Partida Rol por web

Estaba aturdido y perdido, tanto en mi interior, como en mis pensamientos. Apenas recordaba nada de lo ocurrido en mi pasado, hasta que... como un disparo, todas las imagenes de lo que ocurrió en aquella batalla me golpearon la cabeza lo suficientemente fuerte como para reaccionar. - MIERDA - fue el primer pensamiento al recordarlo todo y si hubiera tenido en ese momento pleno uso de mi cuerpo hubiera pegado un puñetazo contra el suelo. Pero... ¿Donde estaba?

Al abrir los ojos, con algo de esfuerzo, pude divisar el lugar. - ¿Un bosque? Un camino que... ¿Me rodea? ¿Donde demonios estoy - Dentro de todo lo que podía recordar, ya solo pensaba que se trataba de otro mundo - Otro más... Al menos este no parece tan en peligro... Mejor no lo sigo pensando. - seguía hablando internamente para mi mientras buscaba la manera de salir.

Por arte de magia, el lugar transparente en el que estaba empezó a abrirse sin más y al estar completamente abierto, no pude soltar un quejido al mismo tiempo que caia al suelo - M-me... fallan las... ¿fuerzas? - conseguí articular mientras comprobaba mi cuerpo. - Más... grande... ¿Cuanto tiempo... ha pasado? - procuraba acostumbrarme tanto a mi nuevo cuerpo como a mi respiración tratando de recuperarme. Entonces alcé la vista y busqué mejor un camino por el que avanzar mientras trataba, torpemente, de levantarme

-¿Hay alguien ahí? - dije en voz alta mirando a un lado y otro. - Dudo que alguien me haya dejado solo en este lugar... - pero no podía confirmarlo así que, antes de que fuera demasiado tarde, salí de aquella capsula en la que estaba, y caminé buscando una posible salida

Cuando tomas la bifurcación a la derecha y acabas tu última frase, justo al girarte para volver a mirar a la figura encapuchada, esta no estaba en donde debía estar. Se había esfumado como por arte de magia, como si nunca hubiera estado ahí. Para más incógnita, cuando miras a tu alrededor en busca de tu objetivo, no ves tampoco el camino de la izquierda, también se había borrado.

Estabas convencido de que estaban manipulando tu entorno, ¿pero con que fin? Sea como fuere sigues por el único camino ahora disponible.

Tras un largo paseo por aquel extraño bosque en el que todo te parecía igual de repetitivo a cada paso que dabas, al fin consigues dar con algo que disuadía de todo lo que habías recorrido hasta ahora. El terreno empezaba a cambiar, los árboles se acababan de golpe, y el sendero que seguías comenzaba a ser asfaltado, pero el asfalto eran más bien losas de piedra, colocadas correctamente para formar el camino. Los árboles y arbustos rápidamente pasaron a ser bloques de pisos y tiendas, la oscuridad que rodeaba al bosque pronto se convirtió en un hermoso amanecer, y el camino se convirtió en la acera de una calle bastante conocida por tus memorias.

No cabía duda. Sin entender como, habías acabado en Vergel Radiante, tu hogar. Al mirar atrás, el bosque había desaparecido, las penumbras se habían extinguido, y solo ves ciudad allá a donde mires. ¿Habías vuelto? ¿Habías salido de allí realmente? Como fuera, ahora tu entorno había cambiado a uno más animado, más humano.

Sigues avanzando por la calle en la que te encuentras, aún sin estar seguro de qué era real y que ilusión. No entiendes muy bien lo que ocurre, pero todo parecía tan real que poco a poco la duda se va extinguiendo de tu mente.

