Partida Rol por web

- "¡Silencio, perro! ¡Nada se te ha perdido en el Salón de tus señores! ¡Vuelve a tus asquerosas mazmorras y a tus máquinas manchadas de sangre!" -

Chardru apenas puede ni quiere dar crédito a lo que sus ojos y oídos le muestran. Observa detenidamente al jovén que le ha salido al paso y aunque osadas son sus maneras, bien es cierto que hasta el momento su voz ha sido la única que le ha concedido palabras de bienvenida.

Vuestros ojos no os engañan ni el intelecto os falla, pues soy quien decis, el mismo Señor de Galati. Y aun en circunstancias tan lejanas a nuestros deseos, agradezco vuestra cortesía. Luego, tiende su mano hacia la más joven de las mujeres Danislav intentando con ello poner fin a una pelea de críos. Hermosa joven, no consistais que al igual que a los necios, vuestros ojos os nublen el juicio. La belleza, que muchos miden por nuestros rasgos. En verdad, debiera estimarse por nuestros actos. Y una vez besa la mano de la jovén sin quitar la vista de sus ojos como mandan los cánones, Chardru continua descendiendo las escaleras mientras busca entre la gente a quien en verdad necesita a su lado. Su bella Irina.

- Irina está unos cuantos metros más arriba, en la misma escalera, acompañada por su madre Ruxandra, y ha podido verlo y escucharlo todo.

Bajo las escaleras, acompañada por mi madre, con paso lento estudiando los rostros de todos los reunidos al final de los escalones. Mi alegria inicial al ver a todos mis hermanos juntos al lado de mi prometido, se viene abajo en cuestion de segundos al escuchar la conversacion que estan manteniendo.

-Vinga, veo que en el tiempo que he estado fuera, has olvidado los modales de una señorita. Estas hablando con mi prometido, el prometido de tu hermana, y no se a que viene el asustarlo con cuentos de viejas ni hablar de esa forma de Ion. Recuerda que el señor de Galati, no os conoce demasiado aun y no sabe apreciar la verdad o no de vuestras palabras, que puede malinterpretar rapidamente.

-Chardru...disculpad a mi hermana...os lo ruego -le digo al boyardo acercandome a el y rozandole el brazo.

-!Hermano! Todrich, cuanto tiempo... -le saludo fundiendome en un abrazo y rompiendo asi el hielo de la situacion -Ya veo que os habeis conocido. !Estoy tan contenta de estar todos juntos aqui! -Miro sonriente al señor de Galati, dedicandole una mirada esperanzada y alegre.

- "Hermana... Vayamos al Salón, seguro que Padre nos espera." -

Chardru hace gesto de ceder cortesmente el paso a sus anfritiones y una vez Irina llega a su lado, le tiende el brazo mientras posa cuidadosamente sus labios sobre sus mejillas Bella Irina... Lucís radiante, como siempre. Hacéis de esté, humilde boyardo de tierras lejanas, un hombre dichoso aún en horas aciagas. Y encamina sus pasos hacia el salón.

Todos pasan al Salón del Castillo, donde los criados están a punto de servir la cena, consistente en perdices, salazones, sopa de carne y repollo, pan, vino y dulces de miel.

- "Sed bienvenido a nuestra humilde morada, noble señor de la Casa Mescu. Nuestro mutuo Señor Feudal, el Conde Alexandru Florescu, Señor de Moldavia, se encuentra indispuesto y me ha pedido que le disculpe en su nombre.

Hija mía, me es grato volver a verte." -

El Boyardo y gobernante de la ciudad de Suceava estrecha la mano de su homólogo Chardru Mescu. La mano del padre de Irina es fuerte, pero fría y en cierto modo repulsiva al tacto, como una cosa muerta.

Al estrechar la mano del padre de Irina, Chardru siente con mayor intensidad un frío recorriendo su espalda que viene a morir en su nuca. Instintivamente sus musculos se contraen y sin querer comprueba que el Seññor de Suceava es fuerte, quizás demasiado para su edad. Chardru le mira a los ojos mientras habla y una extraña sensación, dificil de describir, le obliga a dar un paso atras y soltar la mano de su interlocutor.

Recuperando el color y las formas Chardru habla "Noble Señor... dos son los motivos que me han traido a vuestros dominios. Primero una promesa, mantener la vida de vuestra hija a salvo, aún a riesgo de la propia.Segundo, una necesidad, los magiares han cruzado la frontera. Galati, es ahora merced de sus felonías y la gente que espera a las murallas de esta, vuestra ciudad, lo último que queda de sus gentes."

Chardru guarda silencio durante unos instantes, es plenamente consciente de que sus palabras cobran suma importancia en el devenir de su gente y por vez primera, ni su orgullo ni su brazo son buenos consejeros. "Ruego por ello en horas inciertas, seáis nuestro valedor. Tan sólo preciso que aquellos de entre los suyos, los valientes que así lo estimen. Me acompañen a frenar el avance de los magiares antes siquiera que alcanzcen estos muros y recuperar Galati para Nos y nuestro señor. El conde, Alexander Florescu."

Chardru permanece en silencio mientras observa a su alrededor.

- "Noble Mescu, por favor sentáos. Bebed mi vino, comed mi pan." - Hace una pausa mientras se sienta ceremoniosamente a la cabecera de la mesa, lejos de los demás, incluso de su propia familia.

