Partida Rol por web

Varuska asiente a las palabras del soldado.

Quedáos aquí con él. Voy a hablar con ellos.

Avanza con rapidez hacia la puerta del fuerte, recogiendo sus ropajes con la mano al pasar y dejando tras de si el suave sonido de sus pasos contra el suelo, sale al exterior con una postura altiva y solemne, con la barbilla alta y mirando al anciano directamente a los ojos.

¿Preferís que el señor de estas tierras se de cuenta de que NOSOTROS hemos acabado con la vida de su Abad, quien expande SU religión? Eso sí sería nuestro final. Personalmente, yo preferiría que se enterara cuando el capitán Vitaly haya vuelto de su viaje y pueda ofrecernos protección.

Ahora los mira a todos, paseando su fría e imponente mirada por los rostros de todos los campesinos que puede llegar a alcanzar con la vista.

¿Todavía queréis acabar con la vida de ese anciano indefenso? ¿Creeis que la presencia de una persona así amenaza tan siquiera en una mínima parte a un Dios? Los ataques son obra de hombres terrenales, no de seres mucho superiores a nosotros.

Ahora bien, si de verdad queréis poner en peligro la vida de todos y cada uno de nosotros, vuestros hijos y nietos, y que este pueblo acabe devastado por las manos de su terrateniente, yo misma os traeré al abad.

Espera a ver la respuesta de los demás.

Las caras de los soldados y los rumores que circulan entre mis guardianes son cada vez más inquietantes.

En todo este tiempo de cautiverio no he cruzado una sola palabra con nadie salvo con la enigmática joven, sin embargo en este momento presiento que mi inactividad a de tocar a su fín.

Observo como la joven parte a apaciguar a la turba que pide mi cabeza y al verla desaparecer tras el portón me dirijo al hombre que está junto a mi.

Extraña costumbre esta de achacar a un cautivo los males que acontecen en el exterior,¿no te parece hijo?. Más les valdría rogar a Dios Nuestro Señor.

¿Qué piensas que sucederá ahora?. No quisiera que Dios se enojase con aquellos que osen mancillar el cuerpo de uno de sus servidores.

...

...

Dirijiéndome hacia el cielo... Señor, ¿acaso es tu mano la que azota esta región?. Hasta ahora me han tratado con amabilidad y te suplico que apacigües tu ira, al menos con aquellos que con tan buen corazón me han cuidado y de seguro seguirán haciéndolo en el futuro, mientras el peligro aceche mis viejos huesos.

El discurso de Varuska de Veles es lo suficientemente convincente para hacer calmar los ánimos momentaneamente y la turba de campesinos vuelve a sus hogares, aunque no del todo satisfechos. La calma vuelve al pequeño campamento durante el resto de la noche y podéis dormir tranquilos.

Espera a que el último miembro de la multitud se haya marchado para entrar de nuevo con su mismo andar imponente y elegante de siempre y con mirada y expresión fría en el rostro.

Acude al lugar donde dejó al Abad con el soldado y con palabras amables, aunque gestos distantes y mirada inexpresiva, se diríge a su peculiar "invitado".

Siento deciros que me retiraré por hoy. Disculpadme.

Dicho esto, y después de ordenar a los soldados que se queden con el Abad y lo acompañen a sus aposentos, Varuska se retira hacia su dormitorio.

Una vez encerrada es capaz de demostrar la frustración que recorría sus celulas nerviosas desde hacía ya un buen rato.

¿Dónde diablos se había metido Vitaly? ¿Y el emisario que envió tiempo atrás?

Aprieta los puños encerrando parte de la tela de sus ropajes, conteniendo la rabia y las ganas de salir de allí y dejarlo todo para retirarse a orar a su templo perdido en medio del bosque, donde no debe favores a nadie ni nadie pretendería jamás molestarla. De hecho... ¿Qué hacía en ese pueblo? Había llegado allí acompañando a Vitaly, que se había ganado su completa confianza al dejarla con vida y prácticamente salvarla. Se había comprometido a servirle y en realidad, había conseguido calar hondo en su gélido corazón, siendo el único hombre con el que nunca ha pretendido jugar. Pero... ¿Tenía todo eso sentido sin él allí? ¿Sin ni una sola palabra suya para saber que sigue con vida? ¿Y si estaba muerto?

