Partida Rol por web

DUODÉCIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 13, DÍA DEL FUEGO.

HORA: POR LA TARDE. - TIEMPO: SOL Y NUBES.

—Así es cabo —dijo tras escuchar en silencio las órdenes expuestas y la disposición del territorio enemigo. Sus labios estaban apretados mientras calibraba las opciones disponibles.

No tardó en cumplir la orden que le había sido dada y se quitó la capa roja que había tomado de uno de los fallecidos y la entregó a Derviche. Lo hice extendiendo el brazo y tomando la prenda por una punta, para tratar de evitar el contacto con la fanática en la medida de lo posible.

—Tengo escudo y armadura, puedo aguantar al lado de Palomita si es necesario. Estoy a disposición de las órdenes que me deis.

DUODÉCIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 13, DÍA DEL FUEGO.

HORA: POR LA TARDE. - TIEMPO: SOL Y NUBES.

Finalmente los planes habían sido trazados, y Derviche tenía un claro papel en ellos. Grito y Dolor ya tenían su capa roja, y Ponzoña ordenó a Pelagatos que diera la que él había recogido a la fanática.

El oscuro se acercó a ella con la prenda colgando de dos dedos, y alargó el brazo tanto como pudo, y su brazo era largo, para evitar cualquier contacto con la K'Hlata. Derviche le miró con una sonrisa torcida en respuesta a la cara de asco del Hostigador, quien se giró poniéndose a hablar acerca de ir con Palomita. 

Entonces la sonrisa torva se volvió maligna, y en una especie de arrebato irrefrenable Derviche saltó sobre Pelagatos, riéndose a carcajadas, se aferró a su rostro y le estampó por sorpresa un jugoso beso de tornillo.

Lo soltó riéndose aún, relamiéndose.

-Gracias. Por la capa, digo.

Y se largó con viento fresco, satisfecha. 

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AÑO: 4715 RA.

MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 13, DÍA DEL FUEGO.

HORA: CASI AL ANOCHECER. - TIEMPO: NUBLADO.

La Compañía había trazado el plan. No habían tardado en preparar las hogueras, y esperaron a que cayera la noche para tratar de distraer a sus enemigos.

Si estaban vigilando los caminos, sospecharían que los miembros de la expedición se encontraban al Sur de Rocasone, acampando para pasar la noche... y esperarían un ataque por la mañana.

Pero sin perder ni un minuto, el grupo había comenzado la marcha. Dolor, Grito y Derviche se habían adelantado, y embozados en sus capas rojas de reciente adquisición lograron acercarse hasta la linde del pueblo.

Y una vez allí, guiados por Dolor y Grito, que ya conocían el terreno, los tres divisaron a los primeros enemigos. Dos centinelas esperaban en el interior de uno de los edificios. Parecían conversar tranquilamente, pero los exploradores debían darse prisa en acabar con ellos... y procurando que no dieran la alarma. De lo contrario, el enemigo estaría preparado para el grueso de la Compañía, que venía tan solo a un centenar de metros detrás.

El viento trajo algunos aullidos en la noche. Aullidos de criaturas que estaban cerca.

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MES: CALISTRIL (MITAD DEL INVIERNO, MES DOS).

DÍA: 13, DÍA DEL FUEGO.

HORA: CASI AL ANOCHECER. - TIEMPO: NUBLADO.

El camino fue nuevamente silencioso hasta llegar al lugar designado, los capas rojas les habían tendido una emboscada por sorpresa y ahora era el momento de que la compañía devolviera el golpe.

Grito, Dolor y Derviche fueron designados para dar el primer golpe, de ellos dependía que la defensa estuviera preparada o no cuando el grupo del grupo llegará al asentamiento.

La infantería debía mostrar de que estaba hecha, los tres infantes se acercarón hasta la primera de las casas viniendo por el oeste, en su interior pudieron dislumbrar a dos de los hombres que parecían estar de guardia.  Era el momento de la verdad, intentar eliminarlos antes de que dieran la voz de alarma era una tarea dificil sin duda, pero el beneficio que aquello supondría bien merecía el riesgo.

Si el sigilo no resultase, pero consiguieran acabar rápido con dos de sus hombres sería un buen comienzo después de todo, era la hora de la verdad y todo estaba en el aire.

Grito se dirigió a sus dos compañeros haciendoles señas y susurrando.

Dos centinelas, intentaré derribar al de la izquierda flanqueandolo, Derviche rajale, el de la derecha queda para Dolor.  Contamos con el factor sorpresa, no lo desaprovechemos e intentemos amedrentarlos para que no den la voz de alarma.

