Partida Rol por web

Para cuando la joven Caerulea quiso darse cuenta, el combate ya había empezado. Como movida por arte de magia, los golpes que asestaba su llave-espada eran certeros y extrañamente familiares. No había esgrimido nunca una espada, y mucho menos luchado contra algo anteriormente, pero se sentía como si lo hubiera estado haciendo toda su vida. Quizás debido a su soledad, Cyan estaba guiando sus movimientos, o quizás simplemente se dejaba llevar por ella, quien de seguro le estaba dando la fuerza necesaria para enfrentar a aquellas sombras llenas de maldad.

A base de encadenar combos con su llave-espada, Caerulea consigue despachar a dos de las cuatro sombras que habían salido a su encuentro. Éstas se habían desvanecido en la oscuridad de la que habían provenido. Parecía que la llave-espada era capaz de purificarlas, pero el resto de sombras no se habían acobardado ni un ápice tras ver caer a sus compañeras, no, al contrario más bien, siguieron atacando con fiereza, garras al acecho de que la joven bajara su guardia. Lamentablemente no pudo repelerlas, y una de ellas consigue arañarle el brazo que esgrimía el arma. Por suerte, pudo esquivar de un salto a la otra que le venía por el otro flanco. 

Suspiro en alivio al ver que aquel joven ya había perdido las dudas hacia mí, y viendo sus acciones casi que sentía que era completamente real, ¿o tan poderosas eran las ilusiones del sitio que podrían replicar tal expresión? Quizás me estaba volviendo demasiado paranoico, cediendo estúpidamente a mis propios miedos. Agarré de vuelta mi arma blandiéndola desde su pesado mango y arrancándola del suelo, haciendo un estruendoso sonido de metal abanicando el aire mientras la levantaba. Luego de tenerla de vuelta, sencillamente la dejo desaparecer entre mis manos con un chispazo de acero rechinante, siendo tragado el enorme pedazo de metal devuelta a la nada. 

-Ah, entonces he sido el único iluso que se dejó atrapar por sus sentimientos-Le respondí tratando de parecer algo jocoso, evitando construir más tensión innecesaria-Si no los tuviera, ¿qué me diferenciaría de las sombras? ¡Ahí sí tendrías una razón para atravesarme con tu arma!-Acabé sembrando una pequeña risita nerviosa en mis labios. 

Cuando mencionó lo del mismo camino, comencé a dudar seriamente de su afirmación. Lo que había vivido dentro de la maraña de ilusiones no tenía pinta de acabar en línea recta, este sitio lucía tan abstracto como para tener un millón de caminos con un número igual de finales, mi mente no podía procesar tal vastedad tan fácilmente, aunque lo tratara. 

-No sé yo hasta qué punto tenemos libertad, o también lo inverso, ¿qué tan profundo estamos encerrados en este limbo?-Le dije al joven, en un tono algo confuso tratando de sonar serio-Claro, pueden ser el mismo hasta que el amo de esta extraña mazmorra se le de por que sea lo contrario, ¡Francamente, no tengo idea de cómo vamos a salir de aquí!

-Dejarte influenciar por tus sentimientos, puede hacer que te maten en la situación más desesperada - mencioné tras escuchar sus palabras y su actuación al guardar su arma. Sin duda parecía inocente cual niño, aunque tuviera un arma y probablemente supiera pelear, en mi mente solo podíá pensar como de iluso podría llegar a ser. - A veces necesitas ser una sombra para camuflarte entre ellas. Mis razones para matarte no erradican en si eres una sombra o no, erradican en si piensas atacarme o estas haciendolo ya. - Indirectamente le estaba diciendo, que sabía que no lo iba a hacer al verme tal cual era, pero era dificil de entender lo más probable.