La situación era absurda... pero así iba a seguir hasta que recibiera noticias del capitán.

Varuska podía ser tachada de insensible, fría, cruel, calculadora y sin-corazón. Pero nunca de infiel o traidora. Al menos no traidora a sus palabras y creencias.

A la mañana siguiente muy temprano uno de los guardias más leales de los que se había quedado en el campamento se acerca corriendo a las estancias de Varuska y golpea apresuradamente la puerta.

-Señora Varuska!! Señora Varuska!! Salga enseguida, esto es muy importante.

El nervioso soldado espera a la Sacerdotisa afuera mientras esta se prepara y sale para recibirlo.

Siendo de sueño ligero, Varuska sólo necesita los pasos del guardia en su puerta para despertarse, asi que cuando éste ha terminado de gritar, la sacerdotisa ya está vestida y arreglada, con un aspecto perfecto, elegante y apetecible a la vez.

Con mirada gélida y rostro inexpresivo, Varuska demanda a qué viene tanta urgencia.

¿Qué es lo que ocurre? ¿Porqué tanto alboroto?

-Un cúmulo de desgracias mi señora!! Anoche algunos campesinos nerviosos, al irse a sus casas, originaron un incendio cerca de aquí con sus antorchas. Mandé a algunos hombres a sofocarlo pero entre los problemas de la noche pasada y la falta de moral por la ausencia tan prolongada del Capitán Vitaly la mayoría de los soldados han aprovechado la confusión para huir los muy cobardes. Tan solo quedamos un pequeño grupo, los únicos que nos mantenemos todavía fieles al Capitán y a usted. Pero no somos suficientes para proteger el campamento si los del pueblo vuelven, y no dudo que lo hagan en cuanto se enteren de lo sucedido, aunque a estas horas puede que ya lo sepan. He venido a avisarla en cuanto me he dado cuenta de la situación. Esperamos sus órdenes mi señora.

El soldado espera nervioso las órdenes de Varuska, mientras mira a su alrededor a los pocos compañeros que quedan.

Varuska suspira, exasperada. Camina de un lado a otro de la habitación y finalmente levanta la vista hacia el soldado.

¿De verdad creéis que osarán desafiar la ira del Dios Veles, el Capitán Vitaly y su terrateniente? Estos campesinos son más estúpidos de lo que creía. Vayamos pues a las puertas, los que todavía sois fieles a vuestro señor. Vigilad por todos los flancos que sea posible. Y cuando veáis a un sólo campesino acercarse a las murallas, hacédmelo saber inmediatamente. Si deciden atacar, comunicadles que les entregaremos al Abad si se comportan como es debido. Pero no dejéis que vean que somos tan pocos. No debemos dejar que lleguen hasta el interior de las murallas.

Ahora, adelantáos. Tengo un asunto que resolver antes.

Dicho esto, vuelve a sus aposentos y empieza a rezar a Veles. ¿Qué debía hacer? ¿Qué era lo que el dios quería que hiciera? No dudaba de su fe ni de en quién ponerla... pero sí de sus acciones y de sus posibles consecuencias.

-Como usted ordene mi señora. Aunque muchos tenían familia en el pueblo y no creo que tarden en enterarse. Confío que su discurso de ayer los mantenga alejados el tiempo que necesite. Esperaremos nuevas órdenes guardando las puertas. Uno de los soldados permanecerá vigilando al prisionero, para que no escape con la confusión.

Inmediatamente el soldado organiza a sus compañeros para guardar las puertas y estar atentos a una nueva acometida de los campesinos. Uno de los soldados se queda vigilando al Abad.

Con el paso del tiempo los soldados van juntándose en un grupo, exceptuando al que estaba vigilando al Abad. Parece que discuten sobre la situación en la que se encuentran actualmente. Tras largas discusiones uno de los soldados se acerca a Varuska.

