Partida Rol por web

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, al alba

Siempre rondaba por la zona de entrenamientos, siempre permanecía atento a los combates que algunos de sus compañeros realizaban, buscaba fijarse y aprender de ellos. En esta ocasión el combate entre Cielo y Derviche parecía haber llamado mucho la atención de sus compañeros. Silencioso como de costumbre se sentó cerca de la zona de combate y se dispuso a ver como sucedía todo aquello. Últimamente no había ningún combate interesante por allí.

AÑO: 201.

Mes: Octavo (Segundo del verano). Mes de la Cebra

Dia: 3, por la noche

Una vez más, recibió un golpe de Derviche, parecía estar disfrutando del combate y querer alargarlo, exactamente como Odio.

Pensándolo fríamente, el K'Hlata recordaba pocos momentos tan agradables como aquel en su estancia en la duodécima.

Dos guerreros, luchando, cubiertos por la oscuridad y frescura de la noche.

Lanzó una nueva estocada, de baja intensidad, que logró golpear a su oponente de nuevo, la cual parecía sonreír en lugar de dolerse - Tendré que darle más fuerte a la próxima - una pequeña sonrisa amenazaba con asomar en la comisura de los labios de Odio, pero la falta de costumbre hizo que no torciera el gesto.

AÑO: 201.

Mes: Octavo (Segundo del verano). Mes de la Cebra.

Día: 3, por la noche.

El siguiente ataque de Odio le impactó en la mano de manera dolorosa, por lo que su siguiente ataque no fue para nada preciso. Le estaba quedando claro que su compañero sabía donde y como golpear para inutilizar los ataques del rival.

- Me gusta como se está poniendo la noche. - Comentó con una sonrisa malévola.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO)

DÍA: 16

MEDIO DÍA

Parece que la técnica de Odio estaba resultando, pero empezaba a marcharse, sentía como las fuerzas empezaban a abandonarle, cada golpe de Loor mellaba más su resistencia que el anterior, empezaba a notar como la ira ocupaba sus pensamientos, todo lo que había pasado entre ambos, el dolor, las palabras. El K'Hlata no quería perder, se había convencido de que Loor era superior, de que era casi imposible que venciera, pero llegado el momento no podía simplemente renunciar a la victoria.

La ira amenazaba con invadir la mente de Odio, que luchaba por mantener el control pese al daño recibido.

Una vez más, levantó bien el escudo, recuperando la posición, volvió a mirar a Loor  a los ojos y descargó un nuevo golpe hacia su mentora, pero la fatiga acumulada, y la contención necesaria para no estallar de ira, hizo que el golpe fuese algo mediocre y fácil de evitar por la seguidora de la Diosa.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO)

DÍA: 16

MEDIO DÍA

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: PRIMERO (MES DE LA CABEZA CORTADA, PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 4

Mientras el resto de Hermanos lanzaba una mirada hacia la vociferante Jaguar, apartándose de la alocada carrera que la dirigía hacia Uro como si de una saeta negra se tratara, el Ungido alzó su escudo y apenas avanzó un par de pasos, esperando paciente la carga enfurecida de su rival. No era la primera ocasión en que el Cazador de Cabezas y la fanática campamentera se enfrentaban en el campo de entrenamiento, pero la rabia que destilaba la mujer hacía que los soldados que habían estado entrenando, dejaran de hacerlo para contemplar el inminente choque.

Una lluvia de golpes cayó sobre el Guerrero de la Diosa, arreciando a cada instante y amenazando con superarle. La Jaguar era una avalancha de frenesí desatado que logró colar varias de sus devastadoras estocadas sobre el cuerpo del Hostigador. Sin embargo, Uro encajaba los mandobles con sordos gruñidos, respondiendo a su vez con sablazos de su espada de madera que dejaban oscuros verdugones en la piel de su oponente. Nada parecía detener la contienda, como si los dos soldados fueran gólems de granito, incapaces de sentir dolor o de desfallecer.

Los alaridos dieron paso a los gruñidos y, estos, a los jadeos. Los pasos que al inicio eran decididos y medidos, se convirtieron poco a poco en movimientos vacilantes, bajas ya las defensas, como si los dos combatientes difrutaran de recibir los demoledores ataques de su adversario. Un último golpe de la Jaguar fue detenido casi sin querer por el escudo del Ungido, astillado ya y repleto de abolladuras. La respuesta de Uro fue un seco tajo en medio del pecho de Derviche, que cayó redonda al suelo como un muñeco de paja azotado por el viento. El Cazador de Cabezas se derrumbó, posando una rodilla en el polvoriento suelo del campo de entrenamiento con la respiración entrecortada.

Unos latidos después, el imponente salvaje dejó caer sus armas de madera y tomó a la mujer como un fardo, cargándosela al hombro y abandonando el lugar del violento enfrentamiento en dirección a la tienda de los heridos.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, al alba

La imponente masa del Ungido apareció en el campo de entrenamiento como cada mañana, royendo todavía un chusco de pan duro como desayuno. La aglomeración de soldados le pareció extraña, más teniendo en cuenta que buena parte de ellos ni siquiera parecían estar entrenando. Las espaldas de los soldados agrupados ocultaban algo que estaba sucediendo en la arena. ¿Otro de esos patéticos combates a primera sangre? El Ungido despreciaba a los estúpidos que se batían a solo un golpe. Victoria solo ser posible si adversario caer, solía pensar el Cazador de Cabezas, Uro todavía poder matar aunque enemigo cortar un brazo...

