Partida Rol por web

AÑO: 201.

Estacion: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Dia: 16.

Desde la batalla de Fuerte Chuda Lombriz acude diariamente a entrenar, aunque suele hacerlo solo y principalmente en la zona destinada a arqueros. Lanza una y otra vez sus lanzas contra las dianas, a veces desde muy cerca, con mucha fuerza, a veces desde lejos, calculando como caen y corrigiendo la trayectoria. Durante estas situaciones hay quien le ha escuchado gritar. - Venceremos-, muy fuerte, lanzar dos lanzas a continuación y quedarse mirando la diana durante largos minutos sin hacer nada, con la vista puesta en un desierto vacío, "sin sol ni estrellas".

En la mañana Lombriz prueba un movimiento que lleva mucho tiempo rondándole en la cabeza y que ha cobrado forma mientras observaba a Peregrino luchar contra Campaña, un movimiento de combate que acabará con muchos enemigos. Escudo y una lanza en la mano izquierda; otra lanza agarrada en posición de ser lanzada en la mano derecha; distancia corta hasta la diana, tan solo diez metros; zancada larga para coger inercia antes de lanzar la lanza contra la diana; lanzamiento a la carrera; cambio de mano de la otra lanza durante la carrera; salto en el aire hacia adelante acompañado de una lanzada fuerte que estrella la lanza en el centro de la diana desde dos metros de altura; un auténtico desastre en la práctica, una parodia del movimiento que había construido en su cabeza. Otra vez mas: más errores. No consigue mecanizar el movimiento. Otra vez: se le cae la segunda lanza. Otra vez: trastabilla al intentar saltar. Otra vez:  empieza solo con una lanza, ha olvidado coger la segunda con la mano del escudo. Otra vez: falla la lanzada. Otra vez: falla el lanzamiento. Otra vez: nada. Otra vez: nada. Nada. Nada. -Venceremos- grita. Michou es atravesado por dos lanzas, una y otra y otra vez. Cien veces la misma imagen. Se queda ensimismado en su desierto, alrededor de ese oasis, ese recuerdo.

Pasa mucho rato. Algunos hermanos entrenan cerca de Lombriz. Peregrino está entre ellos. No es fuerte, pero golpea en sitios que Lombriz no conoce y tumba gigantes como Campaña. Para con su espada cualquier golpe, no le abaten. Peregrino no es como Lombriz, es pequeño y rápido, Lombriz es alto y fuerte. Pero Lombriz es casi tan rápido como Peregrino. Peregrino lucha con espada ritual, muy mortífera. Lombriz usa lanzas, lanzas cortas con punta de acero que puede lanzar y terminar un combate antes de empezar. Y Lombriz usa escudo, pequeño y ligero, pero muy versatil. Lombriz es un buen guerrero, pero Lombriz quiere aprender a moverse como Peregrino. Peregrino es ágil y es maestro de la guerra, Lombriz es solo guerrero. Lombriz tiene que aprender de Peregrino. Observa como se impone al resto de hermanos en combate: inmóvil como una roca; rápido y fugaz en el asalto.

-Peregrino, quiero aprender de ti, hermano- Lombriz le habla casi al oido y desde muy cerca, pillando a Peregrino desprevenido. Nadie se fija en Lombriz, aunque Lombriz no lo sabe. Le habla tan cerca porque no quiere que otros hermanos escuchen sus palabras. -Haré lo que me pidas. -

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 18.

Mi entrenamiento matutino transcurre con normalidad mientras muchos de los Hermanos también lo hacen. Mis movimientos son tranquilos cuando empuño mi arma mi katana, para practicar las técnicas que me fueron enseñadas hace tanto tiempo ya en el delta del río. El peso real del arma es algo relevante al momento de blandirla pues me ayuda a saber donde estará el filo en cada momento.

De pronto, alguien se acerca a mí y me habla. Es uno de los campamenteros, no recuerdo bien su nombre. Le he visto entrenar, lo hace solo e intenta desarrollar alguna clase de técnica con las lanzas. No soy muy experto en el uso de esas armas pero si tengo claro que no son lo más versátil que hay. Son una clase de invento simplificado, un armamento de gente simplona.

"Supongo que es lo apropiado para los K'Hlata. Son primitivos y simplones así que supongo que esa es su arma apropiada."

Le miro de frente y veo que parece decidido a mejorar. También parece, no sé bien el por qué, tener una disposición positiva hacia mi persona y mi técnica. No sé qué tan compatibles sean nuestros estilos de combate pero supongo que puedo ayudarle un poco a mejorar. Al fin y al cabo, somos todos miembros de La Compañía y su habilidad podría salvarme la vida un día.

