Partida Rol por web

PUEBLO DE TRUNAU: INTERIOR DE LA COLINA MARCHASANGRIENTA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: ALGO MÁS DE UNA HORA DESPUÉS DEL OCASO.

Hemos tragado más de lo que podíamos engullir..., pensó Rabus cuando escuchó los primeros alaridos de la batalla. No sabía qué era lo que les estaba atacando más allá de la caverna que servía de tumba al mítico Uskroth, pero por los gritos de dolor y desesperación que llegaban hasta él, tenía bien claro que no deseaba descubrirlo. Debía que salir de ahí. Escapar. ¿Pero adónde, viejo idiota...? Aunque lograra salir de una pieza de esas condenadas catacumbas, no quedaba nada ahí afuera a lo que pudiera llamar hogar. Trunau era una ruina y, lo que era todavía peor, el Campo de Muerte había ardido hasta los cimientos. Toda su vida reducida a cenizas...

¿Qué me queda? ¿Vivir de las limosnas? ¿Contar historias en tabernas ajenas por un plato de comida...?

El tabernero echó un vistazo al tesoro que rodeaba la tumba del héroe caído Uskroth y tomó una decisión. Con paso decidido inició la ascensión hacia la enorme efigie del difunto gigante, tomando por el camino la alhaja que le pareció más brillante. Tras guardarla en un bolsillo, desenvainó la daga que portaba la cinto y empezó a pelearse con la extraña piedra que yacía incrustada en una de las cuencas oculares del tremendo esqueleto. Esto tiene que tener algún valor... No sin esfuerzo logró al fin arrancarla, sudando por la dificultad de la tarea y por los apabullantes sonidos de la escaramuza que se estaba llevando a cabo en la cámara adyacente.

¡Date prisa, viejo, o tú serás el siguiente!, se repetía mientras bregaba con el correaje de su mochila. El alboroto de la lucha cesó de pronto y un sudor frío recorrió la lacerada espalda del posadero. ¡Han caído todos! ¡Ya vienen a por mí! Cuando estaba a punto de salir huyendo, las primeras renqueantes figuras de los salvadores de Trunau aparecieron desde la penumbra.

—Vivos... ¡Están vivos! —gritó Rabus cayendo de rodillas, mientras lágrimas de desahogo surcaban sus mejillas.

Feliz por primera vez desde que cayera la noche, el tabernero tomó un puñado de monedas del cofre más cercano y las lanzó al aire, con un alarido exultante. Seguidamente, empezó a rellenar su mochila con las olvidadas riquezas del difunto caudillo de los gigantes de las colinas, lanzando histéricas carcajadas.

PUEBLO DE TRUNAU: INTERIOR DE LA COLINA MARCHASANGRIENTA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: ALGO MÁS DE UNA HORA DESPUÉS DEL OCASO.

Win parece que se recupera rápidamente, incluso al nivel de rechazar ciertas ayudas, lo que deja más tranquilo a Peludo. Se baja de sus brazos y comienza a mirar alrededor. No entiende como la invasión del pueblo por parte de los orcos, que intentaba borrar Trunau completamente ha terminado en una cueva añeja sin más que unos huesos y objetos viejos.

"¿Y entonces, que es lo que buscaban? ¿Por que se vino a meter acá ese orco mientras todos luchaban arriba?"

No es algo que le quede claro, de hecho, no tiene ningún sentido para él, a menos que en esta cueva haya algo más importante que asesinar al pueblo, que según todos era el fin último de los orcos. El gato comienza a olfatear por todos los rincones, sobre todo ese cuerpo extraño pues piensa que quizás haya algo que no han notado y que le de real sentido a todo este asunto.

PUEBLO DE TRUNAU: INTERIOR DE LA COLINA MARCHASANGRIENTA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: ALGO MÁS DE UNA HORA DESPUÉS DEL OCASO.

Tras murmurar algunas palabras arcanas y unos rápidos gestos, la visión de Dragos cambió. Poco a poco, empezó a ser consciente de algunos brillos de origen claramente antinatural, que revelaban la presencia de magia. Y, efectivamente, entre las cosas allí obtenidas por los salvadores de Trunau había objetos que contaban con dicha cualidad. Empezó a pasearse aquí y allá, entre todos ellos, valorando los objetos y tocando sin recato alguno los mismos, estuvieran en manos de alguien o no. Iba descartando con una negación o asintiendo, poco a poco, hasta que al final consideró que había dado con todo lo útil.