Al recorrer el final de la calle, llegas a una plaza la cual reconoces. Es una plaza llena de flores y con una gran fuente en medio que dispara unos chorros de agua que llegan hasta casi alcanzar las nubes del cielo. Allí, algo apartados de la fuente y por tanto del centro de la plaza, encuentras los primeros rastros de gente en el lugar. Cuatro niños y una niña, sentados de espaldas a ti, mirando al cielo, parecían estar confundidos, absortos ante la inmensidad del cielo. No les ves las caras, pero de espaldas te recordaban muchisimo a tus antiguos amigos, aquellos que en su día perdieron algo más que su corazón. Pero por mucho que se parecieran, no eran más que unos niños. Era improbable que ellos fueran realmente aquellos a los que recordabas. Miras a tu alrededor, sin encontrar a nadie más.

No había respuesta a tu pregunta, simplemente tu voz resuena en la sala. Inspeccionas el lugar, buscando una salida. No había nada parecido a una puerta o pasaje, pero tu lógica afirma que debía haber una forma de salir, así como la hubo en su momento para entrar. No obstante, a pesar de inspeccionar la sala, no encuentras nada de nada.

Al aproximarte a las paredes de la estancia, puedes apreciar el arte de las pinturas. El bosque pintado en la pared parecía tan real que costaba imaginar que estuviera pintado. Al tocar la pared notas una textura muy lisa y uniforme. La sigues con tu mano, resiguiendo los trazos de pincel que se notan al mirar de cerca las lineas. La sensación al tacto se intensifica cuando tocas el follaje de los dibujos. No podía ser que aquella pared tuviera el mismo tacto que las ramas de los árboles allí retratados. Te sorprende en gran medida, por lo que sigues recorriendo aquellos dibujos con tu mano. Todo lo que tocabas tenía el tacto que realmente tenía en la vida real. Arbustos, cortezas, ramas... Eso no era un dibujo, era real. Tan real que, para cuando quieres darte cuenta, habías accionado un interruptor en la pared el cual tras un estruendoso "beep", hace abrir una puerta secreta justo en medio del tocón de uno de los árboles pintados.

Cuando escuchas el sonido, rápidamente vuelves en ti. Casi te había abducido esa imagen, reculas un par de pasos, aún con la incertidumbre, y avanzas hacia la puerta que se había abierto. La seguía un pasillo blanco, iluminado con luces florescentes. Parecía que te encontrabas en una especie de laboratorio, o al menos, un edificio de lo más futurista, pues la instalación eléctrica de la luz te recordaba a la que acostumbrabas a ver en tu mundo.

Tras seguir el pasillo, das con una puerta blanca cerrada electronicamente. Parecía necesitar un código para abrirla, pues situado a la derecha había un panel táctil en donde poder escribir. Al ver dicho panel, no sabes muy bien porque, te viene a la mente el número 13, y lo dibujas en el panel táctil. Pero inconscientemente lo dibujas con simbología diferente (XIII).

Al escribir el número en el panel, este lo reconoce y tras un sonido de pistones, la puerta se abre lentamente, mostrando lo que había al otro lado. El cómo o el porqué de esa ocurrencia y de acertar a la primera era de lo más extraño, pero ver el mismo bosque que el que había pintado en la sala donde despertaste, eso estaba a otro nivel.

Te adentraste al bosque sin más dilación. A medida que ibas avanzando, la tenue luz de la luna se iba apagando. Los altos y sombríos árboles se encargaban de cobijarte de la poca luz que entraba en el claro del bosque, para pasar a una penumbra casi absoluta. Tus sentidos se agudizan a la vez que tu respiración se vuelve más intensa. Notas el latido de tu corazón, tu pulso, el cual se eleva lenta pero irremediablemente, hasta la salivación adicional. No quedaba duda de que aquella atmósfera siniestra y desconocida te estaba llevando al límite. Pero no ibas a flaquear. 

Te giras momentaneamente para ver de donde habías salido. El edificio estaba en el interior del tronco de un gran arbol muerto tiempo ha. La sequedad de sus ramificaciones te daban a entender que no era más que un curioso pero elaborado camuflaje natural. Te tenían escondido por algún motivo.

