Partida Rol por web

Campaña se acercó corriendo a R'Gaa y Akatsuki, al parecer desde su posición podía verse la ciudad de Cho n Delor y Campaña estaba ansioso por llegar a su destino. Miró en la dirección que señalaba la arquera y sonrió al ver la ciudad.

- ¡Viva! ¡Los Hostigadores llegan al campamento! - exclamó Campaña con júbilo.- ¿Has visto eso, Saco? - le preguntó Campaña al prisionero que llevaba a hombros.- Pero así no, que no lo ves - el gigante forzó a su prisionero a levantar la cabeza y contemplar la ciudad.- Cuando estemos ahí Saco ya no volverá a ir encima de Campaña... Campaña se pondrá un poco triste porque ya no jugará más a llevar a Saco, pero Saco lo pasará muy bien con el Teniente y el Capitán ¡Oh! Ellos si que saben jugar, ya lo verás Saco.

- "La ciudad negra, la ciudad donde siempre es de noche, la ciudad maldita. Así es como la llama Sedoso, aunque no me ha dicho mucho más sobre ella, excepto que está llena de nobles decadentes, brujas, hechiceros dementes, mercenarios sanguinarios y plebeyos corta-gargantas." -

LOOR:

- No es que se vea una gran cosa desde aquí, pero sí te parece ver unas sombras alargadas que deben ser torres, y el humo contaminante de una urbe densamente poblada.

Al escuchar las palabras de Lagrimita Loor sonríe con sincera fe

- No te preocupes, hermano. La diosa vela por nosotros. Es cierto... ni ella puede evitar que nuestros enemigos nos ataquen, pero con ella a nuestro lado prevaleceremos

Sicofante tuvo que dar varias palmadas a Recio para tranquilizarle. Y no era para menos. El camino que en estos momentos transitaban era de todos menos "agradable". Iban por un lugar lúgubre, y oscuro, que parecía que ocultaba terribles secretos. 

Si es así el camino, como será la ciudad- piensa, esperando llegar cuanto antes a la misma. No le gustaba estar allí.

CAMPAÑA:

- Ves que Attar está distraído y tiene en su cara una expresión bobalicona que te resulta divertida.

-Y son ricos y prósperos de algún modo, o si no nos hubieran traído hasta aquí desde la Gran Sabana. -eso era de los aspectos más importantes para Mentiroso de cualquier lugar que atravesaban. La desolación no era muy distinta de la que él mismo conocía en su aldea, salvo por el hecho de que la tribu nunca había ofendido tanto a los espíritus como para que estos no dejaran que el sol brillara sobre su aldea -Me pregunto qué habrán hecho para que la han maldecido de esta forma.

- "Avaricia, lujuria, egoismo, vivir de forma contraria a la naturaleza..." -

- "Venga, vamos, no os quejéis tanto. Los Hostigadores lo estáis haciendo muy bien, habéis llamado la atención, y no me extrañaría que muy pronto os doblen el sueldo.

Además, la Compañía lleva veinte años sin pisar tierras civilizadas, pero los prostíbulos y las tabernas no están tan mal, y todo lo que puede encontrarse en una gran ciudad." -

Salió del carro en cuanto comenzó a oír el revuelo organizado por la proximidad de la ciudad de Cho'n Delor. No era su pierna lo que lo tenía confinado en el interior del carromato, sino la preocupación por su primo Pelagatos que seguía en el mismo estado y no había evolucionado nada durante el viaje. No quería que empeorase en algún momento y no encontrarse cerca para hacer algo, eso podía ser fatal. Aprovechaba pequeños momentos para estirar las piernas y hablar con sus compañeros de viaje.
Contempló la ciudad a lo lejos y sonrió. Al fin estaban llegando a su nuevo destino y muchas cosas habían pasado desde su partida de la Gran Sabana. Entre otras los Hostigadores se habían convertido en un grupo mucho más eficaz y poco a poco se iban ganando fama y respeto entre sus compañeros de la Compañía y entre en enemigo. El coste había sido alto, muchos heridos graves y la muerte de Escarabajo, pero el balance podía considerarse positivo.
Se acercó al Cabo Barril.

