Partida Rol por web

Los esqueletos atacan de nuevo, los ojos de Habib están húmedos, no puede creer lo que está sucediendo, el esqueleto frente a él le falta media cabeza, todas las costillas, se tambalea de un lado a otro sostenido únicamente por la gastada columna vertebral como si de un tótem se tratara y aún así continúa en pie y sigue atacando, el hechicero se lamenta de su falta de poder, si hubiera podido entrenar mejor sus habilidades arcanas no estarían en tantos apuros

Pero el momento es vehemente, y Habib se aparta a un lado del ataque y Willem detiene con ambas espadas el ataque del esqueleto, Habib parece en apuros, pero tampoco Sutu o Willem parecen poder hacer nada por él, no mientras el Rey Brujo siga amenazando la única ruta de auxilio entre vosotros

Habib evitó con agilidad los envites del esqueleto, el cual sólo era una marioneta cuyos hilos movía Alaszor. Pero su hechizo rompería el último de los filamentos del poder del brujo sobre él. De nuevo descansaría en paz.

Rayo ácido menor.

Partió el pequeño dardo de energía inestable y corrosiva hacia su columna, partiéndola en dos y desmoronando lo último que mantenía estable al no-muerto.

Maldita sea, cómo resistís!

Dijo para si mismo mientras corría hacia Rhaz, al que iba a socorrer.

Cuando comenzó el combate y vi como el rey brujo secaba a Rhaz jamás pensé que llegaríamos a durar tanto ahí abajo. Y no solo estamos durando, sino que el maldito brujo esta reculando y ahora no se ríe tanto como antes. Le estamos haciendo retroceder. Tenemos que presionar más. Pero para eso hay que acabar con esos malditos esqueletos.

Uno de ellos se me echó encima aprovechando la oscuridad y estuvo a punto de darme, pero fui lo suficientemente rápido como para parar el golpe. Ahora era mi turno. Así que le lance un tajo en forma de X con las dos espadas, haciendo que se cruzaran a la altura del pecho de la criatura, donde debería de tener el corazón.

Sutu avanzó decidido, y se plantó frente al brujo que amenazaba sus vidas, lanzando un tajo ascendente desde la entrepierna, hasta el hombro. El hacha surcó el aire, y segó carne putrefacta, hiriendo a la horrible criatura.

El bárbaro lanzaba espumarajos por la boca a causa del frenesí de la batalla, y su bestialidad se hacía patente, puesto que superaba con creces el miedo irracional y supersticioso que le profesaba a la hechicería, y a pesar de que lo que ahora tenía frente a él, no podía más que reafirmar ese terror, Sutu se veía incapaz de amilanarse: la batalla lo había cegado por completo a cualquier cosa que no fuera la eliminación de sus enemigos.

El corte que Sutu provoca hace que a través de una rasgadura en su marchito cuerpo queden a la vista lo que debieron ser las entrañas del brujo, una masa acartonada, arrugada y negra de entrañas que están al fondo de una bolsa de piel, en el interior de su cuerpo pueden verse sus terrosos huesos rodeados de la energía violácea que su hijo le manda desde más allá del desierto para que pueda moverse.

Sin embargo pese a la herida el brujo no parece preocupado

Vaya, asi que el valiente guerrero del grupo ha decidido morir ya, te estaba esperando Sutu el Desolado

Alaszor alarga sus brazos y Sutu inerpone el hacha dejándola en manos de ambos, por encima sus miradas se cruzan

Te voy a dejar seco, tu vigorosa alma me alimentará durante los siguientes cien años

Sutu, enloquecido da un tirón al arma arrebatándola de sus manos, Alaszor empieza a murmurar unas palabras, mirando de reojo a Habib y Rhaztamel y preparándose para dar muerte, de manera definitiva, a Sutu, el bárbaro.

El esqueleto sigue empecinado en el explorador, que pese a no llevar escudo se defiende mejor de lo que él mismo esperaba, y ahora, con renovadas... inspiraciones, está dispuesto a partir en mil pedazos a este saco de huesos, a un palmo de él, Sutu lucha valientemente, frente a todos vosotros, el último esqueleto parece que no está dispuesto a dejarse matar por un grupo de aventureros aficionados como vosotros, mercenarios más valientes han caído.