Sigues adelante. Debías hallar alguna salida. Recuerdas tu entrenamiento en Tierra de Partida. Tu maestro, Ryurka, siempre te inculcó mantener la compostura hasta en las situaciones más adversas. Incluso en los momentos más críticos lo hacías, este no iba a ser diferente, no ahora que habías salido a ver mundo, no ahora que te enfrentabas a tu última prueba para conseguir el rango de Maestro, el mayor título para un usuario de la llave espada. Si bien es cierto que sabías que aún no estabas preparado, esta última prueba personal, como así lo considerabas, sería decisiva para tu aprendizaje. Quizás fuera la única forma de volverla a ver... Estuviera donde estuviese.

Mientras tus pensamientos se entrelazan con los recuerdos de tus experiencias, casi sin percatarte de la presencia inminente, notas como el sonido del viento, que se filtraba a través de las hojas y de las ramas, se detiene en seco.

De pronto, una figura encapuchada a la cual no podías distinguir bien por falta de luz, se te presenta delante, como si siempre hubiera esta ahí, cortándote el paso pero sin mostrar ningún movimiento agresivo. Básicamente se limitaba a estar quieta, observándote de la misma manera que había hecho desde que llegaste. Tus sospechas sobre ello ahora habían sido corroboradas.

La sombra encapuchada no te dice nada, simplemente se queda delante tuyo. Esperando alguna reacción por tu parte.

Parpadeé buscando comprender de qué me hablaba Rin al acusarme de sabionda. Por su tono me sentí como si sus palabras debieran ofenderme pero lo cierto era que me llenó el pecho de cosquillas.

Cuando me golpeó la mano, temí que detrás fuera a llegarme su llave espada y por ello me quedé unos segundos clavada en el suelo. Pero al ver que iba a la cabaña, sonreí para mí y fui detrás de él.

A por Yume.

Sin duda aquel lugar era raro... y al mismo tiempo tenía una belleza escondida. Aún así, no me iba a dar por vencido. Quería salir de allí de alguna manera y ninguna distracción me iba a dejar atrás. Por ello, cuando la puerta del lugar en el que me encontraba se abrió, avancé por ella poco a poco. Observé el lugar con tranquilidad, pues tanto silencio y tanto blanco me era de extrañar, pero al mismo tiempo no me hacía mantener la guardia alta.

De nuevo otra puerta, la rareza de esta fue que, sabía el codigo - ¿Como? ¿Como he podido acertar a la primera? Esa posibilidad es... practicamente imposible. Igual algo que he visto o... ¿Alguien me lo enseño? - El lugar se estaba volviendo cada vez más raro e intrigante y una pequeña sensación de escalofrio recorría mi espalda de abajo arriba. - Espero que no pase nada malo... - Era en lo único que podía pensar al tiempo que avanzaba.

Al fin, había... ¿Salido? No estaba del todo seguro, por ello y aunque veia un bosque a mi alrededor, me separé un poco para ver de donde venía - ¿Qué clase de magia es esta? No me impresiona pero... el que esté detrás sin duda es alguien poderoso. - ahora si que no podía bajar la guardia. Algo me decía que el responsable de mi encierro, de mi despertar y de mi celda al mismo tiempo, se encontraba por allí. Pero tal solo era una sensación, pudiera ser también que me equivocara.

Aun así, no iba a bajar la guardia. Para ello era instruido y para ello iba a seguir sin rendirme y sin fallar ni una sola vez... al menos, ni una sola vez más.

Fueron unos pasos más los que dí hasta encontrarme a ese encapuchado. Inconscientemente saqué mi llave espada poniendome en pose de guardia con la llave por delante. Su forma... había cambiado, pero ahora no podía centrarme en eso. Aunque de que servía centrarme en un oponente que apenas se movía - Igual... mi sensación era erronea y... - miré mi mano apretandola dos veces y luego bajé el arma - estaba curado cuando desperté, así que no puede ser tan malo. - No solté la llave espada, pero si que la anclé al suelo.

Tras mirarlo un par de segundos más, me aventuré a preguntar - ¿Donde estoy? - Igual una pregunta rara, igual una pregunta muy directa. ¿Pero de que servía preguntarle a alguien que ocultaba su identidad quien era? No sabía cuanto tiempo permanecería allí, pero prefería saber información que me sirviera de algo.

