Partida Rol por web

Un cielo estrellado acompañaba la cálida noche de verano, junto una luna maravillosa y el sonido del mar. Tres elementos que recordabas bien. Te encontrabas sentada en cierto lugar muy conocido por ti. Era un mirador, pero estabas sentada sobre la blanca piedra que conformaba la muralla del pueblecito insular donde te criaste. Sientes alivio, paz y tranquilidad. Era como si ya hubieras vivido algo así. Como si hubieras viajado atrás en el tiempo y estuvieras rememorando un trozo de tu pasado, uno que atesorabas en el fondo de tu corazón. Si, recordabas aquel lugar, y también recordabas el momento que estabas reviviendo.

Un chico de pelo negro y corto hasta los hombros miraba el mismo cielo estrellado que mirabas tu. Él, sin embargo, no estaba sentado encima del muro, si no más bien, se encontraba apoyado en él, de brazos cruzados, y a tu lado. Era Hayato. El mismo Hayato que tu recordabas.

-Tenías razón, la vista de las estrellas desde aquí es maravillosa.

A Hayato le brillaban los ojos mientras contemplaba el maravilloso paisaje. Tu calma se torna entonces preocupación. Preocupación porque sabías el porqué de esa reunión, aunque tu corazón no quisiera admitirlo.

-Todas ellas cuentan con una luz propia que las diferencia de las demás. Desde aquí eso es imperceptible, pero, ¿Y si te dijera que cada uno de esos puntos luminosos es un mundo diferente? Un mundo con personas como tu y como yo, mirando el mismo cielo. ¿Te lo creerías? Dime, Caerulea. ¿Alguna vez has pensado en salir afuera? ¿Más allá de estos muros?

Resoplé cuando Jace empezó a hacer más preguntas. Si tuviera todas las respuestas a las preguntas que el hacía... No estaría en este lugar ni en este momento. Aún así, con lo poco que sabía, hice acoplo de las teorías que me venian a la cabeza para responderle - Arquitectos no es lo mismo que controladores. Hacemos las ideas con las que se construyen este mundo... O al menos eso creo... Ponte en lo peor, y lo entenderas, si la luz son nuestras ideas, la oscuridad las gobierna para consumirnos. - Era una explicación muy superflua y vanal, pero pensaba que sería la forma más directa de expresarlo, a fin de cuentas la vida de los que poseian una llave espada, estaba rodeada de ello

-No, ni en broma. - Respondí ante su insinuación de que rimaban - No juegues con eso, no es gracioso. - Aunque realmente veia la rima, no iba a poder soportar que nos presentara de esa manera, si se llegara a dar el caso.

Fue entonces que empecé a notar algo extraño alrededor. Algo cambiando. Y no solo notaba, poco a poco también veía los cambios. No sabía si era verdad o una ilusión como decía Jace, tampoco sabía si era normal algo en ese mundo así que levanté un brazo para pararlo - Manten la guardia alta - No me gustaba ni un pelo lo que pudiera haber tras tanto cambio... Por suerte, tan solo era un bosque normal, sin tanta oscuridad.

-No lo sé, pero no te llenes de esperanzas. - Traté de responder algo neutro a mi compañero, sin embargo en mi pensamiento solo había negatividad. Y justo aparecieron aquellos dos hombres que venían a por nosotros. No saqué mi arma por poco, pero que bajara en lancero su arma fue más que suficiente para no hacerlo. El otro sin embargo más parlanchin, parecía similar a Jace, solo que más fuerte.

Negué con la cabeza antes que responder - Somos compañeros de travesía. Nos hemos perdido. Simplemente queremos saber donde estamos y... - Miré a Jace antes de volver a mirar a quienes nos encaraban - Ir a una ciudad a ser posible, reencontrar el rumbo. Estamos cansados, eso es todo. No somos una amenaza, lo prometo. Y lo siento, no queriamos entrar en propiedad privada. - Terminé disculpandome, aunque no fue culpa nuestra entrar en aquella propiedad, tampoco elegimos donde dirigirnos.