Una vez trazadas las órdenes Grito se puso la capa y avanzó entre las sombras.

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DÍA: 13, DÍA DEL FUEGO.

HORA: CASI AL ANOCHECER. - TIEMPO: NUBLADO.

El camino hacia el poblado se le antojó agónicamente largo. Caminaba cabizbajo, con la mandíbula tensa y los ojos achinados por la rabia que se acumulaba en su interior. Durante el trayecto que le llevaba al combate trató de concentrarse en lo que iba a llegar y obviar lo recientemente sucedido, pero no pudo. Cada vez que trataba de hacerlo una sombra negra se cernía sobre él, el inmediato recuerdo de un momento desagradable aparecía en su mente y le golpeaba como un mazo.

Él que había estado relajado, ofreciendo sus habilidades para el grupo, ayudando con su visión táctica había sido sorprendido. Atacado desde la retaguardia un par de brazos se habían enganchado a su cuerpo y cuando quiso darse cuenta la boca de Derviche se cerraba sobre la suya. Casi no había podido forcejear. Escupió a un lado, era la cuarta vez que lo hacía, seguía sintiendo el aroma en su interior. Sacudió la cabeza mirando a otro lado mientras mantenía el ritmo de la marcha.

Pudo alejar el pensamiento de nuevo hasta que cerró los ojos y allí estaba de nuevo, la lengua de Derviche adentrándose en él sin permiso, ni prisa. Los labios de la k´hlata haciendo ventosa mientras su mano le sujetaba de la nuca para no dejarle escapar. Un escalofrío recorrió su espalda y le provocó un ligero movimiento de hombros que buscaba liberarse de la prisión a la que había sido sometido momentos antes. Pisó con fuerza por el recuerdo y no pronunció palabra alguna.

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HORA: CASI AL ANOCHECER. - TIEMPO: NUBLADO.

Con los objetivos repartidos era el momento de actuar, los infantes se acercaron sigilosamente hacía sus presas pero antes de poder tomarlos por sorpresa el ruido de sus pasos alerto a los dos centinelas. El sigilo había fracasado pero aún tenían la oportunidad de acabar rápido con  los guardias.

Grito, Dolor y Derviche avanzarón al encuentro de los capas rojas, Grito trato de derribar a uno de ellos para evitar hacer demasiado ruido y que no diera la voz de alarma pero el centinela pudo leer su movimiento esquivandolo al igual que a sus compañeros.

Con la voz de alarma acabo con su oportuidad de coger a los demás por sorpresa, los tres infantes aún contaban con unos pocos segundos antes de que el resto de capas se les echara encima, debían acabar rápido con los dos hombres si querían tener una oportunidad de salir de allí antes de verse rodeados. 

Sus compañeros no tardarían en llegar, era hora de tomar ventaja cobrandose las dos primeras vidas antes del combate principal.

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HORA: CASI AL ANOCHECER. - TIEMPO: NUBLADO.

La artimaña inicial había funcionado. Los Capas Rojas no se esperaban el avance de la Compañía por el Oeste. De hecho muy posiblemente habían estado pendiente de las hogueras al Sur de Rocasone.

El pequeño grupo compuesto por Grito, Dolor y Derviche se adelantó al grueso de la expedición con la intención de acabar con los centinelas que los Capas Rojas poseían en el edificio más exterior del oeste de Rocasone, pero la mala fortuna quiso que fueran descubiertos antes de poder neutralizar a los centinelas.

La voz de alarma se extendió, y pronto todo el pueblo estuvo listo para el combate, mientras el ruido del entrechocar de aceros se extendía y caía la primera baja enemiga. Pero los Capas Rojas no iban a quedarse cruzados de sangre. Buscarían sangre de la Compañía Negra...

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La estrategia no había sido errónea. El resultado, nada fuera de lo esperado pese a todo. La voz de alarma se hizo sentir en todas partes y el factor sorpresa había desaparecido. Ya no tenía sentido permencer en sus posiciones. Era hora de proseguir con el ataque. Inesperadamente, Palomita, sin aguardar órdenes, rompió con la formación y avanzó temerariamente al frente.

-¡Mierda! -maldijo en un susurro Ponzoña ante aquel gesto-. Ballestero, Rastrojo, buscad una posición ventajosa y atacad a los de enfrente. Tarado, Capitán, ayudad a los infantes. El resto, aprovechad los parapetos naturales y avanzad.

