Partida Rol por web

Lengua Negra descabalgó de Dante y llevándolo por las riendas se acercó hasta el Teniente. La reciente herida tironeaba levemente tras la larga jornada a caballo y necesitaba algo de descanso, al igual que su montura también herida. Escuchó las palabras que se les dirigían, en silencio.

-Entendido. Transimitiré vuestras órdenes a Matagatos, mi Teniente. Quiero añadir también que hemos sido atacados hace unas horas. Una horda de Chacales y Fantasmas Irredentos, una de cuyas lanzas porto ahora mismo como señal de nuestra victoria. Encabezados todos ellos por un jinete en un caballo de guerra. Todos fueron abatidos, sin excepción. No obtante, tenemos heridos y algún muerto. En mi ausencia no sé cómo habrán evolucionado los heridos. Tal vez los enemigos batidos pertenecieran al grupo que decís se halla en esta zona, mi Teniente.

- "Hum. Eso es señal inequívoca de que este destacamento se ha enfrentado ya al Primer Grupo Operativo del Triplete. Así es como se denominan a sí mismos, lo de Fantasmas Irredentos es el mote que les pusieron los Comunes de Cho'n Delor, aunque ha cuajado bastante.

Entonces, si tenéis heridos, Lengua Negra, lo mejor será que seamos nosotros quienes avancemos hacia la posición de Matagatos en orden de establecer un campamento para heridos." -

El Teniente desmonta.

- "Veo que tu caballo está herido, átalo a mi montura y ve tú a lomos de mi corcel. Yo puedo caminar, no estoy cansado.

Una vez establezcamos el campamento de nuestra Retaguardia, reforzaremos con nuestros refuerzos vuestros flancos, y comenzaremos la ofensiva.

La velocidad es esencial. No creo que tengamos más de una jornada hasta que los demás Grupos Operativos sepan lo que está sucediendo. Si conseguimos tomarles por sorpresa, podemos obtener una ventaja decisiva que nos dé la victoria.

No hay tiempo que perder, así que iniciemos la marcha. Dedos, Lombriz, adelante.

Lengua Negra, encabeza la marcha hasta el Grupo I liderado por Matagatos. Todos te seguimos." -

Hubiera deseado tener un tiempo libre para hablar con los otros Hostigadores, pero eran tiempos de guerra y la acción era más importante que las palabras y las necesidades de la Compañía se imponían sobre las propias. Lengua Negra asintió ante las órdenes del Teniente y ató a Dante al pomo de la silla del caballo del mando y acto seguido montó.

Picó talones, y la montura inició su paso. No quiso mirar atrás, pero oyó el inconfundible murmullo de pies poniéndose en marcha, los rebuznos de las mulas al ser fustigadas y el sonido del metal de las muchas armas al repicar dentro de sus vainas o contra el suelo o escudos. Era una buena canción de marcha. Ahora, solo se trataba de desandar lo andado.

Solo cuando avanzó unos centenares de metros, miró atrás, buscando un rostro.

- Lengua Negra está mirando en lontananza cuando ve llegar a un jinete montado a lomos de un caballo de monta pesado y que lleva puesta una armadura negra de cuero reforzado.

Parecía que por fin tenían un objetivo, además habían muerto algunos compañeros. No podía negar que tenía curiosidad por comprobar quienes eran aquellos que lo habían dado todo por la Compañía, pero éso llegaría cuando estuvieran allí, por muchas vueltas que le diera. Se echó el arma al hombro, dispuesto a avanzar a la señal de los mandos.

-Atenta Niña de Oro, pronto verás muertos. Y algunos de gente que conocías. 

Me acerqué al grupo sorprendido de que Lengua Negra ya estuviese ahí.

¿Tanto me he entretenido con el recluta?

Desmonté de Orgullo y cubrí los últimos pasos entre Lengua Negra y yo a pie.