El bárbaro sudaba por todos los poros de su broncinea piel, que brillaba a causa de los reflejos causados por la leve iluminación producida por la antorcha.

El ataque de Alaszor había resultado terrorífico y había devuelto a Sutu a la realidad, pero la amenaza había resultado poco efectiva, y Sutu continuaba ileso, perplejo por la inefectívidad de Alaszor cuando ya lo había tenido entre sus garras, pero ileso.

La perplejidad le duró poco, y Sutu lanzó su grito de guerra:

-¡BÉSAME EL HACHA!

Y el arma cortó el aire con un sonido que precedía a la muerte, golpeando laterálmente en busca del torso del blasfemo ser.

De mi derecha me llego un desagradable sonido de desgarro y de sangre fluyendo. La ausencia de un grito de dolor me hacía pensar que el que había recibido el golpe era uno de los esqueletos, puede que le propio rey brujo. Pero también podría ser que el golpe lo recibiera uno de mis compañeros, y este fuese tan fuerte que no le diese tiempo ni a gritar. Era difícil de saber con tan poca luz.

Fuese como fuese tenía que acabar con aquel maldito esqueleto lo antes posible y acudir al rescate del resto del grupo. O si ya solo quedaba yo en pie al menos mandar al infierno el mayor número de criaturas posible. Así que volví a lanzarme a la carga contra el esqueleto, haciendo bailar ambas espadas y lanzándolas desde diferentes direcciones para hacer más complicada su parada y esquiva.

Habib se arrodilló ante el cuerpo sangrante de Rhaztamel. Desgarrando parte de la capa de su paciente practicó unas improvisadas vendas. Aunque antes le dio un masaje cardiaco al ya casi inerte corazón de su compañero.

Venga, Rhaz, no nos dejes ahora!

Rhaz se estabilizó lo suficiente para sobrevivir. Este no sería su último aliento... de momento.

Luego miró a sus valientes compañeros. Seguían luchando casi a oscuras. Tomó la antorcha y miró fijamente a Alaszor, engendro del mal y símbolo de la decadencia de este mundo

El último golpe de Sutu le borra la sonrisa a Alaszor, la cosa se pone fea, da un horroroso grito que hace vibrar el cráneo de Sutu por unos momentos todo se vuelve doble, y después.... oscuro, la mano se cierra en su cabeza tapando sus ojos, las uñas se clavan en la calva cabeza del bárbaro dejando que hilos de sangre empiecen a resbalar, el bárbaro da un aullido que hace temblar la tumba subterránea, en su interior, su alma está siendo desgarrada.

Sutu puede ver dentro de sí dos figuras, dos siluetas de humo violáceo, una más grande: él mismo, desarmado frente al brujo que con sus poderosas garras destroza su volátil cuerpo evanescente con la misma dificultad que en el plano material pudiera ser rasgada una hoja de papel mojada.

A los ojos de sus compañeros, Alaszor araña la cabeza del bárbaro deteniendose y sin prisa, y cuando Sutu recupera la vista, y poco a poco todo a su alrededor se vuelve de nuevo nítido, sus piernas apenas pueden sostenerle, ha estado tan cerca... las piernas le tiemblan, su boca está seca y sus ojos necesitan llorar sin motivo aparente y sin que esto suceda.

Alaszor ríe al retirar la mano y luego borra su sonrisa al ver que Sutu sigue en pie - Ya has demostrado que eres resistente muchacho, muere de una vez, nadie ha resistido jamás que le desgarraran el alma, ¿Como alcanzas a seguir en pie y ser capaz de sostener tu arma?

El esqueleto y Willem continúan su peculiar combate, ajenos al resto del mundo, el explorador se encuentra abatido y el esqueleto tan impasible y tenaz como el primer dia en que fuera re-alzado, Willem puede ver como Sutu casi se desvanece en las tinieblas y puede sentir el miedo de caer en su lugar si no lográrais abatir a Alaszor, quien parece tan dispuesto a luchar por su vida como vosotros mismos.

El ataque del no-muerto golpea una de las espadas de Willem, y el explorador las mueve torpemente listo para lanzar un nuevo ataque, esperando, deseando y rezando a la fortuna que sus golpes acaben por fin con el imbatible saco de huesos

Willem, déjamelo a mí! Casi gritó Habib mientras se acercaba con la antorcha y conjuraba a una distancia prudencial su escupitajo de ácido...