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Rastrojo se puso de puntillas para intentar ver por encima del hombro de Campaña.

¿Qué? ¿Qué se ve por ahí? ¡Ah, un árbol! Tal vez podríamos lanzar una flecha incendiaria contra el árbol entre los dos edificios. Si acompaña el viento, podemos llenar de humo alguna de las dos casas. ¿Cómo era?-Rastrojo se chupó un dedo y lo expuso a cielo abierto-. No... Nada... ¿se supone que debería notar algo? Estas cosas eran típicas del Pelotón de Exploradores, pero no sé cómo hacen luego para determinar la dirección del viento.

Se chupó el dedo otra vez, sin sacarlo de la boca, adelante y atrás, una y otra vez. Volvió a probar a señalar al cielo, por si la vez anterior no había funcionado porque tenía poca saliva. O bien no había viento, o bien Rastrojo estaba haciendo algo mal.

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──Señor, ──llegó la voz de Ballestero que solía ser muy silencioso. Según estuvieras de atento, te podía asustar que hablara, por ser desde un lugar inesperado.

Hacía un rato que tenia enfilado al de la derecha, y la ballesta estaba cargada, solamente tenía que estar un poco más cerca, un poco más y...

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El combate se había precipitado y las órdenes llegaban del Cabo Ponzoña. A Sabandija le hubiera gustado quedarse con Rastrojo y Ballestero, a una buena distancia prudencial, pero le ordenaban avanzar. Eso sí, avanzar usando los parapetos que encontrasen. El joven K'Hlata comenzó a fijarse en cómo podría avanzar de forma segura. Más o menos lo tenía claro y así se fue escorando, disimuladamente, hacia un lateral del grupo, sin hacer mucho ruido. MIentras se alejaba echaba cortas miradas a Ratrojo. ¿Qué estaba haciendo? Se ruborizó un poco, pues le recordaba a cuando Sierra o Elefanta usaban su boca para darle placer en la entrepierna.

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Tarado observó la zona en la que se iba a desarrollar aquella batalla, era territorio enemigo y eso siempre era una desventaja. Por desgracia el ataque sorpresa no había funcionado y se iba a producir una encarnizaba batalla. Esperaba que no hubiera bajas en su bando pero sabía que podría ser difícil. 

Mirando las casas abandonadas vio al fondo enemigos parapetados tras muros, habían conseguido colocarse en posiciones protegidas y ellos tendrían que avanzar. No podía ser más peligroso aquel primer inicio. Recibió las primeras órdenes así que aceptándolas siguió tras su capitán pues el Cabo había hablado. Le protegería e intentaría que nada le sucediera. - Sí Cabo, Capitán le sigo, tenga cuidado.- Le comenta mientras avanzan hacia sus compañeros que ya estaban en plena batalla. 

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Habiendo completada la primera parte de nuestra operación, con el montar un campamento falso que distraiga a los Capas Rojas acerca de la dirección desde la que comenzaremos nuestro asalto. Luego, la avanzadilla, esta vez compuesta por los tres miembros del Pelotón de Infantería que estamos presentes, nos movemos en silencio hasta ingresar al poblado desde el oeste, intentando tomar por sorpresa a los defensores.

Al acercarnos, vemos a dos vigías que están apostados en las cercanías, lo que es un problema pero a la vez, una oportunidad.

"Si conseguimos eliminarlos en silencio, podremos seguir accediendo sin problemas."

Avanzamos lo más sigilosos que podemos pero nuestras capacidades fallan en el peor momento y tanto Grito como yo emitimos demasiado ruido. Los vigías se alertan y comienza el combate de inmediato. Por suerte, invoqué el poder de los Doloritas dentro de mi lanza, para así resistir más daño, pues uno de los Capas Rojas no duda en darme un fuerte golpe de garrote.

La voz de alarma suena por el lugar y sabemos de inmediato que la batalla por Rocasone ya ha comenzado.

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Allí estaba. Lo esperable, el factor sorpresa acababa de desvanecerse como un banco de niebla al sol. Solo esperaba que hubieran ganado suficiente tiempo y eliminado suficientes efectivos antes de que eso ocurriera, o iban a tener problemas. Las órdenes de Ponzoña llegaron, lógicas y coherentes, pues quedarse quieto era morir. O avanzaban y triunfaban, o se quedaban por el camino, no había más opciones. Nunca las había habido. 

Así que Capitán se preparó para adelantarse, con gesto decidido. La hora de la verdad había llegado, y maldito fuera si se quedaba a la espera mientras sus hombres realizaban el trabajo duro. 