-Hola primo. ¿Están informados ya de lo ocurrido, en este grupo?¿Todo en orden?- pregunté a Lengua Negra en Oscuro - Me encontré con el recluta que está bajo el cargo de Serpiente por el camino. Había caído su montura. Iba camino del grupo de Matagatos para saber lo ocurrido, pero le he dicho que viniese a reforzar éste cuando encontrase al camello, que ya no había nada allí. No sé si me hará caso, aunque debería, porque parece que no todos los reclutas del pelotón de campamenteros respetan a los soldados de los Hostigadores.

-Sí, primo. Todo en orden. Ya les he informado y hay noticias. Regresamos todos hasta la posición de Matagatos, donde se fijará el nuevo campamento base. Se ha obtenido información acerca del enemigo y entraremos en batalla muy pronto. La rapidez es casi obligada en nuestros movimientos. Pero acude al Teniente. Se encuentra algo más atrás. Me ha cedido su montura para no forzar a Dante que está herido. Tal vez tenga órdenes para ti -dijo a Pelagatos.

Asentí a Lengua Negra y volví hacia Orgullo.

Empecé a pensar en lo que llevábamos de día. Me sentía como un mensajero cualquiera. Debería haber un recluta haciendo ese trabajo. Miré a Orgullo. Qué buena montura, esperaba que aguantase bien. Desde la cabalgata con Peregrino había intentado no forzarle. No podía permitirme perderle.

Subí de un salto a su grupa y me puse rumbo al grupo del Teniente.

"Al menos voy al grupo de los altos cargos. Eso me hace sentir mejor."

Aunque la palabra adecuada era "importante".

- ¡Que Keropis qué!- solté con una carcajada.- ¿De verdad se ha caído?- Seguí riendo.- Entonces de mi regalo ya ni hablamos. Era una sorpresa tan divertida… Una pena, una verdadera pena.- Aunque el esfuerzo invertido merecería la pena tan solo por ver la cara de Keropis cuando regresase y le preguntase qué había pasado.- Pero qué le vamos a hacer… Por cierto Lengua Negra, cuando de lejos te vi acercándote sobre tu maltrecha montura por un instante te confundí con alguien más idiota y a punto estuve de darte la bienvenida. Una bienvenida muy familiar, “primo”. La hubieses disfrutado.- Sonreí.- Dime, ¿Matagatos sigue vivo?- pregunté sin más ambages. Dedos había estado tan calladita desde que habíamos vislumbrado la polvareda que deseé una polvareda cada día.- Y lo que es más importante, ¿las heridas de tu caballo son muy graves?

Eché a andar tras las órdenes del Teniente y no dije una palabra hasta que, durante nuestra marcha, Pelagatos apareció por el horizonte y llegó a nuestra posición. Me mantuve callado mientras hablaban, y puse una mueca tensa cuando hablaron de muertos. Inmediatamente pensé en Keropis, sería una gran pérdida, tanto como soldado cómo lo más parecido a un amigo o compañero que podía encontrar en la compañía. Afortunadamente, cuando dieron noticias sobre él me relajé un poco. Ante el comentario de Pelagatos sobre si Keropis le había hecho caso o no, discretamente lo defendí, más a modo de comentario o razonamiento que otra cosa:

- Supongo que se limitó a cumplir las órdenes de Serpiente, su superior directo. Además, de momento aquí no tenemos demasiados problemas, y el grupo del Teniente nos sigue de cerca.

Luego siguen hablando y cuando Serpiente termina de hablar una duda asoma y le pregunto al mago.

- Serpiente, ¿cuál era ese regalo tuyo? Ahora me has dejado intrigado. En cuanto al caballo, es una lástima, va a ser una dificultad más a parte de la que suponen heridos y... muertos. ¿Se sabe ya la identidad de alguno, por cierto? - tengo nervios por saber quiénes han perdido la vida, sería una lástima que algunos de los mejores guerreros de la compañía cayesen, teniendo en cuenta la dura guerra que se avecina.

