Partida Rol por web

Minutos después, Lengua Negra regresaba a la tienda de mando. Tras franquearle el paso, y sin esperar a ser invitado a sentarse, expuso cuanto había escuchado.

-Parece ser que se enfrentaban en uno de nuestros entrenamientos habituales con armas no letales. La mala fortuna quiso que el arma de madera de Sicofante se astillara y los fragmentos hirieron de gravedad a Pelagatos. Tiene varias heridas, una de ellas en el pecho y la más peligrosa sin duda. Ojopocho le ha atendido y en su intento no ha hecho sino agravar la situación, al hurgar en sus heridas tratando de extraer las astillas de madera. No obstante, Khadesa ha intervenido a tiempo y ha conseguido estabilizarle. Si nada se tuerce, mejorará pero parece que será un proceso largo e ignoro las secuelas a las que deba enfrentarse. Pongo a disposición de Pelagatos a Plumilla. Ella hará cuanto esté en su mano para su mejoría.

Analista frunce el ceño y estudia atentamente las palabras de Lengua Negra.

Apenas tiene mucho tiempo para meditar sobre las mismas o dar una respuesta cuando el ruido de unos pasos interrumpe la conversación.

Ponzoña y Sicofante entran en la tienda después de que Segundo Guardaespaldas les granjee el paso.

En el interior, Analista y Lengua Negra se encuentran en pie uno frente al otro. Parecen estar hablando sobre algún tema pero se interrumpen y dirigen sus miradas a los recién llegados.

El Capitán sigue tendido en la cama sin signos de mejoría, y Guardaespaldas continúa impertérrito cual estatua junto a la cabecera de la cama del Capitán.

Analista coloca las manos a su espalda y observa a los recién llegados.

- "¿Eres tú quien ha herido a Pelagatos?" - Pregunta al tagliano para confirmar lo que ha escuchado. Los rumores se propagan por todo el campamento pero son sólo eso, rumores. Analista quiere saber de primera mano lo ocurrido. - "Explícame qué ha pasado." - Parece una petición pero el tono del hombre es tan imperativo que bien podría confundirse con una orden.

Se dirige única y exclusivamente a Sicofante.

Nada más entrar en la tienda Sicofante se cuadró ante el Oficial Analista. Ante la primera pregunta responde con un lacónico si, señor, y tras esto pide mas explicaciones. El tagliano no tiene mas opciones que responder, dirigiéndose únicamente a él. 

Pelagatos y yo entrenábamos nuestras habilidades en el combate. No habíamos lanzado varios golpes cuando en uno de mis ataques, golpeé con demasiada fuerza y atravesé el pecho de mi compañero con la espada de madera, con tal mala suerte que ésta se astilló dentro de la herida. Pelagatos cayó en el acto, y estaba claro que su estado era crítico. No pensé en nada más que buscar a un curandero, así que corrí hacia la tienda donde se encuentran los heridos para pedir ayuda. Ojopocho y Khadesa fueron a curar a Pelagatos. 

Calla durante varios segundos, y añade- no hay excusas para lo hecho. Le dí un golpe mortal en un entrenamiento a un compañero de la Compañía, y por si fuera poco le dejé solo en el entrenamiento, aunque fuera para buscar ayuda. Aceptaré el castigo que se me imponga, señor. 

Analista niega con la cabeza mientras gira sobre sus pasos dando la espalda a Sicofante y andando de un lado a otro de la estancia.

- "No busco un castigo. Ni creo que lo merezcas. Un entrenamiento es un entrenamiento. Pelagatos decidió entrenar contigo y dudo que tu intención fuera matar a otro miembro de la Compañía. No habrías corrido a buscar ayuda en ese caso, habrías esperado a que fuera tarde." -

Vuelve a girarse para mirar a Sicofante. - "Quería saber lo ocurrido con tus propias palabras. Pronto se extenderán rumores y habladurías. Y habrá quienes hablen mal de ti. Confiemos en que Pelagatos se recupere pronto y veamos qué opina él del asunto." -