Asiento a sus palabras y envaino mi katana para luego sacar de mi espalda mi katana de entrenamiento y alejarme de él unos treinta metros para quedarme mirándolo de frente, listo para demostrarle como lucho y tantear como lo hace él.

Los días se sucedían con lentitud, arrastrándose, como si la explosión de actividad que había resultado en la reconquista de los territorios de Cho'n Delor hubiera dejado agotado al mismísimo Tiempo. Demasiada tranquilidad. Demasiada rutina.

Uro visitaba el campo de entrenamiento con asiduidad, machacando los muñecos de paja con la ira de un Titán. Sin ninguna herida tras la toma de Fuerte Chuda, el salvaje guerrero se dejaba llevar por la sed de sangre que ardía en su interior. Sin piedad y sin tregua, lanzaba machetazos y mandobles hasta que los abultados músculos de los brazos le dolían. Ah... el placer del dolor... Gruesas gotas de sudor perlaban su frente, deslizándose por su rostro hasta perderse en las comisuras de los labios. Su sabor salado recordaba al Elegido de la Diosa el mismo sabor férreo de la sangre de sus enemigos, que había salpicado su cara durante la batalla. Muchos fueron los que pudieron observar la tremenda figura del antiguo Cazador de Cabezas apoyado en una de las armas de entrenamiento y con una rodilla en tierra, cubierto de sudor y aún jadeante por las horas de intenso ejercicio, contemplando el horizonte con una sonrisa leonina en ese rostro tallado en obsidiana.

Hay caras que no están hechas para expresar alegría, y la mueca de regocijo que se dibujaba durante esos instantes en la faz del enorme k'hlata hacía que un escalofrío recorriera la espalda de los desafortunados que llegaban a contemplarla.

AÑO: 201.

Estación: Primavera.

Mes: Sexto (Tercero de la Primavera). Mes del Castor.

Día: 18.

Lombriz se queda perplejo mientras observa a Peregrino alejarse. Tarda varios segundos en reaccionar mínimamente. Primero se acerca a recoger corriendo a dos lanzas de entrenamiento, con punta roma de madera. Torpemente adopta la posición inicial del movimiento que lleva unos días practicando, una lanza en la mano del escudo y la otra en posición de lanzamiento. Pero estas lanzas son de entrenamiento, no están bien compensadas para lanzarse, y Peregrino está demasiado lejos para que el lanzamiento sea preciso.

Demasiados pensamientos en una situación de combate para la mente de Lombriz. Cuando quiere reaccionar ya está corriendo a la carrera con el brazo derecho avanzando desde atrás, la muñeca dándo el último latigazo para que el tiro gane potencia y la mano abriendose suevente pata liberar la lanza. En un par de segundos estará enfrentándose cuerpo a cuerpo contra el letal guerrero.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Séptimo (Primero del Verano). Mes de la Arena.

Día: 13.

Lugar: Zona de Entrenamiento de la Compañía Negra

CERCA DEL ANOCHECER

Estaba hecho. León Anciano había determinado finalmente ese mismo mediodía que al término de una semana, al que hiciese día veinte, saldrían de cacería. Y se notaba oxidado. Sus ancianos musculos no eran ya lo que eran, y pese a que debido al gran cazador que fue en juventud podía aún correr y disparar con el arco, no se sentía en absoluto en condiciones de llevar a cabo un combate mano a mano.

Pero de nuevo, aquella versión de si mismo agotada y anciana se desvaneció tan pronto como vio a la bestia que era Uro, golpeando con la espada de entrenamiento a los muñecos de prácticas. Había ido al campamento de entrenamiento para practicar con el arco, que reposaba a su espalda, y quizá algunos tiros de lanza, la cual llevaba a modo de bastón. Y todo aquel plan de entrenamiento disuelto en unos segundos.

Desde su posición tenía una estupenda vista de los movimientos de Uro. Y se le ocurrían algunas formas de evitarlos, por lo que, inconsciente, se olvidó de su avanzada edad y pensó que, sabiendo la teoría su cuerpo podría dominar la práctica; una dura practica que pocos en la compañía podían superar. Clavó la lanza corta en el suelo y recostó el arco en la valla que le separaba de la zona donde Uro aplastaba al pobre muñeco.

Caminó lentamente hacia la caja de las armas de entrenamiento, y tras pensarlo un poco eligió un mandoble de madera. Le recordaba en cierto modo al que en su día hubiese usado Attar, aunque realmente no se parecía en nada a este. Recordó al joven usando en sus primeras sesiones de entrenamiento cómo recluta espadas de madera similares a aquella.