El dardo impactó en la cadera del esqueleto y lo destrozó y desmoronó como un castillo hecho con piezas de dominó. El efecto sonoro era repulsivo pero el resultado era espectacular.

Camino libre, Willem, ayuda a Sutu.

Finalmente el esqueleto cayó para no volver a levantarse tras el golpe del hechizo de Habib. Hubiese preferido acabar yo con él, pero tal y como estaba la situación tampoco me iba a quejar. Mejor el que yo.

Aun no habían terminado de caer al suelo los huesos cuando salte por encima de ellos para colocarme a la par del bárbaro y volver a hacer frente al rey brujo. El grito que había soltado Sutu hace un momento no podía significar nada bueno. Apenas podía ver su silueta con la oscuridad, pero estaba a las claras que el ataque no había sido mortal de milagro. Los dioses le habían sonreído esta vez, pero no es seguro que lo hicieran una segunda. Ya solo quedaba el maldito orco, pero estábamos muy débiles, y si no acabábamos rápido con el sería nuestro fin. ¡Prueba el sabor de mi acero engendro! grito mientras le acometo con ambas armas.

Sutu sacudió la cabeza aturdido. La brujería de su enemigo lo había sacudido de arriba a abajo, y sentía que se le escapaba la vida, que el alma se le iba del cuerpo. El enfrentamiento al que lo sometió Alaszor no era un combate para el que el bárbaro estaba preparado.

Pero Alaszor tampoco estaba preparado para la primitiva fortaleza de Sutu. Un hombre criado lejos de la civilización, y curtido en las salvajes tierras de la periferia de la ciudad de Zalas, no era un hombre débil. Era un hombre fuerte, recio, robusto, y preparado para afrontar la muerte todos los días, carente de la debilidad implantada en los que han sido sometidos por la civilización.

Y a la brujería de Alaszor le costaría hacer sucumbir al instinto bárbaro que poseía a Sutu.

La mirada del humano se cruzó con la del marchito orco, y lejanos le llegaron a Sutu las palabras de este y de sus compañeros. Tardó en percatarse de la presencia de Willem a su lado, tanto como Alaszor en percatarse de que Sutu se negaba a abandonar el reino de los vivos.

-Lo hago... con la fuerza de mi corazón... se limitó a responder al brujo. Y acto seguido lanzó un tajo descendente a la cabeza del brujo con la intención de partir en dos su craneo, y verter lo que quedara de su masa encefálica sobre el suelo de la catacumba. ¡REGRESA AL INFIERNO DEL QUE HAS SALIDO!

El hacha golpea de lleno al brujo partiéndole en dos, como si fuera papel, la antorcha de Habib puede iluminar como ambas mitades del muerto caen al suelo por separado, su vieja carcasa apenas está rellena de jirones de piel, carne seca y huesos desordenados, ambas mitades se revuelven en el suelo entre gritos silenciosos y es necesario un último golpe para que quede innerte. Poco a poco, los latidos de vuestros corazones pasan a estar más calmados, los gritos y maldiciones de la escaramuza quedan atrás.

En esta tumba de techo alto, paredes arenosas y bellísimas columnas convertidas en escombros desperdigadas por el suelo vuestras fuerzas flaquean y caeis poco a poco sobre el suelo dejando caer vuestras armas un momento para daros un respiro, no os rodea el clásico olor a sangre y vísceras desparramadas que hay tras el combate, solo os rodean montones de huesos y piel seca.

Rhaztamel se incorpora, sonriendo de verse con vida, malheridos, hechos polvo, en esta tumba podeis sentir como si la vida os diera otra oportunidad, una oportunidad que no tardará en esfumarse de vuestras manos si no pensais rápido en como salir de la horrible Necrópolis

La energía violácea que se filtraba por las paredes disipándose en el aire para recobrar brillo alrededor del brujo desaparece por completo, y allende el mar de arena otra vida ha llegado a su fin

"Nooooooo, no no y no maldita sea - Milaszor lo ha visto todo a través de su bola de cristal, que ahora cae suavemente desde sus manos a los cojines que hay debajo suyo, su pelo se vuelve blanco y cae por jirones, su piel verde se vuelve más pálida y comienza a escamarse y cubrirse de manchas, la vejez se le echa encima hambrienta de haber estado a ralla durante mucho tiempo

Milaszor~No es el fin, aún puedo recuperar mi poder, aún si puedo .....

