aurestia voló mientras disparaba su bolter hiriendo a su objetivo que era quien le había disparado momentos antes, si la hermana no salía de la zona, se vería en serios apuros. Ceres corrió mientras que Caelestia y Varinia fueron informando y dando ordenes, ambas concentraron el fuego sobre el mismo guerrero, logrando herirlo de gravedad entre las dos y causando que este cayera derribado tras salir despedido dos metros hacía atrás por la explosión de la salva. Los mineros siguieron retrocediendo para tomar mejores posiciones en el bosque mientras los Ogretes se prepararon para proteger a las hermanas que se replegaban, logrando acabar con los pocos xenos que quedaban de una horda y matando a varios de otra; desafortunadamente varios encasquillaron sus destripadores.

Apuntar y disparar, apuntar y disparar. Vio que algunos soldados se habían quedado atrás. Les granjearían un poco más de tiempo, aunque Rod lo catalogó como una ineficiéncia de grado XVIII, pérdida de recursos en combate por causas evitables. Bender no lo veía así. Había gente que simplemente no valía. En aquella línea de trabajo bastaba un mal día para que se esfumara todo. Apuntó a la criatura grande que asomaba por detrás de la horda que corría hacia ellos. A través del visor parecían cercanos y desagradables. Sin máquinas, sin civilización, sin saber de ningún tipo. La antítesis de todo en lo que Bender creía. Arrugó la nariz y disparó.

El visioingeniero Krane escuchó la proposición del doctor y se asomó por encima de los restos del Aquila Lander justo a tiempo de ver el Leman Russ saltar por los aires, lo que provocó que una sensación agridulce le llenara de inmediato por una sensación agridulce, aunque en balance era positiva.

—CREO QUE YA NO HARÁ FALTA, DOCTOR. 

Fuera quien fuera quien había destruido el tanque, seguramente acababa de ganarse una de esas estúpidas medallas que el Astra Militarum repartía entre sus soldados. Siempre que sobreviviera a la batalla, por supuesto. Los xenos seguían acercándose... y cada vez estaban más cerca. 

—SARGENTO. DEBEMOS RETIRARNOS. 

El tecnosacerdote aguardó pacientemente una respuesta, pero prendió los motores de su grav-chute en previsión de que la sub-oficial le haría caso. No solo se les estaban echando encima, sino que creía haber visto con un 97% de seguridad a los Khard Mayners desplegar explosivos no muy lejos de su posición. Los motivos para largarse de allí empezaban a apilarse. 

El bólter estaba definitivamente sediento de sangre, porque el primer disparo, introducido con cuidado en la cámara y auspiciado por la letanía cuidadosa de los dos soldados, dio de lleno en el pecho del guerrero tiránido. Incuso desde tan lejos pudo ver Fred cómo sus protecciones quitinosas saltaban por los aires ante una explosión que le destrozó por dentro y le derribó. 

-Buen chico, muy bien. Demuéstrales quién es el mejor. 

Fred tenía la costumbre de hablar con sus armas como había hablado con los animales de la granja. No sabía que opinaría de ello el tecnosacerdote, pero a él le funcionaba. Parecía que los Espíritus Máquina de las armas y las máquinas respondían a ello tan bien como habían respondido las reses. Y en concreto ahora mismo el Espíritu Máquina de su bólter no podía estar más sediento de batalla, de exterminio, incluso más de lo que era normal en los bólteres. Casi podía notar una vibración por todo el arma, una necesidad de ser disparado. 

Fred habría preferido mantenerse disparando poco a poco y con cuidado a los blancos, pero no quería contrariar al bólter, así que puso la pestaña en posición de fuego semiautomático. Miró por el campo de batalla, tratando de priorizar amenazas. Las bombas de los Chimeras habían destrozado el Leman Russ, así que solo quedaban tiránidos. Ninguno de ellos iba a ser un verdadero problema hasta que no llegaran a distancia corta, por lo que Fred eligió al único que vio con armas a distancia, que de momento era la mayor prioridad, antes de que llegara a distancia y se pusiera a rociarles de bioácido. Fred se echó al suelo y afianzó el arma.

-Hans, letanía del fuego. ¡Hay que abatirlo!

Ambos se pusieron a recitar el cántico, mientras Fred oía las balas entrar en la recámara. Acarició el arma y disparó una ráfaga de tres disparos, que castigaron su hombro y salieron haciendo temblar el suelo. Una de ellas hizo blanco y explotó dentro del pecho del tiránido. 