-Uro.- Enunció el hombre, haciendo saber al anciano su presencia -Te he visto entrenando... Creo que deberías practicar contra algo que pueda defenderse. Y yo necesito poner en movimiento este cuerpo viejo.

Y en aquel sempiterno momento, en el que esperaba frente al colosal titán por una aprobación para llevar a cabo el amistoso combate, se recordó a si mismo a un prosopopéyico Vieja Gloria, a punto de vencer en un mano a mano al bestial Campaña. Y también recordó que Vieja Gloria nunca logró repetir su hazaña.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Séptimo (Primero del Verano). Mes de la Arena.

Día: 13.

Lugar: Zona de Entrenamiento de la Compañía Negra

CERCA DEL ANOCHECER

La cascada voz de León Anciano arrancó a Uro de la ciega furia que descargaba sin pausa sobre los muñecos de entrenamiento. El Cazador de Cabezas volvió la mirada hacia el viejo León Hambriento, posando los verdes ojos sobre la figura del Campamentero. Por unos segundos solo el viento de la planicie respondió al reto de León Anciano, mientras el bestial Uro hacía esfuerzos por calmar su agitada respiración. El rostro del Elegido de la Diosa estaba deformado por una mueca de fiera violencia. Demasiado tiempo sin derramar sangre. Demasiado tiempo sin satisfacer la sed de muerte de su inclemente deidad. Alguien debía pagar por ello.

No hubo respuesta para las palabras del viejo León. Solo el impacto de los pasos del Cazador de Cabezas lanzándose al ataque.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Séptimo (Primero del Verano). Mes de la Arena.

Día: 13.

Lugar: Zona de Entrenamiento de la Compañía Negra

CERCA DEL ANOCHECER

Durante demasiado tiempo había estado tendido en la tienda de los heridos dándole vueltas a la cabeza, repasando recuerdos, emociones, sentimientos, dudas, errores y aciertos en una espiral de pensamientos que no parecía querer conducir a ninguna parte. Hastiado de permanecer inmóvil, sintiendo ya que podía empezar a moverse, aunque no sin cautela, con la venda aún adornando su torso en el que la violácea contusión era ahora menos patente, incapaz de conciliar el sueño en su tienda tras haberse acostumbrado al ruido de fondo de las respiraciones, toses y, en ocasiones, aullidos, de sus compañeros, de sus camaradas de compañía a los que aún estaba aprendiendo a conocer, caminaba despacio, sin rumbo aparente, hasta que escuchó voces a las que se acercó con curiosidad.

Por un instante, pensó en advertir a León Anciano de las desagradables consecuencias que podía tener, ¡no!, que sin duda tendría, llevar a cabo la idea que tenía en mente, pero no tuvo tiempo. Había compartido el suficiente tiempo con Uro como para saber que era hombre de pocas palabras y demasiados hechos. El anciano k'hlata era, o un hombre muy valiente, o un viejo cansado de vivir. Incapaz de hacer nada más, debido a su frágil estado, Reyezuelo se limitó a contemplar, con cierto preventivo pesar, el desarrollo de la desigual lucha.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Séptimo (Primero del Verano). Mes de la Arena.

Día: 13.

Lugar: Zona de Entrenamiento de la Compañía Negra

CERCA DEL ANOCHECER

Las tareas en la tienda de los heridos comenzaban a ser tediosas para algunos miembros de la Compañía, pero yo, sin embargo, he encontrado cierto placer en ver como se iba vaciando poco a poco. Ese día, cerca de la caída del sol, me entretuve cerca del campo de entrenamiento para poder ir observando los movimientos de mis hermanos. Estaba deseosa de aprender nuevas técnicas que me hiciesen mejor, y ese era el lugar indicado.

Observé como siempre a Uro, que golpeaba con la furia de un gigante a base de mandoblazos los monigotes de paja hasta hacerlos añicos. Envidiaba la fuerza que poseía, pero a la vez le mostraba un irreverente respeto, ¿o podría decirse que era miedo?. No sé exactamente cuanto tiempo estuve mirando, pero la voz de León Anciano me sacó de mi ensimismamiento. 

Observé con horror como el viejo le proponía a Uro entrenar con él, y como éste, sin media palabra, se dirigía hacia él con paso feroz. Mi boca no emitió ningún sonido, pero mis músculos se paralizaron en el instante ante el espectáculo que iba a acontecer en esos momentos. Observé sin hacer ningún movimiento salvo abrir mucho los ojos y una ligera mueca de pánico. No envidiaba el pellejo de León Anciano, aunque algo en mí me decía que esa pelea sería algo digno de verse.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Séptimo (Primero del Verano). Mes de la Arena.