El contacto y la calidez de Kora desaparecen fugazmente cuando abandona la cabaña, como una llama extinguida por una corriente de viento, y, de improviso, la cabaña parece mucho más fría y oscura, más abandonada. Más vacía. Una parte de mí, probablemente la izquierda, sigue creyendo que debería haberme ido con ella, aunque no es capaz de decidir si habría sido para protegerla o para protegerme a mí. La otra parte, posiblemente la que mira el mundo desde un iris dorado, permanece suspendida en el rostro de Kuro, observándolo inmóvil y sin decidirse a hablar. Apenas soy capaz de reunir la voluntad para darme órdenes a mí misma que me obliguen a actuar: difícilmente voy a poder comandar a otra persona sin importar cuántas veces se dirijan a mí como princesa.

-En la llave están los recuerdos que te faltan... Recupéralos... Recupérame.- El recuerdo se repite como un eco en la parte de atrás de mi cabeza, mientras mi Noche Eterna aparece en mi mano en una espiral de sombras. En un gesto deshilvanado, como el de una muñeca de hilos cortados, la tiendo hacia el chico como si se la estuviera mostrando, o quizás como si se la estuviera ofreciendo.

-Estás fuera de mi mente...- Susurro, y mi voz me sorprende a mí misma en el silencio ​-¿Te he recuperado...? ¿Puedes devolverme lo que olvidé...?

Kuro se queda mirando la puerta tras la marcha de Kora. No parecía estar muy cómodo ante la situación, pero al salir la muchacha de su refugio temporal, el joven esboza una sonrisa.

-Que cabezota... Las personas así sólo acaban encontrando desdicha.

Kuro posteriormente te mira, cogiéndote de las manos.No obstante, sus manos son frías al tacto.

-Siento haber tardado tanto en encontraros, princesa oscura. Pero ahora ya no tenéis nada de que preocuparos.

Cuando Kuro ve que te sueltas de él para invocar la llave-espada, este se muestra reacio ante tal acción, y se pone a la defensiva por un segundo, aunque cuando percibe tus intenciones, vuelve a bromear.

-Juraría... Por un segundo pensé que me atacaríais... Je... Vaya, que susto. Pensaba que... Bueno, es igual.

Se frota la cabeza rápidamente, despeinando más su cabello. Observa tu llave-espada, arqueando una ceja.

-¿Fuera de vuestra mente? ¿Recuperado? ¡Si, claro! Aunque más bien... Yo os he recuperado...

Dice a la vez que extiende sus manos lentamente hacia Noche eterna, con intención de ponerle la mano encima.

-Sólo yo puedo completaros de nuevo, mi oscura y siniestra entidad....

Ambos ponéis rumbo a la cabaña. No estabais muy lejos de la misma, así que no tardáis mucho en llegar. La cabaña seguía en silencio, con la puerta cerrada completamente y las ventanas tapiadas. Pero había algo diferente en el ambiente... La temperatura había descendido, quizás uno o dos grados. Ya habíais tenido esa sensación antes. Esa sensación que os recorre el cuerpo cuando un portal de oscuridad se abría cerca vuestro.

No se escuchaba nada, y las sombras que acechaban desde el bosque, todos aquellos ojos amarillos, se habían esfumado. No se escuchaba nada al otro lado de la puerta, ni tampoco nada del exterior. 

Algo no iba bien...

De repente, la obscurita de tu bolsillo empieza a vibrar y a zarandearse sola en el interior de tu bolsillo. Percibes claramente que quema al tacto. Tal es así, que a pesar de que la llevas en la chaqueta, notas como su temperatura va en aumento. Empiezas a notar molestia debido a la temperatura que el colgante esta adquiriendo.