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Los capas rojas habían ganado el primer asalto, el factor sorpresa ya era historia pero Grito aún tenía la intención de sacar ventaja de su incursión.  La primera sangre fue para los capas rojas, pero la primera pieza sería para la compañía y la infantería.  

Derviche y Dolor asentaron varios golpes en los cuerpos de los bandidos igualando así la contienda, Grito no desaprovechó su oportunidad y siguiendo el movimiento de su intento de derribo se colocó a la espalda de su enemigo y le atravesó con  una poderosa lanzada de su arma principal.

El cuerpo del capa roja se desvaneció dejando a su compañero en una más que comprometida situación.

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La batalla comenzó, y un aluvión de proyectiles se dirigió hacia los miembros más desprotegidos, en teoría de la Compañía.

Afortunadamente, al frente habían dispuesto a dos de los más acorazados de sus miembros, Campaña y Palomita. Desafortunadamente, el Capitán se encontraba con ellos, y pese a su agilidad un proyectil afortunado le impactó con fuerza en el hombro hiriéndole profundamente.

La suerte estaba echada. Era matar o morir. El grajo descendió del cielo para posarse a escasos metros de Rastrojo y graznarle con ahínco. Y justo en ese momento, Campaña pisó con fuerza mientras avanzaba. Y el suelo comenzó a desprenderse bajo sus pies...

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Soy un cazador, soy un cazador, un cazador de hombres.- Se repetía una y otra vez Sabandija para tratar de darse ánimos y así detener el tembleque de sus piernas. Roto el factor sorpresa y habiendo mandado Ponzoña avanzar, el joven K'Hlata vio su oportunidad de hacerlo pro un lugar medianamente seguro  Dejó caer la pesada mochila con la vista ya fija en el muro. Parecía fácil de escalar a pesar de su brazo tullido. De pequeño le encantaba trepar a los árboles junto con su hermano y no se le daba mal. Sigiloso como una pantera emprendió la subida y al llegar a la cima observó un instante el avance de sus compañeros y la escena que tenía delante. Quizás su pudiera acercarse sin ser visto...

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Malditos fueran esos desharrapados de capas rojas. Y malditos los hados que hicieron que las ramas crujieran y la sorpresa se hubiera perdido. Maldita la mano que le sajó la carne, causándole una fea herida. 

Pero el maldito centinela había probado su Cimitarra Sagrada, y eso se pagaba con sangre, y con la muerte. Bien, era su primera victoria a este lado de la Roca. No hubo sin embargo ni tiempo ni ánimos para celebrar, la contienda sólo había empezado. El otro centinela había caído también bajo la hoja de la lanza de Grito, pero quedaban muchos más hombres agazapados tras los muros, y les estaban asaeteando. 

Grito se había movido hacia el norte, con la intención de salir por allí. Le siguió, rodeando a Dolor, embozada con la capa roja, aunque no creía que fuera ya ningún disfraz. Levantó el escudo, intentando protegerse de los proyectiles que llegaban de las construcciones cercanas.

A medio camino escuchó al grajo de Rastrojo a lo lejos, y se giró... justo para ver como la mole dorada y negra de Campaña se precipitaba hacia abajo, hacia... ¿dónde?

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Levantó la ballesta abortando el disparo. Ya se lo habían cargado. Avanzar. Avanzar. Cuidado ahí. A ese. Apuntando y...

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HORA: CASI AL ANOCHECER. - TIEMPO: NUBLADO.

¡Cuidado que hay trampas!-dijo a destiempo.

Bueno, por lo menos quién se comió la trampa fue un Oscuro...

Aquello era un desastre. Desde el mismo momento en el que ignoraron a Rastrojo cuando propuso atacar desde el este. Desde el mismo momento en el que los más pesados se pusieron delante, de modo que Rastrojo no pudo avanzar. Desde el mismo momento que el Gran hijo de p... Grajo no desveló la información que tenía del campo de batalla hasta que fue demasiado tarde.

Yo no digo nada, pero si pusieron una trampa en el cruce, yendo en dirección del repecho sureste también va a ver.

Empezó a sospechar. Si de verdad hubiese una trampa al sur, el cabrón del grajo no le habría dicho nada. Eso significaba que le había dicho eso para dejarle mal, y que no había un segundo foso por allí. Salvo que el Gran Grajo sospechase que Rastrojo sospechaba, y lo hubiese dicho pensando que Rastrojo no lo diría.

Es tan estresante ser chamán...