Partida Rol por web

PERDIDA:

- Por la mañana te encuentras perfectamente bien de salud.

SERPIENTE:

- Has descansado bastante durante la noche y sientes que tu magia vuelve a ser fuerte.

- Los latigazos todavía duelen, son heridas que escuecen y debilitan.

- Ahora tienes 28 puntos de golpe (sobre un total de 32).

Mongowa llega corriendo al campamento, bastante agitada. Corre hacia Pelagatos.

- "Mogimba ha sido capturada por el enemigo. Se acercó demasiado. La oí gritar, y a ellos reír. Me temo lo peor." -

Me despierto fresco y recuperado, aunque aún noto la herida de la pierna abierta, pero no es nada importante. Orgullo paree haber descansado bien también, y no ha habido altercados en la noche. El enemigo parecía haberse ido, para nuestra suerte.

Di de beber a Orgullo usando mi escudilla y me aseguré de que sus heridas no estuviesen (o pareciesen, pues no era sanador) infectadas. Cuándo estuve satisfecho con lo que veía, fui al poco que Ikharus encontró ayes. Mientras me refresco un poco y relleno mis pellejos, una de las K'hlatas a las que mandé inspeccionar para encontrar supervivientes se acerca corriendo.

- Ya era ho... - apenas puedo terminar la frase o empezar la regañina por que agitada me dice que la otra engrita ha sido capturada por el enemigo. - ¿Pero qué parte de que no os vea el enemigo y no os expongáis a peligros no habéis entendido? Da igual. ¿Dónde estaba el enemigo? ¿Cuántos eran? ¿Te vieron?- esperé a que me contestase para continuar - Tenemos que alejarnos antes de que nos encuentren. Despierta a León Anciano y las otras dos reclutas y que recojan sus cosas lo antes posible. 

Yo mismo me encargué de darle a Serpiente e Ikharus las mismas órdenes.

La noche había pasado y con su marcha se había llevado todo el cansancio del día anterior, no así el dolor cuyas raíces seguían firmemente ancladas en mi espalda tiñendo mi consciencia con debilidad y escozor. Pero estaba bien, mejor de lo que había estado desde hacía días y listo para lo que fuera que estuviera por venir. Y lo que vino fue Mongowa…

- ¿Pero qué parte de no ser derrotado por los Fantasmas irredentos no has entendido?- remedé a Pelagatos cuando se acercó.- Hay órdenes que no se pueden cumplir, Pelagatos. Y ya te he oído, pero si no te importa me tomaré tu orden como lo que es: una sugerencia, sensata, pero sugerencia al fin y al cabo. Y si te importa… Bueno, si te importa al que no le importa es a mí.

Le dediqué una sonrisa antes de acercarme al lugar en el que había montado la tienda. Yo tenía poco que recoger, tan solo sacar algunas cosas. El resto, mantas, estera y ropa, las dejé en su interior como parte del rebuño que hice de la tienda de campaña.

Me desperté justo con la llegada de la primera luz del alba, tras los gritos de Moginwa a Pelagatos. El descanso me sentó bien y todo el cansancio del dia anterior había desaparecido. Rápidamente recogí mis bártulos dispuesto a partir cuanto antes. Mientras los demás recogían sus cosas observé a Orgullo, que parecía un poco mejor que el dia de antes. Me dirigí hacia él y le digo a Pelagatos: Podría intentar curar las heridas de Orgullo, aunque no le puedeo garantizar su recuperación total. De todos modos lo intentaré. También podría intentar cuidados más a fondo, pero me demoraría unas 8 horas. Antes que me respondiera, me inclino y procedo a curar la herida del animal.

Sonrío a la luz de la mañana. El descanso es completo y, pese a dormir al raso, me levanto sorprendentemente bien.

Empiezo a preparar mis cosas pues debo abandonar al grupo y regresar con mi reporte ante el Cabo  Lémur.

En el momento de dirigirme a comentárselo a Pelagatos y a mi hijo, veo llegar a una de las reclutas K’Hlata. Por la reacción de Pelagatos no parecen buenas noticias.

Cuando las cuenta, reparo en que son peor de lo que me esperaba.

Al poco Pelagatos da la orden de levantar el campo. Me acerco con tiento, pues la propuesta que barrunto no será de su agrado, pero es necesario que la tome en cuenta.