Al desvanecerse la figura sombría detrás de mis declaraciones, se confirma mi teoría de que aquella figura manipulaba el entorno con un enorme poderío, más aún por lo que habría de suceder. Quien fuese, no tramaba nada directamente bueno, si es que se podía declarar sus acciones como buenas o malas. Hacía ya tiempo que había perdido la noción de lo que era realmente bueno, y la vileza del mal cada vez se hacía notar como una potencia abrumadora, que eclipsaba cualquier intento propio de superar a la propia sombra. Apreté el puño mientras decaía parte de mi voluntad, ¿qué podría hacer solo, perdido en un bosque de incógnitas frente a alguien que directamente manipulaba mi realidad? Me sentí insignificante...

Continúo mi camino tratando de disuadir a mi impulsiva mente de ceder a la ira, caer ante esa sombra reptante que me vigilaba entre la bruma sería mostrar debilidad, un insulto al poder que se me había sido entregado. Derrepente las formas de los árboles y el sentido del camino se transforman, como si una escena de teatro cambiara de utilería. No me sorprendía a sabiendas de que la figura encapuchada estaría haciendo de las suyas, jugando con mis sentidos. ¿A donde pretendía llevarme ahora?

-Espera, este lugar se me hace familiar...-Digo para mis adentros absorto ante el cambio del paisaje, jamás había presenciado un cambio tan brusco de ambiente-No, no es solo que se me haga familiar, esto...¡Eres un desgraciado!

No podía creerlo, pese a que mi corazón sabía en el fondo que ésto no podría ser Vergel Radiante. No, no cabía posibilidad de que hubiera terminado aquí, donde todo se había transfigurado en mi vida. Todo lo que veía hacía que mis pensamientos se arremolinaran en un creciente disgusto deprimente. Jugar con mis sentimientos tan jocosamente, recrear mi vida sin más propósito que tentarme, era algo que no podía perdonar. Quien fuese la figura detrás del manto andrajoso y esa voz ennegrecida debería pasar cuenta de sus niñerías. 

Continué con mi sombra tratando de aferrarse al suelo, arrodillarse y dejar fluir un incesante llanto. Quería caer, debilitarme y dejar que la degeneración de los eones acabara con mi vida. Sentía como si todo lo que había hecho hasta ahora fuera una burla a ojos de la oscuridad, ¿Ese era el poco respeto que tenían las figuras malignas? En medio de mi impotencia interna, inconsciente continué caminando hacia donde recordaba, se ubicaba la plaza. Vagas memorias tenía sobre el sitio, pero sentía que allí era donde mis compañeros habían perdido su corazón. Olvidé mi sollozo interno, de nuevo estaría irrespetando la memoria de los que cargaba si continuaba así, debía de mantenerme inamovible frente a las amenazas de la oscuridad, no por nada portaba la Llave-Espada. 

Me sobresalté de una extraña sensación de alegría mezclada con desencanto al ver las siluetas de la plaza, resplandecientes por el iris de la brisa. Pensé en que serían figuras residuales de mis amigos tragados por las sombras, creados a partir de la manipulación de aquella figura. Pero no, no eran ellos, para bien de mi sanidad. Decido acercarme sin demasiados rodeos, no tenía temor de lo que fueran o lo que significaran, fuera peligro o no estaría dispuesto a confrontarlo. 

Al acercarte a los muchachos y verles la cara, observas que tienen la mirada perdida, como si sus ojos carecieran de vida. Parecían estar hipnotizados, o absortos en sus pensamientos.

Sin esperar una reacción por su parte. Uno de los niños habla, sin moverse, ni desviar la mirada.

-¿A que temes más?

Otro de los muchachos, actuando exactamente y posterior al primero, también realiza una pregunta.

-¿Que es lo más importante para ti?

Un tercer niño formula otra pregunta, en las mismas condiciones que el resto.

-¿Cual es tu principal meta en la vida?

Los demás guardan silencio, quizás esperando oir tus respuestas.

-No eres consciente de tus verdaderas capacidades...