Agacha la mirada por un momento, como si reflexionara para encontrar la mejor manera de decir lo siguiente. - "Pero quería estar preparado. Debo estar preparado por si su padre viene exigiendo algún tipo de condena o castigo al que considere culpable del estado de su hijo." - Explicó. - "Yo lidiaré con él si aparece. Tal y como están ahora las cosas no nos conviene estar a malas con el Teniente Rompelomos..." -

Niega con la cabeza. - "No, ahora la Compañía debe permanecer unida. Tenemos un duro trabajo por delante. Puedes marcharte Sicofante. Gracias." -

Observa un breve instante también a Lengua Negra y Ponzoña. - "Vosotros también podéis iros salvo que tengáis algo que añadir." -

-Me gustaría estar un rato con mi padre -pidió Lengua Negra.

-Solo diré antes de marcharme que Sicofante es un hombre de honor y que lo ocurrido hace que su alma se lamente como lo hace la elefanta ante el cuerpo sin vida de su cría. No dudo de su palabra y lo defenderé ante quien sea necesario -dijo Ponzoña, listo para marcharse.

- "Claro. Puedes estar con él siempre que quieras el rato que necesites. Mientras no te quite de cumplir con tus obligaciones." - Responde a Lengua Negra sin poner una gran objeción. 

Asiente con la cabeza, parece comprensivo. - "¿Deseas que os deje a solas un rato?" - Pregunta con toda la intención de salir de la Tienda de Mando si es necesario.

En cualquier caso está claro que ese "a solas" es relativo, pues Guardaespaldas no parece tener intención de moverse de allí pase lo que pase.

Por otro lado Analista se limita a escuchar y asentir ante las palabras de Ponzoña.

El Teniente Rompelomos- con todo lo ocurrido no había pensando en él en absoluto. Entendía la preocupación del Oficial Analista. Tal como estaban las cosas, no podían estar a malas con nadie, y menos con alguien como él. Agradecía el gesto de confianza de Analista, pero se sorprendió ante las palabras de Ponzoña. No esperaba que fuera a intervenir, y menos saliendo en su defensa con vehemencia. No dijo nada mas, salvo inclinar la cabeza para marcharse de allí. 

Solo cuando se cruzó al lado de Ponzoña le dijo: gracias. 

El tagliano salió de la tienda, pero con algo en mente. Si las cosas se complicaban con Rompelomos, no dudaría en ofrecerse para cualquier castigo en defensa de la Compañía. Era lo menos que podía hacer. 

Asintió con la cabeza.

-Me gustaría, sí, pero solo en el caso de que Guardaespaldas acceda a que un hijo esté con su padre a solas. En caso contrario, no será necesario -dijo Lengua Negra escuetamente.

Tanto Analista como Guardaespaldas se miran el uno al otro. Intercambian unos escasos segundos de mirada y finalmente Guardaespaldas asiente y se retira silenciosamente de la Tienda hacia el exterior.

Analista da unos pasos y apoya una mano en el hombro de Lengua Negra.

- "Tómate el tiempo que consideres necesario. Estaré fuera cuando acabes." - Dice sin más. Tras ello se retira dejando a Lengua Negra a solas con el cuerpo tumbado y claramente afectado por el veneno del Capitán.

Se sentó junto al camastro de su padre y se entretuvo en observarlo. Las finas arrugas que rodeaban sus ojos y la comisura de la boca. La barba poblada y mal arreglada después de aquel tiempo postrado, el pecho agitado por un débil soplo que era en lo que se había convertido la respiración de su padre. Miró sus antaño poderosos músculos, ahora enflaquecidos por la inactividad. Aspiró el olor de su cuerpo, levemente rancio, como si la vejez lo hubiera asaltado de forma imprevista.

Tomó una de sus manos. Su calor lo sorprendió. Acarició su rostro, en silencio, peinando una de sus cejas, echando su cabello hacia atrás. Pese a todo, en su cara no había paz, como si librara una lucha interna y se preguntó si pasearía, como él lo hizo en otro tiempo por aquel valle plagado de oscuridad, salpicado por estelas con runas de plata.

Suspiró quedamente. Nunca su padre le había parecido tan frágil, tan expuesto, tan humano. No estaba de acuerdo con él en muchas cosas, renegaba de algunas de sus decisiones y le recriminaba su declarada falta de orgullo por su hijo. Aun así, aquella no era la muerte que merecía, una larga agonía sin visos de finalizar.

