Partida Rol por web

Analista asiente escuchando las palabras de Lengua Negra.

- "La mujer que acabó con la vida de Peregrino era Segadora." - Especificó el hombre. Miró en dirección al Sargento Virote. - "Tenemos su cabeza y su espada." -

El líder del pelotón que perseguía a la fugitiva toma la palabra:

- "Hace dos meses que Portaestandarte y nosotros nos dividimos. Él y su grupo darían caza al Último Inmortal, y nosotros a la Segadora." - Explica. - "Llevábamos más de una semana acortando distancias, acosándola. Pero siempre iba unos pasos por delante nuestro. Si no hubiera sido por Campaña y Peregrino no les habríamos dado alcance. Pero cuando llegamos nosotros ya era tarde." - Añade en un tono más bajo. Lamenta la muerte de Peregrino.

- "Hay que levantar el ánimo de la tropa." - Indica Analista.

- "Muéstrales el rostro de su enemiga. Aquella que acabó con la vida de Peregrino pero que sufrió la justa venganza de Campaña."- Ordena al Sargento Virote.

Éste sale de la sala tras asentir.

- "Vosotros." - Añade fijándose en el Cabo Mostaza y la Cabo Diana. - "Avisad y que se encarguen de preparar un funeral para Peregrino."- 

Ambos oficiales saludan y se retiran también de la Tienda, dejando de nuevo a Lengua Negra a solas con Analista.

A solas ambos dos, Lengua Negra se dispuso a hablar.

-Esto va a tener consecuencias. Dudo que el enemigo permanezca sin reaccionar ante la muerte de Segadora. En cuanto a la cabeza, procuraría que no se corrompiera. Conservarla en aceite y esgrimirla en el adecuado momento puede ser nuestro mejor estandarte.

Analista se deja caer sobre una silla. Quizá lleva demasiadas noticias últimamente. Demasiadas emociones.

- "Si Portaestandarte y su grupo acaban con el Último Inmortal, no quedarían fuerzas del Triplete, ni héroes o paladines suyos merodeando por nuestros territorios. No tendríamos que temer cortes en los suministros o ataques por la retaguardia. Tan sólo quedaría su maldita fortaleza. Y si conseguimos que rabien lo suficiente como para salir de esa inexpugnable fortaleza, quizá tengamos una oportunidad de irlos matando sin que tengan esos enormes muros para protegerles." - Explicó.

- "Querrán tomar represalias... pero confío en que no puedan hacer mucho. Permaneceremos juntos en la medida en que podamos. Trataré de que nos reunamos con el nuevo Teniente y con Portaestandarte, aunque sea en Cho'n Delor, y que juntos decidamos cómo proceder. Ve pensando en ello, todo lo que se te ocurra será bienvenido." -

Agitó una mano, cansado. Parecía como si quisiera acabar pronto la conversación. - "Intentad animar a la tropa. Que suba su moral. No necesitamos que ahora anden pensando en los caídos, o que se hundan con funestos pensamientos de enemigos capaces de hacer caer a gente hábil como Peregrino..." -

- "La idea de conservar la cabeza de Segadora no es la que más me agrada pero es buena, lo reconozco." - Admitió el hombre que de repente parecía haber envejecido unas décadas. - "Te haré caso." -

-Hablaré como lo haría Ponzoña. Si un búfalo se enfrenta a una jauría de licaones, ganarán los licaones. Eran demasiados y ellos eran solo dos, por no decir que se enfrentaron a enemigos poderosos. No permitiré que nadie caiga en el desánimo entre mis hombres. Más bien al contrario. Que pienses que un día ellos pueden ser quienes maten a la Segadora de turno y que la muerte de Peregrino no es algo que deba quedar sin su justo castigo, porque la Compañía vela por sus hombres, vivos o muertos -dijo Lengua Negra-. Respecto a lo que hará el enemigo, lo ignoro. Todo se basa en hipótesis. Ojalá podamos asegurar esa retaguardia que mencionas aunque dudo que nadie vaya a salir de la fortaleza, especialmente si su posición se ha visto debilitada en cuanto a miembros del Triplete. Aun así, ya sabemos que cuando cortas una cabeza, pueden aparecer dos nuevas. No obstante, y en aras de cierta prudencia, reforzaría las guardias en el Campamento. Hay un último tema. Campaña llegó a lomos de una extraña criatura de gran tamaño y aparentemente dócil. Si Campaña pudo manejarla, podría hacerlo cualquiera en principio. Me gustaría saber si nuestros patronos conocen algo de dicha criatura, cómo domesticarla, de qué se alimenta, qué cuidados necesita y de dónde es originaria. Verás, su fortaleza parece grande y quizá podría ser un elemento inesperadamente ventajoso para nosotros de cara a transportar armas de asedio, armas que por otra parte estaría bien empezar a construir, mi querido mentor. ¿Cómo lo ves?