-¿Limbo? ¿Libertad? Este crio piensa demasiado en palabras y actua menos... ¿Como quiere que no lo engañen entonces? - Pasé por su lado poniendome de espaldas a el y tras unos pasos mirando el resto del lugar mientras seguía escuchando el resto de sus palabras - Dudo que haya un artifice tras toda esta maraña de oscuridad. Y de haberlo solo somos nosotros - Al menos eso entendí de DiZ - Pero una cosa está clara...

Señalé a la más profunda oscuridad que nos rodeaba por todos lados - Sea cual sea el camino, hay peligro en el. Puede sentirse en el ambiente. - Y empecé a andar - Pero hay una cosa más segura y es que quietos no avanzaremos. ¿Quieres salir de aquí? Pues en marcha. - Tanto si me seguía como no, no iba a obligarle. Quería salir de aquel mundo oscuro a cualquier costa y si el también quería hacerlo, solo había una forma de hacerlo y era buscar esa salida a través de mis propias acciones, y ahora también las suyas.

Conforme más avanzó la batalla, más claro fue para Caerulea que Cyan guiaba sus pasos. Pero no era como si el arma tirara de ella, siendo la chica de pelo azul un mero instrumento movido por hilos. No, era una conexión más profunda, como... como bailar a un mismo compás, o jugar a un viejo juego familiar, acompañada de una hermana o amiga de toda la vida. Y conforme más se movían ambas en coreografía, el corazón de Caerulea latía con mayor fuerza, no solo por los movimientos acelerados, sino por los recuerdos nostálgicos que invadían la mente de la portadora de la llave espada, casi incluso distrayéndola, haciendole fallar uno de los golpes.

Recuerdos de Hayato y ella, de una noche estrellada en la que bailaron a la luz de la luna, abrazados. Fueron pasos torpes, porque ninguno de los dos sabía bailar, pero por alguna razón ambos quisieron hacerlo esa noche. Caerulea no recordaba bien... si fue ella o fue él el que se lo pidió...

La chica aún tenía mucho que aprender sobre Cyan, esta llave espada que parecía tan en consonacia con su corazón. Era una especie de doble guía, la llave-espada se dejaba guiar por el corazón de Caerulea, y a su vez Caerulea se dejaba llevar por el arma. Si aprendía a canalizar y controlar aquellos movimientos, Caerulea pensó que ella y Cyan sin duda estarían a salvo de cualquier criatura maligna que quisiera hacerlas daño. ¡Tendría que ser fuerte para afrontar cualquier obstáculo que quisiera detenerla en su búsqueda de su amado entre los mundos!

Las sombras restantes se evaporan ante la sucesión de golpes de Caerulea y su llave-espada. La muchacha parecía adaptarse bien a la lucha contra esos diminutos pero molestos seres que parecían querer herirla, a pesar de no haber esgrimido nunca un arma ni de conocer aspectos de combate cuerpo a cuerpo. Cyan claramente guiaba sus pasos, y por suerte lo hacía lo suficientemente bien como para no resultar herida de gravedad. Esos seres eran demasiado hospiles para con ella, y no le quedaba duda que aparecerían más en su camino. Debía estar preparada en caso de tener que volver a enfrentar criaturas así.

Pero la joven no podía evitar preguntarse, ¿De que va todo esto? ¿Porque estas criaturas la atacaban? Porque las sombras querían hacerle daño cuando eran su única compañía en la soledad de su mundo? Cyan le había dado respuestas, pero no las suficientes. Estaba segura de que seguir su propio camino, los pasos que dictaba su corazón, la ayudaría a encontrar lo que realmente quería. Pero primero restaba salir de aquel lugar, llegando a su destino, aquella extraña humareda que lla había alertado momentos antes de adentrarse en la densidad del bosque. 

Siguió avanzando, lenta, cauta, pero confiada en que si volvía a ser atacada, Cyan reaccionaría como antes había hecho. Esta había desaparecido de su mano, como por arte de magia, seguida de unos destellos lumínicos. Sabía que podía invocarla en momentos de necesidad, y por esa misma razón la joven residía tranquila en su camino hacia el lugar de la humareda.