Me resigné a quedarme con las vagas explicaciones que ofrecía Juris, conceptos que no acababan de encajar completamente en la situación que estaba sucediendo, más aún lo que había vivido desde que había salido de casa. Sencillamente me habría cruzado de brazos, soltado un "Supongo que no hay nada más que hacer", pero ya el mundo estaba cambiando, casi que sin motivo alguno y pasando por debajo de cuerda como sutiles cambios que hacían una transición sigilosa de los horizontes. Al ver que no era el único que sentía el mundo como un rompecabezas, asentí a subir la guardia con la petición de Juris, que pese a no tener las respuestas que buscaba, al menos podía confiar en su propia percepción de alerta. 

-Con haber salido de allí, ya sea por magia u otra razón inimaginable, creo que puedo mantener mi paciencia por un tiempo más-Respondí a sus palabras, confrontando su curiosa neutralidad pesimista en la situación, solo para casi que responderme kármicamente al desvelarse las figuras que surgían de las entrañas del bosque. Algo había hecho su parte en el trato, y los hombres que nos recibían, forzando un poco el "recibir" con su realidad, alertándonos de abandonar el sitio que aparentemente era importante. 

-Lo mismo que dijo él-Comenté desviando la mirada devuelta a Juris a modo de respuesta, dejando atrás parte de mi humor desesperado por una tonalidad de seriedad calmada-Nos hemos perdido, no sabemos nisiquiera en dónde estamos y cómo llegamos aquí, mucho menos vamos a saber a cuál sabio se refieren en un sitio tan inhóspito como este-Aclaré, entrando en duda al oír la palabra de "Sabio", algo que me sonaba extrañamente familiar, casi arrastrándome a los recuerdos de mi estadía en Vergel-Con un par de indicaciones sobre el sitio de reposo más cercano estaríamos agradecidos, realmente solo queremos volver a nuestro destino original-Dudé un poco en ello, ¿cuáles eran mis motivos ahora, después de haber sido exiliado de la misma realidad? Palpé un poco de la felpa de mi abrigo, ya ni eso me lucía tangible. 

Aunque guardaba con especial cariño y nostalgia todos y cada uno de los momentos que habia pasado junto a su prometido, aquella última noche que compartieron siempre había sido el recuerdo más vívido que tenía. No en vano... fue el momento más feliz de su vida... y el preludio del más trágico. Aquella fue la noche en que vio a Hayato por última vez... Aquella fue la noche en que ambos se separaron, la noche en que lo perdió... ...Pero al mismo tiempo, fue la noche más feliz de su vida, pues fue la noche en que su prometido pidió su mano. La noche en que ambos decidieron enlazar sus destinos por siempre...

Caerulea se vio a si misma extendiendo el brazo hacia las estrellas, con la mano extendida, como si quisiera atrapar una de ellas. "Viniste aquí cayendo del cielo como una estrella fugaz... ¿Te acuerdas? Por eso... yo siempre pensé que esos puntos brillantes eran personitas... personas como tú, viajando por el espacio..." la chica peliazul soltó una risita. "Pero si son mundos como este, significa que no son solo una persona, ¡sino muchas! Así que si de verdad cada estrella es un mundo..."  bajó la cabeza del cielo para mirar al chico y sonrió de oreja a oreja. "¡Debo ser la más afortunada de todas esas personas, porque caíste justo en este y te encontré yo!"

Caerulea miró de vuelta hacia las estrellas. Salir fuera... más allá de estos muros... Cuando Hayato le preguntó aquello, Caerulea nunca habría imaginado que era, quizás, una invitación... Una invitación a acompañarle. Se preguntó que habría pasado... de haberle contestado que sí, que quería viajar, que quería explorar, que quería ver todos esos mundos... con él.

"Este es mi mundo, Hayato... ¿Por qué querría irme... si tengo todo cuanto podría querer desear? Tengo las mejores vistas de día y de noche, tengo las montañas y el pequeño bosque, tengo la playa, el mar y sus olas... y tengo a la gente del pueblo... que desde que llegaste empezaron a tratarme mucho mejor... ¡Y tengo hasta tu chaqueta para cobijarme del frío! ¡Y te tengo a tíii!" rió revolviéndole juguetona el pelo desde ahí arriba.