- "Está bien." - De nuevo el gesto cansado de Analista le hace parecer bastante abatido. Quizá sean las horas de escaso sueño, el cansancio acumulado, la preocupación por el estado del Capitán o todo a la vez. Quizá sea la edad, o quizá el peso de toda la responsabilidad que cae ahora sobre sus hombros. 

- "Que refuercen las guardias. Da la orden." - Conmina a su antiguo pupilo. - "Preguntaré a nuestros patronos todo lo que sepan sobre esa criatura y mandaré un emisario para incitar a los chondelorianos a que vayan construyendo todas las armas de asedio que puedan." - Explica.

Se lleva una mano a la cabeza como si le doliera, pero enseguida se recompone y vuelve a ponerse en pie.

- "Hay mucho que hacer." - Observa a Lengua Negra por si tuviera algo más que añadir. Ya le ha dado sus órdenes y no parece quedar ningún tema pendiente.

-Gracias por escucharme. Que tengas un buen día.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

Ponzoña entra deprisa y corriendo en la tienda de mando después de que Segundo Guardaespaldas le ceda el paso.

La entrada atropellada y sin anunciarse previamente pilla desprevenido a Analista que se encuentra escribiendo algo sentado en su mesa, cerca de la cama del Capitán, que sigue en su estado enfermizo y ojeroso. 

Sólo Guardaespaldas, que permanece junto al cabecero de la cama del Capitán parecía atento cuando Ponzoña ha entrado.

No hay nadie más presente.

Analista levanta la mirada alarmado y deja caer la pluma sobre la mesa sin ningún cuidado.

- "¿Qué ocurre?" - Pregunta al ver el rostro de Ponzoña.

-Ha llegado Piojillo. Al galope y en solitario -dijo sin mediar saludo alguno y el pecho levemente agitado por la carrera-. Ha advertido de un ataque por parte del grupo del Triplete del que huía. Una unidad a caballo. Once jinetes. Sicofante al no poder huir de ellos y para conseguir que Piojillo llegara a nuestro campamento para informar, se enfrentó a ellos. Fue herido y capturado -sus palabras eran rápidas aunque no atropelladas-. Lengua Negra me ordenó informar a Matagatos y al mando superior. Igualmente ha ordenado cerrar las puertas y que todo el mundo se arme ante un posible ataque inmediato. Le oí pedir al cabo Cortaplumas que informara si veían llegar a alguien pero no sé cuál ha sido su respuesta -obvió decir que había andado corriendo de un lado a otro. No tenía sentido ni era importante-. Hay algo más. Lombriz e Ikharus parece ser que fueron atacados también pero no hasta hace unos minutos no se ha sabido nada de ello, cuando Lombriz lo ha contado tras la llegada de Piojillo.

Acabado lo que tenía que decir, guardó silencio, inmóvil, el rostro tallado en piedra, a la espera de lo que Analista tuviera a bien ordenarle.

Analista asiente. Su rostro parece preocupado por las noticias. 

- "Que todos se preparen. A las armas. Si van a atacarnos hay que repeler ese ataque como sea. Ya se hablará más tarde con Ikharus y Lombriz." - El último nombre casi lo pronuncia de forma despectiva. - "Transmite mis órdenes Ponzoña. Lengua Negra ha obrado bien." -

El propio Analista se pone en pie y se dirige a hablar en voz baja con Guardaespaldas para concretar algunos detalles antes de salir al exterior de la tienda y sumarse a la defensa.

-Así lo haré, señor.

Tras aquello y un breve gesto de cabeza difícil de interpretar como un saludo marcial, Ponzoña salió de la tienda para cumplir las órdenes de Analista.

Lengua Negra entra en la Tienda de Mando. Dentro un silencio sepulcral reina. Su padre sigue luchando contra el veneno en la cama, mientras Guardaespaldas vigila su descanso.