- "Mis exploradores han traído noticias terribles. La horda magiar es virtualmente imparable. Quiero que mi familia huya hacia Constantinopla, mañana mismo si es posible, con todo cuanto poseemos de valor. Si pierden tiempo puede que sea demasiado tarde.

En cuanto a mí, mi deber está claro. Protegeré estos muros con los escasos hombres que me quedan. No puedo cederos a ninguno para recuperar un territorio ya perdido frente a un enemigo que os superaría cien veces en número." -

Asintiendo a Todrich, y agarrada al brazo de Chardru nos encamina hacia el salón. Alli veo a mi padre, esta igual que lo recordaba aunque...diferente. Las preocupaciones tienen que ser muchas en estos momentos.

-!Padre! !Cuanto os he echado de menos! -y despues de tan solo un frugal saludo, todos toman asiento en la mesa.

Escucho atenta las palabras de uno y de otro. Ante las primeras palabras de mi padre espero indecisa las palabras del señor de Galati, pero no esperaba que reconociera con tanta sangre fria que piensa quedarse a defender el castillo -Pero padre, huid con los demas, es muy peligroso que os quedeis aqui. Si son tantos no teneis ninguna posibilidad de...de... -soy incapaz de terminar la frase, un frio inmenso me cubre el corazon.

- "Si yo huyo, los hombres abandonarán las armas y huirán también. Nadie defenderá los muros ni retrasará a la horda magiar, que podrá atrapar fácilmente a todos los que se dirijan al Este, incluidos vosotros. No hay más que hablar sobre este asunto, hija." -

Chardru permanece en silencio, con cada palabra salida de labios del señor de Suceava todo sentimiento anterior va transformandose en honda empatía. Luego sus ojos se vuelven hacía Irina, su bella Irina. Hay tanto que quisiera decir, tanto que puede sentir, tanto que vivir... que ni una sola palabra logra asomarse en sus labios por temor a perder el valor que ahora más necesita. 

"En ese caso... Si tal es el destino que nos aguarda, permitid que mi espada se quiebre junto a la vuestra." Luego, volviendo su mirada hacia el boyardo "Mas recordad, salvado este lugar. Unid vuestro paso al mio y marchemos hacía Galati. En esa esperanza vivo y en esa esperanza muero si así lo quiere el Cielo."

Ante las palabras de mi padre no tengo mas que agachar la cabeza, se que no lo hare cambiar de opinion, conozco ese tono de voz.

Pero me sorprendo al escuchar las palabras del boyardo -Chardru.....

- "No lo tomes como ofensa, Boyardo. Pero no creo que tu espada suponga diferencia alguna en la defensa de Suceava. Según los rumores, los magiares no son sólo bárbaros a caballo sedientos de matanza. Les lideran brujos paganos capaces de invocar el fuego y la plaga, y se dice que entre ellos hay malditos de la luna, capaces de transformarse en bestias demoníacas.

Prefiero que pongas a salvo a mi hija, y que tengáis hijos fuertes que un día venguen a su abuelo." -

Chardru bebe un trago de vino mientras observa uno a uno a los presentes, su voz suena serena y tranquila. "Tiene... Tiene que haber forma de hacerles frente... Huir... ¿A dónde?... Si toda Transilvania será arrasada según decís."

Luego su mirada queda fija en la copa de vino mientras su mente guarda un temor "Un nieto que quiera vengar a su abuelo y guarde verguenza de su padre."

La madre de Irina habla de forma un tanto dubitativa.

- "Estamos preparando la huida de la ciudad. Puede que no sea demasiado tarde, que la frontera del Este todavía esté abierta. Si podemos llegar a Constantinopla, tal vez con nuestras riquezas podamos comprar tierras y conseguir un feudo del Emperador." -

Ante las palabras de todos, veo el poco tiempo del que disponemos. Hemos tenido suerte de llegar hasta aqui sin caer bajo el odio de los magiares. Agarro la mano del señor de Galati y mirandolo a los ojos, leo en ellos la duda, entre el deber y el deseo de hacer algo que se contrapone al deber. Galati es lo mas importante para el. Dejando Galati, no dandose una esperanza a su posible recuperacion, muere lentamente...

Aprieto fuertemente esa mano que gobernó Galati con fuerza y sabiduria. Ahora el tenia la decision de luchar con mi padre por estas tierras o huir para siempre de ellas y de su Galati. Cualquiera de las dos opciones...le hace perder su origen, su casa, su pasado...dificil decision que solo el puede tomar....

- El Invierno está aquí ya. Sea cual sea la decisión que tome cada uno, debe tomarla ya.

- Huir antes de que las nieves cierren los caminos, permanecer en el lugar esperando la llegada de los magiares, o marchar a otro lugar de Transilvania...

Chardru permanece en silencio, su mente se aleja y su alma se pierde en los recuerdos del pasado. Oye pero no escucha, le hablan y no responde, ni siquiera la mano de Irina perturba su callado silencio.

Luego, sus ojos se vuelven hacia el señor de Suceava, esta vez nada le muestran. Uno a uno observa a los presentes hasta que finalmente su mirada encuentra los de Irina. Su mano aprieta la de ella antes de hablar. "Solo tengo una pregunta ¿Ellos vendran con nosotros?" dice señalando hacia el exterior, en clara alusión a las gentes de dentro y fuera de la ciudad.

Niega con la cabeza.

- "No podemos alimentar a tantos, además sólo nos retrasarían. No, la plebe tendrá que cuidarse por sí misma." -