-La lanza del gigante era mágica... Aunque ha quedado machacada. Supongo que como recuerdo o decoración podría tener algún valor. Lo siguiente es esa aljaba de cuatro flechas. No son muchas, cierto, pero hay poder en ellas... Además de esta varita y estos pergaminos-dijo, acercándose a ellos y señalándolos, para después echarles mano-que habría que examinar para determinar su función. Ah, y el cinturón que ha cogido el señor Clarenston, así como el martillo que también ha cogido... Y que sugiero fuertemente examinar. El martillo y la armadura del muerto parecen tener una cantidad de poder más que respetable. Pero por el momento se me escapan sus propiedades. Por último, pero no menos importante-añadió, señalando a Tronquito-el broche... Curiosamente, llamado de Amor Verdadero, si no me fallan mis ojos. Creo que hay alguien ahí fuera con la pareja que sabe que ha dejado de respirar. 

PUEBLO DE TRUNAU: MANANTIAL DE LA ESPERANZA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: ALGO MÁS DE UNA HORA DESPUÉS DEL OCASO.

Tras revisar todos los objetos y recoger el equipo, el grupo de héroes vuelve sobre sus pasos y regresa hasta la entrada de las cavernas donde han pasado la última hora.

El Capitán Kurst y los seis milicianos que se quedaron vigilando la entrada están atentos y se percatan de la presencia de los héroes antes de que éstos les alcancen.

- ¡Vamos! - Exclama Kurst mientras hace un gesto a un par de los milicianos para que se acerquen a ayudar a los más heridos.

Su expresión es de absoluta sorpresa cuando salen todos vivos, unos más malheridos que otros, pero vivos al fin y al cabo.

- ¿Qué ha pasado ahí dentro? - Pregunta lleno de interés. - Hace tiempo que los ruidos de lucha se extinguieron... No sé si Trunau está a salvo, pero parece que el ataque ha cesado... Lo hemos conseguido. - Explica con un tono esperanzado.

PUEBLO DE TRUNAU: MANANTIAL DE LA ESPERANZA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: ALGO MÁS DE UNA HORA DESPUÉS DEL OCASO.

Me adelanto a todos, pues al fin y al cabo soy miembro de la milicia, aunque Piero fuera nombrado líder.

Señor digo, saludándole, dentro de la colina hemos encontrado la tumba de... un caudillo de gigantes. Sé que dijeron el nombre, pero no lo recuerdo bien digo, mirando a mis compañeros.

Como pasó en "La casa de la Plaga", esa tumba se convirtió en refugio de varias alimañas, incluyendo ratas de sombras, es decir, no muertos. Conseguimos derrotar a todas y al guardián de la tumba, con lo que ahora debería ser segura. Aunque me pregunto si Melenaplateada protegía el manantial o la tumba.

En cualquier caso, allí dentro quedan varias armas y armaduras de tamaño gigante, que igual podrían ser fundidas por algún herrero para fabricar nuevas armas. Si mis compañeros están de acuerdo, creo que lo ideal sería que lo guardará la milicia hasta que puedan ser fundidas y aprovechadas.

Por otra parte, Capitán digo, cuando iba a volver con mis compañeros, me gustaría hablar con usted y, si se puede, el jefe de patrullas cuando puedan pero lo más pronto posible.

PUEBLO DE TRUNAU: MANANTIAL DE LA ESPERANZA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: ALGO MÁS DE UNA HORA DESPUÉS DEL OCASO.

Por fin salían de aquella endiablada cueva, aunque los que les esperaba al salir no era, precisamente, aire puro y la visión de un acogedor hogar. Trunau había sido reducido a cenizas casi en su totalidad y eso le dejaba un sabor agridulce a la gnoma. Los efectos de las drogas estimulantes comenzaban a dejar paso a un cansancio extremo. Le pesaban los párpados y apenas conseguía levantar los pies del suelo, arrastrándolos como si de un esqueleto no-muerto se tratase.

