Partida Rol por web

Desde mi escondite observo la lontananza y diviso lo que parecen formas humanas.

Inmediatamente me pongo en guardia, y me muevo sigilosamente hasta una nueva cobertura, esta más cercana a su posición.

Escucho...

Las voces parecen familiares, y bajo un poco la guardia.

Sigo acercándome hasta poderlas ver con claridad.

“Así que son ellos... Qué casualidad”

Veo las caras de mi hijo y de Pelagatos, no parecen muy tranquilos. Al momento veo el porqué:

“Ese caballo tiene muy mal aspecto”

Reparo en que ellos mismos parecen cansados y derrotados; Y el panorama no parece que vaya mejor por otros lares, pues desde aquí diviso, también, las siluetas de los reclutas desperdigados por doquier.

Al momento tomo una decisión y salgo a la vista, con las manos alzadas y haciendo movimientos lentos para no parecer una amenaza.

-¡Ah de la compañía! ¡Soy amigo, no tiréis!-  digo acercándome y cuando estoy lo bastante cerca para que me reconozcan prosigo, con una sonrisa –Aunque... no querrías herir a tu viejo padre ¿Verdad?-

Con la pregunta aun en el aire y con Pelagatos más preocupado de otras cosas que de responderla, eché un vistazo en rededor desentendiéndome de él y su amante caballo. Fue mientras buscaba a quien no encontraba cuando encontré a quién no esperaba: un rostro que a medida que se acercaba más familiar me resultaba y con el que cada vez me entraban más ganas de resoplar.

- “El que faltaba…”

- ¿Lo preguntas en serio? La duda ofende. Sí, sí querría.- Esboce una amplia sonrisa en la que no quedaba claro si estaba bromeando o era muy sincero.- Pero dime, ¿qué demonios haces aquí? No veo árboles de los que a ti te gusta talar ni de los que le importen a tu maderero. A no ser…

Miré a Pelagatos y sonreí.

"¿No tiene un sitio mejor al que ir a molestar con su verborrea?" - pensaba mientras Serpiente hablaba, y hablaba... Hasta que apreció alguien detrás nuestro. Mi mente tardó en ponerle nombre a esa cara, hasta que por fin di con él.

"Por la Diosa Oscura... El que faltaba."

Y esos malditos reclutas. ¿Por qué no venían? Les había llamado dos veces. Malditos K'Hlatas sin disciplina. Les daría su merecido luego, y tanto. Me disponía a gritarles una vez más cuándo Serpiente me dio un escalofrío...

- Qué estás pensando, Serpiente. - pregunté a mi primo, aunque en realidad al que miraba era a su padre... con la mano en la empuñadura de mi espada.

- Los Reclutas del Grupo III de Peregrino se acercan a Serpiente y a Pelagatos, buscando instintivamente el liderazgo de los más veteranos.

- Son: Belleza, León Anciano, Perdida, Mogimba y Mongowa.

- Todos miran con sorpresa a Ikharus, pues sin duda no saben quién es, aunque es evidente que se trata de un Oscuro de avanzada edad aunque de constitución recia y nervuda. Un viejo saco de nervios, huesos, tendones y músculos de hierro añejo, pero aún resistente.

"Por fin." - pensé en un gruñido.

- ¿Estáis sordos reclutas? No contestéis, no me importa. Tú - dije señalando a la K'hlata que si no recordaba mal se llamaba Belleza -Busca a la soldado Akatsuki, ella ordenó la retirada y es la soldado más veterana. Si consiguió escapar estamos bajo su mando. Vosotros dos- dije dirigiéndome a León Anciano y Perdida - Aseguraos de que no quedan enemigos cerca. Si los veis, que ellos no os vean, y volved tan rápido cómo podáis para avisar al resto. Y vosotras dos -señalando a las últimas de las reclutas, Mogimba y Mongowa si no me confundía con esos estúpidos nombre K'hlatas - Buscad a cualquier miembro de La Compañía que haya escapado y traedlo. Si no encontráis a nadie volved a informar. ¡Vamos!

