Partida Rol por web

Me asegure desde la retaguardia que los Hidalgos no dieran una retirada como hace rato, ahora no peleamos contra un solo xeno, que estaba perdido en una base del imperio, sino que ahora estamos peleando contra una gran horda de Xenos que no pueden reconocer la grandeza humana.

Me muevo a una posición en las murallas y aun lado de mis hermanos de Hidalgo. 

¡¡No tengan piedad en estas criaturas!!

Tras eso inicio abrir fuego.

Judith había cogido su arma de fusión, ese cañón que aún no había usado, en cuanto vio a esa enorme criatura delante de ella.

-Ese es mío -murmuró mientras que aferraba bien el arma, apuntaba a una distancia mucho más larga de la que le gustaría para poder hacer un buen efecto, y disparaba. El tiro parecía que iba bien dirigido, pero no sería la primera vez que fallaba por un movimiento de último segundo o que a esa distancia el arma no penetrara en el blindaje de esa asquerosa criatura.

Sabre Rose se movió unos pocos metros disparando el arma reglamentaria del regimiento acabando con dos gantes tras su salva disparada en alta intensidad mientras que el resto de hidalgos abrían fuego apoyando el disparo de esta; su salva no fue muy intensa, pero lograron eliminar a otro más.

Los xenos siguieron su avance hacía el frente, con toda la intención de trepar por la enorme muralla, sin duda una auténtica locura, pero es que los tiranidos no conocían el miedo, sino una gran necesidad de devorarlo todo, absolutamente todo. Con esa resolución, se abrieron paso por el bosque saliendo al descubierto siendo seguidos muy de cerca por los guerreros.

Las tropas de Nugratis siguieron tomando posiciones algunas, mientras otras, con las armas centinela preparadas, empezaron a disparar contra el invasor. Las armas tarántula abrieron fuego hiriendo gravemente a dos guerreros y matando al que hirieron segundos antes, mientras que las escuadras dispararon sus armas contra las hordas de enemigos dividiendo el fuego contra las diferentes hordas que tenían frente a ellos eliminando a más de dos docenas de gantes con sus salvas. 

La hermana Vaniria abrió fuego con mayor precisión que su hermana Caelestia que erró el tiro. La primera logró encajar tres proyectiles a su objetivo dejándolo con un brazo seriamente dañado al que le arrancó varios dedos que acababan en garra. Los mineros desplegaron más armas centinela mientras las ya operativas abrieron fuego contra más guerreros tiranidos, concretamente uno fue objetivo de la salva de las armas automatizadas, desgraciadamente una erró el tiro, otra se encasquilló y la tercera solo logró un impacto que hirió levemente al guerrero que rugió desafiante. Las escuadras que pudieron disparar así lo hicieron contra los gantes, aunque no fueron muy disciplinados en su intento, mataron a una docena y poco más. 

En el lado interno de la muralla, los morteros recalibraron las distancias y el ángulo antes de realizar otra salva. Las detonaciones volvieron a iluminar todo el campo de batalla, lanzando por los aires a numerosos gantes que morían en el acto tras los poderosos impactos que lograban dar incluso a guerreros, solo que estos eran capaces de mitigar todo el daño que recibieron salvo uno de ellos. Después de su ultima salva, los lideres de dotación hablaron por el canal de comunicación - ¡Que alguien nos guíe los disparos! ¡estamos disparando a ciegas! - pidieron. 

Aurestia eligió su objetivo y fue el mismo que la celestial que previamente le había atacado. Entre las dos estaban logrando herirlo pero no lo suficiente como para frenarlo. Su otra hermana, Judith, calculo sus opciones y disparó contra el carnifex con su enorme cañón de fusión que lo tenía casi al limite de la capacidad de su arma. Aquel chorro fue capaz de llegar hasta el xeno propinándole un fuerte golpe en una de sus patas reduciendo su capacidad de movimiento. El pater siguió tratando de animar y arengar a los que tenía cerca mientras la batalla se iba dando, esperando el momento propicio para atacar.