No hay nadie más salvo Analista, que se encuentra de espaldas a Lengua Negra con las manos cruzadas a su espalda, la cabeza gacha y mirando sin realmente ver un pergamino sobre su escritorio.

Entró silenciosamente, como si fuera a velar a un muerto en lugar de hablar con un vivo. Contempló a Analista de espaldas y sintió su dolor, su vergüenza, su soledad. Conocía bien aquellas sensaciones, sabía lo que el hombre sufría. Sin duda, era una dura prueba a la que no debería haber sido sometido. Las palabras de Serpiente resonaban frescas en su cabeza, como si aquel diálogo habido hacía tiempo hubiera tenido lugar apenas hacía unos minutos.

-Analista, maestro -dijo en recordatorio de otros tiempos, más tranquilos, más apacibles-. Me gustaría hablar contigo. ¿Concederás a tu antiguo pupilo algo de tu tiempo?

- Claro. Pasa y toma asiento. - Responde una lacónica voz.

La figura de Analista se da media vuelta y ofrece a Lengua Negra la misma silla que él estaba usando junto al escritorio.

- Imagino por qué estás aquí. - Dice sin levantar demasiado la mirada, perdido en sus pensamientos. - Habla pues. -

Lengua Negra juraría no haber visto al anciano tan cansado en toda su vida.

-Quería saber cómo estabas después de lo ocurrido y si había algo que yo pudiera hacer. Llevas un peso demasiado grande sobre tus espaldas y quizá necesites hablar. Hablar con un amigo -dijo Lengua Negra. El resto de lo que tuviera que decir, si es que había algo, podía esperar.

- Estoy... - Agacha la mirada pensativo. - Cansado. - Dice volviendo a elevar la mirada.

- Me hago mayor para esto. - Niega con la cabeza. - Demasiado mayor. - Explica. - Lo noto en mis huesos. Ya no soy lo que era. Los años no pasan en balde, chico. -

Mira hacia al entrada de la tienda como si pudiera observar el exterior desde dentro. - Ya has visto lo que ha pasado ahí fuera. No soy tu padre. A él no le habría desobedecido ni uno sólo de los hombres. -

El rostro de Analista refleja cansancio. Cansancio y una profunda pena. - Quizás debería entregar el mando de la Compañía a la Sargento Vientos. - Si no le conociera bien, Lengua Negra diría que lo dice en serio, pero sabe que Analista bromea. - La Sargento Vientos desobedeció una orden. Era una jodida trampa y desobedeció una orden. Es una buena guerrera pero no es ninguna lumbrera. No sería un buen líder. No señor. - Continúa Analista.

- Y ahora... ¿qué he de hacer con ellos? - Pregunta mirando a Lengua Negra. - ¿Alguna idea? Por lo pronto todo el posible botín de la batalla irá al fondo de gastos generales de la Compañía. Nada para los pelotones ni para los hombres. - Dice con tono serio pero todavía cansado.

Escuchó y guardó un momento de silencio. Finalmente suspiró quedamente.

-¿Qué hacer? Lo mejor es no especular acerca de qué hubiera ocurrido o no si padre estuviera en pie. Simplemente hay hechos, realidades, y Capitán está postrado en esa cama sin poder hacer nada. Lo cierto es que ahí fuera el clima está revuelto. Quienes te desobedecieron esperan su castigo. Quienes te obedecieron esperan una reacción. Sea como sea, esconderse no es la solución -dijo Lengua Negra-. No seré yo quien te diga qué debes hacer. En su tiempo, cuando lideraba a los hostigadores tomé decisiones, acertadas o no, como las correspondientes a Sacorroto. Hubo un precio. Elevado. Pero también te diré que, pese a todo, no me arrepiento de lo que hice. Quizá a día de hoy actuaría de otro modo. Más inteligente. O quizá no.

Los dedos tamborilearon sobre la mesa, en un repiqueteo más pensativo que nervioso.

