Partida Rol por web

PUEBLO DE TRUNAU: BAJO TRUNAU

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: MENOS DE UNA HORA DESPUÉS DEL OCASO.

Afortunadamente los restos carbonizados pertenecían a un piel verde. Recogió el vial y lo olfateó con un gesto torcido de la boca. Beber potingues de pieles verde, después de probar los de su padre o los que preparaba ella misma, no era lo que más le apetecía en el mundo. Sin embargo, no estaba en condiciones de elegir, dado su penoso estado. Además, Peludo se la había ofrecido así que no le iba a hacer ascos. Se tapó la nariz e ingirió el contenido del vial. Inmediatamente sus graves heridas se cerraron por completo. Su salud era inversamente proporcional a la presión que sentía en su pequeña vejiga. Se había metido tanto líquido entre sus preparados y las pociones curativas que si no se aliviaba rápido podría explotar como uno de sus artefactos explosivos.

Vamos, muévete y no pienses en ello.

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Win se sintió lento y abotargado. Desde que recibió el mordisco de uno de los lagartos amaestrados por los orcos sus movimientos eran más torpes y sus reacciones más lentas. Así fue que, para cuando quiso ayudar a Haluk, los pajarracos ya habían sido abatidos por sus compañeros. El ciego asintió con la cabeza admitiendo para sí que eso es lo que había y movió los labios en una brevísima plegaria en gratitud a Iomedae por el buen hacer de sus aliados.

La pregunta de Will no cayó en saco roto.

- Es difícil de discernirlo. Pero... intuyo que sí - afirmó el invidente con sobrenatural capacidad de percibir las cosas -. Puede haber algunos más de estos - señaló con su mandoble a las aves abatidas y luego hacia el fondo del corredor. Percibía diversas oquedades y cavidades por la gruta, lugares donde podían estar las presencias que aun sentía cercanas. El peligro, a su entender, aun no había pasado.

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Aquellas extrañas aves no habían resultado difíciles de abatir, pero más enemigos esperaban en las profundidades de aquella cueva. En silencio, el guerrero vikingo avanzó unos pasos y se quedó en posición defensiva escudriñando la penumbra por si había algún enemigo más en las proximidades.

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Sigiloso como una sombra, una pequeña sombra, pequeñísima, Ertiznao se movió hacia un lado apartándose del camino de aquellas aves cavernarias e infernales y aprestó su ballesta para lanzar un virote a la que parecía más herida de las dos. Sin embargo el hobgoblin estaba trabado en combate con ellas, realmente estaba siendo picoteado, lo que dificultó el disparo haciendo que la precisión del inquisidor goblin no fuera la habitual.

—Achmodeo carafeo.

Murmuró con fastidio el servidor de la única diosa mientras pues había revelado su posición para nada. El peligro contra él no duró mucho pues las aves murieron gracias a sus compañeros con rapidez. El goblin respiró aliviado tras la aniquilación del enemigo y miró hacia los lados esperando a que su grupo reanudara la marcha.

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Bueno, aquello había sido rápido. O al menos eso parecía, tanto que el albino no había llegado a efectuar un solo golpe. Pero entonces llegó la advertencia de Win, y quedó claro que no solo había sido rápido, sino también fácil. Demasiado fácil. ¿Más cosas de esas? Tenían una pinta extraña y peligrosa, pero de momento no parecían haber dado mucha pelea. Claro que se habían intentado enfrentar a gentes que plantaron cara mano a mano a una horda casi infinita de orcos y habían salido razonablemente enteros. 

Si aquellas cosas le ponían la zarpa encima a él, seguramente el resultado no sería tan bueno. Así que más valía mantenerse en segundo plano y avanzar de forma prudente.

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Los aventureros terminaron con los dos Gryphs que atacaron a Haluk Molok, la reacción fue instantánea, Piero Augustus terminó con uno de ellos y una certera flecha disparada por Willbur liquidó al restante.

Haluk iba bebiéndose la poción y sintió como algunas de las heridas producidas por esos animales se iban cerrando. Se pasó el antebrazo por los morros observando a sus compañeros avanzar, habían terminado con la amenaza pero podía sentir que el peligro no había desaparecido del todo, aquella cueva seguía ocultando sorpresas de lo más desagradables. Sus sensaciones fueron afirmadas por la intuición del Win, el fiel seguidor de Iomedae.

El cruzado de Asmodeus dedicó unos gestos de agradecimiento a las personas que tenía más cercanas, incluido al goblin seguidor de Schelyn.

Después de escasos segundos estaba preparando otra de sus pociones, necesitaba recuperarse un poco más para poder estar a primera línea y aguantar las embestidas de sus enemigos.

