Partida Rol por web

El Teniente se acerca a los seis Reclutas arrodillados y les dice en voz baja:

- "Ahora el Capitán pronunciará las palabras del Juramento. Después, el Analista y Portaestandarte se acercarán a cada uno de vosotros por turno. Cuando lo hagan, debéis poner la mano sobre el asta del Estandarte de la Compañía y decir en voz alta y clara: ¡Juro! Entonces os pondréis en pie, vuestro hermano de capa os pondrá la capa y el Analista os ajustará el broche de plata." -

Lejos de parecer enfadado me mostré divertido ante la actitud de Rastrojo.

- Nunca te había visto tan decidido Rastrojo. ¡Cuánta resolución! ¿No te das cuenta de que tu odio hacia mí saca lo mejor de ti? Deberías darme las gracias y luego aprender a encauzarlo hacia mejores fines.- Esperé un momento luciendo una sonrisa.- ¿No me das las gracias?- Me encogí de hombros.- Muy bien. De acuerdo. Me has convencido; yo decido. Vamos andando, pero sin tocar. No quiero que os rebajéis a ser mi bastón cuando ya sois reclutas. Dejad la profesión de bastón a los maderos.

Eché a andar hacia la salida del Bastión. Toda una pena que no pudiese disfrutar un poco más de la embriagadora presencia del Señor del Dolor, aunque por otro lado me alegraba librarme de la aburrida ceremonia de juramento. Ya había vivido una, la mía. Estar presente en cualquiera que viniese después era una pérdida de tiempo. Gracias al castigo tendría tiempo para dedicarme a cosas más importantes que escuchar felicitaciones, cánticos de júbilo y borracheras.

No te odio, saco de estiércol. Puede que te desee que te pasen cosas malas, como que una manada de ñus corra en estampida por encima de tu espalda, o que te envenenes mordiéndote tu propia lengua viperina. Y ojalá... ojalá, en serio, que de todos los que escupan sobre tu tumba, yo sea el primero. ¿Pero odiarte? Por favor... soy un chamán. Yo estoy por encima de esos sentimientos mundanos.

Vieja Gloria, atento. La ruta del desfile fue larga y no conocemos el idioma. He visto cómo mis compañeros hacían incursiones en grandes ciudades y volvían con cortes y magulladuras. Mantente atento. Y recuerda: en caso de peligro, usa al prisionero de escudo humano.

Se situó a la derecha de Serpiente, y caminando un par de pasos por detrás del prisionero se alejó de esta atípica y ostentosa ceremonia de ascenso.

Tengo un mal presentimiento. No un mal presentimiento de lo que deparará el futuro, sino una mala sensación. No sé, hay una presencia... y no me refiero al Señor del Dolor, es... como un espíritu, o algo.

- Menos mal que has aclarado que no era una predicción. Por un momento he temido que te estuvieses convirtiendo en una pitonisa.  No te lo recomiendo. Debe ser agotador fingir convulsiones como Khadesa.- Me giré  para mirar a mi derecha y después de sacar la punta de la lengua fingí que me la mordía.- No esperes que una serpiente muera por su propio veneno, chamán- le solté entre risitas.- Pero si esa presencia la sientes muy por debajo de ti puede que sea tu odio por lo muy por encima que estás de él. Después de lo que has dicho que me desearías no me extrañaría que hubiese adquirido voluntad propia y se arrastrase a tu alrededor como un espíritu.

¿Agotador? Khadesa está acostumbrada. Es una puta. ¿Dónde sino aprendería a convulsionar así si no es yaciendo en las camas de los hombres? Le dará el sentido místico y ascético que quiera, pero cada vez que lanza los huesos de su abuelo y se pone a temblar, se moja allá abajo...

Y no me cambies de tema... Te las das como que sabes de espíritus y emociones negativas, pero eres un estúpido mago, ¿qué sabrás tú del mundo espiritual?

Ay... no sé que estoy haciendo usando de confesor a un mentecato al que odio tanto... ¿Odio? Quería decir... oído tanto. Al que he oído tanto que ya no puede decirme nada nuevo. Soy un chamán. Yo no odio.

Alza la vista por encima del hombro por si acaso Serpiente tiene razón, y hay una emoción convertida en espíritu detrás suyo.

