Partida Rol por web

Sonreí a Serpiente.

- Parece que el que ahora no quiere oír eres tú primo. Acabo de dar la órden general a todo el mundo, y eso incluye a "ése" - dije señalando a León anciano con el mismo término que Serpiente había usado - y a mi caballo. 

Me gire hacia el viejo K'hlata.

- Recluta, cuándo encontremos a los mandos puedes seguir.

Recogí con rapidez mi tienda y mientras le ponía los arneses de nuevo a Orgullo escuché la explicación de Matutsu. Empezaba a pensar que algo andaba mal... Si un explorador no podía encontrar el camino a los mandos y acababa con nosotros. Ese sentimiento de incertidumbre se intensificó cuándo llegaron los matones del Usurero. ¿Qué hacían aquí? Creía que iban con el grueso de Seguidores del Campamento. Miré a Ikharus creyendo saber el porqué de los matones aquí, y su sugerencia me decía que efectivamente estaba en lo cierto. Pero no era el momento de descubrir nada. Teníamos que marchar.

- Mejor pongamos rumbo. Al fin y al cabo son seguidores de La Compañía, con lo que no son enemigos. Dejémosles con sus negocios. No deberíamos retrasarnos más.

Miré alrededor asegurándome que el resto de reclutas estaban aquí.

- Si ya lo tenéis todo listo, no hay porqué alargar esto. En marcha

Aquello empezaba a resultar demasiado hilarante y no me molesté en ocultarlo. Primero nos habíamos encontrado con Ikharus, después con el reservado Masutsu que había traído noticias del grupo de Ponzoña y para terminar llegaban unos rufianes de Usurero… Al parecer a nuestro grupo acudían todo el mundo menos los enemigos, lo que era de agradecer, pero también resultaba de lo más divertido.

Eché un vistazo a mi alrededor buscando quién sería el siguiente en hacer su aparición. No vi a nadie más allá de los que ya estábamos, pero eso no quería decir que más adelante, cuando echásemos a andar, no nos topáramos con alguien.

- “Matagatos, seguro…”- pensé sonriendo. Él era el histrión que faltaba. Además, habiendo dos Matagatos, el burro y el aún más burro, era el que resultaba más probable que viéramos.

-Como quieras, muchacho- Le digo a Pelagatos- Pero, yo que tu, no me arriesgaría a contrariar a Usurero. Y, créeme, sé perfectamente de lo que es capaz.-

Lo miro un instante mientras se acercan los interfectos. Pero, para evitar molestarlo más, casi inmediatamente le digo:

-Si quieres, les digo a donde vamos. Puedo intentar convencerlos de que se unan a nosotros.- Y lo miro con mucha intención- Sé, por experiencia, que no son la mejor compañía. Pero unos brazos más no nos serán un estorbo si hay problemas.-

Y miro a mi hijo, quien muestra su irónica sonrisa, y le comento en tono, medio, jocoso:

-¿Y  tú, conoces algo que nosotros desconocemos? ¿O simplemente te has acordado del chiste del K’Hlata y el camello?-

Y me sumo a su sonrisa, restando importancia a la ominosa presencia que se nos acercaba

Miré a Ikharus con una ceja enarcada.

"¿Contrariar al Usurero? ¿Por seguir nuestro camino? No entiendo a que se refiere."

- Claro, seis brazos extra serían bienvenidos si van en la misma dirección. Pero si no, partamos ya. 

Levanté a Orgullo tirando de sus riendas con cuidado y empecé a caminar.

- "Salve, Leñador. Nos envía Usurero para ayudar.

¿Has contactado con el Grupo de Peregrino? El Capitán quiere las noticias de su victoria, y que se reagrupen en la posición central con el Grupo del Teniente y de Matagatos." -

Los Rufianes tratan con Ikharus como si fuese el único de los presentes que tuviese algún rango o categoría, cuando militarmente hablando en realidad no es más que un simple Recluta.

Observo la situación en silencio mientras hago lo posible por pasar desapercibida. No acabo de entender bien lo que pasa y no dejo de ser más que una recluta novata, así que poco puedo hacer para ayudar.

Me acerco sigilosamente hasta León Anciano. Cuando llego a su altura le doy un pequeño apretón en el antebrazo izquierdo en señal de apoyo. Se lo mucho que le hubiese gustado ayudar al animal, pero es momento de mantenerse al margen.