<< Asmodeus… dame fuerzas para continuar con esta cruzada y acabar con todos esos seres que atenten contra la paz de este pueblo llamado Trunau, guía mi maza para cumplir tu sentencia, en este lugar pienso instalar un culto hacia el rey del infierno >>

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La persistente sensación de que el grupo es acechado por posibles atacantes no desaparece de la mente de Peludo. Todo su instinto felino le grita que ojos asesinos se esconden en los rincones más oscuros de la caverna, preparados para saltar sobre sus cabezas cuando bajen las defensas de sus objetivos.

Pero, mientras el gato siente que debe llegar lo más rápido posible hacia su amigo, su instinto de conservación le obliga a moderar la velocidad de su avance para no emitir ruido y ocultarse lo más posible.

Así es como Peludo continúa avanzando para llegar a su objetivo, que es reunirse con su amigo para que el peligro no los asalte por separado y poder apoyarse, como corresponde.

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Quizá las luciérnagas hubieran ayudado a descubrir anticipadamente a las nuevas criaturas enemigas, pero fue Haluk quien, con su apresurado paso y avance, las sacó de la oscuridad. Algo que posiblemente no le gustó, dada la saña con la que aquellos extraños pájaros le atacaron. No duraron demasiado.

Tronquito miró los cadáveres con una mezcla de curiosidad y estupefacción, centrándose demasiado en algunos detalles de su anatomía y, una vez más, pareció perder la concentración. Se agitó, tratando de volver a la realidad, a su realidad. Debía seguir avanzando. Sin duda, nuevos enemigos los acecharían desde cualquier oquedad, refugiados en la oscuridad imperante.

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Las sintió. Las presencias. Más adelante. Agazapadas en los recovecos de la gruta. A diversas alturas. Para ser aves se ocultaban en ángulos muy complicados. El ciego advirtió como si existiera un manto, aparte del sayo de oscuridad, que cubría a las presencias. Los susurros de Garinya advirtiendo lo que había logrado discernir dieron sentido a las percepciones de Win. El manto, eran telarañas. Las presencias en lugares complicados, arañas gigantes.

Nunca se había encarado con una, pero se imaginó que para ellas los aventureros eran un grupo de insectos que podían servir como cena. Y como insecto pensó cual podrían ser las amenazas de las arácnidas.

- Cuidado con las telarañas, serán pegajosas. Y su mordisco... quizás sea venenoso - dijo lo obvio de toda araña normal... pero pensado a lo grande. Los muros de telarañas podrían resultar un problema. Si tan solo pudieran ser eliminadas...

- ¿Podemos quemarlas? Emplear antorchas o fuegos alquímicos, si aun hay disponibles - propuso el invidente mientras se encaró mandoble en mano a una presencia pero a un par de pasos de la telaraña más cercana.

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Tras el ataque de los gryph, el grupo continúa avanzando por la ahora espaciosa caverna. A medida que se acercan al final de la caverna, se percatan de que un profundo barranco les separa del final. Una especie de puente de piedra y arcilla cruza el barranco y comunica desde su posición hasta el túnel de salida. Espesas capas de telarañas abarcan el barranco y cuelgan entre las estalagmitas.

La sensación de que alguien os vigila está presente en todo momento. Tronquito da otro paso, y nota un leve tirón en la corteza que recubre lo que sería uno de sus brazos. Al mirar, se sorprende al comprobar que la corteza está enredada en una tela de araña fina y sedosa. Se suelta con facilidad dando un tirón, pero ello provoca una vibración que rompe el extraño silencio y provoca un sonido de aprensión. 

De repente, casi junto a él, se sorprende al ver una forma enorme y repugnante. Una criatura que ha crecido y se ha deformado hasta no parecerse en mucho a su origen. Una araña del tamaño de un hombre que desciende en su hilo desde lo alto del techo para abalanzarse sobre él.

El mordisco produce una herida pequeña, muy leve. Podría decirse que inocua, salvo porque Tronquito nota al instante cómo el veneno trata de expandirse. Casi de inmediato, otra forma similar surge de la oscuridad junto a Win, pero el ciego parece percibir la presencia en el último momento, y de un certero mandoble extermina a otra araña gigante.

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El camino por la cueva nos está llevando a enfrentarnos a más alimañas. La verdad, nunca pensé en ello, pero es normal que la presencia de orcos y truanuanos atraiga seres que se alimenten de cadáveres.

Primero son las ratas, nada raro, pero luego son pájaros. Tras matarlos me quedo pensando en cómo cojones han entrado aquí unos pájaros.

Por otra parte, la presencia de arañas no es rara, aunque sí su tamaño. Mierda, son enormes y asquerosas. La cuerda de mi arco canta su balada de muerte.

