Partida Rol por web

Se podía ver el polvo suspendido flotando en los rayos de sol que entraban por las vidrieras de la biblioteca de la Universidad de Oxford. Daba al ambiente una sensación casi mágica, como si esta biblioteca fuese un antiguo archivo que se mantuvo cerrado hasta hace poco a los pasos del tiempo. Harrison Proud estaba sentado, con diversos tomos de mitología e historia antigua. Habían algunos tomos de escaso valor científico entre los libros, pero era necesario todo con el fin de obtener una respuesta a lo que estaba buscando. Sin embargo, todo siempre caía en saco roto. No había nada más que teorías e información inconclusa. Oxford, por mucho prestigio que tuviese, tenía el mismo tipo de información que el resto de universidades. No la suficiente. Por otra parte, quizas aquello que había visto en Ur no era verdad. Esperaba que no lo fuera.

La biblioteca estaba casi vacía. Habia unos cuantos estudiantes dispersos en mesas aqui y allá, preparandose para los exámenes de sus respectivas carreras. Había un par a los que le había dado alguna conferencia. Quizás les serviría de algo. 

Una voz le sacó de su ensimismamiento.

-¿D-Doctor Proud?

Era uno señor del personal de la Universidad, un conserje. Un hombre bajito con bigote que tartamudeaba un poco al hablar.

-D-Doctor Proud, tiene una llamada. No me ha dicho quién es, pero dice que desea hablar con usted.

Harrison se encontraba aún recorriendo una cadena quasi infinita de pensamientos, lo que le hizo quedarse mirando al conserje con la boca abierta. Tras un instante, que seguramente parecía una eternidad para el conserje, Harrison asintió.

- Si, le sigo, gracias.

A continuación, Proud se levantó. Antes de avanzar tras el conserje, echó una mirada atrás a la montaña de libros que se encontraba sobre su mesa, dio un suspiro y volvió su mirada hacia este para seguirle. En el camino, Harrison empezó a intentar averiguar de quién podía tratarse. - Algún colaborador, quizá? O alguien con preguntas acerca de mis publicaciones? - Su pensamiento se detuvo unos milisegundos. - Bueno, en cualquier caso, en seguida lo sabré. - Proud siguió al conserje sin realmente mirar por donde iba pero su instinto evitó que acabara en otro lugar.

El conserje llevó a Harrison a la zona administrativa, que no se encontraba muy lejos. La gente se movía caóticamente en su ambiente de trabajo, con una serie de mesas llenas de papeles y máquinas de escribir por aqui y por allá. Finalmente, llegaron a la mesa del conserje, donde se podía ver un teléfono descolgado. El conserje le pasó el teléfono al catedrático.

-¡Buenos días! ¿es usted el profesor Proud? - sonó a través del altavoz. -¿El que llevó a cabo la expedición en Ur?

-¡El mismo que viste y calza!, respondió el doctor Proud con el mismo orgullo que cuando era sólo un estudiante y escuchaba su nombre para recoger algún premio universitario. Si bien, a ese orgullo personal se le unía tambien un escalofrío que le recorría todo el cuerpo. Recordar, mejor dicho, apenas oír mencionar Ur hacía aflorar nuevamente un aluvión de intertidumbre y desasosiego en el doctor, que de seguro permanecería en su cabeza bastante tiempo. 

- Y sí, efectivamente soy yo quién lideró esa excavación. ¿Con quién tengo el gusto de hablar? Espero que no sea usted uno de esos desvergonzados  periodistas que sólo busca llenar su periodicucho con historias tergirversadas, reales, ¡sí!, pero tergirversadas. Y disculpe estos modales, pero como Proud que soy, ¡antepongo la verdad y la honradez por encima de todo! Dijo el doctor volviendo finalmente al tono cálido y paternal por el que se caracterizaba la mayor parte del tiempo. Seguramente el escuchar Ur le hizo salirse de sus cabales; al fin y al cabo tuvo unas experiencias extremadamente inusuales allí.

Tragó saliva y se mantuvo a la espera de una respuesta que no tardó en llegar.

Una risa sincera llegó desde el auricular del teléfono. 

-No tiene nada de lo que preocuparse Doctor Proud, no somos ninguno de esos "desvergonzados periodistas". -la voz continuó.- Mi nombre es William Moore, señor, ocupo la Cátedra Smythe de Paleontología de la Universidad de Miskatonic. He tenido el placer de leer su relato y de estar al tanto de su trabajo, el cual me parece fascinante. 

La voz carraspeó al otro lado del auricular, aclarándose la garganta.

-Le llamaba porque estamos pensando llevar a cabo una expedición similar y quizás está interesado, aunque le advierto de que será un lugar más peligroso. Nos vendría bien contar con su experiencia. ¿Quizás ha oído hablar de la expedición? Ha salido hoy en el Riposte en portada. La Expedición Starkweather-Moore...

-La Ex-pe-di-ción stark-weather-Moooooore... Repitió el doctor Proud haciendo memoria mientras se mesaba el bigote.