Tenía que pensar cómo salir de allí y hacia dónde. Si Akatsuki y el resto de Soldados no lo habían conseguido... Quería decir que ahora los reclutas estaban bajo mi mando. Una pequeña oleada de orgullo empezó a subirme por el estómago, pero recordé a Serpiente. Él era soldado también, tenía tanto poder cómo yo sobre los reclutas... ¿Y si en uno de sus juegos estúpidos se quería dedicar a jugar con los reclutas, haciéndoles elegir un bando, un líder? Realmente esperaba que no. Creía conocer medianamente a Serpiente tras crecer con él y creía poder asegurar que el poder que buscaba Serpiente no era el de mando, pero nunca se sabía con una víbora retorcida.

Los veo desconcertarse y eso me divierte, pero la reacción, inmediatamente posterior, tanto de mi hijo como de Pelagatos me dan algo que pensar.

Aun así no logro esconder mi sonrisa y digo:

-Bueno, cuanto antes lo sepáis, mejor…- Abro los brazos como para mostrarme y ejecuto una tosca y exagerada reverencia - Os presento al recluta Ikharus, especialista en estar en el lugar adecuado en el momento preciso. Lo que me lleva a mi siguiente pregunta…- Y me giro a Pelagatos- ¿Que ha sucedido? Me avisaron que estabais combatiendo, pero me esperaba encontraros algo mejor…-

Espero que se relajen mientras van llegando los otros reclutas K’Hlata a los que dirijo una sonrisa y una cortés inclinación de cabeza.

-Recluta Ikharus, en misión de reconocimiento, a vuestro servicio-

Solté una sonora carcajada al presenciar como Pelagatos echaba mano a la espada y aun mientras daba órdenes a los reclutas seguí riendo. Tan solo cuando se marcharon para cumplir con las órdenes dadas volví a abrir la boca.

- Tranquilo, no creo que al maderero le interese talar madera cuando el madero está tan lejos y ocupado. El maderero no es estúpido, Pelagatos. ¿En serio lo crees capaz de poner en riesgo una misión por algo de tan poca relevancia?- Sonreí.- Pero sabes, tú reacción me dice mucho más que las palabras.

Pero de todas las razones que me había planteado para que mi padre estuviese allí ninguna se acercaba ni de lejos a la que escuché de sus labios, razón por la que apenas pude contener el mohín de sorpresa. Un mohín que desapareció tan pronto me llegó una punzada de dolor.

- ¿Recluta? ¿Desde cuándo? ¿Tan desesperado está la Compañía y Gulg por nuevos soldados? Y tú…- proseguí dirigiéndome a Pelagatos.- ¿Has dicho que habéis huido? ¿Habéis perdido la batalla? ¿Dónde está Peregrino?

Escuché a Ikharus con sorpresa. ¿Recluta? ¿Cuántas veces había sido rechazado el matón del Usurero? ¿Qué había cambiado para que ahora sí le aceptasen?

A punto estuve de escupir a Serpiente mientras no dejaba de reír... Pero yo tenía más modales que eso. Y su comentario... que nadie había pedido y que no contestaba a mi pregunta. Pero daba igual. Lo que pensase Serpiente sería siempre un misterio, y no iba a descubrirlo yo ahora. Su genuína sorpresa sobre la batalla me hizo replantearme las dudas sobre su actuación... Actuación que yo mismo había formado en mi cabeza al verle ileso y por aquí.

- El enemigo nos superaba en tal vez 4 a 1, y eso sin contar que la mitad de nuestro grupa eran reclutas sin experiencia y enfermos. No podíamos hacer nada ante ese grupo. De todos modos, las órdenes eran claras, así que atacamos. Una avanzadilla empezó a mermar sus fuerzas en silencio, lo que parecía una buena señal. Sin embargo, en cuánto la voz de alarma se alzó... El combate se convirtió en una matanza. Matanza en la que La Compañía no ganaba. La soldado Akatsuki ordenó la retirada cuándo más de la mitad de nuestro grupo yacía ya en el suelo muerto. No estoy seguro de que ocurrió entonces. Aún había muchos soldados de pié cuándo las órdenes se dieron... Pero tan sólo veo a esos 4 reclutas y a mí mismo aquí. 