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Tal y como todos sabían, aunque no los vieran, había enemigos más adelante, y estos no estaban ocultos tras las sombras que lo cubrían todo, ni permanecían ignorantes sobre grupo que se aproximaba. No, las criaturas que les esperaban en el camino permanecían en silencio, acechando ocultas en el techo y preparadas para que los incautos cayeran en una trampa que habían tejido con esmero.

Pero Ekaterina había visto a una de aquellas criaturas antes de que atacaran y también se había preparado.  Se había situado bajo ella, agazapada tras un pequeño saliente de la roca, lista para que descendiera, y tan pronto lo hizo atraída por los movimientos de Tronquito, hizo crecer sus garras y descargo un certero y violento golpe contra la araña.

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El lento pero sigiloso avance del gato continúa. Mira a su alrededor con cada paso pero solo siente que su amigo Win más se aleja a medida que pasan los segundos.

"Si sigue así, no lo alcanzaré nunca."

Mas su instinto le insiste en que no debe acelerar el paso llamando la atención pues eso podría significar su fin, considerando las presencias que detecta y su propio nivel de heridas.

De pronto, el enemigo aparece y no es otro que unas arañas gigantes, que atacan sin piedad. Por suerte, Win es rápido y parte a una de ellas con su arma, evitando así una mordida que podría ser letal. Peludo continúa moviéndose, esperando poder llegar a su amigo antes de que algo malo le pase.

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Si ya de por sí se había retrasado para ingerir el vial curativo, sus cortas piernas acrecentaban el problema, dejándola en la retaguardia. No le gustaba aquello. Quería ir en primera línea, a pesar de estar exhausta, pues desde allí no le molestaba la gran corpulencia de sus compañeros. Con la respiración entrecortada por el esfuerzo de avanzar deprisa, Momo vislumbró que el grupo se detenía por algo. ¿Nuevos enemigos? Frunció el ceño y agudizó la vista, adaptada ya a la penumbra de la caverna.

Había algo que obstruía el paso y pronto pudo ver unas ágiles sombrar que acechaban a sus compañeros.¡Arañas enormes! Preocupada por el estado de Tronquito avanzó lo más rápido que pudo hacia su amigo.

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Haluk escuchó los característicos ruidos de un combate, sus compañeros estaban luchando contra otro tipo de enemigos. Mientras los aventureros avanzaban, Haluk se bebió otra poción. Sintió como sus heridas se iban cerrando y poco a poco volvía a estar casi al 100 % de sus fuerzas. Las pociones le habían venido bien para poder seguir luchando en nombre de su deidad, por la libertad de Trunau.

Una vez sintió aquella sensación de bien estar sujetó con firmeza la maza que había dejado en el suelo y se dispuso a avanzar hacia los siguientes enemigos. El trasgo pudo ver aquellas telarañas y esas grandes arañas que intentaban dañarles mediante mordiscos y veneno, algunas de ellas perecieron ante los ataques del grupo y poco a poco iban desapareciendo del lugar.

Haluk podía ver en primer plano la pericia de todos los miembros que defendían Trunau, iban a dar su vida por la aldea y él no iba a ser menos, avanzó a una posición más adelantada para colocarse en la vanguardia del grupo.

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Pareciera que no existían recursos para quemar las telarañas y forzar a las arañas gigantes a salir. El ciego suspiró, se encogió de hombros y con el plano de su mandoble apoyada sobre su hombro caminó hacia una concentración de telarañas donde sentía la presencia y el movimiento de algo, a todas luces una de las arácnidas. Si el fuego no las sacaba existía algo que básico y elemental que sí lo haría: una presa.

- Vamos bicho. Estoy aquí - le invitó el invidente con una mano, haciéndole el gesto para que bajara y atacara. Y el caso es que el joven iomedano le debió parecer jugoso ya que, en efecto, con gran rapidez el bicho bajó a por él con la intención de devorarlo, a todas luces. Con un sorprendente salto cayó sobre Win y clavó sus colmillos sobre él con la intención de morderlo y quizás envenenarlo... pero su dura piel de mallas aguantó evitando daño alguno.

- Tsk, tsk, tsk - chasqueó la lengua el hombre mientras alzó la mandoble con ambas manos -. Debiste morder con más fuerza - dijo antes de descargar el arma sobre la araña y partirla por la mitad.

Escuchó un revuelo detrás suya y percibió otra araña atacando al arbóreo. Esperó que estuviera bien mientras captó cómo Ekaterina la despachaba con sus sobrenaturales garras. Asintió con la cabeza y avanzó hacia otra presencia.

