Partida Rol por web

Moore. Hasta ahora no había caído en la cuenta, pero al escuchar ese apellido, no pudo evitar recordarlo: la imagen de aquel infeliz irlandés moribundo gritando de terror al ver el taladro cada vez mas cerca. En este caso Moore se llamaba Adam. Y por supuesto esta coincidencia no guardaba ninguna relación más que una posible ascendencia británica en ambos. El asunto de Adam Moore venía de mucho más atrás, cuando Salvatore aún estaba afianzándose como un joven prometedor. Y también, cuando la situación entre una mafia italiana en auge y una irlandesa en declive, estaba realmente tensa.

Salvatore había aniquilado a mucha gente, también torturado, pero nunca tanto como a Adam Moore. El infeliz no había hecho algo tan grave para acabar como acabó, pero si tuvo el mal criterio de propasarse de la raya en el lugar y en el momento equivocados. Normalmente cuando estas en la mafia te interesa que tus víctimas desaparezcan sin dejar rastro, realmente el mejor de los asesinatos es cuando no puedes demostrar que ha habido un asesinato. Pero en ocasiones te conviene dejar un cadáver que pueda ver todo el mundo. Y que todo el mundo pueda leer en él, no te metas en nuestros asuntos. Alguien debía pagar los platos rotos.

Así que el desafortunado Adam Moore fue mutilado y torturado antes de morir. Sin embargo, lo realmente escabroso e impactante del asunto, fue ver su "mirada" metálica tras haberle sido perforados las cuencas oculares con clavos. Salvatore no había podido olvidar aquel rostro mirándole, sin vida y vivo al mismo tiempo. No era médico pero sabía que sobrevivir a algo así era imposible. A su manera era un milagro, pues los clavos llegaban a atravesar la parte trasera de la cabeza. Un disparo remató el trabajo. El mensaje quedó claro.

-Así es.- Dijo Luciano, con toda naturalidad a pesar del horrible recuerdo. -Mi nombre es Charles Luciano, y estoy interesado en participar en su expedición.-Quién llevase con naturalidad la carga de semejantes recuerdos, había nacido para matar.

Se escuchó un pequeño murmullo desde el auricular, como si alguien hablara consigo mismo.
-Encantado, señor Luciano. Estamos llevando a cabo un proceso de selección de voluntarios en el Hotel Amherst. Le puedo citar la semana que viene, si así lo desea.
Se oyó un carraspeo al otro lado del teléfono:
-Aún así y por conocerle un poco más, ¿qué piensa que puede aportar a esta expedición? ¿Es usted científico, médico...?

Salvatore aguardó un poco antes de contestar. Sabía que en la expedición necesitaban gente de todo tipo, pero no sabía si su posición, con sus cualidades estarían ya cubiertas. No tenía muchas opciones, podía conducir, pero no podía ser explorador. De mecánica podía hacer algunos apaños, pero a saber que trastos llevaba esa gente. Y de científico era mejor ni considerarlo. No, estaba claro que sólo podría dar el pego para un papel de guarda o semejante.

-Soy una persona con liderazgo y con instinto de supervivencia.- Dijo con seguridad. -Tengo pasado militar, así que, puedo llevar a cabo cualquier tarea con disciplina y seguridad. Se manejar armas, coches, puedo manejarme con cualquier tarea básica.-

Aguardó un segundo, no estaba muy convencido con sus habilidades, quizá no eran muy específicas. ¿Pero quién cojones querría competir con él para ir a la Antártida. Un destello cruzó su mente. ¡Claro! Lo que necesita oir es compromiso y seguridad. Tendrán miedo de que haya voluntarios indecisos. Así que añadió. -Puedo estar allí en una semana si quiere, pero también puedo estar allí mañana mismo.-

Hubo una ligera pausa antes de que la voz continuara, un tanto desganada.

-No será necesario que venga mañana. Venga la semana que viene al Hotel Amherst. Starkweather y yo decidiremos entonces si su perfil es apropiado para esta empresa. Pasamos cita los martes por la tarde.-

Se escucharon ligeras voces al otro lado del auricular

He de dejarle. Nos vemos la semana que viene. Que pase una buena tarde.

Sin esperar respuesta dejó de escucharse nada al otro lado del teléfono. Sólo el pitido que demostraba que sólo una persona estaba agarrándolo en ese momento.

Charles frunció el ceño. No le gustaba la actitud de ese tal Moore. Le había tratado con desdén y casi había parecido un error mostrar tanta predisposición incial. Había jugado sus cartas muy rápido y no le había impresionado. Probablemente alguien de su perfil no llamase mucho la atención por teléfono, Charles sabía que se podían conseguir mercenarios levantado una piedra del suelo.

Bien, bueno al menos quizá el esperar una semana jugase a su favor. Él, por supuesto no tenía ningún pasado militar, fue algo que dijo sobre la marcha para sonar más convincente. Pero ahora le parecía una buena idea. Charles sabía que tenía buena capacidad de organización y liderazgo. Tan sólo había que conseguir un currículum que lo avalara y unas cuantas medallas a su heroísmo en la guerra seguro que sería el colofón a una gran trayectoria militar. -Charles sonrió.- Parece que habría que hacerle una nueva visita a Comadreja.