PELAGATOS:

- Orgullo no está en condiciones de moverse, y si le dejáis aquí probablemente no sobreviva.

- Veis que Pelagatos comienza a ponerle la silla y arreos a su caballo, que no se mueve.

- Es evidente para todos menos para él que el animal no es capaz de viajar.

PELAGATOS:

- El orgulloso animal está tumbado en el suelo, cuando intentas ponerle los jaeces y la silla te mira con infinita tristeza, tal vez convencido de que planeas sacrificarle.

- Conozco muchas cosas que desconoces, Ikharus, cosas que tú nunca llegarás a conocer porque aun hablándote de ellas no las comprenderías.

En aquel momento, viendo como Pelagatos tironeaba de las riendas de un caballo que no se movía, dejé caer el mis cosas al suelo. Me había cansado de cargar con ellas cuando ni siquiera nos habíamos movido del sitio y no tenía pinta de que fuéramos a hacerlo en breve. Además, con la llegada de los matones de Usurero y las noticias que traían nuestro objetivo podía haber cambiado.

- No se pueden dar noticias de lo que no ha ocurrido, salvo que queráis mentir a quien os las ha pedido- interrumpí antes de que mi padre pudiera responder a los rufianes.- La duda es si queréis convertir en verdad lo que ahora es mentira, si los seis hombres que llegan traen brazos bien armados y no solo lengua. Decidme, ¿podéis responderla?

Orgullo no se movía, no podía. Por suerte o fortuna Serpiente pareció cambiar de idea con lo de marchar y empezó a hablar con los rufianes, así que solté las riendas y señalé a León Anciano con la cabeza para que siguiese su trabajo. 

"Mierda, mierda...No quiero perder a Orgullo."

- Si consigues que sus heridas cierren lo suficiente como para seguir la marcha en menos de ocho horas, me encargaré de que se te recompense de algún modo. - susurré al K'hlata en su idioma.

Me acerqué entonces más a Serpiente, Ikharus y los rufianes, para escuchar mejor sus palabras e intervenir en el momento que creyese adecuado. Serpiente había contestado a la pregunta con sus habituales "adivinanzas", así que no me molesté en intervenir hasta escuchar la otra parte. En el fondo creo que esperaba que los rufianes no encontrasen a Serpiente precisamente "gracioso", y su consecuente reacción.

La interrupción de mi hijo no hace más que molestar. La gente de Usurero no destacaba por su paciencia. Y, estaba claro, tampoco por sus luces...

Tomando las riendas de la situación y viendo que Pelagatos había dejado de intentar poner de pie a su pobre caballo, digo entre sonrisas:

-Mi hijo se ha ganado a pulso su apodo... Ni el más venenoso de los áspides puede enorgullecerse tanto de su lengua viperina.-

 Le echo una mirada envenenada de soslayo y continuo:

-Por supuesto seréis bien recibidos. Pero creo que tenemos malas noticias...- Digo bajando la voz- Esto que veis, son los restos del grupo de Peregrino. Fueron derrotados y muchos están muertos. Algunos han sido capturados, creo que el propio Peregrino entre ellos. Y a esto es a lo que se refiere mi hijo, creo que piensa que, contando con vuestra ayuda, debemos irlos a rescatar-

Miro a los matones con cara de circunstancias pero me giro a Pelagatos y le miro interrogadoramente. Él, y el descarado de mi hijo, son quién debe decidir.

Espero a que Pelagatos termine de darle instrucciones a León Anciano para unirme de nuevo a él. Me pongo de cuclillas junto a Orgullo mientras le acaricio lentamente la cabeza.

- "Si deciden continuar con la ofensiva, ni siquiera las manos de León Anciano podrán cambiar la suerte de este animal", pienso con tristeza.

Mientras León Anciano examina a Orgullo y espero a que me de instrucciones, presto atención a la conversación con los hombres de Usurero.

Vuelvo pues con mis curas con Orgullo, viendo que la situación no se aclaraba y que los mandos no sabían muy bien que hacer.

Perdida, ¿podrías acercarme mi bolsa y un poco de agua, por favor? vamos a intentar restablecer a este pobre animal, aunque me costará algún tiempo, las heridas, aún no estando infectadas son muchas y profundas, y con este calor se podrían complicar en poco tiempo. Si consigo curarlas, Pelagatos podría montar a Orgullo esta tarde o mañana máximo.