Al levantarse tuvo más claro en qué iba a usar su tiempo, ya lo había perdido bastante. Ahora era necesario centrarse en el presente, en aquel lugar con aquella apabullante presencia. Pese a todo aquel era el momento de sus compañeros, de los que ya consideraba Hermanos de Capa. Instintivamente miró de reojo a Rastrojo, que vigilaba al Mago junto a Vieja Gloria. Tal y como iban las cosas era un milagro que no se lanzaran cuchillos, o magia…

Centró su mirada en los que pronto recibirían la capa simbólica y el reconocimiento de pertenecer con todos los honores a La Compañía Negra. Su alegría fue especialmente por R’Gaa, y se apenó un poco por haberse mantenido alejada durante tantas semanas y dejar de ser tan buenas amigas mientras estuvieron de instrucción. Pero así eran las cosas…

Lengua Negra también ocupó sus pensamiento, un tanto divididos entre la admiración por resistir el impulso de arrodillarse (porque aquello no fue normal) y el desliz de no mostrar un poco de sentido común y arrodillarse como los demás. Había visto a su alrededor que si bien muchos mostraban signos de temor o duda otros lo veían como algo lógico seguir los pasos de los superiores.

“Tendré que preguntarle. Puede que…”

Alejó la idea y se permitió sonreír afablemente por el gran momento que estaban pasando sus compañeros de pelotón.

Por alguna extraña razón, el dolor de mis piernas desaparece y puedo ponerme de pie nuevamente. Solo Lengua Negra y Portaestandarte no han cedido al poder del soberano, ya sea voluntariamente o forzados como yo, por lo que han demostrado que hay quienes pueden soportarlo entre nuestras filas. Eso es bueno y nos enorgullece, aun hayan sido tan pocos.

Las criaturas que habitan en Cho'n Delor son seres realmente demoníacos, me cuesta pensar en el origen de tanta maldad. No me cabe en la cabeza que una raza y cultura así pueda vivir tan libre y desinhibida siendo seres oscuros y perversos. Después de lo que he visto, nada confío en nuestros patrones.

Siguiendo las órdenes del Capitán, comienza la ceremonia de juramento, por lo que me pongo de pie y me sitúo en el sector de los Hostigadores. Veo como los que jurarán se arrodillan y sus Hermanos de Capa se ponen detrás para asistirlos. El Teniente da las instrucciones y muy pronto aquellos que son solo Reclutas, pero que han demostrado su valor, pasarán a ser hermanos.

Me mantengo firme y orgulloso en mi formación, a la espera del desarrollo de aquel rito tan importante para nuestra Compañía.

Odio, cómo el resto de reclutas, debía estar presente en la ceremonia de juramento. No era del todo obligatorio, pero estaba bien visto mostrar respeto. Pero él no estaba allí por eso, quería ver con sus propios ojos cómo usurpaban un lugar que sin duda él podría haberse ganado. Esperaba su oportunidad, una que aún no había llegado, pero estaba seguro que podría ser mejor juramentado que cualquiera de esos Hostigadores, que no eran más que unos reclutas con la mayor de las suertes.

Observaba todo con detenimiento, brazos cruzados sobre su pecho y una respiración pausada similar a la de una bestia tosca, a la de un buey de carga.

Estaré en la próxima ceremonia. Derramaré pronto mi primera sangre. - Era todo lo que tenía en mente..

Acompaño a Serpiente y a Rastrojo mientras se dirigen a la salida del bastión, camino de las celdas. No me importa perderme el resto de la Ceremonia, ya que no es una celebración para mí sino para los nuevos Soldados. Después de este día, quedaré como uno de los dos únicos Reclutas de los Hostigadores, junto con Rastrojo, supongo que por eso Matagatos nos ha ordenado a nosotros precisamente que nos llevemos a Serpiente.

Mientras vamos caminando, oigo las discusiones de Serpiente y Rastrojo sin prestarles mucha atención. Es la típica cháchara de magos o chamanes, que más da, para mí son muy parecidos: gente que se siente importante por tener habilidades raras que los demás no tenemos. Eso sí, le tengo menos respeto a Serpiente, su comportamiento en el desfile me ha confirmado que no puede estar muy bien de la cabeza.

Aún me duele un poco el haber intentado luchar contra la voluntad del Señor del Dolor. Es una molestia menor en mis articulaciones pero espero que se pase pronto, a mi edad tengo que preocuparme especialmente por cuidar mi salud. Lo cierto es que la escena me pilló desprevenido, no imaginé que nos obligaría a arrodillarnos incluso a nosotros, que estábamos a punto de marcharnos. Realmente es un ser muy poderoso.

Keropis estaba en la ceremonia, pero lo más separado posible del grupo sin que se notara que intentaba mantener un espacio entre ellos y él.

Estaba firme, quieto, con las manos apoyadas en las empuñaduras de las armas, parecía más una estatua de lo quieto que estaba. No era muy hablador, solía mostrar las cosas y dejar que sus actos hablaran por él, aunque a veces se veía obligado a ello.