¿Y perder la oportunidad de poder decir que ayudé al gran Bjarnni Ärud a salir con vida de una emboscada xeno? Eso ni lo sueñes.- Le contestó el tirador a su compañero. Mediante lenguaje de batalla le indicó a su compañero al grupo de xeno al que debían disparar y ambos abrieron fuego al unísono.

Luego abrió el canal de comunicaciones de su escuadra. - Compañeros Skygge, un grupo enorme de esos sucios xenos, se acerca a nuestro médico. Si tienen soluciones de tiro este parece un buen momento para librar al planeta de esos seres.- Hablaba mientras continuó su retirada táctica al paso que marcaba el soldado de asalto.

Juhani, soy Viggo. Está rodeado y por como esas cosas se han desecho de los soldados penales no parece que vaya a tener una muerte limpia. Si aún puede moverse, un par de granadas de fragmentación le permitirán cruzar al otro lado de forma menos dolorosa.

Aunque esas extrañas a las que habíamos venido a combatir sufrían una cantidad de bajas inaceptable para cualquier ejército común, no parecía que esto les frenase y una vez acabaron con los penales siguieron avanzando bajo el fuego de las armas laser, proyectiles sólidos o mini cohetes de bolter. Tirando de fuerza de voluntad dejo de mirar tan dantesca escena y miro a nuestro alrededor viendo como el comandante y sus hombres ya han retrocedido, habíamos mantenido la posición por mas tiempo del que se necesitaba, pero aun veía a las hermanas corriendo entre las dunas y no estaba tan segura de dejarlas allí sin apoyo.

- Vamos hermanas .... Masculle la sargento entre dientes. 

Pero son las palabras de Visio ingeniero las que terminan de decantar la acción a seguir. Habíamos esperado a que todos se retirasen, poco mas podíamos hacer con tres carabinas láser para apoyar a las hermanas.

- Tienes razón Krane nos retiramos. Hago un gesto hacia el cielo para que Colton y el Dr. Robert entiendan que nos vamos. - Vamos Doc, esos bichos no van a dejar nada de nosotros si nos pillan. Con un pensamiento activo los motores del grav-chute y dejo la zona de impacto, dirigiendome hacia el frondoso bosque. 

El xeno grande no terminó de caer, pero en su vuelo, vio como el enemigo sobrepasaba a los penales en el sur y se dirigía a toda velocidad hacia las hermanas que seguían retirándose, por lo que cambió de objetivo y se dedicó a apoyar a las suyas, si bien la situación se complicaba a medida que más de aquella especie de ácido era disparando en su dirección. Por suerte, estaba a demasiada altura e iba demasiado rápido como para presentar un blanco viable.

Su bólter y el de Domitia seguían escupiendo proyectiles hacia los alienígenas, cuando vio como el Leman Russ estallaba en pedazos después de que varios proyectiles pesados impactaran en él. Vio como algunos vitoreaban a los Chimeras, si habían conseguido aquello con tan solo las armas de sus torretas, sin duda había demostrado ser grandes tiradores.

Poco a poco, la retirada parecía estar convirtiéndose en un contraataque. Todavía quedaban muchos de aquellos engendros, y vendrían muchos más, sin duda. Pero si seguían coordinando el fuego de aquella manera, puede que al final tuvieran una oportunidad y cambiar las tornas de aquella batalla.

Al ver derrumbarse la línea de los penales, Amadeo se percata de que si no es oficial es por algo. Pero mantiene el fuego contra la misma unidad de gantes, que ha aprovechado a sus colegas para adelantar terreno. 

Buenos impactos. Pero cada baja parece una gota en el océano.

ya había huído bastante, ahora que tenía a los refuerzos tenía que disparar sobre los malnacidos para poder empezar ha hacer algo en este desastroso desembarco.

Varinia examinó la situación. Los hormagantes eran demasiado rápidos y las unidades de sororitas aún estaban lejos de los refuerzos. Se giró hacia sus compañeras -Buenos disparos, hermanas. Pero aquí estamos demasiado expuestas. Esas bestias pueden atraparnos y destruirnos si nos quedamos aisladas. Para nosotras no ha llegado aún el momento del martirio. Hermana Aurestia, eso también va por vos.

Tácticamente sus opciones mejorarían en el bosque, donde varias unidades resguardarían sus flancos y les apoyarían si los tiránidos intentaban arrollar su posición.

-Escuadras Aephestus, Belerophon, sigan retirándose en su dirección actual. Escuadra Celeris, intenten mantener el Aquila entre los aliens y su unidad y continúen hacia el bosque. El resto de fuerzas imperiales nos cubrirán.

Seguid moviéndoos, hermanas, pronto infligiremos el castigo del Emperador sobre el Xeno.