-Pelagatos. Yo debo informar al Cabo Lémur, debo partir de inmediato.- Y eligiendo mucho las palabras digo- Sé que esto será duro para ti, muchacho, pero creo que deberíais venir conmigo. Es más seguro y al menos allí encontrarías a sanadores que pudieran echaros un ojo a todos y puede que, quizá tambien, a tu caballo.-

Lo miro, imagino el peso de la decisión sobre su conciencia y me siento abrumado.

“Después de huir de una batalla donde muchos hermanos han perdido la vida, debe ser duro reportar ante tus mandos. Pero eso significa ser un líder, joven Pelagatos...”

Me quedo quieto a su lado, esperando una respuesta, y contengo una sonrisa cuando veo los pocos problemas que tiene mi hijo para empacar.

Del Este llega una persona, un Explorador, y parece desorientado.

LEON ANCIANO:

- Necesitas que no te molesten a ti ni al caballo en ocho horas.

- Ahora que lo examinas mejor, crees que podría salvarse. Sus heridas son numerosas, pero no parecen infectadas.

- "Al menos vi a doce, pero probablemente fueran en total al menos el doble de ese número. En la batalla no creo que llegásemos a matar ni a veinte.

Estaban alerta, en el mismo campamento donde los dejamos.

Antes de tener que retirarme alcancé a ver una jaula. Creo que dentro estaban Peregrino y algunos Hostigadores." -

TIRADA DE OTEAR.

Tras examinar mejor a Orgullo me doy cuenta que tiene múltiples heridas, aunque ninguna de extrema gravedad, tras lo cual expongo:

Necesito unas 8 horas de trabajo con este animal. Intentar no molestar ni a Orgullo ni a mí. Tras este tiempo estará completamente restablecido.

Dicho esto comienzo con mi tarea sanadora sin prestar atención a lo que hacen los demás.

"Estúpido Serpiente. Ayer incluso creía que podía ser de ayuda, hoy vuelvo a ver al niño de lengua viperina que disfruta en el dolor ajeno." - pensé mientras veía al brujo alejarse con su típica sonrisa. 

Entonces León Anciano se arrodilló juntoa  Orgullo y empezó a tratarle, sin órden dada ni permiso concedido.

"Ayer decía que no podía hacer nada por un caballo y hoy se pone a curarlo sin esperar a que le de permiso. Este viejo chochea, no sé si me fío de dejar a Orgullo en sus manos..."

Me fijé en que en realidad parecía saber lo que hacía, así que prefería no decir nada y pedir un momento de silencio a todos los reclutas. Necesitaba sopesar la situación con cuidado.

"Esta bien Pelagatos, estás al mando. Esto puede salir muy bien o ser desastroso. Piensa en nuestras posibilidades."

Primero, éramos un grupo pequeño, demasiado pequeño, y en su mayoría no experimentado. Orgullo estaba inservible para una batalla, mis heridas estaban bien, pero seguían estando ahí, y Serpiente aún parecía acarrear los latigazos a su espalda. Ikharus debía irse. Acabábamos de perder a otra recluta y además dicen que Peregrino y otros Hostigadores están en una jaula guardada por dos docenas de guerreros, cómo mínimo. 6 contra 24, además están alerta con lo que no contamos con el factor sorpresa, no parece favorable de ningún modo. Un líder debe saber cuándo una batalla está perdida para no arriesgar más a sus hombres... El honor no nace en la estupidez, hay que saber cuándo retirarse.

Entonces vi al soldado Masutsu acercarse, pero su mirada parecía perdida.

¿Venían refuerzos, o habían sido atacados y el soldado había conseguido huir? Su expresión no parecía llamar a lo primero...

- Soldado Masutsu, ¿qué ha ocurrido? - dije al soldado que se acercaba. Después me giré hacia el resto - La fuerza enemigo es muy superior a nuestro pequeño grupo. Acercarnos sería un suicidio sin oportunidad de ni siquiera mermar su grupo. Mi órden sigue en pie: recoged, debemos alejarnos y avisar a los mandos lo antes posible. Tal vez estemos a tiempo de volver con una fuerza superior y acabar con ellos, recuperando a nuestros soldados capturados.