Los recios fueron tratando de tomar posiciones mientras otra de sus escuadras si abría fuego eliminando a más xenos. El terrible carnifex se alzó rugiendo herido mientras una de sus heridas comenzó a cerrarse para estupor de los imperiales. Aquella mole siguió su avance aunque con notable lentitud a como lo había hecho anteriormente. Los legionarios penales siguieron disparando sus pistolas láser, errando la amplía mayoría de estos, pero aprovechando lo diezmada que estaba la horda a la que dispararon, lograron destruir por completo aquel grupo de gantes.

Los ogretes siguieron tratando de tomar posiciones mientras los termagantes avanzaban y Dionis preparaba otro obús para el carnifex. Otro impacto bien dirigido a las patas del monstruo, obligándolo otra vez a hincar la rodilla contra el suelo, hiriéndolo aún más. La coordinación de los ataques estaba logrando que el xeno no se pudiera mover ya casi.

Las hermanas de batalla, muchas de ellas siguieron ascendiendo hacía la muralla mientras que las ya posicionadas iniciaron su canción de muerte. Más de cincuenta gantes fueron destripados bajo la poderosa cortina de fuego de las hermanas de batalla, erradicando a otro grupo de xenos. Lamentablemente, el penal del otro cañón no llegó a disparar su arma. Ceres mató a tres gantes y Alfonso, rifle en mano, se colocó al lado de Sabre Rose listo para disparar.

La batalla estaba siendo encarnizada, pero por el fondo del bosque aparecieron más xenos, y entre ellos, otro carnifex apoyado por guerreros en su mayoría. 

¡Informe de situación! ¡Toda la Colmena esta bajo ataque! ¡Nos avisan de que es un ataque a gran escala! ¡a todos los sectores informen de inmediato de situación para poder coordinar los bombardeos de las fuerzas aéreas! ¡repito! ¡a todos los sectores informen de inmediato de situación para poder coordinar los bombardeos de las fuerzas aéreas!

Sabre Rose abrió fuego a discreción, el cañón de su M36 tornándose rojizo a raíz de sus disparos sobrecargados.

Docenas de xenos cayeron abatidos una vez salieron de la cobertura de los árboles y se encontraron de frente con la disciplina de fuego imperial. Bólters y láseres machaban sin piedad a las pequeñas criaturas, demasiado apiñadas como para suponer un reto a la hora de disparar, mientras que el ariete viviente era puesto de rodillas por la potente artillería defensiva de la colmena. Los morteros barrían el lugar, con bastante buena puntería a pesar de que estaban disparando al bulto, y por un momento pareció que iban a poder contener la marea de enemigos.

Al menos, hasta que un nuevo rugido y una nueva sacudida de árboles reveló que otra de aquellos monstruosos engendros se dirigía hacia la muralla, así como más guerreros. La lucha iba a ser mucho más dura de lo que pensaban, no estaban frente a un tanteo de sus defensas, sino ante un asalto total, y quién sabía cuanta cantidad de los suyos estaría dispuesto a sacrificar el enemigo con tan de atravesar sus líneas.

Alzando una plegaria mental al Emperador, Aurestia siguió disparando, buscando coordinar su fuego con el resto de sus hermanas para ir abatiendo a los guerreros, aunque tuviera que ser de uno en uno.

La horda en frente de ceres acabó por desbandarse, avanzaban a mucha velocidad, pronto estarían al pie del muro. Fuera del bosque, y con la horda desbandada pudo ver que tras la puñetera horda venía un hijo de satanas mas grande, a cubierto.

Apuntó, cambió el modo del arma a automática con el pulgar y entonando una oración y disparó preparada para controlar el retroceso del arma . Esta vez la mantuvo firme con el fuego sobre el objetivo, algunas balas impactaron en el suelo delante de aquel monstruo pero la velocidad que llevaba le impidió reaccionar a tiempo.

- ¡Gloria in Excelsis Deo! - Gritó por encima de el estruendo de los bolters, de los gritos, de los rugidos.

La boca del cañón se iba calentado y se iluminaba por la tormenta de balas que estaba escupiendo, el olor a polvora los rodeaba...

Las noticias no eran para nada buenas. Estaban frente a una horda cuyas eran casi imperceptibles, y una nueva horda se acercaba, también acompañada de otro terrible carnifex. Lidio siguió instrucciones e intentó comunicar con el Mando Central para guiar a las fuerzas aéreas, sin embargo el comunicador de su casco no parecía funcionar. Se lo quitó, dándoselo a su ordenanza, y probó de nuevo con el equipo que éste tenía, también sin éxito.