Cuando acabó el camino, se volvió a sentir acechada. Quizás, más de esas pequeñas sombras saldrían a su encuentro. No obstante, tras alcanzar el punto de inflexión, ninguna de esas pequeñas monstruosidades hizo acto de presencia. Más bien, lo que se plantaba frente a ella era algo muy diferente a lo que se habría esperado.

Era una casa de madera, bastante robusta y grande a pesar de las apariencias. Un tejado mohoso y lleno de vegetación, así como un gran cráter en el mismo desde el cual salía dicha humareda que había visto con anterioridad, ahora mucho más tenue debido al rato que había tardado en llegar al lugar.  La puerta de la casa parecía haber sido forzada por la manera en la que esta estaba colocada, además, podía verse algún que otro destello tenue en su interior, como si hubiera alguna fuente de luz, pequeña, pero incandescente. ¿Que habría en su interior? Las criaturas estaban al acecho, pero no parecían acercarse a la choza, ¿quizás por la presencia de Caerulea? ¿O quizás por lo que hubiera allí dentro?

-Es fácil decirlo, ¿sabes?-Comenté al joven, manteniendo un tono calmado a pesar de la situación-Cuando juegan con algo de lo que no te has curado, es muy sencillo perder los estribos. Creo que nunca me he entrenado para aceptar eso, así que en ese sentido soy bastante débil...-Hice una pausa, recordando en una mezcla extraña de sentimientos y memorias diluidos dentro de mí-Pero si no tuviera esa debilidad, lo mismo me habría convertido en una sombra hace ya mucho. Bastante patético, lo admito, pero...¡Ah, en fin! Demasiadas palabras, no tiene sentido llorar sobre el agua derramada. 

Escuché con confusa atención sus siguientes palabras, parecía que sabía más que yo sobre este mundo, si es que yo podía saber algo más allá de que me irritaba hasta la muerte. Era curioso, pero desde que acabé aquí comencé a sentir que no sabía nada más allá de mi lejano deber. 

-¿Y qué te lo asegura, que no hay nadie tras esto? Este sitio parece tener más consciencia de lo normal, se trastorna adrede para irritarme-Le dije, resaltando mis profundas dudas-Debes tener un sentido del humor infernal para crear algo así, y si me equivoco, deberías aclarar lo que sabes sobre este sitio-Le comenté mientras apresuraba el paso hacia lo desconocido, manteniéndome alerta lo máximo que podía por si el riesgo se presentaba sin invitación. 

Kora agachó la cabeza, sintiendo la riña de Hayato como si él aún tuviera derecho a ello hasta que escuchó lo que el colgante hacía y no pudo evitar sentirse traicionada.

Le había confiado a ese colgante más que su seguridad, la de sus compañeros; no podía creer que aquellos avisos punzantes no hubiesen sido más que intentos de quedarse con su corazón, con sus recuerdos y con lo que Faile había hecho de ella.

Apretó los labios y soltó la mano de Yume para no pasarle su enfado.

Entonces cuando Hayato las miró apreminandoles, ella alargó la mirada a Rin y su cabeza desencadenó una alarma.

— ¿Yen Sid? —negó con la cabeza al tiempo que extendía la mano con la obscurita a su amiga— Él... No sé si fiarme.

— Tómalo —cambió de tema con su princesa—. Por lo que dice Hayato, puede que esto tenga tus recuerdos .

-Mas dificil es tener que arrepentirte luego... - dije de manera automatica, hablando casi personalmente. Suspiré después de su palabrerío y respondí - Como sea, si necesitas ayuda en ese ambito tan solo hazmelo saber, o avisame... Juris por cierto - Me presenté fijandome en que no sabía su nombre - ¿Y tu? - Seguí andando esperando que me siguiera. Realmente me daba igual tener compañía, pero hablarle a alguien que no fuera mi propio pensamiento, me haría estar más cuerdo.