-Mi señora, después de discutirlo entre nosotros hemos tomado la decisión de abandonar el fuerte, ya que es indefendible. Muchos de nosotros somos de tierras lejanas y hemos seguido al Capitán Vitaly durante mucho tiempo, pero lleva demasiado tiempo fuera y sin enviar noticias y nadie se hace cargo de nuestros honorarios. No queremos estar aquí cuando vuelvan los de Piatra Neamt. En memoria a nuestra amistad con el Capitán Vitaly la escoltaremos fuera de esta región hacia donde nos pida, pero después cada uno volveremos a nuestro hogar. Con el prisionero haremos lo que usted ordene, si quiere ejecutarlo así lo haremos, o entregarlo al anciano Constantin para que hagan con él lo que quieran, eso aumentará nuestras posibilidades de que no intenten atacarnos, también podemos soltarlo y que se arregle el solo. Llevarlo con nosotros sería un riesgo muy grande pues tendríamos que vigilarlo y nos retrasaría, pero si es su deseo lo llevaremos en el grupo de todas formas.

El soldado espera la respuesta de Varuska mientras sus compañeros comienzan a recoger todos los pertrechos que utilizarán para el viaje.

Tanto durante la revuelta como ahora adviertes que tu vigilancia es bastante escasa.
Ahora el soldado que se encargaba de vigilarte se encuentra recogiendo alguna de sus cosas antes de marchar. Aunque no está lejos tampoco parece preocupado por ti.
Quizá podrías intentar escapar por una de las puertas traseras de la fortificación. Estás envuelto en un mar de dudas: por un lado confías en el juicio de la joven sacerdotisa de Veles, que aunque pagana y enemiga en la fe te ha tratado siempre correctamente e incluso te ha defendido de los campesinos poniendo en peligro a todo el campamento, por otro no sabes el efecto que los últimos acontecimientos harán en ella, ya que entregándote salvaría su vida y la del resto de soldados y llevándote con ella podríais ser atacados de nuevo, esta vez fuera del fuerte y en menor número.
Si te dejaran libre o escaparas con éxito tampoco sabes cuales son tus posibilidades de supervivencia en ese territorio tan hostil.
En estos momentos es cuando más necesitas la fe de tu religión.

Varuska suspira y lleva una mano a su sien, frotándola con suavidad y con los ojos cerrados durante un momento. ¿Porqué tenía que pasarle todo esto a ella? Quizá era el momento de volver a casa. El Capitán Vitaly sabría donde encontrarla si la necesitaba, ya que allí, ya no podía hacer nada.

Está bien, soldados. Entonces os pediría el favor de que me acompañárais a Miercurea Cuic, mi hogar. Con el abad... -Lo mira de reojo y sonríe con frialdad. Dejadlo a su suerte. Abrid las puertas del fuerte y que su dios decida su destino. Si los pueblerinos no lo encuentran antes, podrá llegar a su hogar.

Se da media vuelta para ir a sus aposentos y guardar sus escasas posesiones.

¡En marcha!

Varuska de Veles abandona el fuerte acompañada por los pocos soldados que quedan, nadie la molesta en su camino. Una vez que llegan a los lindes de Piatra Neamt con Miercurea Cuic, los soldados se dispersan hacia sus hogares.

El Pradre Prior Severus se queda solo en el fuerte, no tiene otra posibilidad que emprender su camino lo antes posible y rezar por que los campesinos no lo encuentren.

Los últimos acontecimientos precipitan al anciano Severus de nuevo al camino en pos de su meta en Suceava.

Buscando mantenerse oculto, viaja de noche mientras permanece cerca de la que ha sido su morada forzosa los últimos meses.

El Padre Prior Severus continua camino hacia su destino final: Suceava.

AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y DOS

TERMINÓ EL OTOÑO Y HA TRANSCURRIDO EL FRIO INVIERNO.

PRIMAVERA

- Los Amantes de la Muerte se preparan para resistir en el pueblo y el fuerte. Comienzan a entrenar por ciclos a quinientos campesinos y logran que todos se armen con lanzas simples.

- Sverus y sus dos guardianes ferales arriban al valle de Piatra Neamt.

- Severus recuerda claramente su indigno cautiverio a manos de la sacerdotisa pagana Varuska. Sin embargo, tal vez no sea este el momento apropiado para la venganza.

- Es una noche oscura, pero incluso desde la distancia, a Severus le da la sensación de que el fuerte mercenario está bien protegido y que la moral parece alta. ¿Tal vez haya regresado finalmente el legendario Capitán Vitaly el Nueve Vidas?