Fruncí el ceño pensando en todo lo que habíamos perdido en esa batalla. A las puertas de la guerra habíamos perdido muchos soldados y reclutas, pero lo que más me dolía era la deshonra de la batalla. Miré entonces a Serpiente.

- Y tú, ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está tu grupo, Serpiente?

-Todo se sabrá a su debido tiempo, hijo.- Dije- De momento explicadme lo sucedido.-

Escuche las palabras de Pelagatos con un semblante serio. No quería ofenderlo, pues parecía bastante dolido.

Esperé a que terminara, y con un tono entre amable y preocupado dije:

-Creo que será mejor que nos ocultemos un poco más. Si yo no tuve problemas para encontraros, cualquiera de esos malnacidos también podría-

Y otee el horizonte, buscando un lugar un poco más resguardado.

- "Me temo que tengo malas noticias, Pelagatos-bwana. Peregrino se negó a obedecer la orden de retirada, lo que obligó a la Soldado Akatsuki a seguir luchando hasta el final. Creo que no lo consiguió." -

- "Creo que Peregrino fue capturado con vida. Todos los demás que no están aquí están muertos..." -

- "Derrota..." -

- "Sí, señor." -

Mongowa sigue a Mogimba hacia el Sur, por donde han venido, para investigar si algún otro miembro de la Compañía pudo lograr escapar o no.

- Mierda...

Incluso habían acabado con Akatsuki, una de las pocas supervivientes del ataque de aquel gigante y aquella bruja... Y Peregrino capturado. No era bueno. Los mandos iban a estar decepcionados y furiosos. Escuché a Ikharus también.

- Lo sé Ikharus, por eso he mandado a estos dos reclutas a vigilar, pero tal vez a ti se te de mejor. - pensé mirando a Perdida... Su nombre le hacía justicia - Vuelve en cuánto te hayas asegurado de que no queda ninguno de nuestros enemigos en los alrededores. Si veis alguno, que no os vean e informad de inmediato. Si su grupo sigue aquí no tenemos la más mínima posibilidad contra ellos ahora mismo - 4 reclutas, Ikharus, Serpiente y yo... seríamos alimento para los carroñeros rápidamente. Miré a León Anciano. - Anciano, tú sabes de leones. ¿Sabes también de caballos? Tras tantos soldados perdidos no podemos permitirnos perder también monturas de valor. Ayúdame aquí.

Era cierto que no era bueno que La Compañía perdiese una montura de calidad como la mía, pero a mí me preocupaba más de forma egoísta. No sólo por el aprecio que tenía a Orgullo, con todo lo que me había ayudado, si no también porque si le perdía no había manera de que pudiese llevar todas mis cosas...

Peregrino y demás habían sufrido una derrota aplastante ante un enemigo que les superaba ampliamente en número. Las revelaciones eran cuanto menos interesantes y me surgía la duda de si todas las batallas se habían desarrollado igual en todos los frentes. Era algo que dudaba dado que los otros grupos contaban con tropas más experimentadas, pero la posibilidad existía.

- Ikharus, espera. Pelagatos, si quieres ser un buen líder no seas tan estúpido como Matagatos. Usa esa cosa que yergues tan orgulloso cuando caminas…- Me llevé el índice a los labios y sonreí.- Ups… ¿He llamado estúpido a Matagatos? No le digas que lo he dicho en público. El pobre es muy susceptible, lo que es una prueba más de que es estúpido. En cualquier caso cuando la liebre teme ser vista por el halcón se esconde, no se pasea para competir por ver quién ve al otro antes. De igual modo es más fácil ver lo que se mueve que lo estático. El sol se pone y todos necesitamos descansar. Todos- recalqué.- Haz de la noche nuestra aliada. Establece guardias, no búsquedas. Ocho somos y ocho debemos seguir siendo. Deja que sean otros los que se muevan y busquen mientras nosotros observamos ocultos y quietos.