Hayato se rie mientras deja que le revuelvas el pelo. Para cuando acabáis, ambos seguisteis mirando las estrellas sin mediar palabra durante unos instantes. Hayato rompe el silencio, pero una extraña sensación de añoranza te invade al escucharle hablar.

-Pase lo que pase, Caerulea, no cambies nunca.  ...  Tu luz es... Lo único que puede traerme de vuelta.

......................................

De nuevo, esas imágenes de tu pasado se desvanecen, volviendo a vislumbrar un blanco cegador que te envolvía y te despojaba de todos tus sentidos lentamente, hasta que simplemente notaste un vacío a tu alrededor.

Tus sentidos volvían de nuevo en si. Tus ojos se abren lentamente. Estabas tumbada en el suelo. Sientes algo de frio, el tacto del suelo en todo tu cuerpo. Estabas boca abajo, con los brazos extendidos, como si te estuvieras despertando de un sueño, un precioso sueño efímero pero a su vez preocupante. 

Empiezas a escuchar vagamente una voz que gime. Poco a poco, vas entendiendo más y más de dicha voz, descifrando que era de un chico. Tus ojos miraban a tu alrededor, borrosos, viendo una silueta cerca tuyo que parecía querer interactuar con tu cuerpo. Para cuando tus ojos empiezan a ver bien, ves que un chico joven te estaba empujando con el pie, tratando de hacer que reaccionaras. Tus oidos también se habían recuperado en parte, escuchando y entendiendo aquellos gemidos, que realmente resultaban ser palabras coherentes en tu mismo idioma.

- ... De... haber... erto. ... eacciona... ¡Eh! ¡Espabila! ¿Estás muerta? Ah, empiezas a reaccionar. Bien.

El chico te estaba zarandeando con su pie, mientras tenía las manos puestas sobre la cabeza, pareciendo divertirle la situación. Puedes fijarte en sus rasgos. No era muy alto, pero tampoco estaba a falta de forma. Su pelo era negro azabache, largo hasta cubrirle las orejas. También era algo pálido, con unos ojos fríos que te miraban curiosos.

-¿Que narices haces en el suelo? Es un mal sitio para pegarse una siesta. ¿De que agujero de mal agüero has salido?

Tras ver que ya respondías por ti misma, deja de moverte con el pie para pasar a agacharse de puntillas cerca tuyo, para mirarte a los ojos fijamente.

-Definitivamente, no eres de este mundo.

Poco a poco empezó a volver a la realidad. Caerulea a menudo soñaba despierta, pero nunca le había pasado eso de dormirse despierta... "Uuggh..." se quejó en un murmullo. Un tipo de ropa arrugada estaba empujándola con el pie como si fuera una cosa rara y alienígena la que tenía delante... ¡y además la había dado por muerta hasta hacía unos segundos! "Nnggh... nno estoy muerta..." contestó lentamente, moviendo los brazos para apoyarse y sentarse. El tipo tenía razón, no era el mejor sitio para tomarse una siesta... Pero, ¡y qué siesta! Había soñado con uno de los momentos más felices de su vida, aunque, como a menudo pasa en los sueños, de alguna manera no había sido exactamente como lo recordaba... Especialmente aquellas últimas palabras...

Tras sentarse a duras penas en el suelo Caerulea, el tipo se agachó en cuclillas para mirarla a los ojos. Y le dijo, muy seguro de sí... ¡que ella definitivamente no era de por allí! ¡Que no era de ese mundo!

"¿C-cómo lo sabes...?" ¡Pues sí que eran rápidos de mente en este mundo! A ella le costó un millar de preguntas la primera vez que vio a un viajero de mundos. ¿Tan listos eran por aquí, o tan tonta ella? O... Quizás... "...¿Acaso tú tampoco... eres de por aquí? M-me llamo Caerulea, encantada... Estoy buscando a alguien... ¿Quizás lo hayas visto? Un chico alto, de pelo negro azabache..." Caerulea instintivamente se llevó los dedos al anillo en el dedo anular de su mano izquierda, acariciándolo distraida. "...más o menos sobre los hombros... aunque a lo mejor se ha pelado... Pe-pero debería tener un anillo como este en el anular... Y-y... también... también es un viajero entre mundos..."