-Lo primero de todo, Doctor William Moore, es agradecer de un hombre de su amplio y fascinante recorrido académico haya invertido su tiempo en leer mis escritos. Me sería de gran agrado escuchar su opinión acerca de los mismos, pues estoy seguro que ambos tenemos una gran intriga en cuanto a lo desconocido, en cuanto al misterio oculto de este mundo, en cuanto a... Tal fue la exaltación del Doctor Proud que el auricular se le resbaló de la mano que lo sustentaba y fue a parar al suelo. Recogiéndolo de nuevo, volvió a la conversación, no sin antes pronunciar una pequeña disculpa.

-Bien, bien, como le iba diciendo, un aventurero como yo no puede dejar pasar esta oportunidad; así que, mándeme a menos tardar los detalles y requerimientos de esta expedición y le aseguro que no se arrepentirá. Hace bien en avisar de los peligros que entraña la misma, pero le aseguro que tengo ya cierta experiencia en estas cosas, y a mayor peligro, mayor es la aventura, no?. Acabo preguntando el Doctor con una sonrisa.

-Nos alegra de que al final le haya interesado nuestro proyecto. Si quiere saber más sobre la expedición, como le he dicho, hay un artículo bastante extenso en el Riposte de hoy. Es un periódico newyorkino de aquí, pero le he enviado a la dirección de su despacho un borrador que hicimos hace unos días sobre ese artículo, tiene que haberle llegado a estas alturas y creo que le responderá cualquier pregunta que tenga.

La voz hizo una pausa antes de continuar.

-Lo único, aunque yo, como compañero académico valore su trabajo, Starkweather está hecho de otro acervo. Probablemente usted tenga que venir a Nueva York en unos días para una entrevista, para ver qué opina él. No se preocupe, por mi ya la ha pasado, pero nos gustaría que conociese a los líderes de la expedición antes de terminar de prepararla. Supongo que lo comprenderá...

-Lo comprendo perfectamente Doctor Moore. Veo razonable que haya que pasar por una serie de filtros antes de aventurarse a lo desconocido.En cuanto al borrador que me ha enviado, esta misma noche me pongo a leerlo. No hay nada que prepare mejor para una aventura que el conocimiento de aquello que se espera de la misma.

El Doctor Proud escuchaba un gesto de aprobación al otro lado de la línea telefónica.

-En cuanto me confirme que puedo partir hacia Nueva York para la entrevista, me pondré a organizar el viaje.
Víveres, material de expedición, candelabros… sí, sí, tengo todo lo que podríamos necesitar.

-Nos alegra que lo comprenda. Por nuestra parte, ya puede ir preparando el viaje. Las entrevistas se comenzarán a producir el mes que viene. Seguiremos en contacto. Espero que el borrador le resulte satisfactorio. 

La voz hizo una pausa antes de continuar.

-Ha sido un placer hablar con usted. Que pase un buen día.

Que pase un buen día usted también. Dijo el Doctor Proud colgando el teléfono.
Posteriormente dio una profunda inspiración y acto seguido expiró todo el aire de los pulmones. Estaba muy satisfecho con su conversación.

Harrison le devolvió el audífono al conserje y se volvió rápidamente a su escritorio. Comenzó a recoger todas las cosas. - No hay tiempo que perder, entonces. - Pensó. A continuación, se puso a organizar lo que iba a necesitar para el viaje. Especialmente los libros que necesitaría leer.

Había muchos libros que podían ser de interés en el despacho del Profesor Proud. Civilizaciones antiguas, ciudades en el fin del mundo... todo podía ser de utilidad en aquella expedición. Tocaron en la puerta. Era el correo de la Facultad.

Parecía que ya había llegado el borrador de la noticia de la expedición.

Harrison dio las gracias y le echó un ojo rápido primero. - Un poco pretencioso. Aunque supongo que así son los americanos… Sin embargo, es una oportunidad única en mi tiempo. - Ponderaba Proud mientras leía. Después lo leyó unas cuantas veces más y continuó con sus planes de viaje. - Encontremos algo nuevo e interesante o no, será la expedición más dura que viviré. Mejor prepararse acorde mente. - Reflexionaba duramente mientras se encargaba de todo.

Harrison estaba emocionado ante la perspectiva del viaje a la Antártida, algo que siempre había considerado desde que era un joven arqueólogo, por el mero hecho de ser tierra de nadie, tierra desconocida. Para prepararse, invirtió los días antes de la entrevista a leer todo lo que podía sobre el continente, estudiando la geografía, geología, historia, fauna y flora que estaba disponible en las bibliotecas cercanas. No sólo esto, si no que también investigó como combatir el frío extremo, climas cambiantes, escasez de comida... Para descansar los ojos de tanta lectura, pasaba a revisar su equipo de arqueología, asegurándose de que todo estuviera en perfecto estado de funcionamiento y empaquetando suministros para el viaje. 

Los días pasaron rápidamente, y Harrison se encontraba cada vez más nervioso a medida que se acercaba la fecha del viaje. No podía dejar de pensar en la aventura que le esperaba, la oportunidad de explorar una tierra que supuestamente jamás fue habitada. - Puede que al final tener un arqueólogo allí no sirva de nada, pero eso nunca se sabrá hasta que uno de nosotros lo compruebe. Sin duda, ese he de ser yo. - Pensaba Proud mientras doblaba sus camisas.