- Tu hermana ha fallado. ¿Quieres intentarlo tú? - preguntó al ser poniéndose a tiro de él pero levemente alejado de la telaraña. Y el arácnido no defraudó, bajando a gran velocidad y mordiendo al ciego... de nuevo en su camisote -. Una lástima. Más suerte la próxima vez. Espera... no va a haber una próxima vez - dijo el ciego aferrando otra vez su montante con ambas manos, con el filo descendente apuntando a la araña y dejándolo caer penetrante, empalando al bicho y acabando con su vida. Después dio un par de toquecitos a su armadura con la palma de la mano, a modo de reconocimiento. Notó entonces cómo Dagfinnr, Piero y Ekaterina lidiaban con otro de aquellos bichos. Esperó que lo despacharan con rapidez sin tener que experimentar su mordida mientras miró al puente que se iniciaba frente a ellos. Aquel lugar cada vez tenía menos de cueva natural y más de algo... seriamente oculto. Posiblemente el motivo real de la presencia de Melenaplateada en Trunau, no un simple manantial, y quizás también el de los orcos.

Por Iomedae, ¿Qué hay aquí abajo?

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Tronquito parpadeó a un tiempo perplejo y fascinado. La visión de la araña, con su aspecto gigantesco, aunaba lo terrorífico con lo imposible. ¿Sería la vida subterránea la que había llevado al arácnido a evolucionar hasta adquirir aquel tamaño o sería consecuencia de otros factores, como la ausencia de depredadores? En otras circunstancias, el ghoran se hubiera planteado su captura para poderla estudiar. Sin embargo, tal y como andaban, su eliminación era prioritaria.

Eo sí, en su ínterin Tronquito rezaba porque hubieran más de aquellas fascinantes criaturas, asegurando su pervivencia. Eran ellos quienes habían irrumpido en su ecosistema. No se les podía acusar de sentirse invadidas y defenderse. Un pensamiento que ni siquiera varió cuando recibió el mordismo. Casi con curiosidad científica, se limitó a analizar los cambios operados en su organismo y la expansión progresiva del veneno. Pero aquello duró poco. La dosis recibida había sido pequeña o para el particular metabolismo del ghoran no resultaba particularmente agresiva. Aun así y pese a su curisiodad, retrocedió. No deseaba sufrir un segundo mordisco en previsión de que su efecto acumulativo resultara pernicioso.

Y desde la seguridad de la distancia, vio cómo caía su agresora, un especimen a todas luces joven a manos de una voraz Ekaterina.

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La vida de la araña escapó con tremenda rapidez a través de los tajos que Ekaterina había abierto en el caparazón quitinosos. Apenas un vistazo al verla caer inerte al suelo la bastó para cerciorarse de que un segundo golpe no era necesario, así pues se contuvo y lo reservó para la que ya descendía de una de las telarañas presta a atacar a Dagfinnr.

Sin las cautelas y el sigilo de las que había hecho gala instantes antes, avanzó en un suspiro chapoteando en los viscosos icores que el cadáver del enemigo seguía desparramando por el suelo. Con habilidad, y nunca se podía olvidar la suerte, su siguiente ataque sería tan certero como el primero y daría buena cuenta de la última amenaza que quedaba a la vista.

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¡Por fin! Por fin llegaba hasta Tronquito. Cual madre preocupada por un hijo magullado, Momo revisó de arriba a abajo al ghoran. Era una experta en sustancias, entre las que se encontraban los venenos, pero el ghoran era un espécimen al que ella no estaba acostumbrada. ¡Sí podía beber el agua extendiendo raicillas desde los dedos! Observó sus pupilas, si estaban o no dilatadas, más de lo normal por la penumbra. Se fijó en su se tambaleaba o si la zona próxima al mordisco estuviera tumefacta.

- ¿E-estas uhm bbbbien?- Preguntó para asegurarse de que Tronquito podía hablar con normalidad y que no se le paralizaba su sistema músculo-esquelético, o lo que tuviera el vegetal ser.

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Un segundo. Tan solo un segundo se había despistado el vikingo, pero era tiempo suficiente para que una de las arañas se lanzara al ataque desde su escondite en lo alto. Desesperado, Dagfinnr intentó protegerse pero entonces vio cómo Ekaterina acabó con la criatura, sus manos ahora convertidas en garras que cortaban a tajo limpio vísceras y piel del enemigo hasta matarlo. -Gracias, nuevamente, le dijo a Ekaterina. La observó, cubierta de sangre, y luego las garras afiladas. Y un escalofrío recorrió su cuerpo. Tengo que procurar mantener mi cuarto limpio de aquí en adelante, pensó.

-Vamos, no hay tiempo que perder y no me gusta ver a Piero sin protección allí en el puente, les dijo a Ekaterina, a Dragos y a Haluk. Eran los que más cerca tenía.