-Espero poder disfrutar de esta ciudad más que de las otras dos. Viéndola negra y oscura y oyendo las cosas que algunos decían de ella, dudaba que fuera a gustarle mucho más que las otras a pesar de ser la cuidad de sus aliados. No perdamos tiempo, tengo ganas de reunirme con el resto de la Compañía.

Ordenó seguir avanzando pero siguió caminando junto al resto de sus compañeros, debían entrar en una formación más o menos organizada, así que colocó a sus hombres formando una columna más o menos uniforme delante y detrás del carro. Tan cerca de la ciudad y con la Compañía por allí desde hacía una semana ese territorio debía ser ya seguro.

A lomos de Orgullo, Lengua Negra observaba el camino a todas luces lúgubre, con un cielo salpicado por cuervos negros, bien alimentados por la carroña de los cuerpos empaladfos que salpicaban aquí y allá los márgenes de la vereda que seguían.

Ante los gritos de que Cho´n Delor era visible, se alzó sobre los estribos, esperando ver desde su privilegiada posición aquello que las voces prometían. La idea de visitar una nueva ciudad, hizo que un escalofrío recorriera su espalda. En toda s vida, el Campamento de la Compañía en plena sabana había sido su hogar, un hogar en el que había soñado con grandes ciudades, esperando de ellas aquello que la pobre existencia campamentera no podía darle. Pero la realidad había demostrado que era conveniente ser cuidadoso con los deseos, pues los dioses a veces los otorgaban. Descuidadamente se rascó el costado, allí donde uno de los dos costurones que habrían de acompañarle hasta la muerte exigía su atención con el picor de la cicatrización, recordando su mal paso por aquello que constituía la civilización.

Desde la incursión de los Chacales, todo había sido tranquilo si bien el Hiena mantenía un ojo aguzado, pendiente de cualquier movimiento en las sombras o en la lejanía, listo para reaccionar ante cualquier ataque o sorpresa furtiva. Cuando el Cabo Cortaplumas advirtió de la proximidad de la ciudad que debían alcanzar, gruñó por lo bajo y escupió un grueso gargajo sucio por el polvo del camino.

-Las ciudades no parecen disfrutar con los hostigadores -dijo ante el comentario de Matagatos-. De ellas solo han vuelto heridos. No es bueno para el hombre vivir en un termitero. O habríamos nacido termitas -concluyó antes de que su líder diera las últimas instrucciones-. Ya habéis oído. ¡En columna de a dos y forzando el paso! La Compañía aguarda a sus cachorros.

Bien, por fin parecía que estaban llegando a su destino. Aunque lo que Khadesa veía no le gustaba, y lo que escuchó, aún menos. Habían salido de esas ciudades temibles, para ir a parar a otra... aún peor.

La Quinta suspiró, entrecerrando los ojos para intentar ver algo en la dirección que señalaban. Montada al pescante del carro podía quizá tener mejor perspectiva, pero lo cierto era que el camino era tan tenebroso que no distinguía demasiado bien lo que les esperaba más adelante, incluso algunos pocos cientos de pasos. Una bruma gris les rodeaba, y el propio sol parecía querer mantenerse alejado del lugar.

Miró a Dedos, a su lado, y luego se giró atrás, echando un ojo a Pelagatos. Todo parecía en orden. Pero no pudo sacarse de encima esa ominosa sensación de peligro, de alerta.

Si la ciudad se parece en algo a nuestros patronos, no me extraña que la llamen maldita...

R'GAA:

- Te parece ver en la distancia el cielo oscuro, debe ser el humo de todas las chimeneas de una gran ciudad.

PASADO EL MEDIODIA.