Justo lo que nos faltaba, que justo en aquel momento el viejo se empezase a ver afectado por la demencia senil. Eso o se había vuelto completamente estúpido, si es que no era estúpido ya de nacimiento. ¿Por qué? Pues porque el muy descerebrado tenía la intención de quedarse allí otras ocho horas para tratar a un maldito caballo cuando ya habían estado allí parados más tiempo del que cualquiera con al menos dos dedos de frente consideraría prudente.

- En serio… ¿En serio? Sí, en serio…- musité entre risas antes de levantar del suelo el gurruño de tela que era la tienda de campaña, que llevé prácticamente a rastras para acercarme a Ikharus.- De inmediato es ahora. No tenemos tiempo para que discurra quien discurre lentamente y si discurre lentamente mejor partir cuando antes.

Fue en aquel momento, y por las palabras de Pelagatos, cuando me percaté de que otro más se iba a unir nuestro peculiar conciliábulo. No podía negar que sentía curiosidad por saber de dónde venía y qué hacía allí, pero alejarnos de allí era algo que debíamos hacer cuanto antes.

- Puede contárnoslo mientras andamos, si es que como explorador no se ha malacostumbrado a callar mientras camina.- dije a Pelagatos.- Ordena a ese que se mueva- le pedí señalando al viejo.- Si no te hace caso haz que tu caballo te siga.- Quién sabía, a lo mejor además de senilidad y muy probablemente de incontinencia padecía también de sordera. Ahora, tan pronto viese que el caballo que quería curar con tanta ansia se movía, el tendría que moverse también o quedarse allí tratando el grave problema de granos que sufría la arena.- Tú Ikharus, guíanos.

Cuando intentaba empezar con las heridas de Orgullo, oí como tanto Pelagatos como Serpiente no tenían intención de esperar tanto tiempo, lo cual era lógico dado el pequeño grupo que formabamos y la vulnerabilidad ante cualquier ataque enemigo, ante lo cual les dije:

 Podríamos partir si así lo ordenais y esta noche intentar curar a Orgullo, o bien partir vosotros; una vez termine de curar al caballo, podría daros alcance rápidamente montado en él. Es sólo una idea, como siempre, acato vuestras ordenes.

La verdad es que no sabía quien estaba verdaderamente al mando, si Pelagatos o Serpiente. Suponía que ni ellos sabían exactamente qué hacer.

- "No estaba buscando a este grupo, sino a los mandos.

Iba con el Grupo II de Ponzoña y los Exploradores Daga, Enmascarado, Minowa y Malmirado. Combatimos al enemigo y lo derrotamos, pero Minowa y Malmirado murieron y yo fui herido.

Dos enemigos Chacales huyeron y Daga y Enmascarado les persiguieron. Yo me quedé con Ojopocho y Sabandija, que fueron heridos de gravedad mientras el resto del Grupo II avanzaba para presionar el ataque, siguiendo órdenes de la Sargento Falce.

Cuando me sentí recuperado fui a buscar ayuda y así os he encontrado a vosotros." -

En ese momento; Pelagatos, Ikharus y Serpiente se vuelven hacia el Norte, al escuchar la aproximación de seis individuos de aspecto sospechoso que se mueven con razonable sigilo.

Son seis de los Rufianes de Usurero, sus matones, ladrones y criminales.

Veo llegar a un explorador desorientado, antes que pueda decirnos nada, Pelagatos da la orden de levantar el campo y buscar refuerzos para intentar rescatar a los cautivos.

“Pelagatos ha tomado la decisión correcta” pienso “Ahora solo falta que el terco de mi hijo, no añada más leña al fuego, para poder marchar rápido y en paz”

En ese momento, Serpiente se acerca a mí y da la orden de marcha.

“Mala jugada hijo... Debes saber quien está al mando, o ni toda tu magia logrará protegerte de la venganza del orgullo de Pelagatos”

Cuando el explorador, Masutsu creo que han dicho, cuenta sus intenciones, se me ilumina la mirada.

-A buscar los mandos me dirijo, Soldado, y parece que este pelotón- miro en derredor para abarcar a todos- o lo que queda de él, han decidido unirse a mí. Así que serás bienvenido-

Digo esto último con la sonrisa que reservo para las bienvenidas amistosas.

De pronto el rostro se me endurece, pues a lo lejos veo llegar las conocidas figuras de los matones de mi “querido” Usurero.

“Y estos que hacen aquí...”

Miro a Pelagatos y después de un corto, pero elocuente, silencio le digo:

-Deja que este viejo lobo se ocupe de los lobeznos...-