Sin contemplación alguna, el Ungido apartó a un lado a dos de los infantes, abriéndose paso para poder descubrir qué era lo que tanto revuelo estaba creando. Justo en ese instante pudo distinguir a Derviche lanzándose a fondo contra otro miembro del Pelotón de Infantería, ese k'hlata que siempre andaba cubierto de pinturas. El choque fue rápido y feroz, pero la velocidad y la furia de la Jaguar no era algo desconocido para el Cazador de Cabezas. Lo que le sorprendió fue ver cómo las azuladas pinturas del infante se teñían con el rojo brillante de la sangre. ¡Combatir a muerte!, aulló una voz en la mente del Ungido.

— ¡Diosa exigir tributo! —rugió sin pensarlo, alzando un puño en alto para hacer saber a Derviche que el Guerrero de la Diosa estaba ahí para contemplar su combate.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, al alba

A pesar de lo indicado a Derviche, Guepardo contempló como el combate se recrudecía. Observó la tormenta de ataques de la campamentera contra el infante, de manera vertiginosa, hiriéndole en varios sitios. Cielo trataba de contraatacar, pero por cada golpe que el hombre lanzaba la mujer respondía con tres. 

Negó con la cabeza, viendo que aquello podía no acabar bien y avanzó hacia los combatientes, aferrando su lanza con fuerza y posicionándose en el círculo de espectadores más próximo a los contendientes. No se dio cuenta, pero los había rebasado levemente.

Observó con tensión el desenlace.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO)

DÍA: 16

MEDIO DÍA

Lo inevitable había llegado, por mucho que hubiera frenado los ataques de Loor, su abrumadora superioridad terminó por superar las defensas del K'Hlata. En un último golpe, notó como la consciencia abandonaba su cuerpo, y sólo acertó a murmurar un lacónico - Entréname -  mientras su cuerpo se desplomaba en el campo de entrenamiento, levantando una gran nube de polvo, debido a la gran masa del campamentero.

Había necesitado llegar a la inconsciencia para lograr decirle a su mentora lo que de verdad sentía, pero era Odio, él funcionaba así.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, al alba.

Al otro lado del combate, Loor y Niña de Oro observaban intranquilas el devenir del violento duelo. Un crujir metálico, acompañado de un gemido lastimero, les hizo volver la mirada. Keropis se acercaba a su posición, con su esclava precediéndole. La muchacha tenía uno de sus escuálidos brazos avanzado y se dirigía a Niña de Oro como si quisiera posar la mano en el rostro de la joven k'hlata. El ermitaño dio un seco tirón a la cadena que la esclava llevaba anclada en la base de su máscara, evitando que llegara a haber contacto alguno.

Al alzar la mirada y atisbar por encima de las dos mujeres, el eremita pudo contemplar la batalla que se estaba librando. Un soldado se había despegado del resto de los espectadores, lanza en mano: Guepardo, el Hostigador eunuco. Keropis soltó la cadena y se abrió paso, adentrándose en la arena y desenvainando su extraña espada curva. Sus llameantes ojos verdes se clavaban en el soldado, amenazantes.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, al alba

- Keropis. Guepardo es un hermano de la Compañía. Nadie interferirá mientras se sigan las normas de la misma.

Mientras habla Loor sigue mirando el combate. Hay, sin embargo, preocupación en su rostro.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO)

DÍA: 16

MEDIO DÍA

El cansancio, finalmente, había hecho mella en Odio. Sin dudar un instante, Loor había lanzado un nuevo golpe que acertó al guerrero en su abdomen, robándole el aire, y tumbándolo, inconsciente. Aún así el guerrero se las arregló para musitar que lo entrenara.

Loor no pudo menor que sonreír. Tras acercarse un segundo al cuerpo caído, lo bastante como para comprobar que respiraba y no sangraba, tomó un paño y lo mojó con agua. Tras esto se agachó y limpió la cara de Odio con agua, esperando hasta que el frescor lo espabilara. 

- Ha sido un buen combate, hermano. Eres explosivo, y mucho más resistente. He visto sin embargo algunos errores en tus movimientos. ¿Estás dispuesto a escucharlos un rato y atenderme? 

No había enfado ni molestia alguna en las palabras de Loor.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, al alba

Preocupado había acudido junto al resto de sus compañeros a aquel duelo en el que iba a participar su hermano Cielo. Se colocó serio detrás de la posición inicial en la que el infante iba a iniciar el combate. Estaba serio y miraba fijamente a ambos contendientes. No pensaba que aquella fuera la mejor manera de solucionar las diferencias entre ellos, pero si que había parecido la única finalmente. Con su escudo en el brazo parecía que estaba en una de las formaciones que a veces practicaban, solamente que sostenía la lanza al revés.
Permaneció ajeno a todo el tumulto que se estaba formando alrededor de la lucha con los ojos fijos en ambos contendientes.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (Tercer mes, último del invierno).