Pienso en la promesa de recompensa de Pelagatos, esbozando una sonrisa, ya que para los Oscuros todo esfuerzo parece tener que ser recompensado. Era ésta una práctica materialista muy común en la mayoría de ellos. No lo comprendía bien; para mí el salvar la vida del animal era una recompensa por sí sola, aunque no desaprovecharía la oportunidad dada. Total, si no "jugaba" con sus reglas, para qué me había unido a la Compañía.

Mi antídoto para la mirada envenenada de mi padre fue una sonrisa.

- Me he ganado bastante más cosas que mi apodo. Algunas creo que ni siquiera las has visto, aunque no te gustarían porque seguramente le hacen más honor que una lengua viperina. En cualquier caso mi intérprete tiene razón- proseguí dirigiéndome a los rufianes- excepto en la parte en la que dice “debemos”. Yo no he dicho que “debamos”, he dicho que “podemos” si combatir se encuentra dentro del tipo de ayuda en la que pensaba Usurero cuando os envió a buscarnos. Esa es mi duda.

Me tomé un instante para contar a los presentes, que hicieran lo que hicieran parecían estar atentos a cuanto se decía; cómo no hacerlo cuando de eso dependía nuestro destino. Incluso la gerontófila que con su comprensión apoyaba al anciano mientras el anciano le hacía más caso al caballo que a ella estaba interesada.

- Catorce somos con los que han llegado. Un grupo de doce se ha contado, que bien puede ser el doble. Siguen donde estuvieron y se sigue esperando que estén y con ellos están también los prisioneros. Sean el doble o los contados si se mueven para atacar deberán dejar a los prisioneros bien vigilados. He ahí una debilidad. También sabemos que ávidos están por perseguir y capturar a aquellos que se acercan a su campamento como Mongowa puede atestiguar. He ahí otra debilidad.- Sonreí.- Seguiría ofreciendo consejo, pero no sería más que perder el tiempo si no se va a hacer porque no se quiere o porque no se puede ayudar.

Uno de los rufianes escupe un desagradable gargajo a los pies de Serpiente.

Después miran a Ikharus en silencio un rato hasta que finalmente asienten y uno dice:

- "Ikharus, si quieres que cortemos algunas gargantas, iremos allí esta noche y lo haremos. Por ti, por esta vez.

No servimos a la Compañía." -

IKHARUS:

- Lo que te están ofreciendo los Rufianes de Usureros es ir esta noche al campamento enemigo y hacer algunos asesinatos sigilosos de enemigos.

- Sabes bien que si son descubiertos se retirarán y no lucharán abiertamente.

- Además, te hacen esto como un último favor. Después no podrás esperar ninguno más. Al menos no sin hacer primero algo por ellos o por Usurero.

Hago lo que Leon Anciano me dice en silencio, sin quitar ojo a lo que está pasando a nuestro lado. Frunzo el ceño casi imperceptiblemente al escuchar las palabras de Serpiente. Ni pensar que dependemos tanto de las palabras de alguien que puede ponernos más en peligro que un ataque directo a nuestros enemigos...

Dejo el agua y la bolsa al lado de León Anciano. Me acuclillo a una distancia prudente en espera de más instrucciones, mientras escucho temerosa la respuesta la respuesta de los rufianes.

- Vamos a atacar.... - pienso - ¿Sobreviviremos esta vez?

Me apresuro en la cura de Orgullo. Por lo que estaba escuchando, era más que probable que atacáramos de nuevo al anochecer e intentar rescatar a los prisioneros si aún seguían con vida. Desde luego si el caballo se recuperaba a tiempo nos iba a ser de gran ayuda en la pelea. Si los dioses quiere que salve la vida del animal, puede que algún día me devuelvan el favor. 

No me daban buena espina estos rufianes de Usurero, aunque mejor tenerlos de aliados que enemigos.

En esta ocasión esperaba con ganas intervenir en la lucha. A mis 46 veranos no era el mismo guerrero que antaño, aunque el pensamiento de la lucha todavía corría por mis venas Ka'lata y algunas de mis habilidades habían mejorado con los años.

- Descansa Perdida, puede que dentro de poco nos hagan falta todas nuestras fuerzas o incluso más.

- "Esto es... es una locura completa..." -