Entonces miró a lo que venía, preparando su arma de energía. Estaban a punto de alcancarles.

Que el Emperador nos proteja, pensó.

Caelestia interrumpió la salva de proyectiles de bolter para llevarse una mano al comunicador y activarlo, enlazando con los que disparaban los morteros. Su mirada se estrechó e hizo los cálculos necesarios para preveer la situación de varias hordas enemigas en los instantes necesarios.

-Aquí la hermana Caelestia, les facilito las coordenadas para abrir fuego. Alpha 41 Tango 52…-Tras una retahíla dejó claro a los operarios de las armas de fuego indirecto como quedaba el campo de batalla, y dándoles una indicación de a qué velocidad más o menos se movían los grupos de enemigos.

-Que el Emperador os guie en su infinita sabiduría, muerte al xeno.- Dijo una vez concluida su tarea. Tras aquello volvió a apostarse en su lugar con el bolter en las manos.

Ya estaban aquí. Aunque había dado orden de disparar a los xenos más grandes, Varinia sabía que era el momento de demostrar a sus soldados que aquellas abominaciones sangraban y morían como cualquier otro ser de la galaxia. Así que dirigió sus disparos a la masa de criaturas quitinosas más cercana, con Lenore imitándola.

Estaban tan cerca que no había ni que apuntar. Sus disparos abrieron un pequeño hueco en la horda; comparados con los tiránidos aquellas criaturas eran frágiles y caían con facilidad ante la munición explosiva.

Girándose, la celestial hizo algo que no acostumbraba. Desenganchó el cierre de su casco y con un silbido de aire presurizado su melena ondeó al viento. Gritando a pleno pulmón, se dirigió al resto de los imperiales -¡SOLDADOS! ¡HERMANAS! ¡GUERREROS DEL IMPERIO TODOS! ¡La colmena Yhemek será el rompeolas donde se estrelle la marea de Xenos! ¡Siglos después se hablará de la batalla de la Ciudad Esmeralda donde un puñado de valientes triunfó con la sola ayuda de sus armas y la fe en el Emperador! ¡Somos el escudo de la humanidad! ¡IMPERIUM VICTOR!

Dionís, que había esperado que su salva fuera acompasada por la salva de su zurda como lo había sido antes, frunció el entrecejo, disgustado por la falta de sincronía poética: uno de los suyos al menos hubiera sabido acompasar una canhonada con otra seguida.

-...

Suspiró y volvió a ajustar los mandos.

B-L-A-M-M-O!

Golpear a la bestia, inmovilizada y casi indefensa, no supuso una mayor dificultad en aquellos instantes. Siendo sinceros, empezaba a preocuparle mucho más la gran marea que estaba acercándose a las filas: si nadie le ponía coto, no habría ningún lugar a donde ir. Y él estaba resguardado bajo las ferreas placas de la base de aquel artefacto, pero si los tiránidos acababan llegando a las murallas y derribaban a los presentes, de nada y menos serviría aquello. Tenía una pistola láser que estaba especificada para aquella situación concreta, pero... nunca había esperado tener que llegar a esos extremos de verdad. Y no sabía si sería capaz de hacerlo.

Algo estaba pasando con el recluso Bender, y no era bueno. Un recurso tan importante como ese cañón de batalla no se podía desperdiciar así como así.

-¡RECLUSO BENDER MALDITA SEA, DISPARA ESE CAÑÓN DE UNA PUTA VEZ O TE ASO VIVO!-

Se les estaban echando encima a ritmo vertiginoso y el pater no veía decrecer sustancialmente las filas enemigas. Aunque de momento seguía tocando esperar a que estuvieran a un alcance efectivo.

-Ya queda poco, hijos míos, aguantad, aguantad para poder rociar a esos xenos con el purgador promethium, símbolo de la pureza por fuego, aguantad-

En realidad sus hombres estaban atascados hasta que la horda se acercase un trozo más a ellos, aunque confiaba que entre las llamas y las granadas podrían limpiar rápidamente su zona para apoyar a otras.