Día: 13.

Lugar: Zona de Entrenamiento de la Compañía Negra

CERCA DEL ANOCHECER

Acababa de terminar de revisar sus cebaderos, había decidido entrenar todos los días al anochecer cuando el calor daba tregua. Llevaba su lanza a dos manos, tenía pensado entrenar movimientos suaves y precisos... Cuando quieres precisión, golpea lento como si pesará mucho... Al llegar observó que Belleza y Reyezuelo parecía observar algo con cierto interés.

Con fascinación observó como Uro se lanzaba de forma frenética contra León Anciano. Parecía que el titánico gigante de ebano tenía todas las de vencer, pero nunca hay que menospreciar la sabiduría de un guerrero viejo. Se apoyó en su lanza pesada mirando con poco interés. No le gustaba nada el cariz de las cosas, Uro parecía demasiado decidido como para ser un entrenamiento.

-En algún momento alguien debería parar esto... No es bueno que le facilitemos el trabajo a los fantasmas matandonos entre nosotros. Dijo sin dirigirse a nadie en concreto. Pensó en acercarse y hacer tropezar a Uro con el asta de su lanza, decidió que intervendría si todo se desbocaba.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Séptimo (Primero del Verano). Mes de la Arena.

Día: 13.

Lugar: Zona de Entrenamiento de la Compañía Negra

CERCA DEL ANOCHECER

Astado vió a varios guerreros en el campo de entrenamiento, no pensaba que habría tanta gente, y menos que serían aquellos. Vino por la noche pensando que tendría menos gente. La verdad es que con tanto tiempo sin un entrenamiento serio estaba excesivamente oxidado y no quería hacer el ridiculo. Tras observar a alguno de sus hermanos se acercó a los estafernos y empezó a imitarles, con golpes algo timidos, y poco a poco cogiendo más confianza, recordando los entrenamientos con el Sargento infernal.

- Creo que ambos podéis mover 6 casillas por Acción de Movimiento. Empezáis con las armas que digáis ya desenvainadas y preparadas.

- León Anciano tiene la iniciativa.

Estamos a 20 casillas, ¿no? Siendo así, me desplazo 6 casillas y me mantengo a 14 de Uro, esperando más acercamiento por parte de él.

Acción de Movimiento: Me muevo 6 casillas hacia Lombriz.

Acción de Movimiento: Me muevo otras 6 casillas hacia Lombriz.

Acción Gratuita: Designo a Lombriz como objetivo de mis dos Esquivas.

Cargo contra León Anciano. En otras circunstancias, sería más precavido, pero Uro está ansioso por combatir y la frustración de no entrar en combate le ha sumido en un estado de nerviosismo rayando el paroxismo. Mi movimiento base es seis casillas, pero mi dote Movimiento rápido añade dos casillas a mi base si voy sin armadura o con armadura ligera o media, que es la que lleva siempre Uro. Así pues, mi movimiento base pasa a ser ocho casillas y mi carga puede llegar hasta las 16 casillas.

Con mi dote Esquiva designo a León Anciano como objetivo, así que tendré un +1 a la CA contra sus ataques.

Ataco con un machete de entrenamiento, embrazando un escudo. Uso el daño de machete normal, porque no sé qué daño hace uno de madera...

Pues teniendo en cuenta la trementa hostia que me han soltado, León Anciano no podrá resistir el siguiente golpe. Aun así, se mantiene frente a ti y lanza un mandoble que falla estrepitosamente. Supongo que lo paras con el escudo o algo. Así que el anciano aguanta con estoicismo frente a Uro, sabiendose derrotado pero dispuesto a aguantar hasta el final.

Acción de Movimiento: avanzo seis casillas hacia Perergrino 10(+5)=15

Acción de combate: Lanzo una lanza desde la segunda casilla

Gasto punto de acción: cojer la lanza con la mano diestra para golpear a Peregrino en el siguiente turno de acción.

Lo has hecho perfecto. Cada asalto se puede hacer una Acción Estándar (la acción de ataque que has declarado), una Acción de Movimiento y varias Acciones Gratuitas (a discreción del DM cuantas puedes hacer). También puedes hacer en vez de la Acción Estándar y la de Movimiento una Acción de Asalto Completo.

No has logrado golpearme. Mi CA contra ti en este momento es 18.

Te recomendaría no gastar Puntos de Acción en un entrenamiento, son realmente valiosos cuando pueden salvarte la vida. XD

Acción de Movimiento: Avanzo las dos casillas que nos separan.

Acción Estándar: Ataco a Lombriz utilizando Pericia en Combate 3: Impacto a un 12 para 12 Puntos de Daño.