- ¡Uaaaaaaah!- Bostezaba sin poder evitarlo. Al ver a Kusrt se le alegró la cara y pareció despejarse como si le hubieran echado una jarra de agua fría en toda la cara.- ¡Kkkkkurst! Vas a  uhm fffffflipar con con lo que hay ahí ahí dddentro. ¡Es e-enorme!- Dijo señalándole la entrada de la cueva.- ¿Cómo nnno podía na-nadie mmm saber lo que lo que ha-habia ah-i ddddetrás?- No quería atosigar el pobre capitán de la milicia recientemente afectado por una enorme pérdida pero tenía que preguntarle.- ¿Has uhm vvvvisto a mis mis pa-padres? He he encontrado un un mmm la-laboratorio pppportátil que se-seguro que les e-encanta. ¿A que sí, Tttttronquito?- A su padre le iba a encantar y así podría distraerlo del hecho de que hubiera perdido la pequeña ballesta que le regalaran un día.

PUEBLO DE TRUNAU: MANANTIAL DE LA ESPERANZA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: ALGO MÁS DE UNA HORA DESPUÉS DEL OCASO.

Por toda respuesta a la pregunta del capitán, Dragos se encogió de hombros, dejando lo de hablar para otros, quizás más comunicativos. Estaba herido, estaba cansado, y de lo último que tenía ganas ahora era de tener que repetir todo a los guardias de aquel lugar. Al menos, el aire de la noche resultaba refrescante y revigorizante. Y la promesa de estudiar esos objetos mágicos le daba una chispa de ánimo. ¿Qué clase de cosas habrían rescatado del lugar de descanso "final" de aquel gigante?

Mientras pensaba en todo ello, su mirada recorría la población, valorando el estado en que había quedado. Sí, sin duda habían dañado a conciencia aquel lugar. ¿Quizás era solo una excusa para encontrar lo que yacía en aquella cueva? El albino no lo sabía... Pero sí podía saber algo, que decidió compartir con el capitán tras reflexionar brevemente.

-El orco de ahí abajo... Llevaba un objeto conectado con otro igual a ese. Puede ser que alguien fuera de las empalizadas sepa que ha fracasado. 

PUEBLO DE TRUNAU: MANANTIAL DE LA ESPERANZA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: ALGO MÁS DE UNA HORA DESPUÉS DEL OCASO.

Win se sorprendió al sentir cómo la enorme mole metálica, nada más ponerle la mano encima, encogía hasta obtener un tamaño normal.

Por Iomedae. Sí que es mágica esta armadura, pensó el ciego que pudo con facilidad echársela a la espalda y aun tener otra mano libre para coger otras cosas.

- Toma, Peludo - dijo al felino dejándole un saquito con algunas monedas que había recogido para que el minino lo aferrara con sus pequeñas fauces cuando dejara de buscar lo que buscaba y qué sin duda sería lo que muchos se preguntaban -. Tú también ayudarás en el transporte. Cuando termines con lo que estás haciendo - dijo con mejor humor acariciando la pequeña cabeza del felino. Habían logrado repeler el ataque, abatido a los invasores y acabado con los monstruos del interior de la caverna. O mejor sería llamarlo tumba. Desde que los orcos intentaran abrir un pasadizo por debajo de Trunau, desde la Casa de la Plaga, el invidente había sospechado que Melenaplateada ocultaba algo o custodiaba otra cosa distinta al manantial. Algo debajo de la ciudad. Ahora estaba más seguro de aquello... y posiblemente Peludo lo buscaba.

- Sí, buena parte del ataque parecía tener como objetivo principal acceder a este lugar. El qué buscaban... habrá que averiguarlo en los días venideros - comentó al felino, aunque también fue audible para el resto de los presentes. El comentario de Dragos parecía reafirmar la coordinación orca para llegar a ese sitio y las expectativas truncadas de alguien en el exterior que mágicamente sabía del fracaso de la expedición y que lo que buscaban, quizás, ahora había caído en manos de los trunai.

¿Quizás sea alguno de los objetos o joyas que hemos recuperado? A saber. En las siguientes horas o días tendremos que averiguarlo, pensó el iomedano antes de terminar de cargar con la armadura y una saca con ciertas riquezas y salir de la caverna. Kurst ya estaba allá y hablaba con los que salían.