-Si me permites un consejo, sal de esta tienda. Que los hombres te vean, que sientan tu presencia. No necesitas tomar decisiones inmediatas. Haz que los infractores se sientan nerviosos, que mediten sobre sus propias acciones, que evalúen los resultados de lo que han hecho y que sean conscientes de que no hay acto sin respuesta. Capitán es Capitán, pero no es la Compañía sino un miembro de ella. Y en su ausencia, tú eres quien nos dirige -un nuevo tamborileo-. Tal vez fuera oportuno que delegaras el castigo de quienes desobedecieron en lo líderes de cada pelotón. Hubo un doble acto de desobediencia. A tus órdenes inmediatas y a las nuestras. Muéstrate clemente con quienes simplemente siguieron las órdenes directas de sus superiores. Cierto, deberían haber primado tus palabras, tal vez merezcan un castigo, pero los lazos de un jefe de grupo con sus hombres es estrecha y en el difícil equilibrio de fidelidades y en un momento de crisis, aquel que ves a diario, gritándote, ensalzándote, castigándote, respetándote, es a quien sigues. Respecto a esos superiores que te desobedecieron abiertamente, no puedes premiarlos con un ascenso. La Sargento Vientos cuyo acto entendemos pero no compartimos no pueden saldarse con el mandato sobre la Compañía, porque sería el fin de la misma a largo plazo y a corto, un ejemplo de que la disidencia se premia y en ese caso, ¿dónde estaría la autoridad para castigar a quien desobedece en cualquier otra circunstancia? Lo cual conduce a la verdadera sanción que podrías aplicar. Degradarlos. No, no será agradable pero sí entendido. A fin de cuentas seguirán donde están, seguirán dirigiendo sus grupos pero su posición se verá menos fortalecida. Ambos conocemos a mi padre y sabes que no hubiera permitido algo así de darse. Un castigo ejemplar hubiera sido su proceder y que el botín vaya a las arcas de la propia Compañía sin beneficiar directamente a un pelotón u otro ni siquiera es un castigo.

Vio una jarra cercana  y se levantó para servir dos copas de agua, una de las cuales ofreció a Analista antes de sentarse.

-Solo es una idea acerca de cómo podrías proceder aunque es a ti a quien corresponde decidir. Pero en todo lo dicho hay un aspecto fundamental. Sal y que te vean. Erguido y no abatido. Firme y no cansado. Es un privilegio que no puedes permitirte y que solo alimentará a quienes creen que hicieron lo debido. Hay además un aspecto más. Los K´Hlata empiezan a pensar que se nos ha echado el mal de ojo. Son supersticiosos pero estos hechos, los últimos ataques no hacen sino alimentar esa superstición. Contamos con chamanes y pitonisas. Cuando hayas juzgado a quienes debas juzgar y decidido lo que tuvieras que decidir, ordena que se lleve a cabo un ritual de purificación o protección. Aunque los oscuros no creamos en ello, o sí, servirá para alimentar la moral de las tropas.

Se rascó el mentón tras dar un largo sorbo de agua.

-¿De verdad crees que con padre no hubiera ocurrido, que todos hubieran aceptado sus órdenes sin ponerlas en entredicho y obedecido pese a todo, pese a la rabia y ssu sentimientos de venganza? Porque si crees que sí, hay algo que debería de contarte.

El hombre toma la copa que Lengua Negra le ofrece, escucha atentamente todas y cada una de sus palabras y se lleva de tanto en tanto la copa a los labios. Nota la gargante terriblemente reseca, pero el alivio de los pequeños sorbos es suficiente.

Se pasa la lengua un momento por sus labios antes de responder. - Sabios son tus consejos. Más demasiado reciente es todo. Meditaré sobre todo ello. Y decidiré algo pronto. - Dice asintiendo para sí con la cabeza.

Sus ojos brillan con curiosidad ante las últimas palabras de Lengua Negra, y casi sin parpadear le responde.

- Sí. Creo que con tu padre hubieran sido los menos quienes desobedecieran. No tengo su carisma ni su don de la palabra. No tengo su mente estratega ni sus dotes de mando. A sabiendas de que era una trampa, tu padre habría orquestado algo, alguna contramedida, alguna acción para mantener a los hombres ocupados y que no cayeran en la tentación... Pero como dices sólo es una creencia. Quizá tengo idealizado al hombre aquí postrado. - Añade indicando con la cabeza la cama del Capitán.

Luego continúa en tono triste y apagado. - La moral está por los suelos. Si tu padre no se recupera pronto, y con Portaestandarte haciendo lo que le viene en gana sin consultar... tenemos los días contados. -

- En cualquier caso, - dice todavía con aspecto cansado pero con una sonrisa en los labios, - gracias por estar aquí chico. Gracias por tus palabras. Él estaría orgulloso de ti. - Se refiere obviamente a su padre, el Capitán. - Quizá algún día seas mejor dirigiendo tropas que tu padre. -