Judith no pudo evitar sonreír al ver a esa mole caída en el suelo, pero cuando rugió y se movió de nuevo frunció el ceño al ver que iba a necesitar dos disparos para acabar con ella. Ni los tanques solían soportar uno disparo de su arma, pero parecía que esto si que iba a ser así, y no pudo evitar soltar un gruñido de frustración. 

Un resoplido se le escapó antes de una risilla al escuchar a los artilleros pedir coordenadas. ¿Estaban haciendo saltar por los aires a tantos xenos disparando a ciegas?. El Emperador les guiaba, eso o que había tantos que era imposible fallar lo que era otra posibilidad.

Escuchó las palabras de sus hermanas y con un gesto instó a Theodora a que la ayudara a fijar el objetivo. Inspiró profundamente mientras movía el cañón en base a la parábola que había hecho antes su disparo y lo movió para que el impacto diera en la cabeza de ese ser- Imperium Victor -murmuró a la vez que apretaba el disparador del arma con suavidad para que su disparo no se desviara ni un solo milímetro.

La otra batería impactó a la bestia en una de las patas antes de que Bender pudiera disparar, lo que ralentizó su avance y le habría hecho fallar el tiro si la subrutina de ahorro de recursos no hubiera intervenido. La munición vanquisher era preciada y escasa, no había porque derrocharla sin un tiro claro. Bender reposicionó la enorme batería buscando un mejor disparo contra el monstruo que avanzaba ahora más despacio, procurando encontrar un punto débil en aquella maraña de placas de quitina y fibras musculares hipertrofiadas. El cañón retumbó mientras los enormes pernos que lo atornillaban a la muralla luchaban contra el brutal retroceso. El obús a velocidad supersónica impactó contra  Los amortiguadores hidráulicos silbaron conforme las piezas del cañón telescópico recuperaban su posición de disparo.

Una buena máquina siempre era la mejor solución para el trabajo.

Nuevamente Sabre Rose, abatió a varios gantes mientras sus hombres erraban, otra vez, el tiro. Los hormagantes y guerreros siguieron su irrefrenable avance hacía la muralla, dejando claro una cosa, pronto los tendrían encima. Las armas tarántula del Sur hicieron una gran escabechina acabando con dos guerreros tiranidos que ya estaban mal heridos y dos de las otras armas quedando libres para disparar a las hordas de confusos gantes. Los soldados abrieron fuego contra los tiranidos de menor tamaño cobrándose numerosas victimas de sus disparos láser bien dirigidos - ¡Muy bien muchacho! ¡Madre esta sonriendo alegremente en casa! - gritó uno de sus ayudantes robóticos. 

La hermana Vaniria seguía inflamando a todos los defensores de esa sección de la muralla, su voz llegó a los corazones de todas y todos dando más ánimos para acabar con el enemigo como ella acababa de hacer terminando de limpiar una unidad de gantes que estaba diezmada. En contra parte, su hermana Caelestia se centró en coordinar los ataques de artillería y aéreo, y para sorpresa de muchos, incluida ella misma, fue capaz dar con la información necesaria para guiarles.

Los mineros dispararon sus armas centinela acabando con otro guerrero en su salva y logrando una de ellas desencasquillarse con las subrutinas de mantenimiento, mientras que las escuadras apostadas listas para disparar se centraron en los termagantes que tenían en frente acabando con varios de ellos. Los morteros volvieron a abrir fuego apoyados por las coordenadas de Caelestia, su precisión aumento y pronto se vieron más y más gantes volando por los aires por las explosiones, aunque una de ellas acabó justo en el borde con la muralla, puede que sino daban la orden pertinente, esos morteros podrían acabar siendo un peligro para las fuerzas aliadas.

Aurestia siguió machacando al mismo guerrero que parecía negarse a morir tras los disparos de la hermana, mientras que Judith, volvía a descargar su mortífera arma contra aquel monstruo hiriéndolo gravemente. El pater se mantenía a la espera de poder soltar un buen chorro con su lanzallamas a la par que los Recios abrían fuego con sus armas automáticas contra los gantes acabando con docenas de ellos.