Aquella pregunta que hizo el rubio me hizo detenerme seco mirando al "cielo" y a los "horizontes" que cubrían los alrededores de donde estabamos, sin necesidad de girarme u otra razón para verlos. Reí y respondí - Tendrías que ser un dios para usar un mundo como laboratorio y a personas como cobayas del mismo... Como te he dicho de tener un artifice, somos nosotros. La conciencia que reina a tu alrededor no es otra más que la que tu quieras darle... Es como tu sombra, pero de una manera más... abstracta. - Avancé un paso y me giré para mirarle

-Solo sé que la prisión en donde estamos no es una prisión al uso, pues nosotros tenemos la llave para salir - Llevé mi indice a la parte lateral de cabeza - en nuestras vivencias, en nuestros recuerdos... En nuestras emociones... - Crea lo que crea... esa respuesta sigue pareciendome abstracta... Pero la otra... Es una pregunta sin respuesta. - Sea como sea, nosotros somos la respuesta de nuestra única salida... Al reves que una adivinanza, debemos encontrar la pregunta... - Entrenar luz y oscuridad... aceptar ambas aceptando una... Esa es mi respuesta... ¿Como hayo la pregunta

  ¿Te lo tengo que repetir? - pregunté al ver que seguía buscando un culpable - Tus sentimientos son los que crearon esa ilusión... No se más de este lugar de lo que ya te estoy contando... - Pero por un momento pensé un poco antes de seguir avanzando - Aunque quizás si cuentas que estabas pensando o sintiendo cuando viste esa ilusión, podría aclararnos algo.

Hayato cruzó sus brazos despreocupadamente en un intento por tratar de calmar la tensión del momento.

-Es de fiar. Él fue quien me salvó de acabar engullido por la oscuridad. Pero esa historia es para otro momento. Hay cosas que debéis saber, como por ejemplo, quien es el verdadero enemigo. Es cierto que hemos estado engañados y manipulados, pero Yen Sid lo sospechó desde un principio. Vamos, él os dará más detalles de lo ocurrido. Aquí no hay nada más que debamos hacer.

Hayato entonces invoca su llave espada de nuevo y apunta con ella al centro del comedor, invocando un portal dimensional con una facilidad sorprendente.

-Haceis bien en no fiaros de nada... Ni de nadie.

Esto último lo dice mirando de reojo a Rin.

Rin mira a Kora, alzando una ceja al escuchar el nombre del maestro. Acto seguido, contesta despreocupadamente.

-Me importan tres mierdas los problemas de ese viejo. Y me importan menos tus historias, Hayato. Nunca me caiste bien, y no va a cambiar eso ahora. Yo me quedo. Este es mi mundo, y pienso salvarlo. No me voy a ir sin más solo porque un inepto débil como tu me diga lo que tengo que hacer.

Mira a Kora y a Yume, molesto como de costumbre.

-Pero vosotras sois otro tema. Ya me he cansado de preocuparme y vigilaros. Deberíais... Ir con él. Me molesta, pero esta vez siento que este líder inepto dice la verdad. Se ha quitado esa absurda máscara por algo, supongo.  

Mira hacia el exterior de la cabaña, hacia el cielo.

-Ya me reuniré con vosotros cuando sea el momento. Aquí tengo cosas importantes que hacer. Y ni se os ocurra seguirme. La oscuridad no es rival para mi. Pero para vosotros, debiluchos, es otra historia.

Hayato se quedo en silencio, esperando una reacción por parte de las chicas. Cierra los ojos, suspirando, antes de interrumpir el silencio incómodo que se había formado.

-Has cambiado Rin, aunque no se si decir que para mejor. No te preocupes, las protegeré. Acaba tus asuntos, y no tardes demasiado en reunirte de nuevo con nosotros.

-Bah, cállate ya. Esas dos no necesitan protección. No tardaré.