Con ambas manos apretó una de las de su padre.

-Adiós, padre. Adiós, Capitán -dijo despidiéndose.

El Capitán se estremece en sueños, como si tuviese pesadillas o un conflicto interior. Como si estuviese luchando por despertar, pero no pudiera.

Pero pese a todo no abre los ojos y no despierta.

Ante su agitación, justo en el momento de la despedida, Lengua Negra se arrodilló rápidamente ante el camastro. Allí dentro, en aquella carcasa que se deterioraba poco a poco, estaba aquel que le dio vida pese a todo.

La impotencia, la frustración invadieron a aquel que fuera el aprendiz de Analista. Deseaba a su padre despierto y vivo. Si había de luchar con y contra él, ansiaba que fuera pudiendo mirarse a los ojos.

-Pelea, lucha, regresa. Si no por mí, hazlo por los demás -susurró a su oído antes de levantarse e irse de la tienda sin mirar atrás.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTITRES DEL MES.

HORA: UN POCO MÁS TARDE DE MEDIA MAÑANA.

- Aproximadamente media hora después de la llegada de Campaña con el Pelotón de Arqueros.

Antes de entrar Lengua Negra se ha topado con Herrero que deambulaba por el Campamento en busca de su hijo. Le da las indicaciones pertinentes y éste se dirige a la Tienda de los Heridos.

Al llegar junto a la Tienda de Mando, Lengua Negra puede oír voces discutiendo en un tono elevado.

Segundo Guardaespaldas cede el paso al Cabo Lengua Negra y cuando éste entra la discusión se interrumpe y todas las miradas se centran en él.

Analista, el Sargento Virote, y los cabos Mostaza y Diana se encuentran ahí. 

Guardaespaldas permanece junto a la cama del Capitán, impasible y cruzado de brazos como si nunca jamás se moviera de esa posición.

- "Bienvenido." - Dice el escriba que ahora lleva las riendas de la Compañía. - "¿Cómo está Campaña?" - Pregunta interesándose por el estado de salud del joven forzudo.

- "Procura que no le atosiguen. Ya sabemos lo que hay que saber. Ahora es mejor dejarlo con su dolor." - Dice agachando la cabeza. Se ha enterado de las noticias. La muerte de Peregrino parece haberle afectado, como a casi todos.

-Herido. Diría que de gravedad, pero con Campaña nunca se sabe dada su incapacidad para sentir el dolor -respondió Lengua Negra-. Ahora mismo Matagatos, Khadesa y Plumilla lo atienden de cara a su sanación. Ellos mismos impedirán que nadie lo moleste. Todos los allí presentes, y me refiero a los que se hallan en la tienda de heridos, fueron testigos de cuanto dijo, de modo que entiendo que la curiosidad ya ha sido satisfecha y en breve, el campamento entero sabrá de lo que ocurrió en su patrulla. Nadie acudirá a su camastro para saber más. Ponzoña se ha encargado de que Campaña hablara. Por lo visto, se vieron acosados por una tormenta que los obligabaa ir en la dirección en la que se toparon con un número indeterminado de fantasmas pero superior a diez y a una mujer cuya montura era el lagarto gigante en el que por lo visto vino montado el propio Campaña tras haber vencido a todos sus adversarios. A un alto precio, me temo. He acudido lo antes posible aquí para hacer saber lo ocurrido así como el estado de Campaña. Ya he informado igualmente a Herrero a quien dejé encaminándose a la tienda de heridos. Pero no solo por eso. Intuía que el Sargento Virote así como los cabos Mostaza y Diana estarían aquí reunidos.

Hizo una breve pausa mientras miraba a los enumerados.

-Creo que es importante conocer la identidad de la enemiga muerta algo que Campaña no ha sabido precisar -no hacía falta dar más datos. Todos conocían a Campaña, un guerrero sin igual pero de escaso intelecto-. Pensé que quizá su cadáver había sido traído a nuestro campamento y que habría sido ya reconocido.

Aguardó en silencio.