Partida Rol por web

-Este lugar está dirigido por un Consejo de Ancianos, cuyo representante es el Anciano Constantin Pomeranu. Pero ahora te llevamos a nuestro fuerte, donde hablarás con Vilyesky nuestro sacerdote. Actualmente él está al mando del fuerte y tiene que saber todo lo que pasa en la zona.

LLegamos al fuerte con el Abad y lo presentamos ante Vilyesky. Nos quedamos cerca, nunca se sabe que puede ocurrir y en estos tiempos no se puede fiar uno de nadie.

Llego corriendo hacia el lugar del bosque donde me han dicho que podría encontrar a la Sacerdotisa. Allí está hablando con el Anciano Constantin, normalmente no me atrevería a acercarme e interrumpirles pero las noticias que traigo son de la máxima urgerncia.

Me paro al lado de ambos, que se miran extrañados de mi interrupción.

-Anciano Constantin, Sacerdotisa. Digo haciendo un gesto de respeto. Me envían del fuerte con noticias, al parecer hemos recibido la visita de un Sacerdote Ortodoxo, y me han mandado que les avise con urgencia. Si no quieren nada más de mí me retiraré.

Me molesto con la interrupción del chico y me decidó a reprenderle.

-Pero como te atreves a molestarnos....!! el chico comienza a hablar y darnos el recado que nos le han encomendado. Por unos momentos me quedo frío. Un sacerdote Ortodoxo!!! Esto es una malísima noticia!! Hay que impedir que cuente nada de lo que vea en el pueblo, podría ser el final a nuestros planes. Señora, debeis ir inmediatamente al fuerte y haceros cargo de la situación, ya sabeis cuanto nos jugamos todos.

Estaba hablando con uno de los aldeanos sobre unos asuntos triviales, cuando a la lejanía veo llegar a unos soldados escoltando por sus vestiduras a un sacerdote, no parece de seguidor de nuestros dioses no puedo mas que fruncir el ceño, que querrá y que pretende en estas tierras?

Concentrado en los problemas que se pueden avecinar corto la conversación y despido al aldeano, mientras espero que lleguen hasta mi y me informen de lo que el sacerdote espera o quiere de nosotros...

Miro con cara extrañada al individuo que queda delante mía...

 - Y bien? que puedo hacer por usted?

El recibimiento no es todo lo cálido que hubiera deseado pero mantengo el gesto calmado mientras observo sin excesivo descaro al hombre que tengo ante mi.

Que el señor te guarde hermano. Mi nombre es Severus Sempronius y soy el Abad del monasterio de Braila. Partí hace semanas muy a mi pesar y me encuentro de paso. Agradecería un lugar donde descansar un dia o dos y restablecer mis menguadas fuerzas antes de proseguir mi viaje.

No he observado ninguna iglesia ni monasterio en los alrededores, por lo que mis servicios pueden seros de utilidad y podría celebrar una homilía e incluso escuchar confesión como compensación por vuestra hospitalidad.

Apoyo mi cansado cuerpo en una silla. Cada vez me resulta más pesado el camino, hermano. Mis huesos hace mucho que vieron ya su mejor momento.

Asiento a las palabras del abad, aunque  en mi interior surjen un sin fin de preguntas intento mantenerlas por el momento, lo que me interesa mas de momento son otras cuestiones...

- Bien abad, no se el por que a tenido que salir de sus tierras, pero dígame a señor reza usted, pues estoy seguro de que me interesará...

Varuska sonríe. No es una sonrisa cálida, amable o reconfortante, ni mucho menos. Si pudiera describirse en una palabra, sería la viva imagen del cinismo.

Su mirada sigue fría a pesar de todo, mientras se pone en pie.

Calmáos, buen anciano. Comenta con voz atercipelada...

Mira al campesino y asiente, todavía con esa extraña sonrisa en el rostro.

Gracias, joven. Podéis retiráos. Una vez el campesino ha vuelto a sus labores, Varuska mira de nuevo al anciano.