Odros, el semigigante le observa con lástima y entra en el cuarto contiguo, mientras el viejo orco sigue divagando se escucha remover la habitación y el fiel siervo de Milaszor aparece con una mochila poco abultada y una curiosa vasija rellena del líquido elemento, silenciosamente y sin reverencia ninguna se agacha para recoger la bola de cristal

Milaszor~¿Q-qué haces? No te vayas, aún puedo ¿Q-qué haces? ¿A donde vas?

Odros~ Tus ojos lo dicen, Alaszor a muerto y con él tu poder, contigo morirá la bruja de Zalas, los dos Reyes Brujos que no deberían haber existido en este tiempo desaparecen, pero aún queda Astraza, que tomará el dominio de Has'sara, y esta bola será seguramente un buen tributo con el que ganarme su favor

El semigigante se gira, no debe más explicaciones a un viejo cuyo cuerpo solo espera a ser devorado por los buitres, y abandona el Castillo de Ok'Ragna, hacia el norte, mucho más al norte de lo que jamás haya cruzado, a las tierras de Astraza"

Rhaz se incorpora como puedo su heridas son bastante fuertes y su cara refleja el dolor de estas, pero tras ver como sus compañeros acaban con la abominación, no puede evitar soltar una sonrisa - Jajajaja, bien hecho chicos, bien hecho, habeis conseguido enviar a ese diablo de brujo al inframundo, de donde espero que sus tormetos nuncan lo abandonen, jajaja - Era un echo que el picaro estaba vivo gracias a sus compañeros, se lo debia todo y esto jamas lo olvidaría.

Ahora quedaba lo mas dificil y era salir de esa necropolis, las fuerzas estaban bajo mínimo, si eran sorprendidos por algún ataque de alguna de las criaturas de aquel lugar, todos sus sacrificios habrían sido en vano.

- Compañeros tenemos que salir cuanto antes de aquí, ya que en nuestro estado, no aguantariamos ninguna ataque más - la cara de Rhaz había vuelto a tomar un semblante serio.

Habib, que suele ser tan locuaz, apenas tenía palabras. Se acercó a Rhaz y le dio una palmadita en el hombro.

Creí por un momento que te tendríamos que enterrar aquí. Jejeje, pero bicho malo, nunca muere.

Observó los restos de Alaszor y escupió con desprecio. Luego esparció con el pie en busca de algo que pudiera tener consigo, quizá algún objeto mágico. Tras inspeccionarlo todo, se acercó al tesoro y lo observó.

Rhaz, puede haber alguna trampa? O te parece seguro? No nos podemos permitir más heridas. Dijo mientras sacaba un saco y preparaba su mochila.

Yo sólo podré cargar cosas que no pesen demasiado.

Jadeante y fatigado, Sutu se dejó caer hacia la pared, y apoyado en ella, resbaló hasta quedar sentado en el suelo.

Allí se quedó el bárbaro, mirando fíjamente los restos del brujo, respirando con dificultad y con el cuerpo sudoroso. A cada respiración su pecho se hinchaba y deshinchaba de forna extrema, marcando aún más sus impresionante pectorales.

Sin apartar la vista de aquel cadáver partido por la mitad escuchó lo que decían Rhaztamel y Habib, y le lanzó una mirada fulminante a este último, cuando el mago escupió sobre los restos de Alaszor.

-No malgastes humedad con esa imundicia. Dijo. Es vital conservar los fluidos del cuerpo.

Era evidente que pese a la titánica batalla, Sutu continuaba teniendo su habitual pragmatismo heredado de la vida en el desierto donde cada gota de humedad del cuerpo valía mil vidas.

-Aquí no se iba a morir nadie sin mi permiso Rhaztamel. Sentenció. Por mucho que esa abominación antinatural que yace frente a mí se empeñara en ello. No lo parecía, pero era la forma que tenía el bárbaro de hablar para animar el ambiente. No tengáis prisa. Tomemos aliento con calma y veamos que hay en este lugar antes de partir.