"Si ya ha habido muertos en la primera batalla, o mejor dicho, en la primera escaramuza, no quiero pensar qué ocurrirá cuando haya una batalla a gran escala y lleguemos diezmados. Sin duda Hostigadores y Campamenteros sufriremos mucho en esta campaña... Habrá muertos... ¿seré yo uno de ellos?" Cuando este pensamiento acude a mi mente, la angustia se apodera de mí durante un tiempo. Tengo que hacer un esfuerzo por sacar ese pensamiento de mi mente e intentar concentrarme en lo que realmente importa, que és que estoy vivo y tengo que luchar con todas mis fuerzas. "Si dejo que la confianza en mí mismo flaquee, las fuerzas me abandonarán, y entonces con seguridad estaré sentenciado. No, debo luchar y mantenerme calmado y sereno. Podemos hacerlo. Puedo sobrevivir y proteger a mis compañeros incluso, en caso de ser necesario. Es más, lo haré. Voy a sobrevivir a lo que se avecina."

Pelagatos llega hasta la altura donde camina el Teniente, seguido de tres escuadras del nuevo Pelotón de Reservas, lideradas por el Sargento Cortaplumas, por Ballestero, y por Akatsuki.

- "¡Soldado Pelagatos! ¿Qué grupo has visitado? ¿Cuál es la situación en los demás grupos?" -

ante las nuevas noticias, me rasco la barbilla y miro las caras de mis compañeros y superiores

El habitual sarcasmo de Serpiente fue toda la bienvenida de su primo. Nada inesperado. Nada deseable.

-Dudo que hubiera disfrutado del recibimiento que mencionas, primo. Aunque sí hubiera agradecido otro -dijo con una sonrisa que traslucía una indefinible tristeza-. Tu preocupación por Matagatos es loable, Serpiente. Sí, sigue vivo, aunque resultó herido pero su preocupación residía en curar a los demás, pues eran demasiados los que han sufrido bajo el filo de las armas del enemigo. Y Dante, bueno, recibió una lanzada en el pecho. No es grave pero necesita reposo, algo que dudo pueda tener a la vista de las novedades -dijo. Un súbito tirón de sus recientes heridas lo hizo palidecer levemente pero no profirió queja alguna, aunque no pudo evitar llevar una mano a su costado-. Y tú, ¿cómo te encuentras? -el recuerdo de los latigazos cercenando su carne regresó vívido, así como la impotencia experimentada-. ¿Lo suficientemente bien como para caminar y pelear? Es una distancia larga. Tal vez debieras regresar al carro. O montar a la grupa de mi montura. Así podríamos hablar. Hace demasiado que no lo hacemos y lo echo en falta, primo -dijo para añadir tras una breve pausa-, hermano. Debo regodearme en el dolor, pues parece que mi vida solo está completa ante las heridas de hierro o ante una lengua afilada con el sarcasmo y un intelecto ácido -su mirada había regresado al horizonte, velada por una sombra-. Solo la muerte parece la compañera perfecta dentro de la Compañía, aunque tal juego de palabras resulte incongruente para casi todos.

Incliné levemente la cabeza a modo de saludo respetuoso al Teniente.

- Señor, partí con el soldado al mando de mi grupo, Peregrino, hacia el grupo de Pelagatos al ver la polvareda. Nuestro grupo, el III, estaba tranquilo hasta ese momento pero fue dejado en posición de defensa. El grupo de Matagatos fue atacado y para cuando llegamos la batalla estaba en sus últimos golpes. Poco después pareció verse polvareda en nuestro grupo pero mi montura no podía volver a hacer ese viaje inmediatamente. Por tanto, Peregrino partió y a mí se me encomendó venir a informar y reforzar el grupo IV, este. No tengo noticias del grupo liderado por Ponzoña, señor. - relaté en Oscuro. - ¿Alguna orden para este soldado, señor? Estoy preparado.