¿Qué es lo que tanto teméis? Hace solo unos instantes estábais dispuestos a morir de forma cruel y terriblemente dolorosa sólo en nombre de la antigua fe. ¿Tan pronto os rendís? Da un paso hacia la salida, de forma elegante y con la barbilla levantada, orgullosa. Se queda parada unos instantes al lado del anciano para susurrarle nuevas palabras con su gélido tono de voz. Yo me ocuparé de todo, no os preocupéis.

Dicho esto, vuelve a caminar para encontrarse con ese inesperado e indeseado visitante.

No entiendo tu pregunta hermano. Rezo a Dios nuestro señor y a la Santísima Trinidad. ¿A quién si no?

Por primera vez me fijo en el aspecto de mi interlocutor. ¿herejes? Dios quiera que no.

Miro a los guardias sutilmente para que estos se acerquen un poco mas por si el forastero fuese actuar de manera extraña...

 - Bien abad, y ese señor tuyo de la Santísima Trinidad tiene algún nombre por el cual se le reconozca? me gustaría saberlo...

Durante un instante, dudo si la aparente ignorancia de mi anfitrión es tal o si todo se debe a una provocación. En vista de lo precario de mi situación, termino optando por la diplomacia. Al fin y al cabo, me digo, eres un estudioso Severus. Escucha y aprende.

Proceso el cristianismo ortodoxo hermano. ¿Acaso sois un seguidor de la iglesia de Roma? Sabed que me apasiona el debate abierto entre nuestras dos percepciones de la palabra de Dios, por lo que, si me permitis descansar unos instantes, estaré encantado de mantener una charla al respecto.

Me resulta evidente que no procesa ninguna de las dos religiones pero la prudencia me dicta hacerme "el tonto".

Al escuchar la palabra cristianismo, no puedo reprimir el gesto de sorpresa, aunque en el fondo podría ser que en cierta medida me lo esperara, rápidamente y con un par de gestos a los guardias hago que lo apresen...

 - Guardias, detengan a este ser...

No hace mucho había oído de la existencia de los sacerdotes del Dios Crucificado, estos han echo caer a muchos de los que seguimos a otros dioses, por acusaciones de brujería, herejes y mas blasfemias, esto significaba que si uno de ellos andaba por estas tierras, podrían haber mas, y eso significaba la posible caída de nuestro conocimiento y poder que nos otorga el gran Perún, eso no lo permitiría...

" Deberé pedir audiencia con el gran Balau el cierto, el me dará consejo y el saber proceder..."

 - Señor abad, deberá usted resolver algunas dudas que tengo al respecto con vuestro proceder en algunas de las situaciones muy violentas que se han oído últimamente...

Espero que los guardias rápidamente tomen cartas en el asunto, deberé informar a mi compañera varuska de este inoportuno contratiempo, de igual modo al anciano Constantin, de inmediato mando a algún guardia a buscar a estas dos personas, " consultaré con ellos lo de pedir audiencia con Balau..."

Varuska llega en estos momentos al fuerte, parece que llega con prisa. Ve a Vilyesky hablando con un Sacerdote y parece que dos guardias se acercan mucho a él.

Pero... ¡¡COMO OSAIS!! Soy un ministro de la Iglesia y esto es intolerable.

En un primer momento trato de forcejear con los guardias pero tras la sorpresa inicial asumo mi situación y trato de mantener el control. No tiene sentido, ¿qué motiva a esta gente a apresar a un hombre de Fé?.

Exijo una explicación. No soy un hombre de armas y mi condición de prohombre de la iglesia me ampara. Recapacitad y liberadme.

Mi tono es firme y calmado, sin embargo en ningún momento hago mención de forcejear con mis captores, una vez superada la sorpresa inicial.

Varuska llega con paso tranquilo, pero firme. Se acerca a Vilyesky y pone una mano suavemente en su brazo.