La figura encapuchada habla con una voz masculina, muy fina, raspada, como si estuviera suspirando su último aliento antes de pasar a mejor vida. Su figura impasible daba un semblante algo tétrico, no obstante, no parecía tener intenciones hostiles, simplemente se limitaba a observarte, si es que detrás de esa capucha habían ojos con los que observar.

-Tanto potencial, desaprovechado... Esa arma... Ah, que buenos recuerdos...

Tras unos incómodos segundos, la sombra procede a responder a tu pregunta.

-Estas perdido. Perdido en un lugar fuera del tiempo y del espacio... Aunque quien pierde, puede encontrar si así lo desea...

La sombra vuelve a girarse, para volverse a encarar hacia ti.

-Pero, como yo, eres prisionero de tus recuerdos.

La figura se quita la capucha, lentamente, mostrando su cara... O más bien, su extraña vestimenta.

Al fijarte bien en su rostro, solo aprecias una especie de máscara roja, elaborada con cintas y correas de contención. Únicamente podías apreciar su ojo derecho, el cual tenía un color anaranjado y demasiado brillante como para ser un ojo normal. Lo poco que podías observar de su piel es el intenso moreno que lo pigmentaba.

-DiZ... Así es como me llaman aquellos que pasan por aquí. 

El hombre se queda callado escasos segundos antes de proseguir con la explicación.

-Este lugar... No es más que un bucle espacio-temporal, causado por una anomalía disociativa extrema. El cómo o el porqué de este fenómeno aún está por determinar, pero lo que está claro es que este lugar sigue unas pautas bien claras...

DiZ señala al cielo mientras continúa explicando.

-El tiempo no fluye de la misma forma que en el resto de mundos. Es por eso que la noche es eterna en este lugar.

Cambia de objetivo, para señalar a los árboles.

-Y el espacio es irreal, pero parece guardar una relación con los recuerdos de aquellos que visitan este túmulo. Es por eso que los árboles nunca se mueven.

Vuelve a cambiar el objetivo, esta vez, apuntándote a ti.

-Eso también explica tu crecimiento. Entraste aquí como un joven y ahora aparentas un adulto, pero para tu percepción no han pasado ni cinco horas desde que estas aquí. Sin embargo, llevas aletargado mucho, mucho tiempo... Más del que imaginas.

DiZ pone sus manos en la espalda, y camina lentamente, acercándose a ti.

-Imagino que tienes muchas más preguntas... Puedes formularlas, tenemos todo el tiempo del mundo...

Dice con un tono irónico, acompañado de una risa burlona.

-Frío...- Sus manos me resultan heladas y desagradables, tanto que casi siento el impulso de retirar las mías, todavía levemente cálidas como resultado del prolongado contacto con las de Kora. Sin embargo, las mantengo junto a las suyas, casi con miedo de que se esfume en sombras como mi propia llave-espada si me alejara aunque fuera tan solo un par de pasos. -Sería agradable... no tener que preocuparme de nuevo.

Noche Eterna. No soy capaz de comprender las reacciones de Kuro ante su visión, primero de temor, luego casi de anhelo. ¿Por qué iba a desear atacarle? He llegado hasta allí solo para protegerle. Para protegerle porque... porque... -...¿porque es parte de mí...?

Le miro, tratando de vislumbrar algo en sus ojos dorados que tanto se asemejan al mío propio. Pero supongo que él tiene razón, que quién nada sabe, nada entiende y, por no saber, yo no sé ni siquiera quién soy yo. No sé quién fue Yume antes de despertar en ese castillo blanco. No sé porqué vistió una túnica negra, ni por qué porta un arma como la que tengo en la mano. Tampoco sé qué significa ser una Princesa Oscura, ni por qué hay tanta gente que la parece estar buscando.

-Dijiste que fui yo quién decidió olvidar... Que tenía miedo de la oscuridad y de mí misma...- Susurro, totalmente inmóvil, sin retirar mi ofrecimiento -Pero al olvidar, he olvidado incluso el miedo... Estoy cansada de huir sin comprender qué está ocurriendo: quiero respuestas... Haría cualquier cosa por conseguir respuestas.