DÍA: 16, al alba.

Manta tenía una semana de haberse recuperado por completo de la herida sufrida en el entrenamiento con Caracabra y había aprovechado esa semana para recuperar la forma física, antes de volver a enfrentarse a su compañero de pelotón. Antes de amanecer, como era costumbre, salió a hacer su rutina diaria para calentar, y luego, esperó a Caracabra a la salida del sol, como habían convenido el día anterior. 

Esta vez Manta tendría más en preocupación su propia seguridad, pues apareció vestido con una cota de mallas, y su escudo, además de la espada larga de entrenamiento. 

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, al alba

No le importaba nada, ni la gente allí congregada, ni las repercusiones por romper las normas del duelo, tan solo quería comerse el corazón de Cielo mientras latía, arrancado de su pecho. La lanza del infante le perforó la pierna.

-YAAAAARGGGGG- Gritó como una bestia salvaje y ancestral, no por el dolor, si no por la lacra de que aquel indigno hubiese mancillado su piel.

No importó, retrasó la pierna herida para sacarse la punta del arma de Cielo y a continuación dio un paso rapidísimo, lo cual le permitió meterse en la guardia del infante, y clavarle la punta de su cimitarra izquierda en el vientre. Apenas medio centímetro en el musculado torso de Cielo, aquello era solo un rasguño para su contrincante...

Lentamente hundió la cimitarra en la carne de su oponente, traspasando cada vez mas carne y piel, mientras lo miraba con sus ojos dementes a un palmo de distancia de los suyos. Su sonrisa era una máscara de crueldad y maldad extrema. Mientras contemplaba los ojos del infante, alzó su cimitarra derecha para darle el golpe de gracia, el que le cortaría el cuello y la vida. La cimitarra estaba en lo mas alto, preparada para caer sobre una nueva vícitma.

Entonces paró. El brillo de sus ojos se esfumó, bajó una cimitarra, y sacó la otra del vientre de Cielo. La sonrisa de crueldad extrema se había esfumado.

-Tres, perdiste- Dijo en primera instancia.

-Tienes valor, la próxima vez que me molesteis tú o Grito, os corto la lengua y os quito la vida-

Se dio media vuelta, para mirar al eunuco, el cual había osado al menos de pensamiento, deshonrar el duelo.

-GUEPARDO-

-ESTO ES UN DUELO RESUELTO- Y un empate no lo era, el eunuco debería entenderlo, ella jamás olvidaba y menos aun perdonaba.

Envainó la cimitarra izquierda, y con los dedos, retiró parte de la sangre de Cielo de la otra,  y se hizo dos rayas nuevas en la cara, solo había un significado posible. 'Sacrificio'.

Entonces, cuando se dispuso a marcharse, con las armas envainadas, el cuerpo le falló, y comenzó a dar tumbos a la vez que andaba, pasos erráticos hacia Loor y Niña de Oro, si es que las manchas borrosas que veía eran ellas.

Había vencido, y restituido su honor. Lo demás no importaba.

Renqueando y casi a punto de caerse, caminó hasta las chicas de su pelotón.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, al alba

Vi los ojos de Derviche, sus ansias de sangre, su deseo de acabar con el infante. Y, sin embargo, igual que estaba allí, se esfumó. Así, en un momento estaba y al instante ya no.

Loor a la Diosa. Gracias por esta muestra de poder, gracias por ayudar a nuestra hermana a ganar, y gracias por no permitir que tus enemigos se adueñaran de su mente. Loor a la diosa, grande y poderosa, la más grande de todos los dioses.

Veo que Derviche se acerca en nuestra dirección, y me adelanto corriendo. Le ofrezco mí hombro para ayudarle a caminar, mientras en la otra mano llevo mi báculo y lo uso para compensar el cuerpo. Tendremos que ir a la tienda de heridos para que descanses y te miren la herida de la pierna. Me dirijo en esa dirección.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CABEZA CORTADA (PRIMERO DEL INVIERNO).

DÍA: 15, al alba

Tal y como había prometido, había asistido. Portaba con él unas parihuelas. Un combate a tres sangres lo exigía. Se mantuvo en segunda fila, atento a todo pero aparentemente invisible. Todo fue rápido. Quizá en exceso. Dudaba que tal rapidez se extrapolara a la resolución del conflicto, pero era un paso.

Derviche trastabilló. La herida de su pierna exigía su propio tributo y conforme se acercaba a Loor y Niña de Oro él avanzó a su vez arrastrando las parihuelas.

Cuando alcanzó a Niña de Oro, puso una mano en su hombro. Con la otra hizo un gesto a Loor para que se acercara.

-Ayúdame a tumbarla en las parihuelas, Niña de Oro. Loor, ambos la llevaremos a la tienda de heridos -ordenó. Entonces, acuclillado junto a Derviche, le susurró algo.