¿Qué es lo que ocurre aquí?

Envía una de sus gélidas miradas a los guardias para que no se precipiten. Antes de que hagan nada, ella misma tenía que enterarse de qué había pasado.

¿Podéis explicarme a qué viene tanto alboroto, Vilyesky? Su mirada no se dirige en ningún momento al sacerdote, se mantiene clavada en el abad, acompañada de una media sonrisa cínica en su rostro.

Noto como el brazo de Varuska se posa en mi hombro, sin perder de vista al sacerdote le intento explicar mis dudas...

 -Hola compañera, bien, como podrás ver estoy reteniendo a esta persona... Como recordará hace un tiempo recibimos la noticia de que un tipo de organización llamada los Sarcedotes del Dios Crucificado hicieron acto de presencia y aniquilaron a muchos paganos, con el motivo de blasfemos, brujos e incluso herejes...

Pues bien, e aquí uno de ellos, se hacen llamar cristianos, y por el bien de nuestra paz y bienestar deberemos retenerlo y instigar que es lo que pretende, si hay mas de ellos por la zona e informar al gran Balau el cierto, no crees?

Varuska asiente, sin dejar de sonreír... aunque nadie podría saber si sonríe con amabilidad o puro cinismo.

Hermano Vilyesky... ¿podría hablar contigo un momento? Hay algo que debéis saber antes de tomar cualquier decisión respecto a este... visitante.

Mira a los dos soldados y les ordena, aunque no sabe seguro si en sus doctrinas está el obedecer a una mujer, al menos lo intentará, con voz firme y autoritaria.

Vigiladlo, por favor, pero dejad que se siente y descanse.

Por primera vez entonces, dirige la vista hacia el sacerdote.

Acompañadme, por favor.

Echa a andar hacia una sala contígua, donde nadie pueda escucharlos hablar, esperando que la siga.

Varuska llega hasta la habitación contígua y da media vuelta para encarar a Vilyesky.

La visita de ese cristiano es ciertamente un problema. Pero no podemos declararle la guerra de ese modo al Voivoda de estas tierras. Condenaríamos a la muerte a todos los habitantes de Piatra Neamt, sobretodo sin el capitán presente en las tierras.

Habla con tono de voz frío y suave, y su mirada, se clava fijamente en la del sacerdote.

Hace unos instantes estaba hablando con el Anciano Constantine, portavoz del consejo de ancianos de Pietra Neamt, y me ha comunicado que están altamente preocupados por las posibles represalias que pueda tener el voivoda si llega a enterarse de su fe a los antiguos dioses, entre otras cosas. No podemos dejar que ese abad informe de cualquier situación sospechosa en estas tierras, pero tampoco podemos retenerlo o acabar con su vida, pues pronto vendrían en su busca y las represalias todavía serían peores.

Dicho esto, espera atenta la reacción del Hermano de la promesa y su opinión sobre el tema. Debían tratar un asunto tan delicado con cautela.

Poso las manos a la espalda tras escuchar las palabras de Varsuka y empiezo a caminar alrededor de ella ordenando mis pensamientos, el caminar siempre me hacía discurrir los pensamientos como si de un río se tratase, tal vez si que había sido un poco brusco al tratar al sacerdote cristiano, pero pensándolo fríamente tenía razón, si saben que el abad está por estas tierras y no da noticias acarreará una investigación y estas tierras podrían estar en serio peligro, y es de oídas el poder devastador que tiene esta religión...

 - Quizá tengas algo de razón... Actué con prematura y quizá con miedo y sin pensar en posibles consecuencias, pero ahora tampoco puede marcharse así, es seguro que tomará cartas en el asunto con sus superiores si habla con ellos, no se cual sería la mejor manera de proceder...

 - Creo que pediré audiencia con el gran Balau el cierto, el mayor sacerdote de Perún, el sabrá que hacer y proceder podemos tomar, mientras el capitán regresa...