El enorme carnifex fue capaz de alzarse sobre sus cuatro patas y mirar sangrando a los enemigos de la mente enjambre. Necesitaba devorarlos a todos ellos y se lo estaban poniendo difícil, el otro avanzó a gran velocidad y los penales volvieron a disparar con sus pistolas láser. Los ogretes siguieron corriendo por la muralla distribuyéndose entre las tropas humanas y los termagantes avanzaron. 

Otro disparo de la torreta vanquisher dio en el blanco dejando en mal estado al carnifex, que, sumado al del reclusa Bender, lograron aunar esfuerzos dejando a la bestia tremendamente herida, al borde de la muerte. Las hermanas de batalla empezaron a disparar sus bolters nuevamente contra las hordas, mientras algunas unidades de ellas tomaban posiciones en segunda línea previendo que la muralla se vería superada. Nuevamente docenas de gantes cayeron presa de las disciplinadas ráfagas de bolter.

Lidio trató de coordinar las fuerzas aéreas pero erró en su intento mientras que la hermana Ceres acababa con la vida de seis gantes. A pesar de ello, más enemigos entraron por el borde del bosque. 

Lidio oyó silbar los morteros e impactar sobre los gantes de la parte norte. La suya. Agradeció que alguien hubiese podido mandar coordenadas, pues de un solo vistazo pudo comprobar cómo al sur de la muralla apenas quedaban restos de la primera oleada, y ellos tenían aún mucho que hacer. Maldito Carnifex. Está absorbiendo demasiada potencia de fuego.

—¡Dionís! ¡Dispare a la horda, el Xeno gigante aún tardará en llegar, pero los gantes están casi encima! ¡DESTROZAD A LOS GANTES!

Órdenes dadas, y por fin a distancia óptima de disparo, Lidio apuntó su pistola hacia la horda y disparó.

Judith vio aparecer a la otra bestia y estuvo tentada de dispararla; pero creía haber visto que esa criatura se regeneraba en parte, no estaba segura al cien por cien, pero tenía que asegurarse, así que disparó de nuevo a la cabeza de ese ser con la esperanza de acabar con él y luego repetir la maniobra que hizo con el anterior. Disparo a las patas para inmovilizarlo y freírlo a cañonazos.

Los xenos estaban peligrosamente cerca, pero sabía que dispararles con su bólter sería un desperdicio de recursos, por lo que siguió apuntando al mismo enemigo que antes, ya que se resistía a caer. En aquella ocasión sus disparos no estuvieron tan bien dirigidos, lo que le provocó hacer una mueca de enfado.

De fondo podía escuchar los tiros, explosiones, gritos y demás sonidos familiares de una batalla. Los rugidos de las abominaciones alienígenas y las órdenes de los oficiales. Escuchó a uno de ellos ordenar a una de las torretas que apuntara a la masa de enemigos, en lugar de a uno de los dos condenados tanques vivientes que parecían imposibles de abatir - ¡Los gantes aún tienen que subir treinta metros de muralla y yo no les he visto alas por ningún lado, pero esa maldita cosa es capaz de derribar el muro, y es bastante más rápida!

Sabre Rose respiró hondo y continuó disparando láser sobrecargado sobre los monstruos que se les echaban encima.

Poco a poco los enemigos se acercaban, me quede viendo por un momento sin usar mi arma, todos disparaban en una gran cantidad de ráfagas de nuestras armas, a lo que parece ser un tipo de de muralla paralela hecho de carne y de color morado, apenas habíamos hecho bajas grandes, considerando que contamos contamos con gran cañón, lo suficiente para arrasar una trinchera del imperio, aun así tras la segunda horda de ráfagas, termino reaccionando para poder disparar  codo a codo con mis compañeros.

¡Mantener la línea! Era claro que podían tener la misma presión como yo, siendo yo un soldado experto y lo mejor de lo mejor... Disparo con mi arma a la horda de los sucios xenos, pero era claro que no los va parar, en eso se me ocurrió una idea, así que volteo ver a mis compañeros de armas para dar un consejo. ¡¡Cuando se acerquen a las murallas, usar granadas  incendiarias!! Claro, los que cuentan con ello. Esperando que siguieran mi consejo, para cuando los xenos se acercaran, tuvieran que arder por el fuego de la voluntad imperial, llegar tocados a la muralla y rematarlos con las granadas comunes.