Los soldados se miran entre si, algo extrañados por las aclaraciones de los jóvenes. No obstante, no niegan la ayuda que solicitan. El soldado que se hacía llamar Dilan se dirige a vosotros con porte serio.

-Bien. El pueblo del Vergel no está lejos de aquí. Simplemente tenéis que seguir el sendero del bosque hacia abajo, no hacia arriba. Llegareis a la zona residencial, y allí encontraréis cobijo. Un extraño compañero del Sabio ha abierto un establecimiento para ganarse un fondo de inversión con el cual hospeda a visitantes. Dice que en unos años quiere fundar el primer banco de Vergel Radiante y que así puede empezar a costearlo. Me pregunto si va en serio con eso... De todas formas, se llama Gilito. Braig, ¿Porque no les acompañas? Yo me quedaré aquí, haciendo la guardia, te cubro hasta entonces. Así también descanso un poco de tu charlatanería. 

Braig se resigna ante la petición de su compañero. -¿Que? ¡Más quisieras! ¿En serio me vas a obligar a...? Mira fijamente a Dilan, quien no parecía estar bormeando, a diferencia suya. -Bien, bieeen... De acueeerdo.  El soldado suelta un suspiro de resignación. -Como si me importara... En fin, vamos, antes de que se haga de día. No tengo ganas de perder el tiempo con un par de pipiolos...

Así pues, junto con el soldado Braig, empezáis a recorrer el sendero descendente que os había indicado el otro guardia. Tras un rato de caminata facil y cómoda, alcanzáis a ver una urbanización bastante rústica. Casas y edificios poco avanzados, pero bastante acojedores, así como chimeneas humeantes y sobretodo fuentes, campos de flores, arboles y bastantes jardines bien cuidados.

Llegais justo a la base de la zona residencial. Allí, las calles estaban asfaltadas de baldosas de diversos colores y formas, recreando una atmósfera jovial y alegre. A esas horas de la noche, sin embargo, no había mucho movimiento por las calles, cosa comprensible, dado a que la luna se hallaba en lo más alto del firmamento. 

Braig no paró de hablar en todo el viaje hasta el lugar que Dilan os había indicado, dandoos información interesante del mundo en el que os encontrábais, además de despotricar y dar su pésima opinión de su carrera profesional.

Vergel Radiante, un lugar tranquilo, lleno de gente, con un claro objetivo de progreso en la industria y lleno de variedad en cuanto a visitantes. El gran castillo que se podía ver desde cualquier rincon de la ciudad, era la residencia del que llamaban el Sabio, cuyo nombre parecía ser Ansem. Según Braig, Ansem el Sabio es un cientifico e historiador que está investigando para el progreso de sus residentes, pero que además, anda metido en ciertos experimentos para descubrir la verdadera naturaleza del corazón de los individuos, y que había desarollado bastantes informes en donde redactaba los resultados de su investigación, los cuales eran objetivo de muchos ladrones e individuos interesados en descubrir sus secretos. 

Tras toda la verborrea, al fin os encontrábais enfrente del edificio que actuaba de posada.

-Y ya hemos llegado. Chico, que a gusto me he quedado después de despotricar de todo esto, a decir verdad, no es que pueda hablar demasiado de mis opiniones mientras ejerzo mis funciones en el castillo... Por lo que ya viene bien. Bueno, hablad con el Gilito ese si quereis quedaros a dormir, os hara buen precio. Oh, y no la lieis mucho mientras esté de guardia, no me gustaría tener que hacer mas "encarguitos" de esos. Si os meteis en lios, no me busqueis.

Braig parecía disponer a marcharse, levanta la mano despreocupadamente mientras se da la vuelta. 

Justo en ese momento, el ambiente cambia. Lo que antes aparentaba tranquilidad, ahora se tornaba en una sensación densa y escalofriante. Unos orbes oscuros se forman justo enfrente de vosotros y Braig, quien de un salto se aparta, algo asustado ante la actitud negativa de dichos orbes. De los mismos, salen unas criaturas a las cuales reconocéis con bastante facilidad.