- Capitán Grath... ¿El Santuario y sus moradores han sufrido daños? - preguntó sensiblemente preocupado por lo que podría haberles sucedido a la morada de su Señora y a sus hermanos de fe.

PUEBLO DE TRUNAU: MANANTIAL DE LA ESPERANZA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: ALGO MÁS DE UNA HORA DESPUÉS DEL OCASO.

La búsqueda de Peludo terminó después de unos minutos, para luego volver al lado de Win, quien le ofrece una bolsa con monedas para que lleve. El gato la mira y lo primero que piensa es que para eso están los brutos humanoides, para hacer ese trabajo, pero luego piensa que él también disfrutará del dinero obtenido y lo justo es cargar con él.

Ante las palabras del ciego, le contesta lo que piensa:

 - "Miu. Miau, miau." (Parece que no hay nada más oculto. Creo que el orco buscaba esta armadura o este martillo, que deben tener más de especial de lo que creemos.)

Olisquea las monedas para luego agregar:

 - "Miau. Mrruu. Miaau." (No olvides decirle al grupo que yo también merezco mi tajada. Yo te nombraré mi albacea, para que cargues mis ganancias. Parece que esto de matar enemigos es bien rentable.)

Toma el pequeño saco y camina junto al resto del grupo al exterior, donde se encuentran con el humano Grath, que les pregunta qué sucedió. Will habla y Peludo mantiene silencio pues sabe que el soldado no entiende el lenguaje de gato, así que no gastará su melodiosa y delicada voz en aportar algo.

PUEBLO DE TRUNAU: CASA ENREDADA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: ENTRE LA HORA DE LA CENA Y MEDIANOCHE.

Los acontecimientos han sido duros, difíciles. Varias veces pensé que no lo contaba, como cuando me calló una piedra de catapulta y un tejado encima. Pero sobreviví.

Y así pasará en Trunau pienso, mirando a mis convecinos. Los muertos se quemaráb, las casas se reconstruirán y en unas semanas seguro que estamos como antes. Aunque con nuevos recuerdos.

Llegó a la taberna que quedó de pie. Necesito un descanso. Entro, saludando con la cabeza a quienes están allí, y más qsentarme me desplomo en una silla. Las numerosas heridas y vendas de mi cuerpo Dan fe de la lucha.

Observo la comida, pero ahora no tengo hambre. Me fuerzo a comer un poco, y más, y más... Hasta que termino mi plato.

PUEBLO DE TRUNAU: CASA ENREDADA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: ENTRE LA HORA DE LA CENA Y MEDIANOCHE.

Win dejó pesadamente el fardo con la armadura mágica y otros enseres recuperados de la tumba del gigante sobre la mesa de  "La Casa Enredada". Concretamente en la que el grupo acostumbró durante varios días a reunirse para comer o hablar. Otros compañeros ya habían dejado allí lo que ellos portaban y aunque parecía haber cosas interesantes había otras cosas que apremiaban mucho más. Con ese pensamiento se giró y caminó unos pasos hacia la puerta principal dirigiendo su ceguera hacia la plaza y lo que había más allá: el Santuario de Iomedae.

El Santuario se había convertido en un hospital y estaba plagado de heridos, tal y como le habían informado. Evidentemente su celda ahora mismo estaría albergando a una o varias personas necesitadas. El que él se presentara allá para intentar ayudar de alguna manera terminaría con sus huesos sobre un camastro y tratando de ser atendido. Tan lamentable era su estado. Negó con la cabeza y arrastrando los pies volvió al interior de la posada, no queriendo dar más trabajo a sus hermanos de fe. Terminada la batalla, repelido el ataque, el estado de alerta y fiereza en él, el fuego de la batalla de su interior, cesaron y sintió cómo todo el cuerpo le dolía y cómo se sentía agotado. También escuchó el ruido viscoso y pegajoso cada vez que caminaba. En sus botas y en su armadura. Ruido causado por la sangre que había derramado, propia y principalmente ajena. Aquel trágico día debía haber sido su bautismo de sangre, la primera vez que luchaba contra un enemigo, descontando la emboscada que no tuvo tiempo de hacer nada, y la verdad que más que bautismo se había dado literales baños de sangre, empapando sus ropa, armadura y calzado. No podía verse pero su aspecto, pero a la luz de la posada todos pudieron constatar que resultaba entre lastimoso y aterrador. Intuyéndolo buscó hasta encontrar a la dueña del local.