Las ceremonias... eran algo estético, el hecho de intentar darle importancia a un hecho o circustancia... aunque en realidad no servían para eso, a la gente le solía transmitir algo místico esas ceremonias, como si de verdad un lazo los encadenara a sus hermanos tras esta... que crédulos.

Soltó un ruidito parecido a una risa, pero se mantuvo firme mientras terminaba la ceremonia.

Se mantenía en la retaguardia durante la ceremonia, con la espalda recta, los hombros hacia atrás y las manos a la espalda, sujetándose las muñecas, estaba dividida entre la admiración y la envidia. Ella querría estar ahí, pero no se lo había ganado asique aceptaba su lugar sin ningún resentimiento.

Unas figuras se marchaban de la zona, hablando... o discutiendo. Arrugó la nariz disgustada, pero sin moverse.

Qué falta de respeto por todos...

Attar, después de levantarse del suelo, permaneció erguido, con la punta del oscuro mandoble de acero negro apoyada (y levemente hundida) en el suelo. Su rostro seguía siendo la máscara de expresión ausente a la que todos sus compañeros estaban acostumbrados, y miraba hacia el frente, a la zona en la que sus compañeros iban a convertirse en hermanos juramentados. 

Parecía que atendía de un modo que no era normal en él. Es probable que incluso su maltratada mente comprendiera que aquello tenía gran importancia, un acto solemne y tradicional de la Compañía. 

- Rastrojo, Vieja Gloria y Serpiente retroceden hacia la salida del Bastión ante la extrañada mirada de los guardias que, sin embargo, no les impiden el paso cuando salen de la imponente fortificación.

- A Serpiente parece escapársele la humillación que supone que dos Reclutas obliguen a salir, castigado, a un Soldado.

- A nadie más, sin embargo, se le escapa que la Compañía entera acaba de quedar un tanto en evidencia con todo esto.

- El Señor del Dolor finge no darse cuenta, aunque es obvio que poco se le escapa. Sus súbditos son menos disimulados y miran con miradas asesinas a los tres que salen del lugar. Se lo toman como una falta de respeto hacia Cho'n Delor y su dios viviente.

- En el centro del gran patio de armas quedan doce personas. Seis Reclutas arrodillados, que pronto dejarán de serlo para convertirse en hermanos juramentados, y seis Soldados de pie tras ellos, sosteniendo sendas capas negras.

- Ante ellos están el Capitán, el Teniente, el Analista, y el Portaestandarte.

El Capitán inspira aire lentamente. Después mira con detenimiento a todos los hombres y mujeres de la Compañía Negra. Sólo tiene ojos para ellos, su mirada no se vuelve hacia los Cho'n delorianos.

Guarda silencio unos momentos. Nadie habla. El únido sonido es el de la tela de los estandartes, agitada por el viento de la noche sobre Cho'n Delor.

El Capitán toma aire una vez más, y entonces pronuncia el Juramento, que se escucha con claridad meridiana, pues los miembros de la Compañía lo escuchan no sólo en sus oídos, también en sus corazones.

- "Esta es la Última de las Doce Compañías Libres de Khatovar. Esta es una Compañía Libre de hermanos juramentados.

Como nuevo hermano de la Compañía, juro obediencia a mis superiores, pero también, y más importante, juro lealtad a la Compañía y lealtad al resto de mis hermanos juramentados.

Mi pasado antes de entrar en la Compañía ya no importa. Atrás quedan las rencillas, atrás queda la venganza. Mis hermanos me protegerán, y yo les protegeré a ellos, aunque no les ame.

Si alguna vez nos traicionan, recordad que la oscuridad siempre llega.

Os juro lealtad a vosotros, hermanos míos, hasta el día en que decidáis liberarme de mi juramento o muera al servicio de la Compañía." -

La rodilla en tierra, la cabeza alta, los ojos en el Capitán, el corazón... en alguna tierra interior lejana y secreta... R'Gaa escucha el juramento y lo sigue en su mente, lo repite palabra por palabra.

Cuando acaba, ella ya ha jurado, a su diosa, a sus espíritus, a sus Hermanos de la Compañía. Volverá a hacerlo ahora cuando toque el asta del estandarte, cuando pronuncie con claridad su respuesta: "Juro". Pero no será más sincero ni más comprometido que el que acaba de grabarse en su interior.

Portaestandarte acerca el hasta el Estandarte de la Compañía para que R'Gaa pueda tocarla mientras jura.

Analista anota el nombre de R'Gaa en los Anales de la Compañía.