Eran, sin lugar a dudas, criaturas de las sombras. Enemigos que moraban en la oscuridad, aquellos a los que ya habíais enfrentado con anteriorirad.

-¡Mierda! ¡Mequetrefes Sincorazón! ¿De donde salen tan de repente? ¿¡Y porque han aparecido tantos de golpe!?

Habían aparecido cuatro soldados de esos orbes, y luego, cuatro orbes más se conformaban detrás de estos, creando otros cuatro soldados más. Ocho sincorazones en total, preparando sus garras para arrebataros el corazón. Braig sacaba sus ballestas las cuales ya habíais visto con anterioridad, cargándolas en el acto.

-Bien chavales, más os vale saberos defender. Estas cosas no se andan con chiquitas. Se comerán vuestro corazón si no os defendéis, y no tengo tanta munición como para cubriros indefenidamente. ¡Así que buscad algo y aporreadles o yo que sé! ¡Echad a correr si lo veis peliagudo!

-Gracias por vuestra amabilidad - dije a ambos soldados antes de que el cargante fuera a hacernos de guía hasta la ciudad.

Durante el trayecto me mostré apartado, aunque la información que no paraba de soltar Braig era interesante e importante, era muy pesado y mucho más charlatan que Jace. Tener a los dos juntos iba a ser una debacle de palabras y por eso traté de mantenerme callado y serio evitando que me liaran y solo escuchando. Finalmente acabamos llegando a aquella ciudad - Vergel Radiante. El mundo de Jace... Sin duda parece bonito, un mundo que quizás esté lleno de luz... Algo extraño para aparecer teniendo en cuenta donde estabamos. ¿Realmente hemos salido como me había dicho DiZ?

No paraba de divagar cuando Braig empezaba a despedirse de nosotros, me giré para agradecerle - Gracias por traernos hasta aquí. Y no se preocupe, solemos resolver los lios, no crearlos. - no dió tiempo a explicarlo cuando la razón de esa explicación empezaba a aparecer.

-¡Sincorazón! - Muchos. Eran bastante y nosotros eramos tres. Con suerte no costaría nada destruirlos - Jace, ponte en guardia - dije sacando mi llave espada al tiempo que hacía lo que le decía a Jace. - Sabemos cuidarnos solos.

Asiento ante el agradecimiento de guiarnos, sintiendo que por fin las cosas dejaban de ser murallas ilusorias cuyo único propósito era irritarme. Había aceptado sin a penas dudas sobre el rumbo que habían designado, hasta que lo oí. Vergel Radiante...Vergel, mi...¡Mi hogar! Había quedado paralizado ante la sorpresa, y no comprendía cómo diablos todo esto comenzaba a tomar forma, ¿Este era mi verdadero hogar? ¿Cuánto había pasado desde que me fui? De hecho, ahora que trataba de recordarlo, sentía que conocía muy poco de mi propia cuna. ¿Ansem el sabio, informes sobre el corazón? Me mantuve callado durante el trayecto hacia el pueblo, parte sufriendo un espasmo cerebral que me atenía de reaccionar a la situación, y otra tratando de procesar todo lo que contaba Braig. No sabía si mis memorias difusas sabían algo sobre aquel sabio, que ahora lucía un ícono de Vergel, pero yo...Yo no lograba recordarlo, cegado por la memoria de mis pérdidas y mi sendero lustrado por la llave-espada. 

-Eh, esto...Juris, perdona por calarte tanto con preguntas, pero...-Le hablé al joven tratando de no llamar la atención de nuestro guía, bajando el tono a casi que un susurro-¿Sabes si los viajes dimensionales pueden freírte los recuerdos? Porque yo no recuerdo nada de esto, ni siquiera...Ah, a duras penas recuerdo cosas de aquí, y no lo entiendo. 