- Disculpe, Cham. ¿Sería posible obtener un lugar donde bañarse, una venda y ropa limpia? Y un poco de leche para Peludo, por favor - pidió con voz cansada. Por el silencio inicial y la afirmación nerviosa posterior de la mujer supo que la había impresionado. Y no positivamente. Debía tener un aspecto lamentable. El baño sirvió para cambiar aquello. Necesitó un buen rato para quitarse los líquidos ajenos, tiñendo el agua de la tina de un rojo muy oscuro. El ser ciego le ahorró el poder ver su cuerpo, un mosaico de heridas y cardenales de diversos colores diseminados por todas partes, aunque los sentía perfectamente.

Con la ropa limpia se sintió enormemente más cómodo y la nueva venda la empleó para cubrir sus frágiles ojos ciegos y cuencas oculares, muy sensibles desde que perdiera la vista. Saliendo del lavadero olió la comida que desde la cocina se preparaba, pero su cuerpo solo le pedía descansar. Llegando a la habitación que le indicara Cham con anterioridad, encontró una cama. Resultó titánico para él aguantar de rodillas, en la cabecera, rezando a Iomedae y dándole gracias por sus dones y ayudas, pero lo soportó. Finalmente se acostó, quedando dormido en el acto.

PUEBLO DE TRUNAU: CASA ENREDADA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: ENTRE LA HORA DE LA CENA Y MEDIANOCHE.

La temible batalla había llegado a su fin. Haluk presenció como el gran enemigo, el guardián, se había convertido en ceniza. Una vez reinada la calma y tomado un respiro el trasgo prestó su ayuda para ir sacando el botín y todo lo que había de valor de aquella cueva. En el exterior él no participo en las conversaciones con los líderes de Trunau, se limitó a obedecer y seguir sacando todo el material que habían encontrado en aquella cavidad.

<< Lo lograron y salimos vivos, la mayoría >>

En el exterior Haluk pudo ver los destrozos, había sido un ataque devastador, pero los habitantes de Trunau habían logrado sobreponerse. Después de ayudar a todos los presentes, el cruzado de Asmodeus se dedicó a prestar su apoyo por la aldea antes de terminar su trayecto en la posada que había residido los últimos días en Trunau.

No compartió mucho, estaba cansado y agotado, se limitó a ayudar en algunos destrozos y luego esperó agradecido la cena que le ofrecían. Sin queja alguna se terminó lo que le dieron, había logrado llenar sus tripas y había saciado completamente su sed y hambre. Una vez terminada la cena el trasgo se incorporó y se fue a su respectiva habitación, allí meditó durante un largo rato mientras se quitaba la armadura y la limpiaba, al igual que su arma y escudo.

Después de dejar listo su equipo se puso a preparar sus conjuros y hacer sus rezos a su deidad, terminó tumbándose en la cama dejando que el cansancio se terminara de apoderar de él para dar paso a un profundo sueño.

PUEBLO DE TRUNAU: CASA ENREDADA.

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 6, DÍA DEL FUEGO.

HORA: MEDIANOCHE.

La posadera se siente muy agradecida de que su posada y el pueblo se hayan salvado.

Atiende a todo el grupo en el comedor principal de la posada, donde también está un agotado Jefe de Patrulla Jagrin Grath, quien repelió el asalto de una docena de orcos con Arco y Espada, y la ayuda de los civiles de la posada y de unas barricadas improvisadas.

La cena ha consistido en vino tinto y una sopa caliente de jamón y verduras. Cham se disculpa por no tener mucho más ahora mismo, pero os promete mañana por la mañana un buen desayuno.

Ante la petición de Win le dice que enseguida le prepara una habitación y un baño, y enseguida se pone a ello, avisando un rato después al Oráculo ciego de Iomedae de que todo está listo.

Todo el que lo solicita recibe una habitación, excepto Willbur y Garinya que se retiran a la Casa Larga a descansar con la promesa de volver mañana por la mañana para desayunar.