Tras mirar de nuevo el aspecto que presentaba el caballo y puesto que me habían preguntado, respondí: Aunque se trata de un caballo de guerra y por el que no dudo, sentirás gran estima, mi consejo es darle una muerte rápida. Aconsejaría si la situación fuera propicia incluso quemarlo para que su cuerpo no se corrompa en este mundo, pero debido a nuestra huída es preferible no dar a conocer nuestro paradero y que la naturaleza se ocupe de su sino en la otra vida. Todo lo demás no servirá para que viva y sí para aumentar su agonía y retrasar nuestra partida.

Escucho las palabras de Pelagatos, y como mi hijo, con su consabido retintín, sugiere lo contrario.

Debo reconocer que me sentí un poco dolido cuando se refirió a mí por mi nombre, pero tampoco lo puedo culpar, no es que fuese un padre ejemplar. Pero fui un padre al fin y al cabo.

-Pelagatos, muchacho. Mi hijo tiene razón- Dije mesurando mis palabras- No somos muchos y distamos bastante de ser un grupo de combate, por mucho que esto nos duela.-

Y muevo la cabeza para abarcar al exiguo número de efectivos con los que contamos.

-Creo que será mejor que os toméis, todos, un descanso, yo me ocupo de la primera guardia si queréis. Mis ojos ya no son lo que eran, pero, ¡por la Diosa! ¡Aun pueden mantenernos a salvo unas horas!-

Cuando acabo me acerco un poco más a Pelagatos y le miro a los ojos, le digo:

-Este caballo está muy herido. Si crees que puedes salvarlo, adelante. Pero ten en cuenta que también es un soldado, y ningún soldado merece sufrir en vano.- Y le pongo la mano en el hombro, dándole unos golpecitos- Espero que sepas entenderlo y obrar en consecuencia, es la primera y más importante tarea de un líder-

Luego me giro hacia Serpiente, que debe estar reprimiendo una sonrisita engreída por haber triunfado, esta vez.

-Y a ti, que no se te suba a la cabeza...- Le digo con una sonrisa- Ahora ayuda a tu padre a encontrar un buen refugio para esta noche, o tanta sapiencia se desperdiciara durmiendo al raso.-

Y Empiezo a buscar un buen lugar para pasar la noche, antes de que la oscuridad caiga completamente

- No he pedido tu opinión, anciano, si no tu ayuda. Si no tienes nada que hacer, déjame y vigila los alrededores.

"Maldito recluta K'hlata. Quién se cree que es."

Había estabilizado a Orgullo en cuánto había desmontado. Tan sólo vigilaba que no tuviese ninguna crisis. Si no era así, sobreviviría. Estaba seguro. Si entraba en shock... Mi espada sería quién lo librase del sufrimiento. Miré a Ikharus y Serpiente entonces.

- El ocaso ha caído y la mitad de los que quedamos estamos heridos. Iba a acampar en cuánto me asegurase de que los alrededores son seguros. - "o tan seguros cómo puedan ser aquí". - Pero agradezco que por primera vez ofrezcas ideas constructivas, primo. Sorprendente. Nuestro querido Matagatos estaría orgulloso de que colabores. Ikharus - dije al viejo "matón" -  En cuánto regresen las otras dos reclutas empezaremos las guardias. Tal vez hay suerte y encuentran a algún otro extraviado... -"Aunque algo me dice que sólo estamos nosotros." - Confío en que puedas hacer la primera tal y cómo has ofrecido. 

Aunque Ikharus había sido uno de los hombres de Usurero por largo tiempo, seguía siendo Oscuro, y con sólo a Serpiente entre todos los soldados a mi alrededor, era el que más confianza me inspiraba. Los reclutas K'hlatas... eran otra historia.

Siguiendo la orden de Pelagatos, me alejé por los alrededores explorando estos y vigilando cualquier atisbo de movimiento a lo lejos.

 Pensando a la vez como alguien como Pelagatos podía tratar sin respeto a alguien mayor y más experimentado que él. ¡¡En fin, estos Oscuros!. Además, tenía la certeza de que este Oscuro en particular no era capaz de satisfacer a una mujer.

Seguí vigilante sin dedicar más tiempo a mis pensamientos.