Pero la pregunta quedó flotando en el aire cuando intenté desesperadamente hallar una respuesta a todo lo que no entendía de mi llegada, los Sincorazón habían llegado para arruinar mis cuestiones. Un sudor frío recorrió mi frente al observarlos, no era miedo...Eran sencillamente malas memorias sobre ellos, sobre las sombras, ¡Todo lo que devoraron de mí antes de sacarme de mis casillas! Un flujo de desdén se apoderó de mi brazo con la figura de aquellos monstruos quebrados, y respirando tratando de controlar mis emociones, dediqué un gesto asintiendo a la alerta de Juris. 

-No hace falta que lo digas, esas asquerosidades van a pagar por interrumpirme-Dije a la par que adoptaba una postura de combate, convocando a mi llave-espada de un chispazo plateado que surgió de mis manos. La tomé del mango con la fuerza de un volcán, y la blandí con la intención única de exiliar a los sincorazón de la existencia. 

Los soldados que más cerca se encontraban iniciaron el asalto. El primero empezó a girar sobre si mismo, mientras que el de su lado derecho, fue corriendo, garras por delante, dispuesto a arañaros. Para cuando el segundo sincorazón se abalanzó con intención de arrancarle el corazón a Jace, este lo esquivó sin mucha dificultad. Había sido un ataque instintivo y muy predecible para el portador de la llave-espada. Por otro lado, el que estaba girando sobre si mismo había acabado de hacerlo, y con la inercia que eso le había provocado, se abalanza en contra del mismo muchacho, el cual no reacciona a tiempo debido a haber esquivado el primer ataque, recibiendo una dura patada del sincorazón.

-Cada cosa a su tiempo - le mencioné a Jace esperando que no hiciera más preguntas mientras dos de aquellos sincorazón fueron a atacarle a el. Aproveché la confusión para adelantarme al sincorazón más cercano y golpearle con un combo. Tres ataques fueron lo único que llegó a encajar pues los otros que intenté hacer los vió con facilidad.

Di un paso atrás para prepararme para lo que fuera que viniera a continuación

Juris inició su combinación de golpes, aunque las sombras parecían esquivarle facilmente, no obstante, consiguió atizar a uno de los sincorazón, el cual salió despedido hacia atrás con el golpe final del combo. La sombra había caido al suelo, pero con un ágil movimiento se impulsa con sus garras y se levanta, haciendole muecas al espadachín, mofándose de su ataque. Sin cesar en su empeño, la misma sombra se pone de puntillas y empieza a girar, como si de un bailarin de ballet se tratara. Durante el giro, se abalanza hacia su agresor, en pos de dañarle con una patada. Juris no puede esquivarle a tiempo y la sombra le aporrea con el pie, haciendole retroceder.

Por su parte, los demás sincorazón siguieron a sus compañeros en el asalto, atacando al que tuvieran más cerca con garras y patadas, además de alguna embestida con aquellos yelmos puntiagudos que portaban todos.

Por suerte, debido a sus ataques, algunas sombras quedaron al decubierto, y Jace estaba a punto de iniciar su ataque.

Braig por su parte, había recargado sus ballestas, pero una de las sombras consigue dañarle, haciendole retroceder, molesto ante el insulto recibido.

FIN ACTO 6

Luego de recibir la secuencia de ataques de los Sincorazón, un gesto de furia y desdén comienza a formularse en mi rostro, sintiendo el leve y patético dolor de sus patadas frenéticas. Sus gestos burlones, su desprecio por la vida, esa insaciable hambre que sienten por los corazones, todo ello se acumula en un enojo radiante que me hace abalanzarme sin pensar al burlón soldado que me había impactado de lleno con su patada frenética. Salto contra él llevando mi pesada llave-espada a dos manos, con la idea de descargar todo su peso en su rostro, pero mi primer ataque logra ser esquivado sin a penas problemas. Del enojo, vuelvo a atacar ondeando mi arma hacia su dirección, imprimiéndole una serie de golpes de mi arma lo suficientemente fuertes como para reducirlo a una mancha negra en el suelo. Traté de continuar con el ataque, tratando de abalanzarme usando el peso de la punta de mi arma como guía, pero en el proceso solo pude desviarme y fallar.