Rin se encoge de hombros antes de salir de la cabaña. Se encara hacia la puerta, y antes de salir se voltea una última vez mirando a Kora.

-Y ni se te ocurra ponerte a llorar, no les pega a las personas fuertes. Nos vemos.

Tras lo cual, Rin se marcha de la cabaña, volviendo al bosque por el cual habían llegado a ese extraño lugar.

Sin daros cuenta mientras estabais debatiendo, el bosque había cambiado completamente. Los sombríos árboles ahora aparentaban más bien árboles normales. La oscuridad del camino había pasado a ser penumbra oblícua gracias a la luz de la luna, una luna normal y corriente. El ambiente había dejado de ser denso y cargado, y ahora el viento azotaba levemente las ramas y arbustos, haciendo que aquel lugar ahora se asemejara mas a un bosque normal y corriente. Fuera cual fuera la oscura influencia que perturbaba a aquel lugar, sin duda alguna se había desvanecido.

¿Qué podría haber allí dentro que asustara hasta aquellas pequeñas sombras? Había un gran cráter en el tejado de la casa, todavía humeante por el impacto. ...¿Habría caído un meteorito? ...¿Una... persona? ¿Sería... él? ¿Como aquella vez, cuando se conocieron, que como una estrella fugaz le vio caer del cielo hasta las montañas? No podía ser... ¿verdad? Caerulea estaba en una encrucijada: entre no querer ilusionarse demasiado y entre el fuerte deseo de que sí, fuera él, Hayato, y pudieran reencontrarse el uno y la otra. Aunque las posibilidades eran muy pequeñas, Caerulea no podía contener las ganas de que así lo fuera, que pugnaban contra la prudencia y la idea y miedo de que no era probable que fuera él.

De cualquier forma, la chica de cabellos azules había ido hasta allí y no podía detenerse ahora, ni tampoco tendría sentido retroceder. Tragando saliva, asintiendo para sí misma, Caerulea abrió la puerta y entró en la misteriosa cabaña...

Al oír su más que curiosa respuesta sobre la naturaleza de este sitio, mi cabeza dio un arrancón de sorpresa y confusión mezcladas al mismo tiempo, una especie cólera humorística que no dejaba de rascar sobre la misma herida-¡¿Qué nosotros somos los arquitectos de este sitio?!-Le repliqué sin poder contener el vocifero de mi sorprendida mente-Perdona, pero creo que si eso fuera posible, ¿no bastaría con pensar en, yo qué sé...comprimir el camino a la salida para acortarlo? Como doblar una hoja de papel con la mente, aunque creo que eso sería lo sencillo...-Pausé unos momentos, sobrecargado de una impalpable teoría sobre la verdad de este reino sombrío, jamás había oído algo como tal. En Vergel Radiante se solían escuchar cosas extrañas, algún que otro rumor sobre lo que esconden los corazones, ¿pero que pudieran ser los dioses de un espacio maleable? Eso...eso no sabía cómo procesarlo, de hecho, ni siquiera sabía cómo entender el haber acabado aquí. 

-Jace, por cierto...Me llamo Jace, riman un poco nuestros nombres...Es, es algo gracioso teniendo en cuenta la situación...

Callé en un momento de silencio frígido andante, con los brazos cruzados y la cabeza analizando mareado cada parte del bizarro sitio en el que me encontraba, ciertamente sonaba como a un bosque que perfectamente habría podido visitar cerca de Vergel, y ciertamente el aspecto de la copia de mi hogar era tan creíble como me decían mis recuerdos, pero ellos, los silenciosos...Mi mirada se quedó fría pensando sobre aquellas figuras, no me cabía en la cabeza que yo me hubiera inventado su existencia, las preguntas que hicieron, esa irritable jocosidad silenciosa con la que miraban. Me enfrasqué tanto en el recuerdo que tardé un poco en reaccionar a cerca de los cambios del bosque, la repentina e inexplicable transformación del siniestro silencio a la normalidad. 