Asiento con la cabeza, con la expresión vacía, pero con decisión en la voz. -Tampoco te temo a ti... Ven... Complétame.

Me acerqué sin muchas esperanzas puestas en encontrar algún rastro de vida proveniente de las figuras infantiles. Todo el entorno me hacía recordar a una completa simulación, estaba seguro de que algo estaba toqueteando mis profundos pensamientos como si de fichas de un rompecabezas se tratase, ordenándolos a placer confundiendo mis propias soluciones. Todo este mundo, podía jurar, era solo un manto de sombras y magia re-organizada para simular mi vida, o al menos eso me dictaba mi instinto. Cedí ante su distracción teatral, e intenté no dejarme afectar en la absorta mirada de los niños, si es que eso eran, o si al menos poseían corazón.

-¿Que a qué temo?...-Pensé prófugamente en preguntarle lo mismo, así tratar de generar un fallo en toda la simulación que ocurría, pero algo me decía que simplemente me ignoraría, ¿qué respuestas exactas esperaría una sombra?-Bueno, supongo que mi mayor temor sería traicionar mi promesa y dejar que alguien perdiera a sus amigos en frente de mis narices, llámalo impotencia si gustas...¿Al menos tienen ustedes sentido de gusto? Bah, no tiene sentido preguntarlo...

Justo después de responder, el otro infante desprovisto de vida me asalta con una pregunta ambigua.

-Será vanidoso decirlo, pero mi mayor fortaleza reside en mi corazón y mi fuerza interna para combatir a la oscuridad. Ya lo perdí todo, ¿qué más podría atesorar además de mi voluntad? Lo más importante es eso, mi capacidad egoísta de proteger.

Había aspirado en mis adentros a que fuera la última pregunta, pero sabía que, dada la composición y mi propio infortunio, habría otra cuestión. ¿Qué significaba todo esto, y porqué tenían tanto interés en mí un par de estelas virtuales? ¿Cometía un error siendo sincero?

-¿Cual es mi meta, dices?-Suspiro profundamente, habían accidentalmente activado el interruptor de mi impotencia. Apreté mis puños disciplinadamente, forzando los nudillos en un equilibrio de fuerza bruta y poder organizado-¡Mi meta es acabar con toda la maldita oscuridad que has generado!-Grité salvajemente, rasgando mis cuerdas vocales sin control, cual animal de llano intimidando a su rival-¡Sé que estás ahí detrás, jugando con las sombras de estas patéticas imágenes virtuales mofándote como un bufón!-Declaré lustrosamente a la par que invocaba mi Llave-Espada, clavándola en el suelo irreal en postura voluntariosa-Mi única meta en la vida es desterrar a la oscuridad de los corazones débiles, ¡Nadie va a perder nada más mientras mi corazón siga latiendo!

Terminé exhalando en cansancio por mi última declaración, esperando a que la condenada figura encapuchada me soltara de este limbo en el que había quedado estancado. 

Cruzas el portal con determinación. Tal cual lo cruzas, este se cierra tras de ti. Te ves envuelta en un mar infinito de estrellas. Extraño, pero a la vez intrigante, ese lugar que se asemejaba a una gigantesca constelación de puntos luminosos escondía muchos secretos. No había suelo alguno bajo tus pies, en vez de eso, seguías viendo las mismas estrellas o puntos luminosos por todas partes. Curiosamente, la sensación de estar de pie sobre algo sólido estaba bien presente. Te sentías como si realmente caminaras sobre un suelo invisible. 

Al avanzar unos cuantos pasos, los puntos luminosos que simulaban estrellas empiezan a moverse, primero lentamente hacia atrás, y luego, aumentando constantemente su velocidad, empezaron a moverse hasta aparentar estrellas fugaces. Dejaste de notar suelo, y tu sensación de velocidad aumenta. Era como si te estuvieras desplazando rápidamente, flotando a través de un cielo estrellado interminable. Una sensación agradable, pero muy extraña...