- "Debemos ponernos en marcha de inmediato para reunirnos con el Grupo I de Matagatos.

Pelagatos, Akatsuki y su escuadra irán contigo hasta el Grupo III de Peregrino para reforzarlo. Vuestra misión es atacar al enemigo desde el Oeste, preferiblemente por sorpresa. Debéis machacar al Cuarto Grupo Operativo del Triplete. En vuestro caso no es imperativo capturar prisioneros, pero si los hubiera deberéis retenerlos hasta que podáis trasladarlos a nuestra Retaguardia para su posterior interrogatorio.

Es mejor si ninguno escapa con vida, pero en vuestro caso, la segunda escuadra de Arqueros andará cerca dando caza al Sexto Grupo Operativo, junto con una parte de los Escorias de la Coronel Mindy. Eso quiere decir, que incluso si alguno de esos Fantasmas Irredentos escapa, probablemente no llegue muy lejos de todas formas." -

Asentí al Teniente con gesto decidido y pecho hinchado. La orden cumplía mis expectativas, aunque no era real, de ser líder. Miré a Akatsuki para comunicarle que había entendido las órdenes y saber si estaba lista. Con todo asegurado, me despedí del Teniente y situé a Orgullo hacia el camino que iba a tomar.

- Señor, así se hará.

Espoleé a Orgullo para que comenzase a emprender el camino asegurándome que Akatsuki y su escuadra me seguían de cerca. 

Esperé a que Lengua Negra terminara de hablar y, cuando lo hizo, le ignoré para responder antes a Tarado.

- Si te lo dijese dejaría de ser una sorpresa, así que mantente intrigado. Esa es una razón tan buena como cualquier otra para seguir vivo, Tarado. ¡Oh!- exclamé, recordando algo.- Y en respuesta a la pregunta que me formulaste antes, soy lo que deseo ser en cada momento porque puedo serlo.

Una vez dicho aquello tan solo quedaba responder Oscuro que parecía sumido en una profunda y aburrida melancolía.

- Y a ti Lengua Negra, ¿te he dado la impresión equivocada de que el estado de Matagatos o el de tu caballo me preocupaba lo más mínimo? Solo era para dejarte claro que no quería preguntarte a ti por el tuyo para ahorrarme que tú, basado en una estúpida idea de reciprocidad, me preguntases a mí por el mío. Pero al parecer no ha salido demasiado bien. Hoy es el día de las decepciones…- Me encogí de hombros y sonreí.- Estoy tan bien como puede estarlo quien no puede estar bien y mejor de lo que están los que no pueden estar de ninguna manera. Pero quejarse sirve de tanto como ceder un cinto para algo que nada tiene que ver con ceñirse la cintura.- Miré a los ojos al Oscuro que me había tratado de hermano deseando ver la reacción a mis palabras. Poco después soltaba una risita.- Tan solo los vivos pueden regodearse en el dolor, Lengua Negra, si bien es preferible hacerlo con el ajeno que con el propio.

Sirviéndome del bastón caminé hasta ponerme a la altura del caballo que montaba.

- Respecto a tu oferta, la acepto. Prefiero la grupa del que no es tu caballo a sufrir por más tiempo la compañía de la jifera.- Sonreí.- Soportarla es la única parte del castigo que el verdugo no hizo pública, seguramente para no poner en evidencia el carácter plúmbeo de su concubina.

Akatsuki asiente y saluda con una breve reverencia. Después ella y su escuadra de diez Reclutas Reservas se apresuran a seguir a Pelagatos hacia el Sudoeste, hacia el Grupo III de Peregrino.

- Tras la partida de Pelagatos y la escuadra de Akatsuki, el resto del Grupo IV y los refuerzos que ha traído el Teniente se ponen en movimiento durante horas sin descanso, hasta alcanzar al Grupo I de Matagatos.