-...¿Esto quiere decir que hallamos la respuesta inconscientemente?-Pregunté dubitativo a Juris, deteniéndome lentamente para analizar el entorno, una inescrutable profundidad que aparentemente resaltaba eso, normalidad diferenciada de lo confuso que fue el bosque pasado-¡No entiendo nada de lo que pasa! Dime, ¿Salimos, no salimos, es otra ilusión? Ya nada me sorprende ahora mismo, ¿hay algo más que podamos hacer a demás de caminar?

-¿Quien va?

Una voz varonil se escucha a solo unos metros de distancia. Cuando ambos os giráis para ver de quien o que se trataba, veis una silueta humanoide bastante corpulenta acercándose hacia vosotros con algún tipo de arma en la mano. No obstante, ahora que la luz de la luna facilitaba algo más la visión en la penumbra, para cuando el hombre se acerca, le podéis distinguir bien. Era un hombre alto, con pelo negro, largo y recogido en una especie de trenzas. Portaba unas vestimentas muy parecidas a las de algún tipo de uniforme. El hombre portaba una lanza con unos motivos en forma de corazón quebrado, que recorrían desde la punta hasta el asta del arma. Os encara con ella, hasta que se da cuenta de lo que realmente sois.

-Mmmm, no parecéis ser de esos monstruos que rondan últimamente por la noche.

El hombre baja el arma, apoyándola contra el suelo, a modo de bastón. Acto seguido, os mira a ambos con cierta incertidumbre.

-¿Quienes sois? No tenéis pinta de ser residentes. ¿Como habéis acabado aquí? Identificaos, o me veré obligado a pediros que os vayáis de aquí. Este bosque es una propiedad privada.

-¡Upsy Gipsy! Relájate Dilan. No son más que unos mocosos.

Otro hombre aparece por detrás del primero, este era algo más delgado, pero no por eso aparentaba ser menos eficiente. Vestía el mismo tipo de uniforme que el primero, además de un pañuelo rojo colgado del cuello. Portaba una extraña ballesta, cargada con unos virotes en forma de rombo, además de poseer como decoración los mismos motivos que la lanza de su aparente compañero.

-Uno más mayor que el otro, deben de ser hermanos, o quizás compañeros de trabajo. ¿Tu que opinas, sabelotodo?

Su postura relajada no infunde ningún tipo de amenaza, no obstante algo en él daba a entender justamente lo contrario.

-No parecen residentes... Me pregunto que planes malvados tendrán en mente. ¿No habréis venido a robar los documentos del Sabio, no? Últimamente hay muchas manos que quieren hacerse con esos dichosos papelitos. Y digo yo, ¡más quisieran! Si creen que pueden burlar a la guardia real, van listos. ¿Verdad, Dilan?

-¡Braig! 

El soldado le da un codazo a su compañero.

-Eres un charlatán, siempre estás hablando de más. Un día de estos, te cortaré esa lengua viperina para que dejes de molestar. Estamos de patrulla, no de festejo. Limítate a cumplir con tu deber.

Su compañero se limita a resoplar, pasando un poco de las palabras de Dilan.

Entras en la cabaña, pero una extraña sensación recorre tu cuerpo. Ves un agujero oscuro cerrarse pocos segundos después de que hayas entrado. De él no solo ves emanar oscuridad, si no que jurarías haber visto a un hombre ataviado en una gabardina negra, con un largo pelo azabache que ondulaba entre los últimos vestigios de la oscuridad rezumante. No sabrías decir porque, pero había algo de ese hombre que te resultaba conocido. Pero eso no era posible, no conocías a nadie del mundo exterior, ¿verdad? ........

Tu cabeza empieza a doler, como si algo en su interior tratara de salir a la luz. Te arrodillas en el suelo, poniendo tus manos en la cabeza, sufriendo múltiples pinchazos que te hacían tambalearte de dolor. Hasta que al final, todo se vuelve blanco.