Para cuando te das cuenta, un agujero se abre frente a tus ojos. Parecía el portal de salida de ese espacio interdimensional en el que te hallas. Sin que tu te muevas, tu cuerpo se dirije hacia él, movido por la inercia del lugar. Acabas traspasando el agujero aturdida, y tras un breve periodo de tiempo, te estabilizas. Para cuando puedes ser consciente de tu nueva ubicación, el agujero ya se había cerrado, y aquel mágico lugar había desaparecido. Ahora otro escenario decoraba tus alrededores. Uno muy diferente al que acababas de ver.

Notas el tacto de la hierba. Estabas en un lugar completamente diferente, un claro en medio de una arboleda. Era de noche, pues la luz de la luna llena te daba la iluminación necesaria para apreciar lo que había a tu alrededor. Sin mucho más que apreciar a tu alrededor, atisbas un camino que se adentra en el bosque. Te adentraste al bosque sin más dilación por el único camino que logras ver. A medida que ibas avanzando, la tenue luz de la luna se iba apagando. Los altos y sombríos árboles se encargaban de cobijarte de la poca luz que entraba en el claro del bosque, para pasar a una penumbra casi absoluta. Tus sentidos se agudizan a la vez que tu respiración se vuelve más intensa. Notas el latido de tu corazón, tu pulso, el cual se eleva lenta pero irremediablemente, hasta la salivación adicional. No quedaba duda de que aquella atmósfera siniestra y desconocida te estaba llevando al límite. Pero no ibas a flaquear, no ahora que era el inicio de tu viaje.

Sigues adelante mientras tus pensamientos se entrelazan con los recuerdos de tus experiencias. Al fin, tras recorrer el sendero, consigues salir de la arboleda. La imagen que presencias a continuación no era del todo agradable.

Llegaste a las puertas de una ciudad, o más bien, a unas ruinas de tiempos mejores. El tiempo se había cebado con el lugar, haciendo crecer vegetación entre los restos de una ciudad olvidada tiempo ha. Unos grandes edificios calcinados, exoesqueletos de pavimentos, vehiculos oxidados, calles agrietadas, asfalto destrozado... Todas esas características no daban lugar a dudas. Aquello era una ciudad en ruinas. Sus edificios no tenían nada que ver con las casitas de costa de tu hogar. Estabas convencida de que te encontrabas en otro mundo, uno completamente diferente al tuyo. 

La vista era estremecedora, pero no por ello tuviste miedo. Mas bien sientes un respeto hacia aquellas ruinas, sin evitar preguntarte que habría pasado con los habitantes de aquel lugar. 

Mientras observas a tu alrededor, consigues ver unas extrañas criaturas aladas que sobrevolaban las ruinas. Estaban muy lejos como para que pudieras apreciar bien de que se trataban. Cerca tuyo también había un claro camino, bastante más marcado que el que estabas siguiendo, asfaltados aunque destrozado, que entraba de nuevo al bosque circundante, pero por el lado derecho, dejando la ciudad de nuevo atrás. ¿que ibas a hacer ahora?

-Si... Déjamelo a mi... Ponlo todo en mis manos... Y podrás descansar al fin. Yo me encargaré de todo. Yo me encargaré... De abrir "la puerta"...

El semblante de Kuro había cambiado a uno mucho más siniestro. Una extraña sonrisa de triunfo se esbozaba en su rostro mientras tendía los brazos para alcanzar a Noche Eterna. 

-¡Nigro Piro!

De pronto, desde la chimenea, suena una voz masculina acompañada de una bola de fuego negro que sale disparada hacia Kuro, quien con un gesto molesto interpone su brazo derecho, recibiendo una explosión controlada de llamas negras que empiezan a quemarle el brazo con el que se había cubierto. Immediatamente después, una llave espada sale volando, rodando entre ti y Kuro, separandoos a ambos, clavándose en el suelo de madera y entre los dos. Reconoces el llavero de esa llave-espada. Lo habías visto en algún lugar.